Capitulo 10
—¿Aún no te dice a dónde te va a llevar? —Pregunta Niall, sentado en la orilla de la cama de Harry.
—No. Se lo mantenido muy en secreto toda la semana. —Responde con la cabeza metida entre los ganchos con ropa de su armario.
Su habitación de nuevo está hecha un desastre, sus prendas de vestir están desparramadas en la cama, sus zapatos y accesorios por igual están en pequeñas pilas sobre los muebles.
No puede decidirse sobre qué usar para su cita con Louis.
Es un sábado por la mañana y de acuerdo con los mensajes del alfa, éste pasará por él en un par de horas.
Harry apenas puede creer lo rápido que han pasado los días desde que Louis lo invitó a salir el pasado domingo. Casi toda una semana.
Una semana en la que el alfa no ha desistido en su cortejo ni un solo día.
Los ramos de flores estuvieron presentes a diario por la mañana, siendo entregados por Alan en la guardería. Cada arreglo contó con su respectiva tarjeta repleta de palabras dulces y coquetas de Louis.
A su casa, el alfa también se encargó de enviarle algunas canastas con dulces de todo tipo.
Los mensajes de texto tampoco habían faltado. A cada momento se comunicaron sobre cómo iban sus días y sobre los pendientes que tenían que resolver.
El alfa tenía mucho trabajo que hacer con su buffet, juntas, comités, casos en cortes y demás. Sin embargo, al omega le había alegrado demasiado el hecho de que Louis ya estuviese enforzándose por reservar el tiempo adecuado para Andy y todo lo relacionado a él.
De los cinco días de la semana, Louis se las había arreglado en tres días para llevar y recoger a Andy de la guardería. Dejando los dos restantes en manos de Lottie. Pero era algo, un gran avance de hecho.
Y bueno, no está de más decir que en cada una de esas ocasiones, Louis había encontrado la forma de colarse en su oficina para besarlo, decirle cosas bellas al oído y llenarse de su aroma. Harry había hecho lo mismo con el olor del alfa, además de consentir a sus ojos e imaginación con la imponente imagen de Louis vestido con sus impecables trajes.
Tan guapo.
¿Y qué decir de Andy?
Su relación con el pequeño cachorro sólo se fortalecía con cada día. Inclusive algunos de los otros cachorros habían llegado a expresar sus celos por lo cercano que Andy se había vuelto a él.
No era solo el hecho de que lo arrullara en cada siesta o que el pequeño se pegara a él en cada actividad que realizaban en la guardería, sino que también había que resaltar la forma en la que Andy lo miraba, con cariño, admiración y calidez.
Y si Harry ya desde antes amaba su trabajo y su labor como mentor y amigo de los cachorritos, ahora que Andy iba incluido en el paquete, su amor sólo había logrado crecer muchísimo más. Ya no concebía imaginarse un día sin convivir con el bebé.
Así que definitivamente lo extrañará este día.
—Es un poco difícil decidirse sobre qué usar si no sabes el lugar a dónde te llevarán, y ya que don misterio quiere que sea una sorpresa creo que entonces deberíamos basarnos en el clima y en las expectativas para esta ocasión. —Concluye Niall poniéndose de pie y yendo hacia su amigo, le quita la blusa que traía en las manos y la analiza—. Demasiado formal. —La arroja al montón de ropa descartada—. No vas a una entrevista de trabajo, cariño.
—Siento que me estoy quedando sin opciones. —Exclama frustrado, ¿cuál es siquiera el código de vestimenta para una cita a solas con un alfa? —Creo que me confié, debí haber ido a comprarme algo para este día.
—Tonterías —Niall le quita importancia—. Yo sé muy bien que tienes una ropa muy bonita guardada por aquí. —De un cajón de hasta abajo, Niall saca varias prendas hasta llenar sus manos para después arrojarlas todas a la cama.
Ah, claro. Esa ropa. Harry ya hasta había olvidado que existían.
—Niall, no creo que-
—¡Mira lo hermoso que es todo esto! Sin duda necesitas usar algo de aquí. —Afirma mientras va viendo y extendiendo cada una de las prendas.
Esa ropa solía ser su favorita, en su mayoría son más del estilo para el verano o primavera, todo telas florales y ligeras, shorts, mezclilla, transparencias y vestidos.
Mis vestidos. Ya ni siquiera recuerdo lo que era usar uno de esos. Lo cómodo y lindo que me sentía...
Como si su mejor amigo le leyera la mente, de pronto saca del montón un vestido color rosa tenue, con pequeñas fresas estampadas en toda la tela, las mangas son cortas y tienen un acabado en la orilla de forma de olán, al igual que la falda del vestido.
Es precioso, el omega lo había comprado para un picnic con su ex, Robert, sin embargo, la reacción del alfa había sido de todo menos positiva.
¡No puedo creer que pensaras que usar esto está bien! ¡¿Tanto te gusta enseñarle las piernas a otros alfas?!
—¡Este es perfecto! Dios, te verás aún más bonito de lo que ya eres. —Comenta Niall a tiempo que coloca el vestido sobre el torso de Harry—. Sí, es ideal.
—Niall, no creo que sea apropiado por-
—¿Qué? Harry, por favor, no me digas que los estúpidos ideales del cavernícola ese se te pegaron a ti también.
El omega posa su mirada sobre el piso. —Es que... ¿no crees que Louis se puede llevar una mala impresión de mí si uso algo así? No quiero que piense que soy un atrevido o algo así.
—¡Por Dios no! —Refuta Niall, tomándole de los hombros—. Bonito, la única impresión que Louis podría llevarse de ti es lo increíblemente lindo que te verás. El estilo de la ropa que tú uses sólo debe gustarte a ti y a nadie más. Creí que ya habíamos pasado por esto, que esas inseguridades que te metió el idiota ese ya habían quedado enterradas.
Harry exhala. —Supongo que no del todo. Lo siento es que, lo intento, y de verdad quiero que las cosas con Louis salgan bien. Estoy nervioso.
—Y así será, algo me dice que este alfa es el bueno. El verdadero. Es decir, en un par de semanas Louis ya hizo y superó con creces todo lo que aquella excusa de alfa hizo en dos años que estuvo contigo. No hay comparación —voltea a ver el ramo que Louis le mandó a primera hora de la mañana, son puras rosas rojas—. Así que ánimo, deja esos nervios y esa ansiedad, todo saldrá bien.
Harry asiente, ve el vestido y Niall se lo pasa, curvando sus labios de la emoción.
Se lo mide por encima del pijama y se observa en el espejo de cuerpo completo. Es un vestido corto, le llega como a la mitad de los muslos.
—¿En serio crees que será apropiado para hoy? —pregunta de nuevo mientras posa al espejo.
—¡Claro! Es que hasta parece que el clima del día se puso a tu favor para que uses ese vestido. —Señala al exterior, por la ventana del cuarto de Harry—. Está muy soleado hoy, y de acuerdo al reporte del clima, hoy será un día inusualmente libre de lluvia o viento otoñal. Es el día perfecto para una cita al aire libre. Algo me dice que Louis te llevará a un lugar muy del estilo de ese vestido. —Señala, moviendo sus cejas de arriba abajo.
Tiene razón. Harry tiene una buena corazonada, y honestamente Louis ha sabido ganarse poco a poco su confianza. Así que, ¿por qué no volver a usar esos vestidos que lo hacían sentir tan cómodo y feliz?
—Bien, entonces será este vestido.
—¡Así se habla! —Aplaude el omega rubio—. Podrías acompañarlo con...
—¿Unos tenis? Ya sabes, por si tengo que caminar mucho, no soportaría tacones.
—¡Sí! Podrían ser los Levi's o los Converse.
Ambos omegas estuvieron discutiendo y analizando las opciones para complementar el atuendo de Harry, viendo si era necesario peinar su cabello, llevar algún accesorio extra, alguna chaqueta "por si hace de pronto frío", qué bolso sería el más indicado para que todo combinara y demás.
El resultado al final fue algo que Harry terminó amando, y Niall también.
El omega castaño optó por llevar sus largos rizos sueltos y naturales, adornados con un sombrero de tipo paja muy mono que lo cubrirá bien del sol, su cuello lo dejó libre de collares pues le gustó más cómo se veía con el corte escotado del vestido. Su brazalete de cuarzo rosa es el único accesorio que lleva y que justo queda con el tono de la prenda principal.
Para su rostro y piel, Harry solo se embadurnó de crema humectante, se colocó rímel en las pestañas y un brillo labial de frambuesas.
En la sala de su casa, Harry simplemente espera, ansioso a que Louis llegue. Niall se fue hace una media hora, el omega rubio quería quedarse para saludar a Louis al menos, pero las náuseas y los mareos de su primer trimestre de embarazo le terminaron ganando la partida. Pobre. Le había hecho a Harry prometer que se divertiría mucho y que por cualquier cosa lo llamara al teléfono.
Harry tiene tantas cosas en la mente, la anticipación lo consume. Es la primera vez que estarán totalmente solos. Y hay muchas posibilidades que atraviesan su imaginación también, sobre todo lo que podrían hacer...
El timbre de su puerta lo toma de sorpresa y da un pequeño brinco sobre el sofá.
Es él, puede sentir su aroma desde ahí.
Agarra su bolso rosa de crochet y sale a encontrarse con él.
La cara de Louis al verlo es todo un poema.
Aunque bueno, Harry supone que su propio rostro debe lucir igual o peor. Louis se ve especialmente guapísimo ese día.
Lleva unos jeans de mezclilla medio rotos y una camiseta de cuello azul cielo. La trae peligrosamente desabotonada de la parte superior, permitiendo que el tatuaje de sus clavículas se asome, así como algo del vello de su pecho. Sus antebrazos también están visibles gracias a que las mangas de la camisa van arremangadas, mostrando los tatuajes de la zona y su brillante reloj de oro.
—Harry —lo saluda el alfa, su mirada azul recorre su figura con demasiada intensidad—. Te ves... Dios, te ves precioso. Ese vestido es...
—¿Te gusta? —le pregunta inocentemente, girando un poco sobre sus pies y causando que la tela de la falda tome un poco de vuelo.
—Joder ¿Qué si me gusta? —exhala con exageración—. Es la cosa más linda que pudiste ponerte. Te ves como sacado de un sueño. —Sin aviso alguno, agarra la mano del omega y lo jala hasta pegarlo a su cuerpo, Harry se ríe y lo abraza del cuello—. De uno de mis sueños, para ser más exacto.
—¿Ah, sí? ¿Sueñas conmigo, Louis?
—Cada noche desde que te conocí. —Lo besa con gusto, lento y disfrutando de la sensación—. ¿Nos vamos?
Harry asiente y se separa del alfa para ponerle el seguro a la cerradura de su casa.
Louis lo lleva de la mano hasta su auto. El omega nota que es uno diferente al Ferrari negro de siempre, ahora es BMW descapotado color azul marino. Magnífico. ¿Acaso Louis es de esos alfas que colecciona autos de lujo?
—Lindo auto. —Comenta Harry mientras se pone el cinturón de seguridad.
Louis sonríe y se coloca sus lentes de sol. Mierda, que guapo se ve.
—Gracias. Creí que este sería perfecto para el tono del día. ¿No crees?
—Totalmente. Uhm, ¿eres aficionado a este tipo de vehículos?
—Algo. No considero que los colecciono porque solamente tengo cuatro, pero sí soy mucho de apreciar los modelos y los detalles de cada uno.
Harry quiere preguntarle más cosas sobre eso, sin embargo, se ve interrumpido por una petición especial del alfa.
—¿Puedo? —pregunta señalando con la mano la pierna desnuda del omega.
Quiere ponerla sobre mi muslo mientras conduce.
Harry hace lo posible por contener un grito de emoción pura. En su lugar simplemente asiente con la cabeza, una enorme sonrisa de satisfacción toma forma en sus labios en cuánto la mano del alfa entra en contacto con la suave piel de su muslo.
Y se siente tan bien. Su omega interno está que brinca de la felicidad.
—¿A dónde vamos? —decide preguntar mientras disfruta del paisaje y del viento moviendo sus rizos de lado a lado.
Parece que van a una zona un tanto alejada del bullicio de la ciudad.
—A Kesington, hoy tenemos dos destinatarios. El primero es mi local de comida favorito en todo Londres y el segundo es una sorpresa. ¿Tienes hambre?
—Un poco. ¿Cómo está Andy? ¿No se molestó por quedarse en casa?
—Para mi sorpresa lo tomó con bastante madurez. Estaba muy emocionado por nosotros, creo que quiere que nuestra relación... evolucione. —Desvía su mirada por unos segundos hacia él y de vuelta al camino—. Te manda muchos besos. Es un cachorro muy listo, estará bien con mi hermana hoy, le dejé todo listo y ella me llamará por la tarde para reportarme todo, así que no habrá de qué preocuparnos.
—Es un bebé muy lindo. Lo extraño.
—Y estoy seguro de que él también. —Le da un apretón a su muslo—. Te adora.
Tras unos minutos más de charla relacionada al pequeño cachorro, Louis detiene el auto sobre una calle bastante tranquila, de aspecto rustico y colonial. Los establecimientos comerciales y las casas tienen el mismo estilo antiguo. Hay muchos barandales en los balcones y plantas. Es una muy bella calle.
—Es aquí, vamos. —Le ayuda a salir del auto, Harry peina sus rizos y se coloca el sombrero—. Oh, casi lo olvido.
El alfa abre la guantera del descapotado y saca una cámara vintage, del estilo Polaroid. Harry frunce las cejas.
—¿Y eso?
—Ya te contaré en un momento, vamos. —Lo agarra de la mano, entrelazando sus dedos y atraviesan la calle hasta llegar al local indicado. Todo luce y encaja de acuerdo a la estética de la calle en sí, el lugar se llama "Grapejuice" y pinta a que se convertirá en uno de los favoritos de Harry también.
Se sientan en una de las mesitas con sombrilla incluida en la parte de fuera del local. Harry mira impresionado a todos lados, fascinándose con la decoración, muy hogareña y de aspecto ¿italiana? Al menos esas son las vibras que le da. El aroma es una mezcla de frescura y uvas, como bien lo dice el nombre del sitio.
—Es bonito, ¿no? Y espera a que pruebes la comida, es de lo más rico.
—Me lo puedo imaginar. Todo se siente tan hogareño.
—Eso fue lo que me atrajo en un principio de aquí. Cuando estaba en mi adolescencia, buscaba lugares que me pudieran dar ese cobijo que no existía en mi propio hogar. Y de tantos que visité, éste se convirtió en mi favorito. —Comenta, nostálgico. Harry no puede evitar sentirse mal por el ambiente frívolo en el que creció el alfa—. Hace mucho que no venía aquí, ya sabes, por el trabajo. Pero espero cambiar eso, quiero venir otro día con Andy también.
Harry sonríe, y aprieta su mano, es entonces que el omega se da cuenta que nunca se soltaron de las manos pues estas siguen entrelazadas por encima de la mesa.
Una señora de la tercera edad se aproxima hasta ellos. De caderas anchas y con una pañoleta morada cubriendo su corto cabello. Es una omega y huele a uvas. Ya entiende mucho mejor el porqué del nombre y de lo hogareño del local.
—¿Louis? —pregunta la mujer, sus ojos destellan, ilusionados al enfocarse con más cuidado en el rostro del alfa—. Oh, por Dios. ¡Hace cuánto que no te veía, pequeño!
Louis se levanta de su silla para abrazar a la alegre mujer. —Ya no soy tan pequeño, Julia. —Se ríe—. Pero estoy muy feliz de verte de nuevo. ¿Cómo te ha ido?
—Muy bien. Mientras pueda seguir cocinando y encargándome de mi negocio tú sabes que estaré bien. —Sus ojos castaños se posan sobre Harry al separarse del abrazo del alfa.
—Él es Harry, Julia. —Los presenta y la mujer lo mira con mucha curiosidad—. Lo estoy cortejando.
Harry se ruboriza con la honestidad de Louis, es evidente que le tiene mucha confianza a Julia. La omega sonríe de oreja a oreja y va hasta él para abrazarlo a modo de saludo. Su tacto es del tipo cálido, maternal.
—¡Mucho gusto, Harry! Que omega más bonito eres. —Le halaga al romper el abrazo.
—Demasiado. —Concuerda Louis.
Con las mejillas del mismo color que sus labios, Harry le agradece: —El gusto es mío, Julia. Tu local es hermoso, me muero por probar tu comida.
—Oh, prometo que pondré un esfuerzo extra sólo por tratarse de Louis y tú. —Saca una libretita de su mandil y una pluma—. ¿Qué les puedo ofrecer para empezar?
Louis ordena unas limonadas caseras para los dos mientras esperan por su platillo principal, una pasta igualmente casera, tradicional y con pequeñas albóndigas. Julia los deja solos con sus bebidas, volviéndole a agradecer a Louis por regresar a visitarla y rogándole porque en una próxima ocasión Louis lleve a Andy.
En palabras de la mujer, la última vez que el alfa la visitó, Andy era un bebito de un año y meses.
—Que amable es —comenta Harry, dándole un sorbo a la limonada con su pajita—. Esto está muy bueno.
—Te lo dije, todo lo que sirven aquí está hecho con ingredientes naturales, nada de enlatados ni procesados. Julia tiene un huerto enorme y animales de granja, ella y su familia viven de este negocio y de la venta de comestibles orgánicos.
—Que lindo que tengas esa amistad tan natural y honesta con ella. Todos necesitamos a alguien así en nuestras vidas.
—Julia siempre me inspiró confianza. Tiene esta aura... maternal.
Conversan un poco más sobre los detalles de cómo Louis se hizo amigo de la mujer y demás, otras personas llegan al local y son atendidos por otros empleados, Harry se gira un poco gracias a esa pequeña distracción y, para cuando regresa su vista al frente, Louis sostiene su cámara, tratando de enfocarlo para tomarle una foto.
Harry se apena y baja la cara, no se esperaba eso.
—¡Oye! —se queja Louis con un puchero—. Ya casi lo tenía.
—¿Ahora sí me quieres explicar qué pasa con la cámara? —Pide mientras se cubre la cara, jugando.
—Sólo si primero me dejas tomarte esta foto. Te ves hermoso a la luz del sol. Por favor, omega.
El tono de su voz y la forma en que se lo pide es tan dulce que Harry no tiene de otra más que ceder. Al omega le asusta la facilidad con la que Louis consigue cosas de él.
—¿Cómo me pongo? —pregunta un tanto tímido.
—Sólo... veme a mí y sonríe. Necesito tener esos preciosos hoyuelos en una foto.
Harry hace lo indicado, se gira un poco sobre su silla, y posa con una pequeña flor que Louis había tomado del florero de la mesa para dársela. Y sonríe, sonríe con verdaderas ganas.
Louis acciona la cámara y hay un pequeño flash antes de que la foto instantánea tipo Polaroid se deslice por la bandejita de la cámara.
—Joder, ¿cómo es que eres real, Harry? —comenta fascinado y le muestra la foto.
Bueno, tiene que admitirlo sin ser vanidoso. Salió bien.
—Supongo que el ángulo y la luz jugaron a mi favor.
—No hables sin sentido, omega. Eres precioso, todo tú. —Usa la foto para apuntarlo—. Saldrías igual de hermoso aún con el peor de los ángulos e iluminación.
Harry le sonríe y se muerde los labios, los halagos de Louis no dejan de ponerlo nervioso.
El alfa se inclina, le rodea el cuello con la mano y toma su boca en un beso que pronto escala a uno donde sus lenguas juguetean y Harry le revuelve el cabello de la nuca.
—Hmm, hmm...
El carraspeo repentino hace que se separen, Harry se acomoda los rizos, apenado, aún con la sensación hormigueante de la barba de Louis sobre su piel.
El alfa solo se recarga bien en su silla y se limpia la boca con el dorso de la mano para retirar el brillo labial del omega.
—Que bello es esto de los cortejos, tan inspirador y romántico ¿verdad que sí? —aporta como si nada Julia, igual de sonriente y amable—. Aquí les dejo su comida— coloca sus platos con pasta en la mesa—. Espero que la disfruten, estaré al pendiente por si necesitan otra cosa, tortolitos.
Se aleja con una risita y dando pequeños saltitos emocionados, como si acabase de ver como sus personajes favoritos se juntan en una película de amor.
Harry coloca el pañuelo en su regazo y agarra su tenedor. —Que vergüenza.
—¿Por? Sólo nos besamos, créeme, ella está encantada. Es de esas personas que ama el romanticismo y las muestras de afecto. —Le da un pico más en la boca—. ¿Frambuesa? —Pregunta referente al sabor de su brillo labial.
—Sí, ¿te gusta?
Le da otro beso. —Mucho. Le queda perfecto a tu bonita boca.
Después de unos cuantos picoteos más, los dos se disponen a comer. La pasta huele muy bien y justo como Louis lo había predispuesto, Harry encuentra la comida más que deliciosa. La pasta es suave, la carne de las albóndigas está muy bien condimentada y la salsa tiene una sazón exquisita.
Comen en un muy cómodo silencio y juguetean un poco cuando Louis, al observar cómo Harry trataba de sorber una hebra de espagueti, decidió tomar el otro extremo en su boca, intentando imitar esa famosa escena de la película "La Dama y el Vagabundo". Y como el alfa no tuvo éxito, éste simplemente optó por besarlo de todos modos.
Rieron bastante y tomaron algunas fotos con sus celulares del momento fallido de la pasta para mostrárselas a Andy después, ya que esa película es una de sus favoritas.
—¿Y entonces lo de la cámara? —inquiere Harry mientras se limpia las comisuras de la boca, habiendo terminado la pasta—. Nos distrajimos y ya no me contaste.
—Cierto. —Bebe un sorbo de su pajita y agarra la cámara—. Este era uno de mis pasatiempos favoritos.
—¿La fotografía?
—Sí. Esta cámara tiene algo de tiempo conmigo. Fue un regalo de mi padre por mi cumpleaños, en un intento por tratar de encontrar algo que me mantuviera ocupado y así librarse de tener que... ya sabes, pasar tiempo de calidad padre e hijo.
La sonrisa de Harry pierde fuerza. —Oh, Louis. —Le aprieta la mano.
—Está bien. Al final esto de verdad me ayudó mucho. Pasaba mis tardes tratando de tomarle fotos a las ardillas o a lo que fuera que llegara al patio de mi casa, a los del correo, al cielo, a la lluvia...
—¿Y por qué dejaste de hacerlo?
—La universidad y después el trabajo. Consumió mi tiempo por completo. Y ahora quise, no sé, traerla para hacer de este momento algo más especial y memorable, compartiendo esto, contigo.
Harry lo toma de las mejillas y lo besa, cariñoso y firme. —Gracias.
—A ti, hoy tendré muchas fotos hermosas gracias a mi preciosa musa. —Afirma y dispara una foto en su dirección, captando su rostro en primer plano.
El alfa se encarga de tomarle más fotos a Harry, él le posa con mucha más naturalidad y confianza ahora que sabe lo que la fotografía significa para Louis.
Los dos se despidieron de Julia después de un rato más de plática y mimos compartidos. La mujer les había ofrecido la carta de postres, pero Louis la había rechazado amablemente, argumentando que "ya tenían algo así esperando por ellos". ¿A qué demonios se refería con eso?
Julia les dio abrazos y besos afectuosos a los, deseándoles que se la pasaran de lo mejor en lo que resta de su cita. Louis le prometió regresar pronto a su local pero esta vez con Andy incluido en el paquete.
Ahora estando de nuevo en el auto y sobre el camino, Harry está más que ansioso de saber cuál es su segunda y última parada. Aunque por la apariencia del paisaje por el que van pasando a velocidad media, puede que el omega se esté dando una idea.
Es todo rural, campo abierto.
Dan la vuelta por un camino de terracería e ingresan a lo que parece ser un tipo fraccionamiento de mansiones de campo. Del estilo countryside.
Harry nota que Louis oculta una mueca, probablemente está satisfecho de saber que su silencio está causando mucha incertidumbre y emoción.
Finalmente, atraviesan unos portones de hierro que se abren de forma automática, revelando una hermosa y enorme casa, situada en medio de un terreno bastante generoso. Louis se estaciona al lado de una fuente de piedra que no está en funcionamiento.
La casa, a decir verdad, no parece habitada. ¿Acaso es ...?
—Bienvenido a mi casa, omega. La de verdad. —Le informa Louis, apretándolo de la cintura mientras lo guía por fuera de la casa, rodeándola para dirigirse a lo que pinta ser el patio trasero.
—¿Cómo? —pregunta Harry, tratando de entenderlo—. Lo siento es que, ¿la verdadera? ¿a qué te refieres?
—Aquí es donde crecí y viví por más de la mitad de mi vida, antes de mudarme para la universidad. Mis padres al jubilarse se mudaron a Alemania y pusieron esta casa a mi nombre, para que la ocupase cuando tuviera mi propia familia.
Harry carraspea, nervioso.
—Lleva un tiempo sola, solo le pago a alguien para que venga a hacer la limpieza y cuidar del pasto y del jardín. Vivo con Andy en el apartamento porque es más práctico para mi trabajo. Pero sé que una casa como está sería la ideal para criar a mi hijo.
Y vaya que sí. Tan solo por las vistas del exterior, Harry sabe que es enorme, en un jardín así, Andy podría divertirse tanto. Eso sin contar lo tranquilo y alejado del ruido urbano que está todo.
—Justo pedí que la limpiaran hoy para nosotros. Y que hicieran... algunas otras cosas por mí. Ya te la mostraré con detalle. —Le comenta y le besa el dorso de la mano—. Pero antes, tengo que darte, bueno... uhm, mi sorpresa.
Harry está tan asombrado por el lugar que reacciona un poco tarde a eso último. Louis parece nervioso. Hasta algo temeroso incluso.
—¿Sorpresa? ¿Más que esto? Oh, Louis. El solo hecho de que me tuvieras la confianza y la consideración suficiente de traerme a tu casa ya significa mucho para mí.
—Sólo... tengo que hacer esto. ¿De acuerdo? Es parte de mi cortejo y ni siquiera sé si vaya a estar bien o si creas que es ridículo y... uhm, en fin. —Llegan a una puerta de madera que da acceso al jardín, Louis se saca un pañuelo del bolsillo—. Voy a ponerte esto, ¿bien? Sólo será por un minuto.
Harry asiente, su corazón ha subido el ritmo de sus latidos. El alfa le cubre bien los ojos y, tomándolo de la cintura desde detrás, lo guía a través del césped.
Huele mucho a flores y Harry incluso escucha el canto de algunos pájaros.
Louis se detiene y le quita la venda de los ojos.
El corazón de Harry ahora sí que está en riesgo de explotar dentro de su pecho.
Frente a él, y situado en medio del precioso jardín, hay una carpa echa de telas y velos, rodeada con pequeñas luces de distintos colores que iluminan el exterior e interior. Dentro de la carpa, Harry ve una manta extendida, lista para que algo sea proyectado en ella.
En el suelo se ha construido una especie de nido, son todo mantas, cojines y almohadas. Todo en tonos pasteles, sus favoritos. Nota también una bandeja, de esas para llevar el desayuno a la cama, situada en medio del nido.
Mientras él sigue en shock, Louis camina hacia el interior de la carpa y regresa con una canasta que Harry no había logrado ver. Se la entrega.
Es una canasta de regalo, de mimbre, que justo contiene todas esas cosas que Harry le había mencionado a Louis que le encantaban y que ya no había conseguido retomar; hay productos para el cuidado de la piel, cremas, jabones, una esponja, mascarillas, lociones y bombas de baño.
—Louis... —Harry intenta hablar.
—Yo sólo... traté de hacer y traer todo aquello que te gusta y te hace feliz. —Se pasa la mano por el cabello y se balancea un poco sobre sus pies, similar a como lo hace Andy cuando está avergonzado—. Lottie me asesoró en escoger las cosas de la canasta, como dijiste que te gustaba hacer tu rutina de skincare pues... creí que sería algo lindo de regalarte.
La garganta del omega está un tanto obstruida por las emociones, sus ojos se empiezan a aguadar también.
—Y esto pues... —Louis señala hacia la carpa improvisada y el nido—. Yo... pensé que podríamos pasar la tarde y parte de la noche aquí. Madrugué hoy para montar todo esto e instalé este proyector —dice, apuntando hacia una mesita que Harry tampoco había notado—. Para ver tu película favorita. Ah, y también hice algo de chocolate como el que a ti te gusta, bombones, canela y todo. Está en la cocina, pero solo hace falta calentarlo. —Se encoge de hombros—. Lo podemos tomar mientras vemos la película.
Claro, para eso era la bandeja.
Harry se ve superado por la carga de emociones que embargan su mente y corazón. Su omega está que llora brillitos y él está a nada de soltarse a hacer lo mismo. Sólo que con lágrimas de las saladas.
Louis es un alfa maravilloso. No puede creer que haya hecho todo eso por él. La parece demasiado bueno para ser cierto. Su piel se llena de escalofríos y sorbe un poco por la nariz. Está incrédulo de la emoción. Harry sabe muy bien lo que tiene que hacer, así que coloca su canasta de regalo sobre el césped.
—¿Estás bien, omega? —pregunta al ver como dejó su regalo en el suelo—. Lo siento si esto fue una mala idea, lo que pasa es que yo... es decir, yo no sé mucho de estas cosas, es la primera vez que cortejo a alguien y no sabía si- ay dios, estuvo mal ¿cierto? Mira yo-
Harry lo calla lanzándose a sus labios y abrazándolo con fuerza, enredando sus piernas en su cintura. Louis lo acepta más que encantado y el omega le transmite a través del beso toda la felicidad y agradecimiento que siente en ese momento. Louis se deja hacer y gime dentro de su boca.
—¿Estás loco? ¡Esto es lo más hermoso y romántico que alguien ha hecho por mí en toda mi vida! —le espeta dichoso y lo vuelve a besar—. Eres increíble, Louis.
—No hice nada que tú no merecieras, omega. Esto es poco en comparación a lo que estoy dispuesto a hacer por ti.
Las primeras lágrimas de Harry salen de sus ojos y Louis las limpia con sus pulgares mientras se siguen besando, felices, sus figuras entrelazadas bajo un hermoso y dorado baño de luz, la luz del atardecer.
Dorado. Justo así es como se está sintiendo todo para el omega; tan dorado, brillante, claro y puro.
Y Harry termina preguntándose si así es como se siente el amor de verdad. El real.
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