– ¿Quién te mandó un mensaje ayer? – preguntó de la nada.

– Nadie.– contesté sin darle mucha importancia al asunto.

Él rio y negó con la cabeza, podría llamar a eso una burla, sin embargo, no quería pelear ni tampoco tener problemas; nuestra distancia había disminuido, ahora parecía separarnos solo un metro.

– ¿Alguna vez haz hablado con un asesino?

Su pregunta me tomó por sorpresa y sinceramente no hice nada más que asentir, aunque nunca lo hubiera hecho en mi vida entera.

– ¿Has escuchado la historia que esconden?

– No te entiendo. – dije casi sonriendo.

– ¿Alguna vez te has preocupado por detenerte y preguntarle el porqué de sus actos?

– Los policías lo hacen antes de meterlos a la prisión. – no quería admitirlo, pero sus preguntas, en algunas ocasiones, eran muy profundas y terminaban confundiéndome.

– No es cierto, los policías solo juzgan, obligan a decir lo que ellos quieren oír... ni siquiera se detienen a preguntar o indagar más a fondo; son iguales que todos ellos. – su mirada viajó hasta el montón de personas que estaban esperando el autobús. – Ellos juzgan sin saber, sin ver nuestra historia, solo hablan, murmuran y odian.

– No todos son iguales – recalqué. Era obvio que él parecía tenerle un gran odio a la sociedad, sin embargo, no todos pensaban o actuaban como ese montón de gente.

– Claro que sí, todos esconden una historia, de algunos son crueles, de otros, tristes y de muy pocos, felices. Esa es la razón por la que las personas son quienes son. Sus historias los marcan... al igual que a ti, ¿cierto?

Mirar sus ojos era algo espectacular para mí, mas detrás de ellos existía otro mundo... otra persona.

Esto ha sido todo por hoy, bellezas. Esperen por mí y les deseo un buen comienzo de semana.♥