019

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PREOCUPACIÓN
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         Eunji había faltado varios días a la escuela. Nadie podía contactarla, ni a ella ni a sus padres. Suho había ido a su casa, pero nadie respondía. Soojin cada día se mostraba más nerviosa y Suho pudo notar que Seojun también parecía estar preocupado.

         ¿Qué sucedió, Eunji?

         Los días siguieron pasando hasta que se convirtieron en semanas. Y no hubo respuestas de ella, ni quiera el profesor Han pudo contactar a los señores Min.

         El rumor de que se había del país corrió por toda la escuela, pero Suho no se creyó esa tontería.

         Hasta que Suho vio cómo, en el décimo día que Eunji faltaba a clases, Soojin parecía menos preocupada que los anteriores días.

         Ella sabía algo que él no.

         Se acercó a ella e intentó hacer que le dijera que era lo que había averiguado de Eunji, pero Soojin se negaba a decirle lo que había descubierto.

         —Al menos dime si está bien—sujetó a su amiga para que no escapara de él.

         Suho pudo ver como Soojin hacia una mueca, sin saber cómo contestar.

         —No está bien, pero sigue viva.

         Esa respuesta en vez de aliviarlo lo hizo inquietarse más. ¿Qué era lo que le estaba a ocurriendo con Eunij?

         Los días siguientes había ido a buscarla a su casa, pero parecía que no había nadie en ella porque nadie salió a atenderlo.

         Suho sabía que no podía simplemente quedarse sin hacer nada, así que decidió preguntar a algunos vecinos si habían visto a Eunji o si sabían algo sobre su paradero. Algunos vecinos le dijeron que habían notado que Eunji no había estado en casa durante varios días, lo que solo aumentó su preocupación.

         Un día después de eso volvió hacer la misma rotuna. Fue al colegio y esperó impacientemente a que las labores escolares terminaran, tratando de no desconcentrarse en las clases e ignorando las provocaciones de Seojun para empezar una pelea. Cuando salió de clases, caminó directamente hacia la casa de Eunji, con la esperanza de que al fin estuviera en casa.

         Esta vez, en lugar de tocar la puerta, decidió llamar directamente. La puerta se abrió lentamente, y una mujer mayor, de cabello negro con algunos mechones grises y arrugas en el rostro, apareció en el umbral.

         —¿Puedo ayudarle, joven?

         —Disculpe, estoy buscando a Eunji—dijo preocupado—. Es una amiga mía, y no he sabido de ella en varios días. Estoy muy preocupado.

         —¿Eres un amigo suyo?—soltó con sorpresa mientras insistía en que pasara dentro de la casa.

        —Sí—soltó un poco incómodo. Antes había estado en casa de Eunji, pero parecía que la pelinegra solo lo invitaba cuando no había nadie en casa, pues jamás había visto a aquella mujer—, somos compañeros de clases.

         Aunque antes había sido mucho más que eso.

         —Pero no he podido comunicarme con ella, y estoy preocupado. ¿Sabe si está bien?

         Los labios de la mujer se estiraron hacia abajo y sus ojos se mostraron apenados.

         —Su madre acaba de fallecer hace unos días—la voz de la mujer se quebró, pero carraspeó para mantener la compostura. Suho abrió los ojos, sorprendido ante la inesperada noticia. Ni siquiera sabía que la madre de Eunji hubiera estado enferma. ¿Habrá sufrido algún accidente?—. Sé que lo que le voy a pedir puede parecer inapropiado, pero ¿podría hablar con la señorita?

         La señora parecía realmente preocupada.

         —¿Por qué?

         —No ha querido salir de su cuarto. Tampoco me deja entrar en él—la mujer acarició sus manos de manera nerviosa—. Ni siquiera con la señorita Soojin ha querido salir de su cuarto.

         Los ojos de Suho se dirigieron al segundo piso, donde se encontraba la habitación de Eunji.

         —Creo... que puedo hacer el intento.

         —¿En serio?—los ojos de la mujer brillaron, y Suho no supo si era por lágrimas o por emoción—Serviré un plato de comida para que le lleves. No ha comido desde ayer.

         Suho trató de no mostrar preocupación, pero supongo que falló en el intentó cuando vio la débil sonrisa que la señora le dedicó.

         Cogió el plato de comida en la charola y subió las gradas del segundo piso para ir hacia el cuarto de Eunji, tratando de contar en su cabeza para ignorar los latidos desenfrenados de su corazón.

         Caminó por el estrecho pasillo hasta llegar frente a la puerta de color blanco. Arrugó la nariz al percibir el olor a tabaco filtrarse tras la puerta. Soltó un suspiro para aligerar sus tensos hombros y tocó dos veces.

         —No tengo hambre, Nana—la voz de Eunji sonaba rasposa desde adentro. Supuso que la amable mujer que le había dado el pase era la nombrada Nana, la mujer responsable de cuidar a Eunji desde niña.

         —No soy Nana, soy Suho—dijo, a la espera de que abriera la puerta.

         Hubo un silencio que se le hizo eterno antes de que escuchara como Eunji se movía por la habitación. Sus manos empezaron a sudar cuando el sonido se fue aproximando hacia la puerta.

         Quiso volver a tocar, pero no fue necesario. Cuando su mano se alzó para rozar la puerta con sus nudillos, esta se abrió.

         —Eunji—la llamó, pero ella no mostró la cara. Abrió la puerta y se marchó, como si ella esperara que entrara sin invitación.

         Cuando entró a la habitación, un intenso olor a cigarrillo le dio la bienvenida. El cuarto se hallaba cubierto de humo, siendo visible por la poca luz que entraba por los ventanales y se filtraban por las cortinas.

         —¿A qué has venido?—su mirada deja de observar las cuatro botellas vacías de soju para mirar a Eunji, quien se encontraba al lado del ventanal solo portando un polo blanco que le tapaba la ropa interior.

         —La mujer... La mujer de abajo está preocupada por ti—dejó la charola de comida encima de la cama, al lado de las cajas vacías de cigarro.

         Volteó nuevamente para mirarla, solo para encontrarla con las manos en la cara.

         —Necesito que te vayas—le dijo, sin levantar el rostro—. Y hazme el favor de decirle a Nana que me encuentro bien.

         —No puedo mentir.

         —Claro que puedes, Suho—la chica rio con frialdad—. Se un chico bueno y dile que no me encuentro tan mal como parece.

         Sus ojos estaban rojos, y él no podía identificar si era porque estuvo llorando o por irritación del humo del cigarrillo. Sus antes labios rosados, ahora se encontraban pálidos, sin color. No la había visto hace poco tiempo, solo unos días, semanas a lo mucho, y el grosor de su cuerpo había disminuido. Estaba más delgada con respecto a la ultima vez que la vio.

         —He oído que no estás comiendo—intentó acercarse a ella, pero Eunji levantó las manos para que parara.

         —No sigas, Suho. No... no estoy de humor. Ya me has visto, ahora vete.

         —Eunji...—dio otro paso hacia ella.

         —¡No! Necesito que te vayas—las lágrimas parecieron correr en contra de su voluntad, pues llevó sus manos hacia rostro y ocultó sus ojos—. Vete.

         Se acercó a ella y la rodeó de la cintura para que no escapara de él. Forcejeó con ella para que mostrara su rostro.

         —¡Yah! ¡Suéltame, idiota!

         Sostuvo su rostro demacrado para que lo mirara.

         —Levanta la cabeza y mírame—le dijo mientras luchaba para que no volviera a bajar la cabeza—, afróntame como siempre lo sabes hacer.

         Eunji negó, tratando de zafarse de sus brazos que la abrazaba contra él. Pero se encontraba tan débil que el forcejeo lo ganó Suho.

         —¡Mi mamá murió! ¡No me digas como afrontar este dolor!

         —¡Eres fuerte, Eunji! ¡No puedes dejarte caer en la oscuridad de aquel modo!

         No. No. No. No podía decirle eso. No a ella que a tenido que pasar adversidades que ni él mismo se imagina.

         Eunji dejó de moverse para llorar en su pecho. Hipó y sollozó contra él como una niña.

         —Yo no soy tan fuerte como piensas—le dijo en un hilo de voz. Y es que, cuantas veces había deseado estar en otra familia, cuantas veces había deseado no haber existido—, tan solo finjo serlo para no ser destrozada por esta cruel realidad.

         Eunji había sido fuerte toda su vida. Solo que esta vez, ya no quiere luchar. No quiere ser la niña que hizo una coraza para protegerse del mundo y de los sentimientos. Quiere dejar de serlo.

         Ahora solo quiere dejarse ir y abrazar nuevamente a su mamá.

        ¿Es tanto pedir que aquello se cumpla?

┎─────«❀»─────┒
¡Annyeonghaseyo!
❝안녕하세요❞
┖─────«❀»─────┚

¡Basta! ¡Quiero que Eunji sea feliz! ¡Qué alguien viaje en el tiempo y pegue a mi yo del pasado por inventar esta trama! 😭

Suho haz tu trabajo y consuelala 😔👍

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Este capítulo está dedicado a stacy_stark336

Gracias por comentar y votar en mi historia, hermosa 💖

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