Capítulo 25

Jisung está sentado frente a Felix en la pequeña mesa de la cocina, bajo el cálido resplandor de la lámpara que proyecta suaves sombras en sus rostros. El aroma reconfortante de muffins de calabaza se mezcla con el rico olor del chocolate caliente, ambos preparados cuidadosamente por Jisung tan pronto llegaron a la casa de Felix. A pesar del ambiente acogedor, la tensión entre ellos es palpable.

Felix ha estado escuchando con atención mientras Jisung le relata todo: desde la llegada de Seonghwa y su delicado estado hasta las conmovedoras palabras de Bonhwa. La expresión de su mejor amigo cambia con cada revelación: sorpresa ante la enfermedad de Seonghwa, una suave sonrisa por la declaración de amor de Bonhwa y, finalmente, una mirada severa cuando Jisung describe el paquete enviado por Sehun.

Cuando Jisung termina de hablar sobre los eventos recientes, lleva la taza a sus labios con manos temblorosas. Se siente expuesto, como si cada emoción y miedo que había tratado de contener se hubiera derramado frente a Felix.

Felix rompe el silencio primero — No puedo creer la maldita audacia de ese bastardo — murmura, su voz cargada de ira —. Después de todo lo que te hizo pasar, ¿cree que puede simplemente... qué? ¿Destruir tu vida? ¿Intimidarte?

Jisung traga con fuerza, con la mirada fija en la mesa — No sé lo que quiere, Lix. Pero me asusta. ¿Y si no ha terminado? ¿Y si intenta regresar? O peor... ¿y si trata de lastimarme otra vez? — su voz se quiebra, y deja la taza sobre la mesita antes de que se le caiga.

Felix extiende su brazo y cubre la mano de Jisung — No, cielo. Ni siquiera lo digas. Sé que ese bastardo es capaz de todo y, precisamente por eso, deberías contarle a Minho sobre Sehun.

Jisung siente la mirada de Felix sobre él, pesada y escrutadora, y aunque quiere hundirse más en sí mismo, no puede escapar de lo inevitable.

— Es solo que... — Jisung comienza, su voz apenas un susurro —. No quiero pensar en eso, Lix. No otra vez. Pero ahora, con ese paquete, es como si estuviera aquí de nuevo, aunque sé que no lo está.

La otra mano de Felix se aprieta alrededor de su taza, sus nudillos poniéndose blancos mientras la ira burbujea bajo su calma exterior — Jisung, te lo juro — dice, su voz baja y afilada —. He intentado olvidarlo, pero aún recuerdo cada cosa que te hizo pasar. Cada. Maldita. Cosa.

Jisung lo mira, con el labio tembloroso mientras trata de contener las lágrimas — No tienes que...

— Si, si tengo — Felix lo interrumpe, con los ojos encendidos —. Porque es importante que lo recuerdes. Que recuerdes lo pedazo de mierda que era ese idiota — toma una respiración profunda, tratando de calmar el temblor en su voz, pero los recuerdos son demasiados vívidos —. Todavía recuerdo todas esas noches horribles en el hospital. Estabas allí, pálido como un fantasma, conectado a Dios sabe cuántas máquinas por su culpa. Y él... — la voz de Felix se quiebra, su ira apenas contenida —. Tuvo el descaro de aparecerse, pidiendo compasión como si no fuera él la razón por la que estaba allí.

La garganta de Jisung se cierra, sus ojos llenándose de lágrimas mientras las palabras de Felix lo arrastran de vuelta a ese oscuro momento.

— Quería matarlo — continúa Felix, su tono decidido —. Lo hubiera hecho, si la policía no lo hubiera sacado. Aún recuerdo lo que dijo cuando lo esposaron, culpándote de todo. Llamándote incompleto. Diciendo que no eras un verdadero omega porque... — Felix se detiene de golpe, su mandíbula apretada —. Nunca lo perdonaré por eso, Jisung. Nunca.

El aliento de Jisung se acelera, y deja la taza con manos temblorosas — No fue solo esa noche — susurra, su voz temblando —. Fueron todas las veces antes también. La forma en que me empujaba cuando estaba borracho, o me decía que no era suficiente. Empecé a creerle, Lix. Pensé que tal vez tenía razón.

Felix se inclina hacia adelante, sujetando de nuevo la mano de Jisung con fuerza — No tenía razón. Nunca tuvo razón. Ese hombre es un cobarde, Jisung. Una excusa patética de alfa que no podía manejar sus propios fracasos, así que los descargó en ti.

Una lágrima se desliza por la mejilla de Jisung, y Felix la limpia con un toque suave — Eres fuerte, Jisung — dice, con voz más suave —. Sobreviviste a él. Sobreviviste a algo que nadie debería tener que pasar. Y no es justo que sigas cargando con este peso, que sigas asustado por él.

Jisung solloza, secándose los ojos — Pensé que lo amaba, Lix. Realmente creí que era mi alfa. Y, incluso cuando las cosas se pusieron mal, seguía pensando que tal vez mejorarían. Que tal vez, si yo era mejor, él se detendría.

— No merecías nada de eso — dice Felix con firmeza, sin soltar la mano de Jisung —. Merecías a alguien que te amara, te protegiera y te viera por el increíble omega que eres. Y creo que ahora lo has encontrado en Minho.

Jisung niega con la cabeza, las lágrimas ardiendo en sus ojos — Él no sabe la verdad, Lix. No sabe sobre Sehun. Sobre lo que me hizo. Sobre... — su voz baja hasta convertirse en un susurro —. Sobre que no puedo quedar embarazado.

Las palabras quedan suspendidas en el aire, y el rostro de Felix se suaviza con comprensión  — Bonito...

— Estoy aterrorizado — admite Jisung, su voz temblorosa —. ¿Y si me ve diferente? ¿Y si piensa que estoy roto? ¿Incompleto?

— Han Jisung — dice Felix con firmeza —. No estás roto. ¿Me oyes? Ese bastardo rompió una parte de tu vida, sí, pero tú te reconstruiste. Y Minho merece saber lo fuerte que eres. Lo que has sobrevivido.

Los labios de Jisung tiemblan, y una lágrima se desliza por su mejilla — No puedo. ¿Y si me odia? ¿Y si él...?

— Basta — la voz de Felix es suave pero firme —. Minho nunca podría odiarte, cielo. Pero no puede ayudarte si no sabe lo que está pasando. Y necesita protegerte, especialmente si Sehun sigue por ahí.

Jisung respira entrecortado — Hay una orden de restricción...

— Eso no importa — interrumpe Felix —. Si te lastimó una vez, podría intentarlo de nuevo. Y Minho, tu alfa, destruiría a cualquiera que intente hacerte daño.

Jisung sacude la cabeza, sus dedos apretándose contra el borde de su taza — No puedo, Lix — susurra, con la voz temblorosa —. No quiero una confrontación. No puedo soportar la idea de que Minho se enfrente a Sehun. Ya tiene tanto en qué pensar: Seonghwa, Bonhwa... Debería centrarse en eso, no en mí.

Jisung siente que los ojos de Felix lo atraviesan con una mirada penetrante, el tipo de mirada que lo hace sentirse como un cachorro regañado — Bonito — empieza Felix, su tono más suave pero insistente —. Lo que Minho está enfrentando no borra lo que tú estás pasando. Y si piensas, aunque sea por un segundo, que Minho no quiere saber o que no hará tiempo para ti... — niega con la cabeza y exhala con fuerza —. Por lo que me has contado, Minho ya ha dejado claro que te quiere. Como su pareja. Como su omega. Y ya eres la mami de corazón de Bonhwa, aunque no lo hayan hecho oficial.

Las palabras atraviesan a Jisung, cálidas y pesadas a la vez. Sabe que Felix tiene razón: Minho le ha mostrado una y otra vez lo mucho que siente por él. Pero eso solo hace que el nudo de miedo en su estómago se apriete más. Baja la cabeza, observando los remolinos pálidos de espuma en su taza — Por eso tengo miedo, Lix — admite —. Minho... ha hablado de querer una familia. Bebés. Es tan bueno con Bonhwa, y veo cuánto amor tiene para dar. ¿Qué pasa si le digo la verdad y es demasiado? ¿Qué pasa si no puedo darle la vida que sueña? No sobreviviría a que mi corazón se volviese a romper. No después de todo.

Felix deja su taza con un suave tintineo. Sus palmas son cálidas y firmes, su agarre fuerte pero reconfortante — Escúchame — dice, sus ojos azules encontrándose con los llorosos de Jisung —. Pase lo que pase, estarás bien. Ya sobreviviste al infierno, Jisung, y has salido más fuerte cada vez. Pero tienes que darle a Minho la oportunidad de estar ahí para ti. De demostrarte que él es diferente.

Jisung solloza, su labio inferior temblando. Los pulgares de Felix trazan círculos calmantes sobre el dorso de sus manos.

— Piénsalo — continúa Felix, su voz suave —. Si Minho te ve como su pareja, si quiere que seas parte de su vida, su omega, su esposa, entonces merece saber la verdad. Y Bonhwa también. Ya eres su mami de corazón, ¿no crees que Bonhwa merece tener una mamá feliz y completa? Y tú... — Felix aprieta sus manos, su expresión suavizándose —. Tú mereces un final feliz, cielo. Te lo has ganado.

El peso de las palabras de Felix cae sobre Jisung, y las lágrimas que ha estado conteniendo finalmente se derraman. Se inclina hacia adelante, envolviendo sus brazos alrededor de Felix, quien lo abraza con fuerza en respuesta. Permanecen así por un momento, ambos con lágrimas en los ojos, aferrándose el uno al otro como si intentaran mantener el mundo a raya.

Cuando Jisung se separa, secándose los ojos, un ruido rompe el silencio. El leve crujir de neumáticos sobre grava hace que Jisung mire hacia la ventana. Momentos después, la puerta se abre y Changbin entra, llenando la habitación de inmediato con su presencia. Alto y de hombros anchos, Changbin es la imagen de un alfa, con cabello negro azabache peinado hacia atrás, ojos azulew penetrantes y un porte tranquilo que pone a cualquiera a gusto. Jisung siempre ha pensado que hay algo desarmantemente cálido en él, lo que tiene sentido dado cómo conoció a Felix.

A Felix le encanta contar la historia del tímido y encantador dentista que lo conquistó después de una limpieza de rutina, y Jisung siempre ha admirado lo perfectamente que parecen encajar.

La mirada de Changbin aterriza primero en Felix, sus ojos suavizándose — Hola, amor mío — dice, acercándose a él. Se inclina, presionando un tierno beso en la sien de Felix antes de que su mano acaricie suavemente el pequeño y creciente vientre de su pareja —. Y hola a ti también, pequeñín — murmura, su voz adquiriendo una calidez reverente que hace que el pecho de Jisung se llene de emoción.

— Hola, alfa — saluda Felix, inclinándose hacia el toque, sus lágrimas anteriores momentáneamente olvidadas mientras una suave sonrisa iluminaba sus labios.

Changbin se endereza, volviendo su atención hacia Jisung — Hola, Jisung — lo saluda, su voz cálida y estable mientras se acerca —. Es bueno verte. ¿Estás bien?

Jisung asiente rápidamente, aunque el nudo en su garganta aún no ha desaparecido del todo — Si, estoy bien — dice en voz baja.

Changbin lo estudia por un momento y luego vuelve la mirada a Felix — Está bien, ¿qué está pasando? Ambos han estado llorando — su tono es calmado pero lleno de cuidado, con preocupación grabada en sus facciones.

Felix suelta una risa suave, secándose las mejillas aún húmedas — Solo estamos emocionales, eso es todo — dice, su voz más ligera ahora, aunque Jisung puede notar que es un esfuerzo para desviar el tema.

Changbin levanta una ceja pero no insiste. En su lugar, se dirige al mostrador de la cocina y toma un muffin de calabaza, rompiendo un trozo y llevándoselo a la boca — Bueno, sea lo que sea, saben que estoy aquí — dice, su tono casual pero lleno de significado. Señala a Jisung con el muffin —. Y eso te incluye a ti también, Jisung. Sea lo que sea por lo que estés pasando, no olvides que estamos aquí para apoyarte. Para lo que necesites.

Jisung traga saliva, sus labios formándose en una pequeña sonrisa. Hay algo tan inherentemente estable en Changbin, como si nada pudiera conmoverlo. Es reconfortante, de una manera que hace que el pecho de Jisung se sienta un poco menos apretado.

— Gracias, Changbin — dice Jisung, su voz suave pero sincera.

Changbin sonríe y le da una breve palmada en el hombro antes de volver a mirar a Felix — Bueno, ya me divertí con los chicos, bebé. Así que estoy aquí por la noche. ¿Qué planes tienen?

Felix se ilumina ante eso, alcanzando a apretar la mano de Jisung — Pensé en que Jisung se quede a cenar, y luego ambos lo llevaremos a casa. ¿Te parece bien?

— Por supuesto — responde Changbin de inmediato, echándole una mirada a Jisung —. Ha pasado demasiado tiempo desde que compartimos una buena comida contigo. Y Felix dice que has estado horneando mucho últimamente, necesito comprobar si aún tienes ese toque.

Jisung ríe suavemente, sintiendo cómo la tensión se disipa poco a poco — Está bien — dice asintiendo —. Me quedaré.

Felix sonríe radiante mientras toma su teléfono — Perfecto. Empezaré con la cena, y ustedes pueden entretenerse entre tanto.

Mientras Felix se mueve hacia la cocina, Changbin se apoya en el mostrador, volviendo su mirada a Jisung — Entonces — comienza, su voz tranquila pero curiosa —, ¿qué hay de nuevo en tu mundo, Ji?

Jisung duda un momento, mirando hacia Felix, pero no encuentra presión en la mirada de Changbin, solo interés genuino. Por primera vez en toda la noche, siente que tal vez puede respirar de nuevo.

El calor de la noche anterior aún persiste mientras Jisung está sentado en su oficina en la guardería. El suave zumbido de la calefacción y el tenue aroma a lavanda crean un ambiente relajante. Su corazón se siente más ligero tras haber pasado tiempo con Felix y Changbin; las risas compartidas y la camaradería fácil le recordaron cuánto amor hay en su vida. La presencia firme de Changbin y el apoyo inquebrantable de Felix fueron exactamente lo que necesitaba.

Jisung toma su teléfono del escritorio y una sonrisa se dibuja en su rostro al releer los mensajes de Minho de anoche:

"Todo salió bien, amor. Seonghwa y yo hablamos. Mañana te cuento más, pero te extraño muchísimo. Ojalá estuvieras aquí para abrazarte."

El pecho de Jisung se aprieta, una mezcla de añoranza y alegría. Las palabras de Minho resuenan en su mente, llenando el silencio de la habitación con calidez. Deja el teléfono y se recuesta en su silla, perdiéndose en los pensamientos sobre las palabras de Felix.

Las posibilidades con Minho parecen infinitas, tan tentadoras como aterradoras. Jisung sabe que está cayendo profundamente, de manera irrevocable, y el deseo por Minho —por estar cerca de él, sentir su toque, respirar su aroma— lo inunda con una necesidad que no puede ignorar.

El sonido de la puerta abriéndose lo saca de sus pensamientos, y antes de que pueda girarse, la voz emocionada de Bonhwa llena la habitación — ¡Mami!

Bonhwa corre hacia él con los brazos extendidos, y Jisung lo atrapa con facilidad, abrazándolo con fuerza.

— Hola, mi dulce bebé — dice Jisung, presionando un beso en la sien del cachorro —. ¿Cómo está hoy, hmm? ¿Cómo te fue ayer?

Bonhwa se aparta lo justo para mirarlo, su rostro iluminándose — ¡Fue increíble! Papi, mami de pancita y yo vimos Winnie Pooh, ¡y le enseñé a mi mami de pancita a hacer nuestro chocolate caliente especial!

El corazón de Jisung se hincha con la alegría de Bonhwa, su pecho apretándose de la mejor manera — ¿Tú le enseñaste? Seguro aprendió rápido con un maestro tan bueno.

Seonghwa entra en la habitación, con el rostro suave y sereno — El mejor maestro — dice cálidamente, sonriendo a Bonhwa —. Es tan listo, y ese chocolate caliente... una obra maestra. Pasé la mejor noche contigo, mi cielo.

Bonhwa brilla bajo los elogios, y Jisung no puede evitar sonreír también. Seonghwa saluda a Jisung con la misma calidez. Sus palabras y acciones son genuinas, y Jisung siente un agradecimiento por la sinceridad de los esfuerzos de Seonghwa.

Minho aparece en el marco de la puerta, su presencia imponente pero reconfortante. Se dirige directamente a Jisung, colocando un beso cálido y prolongado en sus labios — Buenos días, amor — murmura contra su boca, su voz baja y llena de cariño.

Jisung se derrite en el beso, sonriendo cuando se separan — Buenos días.

Antes de que puedan decir más, Felix entra con una tablilla en la mano y una sonrisa fácil en el rostro — Muy bien, gente, es hora de empezar el día. Bonhwa, la sala de juegos te espera, bebé. La primera actividad está a punto de comenzar, y los demás cachorros ya están ahí.

Bonhwa se baja de los brazos de Jisung y mira a Seonghwa — ¿Vas a venir conmigo?

Seonghwa se pone a la altura de Bonhwa, apartando un mechón suelto de su cara — Si a tu papi le parece bien, me encantaría ir contigo.

Minho asiente, su expresión neutral pero amable. — Claro que sí. Anda, pequeño.

Bonhwa tira de la manga de Jisung — ¿Tú también vienes, mami?

Jisung se agacha, sosteniendo el rostro de Bonhwa entre sus manos — Me uniré pronto, bebé. Lo prometo.

— ¡Está bien! — Bonhwa le da un último abrazo a Jisung antes de correr al lado de Seonghwa.

Minho se agacha y revuelve el cabello de Bonhwa — Pórtate bien, ¿de acuerdo? Nos vemos más tarde.

— ¡Te amo, papi! — grita Bonhwa mientras Felix los guía fuera de la habitación junto a Seonghwa.

La puerta se cierra detrás de ellos, y el cuarto queda en silencio de nuevo. Minho se gira hacia Jisung, sus ojos azules oscureciéndose con intención mientras cierra la distancia entre ellos. Le toma la mandíbula, inclina su rostro hacia arriba y lo besa profundamente, con hambre.

Jisung gime suavemente, sus manos aferrándose a los brazos de Minho mientras los labios del alfa se deslizan desde su boca hasta su cuello, sus dientes rozando la piel sensible allí. Minho se ríe contra su garganta, su aliento cálido — Necesitaba eso — dice, apartándose lo justo para mirarlo, sus ojos brillando con diversión.

Jisung sonríe, aún sin aliento — Sí. Yo también te extrañé.

Minho le acaricia la mejilla con el pulgar — ¿Cómo te sientes, amor?

— Mejor ahora — admite Jisung —. ¿Y tú? ¿Cómo fue todo?

Minho exhala lentamente, tomando la mano de Jisung — Sorprendentemente tranquilo, en realidad. Seonghwa y yo hablamos largo y tendido. Llegamos a un acuerdo.

— Voy a cubrir sus gastos médicos — dice Minho, con un tono firme —. Él se ha comprometido a enfocarse en su tratamiento y visitar a Bonhwa solo una vez por semana, o siempre que se sienta bien. Y vamos a firmar un acuerdo legal para asegurarnos de que todo esté claro y sea seguro para Bonhwa.

El pecho de Jisung se aprieta, una mezcla de orgullo y admiración floreciendo en su corazón — Eres un alfa increíble, Minho. El mejor padre. Estás haciendo todo tan correcto.

Minho se inclina y lo besa suavemente, pero con profundidad, sus labios permanecen sobre los de Jisung mientras murmura: — Eso espero. Sabes que lo intento — el pulgar de Minho acaricia la mejilla de Jisung mientras lo observa con una sonrisa cálida —. ¿Cómo estuvo tu tarde con Felix y Changbin? — pregunta, su voz suave pero genuinamente interesada.

— Fue encantador — responde Jisung, sus ojos iluminándose al recordar —. Tal como te dije en mis mensajes. Son tan buenos conmigo, Minho. Changbin es muy divertido, y ya sabes cómo es Felix ; siempre sabe cómo animarme.

Minho asiente con un suave tarareo, su sonrisa ampliándose — Me alegra que los tengas. Te mereces personas que se preocupen por ti de esa manera.

El corazón de Jisung da un vuelco por el afecto en el tono de Minho, y asiente ligeramente, sintiendo cómo la calidez se extiende por todo su ser.

Minho se inclina, su nariz rozando la de Jisung, mientras su voz baja un poco — He estado pensando... Esta noche, después de recogerte a ti y a Bonhwa de la guardería, por fin saldremos a cenar.

Jisung inclina la cabeza, sus cejas alzándose ligeramente con sorpresa — ¿Cenar? Suena bien.

— No es todo — continúa Minho, con un brillo travieso en los ojos —. También he invitado a Lia a unirse a nosotros por un rato.

— ¿Lia? — pregunta Jisung, curioso —. Oh, eso es genial. Será muy agradable verla de nuevo.

La sonrisa de Minho se profundiza, y lo acerca un poco más, sus manos deslizándose hasta descansar en sus caderas — Sí. Es que estoy planeando pedirle que cuide de Bonhwa un par de días.

El rubor de Jisung se extiende antes de que siquiera tenga la oportunidad de responder — ¿Un par de días? ¿Por qué?

Los dedos de Minho trazan ligeros círculos en las caderas de Jisung, su mirada oscureciéndose con intención — ¿No es obvio? — murmura, su voz bajando una octava —. Quiero llevarte a un lugar. Una cita como debe ser. Solo tú y yo.

La forma en que Minho lo mira, con esos ojos azules cargados de deseo y algo más profundo, hace que el estómago de Jisung se contraiga. Su mente se acelera, y antes de poder detenerse, aparta la mirada tímidamente.

— Omega — susurra Minho, sus labios rozando la oreja de Jisung —. Sabes a qué me refiero, ¿verdad?

Jisung traga saliva, sus manos apretándose instintivamente en los brazos de Minho  — Yo... creo que sí...

Minho suelta una risa baja e intoxicante antes de presionar un beso prolongado en el cuello de Jisung. Su voz es una promesa cuando dice: — Te voy a hacer sentir tan bien, amor. He estado queriéndote... deseándote... por tanto tiempo. Lo sabes, ¿verdad?

El rostro de Jisung se calienta, las palabras envolviéndolo como un hechizo. Asiente, incapaz de hablar mientras Minho continúa.

— Voy a cuidar tan bien de ti — murmura Minho, sus manos deslizándose hacia arriba para sostener el rostro de Jisung, inclinándolo para que sus ojos se encuentren —. Quiero mostrarte cuánto te deseo. Y cuando te anude... — hace una pausa, su aliento cálido contra los labios de Jisung —, sabrás que eres completamente mío.

El corazón de Jisung late con fuerza, la intensidad en la voz de Minho enviando un escalofrío por su columna. Presiona los labios juntos, su voz apenas un susurro — Minho...

Minho sonríe, rozando un beso tierno contra los labios de Jisung — Estás sonrojado, cariño — bromea, su pulgar acariciando la mejilla acalorada de Jisung —. No te preocupes. Me tomaré mi tiempo. Solo sentirás el paraíso.

La respiración de Jisung se entrecorta y, aunque la vergüenza persiste, no puede evitar la forma en que su cuerpo se inclina hacia el toque de Minho, su propio deseo saliendo a la superficie — Está bien — susurra, su voz temblando con nervios y anticipación.

Minho lo besa de nuevo, más suave esta vez, antes de retroceder ligeramente, aunque sus manos no abandonan las caderas de Jisung.

El sonido repentino de un suave golpe en la puerta hace que la mandíbula de Minho se tense con irritación. Exhala con fuerza, murmurando por lo bajo antes de girar la cabeza — Adelante.

— Perdón por interrumpir — dice Seonghwa al entrar, su expresión insegura. Sus ojos recorren a Minho y Jisung antes de detenerse en Han —. Solo quería avisarles que ya me despedí de Bonhwa. Está en la sala de juegos, feliz dibujando. Es un cachorrito tan brillante.

Los labios de Jisung se curvan en una pequeña sonrisa, su corazón cálido al pensar en Bonhwa — Gracias por decirnos. Le encanta dibujar; es una de sus cosas favoritas.

Seonghwa asiente, quedándose un poco en el marco de la puerta antes de añadir, titubeante: — En realidad, esperaba poder hablar contigo un momento, Jisung. A solas.

Minho se pone rígido junto a Jisung, frunciendo el ceño — ¿Sobre qué? — su tono es cauteloso, sus instintos protectores encendiéndose al instante.

Seonghwa levanta ligeramente las manos, su actitud tranquila — No es nada serio. Solo una charla rápida entre omegas. Si tienes prisa, puedo verte más tarde, Minho.

Minho cruza los brazos, su ceño profundizandose — Bueno, de hecho sí que hay prisa. Necesitamos ir a mi oficina para finalizar el acuerdo y firmar todo. Tengo cosas del trabajo acumulándose, y no puedo darme el lujo de perder tiempo.

Seonghwa mira a Jisung y luego de vuelta a Minho — Bueno, como dije, si tienes prisa, puedo verte en tu oficina más tarde. Te prometo que no te haré esperar mucho.

Minho vacila, su mirada aguda estrechándose sobre Seonghwa. Está claro que no le agrada la idea de dejarlos solos, pero cuando Jisung coloca una mano suave sobre su brazo, Minho se relaja ligeramente.

— Está bien, Minho — dice Jisung con una sonrisa tranquilizadora —. Hablaré con él ahora, y puede alcanzarte después. No tomará mucho tiempo.

Minho suspira, claramente reacio, pero finalmente asiente — De acuerdo — concede, aunque su tono lleva un matiz de advertencia mientras mira a Seonghwa —. Pero asegúrate de estar en mi oficina lo antes posible. No quiero alargar esto más de lo necesario.

— Entendido — responde Seonghwa, su tono educado —. Gracias nuevamente por todo, Minho. De verdad lo aprecio.

Minho asiente brevemente antes de girarse hacia Jisung. Su mano acaricia la mejilla de Jisung, y se inclina para presionar un beso prolongado en sus labios — Nos vemos más tarde, amor — murmura, su voz suave e íntima.

Jisung sonríe contra sus labios — Nos vemos.

Minho se endereza, su mirada pasando una última vez por Seonghwa, evaluándolo, antes de salir de la habitación. La puerta se cierra detrás de él, y el aire cambia ligeramente, dejando a Jisung y Seonghwa solos.

Seonghwa se mueve torpemente en su lugar, sus manos rozando las costuras de su chaqueta desgastada. Su mirada es tentativa mientras observa a Jisung, y hay un peso inconfundible en sus ojos: gratitud mezclada con algo más profundo, más vulnerable.

— Sé que esto es un poco... inesperado — comienza Seonghwa, su voz suave —, pero quería hablar contigo un momento. Para agradecerte.

Jisung inclina la cabeza, tomado por sorpresa — ¿Agradecerme?

Seonghwa asiente, su expresión sincera — Sí. Por todo lo que has hecho, por Bonhwa, por Minho. Por mi también, de alguna manera — da un paso adelante, juntando sus manos nerviosamente —. Minho me contó anoche cuánto has hecho por Bonhwa. Dijo que has sido una parte tan importante de su desarrollo, de su felicidad. Que has hecho que mi bebé se sienta seguro, amado... como si hubiera encontrado un hogar.

El pecho de Jisung se aprieta ante la emoción en las palabras de Seonghwa. Parpadea rápidamente, su garganta apretada — No tienes que agradecerme por eso — dice con suavidad —. Bonhwa es un cachorro increíble. Desde el momento en que lo conocí, sentí esta conexión con él. Es difícil de explicar, pero es como si supiera que me necesitaba, y yo lo necesitaba a él de igual manera. Estoy tan orgulloso de cuánto ha crecido, de lo feliz y confiado que se ha vuelto.

Los labios de Seonghwa tiemblan ligeramente, y exhala un aliento tembloroso — Lo veo — dice —. Veo cuánto lo amas, cuánto te ama él a ti. Es... reconfortante, ¿sabes? Saber que tiene a alguien como tú en su vida.

Jisung sonríe, su corazón llenándose de calidez — Es muy importante para mi, Seonghwa — hace una pausa, su mirada suavizándose —. Pero ahora necesitas enfocarte en ti mismo. En tu salud. Minho y yo estamos aquí para ti. Tienes nuestro apoyo, pero necesitas cuidarte, por el bien de Bonhwa.

Seonghwa asiente, sus ojos brillando — Lo haré. Lo prometo. Y gracias de nuevo. De verdad — hace una pausa, como si se tomara un momento para recolectarse, antes de añadir —: Sabes, cuando llevé a Bonhwa a la sala de juegos hace un momento, noté algo.

Jisung levanta una ceja curiosa — ¿Qué cosa?

Los labios de Seonghwa se curvan en una tenue sonrisa — Todos los cachorros preguntaban por ti. Era como un coro de: "¿Dónde está Jisung? ¿Cuándo viene Jisung?" o Jibung, debería decir — se ríe —. Están todos tan emocionados y embobados por ti. Debes ser muy querido aquí. Popular también.

Jisung suelta una risita suave, un leve rubor cubriendo sus mejillas — Oh, sí. Los cachorros son maravillosos. Siempre he amado estar cerca de ellos. Tienen una manera de alegrarme el día, pase lo que pase. Honestamente, siempre supe que terminaría haciendo algo como esto: enseñando, cuidando cachorros, siendo parte de su mundo. Son pura alegría, Seonghwa. Hacen todo mejor.

Seonghwa lo observa, su sonrisa creciendo un poco más — Se nota — dice simplemente —.Eres bueno en esto. Muy bueno. No es de extrañar que Bonhwa te adore tanto.

Jisung agacha la cabeza con timidez, pero hay un brillo en su pecho, un orgullo tranquilo que lo calienta por dentro — Gracias — murmura.

El ambiente en la habitación se siente más suave ahora, más tranquilo, incluso cómodo. Jisung se sienta de nuevo en su silla, girando el extremo de su bolígrafo distraídamente mientras la mirada de Seonghwa se fija en su muñeca. Su brazalete de cuarzo rosa brilla bajo la luz, las piedras rosadas descansando delicadamente contra su piel.

La voz de Seonghwa corta el silencio — Ese brazalete — dice, señalándolo con la barbilla —. Es hermoso. ¿Cuarzo rosa, cierto? ¿De dónde lo conseguiste?

La pregunta aterriza suavemente, pero atraviesa las defensas de Jisung como un cuchillo deslizándose entre la armadura. Sus dedos se detienen, y por un momento, todo su cuerpo se congela. Su corazón comienza a latir con fuerza en su pecho, y traga grueso, los recuerdos volviendo en oleadas vívidas e implacables.

— Oh — Jisung alcanza a decir, su voz apenas un susurro. Baja un poco la manga de su camisa, casi de manera instintiva, intentando ocultar la pulsera aunque sabe que ya es demasiado tarde —. Sí, ehn, fue... um. Quiero decir, es...

Los ojos de Seonghwa se entrecierran, no en juicio, sino con algo suave, empático y comprensivo.

Jisung se queda congelado, sin poder encontrar las palabras, con la mirada baja, algo avergonzado. Pero de repente, la mano de Seonghwa descansa sobre la suya en el escritorio, el calor tenue lo ancla mientras su mente se tambalea. Lucha por mantener la respiración estable, sus ojos fijos en las piedras rosa pálido de su pulsera, que ahora parecen brillar bajo la mirada comprensiva de Seonghwa.

Seonghwa rompe el silencio, su voz suave y deliberada — En la terapia de grupo, después de que nació Bonhwa, conocí a otros omegas que estaban... luchando. Igual que yo. Todos llevábamos nuestras propias cargas; cosas que no podíamos decir en voz alta a nadie más. Era un lugar donde no tenías que explicarte porque todos simplemente entendían.

Jisung levanta la vista hacia Seonghwa, sin estar seguro de adónde iba con eso, pero incapaz de apartar la mirada.

¿Podría ser que él sabe sobre?

— Había dos omegas en mi grupo — continúa Seonghwa, su pulgar frotando inconscientemente la mano de Jisung en un ritmo calmante —. Siempre llevaban pulseras de cuarzo rosa, como la tuya. Al principio pensé que eran solo bonitas, ¿sabes? Pero un día, una de ellas explicó lo que significaban. Dijo que las pulseras eran una forma de honrar el amor que sentían por sus bebés. Un amor incondicional, eterno... sin importar qué.

La garganta de Jisung se aprieta y su respiración se detiene en su pecho.

— La otra omega intervino — dice Seonghwa, su voz temblando ligeramente como si el recuerdo todavía le llegara al corazón —. Dijo que también era una forma de recordarse a sí mismas su propia fortaleza. Que incluso cuando las cosas no salían como esperaban, seguían siendo madres en sus corazones. Que su amor... su instinto... no desaparecía.

Los ojos de Seonghwa se suavizan mientras estudia el rostro de Jisung — Desde el momento en que vi tu pulsera ayer, me pregunté... si podría significar algo similar para ti.

Los dedos de Jisung tiemblan bajo la mano de Seonghwa, su instinto gritando que se retire, que cubra su pulsera, que se refugie. Que sienta vergüenza. Pena. Pero simplemente no puede hacerlo ahora. El nudo en su garganta se hace más pesado y sus ojos comienzan a picar mientras susurra:

— Seonghwa, yo...

— No tienes que decir nada — interrumpe Seonghwa suavemente, su tono firme pero comprensivo —. No estoy pidiendo detalles, Jisung. Solo quería que supieras que te veo. Y que te entiendo.

Los labios de Jisung se entreabren mientras un aliento tembloroso escapa. Su visión se nubla mientras una oleada de emociones amenaza con desbordarse, su agarre en el escritorio se tensa como si pudiera anclarlo.

— La maternidad, es mucho más difícil para los omegas de lo que nadie habla — dice Seonghwa, su voz adquiriendo una intensidad tranquila —. Se espera que simplemente... la abracemos. Como si fuera natural como respirar. Pero no lo es, ¿verdad? Es caótica. Es dolorosa. Y cuando las cosas no salen como deberían... — su voz se quiebra ligeramente, pero continúa —. Deja marcas que nunca desaparecen del todo.

La mirada de Jisung cae sobre la pulsera, sus dedos rozando las piedras lisas.

— Pero, Jisung — continúa Seonghwa, su agarre en la mano de Jisung se afirma —, sigues aquí. Has llevado ese dolor contigo, y en lugar de dejar que te destruya, lo has convertido en algo hermoso. Esta pulsera, sí, es un homenaje, pero también es un testimonio de tu fortaleza. Muestra cuánto amas, lo profundamente que proteges a los que te rodean. Bonhwa, los cachorros aquí, Minho...

Una lágrima se desliza por la mejilla de Jisung mientras las palabras de Seonghwa caen sobre él como un bálsamo en una herida abierta.

— ¿Sabes qué fue lo que dijeron esas omegas en mi grupo que más se quedó conmigo y en mi mente? — pregunta Seonghwa, su voz apenas un susurro.

Jisung niega con la cabeza en silencio.

— Dijeron que, incluso cuando sientes que todo te ha sido arrebatado, tu esperanza, tu futuro, tu oportunidad, sigues siendo madre. Porque ser madre no se trata solo de tener cachorros. Se trata de amar. Se trata de cuidar, proteger y dar una parte de ti a alguien que lo necesita. Y por lo que Minho me ha contado sobre ti, Jisung, y por lo que yo mismo he visto, has hecho eso por Bonhwa. Y estoy seguro de que también has estado ahí para cada cachorro en esta guardería. Y eso... eso te hace madre en todos los sentidos que importan.

El pecho de Jisung se sacude con sollozos silenciosos, las lágrimas fluyen libremente ahora. La mano de Seonghwa nunca abandona la suya, un ancla constante en medio de la tormenta que se desata dentro de él.

— Eres mucho más fuerte de lo que te das cuenta — dice Seonghwa, sus propios ojos brillando con lágrimas —. Llevar ese brazalete, cargar con lo que has pasado y aún así ser la luz en las vidas de los pequeños... eso requiere un tipo de valentía que la mayoría de las personas nunca entenderán.

Jisung sorbe por la nariz, secándose los ojos con su mano libre — No me siento fuerte — susurra, su voz temblando —. La mayoría de los días siento que apenas me estoy manteniendo en pie.

Seonghwa sonríe, una sonrisa amarga pero bondadosa — La fortaleza no se trata de no desmoronarse, Jisung. Se trata de levantarte cuando lo haces. Y tú lo has hecho.

El silencio que sigue es pesado, pero no sofocante. Es el tipo de silencio que viene con la comprensión, con el vínculo tácito forjado entre dos personas que han caminado por caminos similares de dolor y resiliencia.

Jisung finalmente levanta la mirada, sus labios temblorosos pero curvándose en la más leve de las sonrisas — Gracias, Seonghwa.

Seonghwa aprieta su mano una última vez antes de soltarla — Gracias a ti, Jisung. Por hablar con Minho sobre mi causa cuando más lo necesitaba. Por ser empático. Por ser el tipo de persona que ve lo bueno en los demás, incluso cuando estás cargando tanto dentro de ti.

Por primera vez en mucho tiempo, Jisung se siente visto; no solo la superficie pulida que muestra al mundo, sino las grietas que hay debajo. Y en ese momento, se da cuenta de que no está tan solo como pensaba.

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