t h r e e
Han pasado dos días y Agust siente que muere. Aunque al principio pensó que unas horas bastarían para que su chico regresará y le dijera que fue perdonado, estuvo equivocado.
Pudo no ser un problema en todo caso, pero lo fue, cuando terminó el día y sus hombres no pudieron dar con el paradero de Kitty Gang.
Y es que, aunque Agust era el amo de Seúl, Kitty era demasiado astuto como para ser atrapado, incluso cuando toda la gente de Agust D estuviera en su búsqueda. Nadie podría encontrar a Kitty Gang a menos que él quisiera ser encontrado.
Agust solo esperaba que eso sucediera pronto.
Por otro lado, en un popular bar de Seúl, Kitty Gang se encuentra ahogando las penas en alcohol. Porque está tan molesto, le molesta no poder dejar de pensar en que quiere estar entre los brazos de su señor D.
Luciendo precioso con un puchero en sus rosados labios y su ceño fruncido, haciéndole ver tierno como sólo el puede, piensa en razones para seguir molesto con su hermoso novio.
Aunque no debería, sigue sintiéndose traicionado de alguna forma. Aún siendo el gran Kitty Gang, se ha sentido indefenso ante una situación que no puede controlar.
Lo odia, detesta que Yoongi pueda tener ese poder sobre él.
Con enojo toma lo último de su bebida, sintiendo como el líquido quema en su garganta.
De repente un olor repugnante se posa a su lado y hace una mueca de asco, es un tipo grande, que con una sonrisa le mira con la más pura lujuria. Algo dentro suyo se revuelve causándole asco.
— ¿Necesitas algo? — Con la más falsa de sus sonrisas pregunta.
El tipo se relame los labios resecos, dejando ver sus feos y amarillentos dientes. — Escuché que rompiste con Agust D.
— Mm, sí — Tararea, a la vez que con una seña hace que el barman rellene su copa, con desdén prosigue. — ¿Y qué con eso?
Toma un trago de la copa y arruga su nariz de botón cuando el tipo se acerca un poco más y su apestoso aliento le llega de lleno, decidiendo que la presencia no invitada le desagrada demasiado, se para del lugar y comienza a caminar a la salida trasera, consciente de que el gran tipo le sigue el paso.
— Pensé que podríamos divertirnos, Kitty.
— Pues no pienses estupideces. -- Kitty se gira y lo mira con burla — Ni siendo ciego me metería contigo.
— ¿Cuál es el jodido problema? — El tipo sonríe con sorna, a la vez que alarga su mano y acaricia con fuerza las curvilíneas caderas del más bajo — Eres una zorra en todo caso.
Por un segundo, se queda quieto. Dentro suyo siente unas inmensas ganas de llorar y Kitty sabe que ese sentimiento jodidamente no es suyo.
Cuando por fin puede hacer reaccionar a su cuerpo, de un empujón aleja al tipo.
— ¿Crees que porque termine con el señor D puedes tocarme? Tú, maldito imbécil. — Exclama con rudeza, molesto ante el toque recibido, que no pudo evitar al no estar controlando completamente su cuerpo. Y es que mierda, no lo entiende. Pero desde el momento en que salió de la mansión, su lado oscuro, ese que es débil e indefenso ha intentado emerger. Y lo odia.
No le gusta la sensación de vulnerabilidad, le trae recuerdos desagradables que no quiere volver a vivir. Es por eso que el toque en sus caderas le ha hecho sentir repudio.
— Vete a joder a otro lado, idiota.
Kitty comienza a caminar lejos del tipo cuando a medio camino es detenido por la gran mano del contrario.
— No vas a escapar de esto, zorra. — El musculoso hombre toma al delgado chico entre sus brazos, inmovilizandole sin darle oportunidad de tomar su arma rosada con montones de diamantes. — Tú y yo tendremos un buen momento.
Kitty pasa saliva, cuando no puede mover sus manos. El Jimin que siempre trata de mantener al margen está intentando salir y no le permite moverse, está paralizado.
El hombre lo lleva hasta la parte más oscura del callejón y sin darle una sola oprtunidad de moverse lo retiene contra la pared. Kitty intenta patearlo, pero le es impedido cuando sus piernas son apretadas por la rodilla del tipo.
— Eres una perra astuta, pero no lo suficiente. — Se mofa y se acerca al cuello de piel caramelo. — Vamos a divertirnos como no tienes idea.
Su voz ronca y labios ásperos le hacen sentir ganas de vomitar. De repente toda la fuerza que quiere ejercer para separarse se desvanece y su cuerpo comienza a temblar temeroso.
Jimin cierra sus ojitos, sollozando al encontrarse con ese hombre. Él esperaba encontrarse con la dulce sonrisa de su novio, no con esa que no pronosticaba nada bueno.
¿Dónde está Yoon? ¿Por qué ese hombre lo está sosteniendo de esa manera?
Tiene miedo, cuando siente la mano que intenta girarlo, Kitty lucha por emerger, decidido a no permitir eso.
Pero antes de poder moverse, una voz peligrosamente oscura interrumpe.
— ¿Qué mierda crees que haces con mi chico?
La sonrisa falsa en el rostro, que tiene una cicatriz cruzando su ojo y le observa de lado, es tan tenebrosa que todo en el cuerpo del tipo tiembla en terror.
Rápidamente suelta al bonito chico, que cae al suelo como un muñeco de trapo. La pelea de sus dos personalidades para tomar el mando le ha dejado agotado.
— S-Señor D, p-pensé, pensé que Kitty Gang y usted se habían s-separado. — Tartamudea, intercalando su mirada del imponente Agust D hasta el pelirosado que luce débil y desarreglado.
Pasa saliva, cuando Agust posa su mirada en el menor y su ceño se frunce, una furia bestial emerge desde sus ojos azules.
— Incluso aunque me deje, él sigue siendo mío.
Ante sus palabras el hombre comienza a temblar, siendo consciente del problema en el que se ha metido.
— Eres un gran idiota. — Agust apenas hace una señal, cuando dos de sus hombres toman al tipo, que aunque lucha no puede liberarse.
Pronto cae con la cara sobre el duro pavimento, causando heridas dolorosas cada que los grandes tipos levantan su cabeza y vuelven a estrellarla contra este.
Agust observa en silencio, sonriendo ante la sangre y dientes que se desprenden de la boca del hombre.
Avanza unos pasos y con su mano enfundada en su guante negro, toma los cabellos del hombre y haciendo que sus ojos le miren, habla.
— Voy a enseñarte a respetar mi propiedad.
El hombre murmura súplicas que no son mínimamente escuchadas, sus alaridos aumentan cuando la navaja negra, con el mango de oro y una gran D se acerca y corta la piel de su rostro, para luego cortar su lengua con una lentitud desesperante.
— No quiero que uses tu sucia boca para insultar a mí muñequito nunca más, así que es mejor si no puedes hablar.
Kitty Gang que sigue sentado en aquella esquina, pero ya plenamente consciente observa todo a los lejos con indiferencia, no es que le importe algo el sufrimiento de ese cerdo, sinceramente esperaba un poco más.
Dentro suyo Jimin intenta emerger, aliviado de sentir a su novio cerca. Pero Kitty sigue enojado, así que ignorando la forma en que Agust corta los dedos que se atrevieron a tocarle, intenta levantarse, sintiendo como sus piernas siguen débiles.
Luche intensamente por sostenerse de la pared, cuando una pálida mano enfundada en un guante negro de cuero se extiende frente suyo, no sabe cuándo es que Agust se acercó, pero se maldice por no lograr escapar antes de ser visto.
Dándole una mirada, se deleita ante los jodidamente guapo que es, con esa campera verde militar y el cabello negro, que tiene un corte nuevo que solo le hace lucir mejor.
Deja de pensar en que quieres que te folle, idiota.
— No necesito tu ayuda, puedo cuidarme solo. — Ignorando la mano que le ofrece ayuda, se para apoyándose en la pared detrás suyo.
— No lo parecía. — Agust menciona, alzando su perfecta ceja con ironía.
— Lo que sea. — Rueda sus ojos, molesto ante el tono de Agust. ¡Sí! El tipo lo salvo ¿Y qué? Él solo habría salido de esa si no fuera por el tonto chiquillo. — Me voy, buena suerte con el mudo medio manco.
Antes de que se pueda alejar, Agust lo retiene, sosteniendo su cintura desde atrás.
Con su barbilla apoyada en su hombro murmura, mientras envuelve sus brazos en su cintura con más cariño del que un asesino debería poder expresar. — Deja de ser infantil, Kitty
— ¿Infantil? ¿Yo? — Ríe con ironía. — Tú fuiste el que le cortó la lengua a un tipo y le hizo comérsela. Eso es muy pasado de moda y un juego de niños a estás alturas, cielo.
Kitty quita los brazos que le rodean y se gira a mirar al hombre, que ahora tiene una mirada entre molesta y acongojada.
— Te estaba tocando. — Gruñe ante el recuerdo.
— ¿Y qué?
El ojiverde se encoje de hombros, restándole importancia, aunque dentro de si agradece que no haya pasado de los pocos toques que el maldito pudo hacer entre los forcejeos.
— Nadie además de mí puede hacerlo, eres mío.
Agust le da ese tipo de miradas que le vuelven loco, llena de posesividad que calienta la sangre dentro de su cuerpo. Le encanta pertenecerle, escucharle decir que es solo suyo. Pero se niega a caer tan rápido, aún se siente vulnerable ante él y eso le jode como nada.
— Eso era antes, nosotros terminamos. — Una sonrisa irónica surge entre sus carnosos labios.
Agust está perdiendo la paciencia, no le gusta escuchar esas palabras dichas por aquellos pecaminosos labios.
— Tú sigues siendo mío.
— Mmh. — El ojiverde pone un dedo en su barbilla, fingiendo pensar la siguiente respuesta. — No, no lo soy.
— Joder, Kitty. Eres mío, no importa que digas, eres mí propiedad. Solo yo tengo el derecho de tocarte, besarte y poseerte.
— Eso fue hasta que nos traicionaste. — Hay un deje de rencor infantil en su voz. Un puchero involuntario surge de sus labios.
— ¡No fue intencional! — Se defiende el pelinegro.
— No me interesa, el chiquillo está herido y no me gusta como me hace sentir eso. — Hace una mueca con sus labios, recordando como estos casi tres días se la ha pasado con ese sentimiento de tristeza y miedo que Jimin le hace sentir en el pecho, el anhelo es la peor parte. — Buscaré una vida mejor para nosotros, una donde si es posible, él no vuelva a salir a la luz.
Kitty comienza a caminar de nuevo, dispuesto irse lejos de Agust. Aunque el pensamiento de no volver a verle también le molesta, él es necio. Antes de poder alejarse demasiado hace una mueca, cuando por un momento casi pierde el control.
Rápidamente Yoongi lo toma en sus brazos, evitando su caída.
— Amor.
— ¡Solo cállate! Si me hablas no puedo, agh. — Kitty revuelve su cabello frustrado aún entre los brazos del mayor, que le ha apegado a su cuerpo. — Estúpidos sentimientos de mi parte Jimin.
— Bebé, lo siento ¿Sí?
Agust le mira con una sonrisa, de esas que desarman incluso al fiero Kitty Gang.
Sus verdes ojos miran la sonrisa paralizado, pensando en lo estúpido que es por enamorarse de ese estúpido chico.
— ¡No! Me prometiste que no lo harías fuera de nuestro lugar y lo- — Su berrinche es cortado por los delgados labios de su novio, que toman su boca con delicadeza sensual.
Aunque por un segundo piensa en negarse, lo olvida. Sentir los labios de su novio luego de largos días parece ser lo que necesitaba para olvidar su enojo.
Se siente como un sediento que bebe de una fuente de agua pura.
Sus bocas que ya se conocen perfectamente, encajan de una forma apabullante. Bailando en sincronía se demuestran lo mucho que se desean y aman, con sus lenguas jugando un juego que ninguno planea perder. Kitty mordisquea el labio inferior, regocijandose con los toques que las grandes manos del pelinegro le dan a su cuerpo, borrando el tacto que anteriormente sufrió.
Ambos chicos sienten como la sangre dentro se su cuerpo se calienta, mientras sus partes bajas piden por ser liberadas.
Son un enredo de manos y labios que se lamen y muerden entre sí. Tomando todo del otro.
— ¿Quieres ir al auto, cariño? — Pregunta Agust, con la voz ronca. Mientras Kitty mordisquea su manzana de Adán y asiente ansioso.
Pero antes de poder emprender la marcha hasta el auto, Kitty se queda mirando un punto fijo en el suelo, con su ceño fruncido.
— Joder, silencio Jimin. — Refunfuña, cuando dentro de su cabeza escucha los pedidos de Jimin por salir. — Gigi y yo vamos a divertirnos. — Murmura con una sonrisa sensual dirigida al pelinegro, mientras pasa sus manos por el cuello de este listo para seguir con su reconciliación. Pero no le dura mucho, pues de pronto, siente que está perdiendo el control. — Ugh.
Un momento después, son dulces ojitos los que miran brillosos al mayor, mientras sus manos se aferran a su chaqueta, haciendo un semi puchero en sus labios.
— ¿Jimin? — Yoongi sabe que lo es, pero aún así se cerciora, acariciando con amor la delicada mejilla.
— Yoongi, tenía mucho miedo. — El menor esconde su cara en el cuello de Yoongi, restregando su mejilla ahí, después de haberse sentido tan indefenso. — Te extrañé.
— También te extrañé, cielo. — Yoongi aprieta el cuerpo en un caluroso abrazo, sintiéndose aliviado de tenerle consigo. Sin importar realmente que su candente reconciliación haya sido interrumpida. — Lamento haberte hablado mal, precioso. — Toma su cara entre sus manos y le hace verle a los ojos. — ¿Podrías perdonarme, amor?
— Puedo perdonarte, pero.. — Sus pestañas revolotean tiernamente, tímido ante sus palabras. — Me tienes que besar mucho, mucho — Apunta con su dedo a sus esponjosos labios, que aún permanecen rojos e hinchados.
— Todos los que quieras. — Ríe besando con adoración las rosadas mejillas y los labios, solo son ligeros toques llenos de amor y ternura.
Permanecen así, dándose arrumacos tiernos hasta que Yoongi observa una mueca en el rostro del menor y sabe que es Kitty quién no está muy feliz con las muestras de amor tierno.
— También te daré algo a ti, Kitty. — Murmura Agust en su oído.
Una sonrisa coqueta le agradece y Agust sabe que será una noche ocupada.
— Vamos a casa, príncipe.
Tomados de la mano, parten hasta la gran camioneta blindada que los llevará a su hogar. Ignorando los últimos alaridos del hombre que todo ese tiempo ha sido torturado por los hombre de Agust D en aquel sucio callejón.
Un momento antes de irse, Agust D detiene el paso y se gira en dirección al tipo que a penas mantiene los ojos abiertos, sus hombres se alejan de él, ya sabiendo lo que pasaría a continuación.
— Jamás toques lo que es mío, imbécil.
Un disparo se escucha y todo acaba para el imbécil que se atrevió a posar sus manos sobre la propiedad del amo de Seúl.
Kitty suelta una risita ante la imagen, causando alivio en el mayor, cuando se da cuenta que quien presenció aquel momento fue Kitty y no Jimin.
La pareja se sonríe cómplice y reanudan su camino hasta el automóvil, dispuestos a pasar una grandiosa reconciliación.
Porque Agust D y Kitty Gang estaban un poco enfermos, eran un poco tóxicos para el otro y tenían muy poco control sobre sus personalidades.
Pero se amaban y eso nadie iba a cambiarlo.
Ehhh es que siento que antes Jimin tenía una personalidad que nonono pero ya me gusta más, o sea, no me gustaba tan infantil jsjs
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