004

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CARTAS DE AMOR
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         Hoy día era el día del amor. El día perfecto para declararse hacia aquella persona que querías. Y claro que Kim Aejoon no iba a perder esa oportunidad.

         —¡Eunji~!—gritó al verla caminar por los pasillos con una caja llena de cartas y chocolates—Ya veo que tengo bastante competencia—comentó gracioso al llegar al lado de la chica.

         —¿Sucede algo, Aejoon?—preguntó amablemente.

         —Vine para ver si me habías hecho una carta para mí. O al menos que me hayas comprado unos chocolates.

         La pelinegra rio ante aquello, dejando aún más embobado al pobre chico al ver como los ojos de Eunji desaparecían, dándole una imagen tierna.

         —Lo siento, Aejoon, pero no tengo nada para ti.

         El chico sonrió, pues ya se esperaba una respuesta como esa: —Lo sé, pero no descansaré hasta que algún día aceptes ser mi enamorada.

         Ambos sonrieron el uno hacia el otro.

         Ahora permitanme contarles como el grandioso Kim Aejoon terminó enamorado de Min Eunji.

         Todo comenzó cuando Aejoon tropezó con Eunji por uno de los tantos pasillos que portaba la institución, haciendo que el chico tirara todos los cuadernos que estaba llevando a la sala de profesores.

         —Lo siento—se disculpó Eunji tras guardar su celular en el bolsillo de su saco, pues este era el causante del choque que ambos adolescentes se dieron.

         La chica de cabellos cortos ayudó a Aejoon a recoger los cuadernos que se encontraban regados por el piso.

         El chico no dijo nada y se dejó ayudar mientras admiraba a la chica que tenía delante suyo. Recorrió con su mirada todo el cuerpo de Eunji hasta captar que la susodicha tenía los pechos más grandes que el promedio de chicas que estudiaban allí.

         —Lo siento—volvió a disculparse Eunji tras dejar los cuadernos en los brazos del Aejoon. Y mostrando una sonrisa de disculpa se fue retirando del lugar dejando al chico atrás.

         El chico Kim se quedó mirando la dirección por donde había partido Eunji. Y no es que haya sido amor a primera vista, no, pues Aejoon solo se había fijado en el físico de la pelinegra, haciendo que busque la manera de, al menos, tener una conversación más adelante.

         —Hola—saludó Aejoon una tarde, después de que las labores escolares acabarán.

         Eunji se volteó hacia su dirección, reconociendo que hace una semana había chocado accidentalmente con ese chico.

         —Hola—sonrió.

         —Soy Kim Aejoon, el chico con el que chocaste hace una semana—soltó con diversión.

         La pelinegra no pudo contener la risa, así que terminó riendo junto con Aejoon.

         —Si te recuerdo. Me llamo Min Eunji—se presentó.

        Ambos se quedaron en silencio tras eso, solo observando al otro en silencio.

         Eunji tenía que admitir que Kim Aejoon era simpático y guapo a simple vista. Haciendo ver que Lee Suho y Han Seojun no eran los únicos chicos con un buen rostro que admirar en ese colegio.

         —¿Quieres ir a pasear por ahí?—propuso el pelinegro—Claro, si es que no tienes nada más que hacer.

         Eunji se encogió de hombros y asintió con la cabeza de manera tierna.

         Aejoon se preguntó si él podría sacar otro tipo de faceta en Eunji, una que sea más sexy, pues durante esa semana había estado observando a la nombrada. Notando que no tenía un grupo fijo de amigas y que era conocida por muchas personas, ya sea de grados mayores o menores, mostrando siempre una faceta amable y gentil.

         Mientras tanto, Eunji pensaba si con aquel chico podría probar dar el siguiente paso para perder la inocencia, pues ya estaba cansada de dar solo besos y caricias con ropa puesta.

         Pero quién iba a pensar que se iba a quedar con Lee Suho, el tímido y apartado chico de su clase, como opción. Cambiando totalmente las personalidades de estos tres adolescente que buscaban una vida sexual activa.

         El día estaba totalmente ajetreado. Aunque las labores escolares hayan sido una tortura para todos, ya sea los profesores por saber que sus alumnos estaban más pendientes en sus pensamientos o los alumnos que se encontraban nerviosos porque ese día declararian su "amor" a la persona que les gustaba.

         Suho se encontraba en el aula, sentado en su respectivo sitio, rechazando a la chica número siete que se le venía a declarar.

         —No puedo corresponder tus sentimientos—murmuró por séptima vez. Y al igual que las otras chicas, esta también dejó una caja de chocolates en su escritorio.

         Soltó un suspiro por lo bajo y guardó aquella caja en su mochila al igual que el resto. ¿Qué se supone que haría con tanto chocolate?

         Dentro de poco una idea le vino a la cabeza, aunque no estaba convencido del todo al saber en como podrían acabar las cosas.

         —¿Y ese milagro de que no vea cajas de chocolates esparcidos en tu escritorio?—la dulce y melodiosa voz de Eunji se deja escuchar.

         Suho levanta su mirada hacia arriba para encontrarse con los ojos grandes de la pelinegra. Ella está sonriendo a medias, mostrándose totalmente inocente, aunque Suho sabe claramente que no lo es.

         —Los tengo en mi mochila—murmura y se muerde el labio pensativo—. Emmm...—duda—¿Quieres venir a mi casa a comer chocolates?

         Eunji sonríe aún más. Ella también tiene sus propios chocolates, aunque supone que podrían compartir.

         —Me parece bien. Pasaré por tu casa en la tarde—impone.

         Min no es de comerse los chocolates, pues siempre que llega a casa suele tirarlos a la basura por las calorías que contiene el producto. Pero esta vez podría utilizarlo adecuadamente.

         Calentar el chocolate y marchar la piel de Suho suena bastante excitante. Especialmente el saber que limpiará el chocolate con su boca.

         Con el paso de las horas llega a su casa después del ajetreado día. Con la caja sosteniendola con una mano y su cadera, abre la puerta de su casa con facilidad.

         Se adentra a ella y suelta un gruñido por lo bajo al ver que su padre se anda besando con una maldita zorra en el sillón de la sala.

         —¡Yah, Eunji!—suelta con total descaro su padre al notarla en la sala. Y su tono alegre solo hace que le hierva la sangre aún más.

         —Si vas a traer a tus prostitutas a la casa al menos ten el descaro de mantenerlas en tu habitación.

         —¿Por qué tendría que hacerlo? Esta es mi casa. Puedo hacer lo que se me pega la maldita gana, mocosa engreída.

         Eunji sonríe con ironía hacia su progenitor, mientras ignora la sonrisa triunfante que le da una de las tantas amantes de su padre.

         —¿Tu casa?—pregunta con sarcasmo notable—Que yo sepa esta propiedad le pertenece a mi madre, porque usted no tiene en dónde caerse muerto. Porque si no fuera por el amor que siente mi mamá hacia usted, usted solo sería su prostituto, aquel que le da sexo solo por unos cuantos centav-

         El sonido de una fuerte bofetada suena en todo el lugar. Eunji se encuentra con el rostro volteado hacia un lado y parte de su cabello cubre la mitad de su rostro.

         Aprieta los dientes para no soltar un alarido de dolor por el golpe. No quiere darle el gusto a su padre de que la ha lastimado.

         Mueve su cabeza, tratando de que sus cabellos no le tapen la vista, y mira a su progenitor desafiante.

         Su mejilla arde, pero no le importa, está más concentrada en la pelea de miradas que tiene con su padre.

         Ambos son dominantes en todos los ámbitos, así que no piensan apartar la mirada hasta que el otro lo haga. Su padre sabe que no es como su madre, ella no es sumisa para pedir perdón por decir la verdad.

         —Comiendo chocolate—murmura el hombre al ver por el rabillo del ojo la caja que descansa en los brazos de su hija, llena de cartas y de dulces—. Es por eso que andas gorda. ¿Con ese cuerpo quien te desearía? Nadie.

         Eunji no dice nada. Su padre siempre critica su apariencia cuando no tiene con qué ganar la discusión.

         —Me sorprende que digas eso cuando eres experto en acostarte con varias mujeres—murmura con malicia mientras deja de lado la pelea de miradas y se dirige hacia el segundo piso—. El físico no importa si quieres tener un buen sexo.

         —Hablas como una maldita golfa.

         La pelinegra se encogió de hombros y volteó hacia su padre para sonreirle con falsedad —Aprendí del mejor.

         Subió por las gradas antes de que su padre la agarrara de los cabellos.

         No se dirigió a su cuarto, y en vez de eso se encerró en el cuarto de baile que ella había mandado a construir.

         Puso música y se quito el saco, quedándose en camisa y falda. Se puso a bailar coreografías para bajar de peso, pues aunque no lo admitiera en voz alta, los insultos de su padre la dañaban. ¿Quién iba a desear a una chica gorda?

         Estuvo alrededor de tres horas bailando sin descanso hasta que recordó que tenía que ir a la casa de Suho. Así que se apresuró a ducharse y a vestirse. No le dio tiempo de separar las cartas de los chocolates, así que metió todo dentro de una bolsa y salió de su casa apresurada.

         La hora de su celular marcaba las 6:20 pm cuando por fin estuvo parada en frente del departamento de Suho. 

         Tocó la puerta y espero paciente hasta que el chico le abra, lo cual no fue mucho tiempo la espera.

         —Llegaste—murmuró Lee al verla. Se hizo a un lado y la dejo pasar, notando que la vestimenta de la chica eran prendas holgadas.

          —Lamento llegar un poco tarde, se me paso la hora—se disculpó, dejando caer su cuerpo en el sillón de la sala—. Deberías traer las cosas que te han dado hoy día—sugirió.

         —Claro.

         A los pocos minutos Suho apareció con su mochila en mano y se sentó a su lado.

         —¿Te han dado cartas también?—preguntó Eunji al recoger una carta cuando el pelinegro vacío todo el contenido de su mochila en el mueble.

         —Si. Tengo en total unas cinco cartas—señaló el chico.

         —¿Puedes leerme una?—Suho asintió obediente a su mandato—. Me gustaría saber que es lo que sienten las demás chicas por ti.

         —Si mi almohada pudiera hablarte o escribirte, te enterarías de mis sueños más secretos, de mis anhelos y de mis ganas por ti—empezó a relatar—. Te enterarías de lo que con palabras no te puedo decir. Eres la persona que me inspira y que hace que pueda entregar lo mejor de mí, porque eso es lo que provocas en mí. Me haces una mejor persona cada día que tengo la oportunidad de pasar a tu lado.

         —Buaa~, eres como una motivación para ella—murmuró Eunji después de que Suho terminara de leer aquella carta—. Aunque también sería algo preocupante si no te hablas con ella seguido—ladeó la cabeza y miró a Suho con intriga—. ¿Alguna vez te han acosado? Ya sabes, una chica demasiado intensa o algo así.

         —Emmm... no, nunca lo han hecho.

         —Aigoo~, la mayoría de los hombres tienen tanta suerte.

         —¿A ti te han acosado?—cuestionó sorprendido el chico, pues nunca había tenido a alguien cercano que haya sufrido aquello.

         —Si. La primera vez que me sucedió quise llorar, pero entendí que la mayor parte de la población femenina sufre acoso, así que siempre traigo un Sprite para ojos—mostró el objeto—. Aunque últimamente Aejoon me ha estado protegiendo de eso.

         —¿Kim Aejoon?—Eunji asintió.

         —Lo hace desde hace medio año—se encogió de hombros restandole importancia.

         Suho chasqueo su lengua por lo bajo.

         —Yo también podría cuidarte—susurró.

         —¿Dijiste algo?

         —¿Ah?... ¡Ah! Si. Te toca leer una de tus cartas.

         Eunji preparo su garganta y empezó a leer la carta que había escogido al azar.

         —Cada vez que te encuentro en mis pensamientos, me rodea la felicidad y siento el deseo de estar de nuevo a tu lado, sentir tus brazos rodeando mi cuerpo y comenzar a fundirnos hasta convertirnos en uno, en un mismo ser y en un solo cuerpo. No puedo dejar de viajar en el tiempo cuando tú no estás, trayendo imágenes que me pueden llevar a ti. Con cariño, Kim Aejoon.

         —Tú... ammm... ¿Haz tenido algo con Kim?—preguntó inseguro.

         La pelinegra sonrió enternecida.

         —No. Tú eres el primer hombre que he tocado.

         Suho asintió conforme, aunque rápidamente se dio cuenta de que algo no cuadraba.

         —Entonces... tu primer beso-

         —No fue con un hombre.

         —¿Qué?

         —Mi primer beso fue con la mismísima Kang Soojin—sonrió, entretenida con la cara de asombro de Suho. 

         —Tú...

         —Si, Suho, soy bisexual.

         —Y ella...

         —Aún no lo define.

         Eunji hizo todas las cartas a un lado y se sentó en el regazo del chico. Pasó una mano en la mejilla de Lee y la otra en su nuca.

         —¿Me vez de manera diferente ahora que sabes que no solo me gustan los hombres?—Suho negó totalmente embobado por la chica, dejándose llevar por las caricias que proporcionaba su mano en su mejilla.

          —Eres bonita después de todo—susurró con el rostro enrojecido—, puedes tener a quien quieras a tus pies.

         Eunji sonrió aunque no consideraba lo primero, pues su autoestima estaba dañaba.

         No soy una chica bonita.

         —Bien...—murmuró la pelinegra mientras se acercaba peligrosamente a su rostro—¿Quieres jugar con un poco de chocolate?

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¡Annyeonghaseyo!
❝안녕하세요❞
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SOLO VOY A DECIR DOS COSAS:

1-. SEÑOR MIN PUDRASE

2-. EL SIGUIENTE CAPÍTULO 🔥 UFFF

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ESTE CAPÍTULO ESTA DEDICADO A CristellWeasley

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● Kriss-sama

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