Capítulo 6
Harry aún no podía creer la situación en la que se encontraba.
¿Cómo es que pasó de estar intentando solucionar las cosas en su guardería a estar en el apartamento del padre de uno de los cachorritos a su cargo?
Un alfa padre soltero, solitario, incomprendido y con una notable adicción al trabajo. Al menos eso había logrado percibir gracias a las palabras de Louis y a su estilo de vida.
Sinceramente, una parte de él ya presentía que la vida y comportamiento del alfa fuesen tal y cómo este se lo contó. Harry había anticipado que Louis viviese en un sitio frío y sin decoración, pulcro y sin desorden, sin calor hogareño.
También había esperado que el alfa tuviese a cuestas demasiada presión y estrés por estar a cargo de una empresa grande, y teniendo en cuenta que es abogado la verdad no le extraña en absoluto que se vea consumido por el trabajo, los abogados tienen ese estigma de ser fríos, serios y poco sociables.
Asimismo, el omega tenía una vaga idea sobre lo que resultaría ser la historia de la madre de Andy y su ausencia en la vida del cachorro. Sus emociones habían estado envueltas en una tormenta dentro de él durante ese injusto e irónico relato, agolpándose en su pecho y lastimando a su omega. Pero él lo había sabido ocultar muy bien, sabe cómo hacerlo.
Tenemos nuestro lugar seguro para desahogarnos si es que los malos recuerdos y la dura realidad nos asechan esta noche. Todo estará bien, Harry.
Lo único que Harry en definitiva no había esperado de toda esa serie de eventos fue el sentir esa extraña pero fuerte conexión entre Louis y él.
¿O debería llamarlo atracción?
No sabe describirlo con exactitud, pero Dios, era como si su omega fuese una polilla siendo atraída por una llama brillante. El alfa de Louis siendo la llama brillante, obviamente.
Su olor, sus ojos azules, lo cálido del tacto de sus manos, lo suave de su voz al dirigirse a él. Joder, todo él.
Ahora entiende a la perfección las palabras de Niall, cuando le dijo que el alfa estaba buenísimo. Harry no las había querido tomar en serio dado el embarazo de su amigo, todo hormonal y fuera de control. Pero mierda, incluso Niall se había quedado corto.
Louis además de ser físicamente atractivo, posee un aura dominante que impone apenas él entra en el campo de visión. Cómo si estuviese hecho para ser el alfa líder y protector en cualquier circunstancia.
Y esas cualidades entraban en perfecta sincronía con lo educado, amable y coqueto que era.
Todo un adulador, ¿eso había sido coqueteo no?
Lo que Louis le había dicho, sus dedos acariciando su mano, su manera de mirarlo... no había sido sutil en absoluto y lo peor es que Louis estaba seguro de estar siéndolo.
Y eso a Harry le había parecido adorable.
Louis solo era un alfa solitario que no sabía cómo expresar ciertas cosas, alguien a quien le hacía falta un poco de orientación y ayuda con la crianza de su pequeño cachorro.
Pero eso cambiará, porque Harry está más que dispuesto a ayudarle. Por Andy, porque ambos merecen tener una excelente relación padre-hijo.
Por otro lado, lo que parece estar ocurriendo entre él y Louis será mejor que lo ignore. No es que ya esté asumiendo que algo ocurrirá o que el alfa pueda intentar avanzar más en su coqueteo con él; en realidad no importa, Harry sabe muy bien cuál es su posición en cuanto a los alfas y las relaciones en general.
Él no fue hecho para nada de eso.
Y la peor parte es que su situación va mucho más allá de lo que él le hizo y de cómo le destrozó el corazón. Harry lo recuerda todo muy bien.
—¿Harry? —su nombre en la voz de Louis lo saca de ese oscuro rincón en su memoria.
Parpadea y sacude la cabeza. —Lo siento, ¿qué decías?
—Te preguntaba por la comida, ¿qué se te antoja? ¿Hay algo en particular que te gustaría comer?
Están sentados en la isleta de la moderna cocina de lujo, las superficies son de granito blanco y la indumentaria como la estufa, hornos y refrigerador son de un acero inoxidable tan reluciente que Harry podría ver su reflejo en la superficie de estos.
—Pues como de todo, solamente trato de evitar los champiñones. No me gustan.
—¿Qué son champiñones? —pregunta Andy, jugueteando con el babero de estrellitas que Louis le ha colocado.
—Son un tipo de hongos, bebé.
—¿Y qué son los hongos?
Harry sonríe y toma su celular, buscando rápidamente la imagen común de un hongo y mostrándosela al pequeño. —Esto es un hongo. Es una cosita que nace de la tierra o de árboles, sólo algunos se pueden cocinar y comer.
Andy lo escucha con atención y murmura un "oohh" al final, complacido con la información nueva sobre algo que desconocía.
—Vaya, admiro tu paciencia. —Musita Louis—. Yo no le habría explicado de forma tan encantadora como tú.
Harry se encoge de hombros, con una sonrisa en la cara.
—¿Y bien? Sobre la comida...
—Lo que sea que vayan a comer Andy y tú estará bien. No es necesario que cocines nada sólo por mí.
Louis tose un poco y después aprieta los labios, sin atreverse a decir nada. Andy suelta una risita.
—Papi no cocina. No sabe. —Suelta en medio del silencio de su padre.
Louis le mira severo desde su lugar, el cachorro se cubre la boca con las manos.
Al omega no le sorprende esa última revelación, habría sido demasiado bueno que el alfa supiera cocinar y se las arreglara solo para el cuidado del hogar; apuesto a que tiene a alguien contratado para la limpieza.
Con razón la cocina luce así.
Louis extiende los brazos en señal de "me atrapaste". —Mi cachorro ya lo dijo por mí, Harry. No sé cocinar, lo siento.
—No tienes que disculparte, cocinar no se le da a todo mundo.
—Sí, pero debí habértelo dicho antes de invitarte a comer. —Resopla al mismo tiempo que Andy—. Para que consideraras si valía la pena quedarte a comer algo ordenado de fuera.
El omega le quita importancia con un movimiento de su mano. —Oh, vamos. Claro que vale la pena. —Les sonríe a ambos—. Lo más valioso a la hora de la comida es la compañía. Y esa ya la tengo.
Louis le observa embelesado por unos cuantos segundos antes de reaccionar. —Por supuesto, es decir, ugh, gracias. —Carraspea—. Bueno, planeaba ordenar algo del restaurante más cercano. Es de comida china, ¿a ti te gusta?
—¡Claro! Me fascinan los rollitos primavera.
—Perfecto, uhm... —teclea en su celular un poco—. Hmm, ¿me das tu número? Para mandarte el menú por mensaje.
Harry curva sus labios. Es la manera más inusual en la que le han pedido su número. El omega asiente y se lo dicta mientras escucha como Andy tararea la canción que les tocó en su guitarra en la guardería.
—¿Acaso es Raindrops keep falling on my head? —pregunta Louis, asombrado por el súbito tarareo de Andy.
—Lo es. —Responde Harry y revuelve cariñosamente el cabello del cachorrito—. La toqué hoy para los cachorros en la guardería. Bien hecho, bebé. Eres muy inteligente, te la aprendiste muy rápido.
Andy se ríe y aplaude emocionado por el cumplido de Harry.
—Esa canción es una de mis favoritas ¿sabes? —afirma Louis y le envía el menú mediante la aplicación de mensajería.
Harry lo registra como "Louis" y coloca un emoji de una varita de canela al lado de su nombre. —Mía también, tocada en guitarra ayuda mucho a que los pequeños se duerman.
El omega analiza el menú y se decide por un plato completo de arroz, pollo agridulce con vegetales y dos rollitos primavera. Louis registra su pedido en la app y agrega el suyo, faltando sólo el de Andy.
—De acuerdo, cachorro. ¿Qué quieres tú? —Le pregunta el alfa y le muestra la pantalla con las opciones del menú infantil—. ¿Quieres algo de puré con los Nuggets?
El cachorro no responde. Solo hace un puchero, observando sin ganas las imágenes del celular.
—¿O prefieres que te pida algo de IHOP? —El cachorro vuelve a negar, enfurruñado—. Vamos, pequeño, tengo que meter tu pedido con el de nosotros y entre más te demores en decidir, nuestra comida llegará más tarde. Dime qué te pido, cachorro.
Andy entonces suelta un gruñido por lo bajo, pero lo suficientemente fuerte como para ser percibido por Louis y Harry.
—Andy —lo llama Louis con voz firme—. ¿Por qué gruñes, cachorro? Esos no son modales correctos para cuando tenemos a un invitado en casa.
El pequeño hace un puchero y mira hacia sus pies, apenado. —Perdón, papi.
—¿Estás bien, Andy? —pregunta el omega, levantando su carita por el mentón—. ¿No se te antoja esa comida? —intenta adivinar, aunque podría apostar que está en lo cierto.
Casi percibe el disgusto del bebé a través de sus gestos y gruñidos.
Andy niega con la cabeza. —No me gusta comida de microondas o comida de afuera. Es fría. No sabe a nada. Quisiera comida calientita. Como la que hace a veces tía Lottie.
Louis aparta la vista, un tanto avergonzado. Es evidente que el alfa no posee ni siquiera el tiempo como para intentar aprender a cocinarle algo.
Harry no juzga a los padres que optan por la comida congelada o rápida para sus hijos, muchos factores influyen en que no sepan o no puedan cocinar algo caliente y nutritivo. Y mientras el cachorro sea alimentado, eso cuenta.
—Lo lamento es que... te repito que no sé nada de cocina y pues trato de... es decir, hago lo que puedo. Lo que está a mi alcance. —Se excusa el alfa y mira a Andy—. Pequeño, lo siento, pero ya sabes que papi no sabe cocinar, Lottie no está y-
—Yo puedo hacerlo. —Interrumpe Harry, encogiéndose de hombros—. Cocinar, si me lo permites, yo podría hacerlo.
Andy aplaude un par de veces. —¡Sííí! ¿Oíste, papi? Harry dice que puede cocinar para los tres. ¡Gracias, Harry!
—No quiero quisiera abusar más de tu amabilidad, Harry. De verdad, no tienes que hacerlo.
—¡Es que no es nada! —responde Harry con una sonrisa—. Yo soy de esas personas que aman cocinar. Puedo preparar algo con lo que tengas en el refrigerador. ¿Me permites echar un vistazo?
Harry rodea la isleta para ir a la zona central de la cocina, donde la estufa, el fregadero y el refri se localizan. Louis lo toma de la mano, sorprendiéndolo.
—Gracias, Harry. —Y se la aprieta, soltándola con un roce de su pulgar sobre sus nudillos.
El omega disfruta de ese gesto y le ofrece una cálida sonrisa con hoyuelos al alfa. —De nada, Louis. En verdad. Cancela el pedido, yo me encargo.
Harry abre el refrigerador de dos puertas y observa, para su sorpresa, que está bastante bien surtido. ¿A dónde se va toda esa comida si Louis no cocina nada?
—Vaya, tienes bastantes cosas. —Le dice y comienza a explorar los compartimientos, pensando en qué puede preparar que sea rápido y nutritivo para el cachorrito.
—Sí. La señora Mills, uhm, ella me ayuda con la limpieza del apartamento y también se encarga de llenar el refri. —Le explica y se levanta de su lugar, yendo hacia él—. Para cuando mi hermana tiene ganas de cocinar, y pues también porque a veces a Andy se le antoja la fruta, jugo y esas cosas. Quiero tenerlo surtido por cualquier cosa.
Si eso es todo lo que el alfa puede ofrecerle al pequeño que no venga de fuera, Harry no quiere ni pensar en el desperdicio de comida que se genera ahí. Louis no debe saber ni cómo hacer un simple huevo frito.
Pobre. Y pobre Andy.
—Mmm —el omega medita sobre los posibles platillos—. ¿Tienes arroz, Louis?
El alfa busca entre las puertas de la alacena, moviendo recipientes y cajas hasta que saca un bote circular de cristal, lleno de la semilla. —Aquí está.
—Genial. Déjalo sobre la barra por favor. —Harry agarra un par de zanahorias, chicharos, una cabeza de broccoli, jitomates y cebolla; los deposita en el fregadero. Después saca una charola con filetes de pollo—. Voy a preparar tiritas de pollo a la plancha y arroz a la mexicana.
—¿Arroz a la mexicana? —pregunta el alfa observando el despliegue de ingredientes—. ¿Cómo es eso?
Harry suspira audiblemente sorprendido. —¿Nunca lo has comido? —Louis niega con la cabeza—. Es muy rico y fácil de hacer. Rápido también. ¿Te gustaría aprender? Así puedes prepararle esto a Andy después. —Ofrece con la esperanza de que Louis acepte, si de verdad tiene la voluntad de esforzarse por su hijo, aceptará, aunque sean pequeñas cosas.
—Claro. Dime en qué te ayudo. —Se arremanga la camisa blanca hasta los antebrazos.
—Lava muy bien los vegetales y el pollo. Mientras yo mediré el arroz. ¿Dónde tienes las tazas? ¿Una sartén?
Louis le índica los compartimentos del mueble donde guarda los utensilios y procede a lavar los ingredientes.
—Siempre debes empezar por el arroz, el pollo es lo más fácil porque la carne es muy blanda y queda lista rápido, solo hay que sazonarla bien. —Vierte el arroz en la taza hasta que llega a un cuarto—. Por una taza de estas, deberás agregar dos de agua.
Louis asiente en su dirección y saca las verduras del fregadero, ya lavadas. Harry entonces le pasa el arroz.
—Ponlo en un colador y lávalo también, hasta que el agua deje de salir blanca.
—Wooow —Andy suelta desde su sillita—. ¡Sabes muchas cosas, Harry! ¿Cómo sabes tanto de comida?
Harry vierte un poco de aceite en la sartén. —Mi mamá me enseñó, cariño.
—Ugh —se queja—. Ojalá yo tuviera una mami.
Tanto Harry como Louis se detienen el seco en sus labores. Vaya momento incómodo.
Sin embargo, así es el mismo Andy quien se encarga de cambiar de tema.
—Quiero ayudar a hacer comida. ¿Puedo ayudar?
Ambos destensan sus hombros con la tierna pregunta del pequeño. Harry agarra las vainas de chicharos y un plato, se los lleva y las pone frente a él.
—Claro que puedes, cariño. Saca los chicharitos de su vaina y ponlos en este recipiente. Así —le hace una demostración sacando un par.
Andy asiente enérgico y se pone a la tarea. Frunciendo su ceño a medida que los va sacando de uno por uno.
Harry le sigue dando instrucciones a Louis sobre la preparación del arroz. De lo que debe de poner en la licuadora para que el arroz adquiera ese clásico color rojizo. Lo pone a cortar la zanahoria y el broccoli en pedacitos, indicándole que esas verduras irán en el arroz junto con los chicharos que Andy está sacando.
E inusualmente, a pesar de tener horas de conocerse y de estar conviviendo los tres, todo se siente demasiado... correcto. Como si llevasen meses y meses juntos, haciendo cosas tan hogareñas como lo es cocinar.
El omega de Harry se inquieta ante ello.
Louis es un muy buen alumno, lo escucha y observa con precisión en cada paso de la preparación de la comida hasta la última etapa, cuando ya los olores de la comida caliente inundan la cocina.
El estómago de Andy vuelve a gruñir a causa de esto, sacándoles una leve carcajada a los tres.
—¿Te queda alguna duda, Louis? —pregunta el omega, aspirando el delicioso aroma del arroz al destapar el sartén.
Louis niega. —No, creo que en definitiva sabré preparar esto por mí mismo, con la ayuda de mi cachorro obviamente. —Dice en dirección a Andy y este asiente con efusividad.
—Perfecto. Pásame los platos, por favor.
Louis le pasa dos platos blancos redondos para ellos dos y uno con divisiones en forma de tortuga para Andy. Harry sirve un par de cucharadas de arroz y coloca las tiras de pollo sazonado a un lado.
Louis pone cubiertos en la isleta, servilletas, vasos y una de las botellas con chupón de Andy.
Es sólo cuando está armando el plato de Andy que se da cuenta de algo faltante: la fruta. Todo plato nutritivo para cachorros debe llevar verduras, proteína y algo de fruta.
—¿Qué fruta es tu favorita, Andy? —el omega pregunta y abre el refrigerador.
—Aaamm no sé. No tengo fruta favorita. —Se encoge de hombros—. Como la que papi me da. ¿Tú tienes fruta favorita?
—Sí, amo el kiwi. —Responde, revisando el compartimiento de frutas y, afortunadamente, encuentra un par de kiwis—. Mira, son estos. —Se los muestra y se acerca a la isleta—. Podría comer kiwis todo el día.
—¡Ou! ¡Como tu chocolate caliente! Dijiste que podías tomar chocolate tooodo el día. A Harry le gusta mucho el chocolate, papi. —Dice girándose hacia Louis—. Pone bombonsitos y rajitas de canela en su taza también. ¡Son nuestros olores! —dice como si fuera un gran descubrimiento.
Louis ladea su rostro hacia el omega. —¿Enserio?
—Sí, uhm, siempre lo he tomado así. Me fascina. Lo de nuestros olores es una divertida coincidencia supongo.
El alfa curva sus labios, como formando una "v", Harry lo encuentra lindo. Espera, ¿qué?
—Bueno, ¿quieres kiwi, bebé? ¿o prefieres que te pique otra fruta?
—Noo, uhh, yo quiero probar kiwi. ¿Tú vas a comer kiwi, Harry?
El omega no tenía pensado incluir fruta en su platillo, pero es evidente que Andy piensa en comerse la fruta debido a su influencia, así que no lo va a dejar solo.
—Por supuesto, es mi favorito.
Entonces Louis le quita la fruta de las manos y la lleva al fregadero para lavarla. —Yo la pico, tú siéntate con Andy.
Harry le agradece y el alfa pica el kiwi con algo de torpeza, al terminar, les sirve los trocitos por partes iguales y también sirve las bebidas. Agua para Louis y jugo de manzana para Harry y para Andy.
Cuando Andy da el primer bocado a su arroz, sus ojos azules se iluminan y sus piecitos se sacuden de emoción. —¡Que ricooo! —Da otra cucharada—. Está rico y calientito. ¿Ya probaste, papi?
Louis asiente, terminando de masticar su porción. —Sí, cachorro. Está delicioso. —Mira al omega con esa mirada tan penetrante y el omega se siente intimidado—. ¿Qué le debemos decir a Harry, hmm?
—¡Gracias, Harry! —Se mete un pedacito de pollo a la boca—. Por cocinar rico.
—De nada, cielo. Me da mucho gusto que te haya gustado —mira a Louis— que les haya gustado.
Comen y disfrutan de una agradable charla en la que, mayormente, tanto Louis como Andy elogian las habilidades culinarias del omega. Andy le pide a Harry que le enseñe a su papi a cocinar más cosas, le hace una petición especial de que le diga cómo hacer el chocolate caliente que él hace para ya no tener que beber el "desabrido de la caja", Harry le promete que lo hará.
El alfa también le cuenta brevemente sobre su labor en el buffet de abogados de su propiedad, el omega lo felicita por su último logro en su cartera de clientes. Harry no sabe casi nada sobre leyes y abogacía, pero entiende lo complicado que es hacerse de clientes tan poderosos como una compañía trasnacional.
Louis también le promete hacerse de tiempo entre semana para pasar más seguido por Andy. Cosa que le cachorro celebra. Buen avance. Se está esforzando.
—Ya sé que lo hemos dicho muchas veces, pero gracias, Harry. La comida estuvo deliciosa —comenta Louis mientras retira los platos—. ¿Verdad, cachorro?
—¡Mucho! Kiwi rico también. —Dice frotándose la pancita. Harry se une y le hace cosquillas, Andy se ríe, echando su cabecita hacia atrás.
El omega ve al alfa abriendo el lavavajillas y casi le da algo, ¿usar ese artefacto para tan pocos trastos? Harry lo detesta.
Por supuesto que este alfa tampoco ha lavado trastos en su vida.
Se levanta y le quita el plato de Andy antes de que lo meta en el lavavajillas. —Apágalo. Yo puedo lavarlos a mano.
—¿Qué? —suelta como si fuese una idea alocada—. No, claro que no, Harry. Para nada.
—Louis, son como diez trastos. Casi me caigo de la silla cuando vi lo que pensabas hacer. ¿Sabes cuánta agua gasta un lavavajillas?
—Uhm, no en realidad.
—Muchísima. Y a veces ni siquiera los limpia bien. Permíteme hacerlo, ¿quieres? A mi no me molesta y no tardaré nada.
—Dios, Harry. —Se ríe, sacudiendo la cabeza—. ¿Cómo podré agradecerte por todo lo que has hecho y sigues haciendo? Quiero decir, ¿podrías ser más perfecto?
El omega siente el calor subiendo por sus mejillas, y a juzgar por la expresión en el rostro del alfa, parece que eso último fue algo que pensó pero que terminó diciendo en voz alta.
—¡Harry! —interrumpe Andy—. ¿Puedo enseñarte mi rompecabezas de Winnie Pooh?
Louis lo voltea a ver. —Cachorro, no sabemos si Harry está cansado y quiera ir a casa.
Andy agolpa sus cejas, adoptando una mueca triste. Harry siente feo al verlo así. Es sólo un bebé que quiere jugar después de comer, como todos.
El omega se anima a tocar el brazo del alfa para llamar su atención, y lo logra. —A mí no me importaría —le dice en voz baja—. Andy solo quiere hacer algo que le gusta y quiere mostrármelo. No hay nada de malo con eso. Además, no estoy cansado, trabajo con cachorros todos los días, mi energía no se agota con facilidad.
Louis le sonríe con ganas, y Harry percibe unas arruguitas formándose en la esquina de sus ojos. —Eres... increíble, Harry. —Le acaricia la parte interna del brazo—. Muchas gracias.
Él traga saliva y mira a Andy, quien sigue cabizbajo, jugueteando con su babero. Louis le suelta la mano y va a sacar al cachorro de la sillita.
—Ve a traer tu rompecabezas, Andy. —Le comenta Harry mientras abre la llave del fregadero—. Mientras voy a lavar los platos, pero cuando termine ¿quieres que te ayude a armarlo?
El rostro del cachorrito se ilumina como si estuviese al frente de una estrella. —¡Síííí! ¿Escuchaste, papi? ¡Harry sí tiene tiempo para mí!
—Es porque Harry es maravilloso, pequeño. Enviado del cielo ¿no te parece?
—¡Cómo un ángel! —mueve sus brazos como si fueran alas. Harry siente unas fuertes ganas de agarrarlo a besos.
—Correcto. —Le da un beso y comienza a caminar con él cargado—. Vamos por tu rompecabezas, dile gracias a Harry otra vez.
El cachorrito le avienta besos en el aire al omega mientras se alejan, acompañado de repetidos "gracias".
Una sensación cálida y maravillosa se apodera del pecho de Harry. Es increíble lo mucho que ese cachorro se ha adentrado en su corazón en cuestión de días.
🧸🍯🧸
Los tres pasaron parte de la tarde sentados sobre el tapete de la sala, alrededor de la mesita de café, intentando armar el rompecabezas de Winnie Pooh del que Andy tanto le comentaba.
Durante el juego, el pequeño había disfrutado del bombón que Harry le había obsequiado esa mañana, con el permiso de Louis de comer dulce pues el cachorro había terminado toda su comida.
El omega había observado complacido como Louis le daba tips a Andy sobre cómo ir uniendo las piezas, mencionándole que él también solía divertirse armando rompecabezas de niño. El cachorrito lo había observado con ojos llenos de admiración cada que él le enseñaba a unir y a encontrar las piezas. Su lazo era realmente hermoso. Con tanto potencial.
Andy había colocado las últimas partes solito, y Harry y Louis le habían aplaudido, felicitándolo por su hazaña.
A las siete de la noche, el cachorro había solicitado ver su caricatura favorita en la tele, repitiendo varias veces "¡es hora de Winnie Pooh, es hora de Winnie Pooh!" a lo cual, Harry tampoco se había podido negar, no con esa carita pidiéndole que se quedara y lo arrullara para ayudarle a dormir.
Así que los tres se habían tirado sobre el sofá principal a ver la televisión. Louis al lado de él, y él con Andy acurrucado en su regazo, cobijado con su mantita nueva, soltando risitas y apuntando a la pantalla cada que el osito amarillo hacia alguna gracia en compañía de Tiger y Piglet.
Aunque lo que Harry había percibido también era la mirada del alfa recorriendo su rostro, admirándolo. Eso había desatado otro festín de calidez en su interior.
Así de repente, la tarde había pasado, Wnnie Pooh había finalizado y Andy se había quedado dormido en sus brazos.
—Voy a llevarlo a su cuarto. —Le indica el alfa y sonríe al notar los deditos de Andy enredados en sus rizos y el omega aparta la cobija para que pueda agarrarlo bien.
Una vez que el cachorro está asegurado en los brazos de Louis, Harry hace por cubrirlo con esta, pero nota que el alfa titubea, como tratando de decirle algo.
—¿Ocurre algo?
—Uhm, sé que esto va a sonar un poco raro... no sé, y después de lo que has hecho hoy no quiero que pienses que pretendo abusar más de tu confianza y-
—Louis, sólo dilo.
El alfa suspira. —De acuerdo, uhm, ¿crees que puedas marcar con tu olor la cobijita de Andy? Tu aroma lo relaja mucho, en verdad le ayuda a dormir. Mi cachorro no dormía lo suficiente hasta que tu apareciste, Harry. ¿Por favor?
Su omega da brincos de felicidad dentro suyo, Louis le acaba de confirmar que su aroma ayuda a que un bebé tan dulce como Andy concilie el sueño. Que cosa tan reconfortante, le recuerda cómo vale la pena hacer lo que hace en la guardería.
—Oh, Louis. Claro que sí, lo haré felizmente. —Se cubre la zona del cuello con la cobija, cerca de su glándula de olor y la impregna de bombones—. Listo. —La extiende y cubre al pequeño Andy con esta para finalizar dándole un beso en la mejilla de buenas noches.
—Esplendido, gracias. Ahora sí dormirá profundamente hasta mañana.
—Eso espero.
—Ya vuelvo, no me tardo. Te llevaré a tu casa.
—Oh, no es necesario. Puedo tomar un Uber.
—Claro que no, Harry. Eso sí que no. —Le dicta con severidad—. Es lo menos, lo mínimo que puedo hacer después de todo lo que hiciste hoy por nosotros. No está a discusión. Ahora vuelvo.
Harry murmura un asentimiento, agradeciéndole y se dispone a recoger su bolso y a colocarse su abrigo mientras Louis desaparece con su cachorro en el pasillo.
Revisa su celular, encontrándose con varios mensajes de Niall y una llamada perdida de su mamá.
"¿Te fuiste con el alfa guapetón? OMG, siempre que no estoy es que pasan cosas interesantes ): Tienes que contármelo TODO."
Oh, Niall. Nunca falla en sacarle una sonrisa así sea por mensaje de texto. Opta por teclearle una respuesta:
"Como si tuviera otra opción. Nos vemos mañana, lindo. Descansen tú y tu bollo, xx"
—¿Estás listo? —inquiere el alfa, colocándose su saco y agarrando las llaves de su auto de un estante.
—Sí, listo. —Harry guarda su celular y sale acompañado de Louis hacia el ascensor.
—Toma, pon tu dirección aquí. —Louis le pasa su celular en la aplicación de GPS. Harry la ingresa y le devuelve el dispositivo—. Vaya, no vives tan lejos.
—Siempre me gustó esta zona de Londres para vivir, así podía ir más fácil a todos lados, es muy céntrica.
Las puertas del elevador se abren y salen al estacionamiento. Louis le abre la puerta del copiloto y lo ayuda a entrar con caballerosidad.
Durante el viaje, conversan un poco más sobre los eventos de ese día, llegando a la conclusión de que, a pesar de que su forma de conocerse fue debido a un conflicto, los resultados de este fueron más que positivos. Y agradables. Fue un día fantástico.
Al llegar a su destino, Louis se estaciona sobre la calle, al frente de la casa de Harry.
Antes de que el omega pueda siquiera hablar, Louis ya está del otro lado, abriéndole la puerta otra vez y ofreciéndole la mano para salir. —Vamos, te acompaño hasta la puerta.
—Gracias, Louis. —Harry sale del auto, su bolso colgando de su brazo.
—Bonita casa, muchas plantas y flores. —Comenta el alfa cuando llegan a la fachada.
Harry saca las llaves de su bolso. —Sí, amo las plantas, me dan mucha paz y purifican el ambiente.
—¿Esos son girasoles? —pregunta Louis señalando a la maceta que tiene sobre la repisa a un lado de la puerta.
—Así es. Son mis flores favoritas. —Responde con simpleza y mete la llave en la cerradura—. Bueno, creo que es hora de despedirnos. Gracias por traerme, Louis. Y por permitirme pasar la tarde en tu casa, me la pasé muy bien, hacía mucho que no tenía un rato así de agradable. —Y no miente. Hacía tanto.
—Aquí el único que te debe de agradecer soy yo, me enseñaste a cocinar, a limpiar, jugaste con mi hijo y lo arrullaste. Es... no tengo palabras. Gracias por pasar la tarde con nosotros, por hacer a mi cachorro feliz.
Harry sonríe, perdiendo la cuenta de cuantas veces sus hoyuelos se han marcado ese día. Louis avanza un paso más cerca de él y Harry se marea con la canela de su esencia.
—Yo, uhm... de casualidad ¿tienes algo que hacer este fin de semana? ¿el sábado?
La pregunta lo toma desprevenido. ¿Acaso me está invitando a salir? ¿Qué? ¿Cómo? ¿Por qué?
Decide no emocionarse, al menos no todavía.
—Hmm, no. Creo que no. ¿Por? —Está libre, totalmente, pero no quiere sonar tan fácil.
Louis se revuelve el cabello de la nuca, nervioso. —Me preguntaba si tú, uhm, ¿quisieras ir conmigo y con Andy a la feria de otoño? Mi cachorro vio los volantes y está loco por ir. La pasamos muy bien contigo y todo sería mejor si nos acompañaras.
Harry juguetea con sus rizos, ruborizado. Mentiría si dice que no se siente sumamente halagado ante una propuesta como esa. Louis en serio valora su compañía. De verdad lo hace. Su omega es quien responde por él esta vez:
—Me encantaría, claro que sí.
—¡Genial! Andy se pondrá muy contento. —Se pasa una mano por el cabello—. Entonces, hmm, nos pondremos de acuerdo ¿vale? Te veré pronto.
Harry asiente. —Vale, que tengas una linda noche. —Le dice y extiende su mano a manera de despedida.
Sin embargo, Louis decide que es mejor acercarse para abrazarlo, logrando así, depositar un casto beso en la mejilla del omega. Él se estremece al sentir su aroma tan cerca, tan fuerte, su barba raspando su sensible piel.
—Buenas noches, Harry. —Le murmura en el oído y se aleja—. Que descanses.
Louis le regala una última sonrisa antes de meterse en su coche, Harry le da la espalda y gira la llave en la cerradura con manos temblorosas. Entra y cierra rápidamente, recargándose contra la puerta como un adolescente al que le acaban de dar su primer beso. Su corazón palpita con intensidad y su omega está que brinca de la emoción.
Un segundo después escucha el auto del alfa acelerando por la acera. Se ha ido.
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