Capítulo 15

Notita: Les recomiendo poner la canción "You are my sunshine" de Christina Perri, cuando llegue el momento indicado y para tener una mejor experiencia como lectores, ya sabrán el motivo.

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—Estoy tan feliz por ti, Harry. —Niall le abraza para reconfortarle—. ¿Ya ves, cariño? La vida sí te tenía preparado algo tan bonito como tú.

Harry le sonríe y se limpia las lágrimas derramadas con uno de los pañuelos desechables de su escritorio.

Están en su oficina, Harry se había metido ahí después de haber dejado a sus pequeños y a Andy en el comedor para tomar su cereal y fruta. Estando ahí, y mientras contabilizaba algunas de las facturas y hacía la planeación de actividades para la semana en la guardería, Niall había entrado para al fin tener esa charla prometida en la que Harry le contaría todo lo sucedido durante el fin de semana.

La conversación había ido desde la romántica cita a solas que Louis había planeado y ejecutado a la perfección para él, a los detalles tan personales a los que le había puesto atención, a como habían vivido su primer momento de intimidad y la gran comprehensión y sensibilidad que el alfa le había mostrado a cada instante.

Pero sin duda, lo que había logrado colocar algunas lágrimas en los ojos de ambos omegas había sido lo sucedido el día anterior.

Andy llamándolo madre y reconociéndolo como si lo fuera, como si él lo hubiera llevado en su vientre y dado a luz, además de amamantado y criado.

Esa parte del relato había conmovido a su mejor amigo, eso en conjunto con la confesión de Louis de que él ya lo había elegido como su omega y que prácticamente ya sólo dependía de Harry el sellar su unión con el lazo y la mordida.

Harry tampoco había omitido la pequeña sesión terapéutica que tuvo ese día por la noche, él en soledad llorando desconsolado por el recuerdo de su bebé perdido.

—Aún me parece tan irreal —comenta y le pasa un pañuelo a Niall para que se limpie también—, yo había creído que esto de las relaciones y el amor estaba muerto para mí. No quería saber nada de alfas y mírame... resulta que estoy loco por uno. —Se ríe—, por un par en realidad.

—Es que este es el amor real, cariño. El que tú mereces. Todo esto que me contaste te parece irreal porque hay muy pocos alfas que cortejan y se entregan en devoción a su omega de esa manera. Louis es uno de ellos.

—Lo es —admite—. Lo que me hace sentir es diferente a lo que yo consideraba amor. Con Louis es un sentimiento tan... limpio, brillante y claro. Y con Andy es... todo tan puro y tierno, lo siento tan cercano a mí —dice colocándose una mano sobre el pecho.

—Porque así debe ser, cielo. Te entiendo perfectamente porque así es como yo me siento con mi alfa. Y sé que cuando nazca mi cachorro me sentiré de la misma forma en la que describes tu conexión con Andy. —Niall le toma de las manos y lo ve a los ojos—. Te has convertido en la madre que ese bebé tanto necesitaba. Ambos se están salvando el uno al otro, ¿no te das cuenta?

Harry traga saliva y toma un poco de aire. —Mi corazón se llena de amor y me ilusiono tanto cada que Andy me dice "mami", ¿puedes creerlo? Tengo a mi cachorrito al fin, el bebé que siempre he deseado tener, estoy recibiendo el tipo de amor que creí ya nunca sería merecedor de recibir, ya sabes, después de-

—No digas eso —Niall le interrumpe— tú siempre has merecido ser madre. Entiende que lo que ocurrió no fue tu culpa, cariño. Y no te hace menos omega, en absoluto.

—Me es tan difícil creerlo cuando las duras palabras de Robert se repiten en mi cabeza. El recuerdo de todo sigue aquí —se toca la frente y el corazón—, presente en mi mente y en mi cuerpo.

—Ese bastardo va a pagar por cada lágrima que te ha hecho derramar, Harry. —Le asegura—. Lo único en lo que nunca estuve de acuerdo fue en que no lo mandaras a la cárcel, ese idiota merecía podrirse ahí después de lo que te hizo.

Harry niega con la cabeza, recordando brevemente aquel momento en que la policía le interrogó en aquel cuarto de hospital. Esa ha sido una de las cosas más difíciles a las que se tuvo que afrontar. Estaba tan débil y sin ganas de seguir adelante.

—La cárcel no me iba a devolver lo que perdí, Niall. —Se encoge de hombros—. Al final, todo lo que necesitaba era que desapareciera de mi vida, que ya no se volviera a acercar a mí.

—Ya lo sé, bonito. Pero al menos era una forma de cobrarle, aunque sea en un porcentaje muy pequeño, todo el dolor y la angustia que viviste a su lado.

El rostro de Harry adopta una expresión de desanimo. —Sabes que eso de la venganza nunca ha sido algo mío. Sé que la vida se ocupará de él.

Niall asiente y su gesto se ablanda. —Eso sí. El karma realmente puede resultar siendo u peor o mejor enemiga. Espero que le haga vivir el mismo infierno por el que tú pasaste. Y me tranquiliza muchísimo que ese mismo karma al fin te esté otorgando la felicidad y confort que tanto mereces, cariño. En ambos aspectos.

Harry sabe muy bien a qué se refiere. Romántico y maternal.

—¿A qué hora te irás, por cierto? —Niall le pregunta, admirando con una sonrisa el ramo de girasoles del día.

—Cuando los cachorros estén en su siesta. ¿Podrías vigilar a Andy por mí? —le pide— sé que Penny les cuida, pero ya sabes que Andy solía tener problemas para dormir y pues esta será la primera vez que lo voy a dejar solo y-

—Estará todo bien, Harry —Niall le conforta, sobando su hombro—. Ve tranquilo, no creo que pase nada con él, nos tendrá a nosotros y a su amada cobijita impregnada con tu olor. Es más que suficiente. Tranquila, mamá.

Harry hace un ligero puchero, conmovido por la forma en la que su mejor amigo eligió para referirse a él y a su preocupación por el bienestar de Andy.

Después de terminar sus pendientes en la oficina, acompañado con algo de chocolate caliente, unos croissants y una relajante charla con Niall sobre los detalles de su embarazo y los planes que tiene junto a su alfa, Harry acude de vuelta a la sala de actividades recreativas, donde los cachorros se encuentran.

Anya, su otra amable compañera, está repartiendo hojas de colorear con diferentes figuras entre los pequeños, quienes se animan en cuanto ven al omega entrando por la puerta. Como siempre, la sonrisa más grande y la mirada más brillosa pertenecen a Andy, el cachorro de inmediato le llama con mucha efusión en cuanto se siente un poco desplazado por los demás niños.

Harry, sin embargo, se toma el tiempo de atender con cariño y paciencia los saludos y comentarios del resto de los cachorros antes de irse con su querido bebé de tres años, quien se encuentra situado en una esquina de la habitación, como en pasadas ocasiones.

Al sentarse a su lado, Harry nota que Andy le recibe con una adorable carita enfurruñada.

—Hola, bebé. ¿Cómo estás? —Harry pregunta con normalidad, lo está haciendo a propósito porque él ya sabe lo que Andy está sintiendo: celos.

Es algo perfectamente normal, ya ha ocurrido, pasó con la disputa de la siesta y la cobija de Winnie Pooh, y él sabía que ocurriría de nuevo, dado el nuevo estatus de relación que ambos han establecido, una más cercana y amorosa. Y afortunadamente, él ya sabe cómo debe afrontar la situación.

—¿Pasa algo, cachorro? —le insiste al ver que el pequeño no le responde.

Andy no lo ve, en su lugar, le está poniendo toda su atención a sus hojas de colorear; sin embargo, su puchero es bastante notable pues su boquita está perfilada como el tierno pico de un pato.

El silencio de Andy continua, por lo que Harry decide tomar otra estrategia para solucionar el problema. Lo que el cachorro está experimentando no es un berrinche, para nada; el pequeño simplemente está de cara a emociones y situaciones complejas que, por su edad, no sabe aún como tratar.

—Bueno, ya que mi querido bebé no quiere hablar... ¿te parece si trato de adivinar qué es lo que pasa?

Andy juguetea con sus crayolas y sólo se encoge de hombros como respuesta. Eso es un sí para Harry.

—¿Acaso estás enojado? —tantea, Andy niega con la cabeza—. ¿Triste? ¿Preocupado?

El cachorro asiente esta vez, bingo.

—Hmm, ¿será que te sientes así porque no vine directo hacia ti cuando entré?

Andy levanta su rostro y lo ve a los ojos, están algo vidriosos, eso le provoca un sentimiento amargo en su interior.

—¿Te sentiste ignorado, pequeño? —continua—. ¿No te gustó cuando me detuve a saludar y a convivir con los demás cachorritos? —la mano de Harry se posa sobre el pecho de Andy—. ¿Se sintió feo aquí dentro?

Eso último es todo lo que Andy necesita para expulsar su sentir y su frustración, el pequeño solloza audiblemente mientras asiente con la cabeza, tallándose el ojo derecho con su diminuto puño.

—Oh, ven aquí mi bebé. No pasa nada. —Harry abraza al cachorrito, quien se queja en leves pujidos, tratando de reprimir el llanto.

Anya se da cuenta de lo que está ocurriendo entre ellos dos, y Harry le hace una seña para que la chica continue con la dinámica grupal, no es conveniente que los demás pequeños se enteren de la situación, por lo que Anya comienza a recitarles las instrucciones para colorear sus diversas hojas.

—¿Ya estás mejor? —Harry murmura en su oído, el pequeño le ha cubierto con su aroma—. ¿Podemos hablar?

Andy asiente y aún sin disolver su tierno puchero, Harry lo acomoda sobre su regazo, haciendo a un lado las hojas y crayones.

—De acuerdo, mira, este lugar es mi trabajo, cariño. —Le indica, señalando la habitación y al grupo de cachorros delante suyo—. Y todos ellos están a mi cuidado, son pequeños a quienes tengo que ponerles atención y tratarlos con mucho cariño. Así empezamos tú y yo ¿recuerdas?

El cachorro murmura un "sí" con voz suave.

—Ahora nosotros somos mucho más cercanos y nos queremos muchísimo más, pero eso no quiere decir que yo deba ignorar a los demás cachorros, cariño. No es algo bueno ni amable. No tienes por qué sentirte celoso, Andy. Yo siempre vendré a ti, siempre. Eres mi bebé.

Andy mueve su cabecita de arriba abajo, hay también un destello de sonrisa en sus labios.

—¿Entonces sigues siendo mi mami? —pregunta al fin.

—¡Claro que sí! —Harry le abraza y se ríe—. El que yo siga al pendiente de tus compañeros no quiere decir que te quiera menos. Yo te quiero muchísimo, cachorro.

—Yo también, mami —Andy disuelve su puchero—. Es que, sentí feo porque te llamaba y no venías. Perdón por haber sido celoso —se encoge de hombros— papi dice que ser celoso es algo de alfas.

Por supuesto que Louis le diría algo como eso. Harry siente muchas ganas de rodar los ojos.

—Creo que... entonces está bien si eres bueno con mis compañeros. —Andy le sonríe y talla sus ojitos para borrar su expresión enfurruñada—. Se siente bonito saber que mi mami es buena persona con los demás. Ya no más celos, mami. Sólo estaré or- uhm ¿cómo era? —se toca la frente como tratando de recordar la palabra indicada— argu, orga, ¡ah, sí! Orgulloso. —Suelta por lo alto—. Así es como dice papi que se siente cuando te ve.

A Harry se le aguadan los ojos y le da un beso en las mejillas. —Yo también estoy muy orgulloso de ti, Andy. Tengo mucha suerte de que me hayas elegido como tu mami.

El cachorro frota su nariz contra la suya, pero después de unos cuantos mimos, el pobre abre los ojos de par en par.

—¡Oh! ¡No te he dado tu regalo, mami!

Cierto. Harry también lo había olvidado. Se emociona como un pequeño ante la interrogante de qué le habrá comprado esta vez Andy.

Se queda sentado mientras observa al menor ir hasta las repisas de plástico donde están guardadas sus mochilas para después regresar con una diminuta bolsa de papel estampado de flores rosas.

—Aquí está, mami. —Se la entrega, con ese adorable tono rojizo presente en sus cachetes—. Ábrelo.

Los hoyuelos del omega se marcan con fuerza mientras hace lo indicado por Andy, y al sacar el contenido, Harry no puede hacer otra cosa más que conmoverse.

Es un collar de cuentas de fantasía, las pequeñas bolitas blancas asemejan perlas y están intercaladas con cuentitas en forma de kiwi y girasoles; al centro del collar se unen tres letras con la ayuda de algunos corazones rojos, formando: ❤️H❤️A❤️L❤️

—En la tienda de tía Lottie puedes hacer collarcitos así —le explica y con su índice le señala los detalles de la joya de fantasía—. Mi papi me ayudó a hacerla, pero todo fue idea mía. Puse corazoncitos entre las letras porque nosotros nos queremos mucho, como familia.

—Dios, Andy —Harry parpadea para no llorar como magdalena ante el sensible y atento obsequio del cachorro—. Lo amo, nunca me lo quitaré, siempre lo llevaré conmigo. —Le promete mientras se abrocha el collar, le queda perfecto.

El omega envuelve a Andy con sus brazos y lo ataca con muchos besos, sacándole risitas risueñas al cachorro.

—Mi bebé tan lindo —le arrulla, y de pronto en su mente se forma una idea—. La canción que tocaré hoy en la hora de la siesta será para ti.

Andy se aparta un poco de su regazo, claramente sorprendido. —¿De verdad? ¿Vas a dedicarme una canción mami? ¿Para mi solito?

Harry asiente, sonriendo de oreja a oreja. —La tocaré para arrullarlos a todos, cariño, pero esa canción es en especial para ti y solo para ti.

—¡Que emoción! —celebra—. ¿Y cómo se llama? ¿Qué dice?

—Se llama "you are my sunshine", y habla de lo mucho que una mamá quiere a su bebé —Harry le mira con detenimiento, peinando cariñosamente sus cabellos castaños—, de cómo su mundo antes era gris y triste, hasta que un pequeño rayo de sol llegó a su vida para hacerlo feliz.

Harry pronuncia con dificultas las últimas palabras, pero logra contener el nudo en su garganta. No hay razón para estar triste o para llorar, ya no. Él ya lloró lo último que tenía que llorar la noche anterior en esa habitación de su casa. Ya no más.

Andy mueve sus pequeños brazos, como aleteando, emocionado por lo que le ha confesado el omega.

—¿Entonces soy como tu solecito, mami?

—Si, cariño. —No duda en responder—. Eres mi solecito. Mi hermoso rayito de luz.

Ambos se colman de más mimos y palabras lindas, sellando otro momento especial que quedará en sus memorias por mucho tiempo.

Harry entonces se levanta de la acolchada alfombra para permitirle a Andy que coloree y no se atrase en las actividades de aprendizaje de la guardería.

El omega supervisa los dibujos de los demás cachorros y les felicita por lo bien que están avanzando, cada día sus trazos son más acertados y limpios. Se siente gratificado por cómo están progresando todos sus pequeños.

El tiempo restante se pasa volando, entre juegos, dinámicas, bailes y muchas, muchas risas. La hora de la siesta llega y, con la ayuda de Niall y Penny, Harry mueve a los cachorros al "salón de dormir" como le llaman cariñosamente.

Con los pequeños ya recostados y abrazados a sus respectivos peluches, Harry le ayuda a Andy a acomodarse, colocándolo en primera fila, cerca de él y cubriéndolo con su adorada cobija.

El omega le guiña un ojo a Niall, quien le observa desde el marco de la puerta, es su manera de decirle que está bien, que se siente mejor que nunca. Su mejor amigo le sonríe en respuesta y le lanza un beso por el aire antes de retirarse. Harry sabe que su gesto es honesto, que está feliz por él porque Niall fue su gran soporte durante los peores momentos de su vida.

Harry toma su guitarra y acaricia un poco las cuerdas, se sitúa al frente del salón y hace contacto con la mirada de Andy, el cachorrito está mirándolo con mucha ilusión. Harry se lleva la palma de su mano al corazón y después apunta con sus dos de sus dedos hacia Andy, musitando por lo bajo "para ti, mi bebé".

Sus ojos se cierran por unos segundos, toma aire y sus manos comienzan a moverse sobre las cuerdas de la guitarra.

You are my sunshine, my only sunshine
You make me happy when skies are grey
You'll never know dear, how much I love you
Please don't take my sunshine away

The other night dear, as I lay sleeping
I dreamed I held you in my arms
When I awoke, dear, I was mistaken
And I hung my head and cried

You are my sunshine, my only sunshine
You make me happy when skies are grey
You'll never know dear, how much I love you
Please don't take my sunshine away

Sus ojos se aguadan, es imposible no sentirse así, la letra de la canción le toca las fibras más sensibles en su corazón porque así es como su vida le ha golpeado, haciéndole soñar con un bebé en sus brazos sólo para que después le fuera arrebatado.

I'll always love you and make you happy
If you will only say the same
But if you leave me to love another
You'll regret it all some day

You are my sunshine, my only sunshine
You make me happy when skies are grey
You'll never know dear, how much I love you
Please don't take my sunshine away

Harry se limpia una lágrima con sus nudillos, retoma el suave ritmo de los acordes de la guitarra, imitando a un suave arrullo mientras continúa tarareando la canción. Nunca apartó sus ojos de Andy, le dedicó cada palabra y cada promesa de hacerlo feliz y siempre amarlo, porque ese pequeño, junto con Louis, su alfa, se han convertido en su rayito de luz y en su esperanza.

Sus emociones se agudizan porque al fin cree estarlo logrando, Harry está despertando de esa noche eterna y espeluznante. Está saliendo a la luz del día, la ve al fin.

Su cachorrito tiene lágrimas atrapadas en los ojos también, pero a diferencia de otras ocasiones, el bebé está sonriendo, está feliz.

Y mientras los ojitos de todos los cachorros y de Andy se cierran, Harry sigue entonando el suave ritmo de la canción hasta el final, sabiendo con toda la seguridad del mundo que todo estará bien. Ellos estarán bien. 

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Notita: Desaparecí un ratito porque tuve unos problemitas de salud y creo me tendrán que tratar por un tiempo, pero nada grave afortunadamente. Espero les haya gustado el capítulo 💗esperen la siguiente actualización muy pronto, se viene lo bueno. Ah, y les dejo link en comentarios y en mi muro de una playlist que unas amigas hicieron para mí y para Kiwi, pueden agregar canciones si gustan y pueden escuchar las disponibles para darse una idea de cómo serán los siguientes capítulos. Esas canciones pueden (o no) darles pistas de cómo seguirá la historia. Gracias por su apoyo💗 


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