#13: Buenos tiempos
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—Bienvenido a casa —aplicó Todoroki.
Por unos segundos, Bakugou pudo apreciar una leve sonrisa en aquel rostro.
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—¡K-Kacchan! —exclamó Izuku reaccionando y levantándose para dirigirse al salón rápidamente—. ¿Estás bien…? —inquirió con preocupación al ver lo agitado que se encontraba su amigo de la infancia.
—Mierda, Deku. ¿Lo dudabas? —sentenció frunciendo el ceño y dirigiéndose a la habitación.
Izuku sonrió levemente ante aquellas palabras y optó por seguirle junto a Todoroki, el cual parecía mirar con ciertos celos a Midoriya.
—¡Ah, Bakugou! —exclamó el pelirrojo, sin poder moverse en absoluto, al ver entrar a aquel chico lobo.
—¿El retrasado se durmió? —comentó al observar cómo Kaminari estaba durmiendo con la boca abierta mientras se aferraba al brazo de Kirishima.
—Estaba cansado —respondió mirando a Denki y sonriendo al verle así—. Aunque, bueno, ya son las dos… —agregó al percatarse de la hora y tratando de que no se notaran sus ganas de dormir—. Ah, cierto. ¿Y eso? —cambió de tema al observar la bolsa que traía Bakugou y en la que parecía haber varias cosas.
—Ventajas —se limitó a decir mientras volcaba el contenido encima de la cama.
Izuku se acercó con curiosidad y Todoroki hizo todo lo contrario, sobre todo cuando presenció claramente ciertos objetos y un olor bastante desagradable.
—¿Pasa algo, Todoroki? —inquirió Kirishima al ver cómo Shouto parecía no querer entrar y se mantenía sin pasar de la puerta.
Pero el vampiro no respondió. Parecía un poco asustado y, aunque su expresión se mantuviera seria, denotaba gran desconfianza.
—Bastardo, no vamos a hacerte nada —sentenció Katsuki girándose para mirar al de cabello bicolor—. Entra de una puta vez.
Pero Todoroki negó rápidamente con la cabeza; claramente, no tenía pensado entrar.
—K-Kacchan, eso es… —comenzó Midoriya.
—¿Crucifijos, una botella de agua, estacas y ajo? —completó Eijirou al observar lo que se encontraba encima de la cama.
Bakugou, con el ceño fruncido y una leve sonrisa, cogió un crucifijo y volteó para ver a Shouto, el cual no pudo evitar hacer el ruido característico de los vampiros con sus colmillos mientras cerraba los ojos y se cubría con lo que podía.
—Todoroki acaba de… —comenzó Kirishima al haber presenciado por primera vez el chillido de un vampiro—. ¡Oh, ya lo comprendo! —exclamó el pelirrojo con una sonrisa al darse cuenta—. ¡Lo he leído en varios cuentos! ¡Con esto se ahuyenta a los vampiros!
—Bakugou, eres cruel —murmuró Todoroki aún cubriéndose por completo con su capa y comenzando a temblar levemente.
—¿Y de dónde has sacado todo esto? —siguió Eijirou con curiosidad.
—De su puta casa —respondió señalando al aterrado vampiro.
—Espera, si Todoroki es un vampiro… ¿por qué tiene cosas contra vampiros? —inquirió el pelirrojo sin comprender esa lógica.
—Por si viene mi padre a visitarme —se limitó Shouto a decir.
Katsuki sabía perfectamente que Todoroki escondía aquello en su ataúd, así que pensó que, obviamente, les sería de gran ayuda; sobre todo contra lo único que era más problemático en aquellos momentos: el hermano de Shouto.
—Entonces, ¿ya no tenemos que preocuparnos? —prosiguió el pelirrojo con una gran sonrisa.
—No sabemos cuántos más son —respondió Bakugou mientras guardaba aquellos objetos de nuevo en la bolsa—. Pueden tener espectros o poseedores con ellos, e incluso…
—¿L-Lloronas...? —agregó Izuku con temor; sobre todo cuando recordó la primera vez en la que vio una por la carretera y que, además, parecía estar observándole.
—Las Bloody Mary son peores —comentó Todoroki con serenidad, levantándose y entrando ya que Katsuki dejó a un lado la bolsa con los aterradores objetos que había dentro.
—¿Tan horribles son…? —inquirió Kirishima con curiosidad; le parecía haber oído aquellos nombres en ciertas historias.
—¡L-Las lloronas dan mucho miedo! —exclamó el fantasmita.
—Pero a las Bloody Mary de tan solo verlas ya estás sentenciado —siguió Shouto—. O te desfiguran o te matan. A mí una me echó agua hirviendo —agregó recordando el doloroso día en el que hizo la prueba en un espejo ya que, al ser un vampiro, no tenía reflejo y, desgraciadamente, pudo verla.
—Ahora tiene sentido —confirmó Eijirou al percatarse de la quemadura que tenía Todoroki—. Y ahora… ¿qué haremos?
—Dormir —aplicó Katsuki estirándose y dispuesto a echarse en el suelo para descansar—. No tienen huevos para venir a atacarnos ahora que estamos juntos, y menos cuando sepan lo que tenemos —agregó con rabia—. Y… ¡¿Por qué mierda tenéis la puta ventana abierta?! —reclamó recordando la foto que aquella vetala le había mostrado y comprendiendo por qué había sucedido.
—Ah, es que hacía un poco de calor —respondió el pelirrojo con tranquilidad.
Oído aquello, Katsuki la cerró y bajó las persianas, para después cerrar la puerta del cuarto, apagar las luces y acomodarse en el suelo.
Todo quedó a oscuras, así que Eijirou supuso que, por fin, podría dormir como era debido.
El único beneficio de haber sido expulsado de U.A., era que ahora no tendría que madrugar. Lo malo era tener que pensar una explicación coherente para dar a sus padres.
Suspiró con una leve sonrisa y se acomodó como pudo para apoyar su cabeza en la almohada, pudiendo sentir el rostro de Kaminari cercano a él, sobre todo la suave respiración del contrario.
“Debo controlarme…”
Pero las ganas que tenía Kirishima de acercarse mucho más a Denki para que este quedase con su rostro acurrucado en el pecho del pelirrojo, eran insanas.
[...]
03:47 a.m.
Kirishima y Kaminari estaban juntos en la cama mientras dormían con la boca abierta.
Izuku se mantenía en uno de los rincones, sentado y apoyado en la pared descansando; Katsuki, acurrucado en sí mismo como si fuera un perrito.
A Todoroki, lo que más le gustaba de la noche era poder observar a aquella persona.
Se acercó hacia Bakugou y se sentó para contemplar el tranquilo rostro de aquel lobo cuando dormía.
No pudo evitar sonreír levemente al recordar el momento en el que se conocieron.
. . .
Todo empezó un día cualquiera en el que Shouto estaba en su casa comiendo tomates. Aquel vampiro estaba acostumbrado a vivir solo desde hacía tiempo ya que no aguantaba estar en la secta de su padre, por lo que la tranquilidad de su nuevo hogar en el cementerio, era de su agrado.
Pero, no duró mucho cuando sintió un ruido y lo siguiente que vio fue cómo un hombre lobo bajaba las escaleras y entraba en su preciada cueva.
—¿Pero qué mierda…? —aplicó algo sorprendido y con el ceño fruncido mientras observaba todo.
Katsuki estaba buscando un nuevo lugar en el que vivir, y le habían hablado de una cueva abandonada y oculta en el cementerio. Pero el hombre lobo no era consciente de que ya había un habitante en ese sitio.
Para Todoroki, fue amor a primera vista.
Las suaves orejas que sobresalían por aquel rubio cabello, el ceño fruncido en ese esbelto rostro y la peluda cola que salía por detrás de él, hizo que el corazón de Shouto se acelerase.
—Oh —murmuró Todoroki con un brillo de ilusión en sus ojos, para a continuación acercarse velozmente hacia Katsuki—. ¿Puedo saber tu nombre? —inquirió sujetando las manos de aquel sujeto.
—¡¿Hah?!
—Perdón, no me he presentado —reaccionó con serenidad—. Soy Todoroki Shouto, ¿quieres un tomate? —agregó sacando aquella hortaliza y ofreciéndosela como si fuera su más sagrado tesoro.
Aquello simplemente marcó el inicio de la relación de ambos. Sobre todo cuando Bakugou halló un sitio cercano en el que vivir y del que Todoroki se enteró, haciendo que el vampiro acudiera casi a diario a aquel lugar.
Pero lo que había comenzado a sentir Shouto por el hombre lobo solo fue mejorando conforme pasaba el tiempo. Y, la verdad, es que la primera vez que, por error, Todoroki probó la sangre de Katsuki, quedó todavía más obsesionado por él.
. . .
[...]
—Bakugou —llamó susurrándole al oído y haciendo que el joven lobo abriera los ojos lentamente—. Bakugou —volvió a llamar situándose a pocos centímetros del rostro del contrario.
—¿Qué mierda quieres...? —murmuró frunciendo el ceño al ver su sueño interrumpido—. Déjame dormir, mierda.
—Tengo sed —agregó con serenidad y mirándole fijamente con aquellos ojos de diferentes colores—. ¿Puedo… chupártela?
—Ah, joder —sentenció chasqueando la lengua y cerrando los ojos—. Pero no te acostumbres, bastardo —finalizó incorporándose y ofreciéndole su cuello.
Shouto asintió denotando gran felicidad y se acercó lo suficiente para poder introducir sus colmillos en cierta zona a la que Katsuki estaba acostumbrado. Chupó parte de aquella sangre que tanto amaba mientras Bakugou cerraba los ojos; en unos pocos segundos, Todoroki se detuvo al escuchar lo que parecía haber sido un leve gemido.
—Bakugou, ¿acabas de…? —murmuró separándose con cierta sorpresa.
—¡CÁLLATE MIERDA! —negó rápidamente tratando de no despertar a los demás.
Porque, la primera vez que Todoroki se la chupó, le dolió demasiado. Por eso, con el tiempo practicaron lo suficiente para que Shouto aprendiera en qué zonas no le dolía a Katsuki y en qué otras, en vez de no sentir nada o poco dolor, el rubio sentía un gran placer.
—Bakugou —siguió mientras se acercaba lo suficiente a aquel chico lobo, para poder rodearle con sus brazos y apoyarse en su hombro—. Estaba preocupado.
Katsuki no pudo negarse a ello. Por una vez, no podía apartarlo o mandarlo a la mierda como solía hacer; porque esta vez, sentía la gran calidez y sinceridad de ese abrazo.
[...]
1575 palabras
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