[Kirikami aventuras: pericos]

—¿Estarán bien...?

—¡Claro, hombre! Mi Pikachu y yo cuidaremos bien de tus aves.

Kirishima estaba algo triste por la perdida de su pez, por lo que Kaminari le pidió al amable Koda algo de ayuda.
Le había prácticamente suplicado por que les confiara algún animalito de los que cuidaba. Alguno pequeño y de preferencia terrestre, ya que Eijirou todavía no podía relacionarse con criaturas acuáticas. Kaminari recuerda con amargura cuando el pelirrojo llegó llorando de sus prácticas porque Tamaki le había ofrecido fajitas de pescado.
Tampoco quería un animal demasiado trabajoso, pero uno amoroso.

Koda lo meditó, y después de un rato de estarlo pensando, decidió que la mejor opción en estos momentos sería una pareja de pericos que cuidaba por su madre mientras esta se daba unas merecidas vacaciones.

—Hay semillas de girasol en esta bolsa. Y si se terminan pueden darles algo de fruta, o ir a mi habitación por más.

—¡Muchas gracias, bro! Tú no te preocupes por nada—, apoyó Kaminari al entusiasmado pelirrojo que no dejaba de hacerles cariñitos a las bellas y alegres aves.

[•°•°•]

—Koda fue muy amable— reconoce Kirishima, quién estaba demasiado encantado con el par de pericos.

—Sí—concede, dejándose caer al lado de su novio—. Dijo que podíamos cuidarlos hasta que regresara su mamá, que no había problema.

—¡¿En serio?! ¡Qué bien!

Para Kaminari no había nada más valioso que la sonrisa de su amado Kirishima. Con que él fuera feliz  se daba por bien pagado en esta vida, y no estaba exagerando para nada.

—¿Tanto te gustan?

—Sí. No sabía que las aves podían ser tan cariñosas. Son buenos compañeros.

—Son una pareja, ¿Verdad?, ¿No sería bueno que les diéramos un empujoncito para que tuvieran crías?— se ilumina el foco sobre la cabeza del rubio—. Podríamos pedir permiso para quedarnos con el bebé.

—¡Kaminari, qué buena idea! ¿Te imaginas? ¡Sería como nuestro propio hijo!— exclama Kirishima totalmente embelesado, imaginandose pasear con el pequeño huevo en una carreola. Tostando semillas de girasol para el desayuno de su pequeño, mientras recibe un beso de su rubio antes que este último se marche a trabajar. Sip, una vida de ensueño.

Intentaron al rededor de dos semanas. Adornaron la jaula con pétalos de rosa, prepararon una romántica cena de semillas de calabaza al gratín, y los dejaron solos por un rato, a oscuras, y con música romántica de los 80's toda la noche, pero nada pasó, ni cuando subieron de nivel a los llamados de apareamiento para aves.

No fue hasta cierta tarde qué

—¡Lo tengo!— anunció Kaminari entrando de golpe, con una bolsa de papel en la mano— la solución a nuestros problemas.

—¿Qué...?

—¡Este líquido!— saca la pequeña botellita, exhibiéndola como una hermosa pieza de arte— lo rociamos y ¡Bam! Periquitos bebé en poco tiempo.

—¿Seguro?

—El veterinario de la esquina dijo que era 100% efectivo.

—Dale, pues.

[•°•°•]

Tres semanas después, estaban totalmente arrepentidos con la compra. En efecto, con el líquido los pajarracos se habían dado más vuelo que ellos con el sillón del kamasutra, pero hasta ahí. No sabían si debían esperar más o menos.

—¡¿Que hicieron qué con los pericos de mi mamá?!— usualmente Koda no hablaba a menos que fuera necesario, pero esta vez se veía muy alterado.

—Tranquilo, bro. No te cobraremos la loción esa, pero, si llegan a tener hijos, acuérdate de lo pobres.

—¡Ambos pájaros son machos!

—ª

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