Capitulo 25

Harry está sentado frente a Niall en la pequeña mesa de la cocina, bajo el cálido resplandor de la lámpara que proyecta suaves sombras en sus rostros. El aroma reconfortante de muffins de calabaza se mezcla con el rico olor del chocolate caliente, ambos preparados cuidadosamente por Harry tan pronto llegaron a la casa de Niall. A pesar del ambiente acogedor, la tensión entre ellos es palpable.

Niall ha estado escuchando con atención mientras Harry le relata todo: desde la llegada de Troye y su delicado estado hasta las conmovedoras palabras de Andy. La expresión de su mejor amigo cambia con cada revelación: sorpresa ante la enfermedad de Troye, una suave sonrisa por la declaración de amor de Andy y, finalmente, una mirada severa cuando Harry describe el paquete enviado por Robert.

Cuando Harry termina de hablar sobre los eventos recientes, lleva la taza a sus labios con manos temblorosas. Se siente expuesto, como si cada emoción y miedo que había tratado de contener se hubiera derramado frente a Niall.

Niall rompe el silencio primero. —No puedo creer la maldita audacia de ese bastardo —murmura, su voz cargada de ira—. Después de todo lo que te hizo pasar, ¿cree que puede simplemente... qué? ¿Destruir tu vida? ¿Intimidarte?

Harry traga con fuerza, con la mirada fija en la mesa. —No sé lo que quiere, Ni. Pero me asusta. ¿Y si no ha terminado? ¿Y si intenta regresar? O peor... ¿y si trata de lastimarme otra vez? —Su voz se quiebra, y deja la taza sobre la mesita antes de que se le caiga.

Niall extiende su brazo y cubre la mano de Harry. —No, cielo. Ni siquiera lo digas. Sé que ese bastardo es capaz de todo y, precisamente por eso, deberías contarle a Louis sobre Robert.

Harry siente la mirada de Niall sobre él, pesada y escrutadora, y aunque quiere hundirse más en sí mismo, no puede escapar de lo inevitable.

—Es solo que... —Harry comienza, su voz apenas un susurro—. No quiero pensar en eso, Ni. No otra vez. Pero ahora, con ese paquete, es como si estuviera aquí de nuevo, aunque sé que no lo está.

La otra mano de Niall se aprieta alrededor de su taza, sus nudillos poniéndose blancos mientras la ira burbujea bajo su calma exterior. —Harry, te lo juro —dice, su voz baja y afilada—. He intentado olvidarlo, pero aún recuerdo cada cosa que te hizo pasar. Cada. Maldita. Cosa.

Harry lo mira, con el labio tembloroso mientras trata de contener las lágrimas. —No tienes que...

—Sí, sí tengo —Niall lo interrumpe, con los ojos encendidos—. Porque es importante que lo recuerdes. Que recuerdes lo pedazo de mierda que era ese idiota. —Toma una respiración profunda, tratando de calmar el temblor en su voz, pero los recuerdos son demasiado vívidos—. Todavía recuerdo todas esas noches horribles en el hospital. Estabas allí, pálido como un fantasma, conectado a Dios sabe cuántas máquinas por su culpa. Y él... —La voz de Niall se quiebra, su ira apenas contenida—. Tuvo el descaro de aparecerse, pidiendo compasión como si no fuera él la razón por la que estabas ahí.

La garganta de Harry se cierra, sus ojos llenándose de lágrimas mientras las palabras de Niall lo arrastran de vuelta a ese oscuro momento.

—Quería matarlo —continúa Niall, su tono decidido—. Lo hubiera hecho, si la policía no lo hubiera sacado. Aún recuerdo lo que dijo cuando lo esposaron, culpándote de todo. Llamándote incompleto. Diciendo que no eras un verdadero omega porque... —Niall se detiene de golpe, su mandíbula apretada—. Nunca lo perdonaré por eso, Harry. Nunca.

El aliento de Harry se acelera, y deja la taza con manos temblorosas. —No fue solo esa noche —susurra, su voz temblando—. Fueron todas las veces antes también. La forma en que me empujaba cuando estaba borracho, o me decía que no era suficiente. Empecé a creerle, Ni. Pensé que tal vez tenía razón.

Niall se inclina hacia adelante, sujetando de nuevo la mano de Harry con fuerza. —No tenía razón. Nunca tuvo razón. Ese hombre es un cobarde, Harry. Una excusa patética de alfa que no podía manejar sus propios fracasos, así que los descargó en ti.

Una lágrima se desliza por la mejilla de Harry, y Niall la limpia con un toque suave. —Eres fuerte, Harry —dice, con voz más suave—. Sobreviviste a él. Sobreviviste a algo que nadie debería tener que pasar. Y no es justo que sigas cargando con este peso, que sigas asustado por él.

Harry solloza, secándose los ojos. —Pensé que lo amaba, Ni. Realmente creí que era mi alfa. Y, incluso cuando las cosas se pusieron mal, seguía pensando que tal vez mejorarían. Que tal vez, si yo era mejor, él se detendría.

—No merecías nada de eso —dice Niall con firmeza, sin soltar la mano de Harry—. Merecías a alguien que te amara, te protegiera y te viera por el increíble omega que eres. Y creo que ahora lo has encontrado en Louis.

Harry niega con la cabeza, las lágrimas ardiendo en sus ojos. —Él no sabe la verdad, Ni. No sabe sobre Robert. Sobre lo que me hizo. Sobre... —Su voz baja hasta convertirse en un susurro—. Sobre que no puedo quedar embarazado.

Las palabras quedan suspendidas en el aire, y el rostro de Niall se suaviza con comprensión. —Bonito...

—Estoy aterrorizado —admite Harry, su voz temblorosa—. ¿Y si me ve diferente? ¿Y si piensa que estoy roto? ¿Incompleto?

—Harry Edward Styles —dice Niall con firmeza—. No estás roto. ¿Me oyes? Ese bastardo rompió una parte de tu vida, sí, pero tú te reconstruiste. Y Louis merece saber lo fuerte que eres. Lo que has sobrevivido.

Los labios de Harry tiemblan, y una lágrima se desliza por su mejilla. —No puedo. ¿Y si me odia? ¿Y si él...?

—Basta. —La voz de Niall es suave pero firme—. Louis nunca podría odiarte, cielo. Pero no puede ayudarte si no sabe lo que está pasando. Y necesita protegerte, especialmente si Robert sigue por ahí.

Harry respira entrecortado. —Hay una orden de restricción...

—Eso no importa —interrumpe Niall—. Si te lastimó una vez, podría intentarlo de nuevo. Y Louis, tu alfa, destruiría a cualquiera que intente hacerte daño.

Harry sacude la cabeza, sus dedos apretándose contra el borde de su taza. —No puedo, Ni —susurra, con la voz temblorosa—. No quiero una confrontación. No puedo soportar la idea de que Louis se enfrente a Robert. Ya tiene tanto en qué pensar: Troye, Andy... Debería centrarse en eso, no en mí.

Harry siente que los ojos de Niall lo atraviesan con una mirada penetrante, el tipo de mirada que lo hace sentirse como un cachorro regañado. —Bonito —empieza Niall, su tono más suave pero insistente—. Lo que Louis está enfrentando no borra lo que tú estás pasando. Y si piensas, aunque sea por un segundo, que Louis no quiere saber o que no hará tiempo para ti... —Niega con la cabeza y exhala con fuerza—. Por lo que me has contado, Louis ya ha dejado claro que te quiere. Como su pareja. Como su omega. Y ya eres la mami de corazón de Andy, aunque no lo hayan hecho oficial.

Las palabras atraviesan a Harry, cálidas y pesadas a la vez. Sabe que Niall tiene razón: Louis le ha mostrado una y otra vez lo mucho que siente por él. Pero eso solo hace que el nudo de miedo en su estómago se apriete más. Baja la cabeza, observando los remolinos pálidos de espuma en su taza. —Por eso tengo miedo, Ni —admite—. Louis... ha hablado de querer una familia. Bebés. Es tan bueno con Andy, y veo cuánto amor tiene para dar. ¿Qué pasa si—? —La voz de Harry se quiebra, un sollozo atrapándose en su garganta—. ¿Qué pasa si le digo la verdad y es demasiado? ¿Qué pasa si no puedo darle la vida que sueña? No sobreviviría a que mi corazón se volviese a romper. No después de todo.

Niall deja su taza con un suave tintineo. Sus palmas son cálidas y firmes, su agarre fuerte pero reconfortante. —Escúchame —dice, sus ojos azules encontrándose con los llorosos de Harry—. Pase lo que pase, estarás bien. Ya sobreviviste al infierno, Harry, y has salido más fuerte cada vez. Pero tienes que darle a Louis la oportunidad de estar ahí para ti. De demostrarte que él es diferente.

Harry solloza, su labio inferior temblando. Los pulgares de Niall trazan círculos calmantes sobre el dorso de sus manos.

—Piénsalo —continúa Niall, su voz suave—. Si Louis te ve como su pareja, si quiere que seas parte de su vida, su omega, su esposa, entonces merece saber la verdad. Y Andy también. Ya eres su mami de corazón, ¿no crees que Andy merece tener una mamá feliz y completa? Y tú... —Niall aprieta sus manos, su expresión suavizándose—. Tú mereces un final feliz, cielo. Te lo has ganado.

El peso de las palabras de Niall cae sobre Harry, y las lágrimas que ha estado conteniendo finalmente se derraman. Se inclina hacia adelante, envolviendo sus brazos alrededor de Niall, quien lo abraza con fuerza en respuesta. Permanecen así por un momento, ambos con lágrimas en los ojos, aferrándose el uno al otro como si intentaran mantener el mundo a raya.

Cuando Harry se separa, secándose los ojos, un ruido rompe el silencio. El leve crujir de neumáticos sobre grava hace que Harry mire hacia la ventana. Momentos después, la puerta se abre y Hugh entra, llenando la habitación de inmediato con su presencia. Alto y de hombros anchos, Hugh es la imagen de un alfa, con cabello negro azabache peinado hacia atrás, ojos azules penetrantes y un porte tranquilo que pone a cualquiera a gusto. Harry siempre ha pensado que hay algo desarmantemente cálido en él, lo que tiene sentido dado cómo conoció a Niall. 

A Niall le encanta contar la historia del tímido y encantador dentista que lo conquistó después de una limpieza de rutina, y Harry siempre ha admirado lo perfectamente que parecen encajar.

La mirada de Hugh aterriza primero en Niall, sus ojos suavizándose. —Hola, amor mío —dice, acercándose a él. Se inclina, presionando un tierno beso en la sien de Niall antes de que su mano acaricie suavemente el pequeño y creciente vientre de su pareja—. Y hola a ti también, pequeñín —murmura, su voz adquiriendo una calidez reverente que hace que el pecho de Harry se llene de emoción.

—Hola, alfa —saluda Niall, inclinándose hacia el toque, sus lágrimas anteriores momentáneamente olvidadas mientras una suave sonrisa ilumina sus labios.

Hugh se endereza, volviendo su atención hacia Harry. —Hola, Harry —lo saluda, su voz cálida y estable mientras se acerca—. Es bueno verte. ¿Estás bien?

Harry asiente rápidamente, aunque el nudo en su garganta aún no ha desaparecido del todo. —Sí, estoy bien —dice en voz baja.

Hugh lo estudia por un momento y luego vuelve la mirada a Niall. —Está bien, ¿qué está pasando? Ambos han estado llorando. —Su tono es calmado pero lleno de cuidado, con preocupación grabada en sus facciones.

Niall suelta una risa suave, secándose las mejillas aún húmedas. —Solo estamos emocionales, eso es todo —dice, su voz más ligera ahora, aunque Harry puede notar que es un esfuerzo para desviar el tema.

Hugh levanta una ceja pero no insiste. En su lugar, se dirige al mostrador de la cocina y toma un muffin de calabaza, rompiendo un trozo y llevándoselo a la boca. —Bueno, sea lo que sea, saben que estoy aquí —dice, su tono casual pero lleno de significado. Señala a Harry con el muffin—. Y eso te incluye a ti también, Harry. Sea lo que sea por lo que estés pasando, no olvides que estamos aquí para apoyarte. Para lo que necesites.

Harry traga saliva, sus labios formándose en una pequeña sonrisa. Hay algo tan inherentemente estable en Hugh, como si nada pudiera conmoverlo. Es reconfortante, de una manera que hace que el pecho de Harry se sienta un poco menos apretado.

—Gracias, Hugh —dice Harry, su voz suave pero sincera.

Hugh sonríe y le da una breve palmada en el hombro antes de volver a mirar a Niall. —Bueno, ya me divertí con los chicos, bebé. Así que estoy aquí por la noche. ¿Qué planes tienen?

Niall se ilumina ante eso, alcanzando a apretar la mano de Harry. —Pensé en que Harry se quede a cenar, y luego ambos lo llevaremos a casa. ¿Te parece bien?

—Por supuesto —responde Hugh de inmediato, echándole una mirada a Harry—. Ha pasado demasiado tiempo desde que compartimos una buena comida contigo. Y Niall dice que has estado horneando mucho últimamente, necesito comprobar si aún tienes ese toque.

Harry ríe suavemente, sintiendo cómo la tensión se disipa poco a poco. —Está bien —dice asintiendo—. Me quedaré.

Niall sonríe radiante mientras toma su teléfono. —Perfecto. Empezaré con la cena, y ustedes pueden entretenerse entre tanto.

Mientras Niall se mueve hacia la cocina, Hugh se apoya en el mostrador, volviendo su mirada a Harry. —Entonces —comienza, su voz tranquila pero curiosa—, ¿qué hay de nuevo en tu mundo, Haz?

Harry duda un momento, mirando hacia Niall, pero no encuentra presión en la mirada de Hugh, solo interés genuino. Por primera vez en toda la noche, siente que tal vez puede respirar de nuevo.

🧸🍯🧸

El calor de la noche anterior aún persiste mientras Harry está sentado en su oficina en la guardería. El suave zumbido de la calefacción y el tenue aroma a lavanda crean un ambiente relajante. Su corazón se siente más ligero tras haber pasado tiempo con Niall y Hugh; las risas compartidas y la camaradería fácil le recordaron cuánto amor hay en su vida. La presencia firme de Hugh y el apoyo inquebrantable de Niall fueron exactamente lo que necesitaba.

Harry toma su teléfono del escritorio y una sonrisa se dibuja en su rostro al releer los mensajes de Louis de anoche:

"Todo salió bien, amor. Troye y yo hablamos. Mañana te cuento más, pero te extraño muchísimo. Ojalá estuvieras aquí para abrazarte."

El pecho de Harry se aprieta, una mezcla de añoranza y alegría. Las palabras de Louis resuenan en su mente, llenado el silencio de la habitación con calidez. Deja el teléfono y se recuesta en su silla, perdiéndose en los pensamientos sobre las palabras de Niall.

Las posibilidades con Louis parecen infinitas, tan tentadoras como aterradoras. Harry sabe que está cayendo profundamente, de manera irrevocable, y el deseo por Louis—por estar cerca de él, sentir su toque, respirar su aroma—lo inunda con una necesidad que no puede ignorar.

El sonido de la puerta abriéndose lo saca de sus pensamientos, y antes de que pueda girarse, la voz emocionada de Andy llena la habitación. —¡Mami!

Andy corre hacia él con los brazos extendidos, y Harry lo atrapa con facilidad, abrazándolo con fuerza.

—Hola, mi dulce bebé —dice Harry, presionando un beso en la sien del cachorro—. ¿Cómo estás hoy, hmm? ¿Cómo te fue ayer?

Andy se aparta lo justo para mirarlo, su rostro iluminándose. —¡Fue increíble! Papi, mami de pancita y yo vimos Winnie Pooh, ¡y le enseñé a mi mami de pancita a hacer nuestro chocolate caliente especial!

El corazón de Harry se hincha con la alegría de Andy, su pecho apretándose de la mejor manera. —¿Tú le enseñaste? Seguro aprendió rápido con un maestro tan bueno.

Troye entra en la habitación, con el rostro suave y sereno. —El mejor maestro —dice cálidamente, sonriendo a Andy—. Es tan listo, y ese chocolate caliente... una obra maestra. Pasé la mejor noche contigo, mi cielo.

Andy brilla bajo los elogios, y Harry no puede evitar sonreír también. Troye saluda a Harry con la misma calidez. Sus palabras y acciones son genuinas, y Harry siente un agradecimiento por la sinceridad de los esfuerzos de Troye.

Louis aparece en el marco de la puerta, su presencia imponente pero reconfortante. Se dirige directamente a Harry, colocando un beso cálido y prolongado en sus labios. —Buenos días, amor —murmura contra su boca, su voz baja y llena de cariño.

Harry se derrite en el beso, sonriendo cuando se separan. —Buenos días.

Antes de que puedan decir más, Niall entra con una tablilla en la mano y una sonrisa fácil en el rostro. —Muy bien, gente, es hora de empezar el día. Andy, la sala de juegos te espera, bebé. La primera actividad está a punto de comenzar, y los demás cachorros ya están ahí.

Andy se baja de los brazos de Harry y mira a Troye. —¿Vas a venir conmigo?

Troye se pone a la altura de Andy, apartando un mechón suelto de su cara. —Si a tu papi le parece bien, me encantaría ir contigo.

Louis asiente, su expresión neutral pero amable. —Claro que sí. Anda, pequeño.

Andy tira de la manga de Harry. —¿Tú también vienes, mami?

Harry se agacha, sosteniendo el rostro de Andy entre sus manos. —Me uniré pronto, bebé. Lo prometo.

—¡Está bien! —Andy le da un último abrazo a Harry antes de correr al lado de Troye.

Louis se agacha y revuelve el cabello de Andy. —Pórtate bien, ¿de acuerdo? Nos vemos más tarde.

—¡Te amo, papi! —grita Andy mientras Niall los guía fuera de la habitación junto a Troye.

La puerta se cierra detrás de ellos, y el cuarto queda en silencio de nuevo. Louis se gira hacia Harry, sus ojos azules oscureciéndose con intención mientras cierra la distancia entre ellos. Le toma la mandíbula, inclina su rostro hacia arriba y lo besa profundamente, con hambre.

Harry gime suavemente, sus manos aferrándose a los brazos de Louis mientras los labios del alfa se deslizan desde su boca hasta su cuello, sus dientes rozando la piel sensible allí. Louis se ríe contra su garganta, su aliento cálido. —Necesitaba eso —dice, apartándose lo justo para mirarlo, sus ojos brillando con diversión.

Harry sonríe, aún sin aliento. —Sí. Yo también te extrañé.

Louis le acaricia la mejilla con el pulgar. —¿Cómo te sientes, amor?

—Mejor ahora —admite Harry—. ¿Y tú? ¿Cómo fue todo?

Louis exhala lentamente, tomando la mano de Harry. —Sorprendentemente tranquilo, en realidad. Troye y yo hablamos largo y tendido. Llegamos a un acuerdo.

Harry inclina la cabeza con curiosidad. —¿Qué tipo de acuerdo?

—Voy a cubrir sus gastos médicos —dice Louis, con un tono firme—. Él se ha comprometido a enfocarse en su tratamiento y a visitar a Andy solo una vez por semana, o siempre que se sienta bien. Y vamos a firmar un acuerdo legal para asegurarnos de que todo esté claro y sea seguro para Andy.

El pecho de Harry se aprieta, una mezcla de orgullo y admiración floreciendo en su corazón. —Eres un alfa increíble, Louis. El mejor padre. Estás haciendo todo tan correcto.

Louis se inclina y lo besa suavemente, pero con profundidad, sus labios permanecen sobre los de Harry mientras murmura: —Eso espero. Sabes que lo intento. —El pulgar de Louis acaricia la mejilla de Harry mientras lo observa con una sonrisa cálida. —¿Cómo estuvo tu tarde con Niall y Hugh? —pregunta, su voz suave pero genuinamente interesada.

—Fue encantador —responde Harry, sus ojos iluminándose al recordar—. Tal como te dije en mis mensajes. Son tan buenos conmigo, Louis. Hugh es muy divertido, y ya sabes cómo es Niall; siempre sabe cómo animarme.

Louis asiente con un suave tarareo, su sonrisa ampliándose. —Me alegra que los tengas. Te mereces personas que se preocupen por ti de esa manera.

El corazón de Harry da un vuelco por el afecto en el tono de Louis, y asiente ligeramente, sintiendo cómo la calidez se extiende por todo su ser.

Louis se inclina, su nariz rozando la de Harry, mientras su voz baja un poco. —He estado pensando... Esta noche, después de recogerte a ti y a Andy de la guardería, por fin saldremos a cenar.

Harry inclina la cabeza, sus cejas alzándose ligeramente con sorpresa. —¿Cenar? Suena bien.

—No es todo —continúa Louis, con un brillo travieso en los ojos—. También he invitado a Lottie a unirse a nosotros por un rato.

—¿Lottie? —pregunta Harry, curioso—. Oh, eso es genial. Será muy agradable verla de nuevo.

La sonrisa de Louis se profundiza, y lo acerca un poco más, sus manos deslizándose hasta descansar en sus caderas. —Sí. Es que estoy planeando pedirle que cuide de Andy un par de días.

El rubor de Harry se extiende antes de que siquiera tenga la oportunidad de responder. —¿Un par de días? ¿Por qué?

Los dedos de Louis trazan ligeros círculos en las caderas de Harry, su mirada oscureciéndose con intención. —¿No es obvio? —murmura, su voz bajando una octava—. Quiero llevarte a un lugar. Una cita como debe ser. Solo tú y yo.

La forma en que Louis lo mira, con esos ojos azules cargados de deseo y algo más profundo, hace que el estómago de Harry se contraiga. Su mente se acelera, y antes de poder detenerse, aparta la mirada tímidamente.

—Omega —susurra Louis, sus labios rozando la oreja de Harry—. Sabes a qué me refiero, ¿verdad?

Harry traga saliva, sus manos apretándose instintivamente en los brazos de Louis. —Yo... creo que sí...

Louis suelta una risa baja e intoxicante antes de presionar un beso prolongado en el cuello de Harry. Su voz es una promesa cuando dice: —Te voy a hacer sentir tan bien, amor. He estado queriéndote... deseándote... por tanto tiempo. Lo sabes, ¿verdad?

El rostro de Harry se calienta, las palabras envolviéndolo como un hechizo. Asiente, incapaz de hablar mientras Louis continúa.

—Voy a cuidar tan bien de ti —murmura Louis, sus manos deslizándose hacia arriba para sostener el rostro de Harry, inclinándolo para que sus ojos se encuentren—. Quiero mostrarte cuánto te deseo. Y cuando te anude... —Hace una pausa, su aliento cálido contra los labios de Harry—. Sabrás que eres completamente mío.

El corazón de Harry late con fuerza, la intensidad en la voz de Louis enviando un escalofrío por su columna. Presiona los labios juntos, su voz apenas un susurro. —Louis...

Louis sonríe, rozando un beso tierno contra los labios de Harry. —Estás sonrojado, cariño —bromea, su pulgar acariciando la mejilla acalorada de Harry—. No te preocupes. Me tomaré mi tiempo. Solo sentirás el paraíso.

La respiración de Harry se entrecorta y, aunque la vergüenza persiste, no puede evitar la forma en que su cuerpo se inclina hacia el toque de Louis, su propio deseo saliendo a la superficie. —Está bien —susurra, su voz temblando con nervios y anticipación.

Louis lo besa de nuevo, más suave esta vez, antes de retroceder ligeramente, aunque sus manos no abandonan las caderas de Harry.

El sonido repentino de un suave golpe en la puerta hace que la mandíbula de Louis se tense con irritación. Exhala con fuerza, murmurando por lo bajo antes de girar la cabeza. —Adelante.

—Perdón por interrumpir —dice Troye al entrar, su expresión insegura. Sus ojos recorren a Louis y Harry antes de detenerse en Harry—. Solo quería avisarles que ya me despedí de Andy. Está en la sala de juegos, feliz dibujando. Es un cachorrito tan brillante.

Los labios de Harry se curvan en una pequeña sonrisa, su corazón cálido al pensar en Andy. —Gracias por decirnos. Le encanta dibujar; es una de sus cosas favoritas.

Troye asiente, quedándose un poco en el marco de la puerta antes de añadir, titubeante: —En realidad, esperaba poder hablar contigo un momento, Harry. A solas.

Louis se pone rígido junto a Harry, frunciendo el ceño. —¿Sobre qué? —Su tono es cauteloso, sus instintos protectores encendiéndose al instante.

Troye levanta ligeramente las manos, su actitud tranquila. —No es nada serio. Solo una charla rápida entre omegas. Si tienes prisa, puedo verte más tarde, Louis.

Louis cruza los brazos, su ceño profundizándose. —Bueno, de hecho sí que hay prisa. Necesitamos ir a mi oficina para finalizar el acuerdo y firmar todo. Tengo cosas del trabajo acumulándose, y no puedo darme el lujo de perder tiempo.

Troye mira a Harry y luego de vuelta a Louis. —Bueno, como dije, si tienes prisa, puedo verte en tu oficina más tarde. Te prometo que no te haré esperar mucho.

Louis vacila, su mirada aguda estrechándose sobre Troye. Está claro que no le agrada la idea de dejarlos solos, pero cuando Harry coloca una mano suave sobre su brazo, Louis se relaja ligeramente.

—Está bien, Louis —dice Harry con una sonrisa tranquilizadora—. Hablaré con él ahora, y puede alcanzarte después. No tomará mucho tiempo.

Louis suspira, claramente reacio, pero finalmente asiente. —De acuerdo —concede, aunque su tono lleva un matiz de advertencia mientras mira a Troye—. Pero asegúrate de estar en mi oficina lo antes posible. No quiero alargar esto más de lo necesario.

—Entendido —responde Troye, su tono educado—. Gracias nuevamente por todo, Louis. De verdad lo aprecio.

Louis asiente brevemente antes de girarse hacia Harry. Su mano acaricia la mejilla de Harry, y se inclina para presionar un beso prolongado en sus labios. —Nos vemos más tarde, amor —murmura, su voz suave e íntima.

Harry sonríe contra sus labios. —Nos vemos.

Louis se endereza, su mirada pasando una última vez por Troye, evaluándolo, antes de salir de la habitación. La puerta se cierra detrás de él, y el aire cambia ligeramente, dejando a Harry y Troye solos.

Troye se mueve torpemente en su lugar, sus manos rozando las costuras de su chaqueta desgastada. Su mirada es tentativa mientras observa a Harry, y hay un peso inconfundible en sus ojos: gratitud mezclada con algo más profundo, más vulnerable.

—Sé que esto es un poco... inesperado —comienza Troye, su voz suave—, pero quería hablar contigo un momento. Para agradecerte.

Harry inclina la cabeza, tomado por sorpresa. —¿Agradecerme?

Troye asiente, su expresión sincera. —Sí. Por todo lo que has hecho, por Andy, por Louis. Por mí también, de alguna manera. —Da un paso adelante, juntando sus manos nerviosamente—. Louis me contó anoche cuánto has hecho por Andy. Dijo que has sido una parte tan importante de su desarrollo, de su felicidad. Que has hecho que mi bebé se sienta seguro, amado... como si hubiera encontrado un hogar.

El pecho de Harry se aprieta ante la emoción en las palabras de Troye. Parpadea rápidamente, su garganta apretada. —No tienes que agradecerme por eso —dice con suavidad—. Andy es un cachorro increíble. Desde el momento en que lo conocí, sentí esta conexión con él. Es difícil de explicar, pero es como si supiera que me necesitaba, y yo lo necesitaba a él de igual manera. Estoy tan orgulloso de cuánto ha crecido, de lo feliz y confiado que se ha vuelto.

Los labios de Troye tiemblan ligeramente, y exhala un aliento tembloroso. —Lo veo —dice—. Veo cuánto lo amas, cuánto te ama él a ti. Es... reconfortante, ¿sabes? Saber que tiene a alguien como tú en su vida.

Harry sonríe, su corazón llenándose de calidez. —Es muy importante para mí, Troye. —Hace una pausa, su mirada suavizándose—. Pero ahora necesitas enfocarte en ti mismo. En tu salud. Louis y yo estamos aquí para ti. Tienes nuestro apoyo, pero necesitas cuidarte, por el bien de Andy.

Troye asiente, sus ojos brillando. —Lo haré. Lo prometo. Y gracias de nuevo. De verdad. —Hace una pausa, como si se tomara un momento para recolectarse, antes de añadir—: Sabes, cuando llevé a Andy a la sala de juegos hace un momento, noté algo.

Harry levanta una ceja curiosa. —¿Qué cosa?

Los labios de Troye se curvan en una tenue sonrisa. —Todos los cachorros preguntaban por ti. Era como un coro de "¿Dónde está Harry? ¿Cuándo viene Harry? o Hawy, debería decir. —Se ríe—. Están todos tan emocionados y embobados por ti. Debes ser muy querido aquí. Popular también.

Harry suelta una risita suave, un leve rubor cubriendo sus mejillas. —Oh, sí. Los cachorros son maravillosos. Siempre he amado estar cerca de ellos. Tienen una manera de alegrarme el día, pase lo que pase. Honestamente, siempre supe que terminaría haciendo algo como esto: enseñando, cuidando cachorros, siendo parte de su mundo. Son pura alegría, Troye. Hacen todo mejor.

Troye lo observa, su sonrisa creciendo un poco más. —Se nota —dice simplemente—. Eres bueno en esto. Muy bueno. No es de extrañar que Andy te adore tanto.

Harry agacha la cabeza con timidez, pero hay un brillo en su pecho, un orgullo tranquilo que lo calienta por dentro. —Gracias —murmura.

El ambiente en la habitación se siente más suave ahora, más tranquilo, incluso cómodo. Harry se sienta de nuevo en su silla, girando el extremo de su bolígrafo distraídamente mientras la mirada de Troye se fija en su muñeca. Su brazalete de cuarzo rosa brilla bajo la luz, las piedras rosadas descansando delicadamente contra su piel.

La voz de Troye corta el silencio. —Ese brazalete —dice, señalándolo con la barbilla—. Es hermoso. ¿Cuarzo rosa, cierto? ¿De dónde lo conseguiste?

La pregunta aterriza suavemente, pero atraviesa las defensas de Harry como un cuchillo deslizándose entre la armadura. Sus dedos se detienen, y por un momento, todo su cuerpo se congela. Su corazón comienza a latir con fuerza en su pecho, y traga grueso, los recuerdos volviendo en oleadas vívidas e implacables.

—Oh —Harry alcanza a decir, su voz apenas un susurro. Baja un poco la manga de su camisa, casi de manera instintiva, intentando ocultar la pulsera, aunque sabe que ya es demasiado tarde—. Sí, ehm, fue... um. Quiero decir, es...

Los ojos de Troye se entrecierran, no en juicio, sino con algo suave, empático y comprensivo.

Harry se queda congelado, sin poder encontrar las palabras, con la mirada baja, algo avergonzado. Pero de repente, la mano de Troye descansa sobre la suya en el escritorio, el calor tenue lo ancla mientras su mente se tambalea. Lucha por mantener la respiración estable, sus ojos fijos en las piedras rosa pálido de su pulsera, que ahora parecen brillar bajo la mirada comprensiva de Troye.

Troye rompe el silencio, su voz suave y deliberada. —En la terapia de grupo, después de que nació Andy, conocí a otros omegas que estaban... luchando. Igual que yo. Todos llevábamos nuestras propias cargas; cosas que no podíamos decir en voz alta a nadie más. Era un lugar donde no tenías que explicarte porque todos simplemente entendían.

Harry levanta la vista hacia Troye, sin estar seguro de adónde iba con eso, pero incapaz de apartar la mirada.

¿Podría ser que él sabe sobre...?

—Había dos omegas en mi grupo —continúa Troye, su pulgar frotando inconscientemente la mano de Harry en un ritmo calmante—. Siempre llevaban pulseras de cuarzo rosa, como la tuya. Al principio pensé que eran solo bonitas, ¿sabes? Pero un día, una de ellas explicó lo que significaban. Dijo que las pulseras eran una forma de honrar el amor que sentían por sus bebés. Un amor incondicional, eterno... sin importar qué.

La garganta de Harry se aprieta y su respiración se detiene en su pecho.

—La otra omega intervino —dice Troye, su voz temblando ligeramente como si el recuerdo todavía le llegara al corazón—. Dijo que también era una forma de recordarse a sí mismas su propia fortaleza. Que incluso cuando las cosas no salían como esperaban, seguían siendo madres en sus corazones. Que su amor... su instinto... no desaparecía.

Los ojos de Troye se suavizan mientras estudia el rostro de Harry. —Desde el momento en que vi tu pulsera ayer, me pregunté... si podría significar algo similar para ti.

Los dedos de Harry tiemblan bajo la mano de Troye, su instinto gritando que se retire, que cubra la pulsera, que se refugie. Que sienta vergüenza. Pena. Pero simplemente no puede hacerlo ahora. El nudo en su garganta se hace más pesado y sus ojos comienzan a picar mientras susurra:

—Troye, yo...

—No tienes que decir nada —interrumpe Troye suavemente, su tono firme pero comprensivo—. No estoy pidiendo detalles, Harry. Solo quería que supieras que te veo. Y que te entiendo.

Los labios de Harry se entreabren mientras un aliento tembloroso escapa. Su visión se nubla mientras una oleada de emociones amenaza con desbordarse, su agarre en el escritorio se tensa como si pudiera anclarlo.

—La maternidad, es mucho más difícil para los omegas de lo que nadie habla —dice Troye, su voz adquiriendo una intensidad tranquila—. Se espera que simplemente... la abracemos. Como si fuera tan natural como respirar. Pero no lo es, ¿verdad? Es caótica. Es dolorosa. Y cuando las cosas no salen como deberían... —Su voz se quiebra ligeramente, pero continúa—. Deja marcas que nunca desaparecen del todo.

La mirada de Harry cae sobre la pulsera, sus dedos rozando las piedras lisas.

—Pero, Harry —continúa Troye, su agarre en la mano de Harry se afirma—, sigues aquí. Has llevado ese dolor contigo, y en lugar de dejar que te destruya, lo has convertido en algo hermoso. Esta pulsera, sí, es un homenaje, pero también es un testimonio de tu fortaleza. Muestra cuánto amas, lo profundamente que proteges a los que te rodean. Andy, los cachorros aquí, Louis...

Una lágrima se desliza por la mejilla de Harry mientras las palabras de Troye caen sobre él como un bálsamo en una herida abierta.

—¿Sabes qué fue lo que dijeron esas omegas en mi grupo que más se quedó conmigo y en mi mente? —pregunta Troye, su voz apenas un susurro.

Harry niega con la cabeza en silencio.

—Dijeron que, incluso cuando sientes que todo te ha sido arrebatado, tu esperanza, tu futuro, tu oportunidad, sigues siendo madre. Porque ser madre no se trata solo de tener cachorros. Se trata de amar. Se trata de cuidar, proteger y dar una parte de ti a alguien que lo necesita. Y por lo que Louis me ha contado sobre ti, Harry, y por lo que yo mismo he visto, has hecho eso por Andy. Y estoy seguro de que también has estado ahí para cada cachorro en esta guardería. Y eso... eso te hace madre en todos los sentidos que importan.

El pecho de Harry se sacude con sollozos silenciosos, las lágrimas fluyen libremente ahora. La mano de Troye nunca abandona la suya, un ancla constante en medio de la tormenta que se desata dentro de él.

—Eres mucho más fuerte de lo que te das cuenta —dice Troye, sus propios ojos brillando con lágrimas—. Llevar ese brazalete, cargar con lo que has pasado y aun así ser la luz en las vidas de los pequeños... eso requiere un tipo de valentía que la mayoría de las personas nunca entenderán.

Harry sorbe por la nariz, secándose los ojos con su mano libre. —No me siento fuerte —susurra, su voz temblando—. La mayoría de los días siento que apenas me estoy manteniendo en pie.

Troye sonríe, una sonrisa amarga pero bondadosa. —La fortaleza no se trata de no desmoronarse, Harry. Se trata de levantarte cuando lo haces. Y tú lo has hecho.

El silencio que sigue es pesado, pero no sofocante. Es el tipo de silencio que viene con la comprensión, con el vínculo tácito forjado entre dos personas que han caminado por caminos similares de dolor y resiliencia.

Harry finalmente levanta la mirada, sus labios temblorosos pero curvándose en la más leve de las sonrisas. —Gracias, Troye.

Troye aprieta su mano una última vez antes de soltarla. —Gracias a ti, Harry. Por hablar con Louis sobre mi causa cuando más lo necesitaba. Por ser empático. Por ser el tipo de persona que ve lo bueno en los demás, incluso cuando estás cargando tanto dentro de ti.

Por primera vez en mucho tiempo, Harry se siente visto; no solo la superficie pulida que muestra al mundo, sino las grietas que hay debajo. Y en ese momento, se da cuenta de que no está tan solo como pensaba.

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