#11: Cruel pesadilla

Quizás es un poco tarde para aclararlo, pero recuerdo que lo que salga así: “—” significa que algún vampiro se está comunicando mentalmente con su habilidad y que, por lo tanto, solo él y la persona o personas con las que se comunica pueden escucharlo y responder de igual manera, sin hablar.

†††

Bakugou no pudo dar ni un paso más después de haber visto aquello.

La simple imagen que podía contemplarse en aquel teléfono, hizo que no pudiera pensar de manera racional debido a la rabia que estaba sintiendo en esos momentos.

Katsuki estaba comenzando a sentir ira e inmensas ganas por despedazar en ese mismo instante a aquella vetala.

Quería abalanzarse y descuartizarla con sus dientes; después, haría exactamente lo mismo con el hombre que se hallaba a su lado.

Pero... no podía.

De alguna manera, imaginar que el hermano de Todoroki llegaba a dañarles, era algo que Katsuki no podría aguantar.

“—Bakugou.”

La voz de Shouto que resonó en su mente, le hizo reaccionar y dejar de pensar incoherencias.

—Ah… Lo había olvidado, bastardos asquerosos —sentenció sosegando la rabia que le impedía razonar.

—¡Qué lástima! —exclamó Himiko poniendo un pequeño puchero.

Katsuki, al estar cegado por la ira, olvidó por completo que Dabi, al ser un vampiro al igual que Todoroki, poseía la habilidad de dicha especie. Aquel sujeto podía haber estado comunicándose mentalmente con Himiko mientras que ella ganaba tiempo.

Toga podía haber estado diciéndole qué hacer durante todo ese momento. Podía haberle pedido tomar esa fotografía para hacer dudar a Katsuki.

Y, sobre todo, podía haberle dicho que viniera; Que viniera para asesinar a aquel hombre lobo.

“—Bakugou.”

Nuevamente, pudo oír la voz de Shouto; supuso que la última mirada que le dirigió antes de marcharse fue para poder activar su habilidad.

“—Solo para asegurarme…” —comenzó Katsuki—. “Bastardo, ¿hay alguien en la ventana?” —prosiguió manteniéndose alerta por cualquier posible movimiento que hiciera Himiko.

Todoroki se tomó su tiempo para responder, pero se aseguró de que no había absolutamente nadie alrededor de aquel departamento.

“—No, pero, ¿ocurre algo?” —continuó el de cabello bicolor; estaba comenzando a preocuparle el hecho de que Katsuki estuviera más calmado de lo normal.

“—Solo necesitaba saber eso” —finalizó el joven lobo antes de adoptar una posición defensiva.

[...]

Kirishima, después de escuchar parte de la historia de Midoriya y Bakugou, no pudo evitar pensar en aquel detalle destacable; en cómo la madre de Katsuki le salvó la vida transformándolo en hombre lobo.

—¿Y solo pueden hacerlo los de la especie de Bakugou? —siguió el pelirrojo.

—En realidad no —respondió Kaminari con una sonrisa traviesa—. Cualquier especie puede, incluso yo —agregó mientras se acercaba más a Eijirou—. ¡Podría incluso transformarte en diablillo si te muerdo en este instante! —finalizó mostrando aquel adorable colmillo.

El pelirrojo tragó saliva e hizo todo lo posible por controlarse.

Porque las inmensas ganas que tuvo de abrazar a Kaminari en aquel momento, estaban comenzando a poder con él.

De todas formas, con un solo brazo hábil no podía hacer mucho; en su estado actual, es como si fuera manco y cojo.

—Pero, si mal no recuerdo, solo pueden hacerlo una vez —aplicó Izuku con cierta tristeza y volviendo a recordar a Katsuki.

Kirishima arqueó una ceja al escuchar aquello.

—Solo podemos transformar a una persona —prosiguió Denki después de bostezar—. Es como si tuviéramos una limitada cantidad de veneno que convierte al humano en nuestra respectiva especie, pero que después no se vuelve a generar en nuestro organismo, por lo que no podemos volver a usarlo —finalizó mientras comenzaba a frotarse los ojos.

—Ah, ya veo —asintió Eijirou—. Kaminari, ¿tienes sueño? —cambió de tema al notar cómo aquel rubio empezaba a verse algo cansado—. Descansa, nosotros esperaremos a que Bakugou regrese —terminó con una sonrisa, la cual hizo que Denki no pudiera evitar devolvérsela y entrar con gran rapidez en la cama para posicionarse a su lado, exactamente en la derecha.

Buenas noches… —murmuró con una voz adormilada y aferrándose al brazo derecho del pelirrojo, el cual parecía haberse acostumbrado a tal contacto.

Le era agradable; demasiado. El hecho de que Denki se aferrara a él cuando dormía, le gustaba bastante.

Aunque se encontrara sin poder moverse en absoluto ya que Kaminari había rodeado con sus manos a su único brazo útil, no se quejaba.

El aprecio que le tenía era cada vez mayor.

[...]

—¡¿Entonces te vas a ir?! —exclamó Himiko con tristeza fingida—. ¡Pensé que querías matarnos! —agregó mostrando una leve sonrisa.

—Y lo haré —se limitó Bakugou a responder dirigiéndoles una última mirada llena de rabia.

Aquel olor no significaba nada bueno.

Katsuki había comenzado a percibir un aroma similar al que desprendía Todoroki; y eso solo significaba que un vampiro estaba cada vez más cerca.

Bakugou, con el tiempo, aprendió que cegarse por la ira solo le traería problemas.

Ser capaz de analizar en qué situación se encontraba era lo mejor en complicados momentos; por eso, ahora sabía que si se quedaba más tiempo, tendría que encarar a Dabi y, seguramente, a Toga, la cual se uniría en un dos contra uno.

Y no le importaría en absoluto hacerlo. En realidad, le daría igual jugarse la vida ahí con tal de terminar con la existencia de aquellos tipos.

Pero Katsuki tenía que regresar porque sabía que habían ciertas personas esperándole.

[...]

Había anochecido totalmente y a Kirishima, al ver a Denki durmiendo tan plácidamente, comenzó a entrarle algo de sueño.

—Duerme si quieres —aplicó Shouto al notar que el pelirrojo hacía el esfuerzo de mantener los ojos abiertos—. Alertaré de cualquier cosa.

—¡No, está bien! —respondió abriendo los ojos rápidamente—. ¡Esperaré a que regrese! —agregó con una sonrisa decidida.

Pero, si seguían en silencio, lo único que conseguiría Kirishima era no cumplir aquello y terminar igual de dormido que Kaminari.

Miró a su alrededor y le llamó la atención que Todoroki no se hubiera colgado del techo ni una sola vez; todo lo contrario, estaba en una de las esquinas para poder observar toda la habitación. Por otro lado, notó que Izuku ya se había dormido en otra de las esquinas.

—Ahora que lo pienso… No me había percatado de que los fantasmas durmieran —inició dirigiendo su mirada hacia Midoriya—. ¿También son como las demás especies y pueden transformar a personas? —inquirió girándose esta vez para mirar al vampiro a los ojos.

—No realmente —respondió con serenidad—. Diría que son la única especie diferente.

—¿Por qué?

—Nacen principalmente de errores.

[...]

Midoriya estaba volviendo a tener una pesadilla donde recordaba aquel día; ese momento en el que se arrepentía de haberle causado problemas a Bakugou.

Ese día en el que no le hubiese importado morir atropellado con tal de que Katsuki no sufriera.

. . .

Cuando Izuku fue a visitar a Bakugou, lo halló jugando en el salón y con un par de orejas y una peluda cola saliendo de él.

Mitsuki no podía ocultárselo, así que al ser consciente de la problemática situación en la que estaba, decidió pedirle a Izuku que no dijera nada.

A partir de entonces, la mujer tendría que ocultar a Katsuki en casa hasta que pudiera ser capaz de controlarse y esconder sus rasgos de lobo.

Mientras ninguna otra especie se enterara de que Mitsuki había vuelto a romper una de las reglas, no sería desterrada. Ahora, solamente su marido e Izuku sabían sobre los hombres lobo.

—¿Por qué no puedo salir? —preguntaba Katsuki al ver cómo su madre estaba a punto de irse junto a su marido a trabajar.

—Ningún humano puede verte, Katsuki —sentenció con firmeza y de brazos cruzados—. Está prohibido.

—Pero Deku está aquí y me está viendo —respondió sin comprender por qué no podía salir y jugar como solía hacer.

Izuku solo se limitó a escuchar todo con gran curiosidad.

—Es una excepción ya que te vio sin querer —admitió Mitsuki—. Pero ahora debo irme —agregó mientras se agachaba para mirar fijamente a su hijo—. Jura que no saldrás de casa.

Katsuki evadió la mirada de su madre sin responder, hasta que al sentir cómo era jalado de las mejillas, optó por aceptar a regañadientes.

Dicho aquello, los padres de Bakugou tuvieron que salir, dejando solos a dos niños inexpertos.

—¿S-Son reales? —preguntaba el pequeño de cabello verde mientras se acercaba hacia el rubio para poder tocar sus orejas.

—¡Pues claro! —respondió con aires de grandeza y cerrando los ojos—. ¡Ahora soy un hombre lobo!

—¡G-Genial, Kacchan! —admiró Izuku—. ¡Ojalá yo también pudiera serlo! —agregó sin saber exactamente qué consecuencias tenía todo.

Ante esas palabras, Bakugou se quedó en silencio para, a continuación, sonreír con el ceño fruncido.

—¡Entonces te transformaré como hizo mi madre conmigo! —decidió el pequeño lobo.

—¡¿D-De verdad?!

—¡Pues claro! ¡Solo tengo que morderte! ¡Hagámoslo ahora mismo!

—¿N-No me va a doler?

—¡Mucho! ¡Pero luego pasará! Aunque, como eres Deku, seguro que te duele mucho más.

—¡D-De acuerdo! —aceptó decidido mientras extendía su brazo.

Katsuki, seguro de sí mismo y de poder hacerlo, se acercó y abrió la boca dejando ver los pequeños colmillos de lobo que empezaba a tener. Los dirigió hacia la piel de su amigo y clavó los dientes con fuerza haciendo que Izuku no pudiera evitar gritar al sentir tal dolor; sobre todo cuando comenzó a notar cómo Bakugou había introducido un líquido tras el mordisco.

—¡Sí que eres débil, Deku! —exclamó al separarse y ver cómo Midoriya no dejaba de soltar gritos de dolor y sujetar la parte de su brazo con temor—. ¡Solo aguanta un rato más!

—K-Kacchan… —comenzó desesperado y sin poder evitar llorar.

Poco a poco, Midoriya se estaba viendo incapaz de hablar. El profundo dolor, como si estuvieran despellejándole vivo, que sentía en el brazo, ahora había comenzado a recorrer todo su pequeño cuerpo.

Se dejó caer al suelo tratando de hacer el intento en vano de ser fuerte y soportarlo; pero le era imposible.

Pasaban los minutos y no sucedía nada.

Se suponía que Izuku tenía que haberse transformado en hombre lobo.

—¿Deku? —inquirió Bakugou mientras se acercaba hacia su amigo, el cual estaba en el suelo, había dejado de quejarse de dolor y mantenía los ojos abiertos con lágrimas en ellos.

Se suponía que debería de haber funcionado.

—Hey, Deku —volvió a llamar comenzando a preocuparse por no hallar respuesta por parte del contrario.

Pero cuando se acercó lo suficiente a Izuku, pudo ver que sus suposiciones habían sido inútiles.

Deku había dejado de respirar.

Deku estaba muerto.

[...]

1704 palabras

†††

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