Capítulo 4
Es miércoles por la mañana, está lloviendo y Harry no podría sentirse más a gusto. Da un sorbo a su chocolate caliente, aprovechando para inhalar un poco el ligero sabor picante de la canela y agarrando uno de los pequeños bombones blancos para mordisquearlo.
Delicioso. Hay un cliché detrás de todo el tema de "saborear una bebida caliente en un día nublado y frío mientras observas la lluvia cayendo a través de la ventana.", pero para Harry esas cosas realmente lo hacen sentir mejor, a veces el mero clima de la mañana puede influir en su estado de humor.
Desde el lunes que regresó a la guardería, su corazón no había dejado de inflarse y dar rebotes, no sólo por pasar el tiempo haciendo lo que más ama sino porque se había encontrado con una nueva personita que lo llenaba de dicha.
Andy. El cachorro Tomlinson al que los demás llamaban aislado, terminó siendo todo menos tímido con él.
El martes, Andy había avanzado otro paso más en cuestiones de confianza y convivencia. Seguía un poco renuente a convivir con los otros pequeños, pero Harry había notado que, si él le pedía que fuese a jugar con ellos, Andy lo hacía, de verdad lo intentaba.
Así al menos había conseguido que el alfa platicara con ellos sobre sus peluches favoritos y que dibujara junto con ellos la actividad del día: "Mi peluche favorito es un ______ y se llama ________."
El dibujo de Andy había resultado en uno de un conejo con grandes orejas al que llama Lots en honor a que su tía Lottie fue quien se lo obsequió, el bebé explicó que siempre duerme con él y que seguirá siendo su favorito al menos hasta que su papá le consiga el de Winnie Pooh que tanto desea.
La conversación con el misterioso padre, Louis, sigue en pendiente, pero Harry se había tranquilizado bastante al tener ya una fecha para ello. Lottie le había dicho que Louis acudiría al lugar el viernes de esa misma semana por la tarde, así también aprovecharía para ser él quien recogiese a Andy ese día.
Harry se había tomado incluso el tiempo de anotar los puntos por cubrir en su conversación con el señor Tomlinson en su agenda decorada con algunos de los personajes de la serie del mismo osito amarillo. Todo para que no se le fuese a olvidar nada.
A pesar del impresionante avance de Andy con respecto a cómo se comportaba antes de que él volviese, aún hay cosas y detalles que tiene que aclarar, necesita obtener el contexto de todo, siempre hay cosas que parecen no tener importancia, pero al final resultan contener justo la pieza faltante para terminar de entender el comportamiento de alguien.
El resto del día anterior había sido igual de maravilloso que el lunes, Andy le comentó que su papá le había permitido comerse el bombón obsequiado por él y que también había visto Winnie Pooh con él en la sala hasta que se había quedado dormido.
"Mi papi tuvo tiempo para mi y mientras veíamos la televisión me abrazó mucho. Pude dormir más, Harry. ¿Crees que hoy papi haga lo mismo?"
La respuesta la obtendría ese día, llegó con una hora de anticipación a la guardería para poder poner en orden algunos papeles y pagos por hacer, así que los pequeños aún no llegaban.
Harry había recibido una llamada de su madre para preguntarle cómo se estaba sintiendo y si acaso ese hombre había intentado ponerse en contacto con él... el omega le había reafirmado que afortunadamente, él ya no podría hacerle más daño y que desde el cambio de número de teléfono, este ya no había logrado establecer contacto.
La última vez la pasó muy mal, no porque lo viese ni nada, sino por las dolorosas memorias que le trajo y que, aún lo atormentan cuando tiene pesadillas.
Harry se termina su chocolate y procede a abrir la paquetería que encontró en el apartado de correo de "Little Star", saca libros de colorear, cojines, peluches nuevos y tiras de luces decorativas. De una caja con el logo de un conocido supermercado, saca su pedido de dos bolsas grandes de bombones, una taza nueva para su chocolate que estaba en descuento y... una cobija de Winnie Pooh.
No pudo evitar comprarla cuando la vio entre los artículos que habían llegado nuevos en la app del sitio. Se veía tan colorida, suave y simplemente perfecta para cubrir a Andy cuando este le pida arrullarlo durante la hora de siesta.
Porque sí, el cachorro le había vuelto a pedir que lo cargara para poder conciliar el sueño. Y eso era un gran avance, Lottie le había agradecido una vez más por ayudar tanto a su sobrino y por estar ahí para él, consintiendo sus peticiones. En palabras de ella: "Andy la pasaba muy mal porque no podía dormir lo suficiente y eso le hacia estar de mal humor, no sabes lo mucho que esto significa. Gracias, Harry."
Él había sospechado que quizás todo se lo debía a su olor, pero no quería asumir nada pues eso podría tener implicaciones muy serias, el poseer un aroma que un cachorro que no es tuyo adore y necesite vitalmente para relajarse y estar bien era algo sumamente inusual. Extraño. Los cachorros solo tienen ese vínculo con sus padres, nunca con desconocidos.
Así que puede que la idea de la cobijita no sea tan buena pues fomentaría a que el pequeño se encariñara más con él pero Harry había seguido más las indicaciones dictadas por su corazón que por su cerebro.
Ya está hecho y ahora solo queda esperar que no resulte en nada contraproducente.
Le dará la cobijita al final del día cuando Lottie pase a recogerlo y será a ella a quien le diga que es un regalo sin ningún afán de ofender al padre o a ella, en vistas de que la madre está ausente.
Cuando termina de hacer todos sus pendientes, Harry abre las puertas del recibidor y le da los buenos días al mensajero de la floristería quien le entrega su pedido de un ramo de girasoles. Los coloca en el jarrón del mostrador principal y conforme se acerca la hora de entrada, el omega va saludando a cada uno de sus empleados.
Ese día tendrá que arreglárselas sin la presencia de Niall. Su amigo le había pedido el día libre pues Hugh, su alfa, le había agendado una cita con una obstetra para darle seguimiento a su embarazo. A Harry le emociona todo lo relacionado con ese bebé en camino y él como su padrino se encargará de consentirlo y llenarlo de mucho amor.
Si no fuese por... lo que pasó, Harry ya habría comprado ropita, mantitas y juguetes para el bebé. Pero no debe, aún no, el omega sabe en carne propia que las cosas pueden ir mal y no quiere caer en el mismo error. Ya habrá tiempo de hacer las compras necesarias para cuando Niall celebre su baby shower.
Los cachorros van llegando de uno en uno, ataviados con sus lindos outfits de lluvia, ve gorritos de todos colores y formas, guantes, bufandas con diseños llamativos y adorables botitas para lluvia.
El omega saluda a todos los padres, junto con Penny, Anya y Rickie, quienes van llevando a cada cachorro dentro mientras Harry se queda conversando cordialmente con los padres como ya es costumbre.
El último es llegar es Andy, quien, a diferencia de los demás pequeños, no lleva puesta ropa adorablemente similar. No hay colores ni estampados divertidos. El cachorro está usando un chaqueta, botas y gorro Burberry. Aún así logra verse tierno, parece un monito de aparador listo para modelar envuelto en el mismo patrón de rayas y cuadros.
Andy lo ve y de inmediato extiende sus brazos hacia él, Lottie le da los buenos días y se lo pasa, colgándole la mochila en su hombro izquierdo también.
—¡Hola, Harry! —envuelve sus bracitos en su cuello y aspira, es casi oficial que su aroma ha pasado a ser una especie de droga para el pequeño—. ¿Qué vamos a hacer hoy?
—¡Uyy, muchas cosas divertidas, bebé! ¡Ya lo verás! —le comenta con emoción y le sube un poco el gorro, que ya estaba por cubrirle parte de los ojos—. ¿Nos vemos por la tarde entonces Lottie?
Hace la pregunta sólo con la leve esperanza de que esta le corrija y le diga que será Louis quien irá por Andy.
Pero no.
Recibe una respuesta afirmativa por parte de la rubia. Ella le da un beso de despedida a Andy y sale del lugar, con su largo cabello dorado revoloteando por todos lados. Es una mujer realmente atractiva, se pregunta si su hermano será igual.
¿Pero qué estás diciendo Harry Edward Styles? ¿De dónde salió esa pregunta?
Disipa esas ideas y lleva a Andy a la sala recreativa general para que el cachorro pueda colgar su abrigo y su mochila. Los demás pequeños ya están sentados en sus respectivos sillones puff, sujetando su libro de colorear nuevo mientras Penny se encarga de indicarles en el pizarrón los colores que deben de usar y qué paginas deben colorear.
El cuaderno de Andy ya está colocado sobre su puff, junto con su bote de crayolas de colores.
—¡Oigan bebés! —los llama Penny— ¡denle las gracias a Harry! Él fue quien compró sus libros de colorear y sus botecitos nuevos de crayolas.
Los cachorritos corean un agudo y feliz "Gracias, Hawy", con Andy incluido, solo que él le da un abrazo justo antes de que Harry lo deposite con cuidado sobre su puff.
—De nada, pequeños. —Camina hacia donde se encuentra la rockola vintage y selecciona una melodía de música suave para estimular la actividad.
Se queda a monitorear la tarea, dando su opinión a cada bebé que se la pide (todos), preguntándole si "les está quedando bonito". Algunos pequeños tararean al ritmo de la canción mientras mueven las crayolas de lado a lado, los que están tirados en el piso boca abajo optan por mover sus pies, sacudiendo de la rodilla para abajo. Sus dulces olores están armoniosamente mezclados. Harry disfruta de la energía tan maravillosa que se produce a su alrededor, el ambiente es tan ligero y reconfortante que podría casi ronronear. Su omega se relaja y Harry confirma, una vez más, que la mejor decisión que pudo tomar fue haber creado "Little Star".
🧸🍯🧸
La lluvia no ha cesado y de acuerdo con el reporte del clima, seguirá así por el resto del día y parte de la noche. Harry ha encendido la calefacción pues los cachorros estaban friolentos a pesar de su ropa abrigadora.
Dejando eso de lado, todo ha ido de maravilla; Andy ha estado participativo y se ha animado más en compartir una que otra plática con sus compañeritos. Harry lo había felicitado por ello y, en la hora de desayuno, le había regalado un nuevo bombón.
Es la hora de la siesta y el omega acaba de tocar y cantar una de sus canciones favoritas en la guitarra: "Raindrops keep falling on my head", no podía ir más de acuerdo con el ambiente del día, y Harry ha sido fiel fan de esa canción desde que la escuchó en la película de Spiderman 2.
Harry deja la guitarra en su lugar y acerca discretamente la cobijita nueva hacia la mecedora donde él se sienta a arrullar a Andy; el cachorro no se da cuenta aún de la presencia de la cobija ya que justo se había levantado a llevar el peluche grande a su lugar. Sólo lo usa para acariciarlo mientras escucha a Harry tocar las canciones.
El omega da un vistazo a la habitación, todos los pequeños parecen estar dormidos o a punto de hacerlo.
Toma asiento en la mecedora, extiende la mantita y se cubre el torso con esta, Andy gira la cabeza, buscándolo, y cuando lo encuentra, sus ojos azules destellan como dos grandes luceros. Sus mejillas se tornan rosadas de la emoción y en un parpadeo ya lo tiene situado a sus pies.
—¡Que bonita es tu mantita, Harry! —Andy se para de puntitas para ver la extensión de esta—. Se ve calientita.
Harry se inclina hacia él. —Lo es, bebé. —Abre la manta, haciéndole la invitación deseada por el pequeño—. ¿Quieres tomar la siesta conmigo?
Andy no responde, sólo extiende los brazos y trepa sobre el regazo de Harry con gusto. Acomoda su cara en el hueco entre el cuello y el hombro del omega y enreda su dedito índice en sus rizos.
El cachorro suelta un ruidito, algo similar a un gruñido de satisfacción. —Que cálida es la mantita, Harry. Así es como se sentiría un abrazo del osito Pooh.
Harry comienza a mover lentamente la mecedora y pasa su brazo por la espalda del menor. —Yo también lo creo, Andy. —Se ríe—. ¿Quieres saber algo? —le pregunta en un susurro.
—¿Qué cosa?
—Esta cobija es para ti. —Le confiesa y siente como el cuerpo del pequeño da un respingo—. Es tuya, bebé.
Andy se aparta para verlo a la cara y, por un segundo, su rostro refleja un shock, tiene los ojos muy abiertos y su boca está formando una perfecta "o".
—¿Andy? ¿Todo bien, pequeño? —Harry le pregunta con cautela. Está empezando a preocuparse.
Entonces el cachorro se pega a él, colgándole los brazos al cuello y envolviéndolo en un fuerte abrazo. El omega corresponde a esa muestra de cariño y siente gotitas húmedas impactando en la piel de su cuello. ¿Acaso son lágrimas?
—¡Gracias, muchas gracias, Harry! —agradece con un hipido al final; sí, está llorando—. ¿Puedo...? Ugh ¿puedo darte besitos? ¿de gracias?
Los ojos de Harry se aguadan a tiempo que asiente con la cabeza. —Claro que puedes, bebé.
Andy se aparta lo suficiente como para casi ponerse de pie sobre el regazo de Harry, coloca sus manos en las mejillas del omega y deposita un total de cinco besitos rápidos, en su nariz y frente.
Harry se ríe al sentir las cosquillas provocada por los cariños así que lo abraza de nuevo y los dos están tan metidos en el adorable momento que están viviendo que ninguno se da cuenta que uno de los cachorros ha despertado, o que quizás nunca se durmió del todo.
Lena, la diminuta alfa rubia de dos años, está parada frente a ellos, usando sus puños para frotarse los ojos, está disgustada por algo.
El omega reacomoda a Andy sobre sus piernas para poder ver bien a la pequeña. Andy la mira también, sólo que él lo hace con cierta desazón, aferrándose a la cobijita y frunciendo el ceño.
—¿Qué ocurre, Lena? —hace la pregunta a la cachorra y esta no responde, solo hace un puchero—. ¿Estás bien, linda?
—Harry... no puedo dormir. —Se queja y sorbe aire por la nariz, tiene ganas de llorar—. Hay mucho frío, ¿me cargas? —su puchero se intensifica en forma—. ¿Con mantita? —señala a la cobija de Andy y hace el intento de acercarse.
Entonces esa última acción se convierte en la detonante de los problemas, Harry apenas puede reaccionar y cuando se da cuenta ya es demasiado tarde.
Andy le ha gruñido a Lena. Fuerte y desafiante. Es el clásico gruñido de los alfas cuando están enojados y quieren imponer su voluntad sobre algo. Es amenazante porque no quiere que la otra alfa se acerque.
Y Harry lo capta, Andy está marcando su territorio, está reclamándolo a él sobre las intenciones de la otra alfa de acurrucarse con él, usando su mantita. Compartiendo algo que el cachorro entiende que sólo puede ser de ellos dos, de Harry y de él.
Lena se encoge, los pucheros que venía conteniendo se liberan y la pequeña alfa rompe en llanto. Agudo y desgarrador, en respuesta a la clara amenaza de un alfa varón mayor que ella.
Andy mantiene el gruñido bajo, pero su tono no cambia, está reafirmando su postura.
Se deja caer sobre el tapete de colores y sus lágrimas comienzan a caer, mojando su rojizo rostro.
Harry se levanta con Andy aun aferrado a su torso como un koala, pero al ver lo que sus desafiantes gruñidos han causado, el cachorro titubea, emocional, y comienza a temblar en los brazos de Harry, el llanto de arrepentimiento se aproxima y el omega se ve en una encrucijada.
—Es mi arrullo, Harry. ¡Mío! Mí cobijita. Mi siesta. —Habla entre hipidos—. No de ella.
Harry palmea la espalda del pequeño. Tratando de tranquilizarlo. Lena sigue llorando desconsolada y ha comenzado a despertar a los demás cachorros. Todo un desastre.
—Andy, bebé. —Le dice sin perder la calma y hace por separar el cuerpo del cachorro del suyo, pero se resiste—. Cariño, no me iré a ningún lado, pero necesito ver si tus compañeritos están bien. —Andy niega fervientemente con la cabeza, sus lamentos son ya audibles y claros—. No me voy a enojar contigo, cielo. Lo hablaremos después ¿de acuerdo? La mantita es tuya, nadie te la va a quitar, pero por favor, tengo que-
—¡No, Harry! —solloza con su tierna voz—. Sé que fui malo, merezco regaño... pero... por favor, no me sueltes, no me dejes. —Hipa y se aprieta más contra su cuerpo— ¿Ya no me vas a querer? ¿Me vas a correr como otras guarderías?
La serie de cuestionamientos de Andy le parte el corazón, nada se ha hablado ni decidido pero el cachorro ya está asumiendo el peor de los rechazos a pesar de la promesa de Harry de que todo estará bien.
Con ambos llantos de los alfas combinados (y el propio ya empezando a originarse), Harry no tiene de otra más que llamar por ayuda.
Se pone de cuclillas a donde Lena está y maniobra para liberar una mano, usándola para acariciarle la mejilla y limpiarle algunas lágrimas, pobrecita, está inconsolable. —Lena, cariño, tranquila. No pasó nada, bonita. Todo estará bien, pero necesitamos dejar de llorar, ¿de acuerdo? —le indica y ella lo mira con sus ojos aguados—. Respira, cielo. Está bien, no pasó nada. —La pequeña intenta hacerle caso y asiente, pero su puchero sigue en su lugar—. Voy a llamar a Penny y Anya, ¿bien? Tranquila, cariño.
Harry libera algunas de sus feromonas para que se esparzan en toda la habitación y ayuden a los desconcertados cachorros a tranquilizarse. Por el momento solo están entre extrañados y adormilados, ser despertados de esa forma debió causarles sensaciones nuevas, más al ver que dos de sus compañeritos alfas tuvieron un enfrentamiento que terminó en llanto.
Así que se quedan ahí, observando, bostezando y abrazando sus grandes peluches.
Harry cubre el pequeño y tembloroso cuerpo de Andy con la manta y camina con él aún en modo koala hasta el escritorio, agarra su celular y llama a sus dos ayudantes, explicándoles brevemente la situación y que deben ir rápidamente en su auxilio.
Mece a Andy en sus brazos cuando siente su cuerpecito tensarse a su alrededor y desliza su dedo hasta la "L" en su lista de contactos. Cuando localiza el nombre, opta por teclear un mensaje en lugar de llamar, si hace eso último entonces Andy lo escuchará y eso hará que se ponga más nervioso e inquieto.
De Harry:
Hola, Lottie, sé que aún no es la hora de salida, pero necesito que vengas por Andy. Ocurrió un incidente, él está bien, pero me temo que está teniendo una especie de ataque de pánico. Te lo explicaré todo, pero ¡por favor ven!
Transcurren un total de treinta segundos después de que envió el mensaje cuando la respuesta llega.
De Lottie:
¡Ay, dios mío! Mi pobre sobrinito. Tranquilo, Harry. Le aviso a mi hermano y salgo ya mismo ):
De Harry:
De acuerdo, aquí nos vemos ):
Penny y Anya entran a la habitación y de inmediato se ponen manos a la obra, Penny es la que toma a Lena en brazos y se la lleva a la sala de llanto, un cuarto destinado a incidentes como el que acaba de pasar. Ahí está aislado y adaptado con las cosas necesarias para calmar y atender a cachorros llorones o en berrinche.
Anya se queda con el resto de los cachorritos, los reúne y los distrae, poniéndoles entre elegir una canción para bailar o escoger un libro para que ella les lea y actúe. La omega mira a Harry como diciéndole que tiene todo bajo control y él asiente; toma la mochila de Andy y su abrigo del estante, se despide de los cachorros y sale de la habitación.
Los hipidos y sollozos de Andy disminuyen a medida que se alejan del lugar que albergó el caos, el omega murmura varios "ssshhh" contra la cabecita del pequeño y frota su espalda y cabello para seguir calmando su estado alterado.
Sus feromonas liberadas perfuman la mantita de Winnie Pooh y es gracias a ello que Andy consigue dejar de llorar, su respiración se regulariza y deja de temblar. El bebé frota su mejilla húmeda contra la de Harry y hace su rostro hacia atrás para ver al omega.
Su carita es un desastre de lágrimas, mocos y tonos rojizos. —Perdóname, Harry. No quería ser malo. Está bien si me regañas, pero no me quites mi cobijita. —Le suplica con sus labios rosas curvados—. Ya huele a bombones como tú... no me la quites, Harry. La quiero mucho.
Harry niega con la cabeza y se limpia las lágrimas que lo traicionaron al salir, peina el cabello castaño del pequeño que se ha pegado a su frente por el sudor frío y aprovecha para darle un bop en la nariz respingada. Andy quiere sonreír.
—Claro que no lo haré, bebé. No fuiste malo. No es malo expresar tus sentimientos. Si algo se agolpa aquí —le hace cosquillitas en la barriga y sube hasta su pecho—, entonces hay que dejarlo salir, porque si lo encierras, dolerá mucho. —Le da un beso en el cachete—. Vamos a platicarlo, pero después, ¿está bien, bebé?
Andy sorbe por la nariz y asiente, regresando a abrazarlo con apego.
Harry acude con el cachorro y sus cosas hasta la sala de espera, se sienta y aguarda en silencio, solo escuchando los leves quejidos de Andy de fondo y pensando en cómo deberá afrontar la situación ahora que llegue Lottie a recogerlo. Espera que la omega no se moleste por el asunto de la manta y sobre como terminó saliéndose todo de control cuando iba tan bien.
El tiempo sigue pasando y Harry se pierde un poco en sus pensamientos.
Siente un tirón y cuando baja la vista y mira por debajo de la manta, ve que Andy ha enredado dos de sus dedos en sus rizos. Sigue despierto, pero ya está calmado. Ya no llora, solo juguetea con sus rizos, pensativo.
Escucha el potente motor de un auto estacionándose en la acera de la entrada. Lottie ha llegado.
Harry se pone de pie y se prepara para recibirla, pero esta vez algo es diferente, siente un cambio importante en el aroma del ambiente. Es más picante, más intenso.
Andy percibe ese cambio y su cuerpo se contrae, tenso; reconociendo la fuente de ese olor.
Entonces la puerta se abre y ante sus ojos aparece un alfa. Uno jodidamente atractivo, de traje y presencia recta. Huele a canela y el impacto de ese olor a alfa lo marea un poco. Harry nunca se había mareado antes con el aroma de ningún alfa.
Ni siquiera con él.
El imponente hombre se acerca hasta ellos y cuando lo tiene cerca, tan solo a un paso de distancia, Harry nota que el alfa lo observa con intensidad, sus ojos azules recorren su rostro como si tratase de grabárselo a memoria y su ceño se encuentra ligeramente fruncido.
Y así se quedan, como un par de tontuelos, viéndose fijamente hasta que un tono de celular interrumpe su improvisado concurso de miradas. Los dos dan un respingo y el alfa sale del trance para contestar la llamada.
—Sí, Lots. Ya estoy aquí. —Responde y asiente con la cabeza—. Sí, no te preocupes, te mantengo al tanto. Adiós.
Y cuelga, carraspea y entonces extiende su mano hacia Harry: —Hola, mucho gusto. Soy Louis Tomlinson. El padre de Andy. —Dice señalando con la mirada al menor acurrucado contra su torso.
Harry traga saliva y le toma el saludo, maniobrando para no incomodar al cachorro. —Hola, sí. Mucho gusto. —Le sonríe—. Soy Harry Styles, dueño y director de la guardería.
—Claro. El encantador Harry. —Suelta como si nada. Harry frunce el ceño.
—¿Perdone?
—Oh, lo siento es que... bueno, Lottie y sobre todo Andy me han hablado mucho de ti. Teníamos una cita el viernes para hablar sobre mi hijo, pero —tuerce el gesto— al parecer se adelantó. Lamento que nos hayamos conocido de esta forma.
Harry niega. —No se preocupe, señor Tomlinson. Incidentes como estos suceden a menudo cuando se trabaja y convive con niños.
—Por favor, no me llames señor Tomlinson ni me hables de usted —le pide—, me haces sentir viejo.
Ambos sonríen y Harry instintivamente baja la mirada al suelo. Andy emite un pujido y gira su cabeza para ver a su padre.
—¿Papi? —lo saluda temeroso. Debe estar aterrado al captar que, gracias a lo ocurrido, es su padre quien ha ido hasta ahí a verlo. Andy es muy inteligente.
—Hola, pequeño. —Lo saluda Louis y extiende sus brazos para él—. Vine por ti. Tengo que hablar un poco con Harry así que vamos, te llevo al auto.
Harry hace por pasarle al cachorro, pero Andy se niega, se vuelve a apretar contra el omega y gruñe, enfurruñado. Louis retrocede un paso, no está entendiendo nada.
—Lo siento. Andy está ensimismado en esto de no apartarse de mí. —Le comenta al alfa, tratando de justificar el comportamiento del menor—. Cuando ocurren incidentes como el de hoy, los bebés se aferran a la fuente de seguridad más cercana. —Se encoge de hombros—. Y es por eso que, está así conmigo.
Louis asiente, pero se cruza de brazos, rodeando a Harry para situarse a sus espaldas y así poder ver la carita de su hijo.
—Andy —lo llama—. Cachorro, ¿cómo te voy a llevar a casa ahora, eh? —le pregunta y el pequeño no responde, solo frunce los hombros—. De acuerdo.
El alfa regresa a su campo de visión, agarra el abrigo y la mochila de Andy de las sillas y se dirige a Harry. —Vamos.
El omega parpadea confundido. —¿Cómo?
—Me temo que tendrás que venir a casa conmigo, Harry. —Señala el bultito en sus brazos oculto tras la manta—. Mi cachorro no quiere soltarte, los dos tenemos que hablar y yo ya estoy aquí. ¿Qué mejor que aclarar todo esto en casa? Anda, te acompaño por tu bolso y vamos al auto. En casa me lo cuentas y así cuidamos mejor a Andy.
Y ante ese argumento, a Harry no le queda de otra más que estar de acuerdo.
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