Capitulo 24

La guardería está inusualmente silenciosa, salvo por el suave murmullo de conversación que proviene de la oficina de Harry. Está sentado frente a Louis, quien tiene los brazos cruzados firmemente sobre el pecho mientras se recuesta en su silla. Harry no lo culpa; el día no ha sido fácil para ninguno de ellos. Troye está sentado en silencio cerca, con las manos nerviosas entrelazadas sobre su regazo.

La conversación ha sido larga, llena de preguntas logísticas y preocupaciones. Louis ha pasado las últimas dos horas al teléfono verificando cada pieza de información que Troye proporcionó: su dirección, su lugar de trabajo, sus registros médicos. Cada casilla ha sido marcada, pero eso no ha eliminado la tensión que emana de cada poro de Louis.

—Entonces —dice Louis, rompiendo el silencio con voz ronca pero controlada—, ¿haremos esto hoy?

Harry asiente, lanzando una mirada hacia Troye. —Es lo que hemos acordado. Es lo mejor para Andy, Louis.

Troye se remueve en su asiento. —Haré todo lo que me han pedido —dice con voz baja pero resuelta—. Te lo prometo, Louis. No diré ni haré nada que pueda lastimarlo. Solo quiero conocerlo.

Los ojos de Louis se entrecierran ligeramente, pero asiente con un gesto corto. —Bien. Porque si te atreves a...

—Louis —lo interrumpe Harry suavemente, colocando una mano en el brazo del alfa—. Todo saldrá bien. Lo hemos hablado, y Andy sabe más de lo que crees. Es un niño inteligente y siempre has sido honesto con él sobre su madre biológica. Lo entenderá.

Louis exhala con fuerza, pasándose una mano por el cabello. —Sí, pero saberlo en teoría y conocer a su madre en persona son cosas completamente diferentes, Harry.

El corazón de Harry se enternece al ver la preocupación marcada en el rostro de Louis. —Lo has criado para ser amable, considerado y resiliente. Estará bien. Y nosotros estaremos con él en cada paso del camino. No hay nada de qué preocuparse.

Antes de que Louis pueda responder, la puerta se abre y Niall asoma la cabeza. —Odio interrumpir, pero los cachorros ya se han ido, Harry. Andy es el único que queda y empieza a ponerse un poco inquieto. Está preguntando por ti.

—Gracias, Ni —dice Harry con una pequeña sonrisa. Volviendo su mirada hacia Louis, añade—: Voy a verlo y luego... se unirán a nosotros.

Louis atrapa la mano de Harry justo cuando este se levanta, tirando de él para que vuelva a sentarse. —Espera. Sus ojos azules se clavan en los de Harry, llenos de preocupación. —¿Cómo le explicamos esto exactamente?

Harry aprieta la mano de Louis con un gesto tranquilizador. —De la misma manera en que siempre se lo has explicado, Louis. Andy sabe que su mamá biológica tuvo que irse porque a veces las mamás no se sienten bien. Ahora, le diremos que Troye está de regreso porque se siente un poco mejor y quiere aprovechar este tiempo para verlo. Entenderá que si Troye tiene que irse de nuevo, será solo porque no se siente bien, no por algo que haya hecho Andy.

La mandíbula de Louis se tensa y lanza una mirada a Troye. —Ya lo oíste. Ten mucho cuidado con tus palabras. Andy ha hecho un progreso increíble y no permitiré que eso se arruine.

—Lo entiendo —responde Troye con sinceridad—. No lo arruinaré, lo juro.

La mirada de Louis permanece sobre él un momento más antes de que finalmente ceda. —Más te vale.

El alfa toma entonces la mano de Harry y lo lleva a un rincón de la oficina, claramente queriendo que Troye no escuche lo que planea decirle. Sin embargo, es Harry quien toma la iniciativa en la conversación.

Coloca una mano suave en el hombro de Louis. —Después de que se conozcan, necesitas darles tiempo juntos, Louis. Troye y Andy lo merecen, y tú también. Los tres necesitan este tiempo a solas. Recuerda que esto se trata de lo que es mejor para él.

Louis parece querer discutir eso último, pero Harry continúa. —Yo estaré con Niall. De hecho, teníamos algunos planes para mañana, pero bueno, los adelantaremos a hoy. Y sabes que no los dejaría solos si no estuviera seguro de que todo estará bien. Lo tienes bajo control. Andy es tu prioridad y tiene derecho a conocer a su madre biológica.

Louis suspira, la tensión en sus hombros disminuyendo ligeramente. —Está bien. Pero me llamas si pasa algo. Lo que sea.

Harry le da un beso en la mejilla. —Lo haré. Y, Louis, ¿sabes qué? Estás haciendo lo correcto, cariño.

Louis no parece convencido, pero asiente, lanzando otra mirada a Troye. —Ya veremos —murmura una vez más, aunque aprieta brevemente la mano de Harry antes de soltarla.

Con eso, Harry sale de la habitación, su corazón pesado pero esperanzado mientras se dirige hacia Andy. Hoy será un punto de inflexión para todos. Y aunque no será fácil, Harry cree en el amor que los tres sienten por ese pequeño cachorro.

Camina por el pasillo con pasos lentos y deliberados, su mente llena de pensamientos. Intenta calmar su respiración, concentrándose en el sonido rítmico de sus zapatos contra el piso pulido, pero su pecho se siente oprimido. La situación de hoy ya está cargada emocionalmente, y sus pensamientos no pueden evitar desviarse al paquete que Robert envió. Ese cruel recordatorio de su pasado lo había sacudido más de lo que quería admitir. Sacude la cabeza, tratando de disipar la imagen de la maldita bandana y la nota que la acompañaba. 

Por favor, que todo salga bien. Andy merece tranquilidad, y Louis no necesita más estrés ahora mismo.

Cuando finalmente llega a la habitación donde está Andy, un suave sonido de risas lo recibe. Al asomarse, ve a Niall sentado con las piernas cruzadas en el suelo, rodeado de coloridos juguetes, entreteniendo a Andy, cuyas risitas llenan el aire como música. Por un momento, la ansiedad de Harry desaparece, reemplazada por un destello de calidez al ver la escena.

En cuanto Andy ve a Harry, su rostro se ilumina. Se levanta de un salto, abandonando una pequeña torre de bloques, y corre directo hacia él.

—¡Mami! —grita Andy mientras envuelve sus pequeños brazos alrededor de las piernas de Harry—. ¡Tardaste mucho! Ya me estaba preocupando.

Harry se inclina, tomándolo en un abrazo completo. Acaricia el suave cabello de Andy y le da un beso en la cabeza.

—Lo siento mucho, bebé. No quería preocuparte —dice con suavidad, su corazón doliéndole al notar la preocupación del pequeño.

Andy inclina la cabeza hacia atrás para mirar a Harry, con los ojos grandes y llenos de preguntas.

—¿Dónde estabas? ¿Por qué tardaste tanto?

Harry le acomoda el cabello despeinado.

—Estaba conociendo a alguien, cariño. Tu papi también está aquí. Necesitábamos hablar con esa persona sobre algo muy importante.

Las cejas de Andy se fruncen, claramente intrigado.

—¿Quién es? —pregunta.

Harry lanza una mirada a Niall, quien le responde con un asentimiento tranquilizador. Enderezándose, Harry dice:

—Niall, ¿podrías ir a buscar a Louis y decirle que estamos listos?

—Claro que sí —responde Niall, poniéndose de pie y sacudiendo el polvo imaginario de sus pantalones—. Tú puedes con esto, bonito.

Mientras Niall se va, Harry se agacha de nuevo, tomando las pequeñas manos de Andy entre las suyas.

—Hoy vamos a presentarte a alguien, Andy —comienza con suavidad.

El rostro de Andy se arruga, frunciendo la nariz.

—¿Es la misma persona con la que estabas hablando antes?

Harry vacila por una fracción de segundo, pero luego asiente.

—Sí, lo es.

Antes de que Andy pueda preguntar algo más, Louis entra en la habitación. Está solo, lo que significa que Troye debe seguir esperando afuera. Louis escanea la escena de inmediato, y sus agudos ojos azules se suavizan al posarse en Andy.

—Hola, pequeño —saluda, acercándose y agachándose a la altura de Andy—. ¿Estás bien?

—Hola, papi —responde Andy alegremente, aunque su tono cambia rápidamente a uno más curioso—. ¿Qué está pasando? ¿A quién quieren que conozca tú y mami?

Harry y Louis intercambian una mirada, alineándose silenciosamente. Louis toma la delantera, con una voz calmada pero firme.

—¿Recuerdas cómo hemos hablado antes sobre tu mamá de pancita? Ya sabes, quien te llevó en su vientre. Los dos hemos hablado sobre cómo a veces las mamás pueden sentirse mal y necesitan tomarse un tiempo lejos de sus cachorros cuando nacen.

Andy asiente, sus pequeñas manos jugueteando con el borde de la camiseta de Harry.

—Dijiste que mi mami de pancita tuvo que dejarme porque no se sentía bien y que estaba bien que yo solo tuviera un papá.

—Así es —interviene Harry con suavidad, frotándole la espalda en lentos círculos—. Pero hoy, tu mamá de pancita está aquí, bebé. Ha vuelto porque se siente un poco mejor y realmente quiere conocerte.

La boca de Andy se abre ligeramente, sus ojos aún más grandes.

—¿Está aquí? ¿Mi mami de pancita está aquí?

Louis asiente, observando atentamente la reacción de su hijo.

—Lo está. Pero queríamos hablar contigo primero, cachorro, para que sepas que está bien sentirte como quieras al respecto. Mami y yo estaremos aquí contigo y te apoyaremos sin importar lo que decidas hacer. Eres lo más importante para nosotros, recuerda eso.

Andy guarda silencio por un momento, procesando sus palabras. Luego, para su asombro, asiente con firmeza.

—Pensé que nunca conocería a mi mami de pancita. Era feliz con mi vida, porque ya tengo a mi mami. Pero... estoy feliz de que mi mamá de pancita se sienta mejor y que haya venido a verme. ¿Cómo se llama?

El corazón de Harry se llena de orgullo al notar la madurez en la respuesta de Andy, y la mano de Louis roza sutilmente la suya, un gesto silencioso de apoyo.

—Se llama Troye —dice Harry con suavidad.

Andy inclina la cabeza, con la curiosidad brillando en su expresión.

—Troye —repite, probando el nombre en su lengua—. Okaay, hmm, ¿entonces puedo conocer a Troye ahora?

Louis se pone de pie, alisando sus pantalones, y se gira hacia la puerta.

—Sí que puedes cachorro, voy por él.

Harry observa a Louis salir brevemente, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. Mira hacia Andy, cuyas pequeñas manos aún están aferradas a las suyas.

—Estás siendo tan valiente y amable, cariño —susurra Harry.

Cuando Louis regresa, Troye lo sigue detrás, sus movimientos son vacilantes y deliberados. Andy aprieta un poco más la mano de Harry, sus pequeños dedos se curvan alrededor de los de Harry en busca de consuelo.

—Andy —dice Louis, con la voz firme y suave—. Este es Troye.

Troye da un paso al frente, con las manos entrelazadas nerviosamente frente a él. Sus ojos brillan con emoción mientras mira a Andy, una suave y temblorosa sonrisa en sus labios.

—Hola, Andy —dice, su voz temblando ligeramente—. Es... es un placer conocerte por fin.

El agarre de Andy sobre Harry se afloja ligeramente, y mira a Troye con curiosidad, su pequeño rostro lleno de intriga.

—Hola —responde, su voz tranquila pero firme—. ¡Oh! Me acuerdo de ti —dice de repente—. Tú eres la persona con la que mi papi habló el otro día cuando salimos del auto, en el estacionamiento —añade con calma, como si entendiera cómo se desarrollaron los eventos hasta ese momento.

Harry contiene la respiración, observando cómo se desarrolla el primer encuentro, con esperanza y aprensión retorciéndose en su pecho. Sabe que esto es solo el comienzo, pero parece un paso en la dirección correcta, un paso hacia la sanación, la comprensión y tal vez incluso algo parecido a la paz. Algo que claramente necesitan Louis, Andy y Troye.

Las manos de Troye tiemblan ligeramente mientras se agacha al nivel de Andy, su mirada fija en el pequeño con una mezcla de asombro y alegría.

—Soy yo, sí. Ese día necesitaba hablar con tu papi sobre algunas cosas. Y ahora... estoy tan feliz de poder conocerte al fin, Andy. ¿Puedo... puedo darte un abrazo? —pregunta suavemente, su voz temblando lo suficiente como para que Harry lo note.

Andy mira a Harry y Louis por un momento, como buscando permiso. Louis asiente, y Harry también lo hace, apretando la mano de Andy en un gesto tranquilizador.

—Solo si tú quieres, bebé.

—Quiero —responde Andy con firmeza, dando un paso adelante. Troye abre los brazos con cautela y, cuando Andy se inclina hacia él, los brazos de Troye lo envuelven en un abrazo que es a la vez cuidadoso y lleno de emoción. Los ojos del omega brillan mientras sostiene a su pequeño por primera vez desde que lo dejó en la puerta de Louis hace tres años.

—Estás tan grande ahora —murmura Troye, su voz quebrándose ligeramente—. Te he extrañado tanto, y eres un cachorro tan, tan maravilloso.

Andy inclina la cabeza cuando se separan del abrazo, la curiosidad chispeando en sus brillantes ojos.

—¿Por qué te fuiste por tanto tiempo? —pregunta, con un tono inocente pero directo.

Louis y Harry intercambian una mirada, pero antes de que puedan intervenir, Troye habla con suavidad y honestidad.

—Porque no me sentía muy bien cuando naciste. Pero estoy aquí ahora porque quería verte. He querido eso por mucho tiempo porque ya me siento mejor.

Andy parece aceptar esto, su pequeño ceño fruncido mientras más preguntas surgen en su mente.

—Oh, ¿y cómo era tu nombre otra vez? Es que lo olvidé —dice Andy con un mohín.

—Mi nombre es Troye —responde él, su sonrisa suavizándose mientras encuentra la mirada de Andy.

Andy sonríe de vuelta y, por un momento, hay una conexión pura entre ellos que Harry no puede ignorar. Su pecho se tensa, no por celos o miedo, sino por la profunda realización de que el amor de Troye es genuino. Harry lo ve en la forma en que sus ojos brillan y en la manera en que se aferra a cada palabra que Andy dice. No hay actuación allí; Troye realmente quiere esto.

—Nunca había escuchado ese nombre. Es lindo —sonríe—. Uhm, ¿puedo olerte? —pregunta de repente Andy, inclinando la cabeza—. No he olido tu aroma todavía. Me pregunto cuál es.

Troye parpadea, claramente sorprendido, pero una suave risa escapa de él.

—Claro, pequeño.

Andy se acerca con cuidado y se inclina hacia el cuello de Troye, su pequeña nariz arrugándose mientras olfatea. Después de unos momentos, se aleja y declara:

—¡Es ciruela! ¡Tu aroma es de ciruelas!

Harry reprime una carcajada ante el tono triunfal de Andy, mientras los labios de Louis se curvan en una orgullosa sonrisa.

—Buena observación, cachorro —dice Louis.

Andy sonríe ampliamente pero rápidamente inclina la cabeza, señalando con los dedos hacia Harry.

—Es muy diferente al aroma de mami. Mami huele a bombones todo el tiempo. ¡Es el mejor olor del mundo! ¡Taaaan dulce!

La risa de Troye es suave pero genuina.

—Ese sí que suena como un aroma maravilloso.

—¡Lo es! —responde Andy emocionado, rebotando ligeramente sobre sus pies—. Mami hace muchas cosas buenas por mí. Cocina comida rica para mí y para papi, canta canciones cuando voy a dormir y me abraza cuando tomo mi siesta. ¡Oh! También hace que mi mantita huela a él para que no me sienta asustado en la noche —Andy hace una pausa, corriendo hacia un lado de la habitación—. ¡Espera, te voy a enseñar mi mantita de Winnie Pooh! Mami me la dio.

Harry observa cómo Andy corre a buscar la suave manta. El pequeño la abraza contra su pecho mientras regresa, sosteniéndola para que Troye la vea.

—¿Ves? Es mi cosa favorita del mundo. Mami me la dio. ¡Mira! ¡Es Winnie Pooh! ¡Amo a Winnie Pooh! También tengo un osito de Pooh que mi papi ganó para mí en la feria.

Troye extiende la mano para tocar la manta, sus dedos rozando la tela con reverencia.

—Es hermosa, y el osito Pooh es de lo más lindo, como tú —dice en voz baja, su tono cargado de emoción—. Tienes mucha suerte de tener a una mami y un papi tan maravillosos.

Andy asiente con entusiasmo, claramente orgulloso de su pequeña familia. Pero el momento se interrumpe cuando Troye de repente tose, un sonido profundo y rasposo que parece salir desde lo más profundo de su ser. El pecho de Harry se tensa al verlo, instintivamente extendiendo la mano hacia el hombro de Andy para estabilizarlo.

Los grandes ojos de Andy se fijan en Troye, su pequeño rostro reflejando preocupación.

—¡Ay! ¿Tienes una gripe muy, muy mala? ¡Oh! ¿Es por eso que te fuiste cuando yo era un bebé muy pequeño? ¿Por la gripe?

La pregunta queda suspendida en el aire, y Harry contiene el aliento. Mira a Louis, quien se tensa pero asiente levemente, animando silenciosamente a Troye a responder con cuidado.

Troye coloca una mano sobre su pecho, recuperando el aliento, y mira directamente a Andy. Su voz es baja pero firme. 

—No estaba enfermo de gripe, cariño. Era otro tipo de enfermedad. Una que hacía difícil cuidarte como merecías.

Andy parpadea, su pequeña mente tratando de procesar la respuesta. —¿Pero estás aquí ahora porque te sientes mejor?

Troye asiente, con los ojos llenos de lágrimas. —Así es. Volví porque quería verte, y acabo de confirmar que eres el cachorro más lindo y amable, justo como pensé que serías. Tal como te imaginé desde que estabas en mi vientre. —Se limpia las lágrimas mientras le sonríe a Andy con ternura—. ¿Sabes qué? Me encantaría pasar un poco más de tiempo contigo, cielo. Solo un ratito más—, dice suavemente, con la voz temblorosa. —Hoy me siento fuerte, y quiero aprovechar cada momento. Solo si tú quieres, y si tu papi está de acuerdo.

Andy mira a Louis con ojos interrogantes, frunciendo ligeramente el ceño. 

—¿Papi, está bien? ¿Puedo?

Louis se agacha, colocando una mano tranquilizadora en el pequeño hombro de Andy. —Es tu decisión, cachorro. —Dice con firmeza, pero con amabilidad—. ¿Cómo te sientes respecto a pasar más tiempo con tu mamá de pancita? Será posible solo si es lo que tú quieres.

Andy asiente después de un momento de contemplación, con el rostro pequeño y sincero. 

—Creo que quiero, papi. Creo que es una buena idea... por si acaso. —Su mirada vuelve a Troye, su voz es pequeña pero resuelta—. Por si acaso tienes que irte otra vez porque no te sientes bien, quiero recordarte. Quiero tener recuerdos contigo porque cuando me dejaste era un bebé muy, muy pequeño y no recuerdo nada de ti. ¡Pero ahora sí lo haré!

La habitación queda en silencio por un momento, cargada de emoción. Harry siente una oleada de orgullo, su pecho apretándose ante las palabras reflexivas de Andy. Louis extiende su mano, buscando la de Harry, y la aprieta con firmeza. Cuando Harry encuentra su mirada, ve el mismo orgullo reflejado allí, brillando en los ojos de Louis. Troye parece completamente abrumado, con una mano sobre su corazón como si intentara calmarse.

—Eres un cachorro increíble, Andy, —murmura Troye, con la voz quebrada por la emoción. —Gracias. Eso significa mucho para mí.

La sinceridad en la voz de Troye y el amor brillando en sus ojos no dejan dudas en la mente de Harry. Ahora sabe, sin lugar a dudas, que las intenciones de Troye son puras. Es un omega buscando redención, y aunque Harry aún tiene sus propios temores persistentes, no puede evitar admirar la valentía que debe requerir para enfrentarse a todo esto.

🧸🍯🧸

En el pasillo de la guardería, Harry se encuentra despidiéndose de Louis.

Troye y Andy aún están en la sala de siesta, con Niall vigilándolos de cerca.

—Creo que todo salió bien —dice Louis en voz baja, con un tono cargado de alivio. Su pulgar acaricia el dorso de la mano de Harry mientras permanecen juntos.

Harry asiente.

—Definitivamente sí. Andy lo manejó mejor de lo que esperaba. Te lo dije. Es un bebé tan maduro e inteligente. —Hace una pausa, mirando hacia la sala—. Troye también parecía sincero. ¿No crees?

Louis emite un sonido pensativo, su rostro adquiriendo una expresión reflexiva.

—Planeo hablar seriamente con él esta noche, cuando Andy se haya dormido. Aún hay mucho que aclarar, pero... estoy considerando ofrecerle ayuda con sus facturas médicas si lo necesita. Tiene un trabajo de mierda, y dudo que eso cubra todo. Nunca ha tenido mucho, y si lo que yo le ofrezca ayuda a que se mantenga estable por más tiempo, por el bien de Andy, podría valer la pena.

El corazón de Harry se llena al escuchar las palabras de Louis, y eleva una mano para acariciar la mejilla de su alfa.

—Eso es increíblemente generoso de tu parte, Louis. Eres un hombre tan bueno.

Louis se inclina hacia el contacto, sus labios curvándose en una suave sonrisa.

—Lo intento, por ustedes dos. Pero no es fácil.

Harry lo besa entonces, despacio y con intensidad, transmitiendo todo su amor en ese momento. Cuando se separan, Louis suspira dramáticamente.

—Te extrañaré tanto, ¿sabes? Un día sin ti se siente como una eternidad. Y sé que Andy siente lo mismo.

Harry ríe suavemente, empujándolo juguetonamente.

—Es solo una noche. Sobrevivirán.

Louis resopla, pero su mirada está llena de calidez.

—Apenas lo haremos.

Harry señala la puerta. —Se está haciendo tarde. Andy necesita cenar algo para que no duerma tan tarde, así que ustedes tres deberían irse ya.

El alfa asiente, robando un último beso antes de entrar. Harry lo sigue, agradeciendo a Niall por vigilar todo. Niall le hace un gesto con la mano, prometiendo esperar a Harry en el coche para llevarlo a su casa como habían planeado.

Louis se acerca a Andy, agachándose de nuevo para mirar a los ojos de su cachorro.

—¿Todo bien, pequeño?

Andy asiente con una sonrisa brillante.

—Todo está bien, papi.

Louis se pone de pie, dirigiéndole a Troye una mirada intencionada.

—Vamos al coche, Troye. Andy saldrá enseguida.

Troye asiente, dudando solo un momento antes de salir de la sala. Cuando la puerta se cierra detrás de él, Andy corre a los brazos de Harry.

—Te extrañaré mucho, mami —murmura, abrazándose fuerte.

Harry presiona besos en su cabello, con el corazón encogido de amor.

—Yo también te extrañaré, bebé. Pero es solo una noche. Nos veremos antes de que te des cuenta.

Andy se aparta un poco, extendiendo su manta.

—Uhm, ¿puedes perfumarla más, mami? Como no vas a volver a casa con nosotros hoy, quiero dormir envueltito en tu olor.

El omega sonríe, tomando la manta y frotándola suavemente contra su cuello, impregnándola con su dulce aroma a bombones.

—Ahí tienes, mi dulce bebé. ¿Te sientes mejor ahora?

Andy la huele y asiente con entusiasmo.

—¡Está perfecta! Gracias.

Harry le acaricia la mejilla, apartándole los mechones de cabello castaño de la cara.

—Ahora, sé amable y bueno, ¿de acuerdo? Igual que hoy y todos los días. ¿Puedes hacer eso por mí?

El cachorro asiente solemnemente. —Lo haré, mami. Lo prometo.

Harry duda un momento y luego pregunta: —¿Cómo te sentiste al conocer a tu mamá de pancita?

El rostro de Andy se ilumina.

—¡Se sintió bien! Creo que es buena persona. ¡Estoy emocionado y quiero mostrarle mi cuarto y todas mis cositas de Winnie Pooh!

—Me alegra escuchar eso. Estoy seguro de que la pasarás genial hoy —dice Harry cálidamente, acariciando la espalda de Andy mientras lo abraza con fuerza, respirando el reconfortante aroma familiar de su pequeño alfa. Andy se aparta un poco, colocando sus pequeñas manos en las mejillas de Harry, su toque cálido y tranquilizador.

—No tienes que sentir celos, mami —dice Andy con sinceridad, sus grandes ojos azules brillando con determinación—. Mi mami de pancita es solo eso, mi mami de pancita. Pero tú eres mi mami de corazón.

Harry parpadea rápidamente, su visión nublándose por las lágrimas que amenazan con caer.
—¿Mami de corazón? —susurra, con la voz temblorosa por la emoción.

Andy asiente, frunciendo el ceño con determinación.

—¡Sí! Mi corazoncito lo sabe, y mis instintos de alfa también. Papi dice que mis instintos de alfa saben muchas cosas, y ellos dicen que tú eres mi mami de corazón. La que hace que todo sea seguro y feliz para mí. Me cantas, me abrazas fuerte cuando lloro, y me haces comidita rica. Mi pancita se siente calentita y bien cuando haces eso.

Las lágrimas de Harry caen libremente ahora, cada palabra de Andy llenando su pecho con un amor y gratitud abrumadores. Andy continúa, sus pequeños dedos acariciando las mejillas de Harry, limpiándole las lágrimas.

—Y me acurrucas y arrullas para dormir todos los días, mami —dice Andy con una sonrisa tímida—. Me haces sentir amado. Y tu olor... es el mejor olor del mundo. Me hace sentir que nada malo puede pasar cuando estoy contigo.

Harry suelta una suave risa entre sollozos, presionando sus labios en la frente de Andy.

—Oh, mi dulce bebé... no tienes idea de lo mucho que eso significa para mí.

Andy le sonríe con adoración, su pequeño rostro lleno de amor y confianza pura.

—Te quiero mucho, mami. Mi mami de pancita es amable, y me alegra que se sienta mejor y finalmente esté aquí conmigo. Pero tú eres mi mamita para siempre. Mi mami de corazón.

Harry lo abraza con fuerza otra vez, sosteniéndolo cerca mientras sus lágrimas empapan el cabello suave de Andy.

—Te quiero mucho, Andy. Como no tienes idea. Siempre serás mi pequeño cachorro, mi dulce bebé.

Andy se acurruca en el cuello de Harry, envolviendo sus pequeños brazos a su alrededor. Por un largo momento, se quedan así, un vínculo inquebrantable de amor y confianza envolviéndolos a ambos.

Cuando Andy finalmente se aparta, sonríe hacia Harry, arrugando la nariz de forma adorable.

—Soy muy afortunado, mami. Tengo dos mamis. Pero tú eres mi favorita.

Harry ríe suavemente, su corazón hinchándose de orgullo y alegría.

—Yo soy el afortunado, cachorro. Tú haces que mi corazón se sienta tan lleno.

Andy inclina la cabeza, con el rostro serio por un momento.

—¿Puedo contarte un secreto, mami?

—Claro, bebé. Siempre.

Andy se inclina cerca, su pequeña voz en un susurro conspirador.

—Aunque mi mami de pancita tiene un aroma a ciruela muy bonito, tu olor a bombones es el mejor. Es mi olor favorito en todo el mundo.

Harry no puede evitar reír de nuevo, presionando una lluvia de besos en las mejillas de Andy.

—Tú eres mi cachorro favorito en todo el mundo, mi dulce bebé —dice con la voz cargada de amor.

Andy ríe, retorciéndose en sus brazos. —Te voy a extrañar mucho esta noche, mami.

—Yo también te voy a extrañar, bebé —murmura Harry, su voz suave pero firme—. Pero estaré aquí esperándote mañana. Siempre lo haré.

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