Capitulo 29

El silencio en la casa se siente como la calma antes de la tormenta. Harry permanece congelado en el borde de la cama, con las rodillas recogidas contra su pecho, mientras Niall se mantiene a su lado, tenso y alerta. El teléfono de Harry deja de vibrar, dejando solo el sonido de su respiración errática llenando la habitación.

Entonces viene el estruendo.

Un fuerte y estridente crujido resuena en la casa, seguido por el sonido de la puerta principal abriéndose de golpe. Harry se sobresalta violentamente, sus manos volando hacia su boca para ahogar un grito. Niall se pone de pie de un salto, sus ojos abriéndose de par en par mientras se vuelve hacia el pasillo.

—¿Qué demonios fue eso? —La voz cortante de Hugh rompe la tensión, seguida de pasos apresurados tras el sonido de la puerta rota.

—¡Harry! —La voz de Louis resuena, ronca y cruda, cargada de desesperación.

Harry jadea, encogiéndose aún más sobre sí mismo. —Oh, Dios mío —susurra, su voz temblorosa.

—Está bien —dice Niall rápidamente, agachándose junto a él y sujetando su mano con fuerza—. Está bien, Harry. Hugh se encargará. Louis no va a entrar aquí si tú no lo quieres.

Pero el sonido de las voces alzándose en el pasillo dice lo contrario.

—¿Qué demonios estás haciendo, hombre? —La voz de Hugh, firme e implacable, se escucha en el corredor—. ¡No puedes simplemente irrumpir en la casa de alguien de esta forma!

—¿Dónde está? —ladra Louis, su tono cargado de frustración y miedo—. Sé que está aquí. ¡No intentes detenerme!

—Te detendré si es necesario —responde Hugh con dureza—. Esta es su casa. ¡No puedes entrar aquí como un alfa salvaje!

El corazón de Harry se aprieta dolorosamente al oír el tono de sus voces, el peso de la desesperación de Louis es inconfundible. Sus manos tiemblan mientras se aferra al brazo de Niall, una parte primitiva de él está aterrorizada pero al mismo tiempo anhela ir hacia Louis, calmarlo, decirle que está bien.

—¡Mantente al margen de esto! —gruñe Louis—. ¿Crees que vas a detenerme? No sabes nada de mí. Lo sentí ¿entiendes? Sentí a mi omega. Sé que algo está mal ¡Harry! —Louis lo llama de nuevo, más fuerte esta vez, y todo el cuerpo de Harry se tensa al escuchar su nombre.

Niall mira hacia la puerta, con la mandíbula apretada, antes de volverse hacia Harry. —No se va a ir —dice suavemente pero con firmeza—. ¿Lo sabes, verdad? Destruirá este lugar antes de irse.

Harry entierra el rostro entre sus manos. —No puedo hacer esto —balbucea, su voz ahogada.

—Sí puedes —dice Niall, apretando su mano en un gesto tranquilizador—. Puedes hacerlo, Harry. Tienes que hacerlo.

A través del alboroto, las voces de Hugh y Louis se intensifican.

—¿Por qué demonios sigues en mi puto camino? —Louis gruñe, su tono goteando posesividad.

—¿Por qué demonios no te has calmado? —replica Hugh, sin impresionarse por la actitud de Louis.

—No me pongas a prueba —advierte el alfa—. No me iré sin ver a mi omega.

—Y yo no te dejaré acercarte a él hasta que sepa que no vas a empeorar las cosas.

Niall suspira, pasándose una mano por el rostro. 

—Malditos alfas —murmura entre dientes. Volviendo a Harry, habla con urgencia, su tono a la vez alentador y firme—. Escúchame, Harry. No puedes seguir escondiéndote de esto. Si quieres alejarlo, si estás listo para terminar con él y Andy para siempre, está bien. Pero no puedes hacerlo así. Tienes que decírselo cara a cara, no dejarlo ahí afuera, destrozándose intentando averiguar qué hizo mal o qué demonios pasó cuando se suponía que este sería el mejor fin de semana para ustedes.

Harry sacude la cabeza, su voz temblando mientras susurra: —No sé si pueda...

Niall se inclina más cerca, su mirada firme y llena de convicción. —Sí puedes. Y deberías. Tienes que hacerlo. Nada de esto; este dolor, este miedo, esta culpa, nada de esto es justo para ninguno de los dos. Tú no lo mereces, y él tampoco. Te estás torturando, y él está allá afuera torturándose también, pensando que de alguna manera te falló.

Las lágrimas corren por el rostro de Harry, y aprieta la mano de Niall con fuerza, sus nudillos blancos.

La voz de Niall se suaviza, pero sus palabras llevan un peso que se asienta profundamente en el pecho de Harry. —Sé que se aman. Lo sé. Eso está más que claro. No se va a ir, Harry. Pase lo que pase, no importa lo que le digas, no se irá. Así que deja de huir de esto. Respira, cálmate y habla con él. Dile la verdad. Déjalo entrar o déjalo ir; pero no sigas castigándolos a los dos de esta manera.

Harry asiente débilmente, su respiración acelerándose mientras el pánico vuelve a inflamarse en su pecho. —Esto va a tomar... todo de mí —susurra, su voz temblorosa—. Cada parte de mí. Nunca me había sentido tan asustado.

—Eres valiente —dice Niall con sencillez, su voz firme y llena de certeza—. Más valiente de lo que crees.

Harry sorbe por la nariz, limpiándose las mejillas con dedos temblorosos. —Yo... lo siento aquí —admite en voz baja, casi como si las palabras fueran solo para sí mismo y no para Niall. Se presiona una mano contra el pecho, sus ojos abiertos y llenos de asombro—. Siento a mi alfa dentro de mi pecho. Nunca... —Su voz se quiebra, y sacude la cabeza, tratando de encontrar las palabras correctas—. Nunca he sentido esto antes. Es... es diferente. Más fuerte. Como si...

Los labios de Niall se curvan en una ligera sonrisa, aunque sus ojos permanecen serios. —Como si estuvieran destinados el uno para el otro —completa por él.

Harry asiente, una lágrima rodando por su mejilla. 

—Me asusta —admite—. Pero ahora todo tiene sentido. Por qué sintió mi dolor. Por qué puedo sentir su preocupación. Es... es más de lo que pensé que era.

La sonrisa de Niall se ensancha ligeramente. —Entonces ya sabes lo que tienes que hacer.

Harry respira temblorosamente, su pecho subiendo y bajando mientras intenta calmarse. 

—Estoy tan avergonzado —susurra—. No sé cómo mirarlo después de todo esto. Después de todo.

—Lo descubrirás tú solo —dice Niall con confianza. Aprieta la mano de Harry una última vez antes de levantarse—. Voy a hablar con él; calmarlo un poco antes de que rompa esta puerta también. Pero nada va a detenerlo de llegar a ti. ¿Lo sabes, verdad?

Harry asiente débilmente, su labio inferior temblando.

—Bien —dice Niall—. Ahora respira, cálmate y prepárate para enfrentarlo. Todo estará bien. Puedes hacerlo.

Cuando Niall se gira para salir de la habitación, Harry susurra: —Gracias, Ni. No sé qué haría sin ti.

Niall mira hacia atrás, su expresión se suaviza. —Cuando quieras, bonito. Ahora voy a lidiar con tu alfa antes de que derrumbe esta casa.

Sale de la habitación, dejando a Harry solo con sus pensamientos acelerados, su corazón latiendo con fuerza y el innegable tirón de su conexión con Louis.

Cada músculo de su cuerpo está tenso, sus sentidos hiper alertas al bajo murmullo de las voces afuera. La presencia de Louis se siente como una tormenta a punto de desatarse, su energía cruda y abrumadora, vibrando en el aire como una carga eléctrica.

—No puedo creer que rompieras la maldita cerradura, Louis —la voz aguda de Niall corta el silencio—. ¿Has perdido la maldita cabeza?

—Tenía que hacerlo —responde Louis, su tono salvaje, desesperado y tembloroso. Su voz se quiebra mientras añade—: Estoy desesperado. ¿No lo entienden? Lo sentí, Niall. Sabía que algo andaba mal. Sé que algo está mal. ¿Por qué carajos no me dejan verlo?

Sus palabras atraviesan el pecho de Harry, cargadas de una mezcla de agonía y amor tan potente que Harry deja escapar un leve jadeo, aferrándose al tejido de su camisa como si pudiera mantener unido su frágil corazón. La voz de Louis es frenética, como una presa a punto de romperse, temblando con lágrimas contenidas. Harry también lo siente: el miedo de Louis, su dolor, su frustración; todo rebota dentro de él como si fueran uno solo.

—¿Crees que romper su puerta como un perro salvaje es lo que necesita ahora mismo? —responde Niall, su tono regañón pero firme. Harry puede imaginarse a su amigo erguido, sacando fuerza y resistencia de la seguridad que el embarazo suele dar a los omegas—. No estás ayudando irrumpiendo aquí de esta manera. ¿Te das cuenta de lo aterrador que debió sonar eso?

—¡Joder, lo siento! —grita Louis, su voz quebrándose ligeramente, el nudo en su garganta audible—. Pero, ¿qué demonios esperas que haga? ¿Pretender que no lo siento destrozándose? ¿Pretender que no siento que lo estoy perdiendo? —Su voz baja, cruda y temblorosa—. ¿Qué mierda está pasando, Niall? ¿Por qué están ustedes aquí y no yo? ¿Por qué está con ustedes y no conmigo? Me estoy volviendo loco. Te lo suplico: por favor, deja de mantenerme alejado de él.

El sabor a cobre llena la boca de Harry mientras muerde su labio con fuerza, las lágrimas corriendo por sus mejillas. La culpa lo aplasta, una ola de angustia que se siente casi insoportable. Si hubiera hablado antes, si hubiera confiado en Louis lo suficiente como para compartir la verdad, nada de esto estaría ocurriendo. Louis no estaría ahí fuera, desmoronándose frente a todos.

—Louis —dice Niall, su voz suavizándose ligeramente, con un tono más gentil—. Escúchame. Él está bien. No lo habría dejado solo en su habitación si no lo estuviera.

—Entonces déjame verlo —responde Louis, con la voz entrecortada.

—No está bien de la forma en que esperas —dice Niall con cuidado, su tono casi suplicante—. Algo pasó, algo que ha estado pesando sobre sus hombros y atormentándolo durante mucho tiempo. Y sí, necesitan hablar. Ambos lo necesitan. Pero tienes que entrar ahí con paciencia. Con amabilidad. Con el mismo amor y respeto que siempre le has mostrado.

Harry escucha a Louis inhalar bruscamente, el sonido tembloroso, como si estuviera tratando de calmarse.

Niall continúa, su tono serio y deliberado. 

—No puedes entrar ahí exigiendo respuestas o actuando como un toro en una tienda de porcelana. Necesitas escuchar. Él ya está frágil, Louis, y lo que más necesita de ti ahora es empatía. ¿Puedes hacer eso?

Sigue un largo silencio. Harry cierra los ojos con fuerza, esforzándose por escuchar cualquier señal de la respuesta de Louis. No hay nada, solo murmullos apagados que no alcanzan sus oídos.

Entonces, la puerta de su habitación se abre por completo, y Niall entra, seguido de cerca por Hugh. Ambos llevan expresiones suaves y tranquilizadoras, aunque la mandíbula de Niall sigue marcada por la determinación.

—Bien —dice Niall, acercándose a Harry. Se agacha y lo envuelve en un fuerte abrazo, sosteniéndolo con fuerza—. Vas a estar bien —murmura, mientras frota círculos reconfortantes en la espalda de Harry—. Ese alfa allá afuera... mataría por ti. Confía en él.

Harry se aferra a Niall por un momento, sus lágrimas empapando el hombro de su amigo. No puede hablar, así que solo asiente, su pecho subiendo y bajando con respiraciones superficiales.

Niall se aparta y toma el rostro de Harry con suavidad. —Tú puedes con esto, bonito. Te lo prometo, todo estará bien. Déjalo entrar en tu alma, ¿sí? Él merece escuchar la verdad de ti.

Hugh da un paso adelante y envuelve a Harry en un cálido y firme abrazo. —Estaremos atentos —dice con firmeza, su voz tranquila pero decidida—. Llámanos si necesitas algo, lo que sea, ¿de acuerdo?

Harry asiente de nuevo, su voz atrapada en su garganta.

—Respira —Niall le instruye mientras se pone de pie—. Recuerda, eres más fuerte de lo que crees.

Con eso, los dos salen de la habitación. Harry escucha sus pasos alejándose por el pasillo, seguidos por el suave sonido de la puerta principal abriéndose y cerrándose.

Y entonces, nuevamente, el silencio.

Louis está justo fuera de su dormitorio ahora, su presencia inconfundible. Harry puede sentirlo: sus emociones, su desesperación, su amor. Llena el aire, envolviendo a Harry como una segunda piel.

Harry inhala profundamente, sus manos temblorosas agarrándose al borde de la cama mientras se prepara para lo que está por venir.

La puerta del dormitorio se abre con un leve crujido, y la respiración de Harry se detiene en su garganta. No se mueve, congelado mientras Louis entra en la habitación. Lo primero que Harry nota es el peso en los hombros de Louis, algo pesado e inquebrantable se aferra a él, apagando el brillo que Harry usualmente ve en sus ojos. Louis parece destrozado. Su sudadera cuelga suelta en su cuerpo, negra como las ojeras bajo sus ojos rojos e hinchados. Su ceño está fruncido de una manera que parece permanente, y sus labios están apretados en una delgada línea temblorosa, como si estuviera tratando de mantenerse entero.

Harry traga saliva, su corazón apretándose dolorosamente. El Louis frente a él no es el alfa imponente y despreocupado que lo había besado hace solo unas horas, que le había prometido días interminables de calidez y seguridad. No; este Louis está desesperado y al borde de derrumbarse. 

Este Louis ha sufrido por su culpa.

Se miran durante un momento, el silencio se estira como un cable tenso, lleno de todo lo que necesitan decir pero no pueden. La visión de Harry se nubla cuando las lágrimas llenan sus ojos, y cuando nota el brillo en la mirada de Louis, se vuelve insoportable.

De repente, ambos se mueven.

Harry no recuerda decidir ponerse de pie, pero está fuera de la cama en segundos, lanzándose a los brazos de Louis. Louis lo atrapa sin esfuerzo, sus fuertes brazos envolviendo a Harry como si fuera lo más natural del mundo. Harry se aferra a él, sus brazos alrededor del cuello de Louis, sus piernas instintivamente enroscándose alrededor de su cintura. Louis lo sostiene como un salvavidas, presionando a Harry contra él como si intentara fundir sus cuerpos en uno solo.

Un sollozo estalla en el pecho de Harry, fuerte y crudo, y Louis entierra su rostro en sus rizos. 

—Estoy aquí, mi amor —murmura suavemente, su voz temblorosa pero segura—. Estoy aquí. Te tengo. Te tengo, cariño.

Las palabras de Louis se filtran en la piel de Harry como un bálsamo. El aroma a canela de Louis, calmante, estabilizador, suyo, inunda los sentidos de Harry, cubriéndolo como una manta. Llora con más fuerza, sus lágrimas empapando el cuello de la sudadera de Louis, y Louis solo lo sostiene más fuerte, murmurando más palabras suaves de consuelo.

—Estoy aquí. —Le da un beso en la parte superior de su cabeza—. Todo está bien, amor. —Otro beso, este más prolongado—. No voy a irme a ninguna parte.

Parece una eternidad antes de que Louis lo baje lentamente al suelo. Incluso entonces, Louis no lo suelta. Sus manos se elevan para enmarcar el rostro de Harry, sus pulgares acariciando suavemente bajo sus ojos llenos de lágrimas. Las piernas de Harry se sienten como gelatina, y se aferra a las mangas de la sudadera del alfa para mantenerse firme.

Pero entonces Louis se detiene en seco.

Harry nota el cambio de inmediato; la forma en que las fosas nasales de Louis se ensanchan, la manera en que sus ojos se oscurecen y se afilan como los de un depredador. Su mirada baja hacia la mejilla de Harry, su mandíbula apretándose tan fuerte que Harry teme que se rompa.

—¿Quién...? —La voz de Louis es baja, un gruñido retumbante que hace que el vello en la nuca de Harry se erice—. ¿Quién diablos se atrevió a tocarte?

Harry se estremece ante la fuerza repentina en el tono de Louis, pero este se suaviza casi de inmediato, sus pulgares siguen acariciando su piel con ternura, a pesar de la rabia que vibra a través de su cuerpo. 

—Harry —suplica Louis, su voz quebrándose mientras busca en su rostro—. Por favor. Dime qué pasó. Yo... —Su pecho se eleva y cae, y parece estar al borde de perder el control—. Voy a volverme loco si no me lo dices, joder.

El mentón de Harry tiembla, sus ojos se cierran con fuerza mientras nuevas lágrimas caen. La preocupación de Louis, su amor, impregna cada palabra, y solo hace que Harry se sienta más pequeño, más avergonzado.

—Lo siento —susurra Harry con voz quebrada. Su voz se quiebra mientras lo repite una y otra vez—. Lo siento. Lo siento.

—Hey, hey, no. —Las manos de Louis inclinan suavemente el rostro de Harry hacia arriba, sus pulgares limpiando las lágrimas mientras caen. Su voz es más suave ahora, llena de dolor—. No digas eso, mi dulce omega. No tienes nada de qué disculparte. —Se inclina, presionando su frente contra la de Harry, y Harry lo siente estremecerse—. ¿Qué pasó, cariño? ¿Quién te hizo tanto daño? ¿Quién se atrevió a poner sus asquerosas manos sobre ti, mi amor?

La garganta de Harry se aprieta, las palabras atascándose como astillas. Sacude la cabeza, abrumado por la vergüenza. —Estoy... tan avergonzado —logra decir entrecortadamente—. Estoy tan roto, Louis. Lo siento. Siento mucho que Robert me haya arruinado.

El nombre escapa antes de que Harry pueda detenerlo, y siente que Louis se pone rígido al instante. El alfa se aleja ligeramente, sus ojos azules ardiendo mientras examinan el rostro de Harry.

—¿Robert? —repite Louis el nombre lentamente, como si fuera veneno en su boca.

Harry se estremece, sus manos temblando mientras se aferra a la sudadera de Louis. —Mi ex-alfa —susurra, apenas capaz de sostener la mirada de Louis.

El pecho de Louis sube y baja con respiraciones cortas y agitadas, y Harry puede ver la batalla desarrollándose en su rostro: la furia, el horror, la necesidad desesperada de saber.

—¿Qué te hizo ese maldito? —La voz de Louis está tensa, peligrosamente calmada, pero sus manos permanecen firmes y gentiles mientras sostienen las mejillas de Harry—. ¿Por qué... por qué volvería para atormentarte?

Harry abre la boca, pero no salen palabras. El peso de todo; la verdad, el pasado, Robert, se asienta como una piedra en su pecho. No puede mirar a Louis, no puede enfrentar la tormenta en sus ojos.

Louis parece darse cuenta de esto, porque sus manos bajan para sostener los hombros de Harry en su lugar, sus pulgares aún están acariciando suavemente sus clavículas. 

—Está bien —dice Louis suavemente, aunque su propia voz tiembla—. Confía en mí, amor. Confía porque necesito entender qué fue lo que te pasó.

El labio de Harry tiembla, sus lágrimas nublan la imagen de Louis mientras lo mira. —No sé cómo —admite con voz rota—. Duele demasiado.

Louis se inclina de nuevo, presionando un beso suave en la frente de Harry. —Entonces déjame ayudarte a llevarlo, a cargar con ello —susurra contra su piel—. Ya no tienes que hacer esto solo, amor.

—Perdóname —balbucea Harry de nuevo, cerrando los ojos con fuerza—. Por no poder darte lo que mereces. Estoy roto, Louis. Estoy roto, y no puedo... —Su voz vacila, pero cuando mira hacia arriba, sus ojos verdes están llenos de un dolor que parece devorarlo por completo—. Deberías irte. Deberías encontrar a alguien más. Alguien que no esté...

—Ya basta. Detente. —La voz de Louis se quiebra al interrumpirlo, pero Harry no lo escucha.

—Alguien que no sea como yo —continúa Harry, las lágrimas goteando de su barbilla. Sus manos se aferran al dobladillo de su camisa, torciendo la tela de una manera que hace que el corazón de Louis se rompa aún más—. Alguien que te haga sentir orgulloso de ser un alfa, porque yo...

—¡Harry, basta! —La voz de Louis se eleva, aguda y desesperada, sus manos apretándose a sus costados para evitar temblar.

Harry se estremece ante el volumen, sus ojos abiertos de par en par, asustados, pero Louis ya está dando un paso adelante. Toma el rostro de Harry, no de forma brusca, pero tampoco con suavidad, obligándolo a mirarlo directamente a sus ojos llenos de lágrimas. 

—No te atrevas a decirme eso —gruñe Louis, su voz ronca y cargada de emoción—. No te atrevas a decirme que busque a alguien más. No quiero a nadie más. ¿Me oyes?

Harry lo mira, con los labios entreabiertos, las lágrimas aún cayendo en silencio. —Louis...

—Te amo, Harry —dice Louis de repente, las palabras saliendo altas y sin restricciones. Su pecho se eleva con la fuerza de ellas, como si hubieran estado embotelladas durante demasiado tiempo, arañando por salir—. Te amo tanto, mi terco y hermoso omega.

La respiración de Harry se corta, sus ojos se abren aún más. —¿Qué? —susurra, su voz quebrándose.

El agarre de Louis se suaviza, sus pulgares acarician las mejillas húmedas de Harry con infinita ternura. 

—Te amo —repite Louis, más bajo ahora, pero las palabras no pierden intensidad. Su voz tiembla, sus ojos brillan con sus propias lágrimas—. He estado tratando de contenerlo, pero ya no puedo más. Te amo, Harry. Cada parte de ti. Incluso las partes que dices que están rotas.

Pero entonces Harry niega con la cabeza, un sollozo escapándose de él mientras retrocede ligeramente, sus manos presionando contra el pecho de Louis.

—No, tú—

—Cariño... —Louis lo interrumpe, su voz alzándose con emoción cruda, sin restricciones—. ¿Por qué no puedes verlo, eh? ¿Por qué no puedes ver cuánto te amo? —Su voz se quiebra, y Harry observa, atónito, cómo las lágrimas resbalan por el rostro de Louis.

Los sollozos de Harry rompen el aire, y se derrumba contra el pecho del alfa, sus manos aferrándose a la sudadera de este. —Yo también te amo —finalmente confiesa con ganas—. Por eso duele tanto. No es justo, Louis. Te amo tanto, y no es justo.

Louis envuelve sus brazos alrededor de Harry, sosteniéndolo con fuerza como si temiera que pudiera desaparecer si lo suelta. 

—¿Qué no es justo? —murmura suavemente, presionando sus labios contra los rizos de Harry, sus propias lágrimas cayendo libremente ahora—. Dime, amor. Háblame.

Los hombros de Harry tiemblan mientras levanta la cabeza, su rostro surcado de lágrimas retorciéndose por el dolor. 

—No puedo llevar a tus cachorros, no puedo embarazarme... —balbucea, su voz apenas un susurro roto—. No puedo, Louis. Nunca podré hacerlo. Lo siento tanto. No soy digno de ser tu omega.

Louis se congela por medio segundo, como si las palabras estuvieran hundiéndose, pero luego exhala temblorosamente, atrayendo a Harry más cerca. 

—Oh, Harry —susurra, su voz cargada de emoción—. Eso no cambia nada. Ni una sola maldita cosa.

—Pero... es tan injusto. Es injusto porque te amo, Louis. Tú eres...  —Su voz se quiebra—. Tú eres mi verdadero alfa. Eres el amor de mi vida. Mi lugar seguro. Te he esperado toda mi vida, y finalmente..., finalmente, te encontré. ¿Y para qué? —Su rostro se contrae mientras un sollozo sacude su pecho—. ¿Para descubrir que ni siquiera puedo llevar a tus cachorros en mi vientre? ¿Que no puedo quedar embarazado de tus bebés como se supone que debería?

—No —interrumpe Louis con firmeza, sus manos deslizándose hasta la cintura de Harry, anclándolo—. Eso no es lo que se supone que debes hacer. Sólo se supone que debes dejarme amarte. Eso es todo lo que quiero de ti, Harry. Solo te quiero a ti.

Harry sacude la cabeza, sus lágrimas cayendo más rápido ahora. 

—Lo odio, Lou. Odio no poder darte eso. Es tan malditamente injusto. —Su voz se quiebra en un sollozo, su rostro contorsionándose de angustia—. Maldigo la vida por ello. Me maldigo a mí mismo. Porque tú te mereces todo, y yo no puedo-

—Detente —dice Louis, su voz suave pero firme, cortando el odio propio de Harry como una cuchilla. Toma el rostro de Harry entre sus manos, acariciando tiernamente sus mejillas húmedas con los pulgares—. Deja de decir eso.

Harry exhala temblorosamente, sus ojos buscando en el rostro de Louis, buscando lástima o decepción, pero no encuentra nada. Solo amor.

Louis traga con fuerza, su voz gruesa de emoción, pero firme. 

—Escúchame, Harry. Si alguna vez pensé en tener más cachorros, si alguna vez lo soñé, fue porque tú ibas a ser su madre. Porque tú eres mi omega. El único omega para mí. —Presiona su frente suavemente contra la de Harry, sus manos aún sosteniendo su rostro—. Nunca, ni en un millón de malditos años, consideraría tener cachorros con alguien más. Y ahora que sé que físicamente no puedes embarazarte, no cambia absolutamente nada para mí. ¿Me oyes? —Su voz se quiebra ligeramente, pero no le importa—. No importa. Tenemos a Andy. Ya tenemos a nuestro cachorro, y es perfecto. Es nuestro. Y seré feliz al cien por cien por el resto de mi vida porque ya tengo todo lo que necesito conmigo.

Louis hace una pausa, su voz suavizándose hasta un susurro. 

—Te tengo a ti, Harry. Tú eres mi todo. El omega más hermoso, fuerte y dulce del mundo. Mi omega. Eso es todo lo que necesito. Eso es todo lo que siempre necesitaré.

Harry se rompe entonces, colapsando contra Louis con un sollozo desgarrador, y Louis lo sostiene, sus brazos fuertes envolviéndolo como un salvavidas. Murmura palabras suaves y reconfortantes en el oído de Harry, cubriéndolo con su aroma, anclándolo mientras Harry llora todo el tiempo vivido en dolor y vergüenza.

Parece que pasan horas antes de que los sollozos de Harry comiencen a calmarse, su cuerpo aún temblando ligeramente en los brazos de Louis. El alfa presiona un beso en su sien, luego en su frente, y después en sus mejillas húmedas, como si intentara borrar cada lágrima.

—No estás roto, mi amor —susurra Louis, su voz suave pero resuelta—. Eres perfecto.

Harry lo mira, sus ojos verdes aún vidriosos por las lágrimas, y Louis le sonríe, tierno y lleno de amor. —Lo diré tantas veces como sea necesario, Harry. Te amo. Te amo tanto.

La respiración de Harry se detiene por un momento, y una lágrima fresca resbala por su mejilla. —Yo también te amo —susurra, su voz pequeña pero firme.

Louis sonríe de nuevo, inclinándose para presionar sus labios contra los de Harry, lento y tierno, como si sellara cada palabra que han dicho. Harry se derrite en el beso, sus brazos envolviendo el cuello de Louis mientras este lo mantiene firme, anclándolo con su amor. Harry finalmente se siente seguro. Seguro y amado.

Y eso es todo lo que siempre ha necesitado.


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