Capítulo 5
Louis no había estado listo para el sorpresivo giro de eventos.
Su inicio de semana no podía estar yendo mejor, su cachorro lo había sorprendido a partir del lunes, había pasado de estar berrinchudo y en contra de levantarse de la cama para ir a la guardería a estar listo a primera hora, con una sonrisa y mucha disposición a hacer las cosas que él le indicaba; como lavarse los dientes, terminarse todo su licuado y amarrar las agujetas de sus zapatos.
Tampoco había experimentado problemas para dormir por la noche. El alfa había estado complacido con el buen comportamiento de Andy; después del lunes en el que compartieron un lindo momento padre-hijo viendo las caricaturas favoritas de su cachorro, fue evidente que si bien no podría nunca remplazar la falta de una madre para la crianza de su pequeño, al menos él podría tratar de compensar ese pedazo de ausencia. Tal y como su hermana se lo había dicho.
Andy no había parado de contarle maravillas sobre Harry tampoco, haciendo hincapié en lo bien que lo hacia sentir su olor, sus cariños y su voz. Rematando todo con repetidas menciones a lo bonito que el omega era.
Louis de verdad sentía mucha curiosidad.
Había pensado que, si las cosas seguían a ese ritmo tan bueno, Harry y él trabajando en equipo para sacar adelante a Andy, su reunión del viernes con el omega entonces fluiría como el agua en una cascada. Esa charla solo sellaría y esclarecería algunas cosas, pero todo sería más fácil dado lo bien que pintaba todo.
Pero no. Gran error en haber asumido las cosas tan al principio de la semana.
Louis se encontraba eufórico, había recibido la esperada llamada de parte de Kier Company confirmándole lo que ya de algún modo sabía: La empresa rusa aceptaba tener a Tomlinson Union como sus socios y consejeros legales para su cede en Londres, pasando a ser uno de los contratos más jugosos de toda su carrera como abogado y líder de buffet.
Otro triunfo y un logro más a añadir a su lista de objetivos. Ser tan dedicado a su trabajo le podía quitar cosas pero también podía darle satisfacciones así de grandes.
Se encontraba festejando la buena noticia con Zayn, brindando en su oficina, cuando la llamada de su hermano los interrumpió. Y solo bastó con escuchar lo preocupada que estaba para que tomara la decisión de ser él quien fuera a ver qué demonios estaba pasando en la guardería.
Es decir, ¿por qué no? De igual forma tendría que ir esa misma semana, y puesto que en ese día ya había obtenido la mejor de las noticias nada le impedía retirarse temprano para atender los asuntos de su hijo. Así mataba dos pájaros de un tiro, pasando la cita del viernes a hoy mismo.
Lottie se había quedado más que sorprendida cuando él la tranquilizó y le dijo que no se preocupara, que él iría a ver qué había sucedido y que la vería hasta el día siguiente por la mañana, como siempre.
Durante su camino hacia la guardería, Louis había pensado en posibles opciones en respuesta al incidente ocurrido, y ninguna le gustaba. Porque si era lo que él sospechaba entonces eso significaría que correrían a su hijo del lugar como las demás instituciones lo han hecho.
Eso no era bueno. ¿Por qué siempre que logra un avance importante en el ámbito profesional tiene que ocurrir algo que derrumbe y ponga en crisis a su vida personal?
Si se queda sin guardería estará jodido. Lottie no es una opción, no cuando está tan ocupada trabajando en su emprendimiento de la floristería y artículos para regalo. ¿Sus padres? Puede que esa sea su única opción al final, pero eso implicaría que Andy se mude a Alemania y prácticamente separarse de él, visitándolo solo de vez en cuando.
No, Tomlinson. Tú no quieres eso. Andy es tu cachorro. Eso sería abandonarlo.
Pensamientos así lo habían inundado en todo el trayecto, logrando estresarlo después de estar teniendo un día tan bueno y relajado.
Pero ese estrés y demás preocupaciones se habían desvanecido en cuanto había posado sus ojos en aquel omega.
Dios, que omega.
Ese tenía que ser Harry, encajaba a la perfección con las descripciones de Lottie y Andy. Louis ahora entendía el énfasis que su cachorro ponía cuando le decía que Harry era bonito.
Sólo que bonito se quedaba corto. Harry denotaba y hacía resaltar la palabra belleza en todo su esplendor.
El alfa se había acercado a él sin pensarlo, como una polilla yendo directo a una flama. Y el aroma a bombones del omega lo había mareado también. Es la primera vez que su alfa se marea con la esencia dulce de un omega. ¿Qué demonios?
Y ahí estaba él, parado como idiota, deslumbrado por la belleza y mareado por el olor a bombones del omega.
Hasta que, de nuevo, la interrupción de su hermana lo apartó de tajo de un momento sumamente bueno para pasar al motivo que lo había llevado hasta ahí en primer lugar:
El incidente con su cachorro.
Andy estaba cubierto por una manta que Louis no puso en su mochila y que no recuerda haberle comprado, sin embargo, su pequeño parece muy adherido a esta. Harry lo llevaba en brazos y su pequeño lucía muy cómodo, demasiado. Tanto que incluso este se había negado tajantemente a alejarse del omega, aferrándose a su torso y a la cobijita como un necio y berrinchudo koala.
Otro detalle que lo había dejado conflictuado, Andy ni siquiera hacía eso con Lottie o con él, con nadie. ¿Por qué lo haría con un omega al que apenas conoce?
Todo lo anterior los había llevado a la situación en la que se encuentran ahora los tres.
Él conduciendo su Ferrari negro, Harry en el asiento de copiloto, con Andy en su regazo.
—Gracias por tomarte el tiempo de venir a casa conmigo, Harry. —Le dice apenas dando el primer giro hacia la avenida que lleva a los residenciales de Canaletto—. Y disculpa de nuevo por lo que sea que haya hecho mi hijo.
—No es nada, señor Tom, uhm es decir, Louis. —Se auto corrige y Louis curva sus labios—. Además, Andy no hizo nada malo, así que puedes estar tranquilo. Como te lo dije, cosas como esta pasan cuando se convive con cachorros.
El alfa asiente, mucho más tranquilo. Acaba de eliminar de su mente la posibilidad de que expulsaran a Andy.
—Espero al menos no haberte puesto en problemas por hacer que dejaras la guardería antes de tiempo.
—No, claro que no. —El omega mira hacia la ventana, observando la caída de hojas de otoño en algunos de los árboles cuando pasan por un parque—. Tengo a un muy buen equipo, ellos se encargan de todo cuando así lo necesito.
Louis aprovecha que tiene que girar otra vez para observar al omega sentado a su lado; la luz tenue del atardecer cae sobre él como un baño otoñal, resaltando su silueta y su estético perfil. Hermoso.
Joder, Tommo. concéntrate en el camino. ¿Qué te pasa?
De pronto, unos suaves y pausados ronquidos llenan el espacio del auto, Louis no lleva la radio encendida y tampoco música por lo que es bastante fácil identificar de donde provienen esos ruidos.
—¿Se quedó dormido? —pregunta el alfa enarcando las cejas.
Harry asiente. —No había logrado tomar su siesta apropiadamente y con toda la energía que gastó al llorar pues era cuestión de minutos para que durmiera.
El omega destapa su cabecita y le peina cariñosamente los cabellos castaños. El clásico aroma a cachorrito dormido invade el aire compartido. Huele al chocolate amargo del alfa de Andy pero también huele al dulce del omega que lo sostiene, que impregna la mantita que lo rodea.
Y mierda, al alfa de Louis le encanta ese aroma, le da paz. Casi se tiene que contener para no ronronear como un tonto impulsivo ante la estimulación de olores.
Se mantienen en un cómodo silencio verbal hasta el final del viaje. Cuando llegan al edificio de apartamentos, Louis acomoda el auto con maestría en el estacionamiento subterráneo, sale del auto y le abre la puerta al omega, ayudándole a salir.
—Gracias. —Harry le sonríe y hace por alcanzar su bolso, pero Louis se le adelanta.
—Permíteme —Se cuelga el bolso de Harry al hombro y hace lo mismo con la mochila de Andy y su abrigo en el otro.
Ambos caminan hacia el ascensor y Louis podría apostar que ante los ojos de cualquier persona ellos lucirían como toda una familia perfecta. De esas que sueles ver en los promocionales de artículos para el hogar o al final de alguna película del estilo rom-com.
El alfa cargando las cosas de su cachorro y el bolso de su omega mientras este carga al cachorrito dormido en brazos.
—Vivo en el último piso —le comenta al presionar el botón del pent-house y el código de este en el ascensor.
Harry murmura algo parecido a "genial" y reacomoda el cuerpecito de Andy, dejando que su rostro se cuele más cerca de su cuello.
La tediosa música de ascensor se hace escuchar, pero esta vez a Louis no le resulta tan molesta como suele hacerlo. Y él sabe la causa de ese cambio:
Las dos personitas junto a él.
Harry lo sigue de cerca hasta las puertas dobles, Louis amablemente le cede el paso al abrirlas. El omega da un suspiro al entrar y él tiene la curiosidad de saber eso fue causado por una impresión positiva.
Louis sabe que su apartamento es todo menos cálido u hogareño, es más del estilo minimalista, sin decoración excesiva, plantas o incluso señales que denoten que un cachorro vive ahí, no hay desorden alguno ni colores. Lottie le había dicho que eso más bien lucía como un hospital en lugar de un hogar.
—Y bueno, aquí vivimos Andy y yo. Siéntete bienvenido. —Le dice mientras deja los bolsos y los abrigos sobre uno de los sillones color beige.
—Gracias, tu apartamento es tan... uhm, como decirlo...
—¿Frío? ¿sin personalidad? —ofrece el alfa acompañado de una risita.
Harry niega con la cabeza mientras escanea el lugar con su mirada. —No eran las palabras que buscaba si te soy honesto.
—Está bien, sé lo que este lugar parece. No es por elección propia en realidad, sólo que nunca he sido bueno con las decoraciones ni esas cosas hogareñas. Me gusta el orden y la limpieza, eso sí.
—Puedo verlo, sí.
Harry juguetea con el peso de Andy, y es entonces que Louis se da cuenta que no ha hecho por quitarle al menor de encima ni por ofrecerle asiento. Vaya idiota sin modales.
—¡Oh, mierda, lo siento! —Maldice apenado y le quita a Andy, tomando su cálido cuerpecito y cuidando que no se despierte.
—No te preocupes, Louis. —Le aliviana con una sonrisa—. Cargar bebés es una de mis especialidades ¿sabías? —comenta a tiempo que cubre a Andy con la mantita sobre el hombro de Louis.
—Puedo verlo, sí. —Responde con simpleza, usando las mismas palabras dichas por el omega.
Louis localiza un brillo especial en los ojos esmeralda de Harry, y se pierde en ellos.
Hasta que Harry aparta la mirada, algo descolocado por la conexión. Ya es la segunda vez que pasa.
—Yo, uhm —traga saliva—. Llevaré a Andy a su cuarto. Toma asiento, por favor. Ya vuelvo.
Harry le murmura un "gracias" y se sienta junto a su bolso, sacando su celular de este.
Al llegar al cuarto de Andy, Louis lo deposita sobre su cama, le da un beso en la frente, notando lo hinchadas y rojizas que están sus mejillas debido al llanto. Agarra la mantita y la entiende sobre él; huele a bombones, huele a Harry, huele a la golosina preferida de mi cachorro.
Es hasta que está extendida que se da cuenta que la cobijita es de ese oso amarillo que Andy ama tanto. Ahora lo entiende, la cobijita es la unión de las cosas favoritas de su hijo.
Apaga las luces y enciende la lamparita de noche del cuarto antes de salir del cuarto.
Cuando regresa, encuentra a Harry tecleando sobre su celular.
—¿Te puedo ofrecer algo? —le dice y el omega levanta su cabeza para verlo con esos hipnóticos ojos verdes—. ¿Café, agua, jugo... vino? —ofrece encogiéndose de hombros.
—Uhm, creo que el jugo estará bien. —Responde y se remueve sobre el sofá, juntando sus piernas y colocando sus palmas sobre sus rodillas unidas, adquiriendo una pose adorable.
—Claro. Este... solo tengo manzana y durazno. Los favoritos de Andy.
—Manzana me gusta.
—Bien. Ya vuelvo. —Va a la cocina y se da una bofetada mental a medida que vierte el jugo de manzana en una copa.
¿Por qué demonios está sintiéndose tan nervioso? Los ojos, el olor, la voz y los movimientos de ese omega lo están volviendo loco.
Él se sirve una copa de su vino favorito y regresa con ambas hasta la sala, dándole la del jugo a Harry. Este le agradece y el alfa toma asiento frente a él.
—Bien. Supongo que debería cederte la palabra. Debes tener muchas preguntas. Sobre la situación de mi cachorro y mía. —Mira hacia abajo—. Aunque puede que ya hayas llegado a una conclusión general.
Harry suelta un suspiro antes de hablar. —Creo tener una idea, sí. He analizado algunas cosas, basándome en las acciones de Andy y en lo dicho por ti el día en que lo inscribiste a la guardería.
Louis toma un sorbo de vino. —¿Puedo preguntar qué fue lo que estudiaste, Harry? ¿Cuál es tu profesión?
—Estudié pedagogía y me especialicé en el área infantil. —Responde saboreando el jugo de manzana.
—Bueno, entonces seguro que has llegado a la misma conclusión que yo.
—¿Y cuál es esa?
—Que el único culpable por los problemas de convivencia y timidez de Andy soy yo. —Responde con firmeza. No tiene por qué pretender que se debe a algo más, él en el fondo lo sabe. Desde el día uno en que tomó la decisión de quedarse con el bebé algo le decía que lo terminaría haciendo mal.
—Eso es un poco extremista. En la crianza de un bebé influyen muchos factores, Louis. —Responde con su calmada voz—. Y en el lado familiar, me gustaría tener un poco más de contexto, si te parece.
Louis asiente con la cabeza, indicándole que continue.
—¿Qué pasó con la madre de Andy?
Louis carraspea, no puede negar que el tema le genera incomodidad. Le apena revivir lo ocurrido, más que nada por lo ridículo que fue.
—Si es un tema incómodo yo-
—No. —Louis le interrumpe—. Esto es, uhm, algo normal. El terapeuta de Andy lo sabe y ya que tú convives con él casi a diario entonces también deberías saberlo.
Harry asiente, mordiéndose el labio inferior. Louis se bebe un gran trago de vino para animarse.
—Hasta antes de graduarme de la universidad yo, ehm, yo solía tener parejas formales, ya sabes, conocer personas, salir y divertirse... lo habitual en un alfa común supongo. Pero, cuando me gradué y asumí el mando en el buffet de abogados que mi padre me heredó, yo simplemente dejé de tener tiempo para las... relaciones. —Traga saliva y gira la copa en su mano—. Empecé a pasar mis celos solo y bueno eso era... jodidamente doloroso. Tanto que afectaba mi salud. Entonces Zayn, un amigo, me sugirió que contratara a un omega para pasar mis celos. —Se detiene para observar la reacción de Harry y su bonito rostro denota que ya sabe a dónde se dirige su relato—. Lo hice y, por un año estuve pasándolos con el mismo omega. Troye. Todo estuvo bien hasta que, un día Troye dejo de trabajar en ese lugar y después de unos meses... Andy simplemente apareció en mi puerta.
—¿Qué? —Harry parpadea, incrédulo—. ¿Así nada más?
—Sí. Te imaginarás la primera impresión que tuve al ver a un bebé en la puerta de mi apartamento. —Se pasa la mano por el cabello—. Todo lo que obtuve como justificación a eso venía en una nota entre las cobijitas de mi hijo. El último celo que había pasado con Troye no fue planeado, se me adelantó debido al estrés y los supresores de Troye fallaron.
—Y quedó embarazado. —Completa Harry por él.
—Sí. Él dice que cuando se dio cuenta decidió tenerlo porque lo vio como una señal o una motivación para retirarse del trabajo que hacía. Pero que cuando Andy nació todo cambió para mal. No se sentía bien y tampoco sentía ningún cariño o apego al bebé. Nada de instinto maternal.
Louis se termina el vino y nota que Harry juguetea nervioso con un brazalete que parece ser de cuarzo rosado.
—Y pues, Troye llegó a la conclusión de que Andy tendría mejores posibilidades de una buena vida si lo dejaba conmigo en lugar de algún albergue o instancia social.
Harry niega con la cabeza. —Dios, eso es tan triste. —Aprieta entre sus dedos el dije de su brazalete—. Tan injusto. No me imagino lo difícil que fue para ti, convertirte en padre de la noche a la mañana, literalmente.
Louis suelta el aire contenido en su pecho. —Dios, eso es... eso es lo que, lo que me frustra tanto ¿sabes? Yo amo a Andy, Harry. Es mi cachorro. Y es tan absurda la manera en la que llegó a mi vida, pero no estaba listo, en absoluto. Mi carrera iba en ascenso, tenía a una empresa entera a mi cargo y era 3 años y medio más estúpidamente joven e inmaduro.
El omega, conmovido, coloca su suave mano sobre la de él, situada sobre su rodilla. Louis lo ve a los ojos y estos desprenden empatía, comprehensión.
—Nadie viene al mundo sabiendo ser padre o madre. —Le dice y aprieta su mano—. El destino te otorgó a Andy y puedo imaginar lo solo que te sentiste, sin la comprehensión de todos esos lugares que rechazaban a tu cachorro. Pero siempre, por muy oscuro que parezca todo, siempre queda un rayito de luz al cuál aferrarte. —Su voz parece quebrarse al final de la última palabra, pero traga saliva y continua—. Además, no te has equivocado en todo, Andy es un cachorro maravilloso, adorable y educado, y estoy seguro de que has ido aprendiendo a su lado. Y lo seguirás haciendo, pero ahora con mi ayuda. Es decir, si me lo permites.
Louis percibe una especie de nudo en la garganta. Las dulces palabras de Harry lo conmovieron. Se ríe y usa el pulgar para acariciar los nudillos de Harry. El omega lo nota y su conexión se profundiza a través de sus miradas.
—Estaría loco si me niego a recibir tu ayuda, Harry. —Se ríe—. Cuando Andy y Lottie me hablaban de ti y de tus increíbles hazañas, yo sólo podía pensar en que eras un ángel que el cielo me había enviado. —Harry sonríe y sus hoyuelos se marcan—. Y ahora que te conozco, puedo confirmar que eres tan bello como uno.
Harry abre mucho los ojos y sus mejillas adoptan un tono ruborizado. Aparta su mano de la de Louis y mira hacia otro lado, su olor dulzón a bombones se intensifica un poco, tiernamente apenado por su declaración.
Genial. Ya lo espantaste.
Louis carraspea. —Yo, uhm, lo siento, Harry. No quería hacerte sentir incómodo y-
—No —niega Harry y lo vuelve a mirar, sus labios también han adoptado un tono más rosado—. ¿Por qué me haría sentir incómodo un cumplido? —Se encoge de hombros—. Es... lindo. Gracias.
Al alfa le parece tierna la forma en la que el omega reaccionó, porque ahora que lo piensa, le hizo un cumplido bastante directo sin siquiera saber si Harry tiene pareja. Louis observa su cuello, no alcanza a ver marcas, y tampoco lleva ningún anillo matrimonial, solo uno de una rosa en su índice.
La posibilidad de un alfa en la vida de Harry termina por hacer que su alfa reprima un gruñido. Que ridículo se siente.
¿Por qué me siento tan posesivo y atraído por este omega? Relájate Tommo, literalmente lo acabas de conocer.
—De nada. Aunque he de admitir que fui bastante atrevido, es decir, podrías tener pareja y-
—No, no tengo. Pero eso creo ya lo sabías ¿no? Miraste mi cuello y mi dedo dos veces. —Comenta con simpleza y mueve los dedos de sus manos.
Ahora el ruborizado es Louis. Atrapado.
—¿Quieres más jugo? —pregunta rápidamente para cambiar el tema. Harry asiente, su hoyuelo derecho marcándose más que el izquierdo.
El breve viaje a la cocina le sirve para reorganizar sus ideas, recordando que aún no tiene ni idea de qué fue lo que ocurrió en la guardería con Andy.
Estaba demasiado perdido en su relato y en los ojos de cierto omega.
—Bueno ¿y qué fue lo que pasó hoy con Andy? —pregunta el alfa al regresar a la sala con las copas llenas—. Creo que nos desviamos un poco de ese asunto.
—¡Oh, es verdad! —replica Harry y bebe de su jugo—. Supongo que ahí tengo un poco de culpa.
—¿Por qué?
—Verás, Andy comenzó a tener este apego conmigo desde el lunes...
—Sí, le encanta tu olor a bombones. —Nos encanta a los dos, de hecho.
Harry sonríe, el rubor sigue en sus mejillas. —Me parecía increíble que me tuviera la confianza suficiente como para pedirme que lo arrullara en la hora de siesta. Me sentía tan feliz de que estuviese avanzando tanto en solo dos días, así que quise... darle un incentivo, hacerlo sentir más cómodo para que su proceso continuara de forma positiva.
Louis cree entender de qué tipo de incidente se tratará.
El omega posa sus ojos en sus zapatos, un tanto apenado. —Así que me tomé la libertad de comprarle una cobijita de Winnie Pooh, sólo la usaría para arroparlo a la hora de la siesta y la cobija se quedaría en la guardería para él hasta que Lottie o tú autorizaran que Andy se la llevara a su hogar.
El alfa de Louis se retuerce en sus entrañas, Harry es un verdadero estuche de monerías. ¿Por qué habría de sentirse culpable por lo que sea que haya ocurrido?
—¿Andy hizo alguna especie de berrinche o algo así?
—No, es decir, todo iba bien, él estaba eufórico por tener una cobija con su personaje favorito en ella. —Harry hace una mueca y contrae sus cejas—. Pero no contaba con que una de sus compañeritas, una alfa, me pidiera que la arrullara usando esa misma manta.
Louis cierra los ojos, captándolo todo. Conoce al pequeño alfa que vive dentro de su hijo. Y sabe que es igual de posesivo y territorial que él. Lo ha visto en acción antes. En todas aquellas ocasiones que ha sido expulsado por faltarle al respeto a sus instructoras en las otras guarderías, todo se resume a eso, Andy gruñe cuando se meten con algo suyo, con algo que quiere.
—Le gruñó a la alfa, ¿verdad?
—Sí, una amenaza fuerte y clara. —Bromea y toma más jugo—. Eso hizo que ella llorara, Andy se asustó y tuvo está especie de ataque, me repetía que no quería que lo soltara y que lo echara de la guardería. Me partió el corazón.
—Andy es así de territorial, creo que te adora y ni él mismo se había dado cuenta de eso hasta que su propio alfa habló por él.
—No entiendo cómo es que las otras instituciones pudieron echarlo por algo así —dice y se lleva la mano al pecho—, los gruñidos y los berrinches en los cachorros son algo normal, se supone que para eso estamos nosotros ahí, para orientarlos con paciencia y cariño. Un cachorro no debe reprimir sus sentimientos.
Louis suspira. La forma en la que Harry habla lo tiene contra las cuerdas, hay tanta dedicación y pasión por su labor con los cachorros en él.
—Es que no todos son ángeles con el don de la paciencia y la compasión como tú, Harry. —Lo elogia y su recompensa son esos pómulos que se tornan color cereza—. Gracias, por la cobija, por tu dedicación, por...cuidar a mi cachorro tan bien. Por quererlo.
Harry mira hacia debajo de nuevo y niega. —No es nada, en verdad. Sólo... amo lo que hago. Desde siempre he amado a los bebés. —Ladea su cabeza y sus rizos se cambian de lugar—. Y ya basta con eso de que soy un ángel. —Bromea y se escuda tras su copa de jugo.
Louis se ríe. —Buena suerte con eso, mientras sigas cuidando con tanto cariño a mi cachorro yo seguiré creyendo que eres un ángel. —Comenta con soltura.
Los dos comparten risas cómplices hasta que perciben un cambio en el aroma de la estancia.
—¿Papi? —la adormilada voz se acerca— ¿Harry?
Ambos se ponen de pie, se giran y se encuentran al pequeño cachorro caminando a pasos pequeños hacia ellos. Su cabello castaño está revuelto y su cuerpo está aún envuelto en la manta. Andy la sostiene a modo de capa con sus puñitos.
—¡Hola, pequeño! —Louis va hasta él y lo alza en brazos, besándolo en la mejilla—. ¿Cómo estás?
Andy gruñe, temeroso. —Mmm, bien. ¿Me vas a regañar por ser malo en guardería?
Louis frunce el ceño y niega. —No, pequeño. No voy a regañarte. Sólo vamos a hablar sobre eso. Pero tranquilos, sin regañar.
Andy abre los ojos, sorprendido. —¿Puedo saludar a Harry entonces? —pregunta levantando su manita engarruñada en la manta—. Él me dio esta mantita, papi. ¡Huele, mira! ¡Huele bonito como él!
Louis escucha las risas de Harry tras él. —Huele muy lindo, cachorro. ¿Ya le diste las gracias a Harry?
—¡Sí, papi! —replica agitando sus pies—. Pero quiero abrazarlo y dar gracias otra vez, ¿puedo?
—Seguro que puedes, pequeño. —Lo baja y se enternece al ver a su cachorro yendo como un adorable pingüino hacia los brazos del omega.
Harry lo levanta y lo saluda con un beso en su otra mejilla. Andy se ríe con ganas, la típica carcajada dichosa que suelta un bebé.
—¡Que bonito que estás aquí, Harry! —le dice y usa su mano libre para juguetear con los rizos del omega—. Mira mi mantita ¡sigue calientita! Dormí bonito otra vez ¡gracias por mantita, Harry!
El omega lo abraza, sobando su espalda y meciéndose con él en brazos. —No es nada, bebé. Estoy tan feliz de que te haya gustado.
—¡Mucho! —el pequeño alfa besa la mejilla de Harry—. Ouu, auch —exclama de la nada y se toca la barriga, entonces unos gruñidos de tripas retumban fuerte.
Louis y Harry ríen al mismo tiempo.
—Creo que hay que darte de comer, cachorro. —Comenta el alfa y le hace cosquillas en su regurgitada pancita.
—Concuerdo con eso. —Afirma Harry y dirige su atención a Louis—. Bueno, es hora de irme y-
—¡No! —interrumpe Andy—. Quédate a comer conmigo y con papi, Harry. ¿Por favor?
Vaya, mi cachorro está tan ido por Harry como yo. Espera, ¿qué?
—No es una mala idea, pequeño. —Concuerda Louis y mira a Harry—. ¿Tienes algún compromiso hoy?
—No, pero-
—Vamos, Harry. —Le ruega el alfa—. Acompáñanos a comer algo. Podemos seguir platicando sobre los temas pendientes. Además, a Andy y a mí nos encantaría tenerte de invitado, ¿verdad, cachorro?
—¡Síííí! —Andy chilla emocionado y agita sus extremidades—. ¿Te quedas, Harry? —ruega con un puchero y Louis se suma a esa petición haciendo ojos suplicantes.
A decir verdad, desde que vio a Harry, Louis no está controlando las reacciones de su propia persona.
Harry observa ambos rostros y sus hoyuelos proceden a marcarse. Le da unbop en la nariz a Andy. —Me quedo con ustedes a comer, bebé.
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