Capitulo 31
Harry despierta lentamente, su cuerpo pesado por el sueño, pero gradualmente se calienta bajo la suave luz del sol que se filtra por la ventana. La luz dorada cae sobre su rostro y sus extremidades, envolviéndolo en una rara sensación de paz. Su mente está nublada, pero poco a poco la conciencia regresa. Percibe las telas suaves y reconfortantes que lo rodean, el aroma inconfundible de Louis y Andy impregnado en el nido bajo él, y el ambiente desconocido pero acogedor de la casa de campo de Louis.
Por un momento, simplemente respira, disfrutando de la tranquilidad. Luego, los recuerdos comienzan a regresar: la intrusión de Robert, el miedo insoportable, la vulnerabilidad de compartirlo todo con Louis; las verdades que había mantenido encerradas durante tanto tiempo.
Pero junto a esos recuerdos dolorosos están los de los fuertes brazos de Louis rodeándolo, sus inquebrantables palabras de consuelo y la seguridad que encontró en la presencia de su alfa. El terror crudo de la noche ha desaparecido, dejando en Harry una sensación desconocida pero reconfortante: paz.
Alcanza su teléfono en la mesita de noche, frunciendo el ceño al ver la hora. Cerca del mediodía. Se sorprende un poco de lo tarde que es, pero recuerda que él y Louis estuvieron hablando hasta casi las seis de la mañana. Después del desgaste emocional de todo, no es de extrañar que su cuerpo necesitara descansar.
El corazón de Harry se calienta cuando nota un mensaje de Niall:
"Hablé con Louis. Dice que estás bien, que hablaron y que todo está en orden. Así que relájate y disfruta tu fin de semana, bonito. Por fin estás con un buen alfa, y nos tienes a nosotros también. Llámame o mándame un mensaje si necesitas algo."
Una pequeña sonrisa cansada se dibuja en sus labios mientras responde rápidamente:
"Gracias, Ni. Estoy bien, lo prometo. Louis ha sido maravilloso, y me siento muy afortunado de tenerte como amigo. Hablamos pronto. 💕"
Apenas tiene tiempo de dejar el teléfono antes de que la puerta se abra con un leve crujido, y Louis entre en la habitación. Su cabello aún está un poco húmedo, recién salido de la ducha, y lleva un par de jeans cómodos y un suéter suave. El corazón de Harry se agita al verlo, su alfa. Louis se detiene al verlo despierto, y una cálida sonrisa se extiende por su rostro, tierna y gentil.
—Hola, amor —dice Louis, cruzando rápidamente la habitación y subiéndose al nido. De inmediato envuelve a Harry en sus brazos, besando su sien, sus mejillas y la comisura de su boca—. ¿Hace cuánto que estás despierto?
—Solo unos minutos —murmura Harry, acurrucándose en el toque de Louis—. Te extrañé. ¿Dónde estabas?
Louis aparta los rizos de Harry, trazando con el pulgar suavemente el pómulo del omega. —En la cocina. Pensé en prepararte un chocolate caliente, tu favorito. Pero antes de eso, tuve que salir a comprar algunas cosas esta mañana. Dejé una nota por si despertabas, pero como no lo hiciste, la tiré.
Harry emite un suave murmullo, apoyando la cabeza en el pecho de Louis. —Has estado ocupado.
—Quería que todo fuera perfecto para cuando despertaras —dice Louis, dejando un beso en la coronilla de Harry—. ¿Cómo te sientes, amor?
Harry se toma un momento para responder, jugando distraídamente con el borde del suéter de Louis. —Estoy... bien. Después de todo, siento que finalmente puedo respirar. Contarte todo anoche fue difícil, pero siento... siento paz ahora. Como si mi tormento finalmente hubiera terminado porque lo sabes, y sigues aquí. Te quedaste.
Louis inclina el rostro de Harry para que sus ojos se encuentren, su expresión seria pero llena de amor. —Bebé, ¿cómo podría no estar aquí? Eres el amor de mi vida, Harry. Mi omega. El único. No hay un mundo en el que no me quede a tu lado.
La garganta de Harry se cierra, las lágrimas amenazando con brotar. —¿De verdad lo dices?
—Con todo mi ser —promete Louis, su voz firme—. Has pasado por tanto, pero sigues aquí. Eres increíble, Harry, y pasaré el resto de mi vida demostrándote que estás seguro conmigo.
Harry exhala temblorosamente, inclinándose para presionar un suave beso en los labios de Louis. —Siento que no te merezco.
Louis niega con la cabeza, apoyando su frente contra la de Harry. —Eso es una tontería. Te mereces todo, bebé.
Permanecen así por un momento, el silencio entre ellos cálido y reconfortante. Luego Louis se aparta ligeramente, su expresión volviéndose más seria. —Tengo que decirte que lamento lo de tu cerradura rota. Pero no te preocupes; ya la arreglé esta mañana. No tienes que volver allí hasta que estés listo.
Harry parpadea mirándolo, su pecho apretándose. —¿Has pensado en todo, verdad?
—Soy tu alfa, Harry —dice Louis con sencillez—. Es mi trabajo protegerte y proveer para ti.
Harry duda, mordiéndose el labio. —Es solo que... estoy preocupado por Robert... Se ha vuelto loco, ¿y si él...?
Louis aprieta la mandíbula, sus ojos oscureciéndose. —No te preocupes por él.
—Pero, Louis —comienza Harry, su voz temblorosa—. No quiero que te metas en problemas por su culpa. No vale la pena.
Louis coloca una mano firme en la mejilla de Harry, su mirada inquebrantable. —Escúchame, Harry. No puedo dejar pasar esto. No después de lo que te hizo; no solo anoche, sino por todo lo que te hizo pasar. Es basura, y tendrá lo que se merece. Me voy a encargar de ello, y lo haré de una forma que no te afecte. Confía en mí, amor. Va a volver a la prisión donde pertenece, y ni él ni su madre van a volver a molestarte.
Harry traga con fuerza, sus ojos buscando el rostro de Louis. —¿Lo prometes?
Louis se inclina, presionando un beso prolongado en la frente de Harry. —Lo prometo. Ahora eres mío para protegerte, y voy a hacer lo que sea necesario para asegurarte que estás a salvo.
Harry asiente lentamente, algo de la tensión disipándose de sus hombros. Se permite relajarse en los brazos de Louis, finalmente creyendo que todo va a estar bien.
Louis se mueve ligeramente, su pulgar rozando la mejilla de Harry; la que todavía está un poco roja e hinchada por la bofetada de Robert. Su expresión se suaviza con preocupación, la ternura en su toque contrastando con la ira que arde en sus ojos.
—Solo está un poco hinchada —murmura Louis, inclinando suavemente el mentón de Harry para examinar la marca más de cerca—. Con suerte, va a volver a la normalidad pronto.
Harry baja la mirada, un leve rubor coloreando sus mejillas, no por el toque de Louis, sino por la vergüenza que se retuerce en su pecho. —Estoy bien —murmura, aunque el recuerdo de la mano de Robert conectando con su rostro todavía duele más que el dolor físico.
—No, no estás bien —contradice Louis, firme pero suavemente, su otra mano descendiendo por el brazo de Harry, anclándolo—. Compré un ungüento esta mañana. Va a ayudar con la hinchazón.
Harry se muerde el labio, dudando antes de admitir en voz baja: —En aquel entonces... yo pedía cremas como esa en línea. Y maquillaje. No podía ir a la farmacia y arriesgarme a que la gente... ya sabes, viera las marcas. Preguntándose por qué las necesitaba. Me daba vergüenza.
Louis inhala bruscamente, apretando la mandíbula mientras su pulgar se detiene en la mejilla de Harry. —La idea de que alguien te lastimara así, de que él te lastimara, hace que me hierva la sangre —admite, su voz baja y cargada de ira—. Pero siento paz al pensar en la venganza, en la justicia. Nunca más va a ponerte un dedo encima.
Los labios de Harry tiemblan, y se inclina hacia adelante, presionando un suave beso en los labios de Louis. No es solo un agradecimiento, es una súplica tácita para cambiar de tema, para alejarse de la pesadez del momento. Louis responde de inmediato, su mano acunando la nuca de Harry mientras profundiza el beso, asegurándole sin palabras.
Cuando se separan, Harry apoya su frente contra la de Louis. —Lo siento —dice en voz baja.
Louis parpadea, confundido. —¿Por qué?
—Por arruinar nuestro fin de semana de escapada.
Louis suelta un leve suspiro, sus labios curvándose en una sonrisa ladeada. —Oh, Harry, ni se te ocurra disculparte por eso. Tenemos todo el tiempo del mundo para más fines de semana lejos. O vacaciones. O cualquier plan que se te ocurra. Nada de eso importa mientras te tenga a ti.
El pecho de Harry se aprieta ante las palabras de Louis, pero antes de que pueda responder, un pensamiento repentino lo golpea. —Mi hermana —dice, enderezándose un poco más—. Gemma aún viene este lunes. Y no sabe nada de esto, tal vez debería llamarla.
Louis frota círculos reconfortantes en la espalda de Harry, su voz calmada. —Se lo vamos a decir cuando llegue. Y no te preocupes, amor. Voy a hacer todo bien. De verdad quiero que tu familia me quiera.
Una pequeña risa escapa de Harry, rompiendo la tensión. —Oh, por favor, ya te dije que te van a adorar. Y a Andy también. Estoy seguro de eso. —Al mencionar a su cachorro, la mirada de Harry se suaviza—. Por cierto, ¿cómo está Andy?
—Está bien, con mi hermana —dice Louis con una sonrisa tierna—. Lottie tuvo que apresurarse y llegar por la madrugada debido a las circunstancias inesperadas, pero él no ha dejado de preguntar por ti.
Como si estuviera planeado, el teléfono de Louis vibra en su bolsillo. Lo saca, su sonrisa ensanchándose al ver el identificador de llamadas. —Hablando de ellos —dice, deslizando para contestar—. Hola, Lottie. ¿Sí? Está bien, estaré ahí en un minuto.
Termina la llamada y se vuelve hacia Harry, inclinándose para besarlo. —Vuelvo en un momento, amor.
Harry ladea la cabeza, la curiosidad brillando en sus ojos, pero no insiste. —Está bien —dice suavemente, observando cómo Louis desaparece por la puerta.
Al quedarse solo, Harry suspira satisfecho, sus dedos rozando el borde del nido. Su mirada se posa en el peluche de lobo que descansa cerca. Lo toma, abrazándolo con fuerza y enterrando su rostro en su suave pelaje. El aroma familiar; cálido, reconfortante e inconfundiblemente fuerte, lo envuelve como un abrazo. Harry realmente se siente seguro ahora.
Apenas unos minutos después, la puerta se abre de nuevo, y Harry levanta la mirada. Su aliento se atora cuando ve a Louis allí, con Andy en brazos. El rostro del cachorro se ilumina en cuanto ve a Harry, su cuerpo retorciéndose de emoción.
—¡Mami! —chilla Andy mientras Louis lo deja en el nido. El pequeño corre hacia adelante, lanzando sus brazos alrededor del cuello de Harry. Harry lo atrapa, sosteniéndolo con fuerza como si no se hubieran visto en días en lugar de solo uno.
—Mi cachorro estaba tan desesperado por verte —dice Louis, sentándose junto a ellos—. No dejaba de preguntar, así que tuve que traerlo. Pensé que ambos se necesitaban.
Harry presiona un beso en la cabeza de Andy, su corazón hinchándose. —Por supuesto que necesitaba a mi dulce bebé —murmura.
Andy se aparta lo suficiente como para mirar a Harry, su pequeño rostro lleno de preocupación. —Mami, ¿estás bien? Fue una noche muy, muy mala. Lo sentí.
Harry parpadea, su garganta apretándose. —¿Qué quieres decir, cielito?
Las pequeñas manos de Andy descansan en las mejillas de Harry, sus ojos grandes y sinceros. —Mis instintos de mi alfa interior —dice con solemnidad—. Me decían que necesitabas consuelo y ayuda. Me fui a dormir y tuve sueños feos donde estabas triste y asustado. Luego, papi no estaba, y la tía Lottie estaba conmigo, así que esperaba que papi hubiera ido a ayudarte. ¡Y lo hizo!
Andy frota su cabeza contra el pecho de Harry. —Pero también necesitaba venir aquí. Eres mi mami, y no me gusta cuando no estás bien. Me duele.
Las lágrimas se acumulan en los ojos de Harry ante las sinceras palabras de Andy, pero antes de que pueda decir algo, Louis interviene. Extiende la mano y acaricia el suave cabello de Andy. —Como te dije por teléfono, papi pudo ayudar y consolar a mami, así que ahora está bien. Solo tuvo una pesadilla, cachorro.
Harry asiente, con la voz suave. —Una pesadilla horrible —dice—. Una que me había estado atormentando por mucho tiempo. Pero gracias a tu papi, pude ahuyentar a los monstruos.
Andy sonríe al escuchar eso, pero de repente nota el enrojecimiento en la mejilla de Harry. Sus pequeñas cejas se fruncen, y se acerca para tocarla con delicadeza. —¿Qué pasó, mami? ¿Por qué tu mejilla está hinchada y rojita?
Harry duda, luego ofrece una pequeña sonrisa. —Oh, bueno, por esa pesadilla, creo que debí caerme de la cama y golpearme la cara. Pero no te preocupes, cariño, ya no duele. Ni un poquito.
Andy frunce el ceño, no muy convencido, y se inclina hacia adelante, presionando besos suaves y rápidos en la mejilla de Harry. —Voy a curarla con besitos —declara entre los mismos.
Harry suelta una risa entrecortada, abrazando a su cachorrito con fuerza. —Gracias, mi dulce bebé. Eso ayuda muchísimo.
Louis los observa, su corazón lleno, mientras Andy se acomoda en los brazos de Harry, completamente contento.
La atmósfera acogedora del dormitorio se interrumpe con un suave golpe en la puerta, y momentos después, Lottie entra equilibrando una bandeja con tazas humeantes de chocolate caliente, cuyo rico aroma llena el aire. Louis rápidamente se acerca a ella y toma la bandeja de sus manos para ayudar mientras Lottie sonríe a Harry.
—Harry —dice ella, su voz cargada de emoción mientras cruza la habitación para abrazarlo. Su contacto es cálido y protector, sus brazos rodeándolo con fuerza—. Estaba tan preocupada por ti, cariño.
Harry se apoya en el abrazo, su corazón hinchándose de gratitud. Puede notar por su tono y la forma en que lo está abrazando que Louis debió explicarle, al menos a grandes rasgos, lo que había sucedido. —Estoy bien ahora —la tranquiliza suavemente.
Andy, sentado en el nido, interviene con entusiasmo. —Mami está bien, tía Lottie, ¡pero tenemos que cuidarlo porque está lastimado en su mejilla! —Señala la cara de Harry, con sus pequeñas cejas fruncidas de preocupación.
Lottie se arrodilla a su nivel, pasando una mano cariñosa por su cabello. —Tienes toda la razón, Andy. Nos aseguraremos de que tu mami reciba todos los cuidados que necesita.
Louis distribuye las tazas, pasando una a Harry con una sonrisa gentil, luego entregando las otras a Andy y Lottie. Los bombones flotan en la superficie, derritiéndose lentamente en el cremoso chocolate caliente. Es un consuelo familiar, uno que todos aprecian en silencio después de una noche tan turbulenta.
La habitación se sumerge en un tranquilo silencio mientras todos beben, la paz es un contraste bienvenido con la tensión que los envolvía antes. Harry disfruta del calor de la taza en sus manos, la dulzura de la bebida lo calma aún más.
Cuando las tazas están vacías, Lottie se levanta y se sacude las manos. —Voy por las cosas que Louis me pidió que trajera, están en el auto —dice, mirando a su hermano.
Harry inclina la cabeza, curioso. —¿Qué cosas?
Louis coloca su taza vacía de nuevo en la bandeja y se sienta junto a Harry en el nido. —Solo algo de ropa para Andy y para nosotros. Pensé que sería agradable quedarnos aquí el fin de semana. Será bueno pasar tiempo juntos como familia.
El rostro de Andy se ilumina de emoción. —¡Yayyyy! —grita, rebotando un poco en su asiento—. ¡Estoy tan feliz! ¡Voy a quedarme con mami y papi en esta casa grande!
Harry sonríe, su corazón calentándose al ver la alegría de su cachorro. —Espera hasta que veas el jardín —dice, despeinando el cabello de Andy—. Es grande. Podemos jugar mucho allí.
Andy jadea, con los ojos abiertos como platos. —¿En serio? ¡Eso es genial! —Hace una pausa, inclinándose hacia Harry para susurrarle conspiradoramente—. Papi me dijo que esta casa también es mía. Bueno, nuestra. ¡Y que vamos a vivir aquí!
El pecho de Harry se llena de felicidad, el inmenso amor que siente por su pequeña familia le trae lágrimas a los ojos. —Tienes razón —susurra Harry de vuelta, presionando un beso en la sien de Andy—. Ahora es nuestro hogar.
Unos minutos después, Lottie regresa con las bolsas, entregándoselas a Louis. Mira su reloj y se detiene junto a la puerta. —Ahora que mi fin de semana está aparentemente libre otra vez —bromea con una sonrisa—, voy a mi tienda para ocuparme de algunas cosas. Pero si necesitan algo, lo que sea, solo llamen, ¿de acuerdo? Siempre estoy disponible.
Harry y Louis le agradecen, y ella se acerca para abrazar y besar a cada uno de ellos; comenzando con Andy, luego Harry, y finalmente Louis. —Cuídense unos a otros —dice suavemente, dándole a Harry un apretón extra en el hombro antes de irse.
Una vez que se ha ido, Louis recoge las tazas vacías en la bandeja. Harry se mueve, listo para levantarse y ayudar. —Déjame lavar eso —dice, empezando a apartar la manta del nido.
—Oh, no, no lo harás —dice Louis, negando con la cabeza firmemente—. Tú te quedas justo aquí en el nido.
—Louis —se queja Harry en tono juguetón, rodando los ojos—. No me trates como si estuviera terriblemente enfermo. Estoy bien, y puedo hacer las cosas normalmente.
Louis se inclina y besa la frente de Harry, silenciando cualquier protesta adicional. —Lo sé, mi amor, pero déjame hacer esto. Déjanos cuidarte, solo por un rato.
Andy interviene con entusiasmo, asintiendo enérgicamente. —¡Sí, mami! ¡Déjanos cuidarte!
Harry resopla, pero no puede evitar la pequeña sonrisa indulgente que se dibuja en sus labios. —Está bien. Pero no te excedas, Louis.
—Nunca. —Louis sonríe y mira a Andy. —Oye, cachorro, ¿por qué no ayudas a mami con la pomada para su mejilla mientras yo me encargo de estos platos? La dejé en el baño.
Andy está de pie en un instante, agarrando la mano de Harry con ambas manitas. —¡Vamos, mami! ¡Vamos a buscar la pomada!
Louis se inclina para darle un rápido beso a su omega en los labios antes de enderezarse.
—Gracias, alfa —murmura Harry suavemente, sus ojos llenos de afecto.
—Siempre —responde Louis, con su voz baja y firme.
Andy se ríe ante el intercambio, su risa burbujeante mientras tira de Harry hacia el baño. Louis los observa alejarse, su corazón hinchado de amor, antes de dirigirse abajo con la bandeja en mano.
Harry lleva a Andy al baño, y este toma el pequeño tubo de pomada colocado ordenadamente junto al lavabo, leyendo la etiqueta mientras regresan al nido. Instalándose cómodamente, Harry estudia las instrucciones en voz alta, con su voz suave y constante.
—"Aplique una capa delgada en el área afectada, dos o tres veces al día. Masajee suavemente hasta que se absorba por completo. Solo para uso externo" —lee Harry, haciendo una pausa para mirar a Andy. —"Evite el contacto con ojos, boca y heridas abiertas". Suena lo suficientemente simple.
Andy asiente con toda la seriedad de alguien que se toma muy en serio su nueva tarea. Inclina la cabeza, observando a Harry con atención. —Mami, creo que deberías recoger tus rizos para que pueda hacerlo mejor. Estorban un poquito.
—Tienes razón, cachorro —concede Harry con una sonrisa, alcanzando la goma para el cabello que siempre lleva en la muñeca derecha. Con habilidad, recoge sus rizos en un moño alto y desordenado, asegurándolos de manera suelta pero ordenada. —Listo.
Andy sube al nido junto a él, sosteniendo el pequeño tubo de pomada como si fuera un tesoro preciado. Lo destapa con cuidado, exprimiendo una pequeña cantidad en su dedo y examinándola críticamente. —Está bien, mami, quédate quieto.
Harry obedece, sentándose perfectamente quieto mientras Andy se acerca, sus manos pequeñas y suaves frotan la pomada en la mejilla de Harry con cuidado. Mueve los dedos en pequeños círculos, exactamente como Harry le había indicado, con la lengua sobresaliendo en señal de concentración. Cuando termina, se inclina hacia atrás, inspeccionando su trabajo.
Por un momento, Andy simplemente lo observa, con los ojos muy abiertos y en silencio. Harry parpadea, confundido. —¿Qué pasa, pequeño? ¿Hay algo en mi cara?
Andy sacude la cabeza solemnemente, con los labios entreabiertos por la admiración. —Mami —dice con voz baja y asombrada—, eres taaaan bonito.
Harry siente que sus mejillas se sonrojan, un calor extendiéndose hasta sus orejas. —Oh, basta —dice con una pequeña risa, restándole importancia.
Pero Andy no ha terminado. Sonríe ampliamente a Harry, su rostro lleno de pura admiración.
—¡No, de verdad! ¡Eres como una muñeca de verdad! ¡Una Barbie!
Harry jadea dramáticamente, empujando juguetonamente el hombro de Andy. —Vas a hacer que me sonroje aún más, pequeño adulador.
Andy se ríe, imperturbable. —¡Es verdad! ¡Tengo a la mami más bonita del mundo entero!
Incapaz de resistirse, Harry levanta a Andy en sus brazos, abrazándolo con fuerza. —Y yo tengo al cachorro más dulce y considerado del mundo —dice, su voz cargada de emoción.
Harry lleva a Andy al balcón, abriendo las puertas de vidrio para revelar la impresionante vista del patio y el jardín. La luz del sol ilumina los vibrantes verdes del césped y las flores de colores esparcidas por todo el lugar. La mandíbula de Andy se cae mientras lo observa todo.
—¡Guau! —exclama, presionando sus pequeñas manos contra la barandilla—. ¡Es tan grande! ¡Y tan verde! ¡Mami, mira todas las flores!
Harry sonríe, colocando una mano en el hombro de Andy. —Es hermoso, ¿verdad? ¿Qué te parece si hacemos un picnic ahí afuera? El día está soleado, y podríamos extender una manta y disfrutar de algunos bocadillos.
Andy gira hacia él, sus ojos brillando de emoción. —¡Sí! ¿Podemos? ¡Traje mi pelota y mi peluche de Pooh! ¡También podemos jugar!
—Eso suena perfecto —dice Harry, su corazón hinchándose ante el entusiasmo de Andy—. Pero primero, necesito cambiarme de pijama.
Andy inclina la cabeza. —Tía Lottie empacó un vestido bonito para ti en la maletita. ¡Papi lo escogió para ti!
Harry levanta una ceja, intrigado. —Oh, ¿de verdad? Vamos a verlo entonces.
Andy corre hacia la cama, señalando la pequeña maleta que Lottie había dejado allí. Harry se arrodilla junto a esta, abriéndola para encontrar un hermoso vestido rosa doblado cuidadosamente encima. La tela es suave y ligera, perfecta para un día al aire libre. El vestido es largo, con una abertura en un costado que dejaría ver un poco de su pierna al caminar. La falda suelta y fluida haría fácil sentarse o acostarse cómodamente.
Harry acaricia la tela con aprecio. —Pues esto es encantador, ¿no? —Le sonríe a Andy—. Muy bien, cachorro. Quédate en el nido mientras voy a cambiarme.
Andy asiente obedientemente, subiendo de nuevo al nido mientras Harry se dirige al baño con el vestido en mano. Se cambia rápidamente, deslizándose en el vestido y admirando lo cómodo y ligero que se siente. Dejando sus rizos recogidos en el moño, se pone sus viejos Vans blancos, los que llevaba el día anterior, y regresa a la habitación sintiéndose ligero y feliz.
Pero esta vez no solo Andy lo espera. Louis está cerca de la cama, con los brazos cruzados y una sonrisa conocedora en los labios. Su mirada recorre a Harry, llena de orgullo y admiración.
—Tienes toda la razón, cachorro —dice Louis, dirigiéndose a Andy con una sonrisa—. Tienes a la mami más bonita de todas.
Harry siente cómo el rubor sube por su cuello una vez más. —Ay, ustedes dos ya basta —dice suavemente, pero su sonrisa delata lo complacido que está.
Louis cruza la habitación, jalando a Harry para un beso dulce y suave. Es el tipo de beso que hace que Harry se sienta querido y adorado. Cuando se separan, Louis apoya su frente contra la de Harry. —¿Qué necesitas que haga, amor? —murmura. —Mi cachorro me contó los planes, y creo que son perfectos para pasar la tarde del sábado.
Harry le sonríe. —Busca una manta grande y cómoda y extiéndela en el jardín. Ayuda a Andy a llevar sus cosas también. Yo iré a la cocina a ver qué bocadillos puedo preparar.
Louis se aparta lo justo para esbozar una sonrisa pícara. —Lo que tú digas, mi omega —bromea, ganándose un leve manotazo en el brazo por parte de Harry.
Andy se ríe desde el nido, claramente encantado con la interacción. Con las tareas decididas, se mueven para dar vida a los planes del día, su pequeña familia unida por la emoción.
Harry tararea suavemente mientras entra a la cocina, sus ojos recorriendo el mostrador y las bolsas de compras que Louis trajo más temprano. Sonríe al ver pan fresco, verduras crujientes y carnes frías empacadas cuidadosamente. Decidiendo mantener el menú del picnic simple pero delicioso, Harry saca una variedad de ingredientes: jamón, queso crema, pepinos, lechuga, tomates cherry y aguacates.
Corta el pan y decide preparar tres tipos de sándwiches. Para el primero, unta una capa generosa de queso crema en el pan, agrega finas rodajas de pepino y lo termina con una pizca de eneldo para darle frescura. El segundo es un clásico de jamón y queso, pero Harry le añade su toque personal con una capa de espinacas tiernas y una rodaja delgada de tomate. El tercero es una opción ligera y saludable: aguacate machacado, sazonado con un toque de limón y una pizca de sal, coronado con lechuga crujiente y mitades de tomate cherry.
Cada sándwich es cortado en triángulos perfectos y dispuesto en una bandeja. Harry los acomoda con cuidado, alternando las variedades para que la presentación sea colorida y atractiva. Justo cuando coloca el último sándwich en su lugar, Louis entra, secándose las manos en sus jeans.
—La manta ya está lista —anuncia Louis, apoyándose en el marco de la puerta. —Nuestro cachorro ya está afuera, brincando y esperando. —Sus ojos se detienen en la bandeja de sándwiches, y sus cejas se levantan con aprobación. —Se ven elegantes, amor. ¿Hay algo en lo que pueda ayudar?
Harry sonríe por encima de su hombro. —Sí, de hecho. Lleva esta bandeja afuera mientras preparo agua de sandía. Hay una grande sobre la barra que voy a cortar.
Louis toma la bandeja con ambas manos, echando un vistazo a los sándwiches perfectamente arreglados. —Como tú digas, mi dulce esposa —bromea antes de salir.
Harry se ríe, dirigiendo su atención a la sandía. Acerca una tabla de cortar y corta la fruta, revelando su jugosa pulpa roja. Con cuidado, corta la mitad en trozos pequeños para picar, colocándolos en un tazón, y la otra mitad la licúa hasta obtener un jugo suave y refrescante. Agrega un toque de limón y unas hojas de menta, luego vierte el agua de sandía en un frasco grande de vidrio.
Cuando Louis regresa, Harry le entrega el tazón de fruta, platos, vasos y servilletas. —Lleva esto también, por favor. Yo iré detrás de ti con las bebidas.
Louis no lo duda, equilibrando todo en sus brazos con una facilidad practicada. —Lo que quieras, amor —dice, guiñándole un ojo a Harry antes de desaparecer por la puerta nuevamente.
Cuando Harry toma el frasco de agua de sandía y un juego de vasos, sale y encuentra a Louis y Andy esperando ansiosos. El jardín está bañado por la luz del sol, con la manta extendida en un rincón acogedor bajo la sombra de un gran árbol. Andy corre hacia él, con los brazos extendidos.
—¡Mami! ¡Por fin llegaste!
—Te dije que no tardaría —dice Harry, con calidez en la voz. Coloca el frasco en su lugar, y Andy inmediatamente comienza a tirar de él hacia la manta.
Los tres se acomodan, con la bandeja de sándwiches en el centro. Louis toma el primer bocado, masticando pensativo antes de soltar un gemido exagerado. —Harry, estos son increíbles. Creo que te has superado en la cocina. Otra vez.
—¡Sí, mami! —añade Andy, con sus pequeñas manos ya alcanzando otro sándwich. —¡Son tan ricos!
Harry se ríe, sus mejillas sonrojándose ante los cumplidos. —Son solo sándwiches —dice con modestia.
—No son solo sándwiches —replica Louis—. Son gourmet.
Entre bocados de fruta y sorbos de la refrescante agua de sandía, charlan y ríen, disfrutando del calor del sol y la suave brisa. Andy, siempre curioso, se levanta para explorar las flores que adornan el jardín. Regresa con un puñado de pequeñas flores, su rostro iluminado por la emoción.
—¡Mami, mira! ¡Estas son para ti!
Harry acepta las flores con una suave sonrisa, su corazón hinchándose. —Gracias, bebé. Son hermosas.
Andy se sienta a su lado, clasificando las flores con la ayuda de Louis. Juntos, confeccionan una delicada corona de flores, entrelazando cuidadosamente los tallos. Una vez terminada, la colocan suavemente sobre la cabeza de Harry, ajustándola perfectamente alrededor de su moño alto.
—Pareces una princesa de verdad —declara Andy con orgullo.
Louis sonríe, recostándose sobre sus manos mientras admira a Harry. —La princesa más bonita —coincide, con la voz llena de afecto.
Harry se ríe, acariciando la corona con los dedos. —Ustedes dos son imposibles —dice, aunque la alegría en sus ojos traiciona sus palabras.
A medida que la tarde avanza, Louis y Andy empiezan a jugar un poco de fútbol en el amplio jardín. Louis guía a Andy con cuidado, sujetándolo por los regordetes brazos mientras ambos persiguen el balón juntos. Las risas de Andy resuenan brillantes y despreocupadas mientras patea el balón, con Louis animándolo a cada intento.
Desde la manta, Harry los observa con una sonrisa de satisfacción, aplaudiendo y vitoreando cada jugada de Andy. El peluche de Pooh está a su lado, como si también estuviera viendo, y Harry no puede evitar sentir una profunda sensación de paz.
De vez en cuando, Louis lo mira por encima del hombro, dedicándole una sonrisa o lanzándole un beso al aire. En un momento, Louis saca su cámara Polaroid y toma fotos espontáneas de Harry descansando con su corona de flores, de Andy pateando el balón, y de los tres juntos.
Cuando el sol comienza a esconderse tras el horizonte, pintando el cielo con tonos suaves de rosa y naranja, deciden que es hora de volver a entrar. Louis se sacude los jeans y se gira hacia Harry y Andy.
—Vayan ustedes dos arriba —dice con un tono suave—. Yo recogeré todo aquí y los alcanzaré en un momento.
Harry duda, mirando los restos del picnic. —¿Estás seguro? Puedo ayudarte.
—Seguro —insiste Louis, inclinándose para besar la frente de Harry—. Vayan. No tardaré.
Con un asentimiento agradecido, Harry toma la mano de Andy y lo guía de regreso a la casa mientras Louis empieza a recoger sus cosas, guardando en su corazón el recuerdo de una tarde perfecta.
Arriba, Andy sujeta con fuerza la mano de Harry, dando pequeños pasos emocionados mientras entran al dormitorio. —Mami —dice, mirándolo hacia arriba con el rostro iluminado de felicidad—. Esta fue la mejor tarde de toooda mi vida.
Harry siente cómo su pecho se llena de calidez, la sinceridad de las palabras de Andy dibujando una sonrisa fácil en sus labios. Se arrodilla para estar a la altura de Andy y aparta un mechón rebelde del rostro de su hijo. —¿Sabes algo, pequeñito? También fue la mejor tarde de mi vida.
Andy sonríe, pero de repente su expresión cambia como si hubiera recordado algo importante.
—¡Espera! ¡Tengo que hacer algo! —Corre hacia la mesita de noche y agarra el pequeño tubo de pomada que Harry había dejado ahí más temprano. Al girarse, lo sostiene triunfante. —¡Recuerda que necesitas más de esto para tu mejilla, mami! Yo te ayudo.
Harry se ríe suavemente y se sienta con las piernas cruzadas en el suelo. —Está bien, enfermero Andy, estoy listo.
Andy desenrosca la tapa con mucho cuidado, concentrado, y con sus pequeños dedos saca un poco de pomada. La aplica con un toque suave, mientras saca la lengua en señal de enfoque mientras la esparce por la mejilla de Harry. Cuando termina, coloca un beso ligero en la punta de la nariz de Harry.
—¡Listo! Ya estás mejor —dice Andy con orgullo.
Harry suelta una risita, envolviendo a Andy en un abrazo. —Eres el mejor ayudante, ¿lo sabías?
Andy asiente con seriedad. —Lo sé. Ahora, ¿podemos ponernos la pijama?
—Buena idea. —Harry se levanta y se dirige al baño para cambiarse. Mientras cierra la puerta, sus dedos se detienen sobre la corona de flores que todavía descansa delicadamente en su cabeza. No quiere quitársela, pero sabe que no sobrevivirá la noche. Con cuidado, la retira y la coloca en el tocador, una pequeña sonrisa asomándose a sus labios mientras decide guardarla en lugar de desecharla.
Una vez cambiado, Harry ayuda a Andy a ponerse su pijama, ambos riendo mientras se enfrentan a los botones y las mangas. Se cepillan los dientes juntos, con el reflejo de Andy en el espejo imitando cada movimiento de Harry. Cuando terminan, Harry toma las pequeñas manos de Andy entre las suyas y lo guía de regreso al dormitorio.
Comienza a arreglar el nido, esponjando almohadas y ordenando las mantas, cuando la puerta se abre con un suave crujido. Louis entra, su presencia cálida y siempre reconfortante.
—Hola —saluda Harry con una sonrisa—. Estábamos pensando en ver una película mientras llega la hora de dormir. ¿Te vas a poner el pijama o-?
Louis duda, su expresión suavizándose. —En realidad —dice con cuidado—, tengo algo que atender. Regreso más tarde.
Las cejas de Harry se fruncen en confusión. —¿Algo que atender?
Andy levanta la mirada, su atención moviéndose entre sus padres. —¿Qué es, papi? ¿Qué tienes que hacer?
Louis se agacha junto a Andy, pasándole los dedos por el cabello. —Solo cosas de adultos alfa, cachorro. Nada de qué preocuparse. —Le da un beso en la frente. —Confío en que cuides de mami mientras no estoy. ¿Puedes hacer eso por mí?
Andy asiente con solemnidad. —Sí, papi. Cuidaré muy bien de mami.
—Ese es mi buen cachorro. —Louis despeina el cabello de Andy antes de ponerse de pie.
Harry, sin embargo, siente una realización inquietante asentarse en su pecho. Su mente se acelera mientras intenta unir las piezas de lo que Louis podría estar planeando. —Andy —dice suavemente—, elige una película para nosotros, ¿sí? Solo voy afuera a despedirme de papi.
—Está bien, mami. —Andy agarra el control remoto, sus pequeños dedos desplazándose por las opciones en la televisión mientras Harry sigue a Louis fuera de la habitación.
En el pasillo, Harry cierra la puerta tras de sí y se gira hacia Louis. —¿Vas a hacer lo que creo que vas a hacer?
Louis exhala, su mandíbula apretándose. —No estoy seguro de qué quieres decir, amor.
—No me mientas, Louis. —La voz de Harry tiembla, la preocupación evidente en sus ojos verdes—. Si vas a enfrentarlo... por favor, no... no lo hagas. No puedo...
—Harry —interrumpe Louis con suavidad, colocando sus manos sobre los hombros de Harry—. No quiero que te preocupes.
—¿Cómo esperas que no lo haga? —La voz de Harry se quiebra, su miedo desbordándose—. Todo lo que tiene que ver con Robert me asusta. Es peligroso, Louis. No quiero que estés allá afuera enfrentándolo. ¿Y si te hace daño? ¿Y si—?
Louis lo atrae hacia un abrazo firme, presionando un beso en su sien. —Amor, ya hemos hablado de esto. Ese desperdicio de alfa te tocó. Te hizo daño. Eso es un maldito crimen, y no se va a salir con la suya.
—Pero-
—No. —Louis se aparta lo justo para mirar a Harry a los ojos. —Tengo gente conmigo que sabe cómo manejar esto. No estoy solo. ¿Y legalmente? —Esboza una ligera sonrisa, su confianza inquebrantable—. Soy el mejor abogado de Londres, ¿recuerdas?
A pesar de su miedo, Harry siente un destello de diversión ante el humor de Louis. Pero es fugaz, y sus manos se aferran a la camisa de Louis. —No quiero venganza. Te quiero aquí, a salvo. Conmigo.
Louis toma el rostro de Harry entre sus manos, su pulgar acariciando su mejilla. —Estaré a salvo, Harry. Lo prometo. Pero no puedo dejar que ese idiota siga viviendo su vida como si nada hubiera pasado. Te hizo daño, y podría hacerle daño a alguien más. Eso no va a pasar si puedo impedirlo. Y lo haré.
Los labios de Harry tiemblan, pero asiente con desgana. —Solo... por favor, ten cuidado.
—Lo tendré. —Louis se inclina, capturando los labios de Harry en un beso profundo y prolongado. Cuando se separan, apoya su frente contra la de Harry. —Te amo.
—Yo también te amo —susurra Harry, su voz apenas audible.
Louis da un paso atrás, su mano quedándose un momento más en la de Harry antes de girarse y dirigirse escaleras abajo. Harry lo observa irse, su corazón pesado tanto de amor como de preocupación. Se queda en lo alto de las escaleras hasta que escucha el clic de la puerta principal cerrándose, luego respira hondo y regresa al dormitorio.
Andy levanta la mirada desde la televisión, su pequeño rostro iluminándose. —¡Mami! ¡Encontré una película!
Harry fuerza una sonrisa, metiéndose en el nido junto a su hijo. —Buena elección, bebé. Vamos a verla juntos.
Mientras la película comienza, Harry envuelve sus brazos alrededor de Andy, abrazándolo con fuerza. En el fondo, sabe que Louis cumplirá su promesa y regresará a salvo. Aun así, reza en silencio por la seguridad de su alfa, aferrándose a la esperanza de que su pequeña familia estará bien.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top