Capitulo 34

Notita: Este capítulo está dedicado a EloisaGarcia93 <3 Hoy es su cumpleaños y, ustedes no lo saben pero ella fue quien me animó más a escribir la fic cuando se me ocurrió la idea de la historia hace ya un año. Ha estado ahí dándome consejos, no solo respecto a la fic sino con cualquier cosa que necesite. Gracias amiguita, te quiero mucho y sabes que Kiwi es una fic que escribí básicamente para ti. Te quiero mucho💗

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El aire en la cabaña está cargado con el aroma de su unión, embriagador e intoxicante. Harry está sentado sobre Louis, sus muslos abiertos mientras lo monta con un abandono salvaje. Su camisón, que alguna vez fue la imagen de la elegancia, cuelga ahora descuidadamente alrededor de su cintura, con los tirantes deslizados, dejando sus pechos al descubierto para que Louis los adore.

Y eso es exactamente lo que está haciendo. Las manos de Louis se aferran a las caderas de Harry, guiando sus movimientos mientras su boca se prende de uno de los pezones de Harry, chupando y lamiendo con fervor. Sus dientes rozan el sensible botón, provocando un escalofrío que recorre todo el cuerpo de Harry.

—Joder, alfa —gime Harry, echando la cabeza hacia atrás, con sus rizos cayendo sobre sus hombros como un halo. Siente cada centímetro de Louis dentro de él, llenándolo tan completamente que le hace encoger los dedos de los pies.

Louis gruñe contra su pecho, las vibraciones reverberando a través de Harry. No puede tener suficiente de él: de la forma en que Harry se mueve, de cómo sus pechos rebotan con cada embestida, de lo apretado y húmedo que se siente a su alrededor. Louis se alza para encontrarse con los movimientos de Harry, su propio ritmo salvaje y desesperado mientras los muslos de Harry flexionan para seguir la intensidad.

Harry se apoya contra el cabecero, agarrándose a él para tener más impulso mientras sube y baja en el regazo de Louis. El sonido de piel chocando contra piel llena la habitación, mezclándose con sus respiraciones entrecortadas y gemidos pecaminosos. La fricción es enloquecedora, y Harry persigue su clímax con desenfreno, sus uñas clavándose en los hombros de Louis mientras gime su nombre.

—Louis —grita, su voz temblando—. Estoy... oh, Dios, estoy tan cerca.

El agarre de Louis se aprieta en la cintura de Harry mientras se impulsa hacia arriba, entrando más profundo, más fuerte.

—Vamos, bebé —lo incita, su voz ronca y cargada de deseo—. Córrete para mí, Harry. Déjame sentirlo.

Los movimientos de Harry se vuelven erráticos, su cuerpo temblando mientras se tambalea en el borde. Louis entierra su rostro en el pecho de Harry de nuevo, su lengua rozando sus pezones mientras sus manos se mueven para tomar sus glúteos, instándolo a seguir. Con una última embestida, Harry se desmorona, su orgasmo atravesándolo mientras echa la cabeza hacia atrás y grita el nombre de Louis.

La imagen de Harry perdiéndose, su cuerpo tembloroso y reluciente de sudor, es suficiente para llevar a Louis al borde también. Sus caderas se detienen, su agarre en Harry se intensifica mientras llega al clímax con un gruñido gutural, su nudo sellándolos juntos mientras llena a Harry con su semilla.

Permanecen así por un momento, sus cuerpos temblando mientras juntos disfrutan las sacudidas del clímax. Harry se desploma contra Louis, su pecho subiendo y bajando mientras entierra su rostro en el cuello de Louis, llenándolo de besos perezosos.

—Dios... —dice finalmente Louis, soltando una risa entrecortada. Inclina la cabeza para mirar a Harry, sus ojos azules aún nublados por el placer—. Eso fue...

—Lo sé —responde Harry con una suave sonrisa, sus labios rozando los de Louis—. Cada vez es mejor que la anterior.

Louis ríe, sus manos deslizándose por la espalda de Harry mientras lo acerca más.

—Definitivamente lo es —coincide, presionando un beso en la sien de Harry. Se recuesta contra el cabecero, su nudo todavía manteniéndolos unidos, y deja escapar un suspiro satisfecho.

Harry se ríe, sus ojos verdes brillando con picardía.

—¿Sabes? —empieza, trazando con sus dedos el pecho de Louis—. Hemos estado haciéndolo como locos durante dos días seguidos. Casi como si estuviéramos en celo o algo así.

Louis suelta una carcajada, echando la cabeza hacia atrás por un momento antes de mirar a Harry de nuevo, su expresión cálida y llena de adoración.

—Me siento bendecido —admite, su voz suave pero sincera—. No sé cómo tuve tanta suerte de tener a una diosa en mi cama, tomando mi nudo tan jodidamente bien.

Puntúa sus palabras enterrando de nuevo su rostro en el pecho de Harry, besando y mordisqueando su piel sonrojada. Harry emite un pequeño chillido de sorpresa antes de reír, enredando sus dedos en el cabello desordenado de Louis.

—Estás obsesionado —bromea Harry, su tono atrevido y juguetón—. No puedes tener suficiente de mis tetas, ¿verdad?

Louis sonríe, sus labios curvándose con picardía mientras besa la curva del pecho de Harry. —¿Obsesionado? No tienes idea, amor —murmura contra su piel, su lengua asomándose para juguetear nuevamente con un pezón—. Vas a tener que acostumbrarte, porque no pienso parar nunca. —Su voz se vuelve más grave, más áspera—. Son mías, igual que el resto de ti.

Harry ríe entrecortadamente, sus manos deslizándose por el cabello húmedo de Louis. —¿Tan posesivo? —bromea, aunque el cariño en su voz es inconfundible.

Louis sonríe con malicia, mordiendo suavemente el pecho de Harry antes de apartarse. Ajusta su posición, girando para tumbarse sobre la cama con Harry extendido encima de él. Harry lo sigue voluntariamente, sus manos apoyándose en el pecho de Louis mientras se estira. Siguen conectados, el nudo de Louis manteniéndolos unidos mientras disfrutan del después de su pasión.

La cabaña está en silencio, salvo por sus respiraciones suaves y el sonido distante del lago afuera, que los envuelve en un estado de tranquilidad. Es domingo por la noche, y el conocimiento de que tendrán que irse temprano por la mañana flota ligeramente en el aire. Mañana marca el regreso al caos de sus vidas: la hermana de Harry se va de Londres, sus horarios laborales se reanudan, y la rutina inevitable vuelve.

Por ahora, sin embargo, son solo ellos dos.

Los dedos de Harry trazan patrones distraídos sobre el pecho de Louis, rozando los diseños tatuados que tanto adora. Su toque se detiene en el tatuaje cerca de la muñeca del alfa.

—Todavía no puedo creerlo —dice Louis suavemente, sus ojos azules observando la mano de Harry mientras se mueve—. Ver tu mano con ese anillo. Saber yo que lo puse ahí. Saber que dijiste que sí.

Las mejillas de Harry se sonrojan, y sonríe hacia Louis, sus ojos verdes cálidos. —No puedo dejar de mirarlo —admite, moviendo los dedos para captar el tenue brillo del anillo bajo la luz suave—. Cada vez que lo hago, siento mariposas en el estómago. Soy tan afortunado, Louis. Voy a ser tu esposa.

Louis deja escapar un suave gruñido, su cabeza cayendo contra la almohada por un momento mientras una sonrisa se extiende por su rostro. —Vas a matarme, Harry —murmura, con nada más que cariño en su tono. Sus manos suben para descansar en la cintura del omega—. Por mucho que me encante ver ese anillo en tu dedo, no se compara con ver esto. —Tira suavemente de los rizos de Harry, apartándolos de su cuello para exponer la marca de su lazo allí.

La vista hace que Louis deje escapar un gruñido bajo en su garganta, el sonido reverberando contra la piel de Harry mientras se inclina para olfatear la marca. Su lengua se desliza para lamer la tenue cicatriz, enviando una descarga de placer directamente a lo largo de la columna de Harry. Harry jadea, su cuerpo temblando en respuesta, todavía hipersensible con el nudo de Louis llenándolo tan completamente.

—Louis —gime, sus dedos apretándose en el cabello del alfa.

La reacción impulsa a Louis. Gruñe de nuevo, más profundo esta vez, antes de girarlos en un movimiento rápido. Harry gime mientras cae de espaldas, Louis alzándose sobre él con una sonrisa traviesa. —No puedo evitarlo —murmura Louis, su voz cargada de deseo—. Me haces perder la cabeza.

Comienza a moverse de nuevo, empujando suavemente al principio, su nudo deslizándose lo suficiente para volver loco a Harry. Las manos de Harry vuelan a los hombros de Louis, sus uñas clavándose mientras los labios del alfa encuentran nuevamente su cuello, besando y lamiendo la sensible marca de su lazo.

—Oh, Dios —gime Harry, su espalda arqueándose mientras el placer recorre su cuerpo. La mano de Louis sube para agarrar uno de sus pechos, masajeándolo mientras su boca obra su magia. La sobreestimulación es abrumadora, cada terminación nerviosa encendida mientras Louis empuja más profundo, persiguiendo su propio placer y llevando a Harry hacia otro clímax.

Cuando Harry finalmente llega, lo hace con un grito que resuena en la pequeña cabaña. Su cuerpo tiembla mientras las olas de placer lo recorren, sus uñas arañando la espalda de Louis mientras monta su orgasmo.

Louis se inclina, sus labios rozando el oído de Harry. —Me encanta verte así —dice, su tono pícaro y presumido—. Retorciéndote por mí, gritando y gimiendo mi nombre. Tan jodidamente perfecto.

Harry se ríe, esa risa sin aliento, post-orgásmica que Louis adora. —Eres tan engreído —bromea, pero su sonrisa está llena de adoración mientras tira de Louis para un beso. Permanecen así por un momento, intercambiando besos perezosos y caricias suaves hasta que finalmente el nudo de Louis comienza a bajar.

Cuando lo hace, Louis presiona un último beso en la frente de Harry antes de salirse con cuidado. —Vamos —murmura, apartando los rizos de Harry de su rostro—. Vamos a limpiarnos.

Se dirigen a la bañera, el agua cálida y reconfortante mientras se hunden juntos en ella. Harry se recuesta contra el pecho de Louis, suspirando de satisfacción mientras los brazos del alfa lo envuelven.

—No quiero irme —admite Louis después de un momento, su voz suave.

—Yo tampoco —responde Harry, trazando patrones con sus dedos sobre el brazo de Louis—. Pero extraño tanto a Andy. No puedo esperar para verlo.

Louis sonríe, presionando un beso en la parte superior de la cabeza de Harry. —Va a estar tan emocionado cuando le contemos sobre el compromiso —dice—. Sabes que dirá que ha estado esperando que le proponga matrimonio a su mami desde siempre.

Harry se ríe, imaginando la expresión de Andy cuando se lo cuenten. —Seguro que lo dirá —está de acuerdo.

Louis inclina la cabeza, mirándolo con curiosidad. —¿Deberíamos fijar una fecha ya? El año casi se termina.

Harry niega con la cabeza, girándose ligeramente para mirar a Louis. —No necesitamos apresurarnos —dice—. Además, tenemos algo que celebrar primero.

Louis levanta una ceja. —¿Qué cosa?

—Tu cumpleaños —responde Harry con una sonrisa.

Louis se queja, rodando los ojos. —Cariño... sabes que no me gusta celebrar...

—Ni lo sueñes, alfa —lo interrumpe Harry, con un tono juguetón pero firme—. Si no quieres que rompa nuestro compromiso, me dejarás planearte una linda fiesta de cumpleaños. Necesito consentir a mi alfa como se merece.

Louis suspira, pero la sonrisa afectuosa que se forma en sus labios lo delata. —Eres tan terco —murmura, rozando su nariz contra la mejilla de Harry—. Mi esposa.

Las mejillas de Harry se sonrojan, y ríe suavemente. —Claro que lo soy.

Louis lo acerca más, sus cuerpos presionados juntos en el agua tibia, mientras el vapor se arremolina perezosamente a su alrededor. Le da un beso tierno en los labios, sus ojos azules suaves pero intensos.

—Sabes —murmura, con una voz baja y segura—, vas a tener que mudarte con nosotros de inmediato una vez que regresemos a la ciudad.

Harry parpadea, sorprendido. —Pero...

—No —lo interrumpe Louis, sacudiendo la cabeza con firmeza, aunque su sonrisa sigue siendo cálida—. No hay argumentos, Harry. Tu lugar es conmigo. Con nosotros. Todo el tiempo. No voy a hacer esto a medias.

Harry intenta protestar, sus labios abriéndose para hablar, pero Louis levanta una mano para detenerlo. —Te ayudaré a mover la mayoría de tus cosas a mi departamento. O, si prefieres, podemos comprar cosas nuevas. No me importa. Solo quiero que estés conmigo. Cada día.

La inicial vacilación de Harry se suaviza ante la determinación en la mirada de Louis, el amor inquebrantable que impregna sus palabras. Una pequeña sonrisa tira de sus labios mientras asiente. —Está bien —dice en voz baja, descansando su frente contra la de Louis—. De acuerdo.

La sonrisa de Louis se ensancha, victoriosa y dulce. —Bien. Ahora que eso está resuelto... —Hace una pausa, su pulgar rozando la curva húmeda de la mejilla de Harry—. Una vez que estemos casados, quiero que nos mudemos a la casa del campo.

Harry se echa ligeramente hacia atrás, sus cejas levantándose con sorpresa. —¿De verdad quieres eso?

—Por supuesto —responde Louis, su tono suave pero resuelto—. Me encanta ese lugar. Es tranquilo, privado. Es perfecto para una familia. A menos que... —Inclina la cabeza, estudiando la expresión de Harry—. ¿No te gusta la idea? ¿O la casa? Porque si no te gusta, cariño, encontraremos otra. Lo que tú quieras.

Harry sacude la cabeza rápidamente, sus rizos húmedos pegándose a sus sienes. —No, me encanta la casa, Louis. Es hermosa. Solo que... será un gran cambio, ¿no? Estaremos más lejos del trabajo y de todo.

Louis se encoge de hombros, completamente despreocupado. —Puedo acostumbrarme al trayecto. Además, estoy planeando reducir mis días de trabajo; tres o cuatro días a la semana como máximo. El resto puedo hacerlo desde casa.

Harry considera esto, sus dedos trazando patrones en el pecho de Louis. —Probablemente podría arreglármelas también con la guardería —murmura en voz alta.

Louis aprieta su agarre en él, su voz bajando a un murmullo tierno. —O podrías dejar de trabajar por completo, si quisieras. Yo puedo encargarme de todo, Harry. No tienes que preocuparte por nada.

Harry se echa ligeramente hacia atrás, sus ojos verdes entrecerrándose juguetonamente. —¿Qué? ¿Y ser un mantenido?

Louis suelta una carcajada, inclinándose para besar la sien de Harry. —No digas eso, cariño. Sabes que ser ama de casa y madre es tan demandante como cualquier otro trabajo. Si sigues trabajando, debería ser porque lo amas y porque quieres hacerlo, no porque creas que tienes que contribuir económicamente. De eso me encargo yo.

Los labios de Harry se curvaron en una sonrisa, sintiendo cómo un cálido resplandor florecía en su pecho. —Eres demasiado bueno conmigo, ¿sabes eso?

—Solo te doy lo que mereces, —responde Louis, besándolo de nuevo.

Harry suspira suavemente, apoyándose en él. —Quizá... considere dejar la guardería cuando Andy empiece el kinder el próximo año. Me gustaría tener más tiempo para cuidarlo. Y nuestra casa—, añade con una sonrisa—. Anya, Penny y los demás pueden encargarse de la guardería mientras Niall tiene al bebé. Si alguien puede manejarla perfectamente, es él.

—Hablando de Niall, —dice Louis, con una sonrisa ladeada en los labios, —¿va a tener un baby shower o algo así? Quiero comprar algo para el bebé. Es el mejor amigo que podrías haber tenido, y quiero consentirlo un poco.

Harry se ríe. —¿Verdad que sí? Y sí, de hecho, estoy ayudándolo a planearlo. ¿Y adivina qué? Me ha pedido que sea la madrina del bebé.

—Por supuesto que lo hizo—, dice Louis, como si fuera lo más obvio del mundo—. No podría haber elegido a alguien mejor. Y ahora que estamos comprometidos, supongo que también me va a enredar para ser el padrino, ¿eh?

Harry sonríe, encantado. —Probablemente.

Louis asiente, complacido. —Sería un honor. Y hablando de eventos próximos... —Hace una pausa, con una expresión ligeramente tímida.

—¿Qué pasa? —pregunta Harry, alzando una ceja.

—Tengo una charla pronto en la Escuela de Economía de Londres. Es para la ceremonia de graduados en derecho, y me han pedido que dé un discurso motivacional. Me preguntaba... — Louis duda por un momento antes de suavizar su tono—. ¿Vendrás conmigo?

Los ojos de Harry se abren sorprendidos. —¿Por qué no me lo dijiste antes? ¡Por supuesto que iré!

Louis se encoge de hombros, un poco apenado. —Nunca me han emocionado particularmente estas cosas. Siempre se sintió como una pérdida de tiempo cuando iba solo.

El corazón de Harry se derrite, y con una mano acaricia la mejilla de Louis, inclinando su rostro para besarlo. —Oh, mi alfa se sentía tan solo—, bromea, su voz dulce y llena de afecto.

Louis hace un puchero, pero sus labios se curvan en una pequeña sonrisa a pesar de sí mismo.

—Bueno —continúa Harry, con un tono que baja a un suave murmullo, —afortunadamente, nunca más tendrás que sentirte así. Ninguno de los dos lo hará.

Louis sonríe, sus brazos apretándose más alrededor de Harry. —Tienes razón, amor. Nunca más.

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La luz del sol de la tarde entra a través de los grandes ventanales del apartamento de Louis, bañando la espaciosa sala de estar con un acogedor resplandor dorado. Harry y Louis acaban de regresar del aeropuerto, aún flotando en la felicidad de su compromiso. El lugar se siente inusualmente tranquilo ahora que Gemma se ha ido para tomar su vuelo, pero su emoción aún parece estar presente en el aire.

Las reacciones de Lottie y Gemma habían sido explosivas. En cuanto sus ojos se posaron en el anillo de Harry, ambas gritaron al mismo tiempo, prácticamente saltando de emoción. Abrazaron a Harry y a Louis repetidamente, llenándolos de felicitaciones y buenos deseos. Gemma, siempre la hermana orgullosa, inmediatamente inició una videollamada con Anne y Des para presumir el anillo de Harry.

—Oh, mi querido, ¡te ves tan feliz! —había dicho Anne, su voz cálida y llena de alegría—. No podría estar más feliz por ustedes dos.

Des había intervenido con una amplia sonrisa. —Cuídalo bien, Louis. Mi Harry es único en su clase.

Incluso el pequeño Andy se había contagiado de la emoción, con sus risitas y movimientos de felicidad llenando la habitación mientras exclamaba: —¡Siiiií! ¡Finalmente! ¡Por fin papi le pidió a mami que se casara con él!

Había sido un momento perfecto, al menos hasta que los grandes ojos de Andy se posaron en la fresca marca de la mordida en el cuello de Harry. La mordida aún era reciente, la piel ligeramente inflamada y roja, y no pasó desapercibida para el atento cachorrito.

—¡Mami! ¡Oh no! ¿Qué pasó, mami? —Las pequeñas manos de Andy se lanzaron hacia el cuello de Harry, su expresión llena de pánico—. ¡Eso fue un animal más grande que un mosquito quien te mordió! ¡Papá, tenemos que llevar a mami al doctor!

El rostro de Harry se puso rojo como un tomate, sus dedos temblando nerviosamente sobre la marca. Tartamudeó un poco, sin saber cómo explicarlo, hasta que Louis intervino con un tono calmado y tranquilizador.

—Andy, cachorrito —dijo Louis suavemente, poniéndose a la altura de su hijo—. Cuando una pareja, un alfa y un omega, se aman muchísimo, como yo amo a mami, el alfa le da al omega una pequeña mordida. No es como una mordida normal, ¿ves? Es una mordida de amor que crea un lazo entre ellos. No le duele a mami, te lo prometo. En realidad, nos hace estar más unidos y me ayuda a cuidarlo mejor.

Los curiosos ojos de Andy pasaron de Louis a la marca en el cuello de Harry mientras procesaba la información. —Entonces... ¿no le duele? —preguntó, todavía con un tono incierto.

Harry se arrodilló junto a ellos, apoyando una mano tranquilizadora en el pequeño hombro de Andy. —No me duele nada, amorcito. Te lo prometo, estoy perfectamente bien. Es solo algo especial que papi hizo porque nos amamos mucho.

Después de un momento de profunda reflexión, Andy finalmente asintió, aparentemente satisfecho. —Está bien, pero aún se ve grande —murmuró, inclinándose para inspeccionar la marca una última vez.

Ahora, los tres están acurrucados en el cómodo sofá, con una manta cubriendo sus piernas. Louis está deslizando fotos en su teléfono y mostrando también todas las Polaroids, recuerdos de su viaje de compromiso.

—¡Mami! ¡Auuuuu, eres una princesa, mami! —exclama Andy, su pequeño rostro iluminándose mientras señala una foto de Harry junto al lago, con las linternas brillando al fondo—. ¡Tan bonito! ¡Te lo dije, eres como una princesa!

Louis se ríe suavemente, su brazo apretándose alrededor de la cintura de Harry. —Ni siquiera las fotos le hacen justicia —dice, su voz llena de admiración—. Esa noche lo vi aún más hermoso.

Andy asiente con entusiasmo, su cabello rebotando. —¡Mami es la más bonita! ¡Papi, tienes mucha suerte!

—Lo sé —responde Louis, presionando un beso en la sien de Harry.

La emoción de Andy crece cuando Louis pasa a una foto de los dos besándose junto al lago. —¡Ooooh! ¡Ustedes dos se ven tan bonitos cuando se dan besos! —declara Andy entre risitas—. Papi, ¿me enseñas a tomar fotos? ¡Quiero tomar fotos de ustedes cuando se den besitos!

Louis sonríe, alcanzando la cámara Polaroid que descansa en la mesa de centro. —De acuerdo, cachorro, déjame enseñarte cómo funciona. ¿Ves este botón? Solo tienes que presionarlo cuando quieras tomar una foto. Pero primero tienes que apuntarlo hacia lo que quieras fotografiar.

Los ojos de Andy se agrandan de asombro mientras toma la cámara en sus manos. —¡Ohhh! ¡Está bien! ¡Entonces, dense un besito! ¡Por favooooor, quiero tomar una foto!

Harry y Louis intercambian una mirada divertida antes de que Louis acaricie suavemente las mejillas de Harry, inclinándose para un beso suave y tierno. Andy suelta una risita de deleite, presionando el botón con determinación. La cámara hace clic y la foto se desliza.

Andy la toma con manos ansiosas, mirando cómo la imagen se revela. —¡Ohhh, está tan bonita! ¡Miren, mami, papi, se ven tan enamorados!

Harry y Louis no pueden evitar emocionarse ante el dulce entusiasmo de su hijo. Louis despeina el cabello de Andy, su corazón hinchado de amor. —Eres un fotógrafo natural, cachorro. Tal vez debas tomar todas nuestras fotos de ahora en adelante.

Andy sonríe radiante, aferrándose a la foto como un tesoro. —¡Voy a guardar esta para siempre!

La pequeña familia disfruta del resto de la tarde sumergida en momentos llenos de felicidad. Andy grita de emoción cuando Harry y Louis le muestran sus nuevos peluches del viaje: Tigger, Piglet e Igor ahora se unen a su creciente colección de personajes de Winnie Pooh. La sala de estar se convierte en un bosque encantado, con Andy asignando roles y orquestando aventuras para sus nuevos amigos.

La emoción del pequeño es contagiosa mientras divide los papeles con entusiasmo, instruyendo a Harry para que sea Pooh mientras Louis da voz a Igor con un tono exageradamente gruñón que hace que Andy se ría a carcajadas.

—Eres demasiado bueno en eso —bromea Harry mientras sostiene a Piglet en sus manos, intentando imitar una voz suave y tímida.

Louis sonríe con picardía. —¿Qué te puedo decir? Soy un hombre de muchas capas, amor.

Juegan hasta que las mejillas les duelen de tanto sonreír, su mundo reducido a la cálida burbuja de su pequeña familia. Las risitas de Andy llenan el aire, y Harry no puede dejar de maravillarse de lo perfectamente que todo ha encajado. Esto es lo que significa la felicidad: simple, pausada y desbordante de amor.

Cuando el sol comienza a desaparecer en el horizonte, Louis sugiere que cocinen juntos la cena. Andy se entusiasma, trepándose a su pequeño taburete en la cocina para ayudar. Harry guía sus pequeñas manos mientras miden la harina para los palitos de pan, con una calidez en su mirada que refleja la suavidad de sus palabras de aliento. Louis, mientras tanto, se encarga de la estufa, lanzando miradas furtivas a los dos cada tanto, su corazón hinchándose de orgullo y afecto.

La tarde transcurre en un abrir y cerrar de ojos, llena de felicidad doméstica, y antes de darse cuenta, ya es hora de acostar a Andy. Harry lo lleva a su habitación, con los pequeños brazos del niño rodeando perezosamente su cuello mientras bosteza.

Una vez en su habitación, Andy insiste en acomodar a todos sus peluches cuidadosamente, alineándolos en los bordes de su cama. Harry lo ayuda, alisando las mantas y esponjando las almohadas mientras Andy se desliza debajo de ellas.

—Mami —dice Andy mientras Harry se sienta a su lado—, ¿estás muy, muy feliz de que te vayas a casar con papi?

Las mejillas de Harry se calientan mientras sonríe. —Oh, estoy muy feliz, bebé. Más feliz de lo que he estado en toda mi vida.

Andy sonríe ampliamente, y su mirada baja a la mano izquierda de Harry. —¡Tu anillo es tan bonito! Y combina con tu brazalete rosa.

Harry se congela por un breve momento, sus dedos rozando el brazalete que ha sido una constante en su muñeca durante mucho tiempo. No esperaba el comentario, y mucho menos la pregunta que siguió.

—¿Quién te lo dio, mami? ¿Por qué lo usas siempre?

El aliento de Harry se entrecorta. La pregunta es inocente, nacida de la infinita curiosidad de Andy, pero golpea una fibra profunda en él. Después de haberle contado la verdad a Louis, nunca pensó que tendría que hacerlo nuevamente con Andy, al menos no tan pronto.

Duda, su voz vacilante. —Es... este...

Los ojos de Andy se llenan de preocupación. —¿Hice una pregunta mala? Lo siento, mami.

La disculpa es tan sincera, tan sentida, que el corazón de Harry duele. Niega rápidamente con la cabeza, extendiendo una mano para acariciar la mejilla de Andy. —Oh, no, amor. No hiciste nada malo, te lo prometo. Solo que... no esperaba la pregunta.

Andy inclina la cabeza, su curiosidad todavía evidente. —¿Entonces me lo vas a contar?

Harry respira hondo, sus dedos trazando distraídamente el brazalete. —Este brazalete... es muy especial para mí. Es por alguien que es muy especial para mí.

El ceño de Andy se frunce, sus pequeñas manos agarrando el borde de su manta. —¿Quién?

—Bueno —comienza Harry suavemente, acomodándose para sentarse más cómodamente junto a Andy—, hace mucho tiempo, antes de conocerte a ti y a tu papi, iba a tener un bebé.

Andy jadea, su boca cayendo abierta de asombro. —¿Tenías un bebé en tu pancita? ¿Como mi mamá de pancita, Troye?

Harry asiente, su sonrisa suave pero teñida de tristeza. —Así es.

Los ojos de Andy, grandes y llenos de asombro, reflejan su confusión. —¿Te pusiste malito como Troye? ¿Por eso no tienes a tu bebé contigo?

La garganta de Harry se aprieta ante la pregunta, pero mantiene su voz calmada. —No exactamente, cariño. En mi caso... me enfermé antes de siquiera tener la oportunidad de conocer a mi bebé. Los doctores me dijeron que el bebé... —titubea, eligiendo sus palabras con cuidado—, que el bebé desapareció de mi pancita. Ya no pudo quedarse ahí.

El labio de Andy tiembla, y antes de que Harry pueda decir algo más, Andy se trepa a su regazo y lo rodea con sus bracitos. —Oh, mami —susurra, escondiendo su carita en el pecho de Harry.

El aliento de Harry se quiebra mientras lo abraza con fuerza, el cálido aroma a chocolate de Andy envolviéndolo en consuelo. —Me puse muy triste en ese entonces —admite Harry, su voz suave—. Pero decidí usar este brazalete para recordarme del amor que siento por mi bebé. Es mi manera de mantenerlo cerca de mi corazón.

Andy se separa un poco, sus pequeñas manos alcanzando el brazalete. Lo toca con cuidado, sus ojos pasando de él al rostro de Harry. —No quiero que te sientas triste, mami. Me duele cuando estás triste. ¿Todavía te sientes triste por tu bebé?

Harry sonríe a pesar del ardor de las lágrimas, acariciando la mejilla de Andy. —Ya no. ¿Sabes por qué?

Andy niega con la cabeza, su cabello rebotando.

—Por ti —dice Harry, su voz cargada de emoción—. Tú y tu papi cambiaron todo para mí. ¿Recuerdas el día que me llamaste mami por primera vez?

El rostro de Andy se ilumina y asiente fervientemente. —¡Sí! ¡Estabas tan feliz y yo también!

Harry se ríe, apartando un mechón rebelde de la frente de Andy. —Ese día quitaste toda mi tristeza. La reemplazaste con el amor más grande que alguien puede sentir: el amor que una madre siente por su cachorro. Me hiciste completo otra vez, Andy.

Los ojos de Andy se llenan de lágrimas mientras hace un puchero y rodea el cuello de Harry con sus brazos. —Te amo, mami.

—Yo también te amo, mi dulce bebé —susurra Harry, abrazándolo con fuerza.

Cuando Andy se separa ligeramente, su voz es baja, casi un susurro. —¿Todavía estás enfermo de esa cosa que hizo que tu bebé desapareciera?

La sonrisa de Harry se desvanece mientras mira la pulsera. 

—Me temo que sí, Andy —dice en voz baja—. Y lo siento mucho, amorcito. Sé que sueñas con tener hermanitos y hermanitas, pero... Lo siento, no puedo dártelos.

Andy lo sorprende al sacudir la cabeza con firmeza, su expresión resuelta. —No digas lo siento, mami. ¡Eres el mejor, el más bonito, la mami más linda del mundo! Y está bien si soy el único cachorro. No necesito hermanitos o hermanitas. Solo te necesito a ti y a papi.

El corazón de Harry se llena de amor, y las lágrimas finalmente comienzan a caer mientras vuelve a abrazar a Andy con fuerza. 

—Oh, mi dulce, dulce niño. Eres más que suficiente para mí, cachorro. Más de lo que jamás podría soñar.

Andy sonríe con sus propios ojos llorosos, frotando su rostro contra Harry. —Y tú eres más que suficiente para mí, mami. Siempre.

Después de un rato más de dulces palabras y abrazos largos, Harry finalmente arropa a Andy bajo las mantas, alisando la colcha sobre su pequeño cuerpo mientras el niño abraza a su querido osito Pooh contra el pecho. Los ojos de Andy ya están pesados de sueño, pero su sonrisa sigue siendo tan brillante como siempre.

—Mami —murmura, con una voz suave y dulce—, ¿puedes leerme un cuento? Uno de los nuevos que me trajo mi mami de pancita.

El corazón de Harry se encoge, pero de la mejor manera. Alarga la mano hacia la pequeña pila de libros que Troye había traído durante su visita del sábado. Andy se los había mostrado con orgullo antes, declarando que su mamá de pancita los había elegido especialmente para él.

Harry pasa los dedos sobre las coloridas portadas antes de seleccionar uno, La historia de dos zorros bondadosos.

—¿Qué te parece este? —pregunta, sosteniéndolo en alto.

Andy asiente con entusiasmo, acomodándose más profundamente en su almohada. —Ese es el que empezamos. Troye dijo que es su favorito.

Harry se acomoda a su lado, abriendo el libro en la primera página. Mientras lee, con una voz suave y cálida, no puede evitar mirar a Andy cada pocas líneas. El cachorro escucha atentamente, sus grandes ojos azules reflejando cada giro y sorpresa de la historia.

Para cuando Harry llega a la última página, los ojos de Andy están cerrándose, y su pequeña mano descansa floja sobre el brazo de Harry.

—Y los zorros vivieron felices para siempre, porque la bondad siempre encuentra su camino a casa —concluye Harry, cerrando el libro con suavidad.

Andy bosteza, hundiendo su rostro en la almohada. 

—Me gusta esa historia —murmura somnoliento—. A Troye también le gusta. Nos divertimos mucho, mami. Es muy bueno. Jugamos, vimos una película y hablamos de muchas cosas.

El pecho de Harry se aprieta mientras acaricia el cabello de Andy. La forma en que Andy habla de Troye, con tanta facilidad y franqueza, lo conmueve profundamente. 

—Me alegra mucho que te la hayas pasado bien, amor —susurra, inclinándose para dejar un beso en la sien de Andy.

—Estoy tan feliz —dice Andy, con las palabras arrastradas por el sueño—. Tú eres mi mami del corazón. Y él es mi mamá de pancita. ¡Dos mamis! Eso está bien, ¿verdad?

Las lágrimas punzan en los ojos de Harry, pero las contiene, su voz firme mientras responde: 

—Eso está más que bien, cariño. Tienes a tantas personas que te quieren. Eres un niño muy afortunado.

Andy sonríe débilmente, su respiración volviéndose tranquila mientras el sueño lo vence. Harry se queda un momento, observando el rostro pacífico de su hijo antes de levantarse y apagar la lámpara de noche.

—Buenas noches, mi dulce cachorro —susurra, cerrando la puerta tras de sí con un suave clic.

Harry camina por el pasillo hacia el dormitorio principal, su corazón lleno pero sensible por todos los eventos recientes. Encuentra a Louis ya en la cama, recostado contra el cabecero con un libro en la mano. Al verlo entrar, levanta la mirada, su rostro suavizándose con una sonrisa.

—¿Todo bien con Andy? —pregunta Louis, dejando el libro a un lado y abriendo los brazos en invitación.

Harry se sube a la cama, acurrucándose de inmediato en el abrazo de Louis. El familiar aroma a canela y calidez lo envuelve mientras Louis le da un beso en la coronilla.

—Está perfecto, como siempre —murmura Harry, dejándose relajar por completo por primera vez en todo el día—. Me pidió que le leyera uno de los libros nuevos que trajo Troye.

Louis hace un leve sonido de aprobación, sus manos dibujando círculos suaves en la espalda de Harry. 

—Andy parecía tan feliz después de la visita. Eso es bueno, ¿no? Para ambos.

—Lo es —responde Harry—. Me contó todo sobre los juegos que jugaron y la película que vieron. Está tan tranquilo con todo. Tan... maduro para su edad. A veces me sorprende.

Louis deja escapar una risa suave. —Es nuestro hijo. Por supuesto que es increíble.

Harry levanta la cabeza para sonreírle, sus dedos trazando patrones distraídos en el pecho de Louis. 

—Hoy me preguntó algo. Sobre mi brazalete.

Louis se queda quieto, frunciendo el ceño. —¿Tu brazalete?

Harry asiente, echando un vistazo a la banda de cuarzo rosa que rodea su muñeca. 

—Quería saber por qué siempre lo uso. Así que... se lo dije.

El aliento de Louis se corta. —¿Le hablaste de...?

Harry asiente de nuevo, su voz suave pero firme. —Del bebé. De por qué no puedo darle hermanitos o hermanitas. Por supuesto, se lo expliqué de una forma que pudiera entender y procesar a su edad.

La mano de Louis se detiene en la espalda de Harry, su mirada buscando la de él. —¿Cómo lo tomó?

—Lo tomó... hermosamente —dice Harry, sus ojos nublándose mientras recuerda las dulces y sinceras palabras de Andy—. Me abrazó tan fuerte, Louis. Me dijo que soy la mejor mami del mundo y que no necesita a nadie más que a nosotros.

Louis deja escapar un suspiro tembloroso, atrayendo a Harry más cerca mientras presiona un beso en su sien. 

—Es un cachorro tan bueno. Has hecho un trabajo increíble con él, amor.

Harry sonríe entre lágrimas, sus dedos aferrándose a la camisa de Louis. —No fue tan difícil como pensé que sería decírselo. Está lleno de tanto amor, Louis. Del tipo más puro. No sé qué hice para merecerlo.

Louis toma la mejilla de Harry, inclinando su rostro para que lo mire. —¿Qué es lo que siempre te digo, eh? Que mereces todas las cosas buenas del mundo, bebé. Siempre las has merecido.

Harry se inclina hacia el toque, su voz apenas un susurro. —¿De verdad crees que estaremos bien?

Louis lo besa, suave y prolongado, antes de separarse lo suficiente para apoyar su frente contra la de Harry. —Lo sé. Solo cosas buenas nos esperan, amor. Te lo prometo.

Harry cierra los ojos, dejando que las palabras de Louis se asienten profundamente en su corazón. En sus brazos, con su futuro extendiéndose ante ellos, también lo siente: la promesa de felicidad, la clase de felicidad que ambos merecen.

🧸🍯🧸

La noticia del compromiso de Harry y Louis se propagó por la guardería como un incendio, gracias a Niall, quien prácticamente gritó el anuncio a todos en cuanto Harry entró.

—¿¡ESTÁS COMPROMETIDO?! —grita Niall, su voz resonando por la colorida sala llena de sillas pequeñas y paredes cubiertas de arte. Todas las miradas se dirigen hacia Harry, cuyas mejillas se sonrojan de un rosa brillante mientras Niall se lanza hacia él, envolviéndolo en un efusivo abrazo.

—Sí, Ni, —ríe Harry, intentando liberarse. —Nos comprometimos este fin de semana.

—¡Oh, Dios mío! —Niall retrocede, sujetando a Harry por los hombros. "¡Lo sabía! Sabía que iba a proponerte pronto. ¡Ese alfa está loco por ti! ¡Y mira esa marca de vínculo, oh Dios mío!"

El resto del personal rodea rápidamente a Harry, ofreciéndole felicitaciones y admirando el elegante anillo con un tono rosado que ahora adornaba su mano. Penny y Anya también sueltan gritos de emoción mientras sostienen su mano bajo la luz.

—¡Harry, es tan hermoso! —exclama Anya, con los ojos brillando de emoción.

—Por supuesto que lo es, —añade Penny. —Louis Tomlinson lo escogió. Ese hombre es pura clase.

Harry sonríe tímidamente, todavía abrumado por tanta atención. —Realmente lo es, —admite suavemente, su corazón hinchándose al pensar en Louis.

Antes de que pueda decir algo más, un coro de voces agudas lo interrumpe.

—¡Hawy! ¡Hawyyy!

Los cachorros se han reunido en un círculo apretado a su alrededor, sus pequeñas caras iluminadas por la curiosidad mientras señalan su anillo. Un cachorro valiente da un paso adelante, con los ojos grandes e inocentes. —¿Qué es eso en tu dedo?

—Es un anillo, —explica Harry, agachándose para estar a su nivel. —Significa que me voy a casar.

Unos suspiros de asombro estallan en el grupo.

—¿Casarte? ¿Como en una película de princesas? —pregunta uno, tirando de la manga de Harry.

—¿Vas a usar un vestido blanco? —interviene otro.

—¡Te verás como un ángel!

Harry no puede evitar reír, conmovido por su entusiasmo. —Bueno, no sé si usaré un vestido blanco, —dice, mirando su anillo con una sonrisa suave—. Pero sí, me voy a casar con alguien muy especial.

Andy, quien ha estado observando la interacción con una sonrisa satisfecha, de repente infla el pecho. —¡Mi papi le dio ese anillo! —declara orgullosamente.

Los cachorros se vuelven hacia Andy con ojos como platos. —¿Tu papi le dio un anillo a Hawy?

—Sí, —dice Andy, su voz rebosando orgullo—. Porque se aman mucho, ¡y ahora se van a casar!

La habitación se llena de "ooohs" y "aaahs" mientras los otros cachorros miran a Harry con renovada admiración.

—¿Podemos ir a tu boda? —pregunta uno de ellos, con sus pequeñas manos aferrándose a la pierna de Harry.

Antes de que Harry pudiera responder, Niall aplaude para llamar la atención de todos, con una sonrisa traviesa extendiéndose por su rostro. —Muy bien, tengo una idea, —dice—. ¿Quién quiere hacerle a nuestro querido Harry una tarjeta especial de felicitación?

La sala estalla en vítores, los cachorros prácticamente saltando de emoción.

—¡Sí!

—¡Quiero usar brillantina!

—¿Podemos ponerle macarrones?

Anya y Penny rápidamente reúnen los materiales de manualidades, preparando una mesa larga con papel, pegamento, marcadores y una variedad de brillantina y formas de pasta. Los cachorros se ponen a trabajar con entusiasmo, sus pequeñas manos ensamblando cuidadosamente su obra maestra.

Cuando terminan, le presentan a Harry una tarjeta tan colorida y caótica que le hace sentir cómo su corazón se hinchaba. La brillantina destella en cada esquina, los macarrones forman pequeños corazones y estrellas, y en el centro, escrito con letras temblorosas de crayón, están las palabras:

¡Felicidades, Hawy! ¡Te queremos!

Los ojos de Harry se llenan de lágrimas mientras abraza la tarjeta contra su pecho. —Gracias, mis dulces bebés, esta es la mejor tarjeta de felicitaciones que he recibido, —dice, su voz cargada de emoción.

Los cachorros vitorean nuevamente, claramente orgullosos de su creación, y Andy sube al regazo de Harry, envolviendo sus pequeños brazos alrededor de su cuello.

—Eres la mejor mami del mundo, —lo halaga Andy, como siempre, su aroma a chocolate envolviendo a Harry como un cálido abrazo.

Harry besa la parte superior de la cabeza de Andy, sintiéndose la persona más afortunada del mundo.

🧸🍯🧸

Esa misma noche, Harry se encuentra envuelto en los brazos de Louis mientras entran juntos a la ducha. El agua tibia cae sobre sus cuerpos, creando un ritmo relajante mientras Louis toma el champú.

—Gírate, amor, —murmura Louis, su voz suave pero firme, con ese tono que siempre hace que Harry se derrita.

Harry obedece, dejando escapar un suspiro de satisfacción cuando los dedos de Louis comienzan a trabajar el champú en sus rizos. El toque del alfa es tierno, y sus uñas rozan el cuero cabelludo de Harry lo suficiente para provocar un escalofrío que recorre su espalda.

—Me mimas demasiado—, susurra Harry, cerrando los ojos mientras Louis deposita un beso en su hombro.

—Lo haría todo el tiempo si pudiera—, responde Louis, su voz baja y ronca. Sus manos descienden desde el cabello de Harry hasta sus hombros, masajeando la tensión antes de continuar más abajo, dejando un rastro de espuma sobre el pecho y el vientre de Harry.

El toque juguetón hace que Harry emita un sonido de placer, inclinándose hacia atrás contra el firme marco de Louis. —¿Todo el tiempo, hmm? —Harry inclina la cabeza hacia un lado, exponiendo la larga columna de su cuello. —Dices eso como si mimarme fuera una tarea.

—No es una tarea, —gruñe Louis suavemente, sus dientes rozando la piel sensible del cuello de Harry. —Es un privilegio.

El calor entre ellos aumenta rápidamente cuando Louis gira a Harry para enfrentarlo, capturando sus labios en un beso profundo y húmedo que deja a Harry sin aliento. El agua gotea entre sus cuerpos mientras Louis presiona al omega contra la fría pared de la ducha, sus manos deslizándose posesivamente sobre las caderas de este.

—Eres demasiado bueno para mí, —susurra Louis contra los labios de Harry, sus ojos ardiendo de deseo mientras sus manos sujetan los muslos de Harry y lo levantan con facilidad.

Harry no responde con palabras, solo con un jadeo que lleva el nombre de Louis mientras se complacen mutuamente, con el vapor envolviéndolos como un capullo...

A la mañana siguiente, Harry está muy bien acurrucado en los brazos de Louis, sus cuerpos entrelazados bajo el suave edredón. La luz temprana del sol se filtra por las cortinas, bañando su espacio compartido con un brillo dorado.

—Lou, —murmura Harry, su voz aún cargada de sueño mientras se acurruca más cerca del pecho de Louis.

—¿Hmm? —La mano de Louis dibuja lentos círculos sobre la espalda desnuda de Harry, su propia voz somnolienta.

—No te vayas. —Las palabras de Harry son una súplica silenciosa, sus labios rozando la piel de Louis.

—Amor, tengo una reunión temprano, —dice Louis con una risa arrepentida, aunque sus brazos se aprietan más alrededor de Harry. —No puedo llegar tarde.

—Podrías llamar diciendo que no puedes ir, —sugiere Harry, trazando sus dedos perezosamente sobre el pecho de Louis.

Louis sonríe, depositando un beso en los rizos de Harry. —¿Y qué excusa daría? 'Lo siento, no puedo ir porque mi prometido no me deja salir de la cama'. ¿Algo así?

Harry lo mira, sus ojos verdes brillando con picardía. —Exactamente.

A pesar de los esfuerzos de Louis por levantarse, Harry se aferra a él como un koala, envolviendo sus piernas alrededor de la cintura de Louis para mantenerlo en su lugar.

—Harry, —advierte Louis, aunque la risa en su voz lo delata. —De verdad necesito-

Harry lo interrumpe presionando un beso lento y prolongado en sus labios. —Quédate, —susurra, su tono necesitado mientras sus manos comienzan a explorar su entrepierna.

—Compórtate, —advierte Louis, su voz volviéndose más grave, aunque no hace ningún esfuerzo por detener las manos errantes de Harry.

Finalmente, Louis logra desenredarse, balanceando las piernas sobre el borde de la cama con un gemido. Pero antes de que pueda levantarse por completo, Harry se mueve detrás de él, abriendo las piernas sin pudor.

—Está bien, —se queja Harry, su mano deslizándose por su propio cuerpo—. Si mi alfa no va a cuidarme, tendré que hacerlo yo mismo.

Louis se queda congelado, su fuerte inhalación es el único sonido en la habitación mientras se da la vuelta para ver a Harry extendido sobre la cama, sus mejillas sonrojadas, su mano jugando con la cinturilla de sus bragas de encaje.

—Harry... —La voz de Louis es baja, una advertencia llena de un calor inconfundible.

Harry se muerde el labio, sus ojos se encuentran con los de Louis mientras desliza lentamente su mano más abajo. —Ya vete a tu reunión, —dice sin aliento, claramente desafiando a Louis a irse.

Louis vuelve a la cama en cuestión de segundos, inmovilizando a Harry debajo de él con un gruñido. —Eres insaciable, bebé, ¿lo sabías?

Harry sonríe, enganchando sus piernas alrededor de las caderas de Louis. —Solo por ti.

Su risa se disuelve en gemidos mientras Louis se rinde, demostrando una vez más que cuando se trata de Harry, resistirse es inútil.

🧸🍯🧸

El imponente edificio de la Escuela de Economía de Londres se alza frente a ellos, con su arquitectura clásica, intimidante pero hermosa bajo la suave luz de la mañana. Harry sujeta con fuerza la mano de Louis mientras se acercan a la entrada, sus nervios burbujeando bajo la superficie.

—¿Estás seguro de que no estoy mal vestido? —pregunta Harry por quinta vez, mirando su atuendo: un blazer crema entallado, una camisa de seda verde salvia y pantalones ajustados.

Louis se detiene, girándose hacia Harry con una sonrisa exasperada pero llena de adoración.

—Eres perfecto, Harry. Absolutamente deslumbrante. Podrías eclipsar a cualquiera en esa sala, amor.

Harry baja la cabeza, un rubor subiendo por su cuello.

—Tienes que decir eso. Eres mi prometido. Y mi alfa.

—Puedo decirlo porque lo creo —corrige Louis, inclinándose para besar la frente de Harry—. Ahora deja de preocuparte. Vas a impresionar a todos.

Esa seguridad alivia un poco la tensión de Harry, quien deja que Louis lo guíe hacia el interior. El auditorio está lleno de graduados y miembros de la facultad, con un aire vibrante de emoción y anticipación. Harry siente una punzada familiar de autoconciencia al observar a la multitud: pulidos, intelectuales y claramente cómodos en ese entorno.

Louis, en cambio, se mueve con una confianza natural. Su presencia es magnética, y su traje perfectamente entallado acentúa su fuerte y dominante aura. Sin embargo, cada pocos pasos, Louis mira a Harry, ofreciéndole una sonrisa cálida o un apretón reconfortante en la mano.

Cuando llegan a la primera fila, Harry se acomoda en su asiento, entrelazando las manos sobre su regazo mientras Louis se prepara para subir al escenario. En cuanto Louis se coloca en el podio, la sala queda en silencio, todas las miradas fijas en él.

—Buenos días —comienza Louis, con voz firme y segura—. Primero, déjenme felicitarlos a todos. Hoy no solo marca el final de sus estudios, sino el comienzo de un viaje como profesionales del derecho. Un viaje que los desafiará, los inspirará y, si lo permiten, los transformará.

Harry lo observa con asombro mientras Louis habla, entrelazando anécdotas de su propia carrera en el discurso. Cuenta sobre los obstáculos que enfrentó su padre al fundar el bufete familiar, Tomlinson Union, y las lecciones que él mismo aprendió al tomar las riendas tras él. Sus palabras son el equilibrio perfecto entre motivación y pragmatismo, ganándose asentimientos y sonrisas del público.

Entonces Louis hace una pausa, sus ojos recorriendo la sala antes de posarse en Harry.

—Quiero tomar un momento para reconocer a alguien muy especial para mí —dice Louis, suavizando el tono—. Alguien que ha sido una de mis mayores fuentes de fortaleza y alegría. Mi prometido, mi omega, la madre de mi cachorro: Harry Styles.

Un murmullo emocionado recorre la sala mientras Louis señala a Harry, quien siente cómo su rostro se enciende cuando cientos de ojos se vuelven hacia él. Da un tímido saludo, provocando algunas risas y sonrisas cálidas entre la audiencia.

—No estaría aquí hoy sin él —continua Louis, sin apartar la mirada de Harry—. Harry me recuerda cada día lo que realmente importa, algo que todos ustedes deben tener presente, sin importar lo ocupados o exitosos que puedan ser: el amor, la bondad y el coraje para ser auténticos sin disculpa alguna.

El aplauso que sigue es atronador, y Harry parpadea rápidamente para contener las lágrimas.

Después del discurso, la sala se llena de charlas mientras los asistentes se acercan a Louis para estrecharle la mano y expresarle su admiración. Harry permanece cerca, sintiéndose un poco fuera de lugar pero agradecido por el brazo protector de Louis alrededor de su cintura.

—Louis Tomlinson —llama una voz profunda y familiar.

Louis se gira, su rostro iluminándose.

—¡Profesor Hamilton!

El hombre mayor, una figura distinguida de cabello canoso y ojos amables, extiende una mano.

—Es maravilloso verte de nuevo, Louis. Siempre supe que mi mejor estudiante haría algo extraordinario.

—Gracias, señor —dice Louis, estrechando su mano—. Él es Harry, mi prometido y mi omega.

—Un placer conocerte, Harry —dice el profesor Hamilton con una sonrisa genuina—. Les deseo lo mejor en su próxima boda.

Harry se sonroja.

—Gracias. Es un gusto conocerlo también, profesor.

El profesor vuelve su atención a Louis, con una expresión orgullosa.

—¿Escuché que ya tienen un pequeño?

Louis sonríe.

—Sí, nuestro hijo, Andy. Tiene tres años y medio.

—Pues muchas felicidades nuevamente —dice el profesor con calidez—. Y por el éxito de Tomlinson Union también. No todos los días puedo decir que uno de mis estudiantes tiene el mejor bufete de abogados de todo Londres. Has hecho un gran trabajo, Louis.

—Gracias, señor. Eso significa mucho viniendo de usted.

Cuando regresan al coche más tarde, Harry siente un orgullo y amor tan abrumadores que casi no puede contenerlos.

—Eres increíble, ¿lo sabes? Realmente el mejor —dice Harry suavemente, acurrucándose contra Louis mientras caminan.

Louis ríe, presionando un beso en la sien de Harry.

—Si lo soy, es por ti.

Y, vaya que sí, Harry finalmente puede creérselo.

🧸🍯🧸

El aire en su casa de campo se siente más pesado con la promesa de nieve, la frescura de la temporada se cuela por las ventanas ligeramente entreabiertas y se mezcla con el aroma de pino del árbol de Navidad que Harry insistió en colocar. Diciembre siempre ha sido uno de los meses favoritos de Harry, pero este año se siente aún más especial.

Falta una semana para el cumpleaños de Louis; el 24 de diciembre, el día antes de Navidad. Va a ser una doble celebración, pero Harry está decidido a que el cumpleaños destaque, que no sea solo un calentamiento para las festividades navideñas.

La mesa de la cocina está cubierta de papeles, muestras de tela y tableros de Pinterest impresos como inspiración. Harry ha estado ideando planes con Niall durante horas, mientras Andy entra y sale de la habitación para añadir sus propias ideas.

—Creo que deberíamos hacerlo aquí, en esta casa —dice Harry, rodeando una fecha en su calendario—. Es donde es más feliz y hay suficiente espacio para todo lo que estoy planeando.

Niall toma un sorbo de su té y asiente. —Tiene sentido. Además, si el clima coopera, lo de la fogata sería genial.

—¿Podemos tener luces de bengala también? —pregunta Andy, con los ojos brillando mientras se inclina sobre la mesa.

—Por supuesto —responde Harry, despeinando el cabello de Andy—. Y malvaviscos, y quizá un telescopio para mirar las estrellas después de la cena.

Andy sonríe, tomando un crayón del montón y dibujando estrellas en un trozo de papel. —A papi le va a encantar. Le voy a hacer la mejor tarjeta de cumpleaños de todas.

—Ese es el espíritu —dice Niall con una carcajada—. Pero mejor hazla súper elegante, eh. Tu papá no es un papá cualquiera; es Louis Tomlinson.

Andy infla el pecho con orgullo. —Lo sé. ¡Es el mejor! —dice antes de agarrar sus colores y correr hacia la sala para ver televisión.

Harry no puede evitar sonreír ante el entusiasmo de su pequeño. Mira de nuevo su cuaderno, hojeando hasta la sección de Navidad. Además de los preparativos del cumpleaños, ha estado planeando meticulosamente la reunión navideña con familia y amigos. Coordinar horarios, asegurarse de que las habitaciones de invitados estén listas y crear el menú perfecto; es mucho trabajo, pero a Harry no le importa.

Después de unos minutos más, Niall se excusa para ir al baño —otra vez—, pobre, el embarazo le está haciendo estragos en la vejiga. Harry está en medio de escribir una lista de compras cuando Louis entra, sus pasos suaves sobre el suelo de madera. Harry no lo nota al principio, demasiado concentrado en su trabajo, hasta que Louis desliza los brazos alrededor de su cintura desde atrás, apoyando la barbilla en su hombro.

—¿Qué es todo esto, amor? —pregunta Louis, su voz cálida y curiosa.

Harry inclina la cabeza hacia atrás para encontrarse con la mirada de Louis, sus labios curvándose en una suave sonrisa. —Solo planeando.

—¿Planeando? Esto parece más bien el centro de mando de una operación militar.

—No exageres —dice Harry, dándole un golpecito juguetón a Louis.

Louis sonríe, echando un vistazo al caos sobre la mesa. —No estoy exagerando. Esto es de otro nivel, H. ¿Estás tratando de superarte a ti mismo?

—Estoy tratando de que sea especial —responde Harry con un suspiro—. Te lo mereces.

Louis gira a Harry con suavidad para mirarlo de frente, sus manos descansando en sus caderas. 

—Harry, ya has hecho tanto. No tienes que agotarte por mí.

El ceño de Harry se frunce y su labio inferior sobresale ligeramente en señal de desafío. —¿Qué es lo que siempre digo, eh? Te mereces lo mejor, alfa —dice con firmeza.

La sonrisa de Louis se suaviza en algo tierno, su pulgar acariciando la mejilla de Harry. —De lo que estoy seguro es de que no te merezco.

Harry pone los ojos en blanco, aunque sus mejillas se sonrojan ante el cumplido. —Ya basta. Lo digo en serio. Quiero que esto sea perfecto; para tu cumpleaños, para Navidad, para todo.

Louis se inclina y lo besa, lento y deliberado, hasta que las rodillas de Harry se sienten débiles. Cuando se separa, susurra contra los labios de Harry: —Cualquier cosa que planees será perfecta, porque viene de ti. Pero prométeme que te tomarás descansos, ¿sí? Prefiero una fiesta algo desordenada y un Harry feliz que lo contrario.

Harry suspira pero asiente. —Está bien. Pero nada de quejas si me excedo.

—Nunca —dice Louis, con una sonrisa traviesa—. Solo tendré que encontrar la manera de agradecerte como corresponde después.

Sonrojándose furiosamente, Harry lo golpea de nuevo, murmurando algo sobre que Louis es imposible. Pero cuando Louis deja la habitación para buscar a Andy, silbando una melodía, Harry sonríe. Siente un cálido resplandor en el pecho, sabiendo que todo su esfuerzo es para alguien que realmente aprecia cada detalle.

🧸🍯🧸

Su hogar está tranquilo, bañado por la suave luz de la media mañana que entra por las ventanas. Es 22 de diciembre, y Harry se permite un momento para respirar. La guardería está oficialmente cerrada por las fiestas, dándole a sus empleados y a él mismo un merecido descanso. Con la fiesta de cumpleaños de Louis y la cena de Navidad planificadas meticulosamente; gracias a la invaluable ayuda de Lottie, Niall y Andy, el peso de las responsabilidades de la temporada se siente manejable.

Harry trae puesta su bata rosa, moviéndose por la cocina mientras recoge los platos del desayuno, mientras Louis termina de alistarse para su último día de trabajo antes de comenzar su propio descanso. Andy, sentado felizmente en su sillita, mordisquea algunos trozos de tostada que sobraron, sus cabellos rebotando mientras tararea una pequeña melodía.

Louis emerge del dormitorio, perfectamente vestido con una camisa impecable y pantalones de vestir, su corbata colgando ligeramente suelta alrededor de su cuello.

—Bueno, amores, me voy —anuncia, ajustándose los puños mientras se acerca a la mesa.

Andy se anima, extendiendo sus bracitos hacia Louis.

—¡Adiós, papi!

Louis se inclina para besar la mejilla de Andy, sus labios quedándose un momento, lo que hace que el pequeño se eche a reír.

—Pórtate bien con mami, ¿de acuerdo? Y cuídalo por mí.

—Lo haré, papi —responde Andy con orgullo, sacando pecho—. ¡Te quiero mucho!

—Y yo a ti, pequeño —dice Louis, despeinando cariñosamente el cabello de Andy antes de dirigirse hacia Harry.

Harry está en el fregadero, enjuagando un plato, cuando Louis rodea su cintura por detrás, presionando un beso en su cuello.

—¿Y tú, bebé? —murmura Louis con voz ronca—. Cuídate también, ¿sí?

Harry se da la vuelta, inclinando la cabeza para besar a Louis suavemente, mientras sus manos instintivamente ajustan la corbata suelta alrededor del cuello de Louis.

—¿Vas a trabajar con la corbata así? —lo molesta, apretándola con destreza.

Louis sonríe, mirándolo con adoración.

—¿Qué haría yo sin ti?

—Serías un desastre —responde Harry, burlón, alisando la tela.

—Entonces soy muy afortunado —dice Louis, rozando sus labios contra los de Harry una vez más—. Te amo, bebé.

—Y yo a ti —susurra Harry contra sus labios, saboreando la calidez de ese momento.

Con una última mirada prolongada, Louis agarra su maletín y se dirige a la puerta.

—Llámame si necesitas algo, ¿de acuerdo? —dice antes de salir al pasillo.

—¡Vete ya, que vas a llegar tarde! —responde Harry con una risa, agitándole la mano.

Cuando la puerta se cierra, la casa se siente más tranquila, aunque no de manera desagradable. Andy sigue entretenido con su juguete, haciendo pequeños ruidos mientras juega. Harry se dedica a lavar los platos, tarareando suavemente para sí mismo, dejando que su mente divague placenteramente.

El sonido de un pequeño gruñido estomacal interrumpe la paz. Harry mira por encima de su hombro y ve a Andy frotándose la barriga con gesto tímido.

—¿Ya tienes hambre otra vez, amorcito? —pregunta Harry con una risa, secándose las manos con una toalla.

Andy asiente, sus mejillas sonrojadas.

—Mami, ¿puedo comer un kiwi?

—Claro que sí —responde Harry, sonriendo mientras abre la nevera. Saca un kiwi verde y gordo, lo lava bajo el grifo y toma un pequeño cuchillo para empezar a cortarlo.

Pero tan pronto como el cuchillo atraviesa la piel de la fruta, una extraña oleada de náuseas recorre el estómago de Harry. Se detiene, mirando fijamente la carne brillante del kiwi, con una expresión de confusión en su rostro.

El olor le llega después: dulce, ácido y abrumador. Su estómago se revuelve violentamente, y antes de que pueda procesar lo que está pasando, sus rodillas ceden y se inclina hacia el cubo de la basura, vomitando.

—¿Mami? —La vocecita de Andy tiembla, teñida de pánico—. ¡Mami, ¿estás bien?!

Harry solo puede levantar una mano, tratando de tranquilizarlo mientras termina de vomitar. Cuando finalmente se endereza, tembloroso y pálido, se enjuaga rápidamente la boca en el fregadero, dejando que el agua fría alivie la quemazón en su garganta.

Andy lo mira con ojos grandes y llenos de lágrimas.

—¡Mami, estás enfermo! ¡Tenemos que llamar a papi!

Harry se vuelve hacia él, forzando una débil sonrisa.

—No, cariño, estoy bien. Creo que me estoy agarrando un pequeño virus estomacal, nada más.

Andy frunce el ceño, no convencido.

—¡Pero papi puede llevarte al doctor!

Harry se agacha, pasando una mano por el cabello suave de Andy.

—No creo que sea tan grave, mi cielo. Tengo un poco de medicina que puedo tomar y solo necesito descansar un poco —dice, besando la frente de Andy—. ¿Qué te parece si nos acurrucamos en nuestro nido un rato? Eso me hará sentir mucho mejor.

Andy duda, aún preocupado, pero eventualmente asiente.

—Está bien. Pero si vomitas otra vez, voy a llamar a papi, ¡porque es mi deber cuidarte!

Harry no puede evitar reírse, incluso mientras la sensación de malestar persiste en su estómago.

—Trato hecho —responde suavemente, abrazando a Andy—. Gracias por cuidar tan bien de mí.

Mientras se acurrucan en el nido unos minutos después, con Andy acurrucado a su lado y sujetando su bata con un agarre protector, Harry no puede sacudirse la sensación extraña. Él no es de los que se enferman fácilmente. Nunca ha reaccionado al kiwi —su fruta favorita— de esa manera antes. Es inquietante, por decir lo menos. 

Pero por ahora, con la calidez de Andy a su lado, deja que el consuelo del momento empuje la inquietud al fondo de su mente.

🧸🍯🧸

Notita: Queda 1 capítulo más y sepan, por favor, que TODO tiene un por qué, ahorita quizás ya sospecharan el por qué del nombre de la fic jaja, pero más allá de eso, hay otras cosas que estuvieron planeadas desde el principio en mí versión de este omegaverse. Y he estado remarcando esas cosas desde el primer capítulo. ¿Será que adivinan? En fin, en el siguiente capítulo se explicará todo y se revelarán otras cosas. Gracias por leer. 

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