035

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SELLANDO EL PACTO
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      Seojun y Eunji se encontraban sentados en la bulliciosa cafetería de la escuela, rodeados por el ajetreo y el ruido de los estudiantes que se apresuraban a disfrutar de su tiempo libre. Había pasado un año desde los eventos que sacudieron sus vidas, pero las cicatrices seguían latentes, recordándoles constantemente los desafíos que habían enfrentado juntos.

      Seojun jugueteaba con el borde de su bandeja, perdido en sus propios pensamientos mientras escuchaba a Eunji desahogarse sobre Suho. La chica parecía exasperada, agobiada por la insistencia persistente de Suho de intentar reavivar su relación pasada.

      —Es increíble cómo puede seguir con lo mismo después de todo este tiempo—se quejó Eunji, frunciendo el ceño con frustración—. Ya le he dejado claro que no quiero volver a intentarlo, pero simplemente no lo entiende.

      No iba negar que un par de veces estuvo a punto de caer en la tentación de volver con Suho. Sin embargo, sus citas con su psicóloga la hacían volver al camino y, claro, también los gritos y los zarandeos de Seojun diciéndole que no sea estúpida y que se valore, aunque sea un tantito.

      Al menos lo único bueno que había pasado durante ese año fue que su padre fue encontrado y puesto tras las rejas. Pasaría unos años en la prisión antes de volverse a reincorporarse en la civilización decente.

      Muchas veces se había preguntado si su progenitor caería ante sus instintos sexuales y terminaría cogiendo con los reclusos, porque, vamos, su padre tiene cierto problema con la abstinencia. Y claro, al parecer ella había heredado parte de eso. ¿Cuándo fue la última vez que tuvo relaciones sexuales?

      Mientras tanto, Seojun asintió con comprensión, sintiendo empatía por la situación de Eunji. Había visto de primera mano el constante acoso de Suho y cómo afectaba a Eunji, y no podía evitar sentirse frustrado por la terquedad del chico. Incluso había llegado a golpear nuevamente al chico para que se alejara de una vez por todas de Eunji.

      —Realmente te compadezco, duende—dijo Seojun con sinceridad, sorbiendo de su cajita de jugo—. El imbécil debería entender que estás tratando de seguir adelante y respetar tu decisión—miro hacia otro lado, como si pensara en algo importante—. Tal vez lo amenace para que te deje en paz.

      Eunji suspiró, apoyando la cabeza en una mano con gesto de cansancio.

      —¿Amenazar? ¿Tú? ¿Te tengo que recordar que fui yo que salvó tu cochino trasero del director cuando golpeaste a Suho con una silla?—respondió rodando los ojos, provocando que Seojun le diera de sus miradas matadoras. Pero esas miradas no ocasionaban nada en ella, así que suspiró nuevamente y se recargó en el espaldar de la silla—. Me siento como si estuviera atrapada en un ciclo interminable.

      La expresión de Seojun cambió y le ofreció una sonrisa tranquilizadora, colocando una mano reconfortante sobre la suya.

      —No estás sola en esto, duende—dijo con suavidad—. Siempre estaré aquí para apoyarte, pase lo que pase.

      Eunji no pudo evitar reír por eso, ocasionado que Seojun retire la mano de la suya y bufe indignado.

      —Lo siento, es que eso fue demasiado cursi, mal intento de bad boy.

      —¡Aish! ¡Por eso no te digo nada agradable! ¡Siempre te terminas riendo de mí!

      —¡Yah! ¡Pero si eso es bueno!—carcajeó la chica, ignorando la mirada de algunas estudiantes—Eso significa que eres diferente—levantó su dedo índice, como si fuera un dato curioso e importante—. Haces reír a alguien tan arrogante como yo.

      Seojun levantó una ceja.

      —¿Tú por donde eres arrogante, duende?

      —Todo en mí grita Miss Arrogante—señaló su cuerpo.

      —Qué te hayas metido al gym y te hayas puesto en forma no te hace ser arrogante.

      Si, efectivamente. Durante todo ese año hizo ejercicio para apagar su apetito sexual. Había bajado de peso en ciertas partes y había ganado musculo en otras. Su trasero era envidiable y su mandíbula definida daba que envidiar.

      —¿Y si te digo que suelo rechazar a chicas y a chicos solo porque no llenan mis estándares?—recargó su mentón en su mano—¿Eso no me haría arrogante?

      Seojun arrugó su nariz con disgusto.

      —No quiero saber lo que para ti significan los estándares.

      —Saber coger, obviamente.

      —¡Shhh! ¡Cállate, mujer! ¿Estás loca? ¡Estamos en la escuela!

      Eunji se encogió de hombros sin darle importancia.

      —La mayoría de las parejas del colegio ya lo han hecho.

      —¡Shhh!

      Eunji rió cuando Seojun miró hacia los costados en busca de que nadie la haya escuchado.

      —¡Omo!—la pelinegra aplaudió, recordando algo—Nunca me contaste como te fue en tu declaración super romántica con Jukyung.

      El semblante de Seojun decayó inmediatamente.

      —No quiero hablar de eso.

      —Aigoo... te dije que hacerte el chico malo no te sumaría puntos con ella.

      —¡Aish! Cállate—el azabache se tapó la cara con sus manos. Suspiró en ellas con tristeza—. Tal vez vuelva a declararme nuevamente en unos años. Ya sabes, como en los dramas donde los protagonistas se vuelven a encontrar y se confiesan nuevamente y comienzan una relación ya cuando son adultos.

      Eunji hizo una mueca al oír esa tontería.

      —Tú mismo lo has dicho, esas estupideces solo ocurren en los dramas. No mereces vivir tu vida extrañando a una persona que no quiso estar a tu lado. Sigue tu camino, vuelve a sonreír y a reír. Conoce nuevas personas o disfruta de tu soledad.

      Seojun destapó su rostro. Sonriendo traviesamente.

      —Esa tremenda frase no la hiciste de tu improvisada inspiración, ¿no?

      —¿De qué mierda hablas?

      —Se la robaste a tu psicóloga, ¿no es cierto?—el sonrojo en la chica la delató—¡Lo sabía! ¡Algo tan sabio no podía salir de tu boca!

      —¡Yah! ¿Me estás diciendo tonta?

      —Claro.

      Eunji chasqueó su lengua, malhumorada.

      —El tonto aquí eres tú.

      Seojun rió hasta que su risa gradualmente fue disminuyendo. Tomó nuevamente de su jugo y Eunji se dio cuenta de su mirada seria.

      —Ahora qué te ocurre—cuestionó.

      —Solo pensaba-

      —¡Increíble! ¿Tú piensas?

      —¡Cállate y escúchame, mujer!—Eunji rió para después insistir en que siquiera— Solo pensaba si en algún momento, podré ser completamente feliz. Ya sabes, no estar preocupado porque no falte dinero en la casa, cuidar que la enfermedad de mi mamá no aparezca, el futuro de mi hermana, estar preocupado por si en algún momento me convertiré en Idol. Ya sabes, esas cosas.

      —Aigoo, Seojun—suspiró Eunji—. ¿Quién diablos puede ser completamente feliz en estos tiempos? Todo el mundo está roto por algo.

      —Waa, qué alentador—murmuró Seojun sin ganas, ocasionando que Eunji sonriera.

      —No lo digo por mala. Solo digo un hecho. No todos los días pueden ser felices. Habrá días donde estarás triste, preocupado o incluso enojado. Pero está bien. Ser feliz todos los días sería monótono y aburrido. Es bueno variar en nuestras emociones. Así que ser completamente feliz está sobrevalorado. La vida necesita de drama para ser divertida.

     —Eso también se lo robaste a la psicóloga, ¿no es cierto?

      —¡Aigoo, cállate!

      Las clases habían terminado. Los alumnos ya se encontraban saliendo de la escuela mientras cierto dúo todavía se encontraba conversando en los pasillos.

      —¿Entonces es tu día libre?—cuestionó Eunji hacia Seojun, despidiéndose con la mano hacia Sooah y Jukyung.

      —Sip—sonrió tiernamente el azabache—, así que te acompañaré a tu casa.

      Eunji arrugó su entrecejo para después mirarlo.

      —¿No se supone que debes pasarlo con tu familia si es tu día libre?

      —Aunque siquiera, no puedo—renegó Seojun—. Mi hermana estará trabajando, y ella odia que la visite en su trabajo. Y mamá ha conseguido un empleo recientemente, así que no planeo molestarla por el momento.

      —Así que me molestaras a mí porque no tienes a quien molestar—dedujo Eunji, sonriendo divertida hacia Seojun.

      —¡Waa! Al fin esas neuronas tuyas funcionan.

      —¡Yah! ¡Mis neuronas siempre funcionan!—golpeó el hombro del chico con enfado.

      Seojun llevó a Eunji en motocicleta a su casa. Durante el trayecto no hablaron de nada, pues ya de por sí el casco de seguridad interrumpía la comunicación.

      —¡Aigoo! ¡Pero miren a quien tenemos aquí!—exclamó la señora Park cuando vio a Seojun entrar junto Eunji.

      —No te emociones tanto por su llegada, Nana, que luego lo tendremos todos los días en casa—se quejó Eunji, sirviéndose un vaso de agua.

      —Aigoo, pero si a mí me gusta que venga el joven Han—murmuró la señora mayor, palmeando el hombre del chico quien sonreía tímidamente.

      —Nana—reprochó la pelinegra—. Ya suficiente tengo con verle la cara todos los días escolares.

      —¡Yah!—exclamó Seojun indignado—¡Que pésima mejor amiga eres!

      Eunji rodó los ojos. Se acercó a Seojun y lo separó de la señora Park.

      —Estaremos en mi habitación, Nana—avisó—. Nos llamas para almorzar cuando sea la hora.

      —Claro, cuando venga Junjeon el almuerzo estará listo—dijo la mujer, viendo con una sonrisa como el dúo de amigos desaparecía por el pasillo.

      La pareja de amigos charló sobre todo en la habitación de la chica. Ya sea de los chismes del colegio o de ciertos rumores que llegaban a Seojun en la empresa donde era Trainner.

      —¿Me estás diciendo que esos dos Idols tuvieron sexo en la pequeña sala del conserje?

      —¡Yo nunca dije que tuvieron sexo!—soltó en un murmulló Seojun, sintiendo sus mejillas arder por la palabra lujuriosa.

      —Ajá, como si escuchar jadeos y gemidos fueran porque estaban haciendo ejercicio o bailando.

      —Puede que estuvieran practicando.

      La risa de Eunji llenó su habitación.

      —Si, claro. Estaban haciendo ejercicio en la pequeña sala de limpieza.

      —¡Aish! ¡Contigo no se puede hablar con seriedad!—renegó el chico, dejándose caer de espaldas a la cama junto a Eunji, pero a una distancia bastante considerable.

      De repente, una idea juguetona cruzó la mente de Seojun, iluminando su rostro con una sonrisa traviesa.

      —Ayer miré una película que me dio una idea. ¿Qué te parece si hacemos un pacto?—propuso, captando la atención de Eunji.

      Eunji arqueó una ceja con curiosidad, intrigada por la propuesta de su amigo.

      —¿Un pacto? ¿De qué se trata?—inquirió con interés.

      Seojun mantuvo su sonrisa, disfrutando del efecto de anticipación que estaba generando en Eunji.

      —Nos comprometemos a casarnos cuando cumplamos cuarenta años, claro, si es que no tenemos pareja en ese momento. Ya sabes, al estilo de esas películas americanas que tanto odiamos—reveló con entusiasmo.

      Eunji estalló en risas ante la ocurrencia de Seojun, encontrando la idea completamente fuera de lo común pero irresistiblemente emocionante.

      —¡Eso suena completamente ridículo!—exclamó entre risas, pero no pudo evitar sentir una chispa de emoción ante la idea.

      Seojun asintió, compartiendo la diversión de Eunji.

      —Pero también suena divertido, ¿no crees? Sería como una aventura en una de esas películas.

      Y así, entre risas y complicidad, Seojun y Eunji sellaron su pacto, comprometiéndose a un futuro incierto, pero lleno de promesas.











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● Kriss-sama

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