🎻Cello🎻

III

“El cuerpo es el instrumento de tu alma ”

Klara amaneció con la luz de la luna y Kristoff había aprovechado la luz del Sol para recorrer el valle, los prados.  Pudo cazar dos conejos y un ciervo. Consideró que con eso ya tenía bastante comida para una semana.

—¿Cómo durmió la vampi durmiente?

—Que gracioso—dijo Klara frunciendo el ceño.

—Pensé que los vampiros no dormían.

—En realidad no lo hacemos, sólo soñamos despiertos y cuando el sol por fin se oculta, nos levantamos.

Kristoff  se quedó en silencio, entendió que ser un vampiro era tener una vida eterna de oscuridad, sin poder ver la luz jamás. De tan sólo pensarlo le recorría un escalofrío por todo el cuerpo.

—¿Haz conseguido comida?—preguntó Klara mirando el bulto que traía Kristoff en su lomo.

—Al decir verdad, si, lo suficiente para una semana.

Cuando Klara se quedó asombrada por su habilidad para la caza.

—Podría comérmelo todo en un día.

—¿No hablas en serio?—dijo
sabiendo que le había costado conseguir todo aquel alimento.

—Es broma—Cómo piensas que yo me comería todo eso sola.

—Aunque comas esto igual seguirás débil. Los vampiros se alimentan de San..

—Si, pero no quiero morderte, no quiero lastimarte arte, jamás me lo perdonaría.

—Entiendo, pero debes aprender a controlarte.

Klara se quedó pensando en lo que dijo.

—Prepararé la cena.

—¿Por qué me ayudas?

—No te estoy "ayudando" sólo preparo la cena porque debemos cenar—aclaró.

—No, porque has sido la única persona que me ha caído bien en este mundo de criaturas horrorosas.

—Bueno, gracias por el cumplido—se sonrojó.

Después de la cena. Kristoff la llevó a su "casa". Cuando llegaron Klara notó que su violonchello no estaba en el lugar que lo había dejado.

—¡No puede ser!, Estoy segura que lo dejé acá apoyado—dijo mientras daba vueltas en círculos y con cara de susto, miraba atrás de cada árbol y no había rastros de su amado instrumento.

Estaba perdida, su objeto más valioso había desaparecido.

—Esto no puede estar pasando, no es cierto.

—¿Estas segura que lo dejaste acá?—preguntó Kristoff viendo su desesperación.

—¡Si, muy segura!

—¿Era muy importante para tí?

—¿Bromeas? Era mi alma, y ahora no tengo nada, no merezco seguir viviendo. —¡Todo está perdido!—decía mientras lloraba y se tapaba la ojos.

—No todo, podemos pensar en alguien—dijo tocándose la barbilla.

—¿En quién?

—Los duendes del bosque han estado merodeando—continuó—Pero hay un problema.

—¿Cuál?

—Ellos trabajan para la Bruja.

—¿Y ella dónde vive?

—No lo sé, pero los duendes seguramente si.

—¿Y dónde los podemos encontrar?

—Si ella lo tiene no será fácil que nos lo devuelva. Nos pedirá algo a cambio.

—¿Cómo qué? ¿Un favor?

—No, un sacrificio.

Klara tragó saliva.

—¿Qué clase de sacrificio?

—No lo sé.

—¿Y qué vamos hacer?

—La pregunta es qué vas hacer. Seguramente algo te pedirá que hagas, algún sacrificio, tendrás que matar a alguien

No quería pensar lo que la bruja sería capaz de hacerle para que le devuelva su cello.

—¿Qué haré?

—Primero tenemos que estar seguros que ella no lo tenga. Y si lo tiene algo va a pedir a cambio.—Es muy peligroso, el que ha visitado a la Bruja no ha salido con vida.

—¿Quiénes la han visitado?

—He escuchado rumores.

—¿Para que querrá un cello?

—Quien sabe.

—Tenemos que  ir a visitar a esa bruja

—¿Quién dijo que yo iré? No, yo no me voy a meter a esa cueva ni loco

—Entonced sabes dónde vive, antes dijiste que no sabías y ahora sabes que vive en una cueva.

—Eres buena descubriendo cosas...

Una vez entré en aquella cueva, y casi no pude salir.

—Llévame hasta la cueva, entraré yo sola.

—Te indicaré el camino, pero te advierto, es difícil salir de ahí.

—Tengo que intentarlo, no tengo nada que perder

—No, sólo tu vida, pero estarás bien—dijo bromeando Kristoff.

Klara lo miró sin pestañear.

Comenzaron a calcular el tiempo que se demorarían en llegar hasta la cueva. Estaban a unas cien millas, Casi tres días recorriendo.

—Debemos acampar en lugares oscuros, para que no te dé la luz del sol.

—Si no tuviera esta condición de vampiro, sería más rápido.

—¿Quién te lo ha regalado?

—Tocaba en la iglesia del pueblo.

—Debes tocar bonito.

Klara asintió sonrojada.

—Lo encontraremos, no te preocupes—Le dijo Kristoff mientras apoyaba un brazo sobre su hombro.

Ya pronto amanecería. Klara se adentro a su ataúd. «En qué lío me he metido» Pensó el centauro.

[Soundtrack: Suite n° 1— Bach/versión Yo- Yo Ma]



   

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