—No puedo creer que en serio te hayan encerrado. De verdad que te superas a ti mismo, Kaminari— exclamaba Kirishima saliendo de la pequeña comisaría con su novio tras de él como perro faldero regañado.

—Me esfuerzo...— comentó Denki en un susurro, pero al ver la mirada molesta de Kirishima prefirió ya no decir nada.

—Qué poco varonil de tu parte, en serio. A todo esto, ¿Se puede saber, por qué te encerraron?

—Es que... Había comprado un Bochito por internet para llevarte a pasear. Pero cuando lo revisé, ví que no tenía motor. Entonces fui a buscar al tipo que me lo vendió para ponerle la putiza de su vida por estafador. Y cuando ya estaba casi inconsciente, me dijo que el motor venía en la parte de atrás. Revisé y pues, sí es cierto. Me disculpé, ¡Pero el muy infeliz le habló a la patrulla!

—Primero: Aaaaw. Segundo: No vuelvas a hacer nada sin antes consultarme. Y tercero: No puedo enojarme contigo. Es tan varonil de tu parte querer darme una sorpresa y defender los derechos de los compradores por internet.

—Bueno, la sorpresa siempre sí te la di.

—Sí, pero no como me lo esperaba. Vamos a casa, Pikachu.