#10: Recuerdos y desesperación

†††

Ninguno supo qué decir.

Aquello que había leído Todoroki dejó sin palabras al resto de jóvenes; desconocían lo que deberían de hacer ahora en adelante.

Habían sido expulsados de U.A. y, Kaminari, Todoroki y Bakugou, además, desterrados.

Ya no tenían derecho a nada.

En cualquier momento podían ser asesinados por cualquier otra especie que hubiera sido desterrada también.

Podían matar fácilmente a Kirishima. Podían atacarles en grupo y asesinarles con gran facilidad.

Hicieran lo que hicieran, estaban desprotegidos. Nada les aseguraba que, si salían a la calle, regresarían al departamento con vida.

Pero, el problema principal no era solo eso.

Lo que de verdad había comenzado a aterrarles era saber que el hermano de Todoroki iba tras ellos y que, incluso, no estaba solo.

A saber cuántos vampiros más tenían en su contra. A saber cuántas vetalas más podrían atacarles. A saber si otras especies mucho peores estarían dispuestas a atentar contra sus vidas.

—Todoroki.

La voz de Bakugou hizo reaccionar al resto de chicos, los cuales todavía no habían conseguido asimilar tal información y parecían estar demasiado sorprendidos como para decir siquiera algo.

—Ni se te ocurra dejar que mueran —sentenció levantándose y dirigiéndose hacia la puerta.

Shouto pudo comprender perfectamente aquello.

—Déjamelo a mí —respondió con seriedad y cruzando miradas con Katsuki por última vez.

—¿Kacchan? —inquirió Izuku con preocupación—. N-No estarás pensando en salir… ¿verdad? —dudó mientras se acercaba hacia su amigo de la infancia después de haber dejado a un lado la revista y sosteniendo con ambas manos su linterna.

Pero no hubo respuesta por parte de Bakugou. Aquel rubio sabía que, vista la situación en la que estaban, alguien tenía que tomar la iniciativa de buscar una solución; y ese iba a ser él.

—Midoriya —se interpuso Shouto haciendo que Izuku se detuviera—. Bakugou sabe lo que hace. Déjalo.

Izuku, cabizbajo, asintió sin poder evitar preocuparse aún más por Katsuki.

Mientras tanto, ni Kirishima ni Kaminari sabían qué decir.

El pelirrojo lo único en lo que podía pensar era en qué sucedería con todos. Le dolía tanto el hecho de saber que, ahora, irían a por Kaminari, Bakugou y Todoroki, que el detalle de haber sido expulsado de U.A. no le importaba demasiado.

Tendría que darle una explicación a sus padres, pero en ese instante lo único que le preocupaba era el bienestar de todos.

—Si pudiera hacer algo… —comentó con frustración mientras apretaba el único puño que podía sentir.

—Kirishima —comenzó el diablillo después de haberlo estado pensando un buen rato—. No te preocupes —siguió, mirándole a los ojos y haciendo que el pelirrojo alzase su mirada—, no dejaré que vuelvan a hacerte daño —finalizó con una gran sonrisa y cerrando los ojos.

Aquel gesto por parte de Denki hizo que Eijirou sintiera una leve presión en el pecho.

—Eso… —murmuró el pelirrojo.

“Eso es lo que me gustaría a mí poderte decir.” Pensó Eijirou al darse cuenta de que, lamentablemente y debido a su situación, era totalmente inútil.

—¡Eso sonó muy varonil! —aplicó devolviéndole la sonrisa a Kaminari y agradecido por tales palabras.

—¿Y cómo piensas protegerle? —intervino Shouto inexpresivamente al haber oído aquello.

Denki dio un paso hacia atrás y sonrió con nerviosismo al ser consciente de que, quizás, sí que había dicho algo genial que sería difícil de cumplir… principalmente porque Kaminari había perdido su habilidad de persuasión por Aizawa y, ahora que estaba desterrado, las posibilidades de que se la devolviera eran mínimas.

Básicamente, Denki en ese instante era como un humano normal y corriente solo que con alas, cola, colmillo y cuernos.

—Bueno… —dudó cerrando los ojos y frunciendo el ceño levemente—. ¡De alguna manera! —sentenció con ambas manos en la cintura y decidido.

—I-Iré llevando los platos… —murmuró Izuku tratando de no interrumpir y acercándose sigilosamente para realizar aquella labor.

[...]

Bakugou, por otro lado, se había dirigido al cementerio para conseguir ciertas cosas que utilizaría en su beneficio.

Además, era consciente de que si se diera el caso de alguna vetala que estuviera acechándole, esta no se acercaría.

No se acercaría porque sabía que su veneno era inútil contra los hombres lobo y probablemente todo acabaría mal en su contra.

—¿No puedo ir a por él? —inquiría Toga a la distancia mientras ponía un pequeño puchero.

—Sé paciente… —respondió Shigaraki al observar a aquel hombre lobo—. Reunámonos con Dabi… —agregó con una asquerosa sonrisa mientras se giraba y apartaba la vista de Katsuki—. Hay que hacerles la pequeña visita, ¿recuerdas?

—¡Genial! —exclamó la joven—. ¡No puedo esperar a ver cómo se pondrá cuando regrese al departamento y vea lo que les hemos hecho!

—Así que… —una repentina voz detrás de ellos les hizo girarse rápidamente—. Tú eres esa asquerosa vetala, ¿no? —prosiguió frunciendo el ceño y comenzando a sonreír—. Y parece ser que estás aliada con un humano —finalizó dirigiéndole una mirada de odio a Shigaraki.

Bakugou había detectado perfectamente el olor que pudo reconocer en Kirishima cuando este fue atacado; Y supo enseguida que pertenecía a aquella chica.

[...]

—¿No debemos preocuparnos por él? —inquirió Eijirou; Shouto, antes, había hecho mención de que todo estaría bien.

—Eso mismo —comentó con serenidad—. Su olfato le alerta de cualquier cosa… más o menos.

—¿El olfato de Bakugou? —inquirió Kirishima nuevamente.

—Es demasiado… al azar —respondió Todoroki mientras se mantenía con la guardia alta—. Normalmente los hombres lobo lo tienen desarrollado a cualquier hora y pueden reconocer y percibir olores a distancias de, como máximo, veinte metros. Pero el de Bakugou es un poco diferente. A veces solo puede sentir un solo olor a dos metros, pero otras llega a diferenciarlos perfectamente y puede alcanzar los cuarenta.

—¡Es como si hubiese nacido con una malformación en esa parte! —intervino Denki sin mala intención.

—¡K-Kacchan no es deforme! —defendió Izuku al escuchar aquello—. Él es genial tal y como es…

—¿Pero Bakugou nació siendo hombre lobo? —continuó el pelirrojo con curiosidad.

—Si mal no recuerdo… —siguió Kaminari algo pensativo—. Creo que cuando estuvo a punto de morir por haber salvado a Midoriya, su madre lo transformó para salvarle la vida.

Kirishima desconocía la historia de Katsuki e Izuku, pero las palabras de Denki lo único que hacían eran darle más ganas de saber al respecto.

—¿Transformarle?

—Kacchan y yo… —comenzó el fantasma con cierta nostalgia—. Cuando éramos pequeños, solíamos jugar juntos.

[...]

—¡¿Katsuki-kun, verdad?! —exclamó Toga posicionándose delante de Shigaraki y haciendo ver que la presencia de Bakugou no le intimidaba—. ¡Qué sorpresa! —agregó con entusiasmo y dejando ver sus colmillos.

—Ah… ¿qué hace aquí? —comenzó Tomura a murmurar cada vez más desesperado y comenzando a rascarse el cuello repetitivamente—. ¿No que a más de veinte metros no pueden detectar olores…? —agregó mirando a Himiko y pareciendo pedir explicaciones.

—Me importa una mierda —interrumpió Katsuki mientras comenzaba a adquirir aspecto de lobo—. Pero me encargaré de despedazar vuestros asquerosos cuerpos ahora mismo —sentenció acercándose cada vez más y dispuesto a arremeter contra Toga.

[...]

—¡Oh! Amigos de la infancia, ¿verdad? —comentó Kirishima al escuchar las palabras de Izuku.

—Sí… —murmuró con cierta tristeza y una leve sonrisa—. Siempre estábamos juntos, hasta que un día, por mi culpa…

Midoriya le contó que, una vez, cuando se reunieron para jugar en el patio del hogar de la familia Bakugou, cometió el error de cruzar la calle sin mirar para recoger una pelota con la que estaban jugando y que, sin querer, mandó lejos.
Por aquel descuido, no pudo reaccionar cuando vio que un camión estaba a pocos segundos de pasar por encima de él.
Pero, a pesar de que no pudo siquiera moverse, Katsuki sí lo hizo. Bakugou lo había visto a lo lejos y le empujó a tiempo para hacerle caer sin ningún daño.
Cuando pudo darse cuenta de la situación, era demasiado tarde; Katsuki yacía en el suelo rodeado de un pequeño charco de sangre y a punto de cerrar los ojos; además, la persona que estuviera conduciendo aquel camión, ya se había ido.
Fue cuestión de segundos que comenzara a gritar el nombre de su amigo, haciendo que la madre de Bakugou saliera de casa rápidamente al oírlo.
Lo siguiente que vio fue cómo Mitsuki, con terror en sus ojos, sostenía entre sus brazos el cuerpo de su hijo para, a continuación, acercarse y morderle en el cuello.
Al principio, estaba confuso. No comprendía por qué la madre de Katsuki había hecho aquello; sobre todo cuando, después del mordisco, Bakugou abrió los ojos y empezó a gritar de dolor.
Mitsuki, aún con su hijo en brazos, le dijo que regresara a casa y que, por favor, no contara nada de lo ocurrido.
Al día siguiente, decidió visitar a Katsuki con la esperanza de que estuviera bien; y, para su sorpresa, el estado de Bakugou era mejor de lo que esperaba.
Pero lo que al comienzo sorprendió a Izuku no fue ver a su amigo jugando en el salón; lo que de verdad llamó su atención fue la peluda cola y el par de orejas que tenía Katsuki.

—¡¿Entonces la madre de Bakugou era una mujer lobo?! —exclamó Kirishima al escuchar aquel relato.

—Sí —respondió el fantasmita—. Pero su padre no y por eso Kacchan nació siendo humano.

—¿Es eso posible…? —inquirió el pelirrojo bastante sorprendido.

—Parece que sí.

[...]

—Katsuki-kun, antes de matarnos, déjame mostrarte algo —comentó Himiko manteniendo la sonrisa y rebuscando en sus bolsillos para sacar su móvil—. ¡Dabi-kun me ha enviado una foto, mira! —agregó cada vez más feliz.

Bakugou se detuvo al observar la imagen que se podía ver en aquella pantalla.

Era una fotografía tomada desde la ventana de un departamento en el que se podía contemplar con claridad a Todoroki, Kirishima, Kaminari y Midoriya conversando.

—¡Parece que ya ha llegado para hacerles la pequeña visita que teníamos planeada! —agregó Himiko al ver cómo la mirada de Katsuki había cambiado a una llena de desesperación—. Sería una pena que les ocurriera algo, ¿no?

—Genial… —agregó Shigaraki dejándose de rascar y comenzando a sonreír.

[...]

1666 palabras

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