La cama se encontraba vacía, tan diferente a cuando TaeHyung se acostaba a mi lado y me rodeaba con sus brazos, y es que a pesar de encontrarme siendo abrazado por mi esposa, por Hyerin, no podía sentirme igual. Ella me hacía sentir extraño, raro, alejado.

Había regresado temprano a casa por ella, pues la noche pasada logré dormir con TaeHyung hasta el amanecer y ver cómo era él al levantarse. Sonrio al recordar su rostro adormilado y sus cabellos desordenados. Entre él y Hyerin hay una gran diferencia, ella es... es tan exagerada, y él, él es tan natural, tan perfecto sin maquillaje alguno.

Lo adoro. Adoro todo de TaeHyung.

Respiré hondo, alzando mi pecho en el acto y bajándolo lentamente.

— ¿Qué sucede, HoSeokie? — ella susurró adormilada. Acaricié su espalda, tranquilizándola al instante.

— No ocurre nada, amor. Duerme. — musité.

Ella pareció entenderlo y volvió a acurrucarse en mi pecho y cerrar los ojos.

Pensé en TaeHyung, en lo que éramos y en qué estaría haciendo en estos momentos.

Ambos teníamos problemas.

Maratón 12/13