Día 3: Caregiver & Quote
> Caregiver <
Fake Dating
> Quote: “This is a terrible idea...” “I take it that means you’re in?” “You know it!”<
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En este día Kirishima y Kaminari ya son pareja. Todos están en segundo.
La frase utilizada la escribí de una manera que me agradaba más.
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Día 3: Cuidadores.
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Habían llegado las deseadas vacaciones de verano y ciertos jóvenes se hallaban juntos, aburridos y pensando en algo que pudieran hacer para pasar el rato mientras paseaban por el parque.
—¿Y si visitamos a Bakugou? —sugirió Kaminari después de darle un bocado a su helado y terminárselo de comer.
—¿No que sus padres se iban de vacaciones? —inquirió Eijirou.
—Por eso —respondió el rubio con una sonrisa traviesa—. Así podremos molestarle un rato.
—Eso sí que es una terrible idea… —siguió el pelirrojo con una leve risa.
—Tomaré eso como un sí —rio Denki apoyando su codo en el hombro de su pareja.
—¡Obvio! —exclamó dejando ver sus puntiagudos dientes.
[...]
Dicho y hecho, ahora, ambos jóvenes se encontraban frente a la puerta de la gran casa de los Bakugou.
Kirishima y Kaminari se miraron con una sonrisa cómplice para luego tocar el timbre, esperando a ser recibidos por el mismísimo Katsuki.
—¡QUE NO QUIERO COMPRAR NADA, MIERDA! —se pudo escuchar cierto grito dentro de la casa y unos pasos de alguien acercándose para abrir la puerta.
—¡Hey! —saludaron el rubio eléctrico y el pelirrojo con una sonrisa nerviosa al ver el rostro de su amargado amigo.
—No —sentenció Bakugou nada más ver a aquellos molestos sujetos.
Porque no hacía falta ni una sola palabra para que Katsuki comprendiera perfectamente a qué habían venido esos dos.
Básicamente, a joder.
—¡Vamos, vamos! ¡Solo queremos hacerte compañía en estas aburridas vacaciones! —continuó Kaminari entrando rápidamente a la casa por uno de los lados de Bakugou, el cual se giró con rabia al verle entrar como si estuviera en su propia casa.
—¡Con permiso…! —le siguió también Kirishima velozmente.
Una vez que estaban dentro, era casi imposible echarlos de ahí.
—¡NI SE OS OCURRA ROMPER ALGO! —sentenció Katsuki cerrando la puerta e histérico por saber que tendría que soportar a sus queridos amigos todo el día.
—¡Venga ya! ¡¿Cuándo hemos roto algo…?! —bromeó Denki girándose con una sonrisa y caminando sin ver por dónde iba.
Pero justo en ese momento, Kaminari tropezó y perdió el equilibrio, apoyándose con fuerza en un pequeño estante que estaba en el pasillo y tirando varias cosas al suelo por la fuerza que ejerció sobre ellos.
—¡Kaminari! —exclamó Eijirou con preocupación, acercándose rápidamente hacia su pareja que estaba frotándose la espalda por el golpe—. ¡¿Estás bien?!
—Creo que sí… —dudó el rubio todavía quejándose del dolor y abriendo un ojo para mirar detrás de él, donde pudo observar claramente lo que había ocasionado.
—Bastardos… —comenzó Bakugou ocultando su rostro y avanzando lentamente hacia la pareja.
El pelirrojo y el rubio eléctrico abrieron los ojos con temor y tragaron saliva al girarse y ver a su explosivo amigo acercarse con ganas de destrucción.
—¡ESA MIERDA LA TRAJO MI VIEJA DE ÁFRICA! —espetó señalando la pequeña figurita de cristal que se hallaba hecha trizas en el suelo—. ¡COSTÓ MÁS DE 1500$!
—Y… ¿eso cuánto es en yenes? —inquirió Kaminari con una sonrisa nerviosa.
—Unos 160000¥… —informó Kirishima tragando saliva después de haber sacado su móvil para buscarlo.
—Oh…
[...]
—¡Bien, y ella es Mirame Lanalga! —exclamaba cierta mujer con alegría—. ¡Espero que podáis llevaros bien con todos! ¡Aquí os dejo una lista con todas sus necesidades, si tenéis alguna duda llamad al teléfono que está escrito! —finalizó despidiéndose alegremente y marchándose.
—¿Cómo hemos acabado aquí…? —murmuró Kirishima no muy convencido.
—Perdón por arrastrarte a esto… —suspiró Kaminari.
Después de haber roto aquella reliquia de la madre de Bakugou, ambos jóvenes tenían que hacer lo que fuera para conseguir la cantidad de dinero que necesitaban para pagarle. Ya decidido, no les quedaba otra opción que conseguir algún trabajo a media jornada para que, cuando Mitsuki regresara de sus vacaciones, viera que habían arreglado, de alguna forma, los daños causados.
—Aún así… ¿por qué de cuidadores de ancianos? —inquirió Kirishima.
—¡Porque pagan muy bien! Y como estamos juntos, en tan solo un mes conseguiremos reunir todo ese dinero —explicó Kaminari con una sonrisa.
El pelirrojo volvió a suspirar y no pudo evitar sonreír también.
Después de todo, estaban juntos y eso lo hacía más llevadero.
—Oye, Kirishima… —llamó Denki tranquilamente.
—¿Qué pasa?
—¿Cómo se cuida a un viejo? —prosiguió el rubio, señalando a uno de los muchos abuelos que estaban en la sala que debían de vigilar—. ¿Son como bebés?
—Ahora que lo mencionas… —respondió Eijirou cerrando los ojos y frunciendo levemente el ceño—. ¡Ni idea! —finalizó con una sonrisa.
—Joven… joven… —la voz de una señora mayor llamó la atención de Kaminari.
—Ah, ¿qué ocurre? —inquirió girándose y acercándose hacia la vieja.
—Creo que me he hecho caca. ¿Puede limpiarme? —explicó la mujer con una amable sonrisa.
—¡Kirishima! —exclamó Denki alejándose para acercarse nuevamente hacia su pareja—. Esa señora quiere que le ayudes —finalizó con alegría señalando a la abuela.
—Oh, claro —aceptó el pelirrojo y se dirigió hacia ella.
—Joven, joven —otra voz, esta vez de un abuelo, volvió a llamar la atención de Kaminari.
—¿Sí…?
—¿Puede ayudar a Tokam Elateta? —pidió mientras señalaba a una anciana que había cogido una navaja y estaba acorralando a otra vieja.
—¡Abuelas, abuelas, parad! —exclamó Kaminari cada vez más nervioso, acercándose y poniéndose en medio de las dos ancianas—. ¡¿Por qué quieres apuñalarla?!
—¡Tokam me robó al novio! —explicó la anciana señalando con la navaja a la otra—. ¡Agustino Rodolfo es mío!
—¡Ni hablar, es mío! ¡Ayer jugué a las cartas con él! —contraatacó Elateta.
—¡A mí me regaló su yogurt de fresita en el almuerzo! —siguió la vieja navajera.
—¡Entonces que lo decida ese anciano! —sugirió Kaminari levantando un dedo—. ¿Es extranjero o algo? Su nombre es bastante raro…
—¿Quién me llama…? —la voz de Agustino llamó la atención de las dos abuelas.
—¡Oh, justo a tiempo! —exclamó Denki acercándose hacia aquel hombre y posando una mano en su hombro—. Señor, estas dos ancianas se están peleando por tu amor, pero solo puedes elegir a una.
—¡Kaminari! —un grito procedente de Kirishima, sobresaltó al rubio eléctrico.
—Ya vengo, mientras tanto, ¡elige a la vieja que prefieras! —finalizó Denki rápidamente para luego ir hacia donde estaba su pelirrojo—. ¿Qué ocurre, Kirishima? —inquirió una vez allí.
—¿Puedes cargarle el móvil a la señora Mirame Lanalga? —preguntó Eijirou con una sonrisa—. Todos los enchufes están ocupados y ella necesita enviarle un mensaje a su amante que vive en Rusia…
—Ah, claro —aceptó Denki después de suspirar.
Después de todo, ese era su trabajo; atender las necesidades y cuidar a los ancianos de aquella extraña residencia.
Y, además, aunque no le hiciera mucha gracia limpiarle el culo a unos señores mayores, tenía que conseguir ese dinero sí o sí.
“O sino Bakugou nos matará.”
Así, entre quejas, pedidos, juegos y peleas absurdas entre los ancianos, pasaron las horas y todo se tranquilizó algo más.
—Al final sí que se han quedado dormidos —comentó Eijirou al contemplar a la gran cantidad de viejos durmiendo.
—Oye, Kirishima —comenzó Denki con una leve sonrisa al ver que podía aprovecharse de la situación—. ¿No te apetece… hacerlo?
—¿Eh? —el pelirrojo dudó durante unos segundos para después comprenderlo al ver la expresión de su pareja—. Kaminari, estamos trabajando… —prosiguió tratando de mantener a raya sus deseos más profundos.
—Pero todos están echando la siesta, vamos… —insistió el rubio eléctrico acercándose cada vez más a Eijirou.
Kirishima cerró los ojos y apretó un puño tratando de no sucumbir ante su preciado Kaminari, pero no pudo. Era demasiado complicado resistirse ante las peticiones de aquel rubio.
Y, así, ambos jóvenes se dirigieron felizmente a uno de los baños de ancianos, que además eran bastante amplios, para complacerse mutuamente.
[...]
—Ah… Creo que si todos los días van a ser así, no lo consideraré un trabajo —comentaba Kaminari mientras salía del baño con una sonrisa de satisfacción.
—No te lo puedo negar —admitió Kirishima también bastante feliz—. Pero, ¿no hemos tardado demasiado?
—¡Nah! ¡Seguro que siguen durmiendo…!
Pero, cuando llegaron a la sala donde se suponía que estaban todos los ancianos dormidos, se llevaron la pequeña sorpresa de ver que faltaba más de la mitad.
Más de la mitad de viejos se habían escapado. Además, los pocos que quedaban, habían causado ciertos estragos.
A la derecha, un abuelo se había subido al ventilador del techo, a saber cómo, y no dejaba de dar vueltas ya que otro señor lo controlaba con un mando. También, había una señora en un rincón que parecía trastornada y estar hablando sola.
A la izquierda, un charco de sangre aterró a ambos jóvenes. Básicamente las dos ancianas que se peleaban por el viejo Agustino, le habían cortado la cabeza ya que lo vieron siendo amable con la abuela Lanalga. Ahora, las dos señoras parecían llevarse bien mientras abrazaban la cabeza de Rodolfo y comenzaban a murmurar cosas extrañas. Cerca de ahí, había un trío de ancianos desnudos haciendo una competición por ver quién se corría antes en una galleta oreo.
—¿Deberíamos llamar a la policía…? —inquirió Denki con una sonrisa nerviosa.
Al día siguiente, fueron despedidos.
[...]
—¡Perdónanos, Bakugou!
Kaminari y Kirishima se encontraban en la casa de Bakugou, arrodillados frente a él, el cual les miraba bastante enfadado.
Ambos habían tratado de encontrar otro trabajo, pero, tras la fama de ocasionar un gran disturbio en una residencia, nadie les aceptó. Así, a pocos días de que terminaran las vacaciones de verano, acudieron al hogar del joven explosivo para disculparse y, probablemente, asegurar su muerte.
—No hemos podido conseguir el dinero, pero… —comenzó Kaminari con una sonrisa nerviosa y tratando de inventarse una buena excusa.
—Ya da igual, bastardos —sentenció Katsuki después de chasquear la lengua.
—¿Eh? —dudaron ambos al oír aquellas palabras—. ¿Cómo que ya da igual…?
—Que ya tengo el dinero, mierda —siguió dándoles la espalda—. Y ahora, largo.
—Espera, ¿cómo que tienes el dinero…? —interrogó Kaminari cada vez más confuso.
—¡QUE YA DA IGUAL, MIERDA! —volvió a gritar acercándose rápidamente y cogiendo de la camisa a ambos chicos, para luego llevárselos a rastras y echarles de una vez.
Ambos se mantenían pensativos incluso después de que Katsuki les cerrase la puerta.
Básicamente, Bakugou, al enterarse por la televisión de lo ocurrido, decidió buscar un trabajo a media jornada para conseguir dicho dinero ya que supuso que esos dos probablemente no podrían; y acertó.
—Bueno, ya sabemos que cuidar ancianos no es lo nuestro —comentó Kaminari con una sonrisa.
—Aunque no hubiese pasado eso de no ser por tu sugerencia —respondió Kirishima devolviéndole la gran sonrisa.
—Pero no puedes negar que lo disfrutamos.
Ambos se rieron al recordar la situación, dejando salir alegres carcajadas y sabiendo que no había nada mejor que estar juntos.
Aunque cometieran demasiados errores, no importaba.
Porque estaban juntos.
—¡IROS A VUESTRA PUTA CASA! —el grito de Bakugou sobresaltó a ambos jóvenes, los cuales se levantaron y se alejaron para, luego, volver a reír juntos.
[...]
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Aquí está el tercer día ♥ Y no esperaba que me quedase más largo que los demás (?
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