LXVIII "Una tarde de sucesos"

Al terminar de hablar, Kipo y Adán hacen una pausa esperando la reacción de Song. Su madre, se cruza de brazos apoyándolos sobre la mesa de la cocina, clavando su mirada en Kipo.

– Supongo que, si intento disuadirte de seguir con esto, no te hare cambiar de opinión. ¿Verdad Kipo? – baja la mirada, preocupada por el futuro de su hija.

Kipo se estira por la mesa sujetando las manos de su madre, y diciéndole con una voz calma. – Mamá, no tienes que preocuparte por mí, sé que no lo parece ahora, pero podemos evitarlo. Podemos evitar que muchos mueran a manos de las locuras de un demente. Sunder Gar y Miller, afirman que la única manera de detenerlo es con una guerra. Pero sé que no es así, nadie tiene que morir, para detenerlo.

Song levanta la mirada al escuchar las palabras de Kipo, y con los ojos llorosos le confiesa.

– Kipo ¿Esta situación no te recuerda a alguien?

Kipo desvía la mirada y con los ojos entrecerrados le responde.

– Lo se mamá....

Song levanta su mano y la apoya sobre la mano de su hija.

– No te desanimes Kipo, porque me estás malinterpretado, no te mencioné lo de hace 5 años como una reprimenda, sino por lo que hiciste. Guiaste a un grupo de Muts que no hacían más que pelear entre ellos, haciéndoles cambiar de opinión, para que colaborarán juntos y así vencer a Emilia. A la vez sin violencia, para que nadie saliera lastimado, y eso Kipo es tu mejor cualidad. Tienes un gran corazón que hace que te preocupes por todos, no solo por aquellos que te importan. - Kipo ahora mira nuevamente a su madre- Y es algo que nunca debes cambiar mi pequeña, algunos pensaran que eres una soñadora, pero están muy lejos de la realidad. Hay que ser muy valiente para proponer algo así y llevarlo a cabo, lo que te hace fuerte, no débil. Nunca dejes que te digan lo contrario y si conozco a alguien que es capaz de lograr esta hazaña casi imposible, esa eres tu Kipo. Sí, es verdad que me preocupas, pero es porque soy tu madre, no hay un solo día en el que no me preocupe por mis hijas, y esto no debe detenerte o entorpecerte. Solo sigue adelante y confía en que todos en las vistas te apoyamos. Después de todo, en cierta manera somos una inmensa familia. – Song libera su mano de las de Kipo y la apoya sobre la mejilla de su hija, mientras se le iluminaban los ojos. – También es verdad que estoy muy orgullosa de la mujer en la que te estas convirtiendo Kipo, y nada podría cambiar lo que siento por ti.

Cuando Song termina de decirle a Kipo todo lo que pensaba sobre ella. Su hija, con lágrimas en los ojos, la abraza con fuerza por sobre la mesa, mientras le dice al oído susurrando con la voz quebradiza.

– Te quiero mamá.... Gracias.

Ese hermoso momento en el que una madre apoya a su hija, se ve quebrantado por una fuerte explosión que se escucha a no muchos metros de la casa. Asustando a los presentes al tomarlos por sorpresa.

¿Que fue eso?- Pregunta Song asustada ante el semejante ruido. Kipo se pone de pies rápidamente y le contesta mientras miraba en dirección a la explosión.

— No te preocupes mamá, nosotros iremos a ver. - para luego echarse a correr.

— ¡Solo ten cuidado Kipo! Le grita Song mientras su hija se marchaba, con la esperanza de que no les ocurriera nada malo.

Pensando Kipo que te trataba de alguna de las locuras de Marck, sale de la casa con presura, para montar en su motocicleta y ponerse en camino al laboratorio. Pero cuando lleva su mano al encendido y no siente en el tacto l llave, recuerda que las dejo en el pantalón morado. El mismo pantalón que Adán llevo a lavar por la mañana.

– ¡Maldición, las llaves! - se grita Kipo a sí misma, mientras se sacude el cabello con las manos.

Adán ante el grito de Kipo se acerca a ella con su motocicleta, preguntándole que había pasado, a lo que le responde.

– Deje mis llaves en el otro pantalón.

Adán con una pícara sonrisa le responde, mientras retira del bolsillo interno de su chaqueta las llaves de Kipo.

– ¿Te refieres a estas llaves?

Al ver las sus pulsaciones aceleradas se estabilizan, a la vez que relaja sus hombros, para así de un rápido arrebato tomar las llaves y encender la motocicleta.

– Gracias Adán... Ven, sígueme, la explosión creo que provino del laboratorio, hay que ir a ver si todos se encuentran bien.

Adán se coloca el casco y le hace una señal con la mano para que avanzara, poniéndose así ambos en marcha. Pero antes de que pudieran partir, Kipo siente como alguien se sube en la parte trasera. Al voltear, la ve a Lobezna que sin demora le dice a Kipo.

– Que estas esperando, avanza Kipo. - Termina por decirle al ponerle el casco.

Con los tres ahora listos, comienzan el rápido recorrido al laboratorio, de donde supuestamente provino la explosión, o al menos eso creía Kipo. Conduciendo a una velocidad excesiva, pero con ciertas precauciones para no lastimar a nadie, el pequeño grupo llego al laboratorio en una pieza. Lobezna es la primera en bajar, y correr a la entrada. Pero al abrir la puerta, se topa con una situación calma, como si no hubiera pasado nada. Era extraño, muy extraño ¿Qué rayos había pasado? ¿Se abrían equivocado? Preguntas que pronto tendrían una respuesta clara. Pocos segundos después de que Lobezna abre la puerta del laboratorio de una forma brusca, llamado la atención de todos dentro, Kipo se posa a su lado, contemplando la misma situación. Extraño sin lugar a duda, por lo que da un paso dentro y les pregunta a todos.

– ¿Chicos no escucharon esa explosión?

En coro le responden que si ¿Entonces qué había pasado? Para responder a su pregunta, Greta se acerca a nuestro grupo de amigos y les dice con una sonrisa en el rostro, con la cual no demostraba preocupación alguna.

– Kipo llegaste, y veo que trajiste a la pequeña lobita y a un chico apuesto ¿Quién es él por cierto?

– Luego te cuento Greta, ¿Pero que paso? ¿Porque no están preocupados?

– ¿Porque deberíamos?

Kipo junta las rodillas y hace un gesto con los brazos, para a la vez decirle un tanto alterada.

– ¡Por la explosión!

– Por eso, si no te preocupes, el chico nuevo ¿cómo se llama? Mmm Mar, Marc, Oh si, Marck. Si ese mismo, nos dijo que si escuchábamos alguna explosión o algo por el estilo que no nos preocupemos.

– Ese sujeto, de verdad se está excediendo. Probablemente preocupo a todos en los alrededores, será mejor que hable con él.

– Creo que eso no será posible Kipo.

– Y ¿porque no?

– Porque pidió que no lo molestaran, y ciertamente da mucho miedo su cara.

Lobezna y Adán se adelantan a las acciones de Kipo, preguntándole a uno de los científicos donde se encontraba Marck, quien con gusto, les dio indicaciones de cómo encontrar el laboratorio que se le asigno para trabajar. Mientras Kipo hablaba con Greta, Lobezna le dice a Adán que ella iría a buscar el laboratorio de Marck, y que mientras tanto él fuera a avisarle a Kipo. Sin problemas con ese plan, Adán se acerca a Kipo tocándole el hombro, quien enfadada con Marck por lo que estaba haciendo, reacciona de una mala manera; apartando la mano de Adán, dándose rápido la vuelta y gritarle.

– ¡¿Qué?!

Se podía notar por el ceño fruncido, el enrojecimiento de la piel, sus puños bien apretados y el chirrido de sus dientes, que no estaba para nada contenta con la situación. Adán en un afán de calmarla, le contesta.

– Wow, tranquila gatita. Te noto un poco tensa, creo que será mejor que te sientes y te calmes un poco ¿No crees?

Kipo, refunfuña y se retira del edificio, dejando a Adán con Greta, la cual aprovecha para preguntar.

– Oye, ¿Por qué esta tan enojada?

– Disculpa por eso, Marck suele sacarla de quicio.

– No lo sé, a mí me parece un agradable sujeto.

– Dale unos días y cambiaras de opinión. Ahora si me disculpas iré a hablar con ella, con suerte se calmará en un rato. Oh y dile a Lobezna que llame a Marck.

– Claro no hay problema.

– Gracias.

Dándole las gracias, Adán se va para hacerle compañía a Kipo. Quien al salir, la ve sentada en la acera, parecía que lo estaba esperando. Kipo, al escuchar que la puerta se cerraba, le hace una seña con la mano al darle unos pequeños golpecitos al suelo junto a ella, para que él se sentara a su lado. Poniéndose de cuclillas, Adán se sienta junto a Kipo, donde le dice susurrando.

– Perdón por lo de adentro. No debí actuar de esa manera Realmente lo siento, pero Marck me saca de mis casillas, le dije explícitamente que no causara problemas, que se comportara. Pero parece que no me escucha o no me toma enserio –Kipo levanta la cabeza para quedarse mirando al cielo, mientras bajaba las cejas y juntaba las piernas para envolverlas con los brazos.

– Vamos Kipo, no puedes creer que Marck no te hace caso a ti. Él no le hace caso a nadie, si lo piensas, es como un niño en el cuerpo de un adulto. – Adán se acerca un poco más a Kipo, para pasar su brazo por detrás de su espalda y posarlo sobre el hombro, acercándola a su pecho. – Tienes que tener en cuenta que todos estamos pasando por un periodo de adaptación, el cual puede llevar un poco más de tiempo en algunos que en otros. Mira a los otros chicos, ninguna ha causado problemas... Aun, pero no pienses en eso, creo que no fue buena idea mencionarlo. Centrándonos en Marck, solo tienes que decirle que lo que está haciendo mal, explicarle a los demás lo que puede y no hacer, para que no se salga de control. Poco a poco se ira moldeando, de eso puedo estar seguro. Pero no tienes que enfadarte de esta manera, aunque ciertamente es parte de tu personalidad y a mí en particular me encanta.

Kipo ahora mira a Adán directo a los ojos y le hace un pequeño comentario.

– Amo cuando haces esto Adán. Sabes que decir en el momento indicado para darme ánimos, a la vez tienes razón. Hablare con Marck para que entienda lo que está haciendo mal y con esto solucionado, quizás... Quien sabe, quieras ir a pasear por la ciudad, conocer a mis amigos eh ir a almorzar algo.

– Adán sujeta las manos de Kipo– Me parece una buena idea para pasar la tarde. Juntos los dos y sin que nadie ni nada pueda interrumpirnos. - Adán y Kipo juntan sus frentes, con los ojos cerrados y sus labios muy cerca uno de otro. Perfecto para un beso.

Un momento antes de que el acto se concrete, la puerta es azotada y por ella pasa Marck junto a Lobezna. Provocando que Kipo y Adán se separen enrojecidos, además de que Kipo mutara accidentalmente su cola y sus orejas, con el corazón acelerado por el susto. Marck con un andar firme y cubierto de una sustancia purpura, se acerca a Kipo para preguntarle porque lo había llamado en medio de una investigación importante. Kipo se pone de pie, arreglándose las mangas de la chaqueta, estirando su pantalón, volviendo a la normalidad las partes del cuerpo que habían mutado y le contesta.

– Marck, sabes que te dije cuando llegamos que no debías ocasionar problemas.

– Y no lo estoy haciendo.

– ¿Como que no? ¿Si es así que fue la explosión de antes?

– Oh, eso, claro escucha, nunca mezcles elementos viscosos sin saber que son antes.

– Entonces.

– Pero eso no significa que eh echo algo malo, estoy en el laboratorio y nadie salió lastimado.

– Pero no puedes hacer explotar cosas, asustas a las personas y a los muts.

– Mmm. Entonces pueden insonorizar mi sector, de esa manera yo podre trabajar tranquilo y ustedes no subirán sustos desprevenidos.

– Oh, simplemente puedes no hacer eso.

Adán se mete en la charla para acotar una cosa.

– Kipo, Marck está proponiendo una idea viable para todos ¿Por qué no accedes?

– Vamos niña, no tengo todo el día para hablar contigo ahora.

– ¡Uy! Enserio te detesto.

– Dime algo que no sepa, ahora ¿accederás o no?

– ¡Bien! Tú ganas, dile al resto que te ayuden con eso.

– Perfecto, ahora si no les molesta váyanse a hacer sus cosas de pareja, yo por mi parte estoy a punto de descubrir algo interesante.

Kipo, ante la arrogancia de Marck, le mutan los ojos, los colmillos y se arremanga la chaqueta enseñando sus brazos, para darle un buen golpe y quizás quitarle lo tonto. Pero al dar no menos de dos pasos, Lobezna la detiene sujetándola del antebrazo y con ayuda de Adán llevársela de allí. Ya bastante malasangre se había hecho por un día con una sola persona. Alejándola lo suficiente, Lobezna le pide a Marck que vuelva al laboratorio, a lo que este habiendo conseguido lo que quería de Kipo desde un principio, se retira, sin decir ni una sola palabra.

Ni bien Marck desaparece de la vista de Kipo, ambos sienten como la fuerza que estaba ejerciendo Kipo disminuye poco a poco, hasta ya no oponer resistencia alguna. Tantos sus brazos como sus ojos vuelven a la normalidad, tras calmarse. Notando esto, Lobezna la suelta y le pregunta.

– ¿Te encuentras mejor Kipo?

Kipo la mira directo a los ojos, respirando en cortos periodos de tiempo y con las venas del cuello al rojo vivo. Le contesta.

– ¡NO! Aun necesito tener una charla muy, pero muy profunda con Marck.

– Kipo será mejor que lo dejes por hoy, no te hará ningún bien.

– Pero

– Ve a pasear con Adán y muéstrale la cuidad, de seguro quieres hacer eso desde hace un tiempo. Yo iré a cuidar a los Megas, ya va siendo de alimentarlos.

Kipo, sabiendo que Lobezna tenía razón, mira al cielo, toma una buna bocanada de aire, exhala liberando tensión y relaja sus tensos músculos.

– De acuerdo Lobezna, dejare este asunto para otro momento. Pero por otro lado ¿Te gustaría venir a comer algo con nosotros? Luego de que alimentes a los megas.

La propuesta le pareció atractiva y ciertamente muy tentadora, pero sabía que ellos dos no siempre tenían tiempo para estar solos, por lo que le respondió que realmente le gustaría, pero que tenía muchas cosas por hacer esa tarde y que si no le molestaba lo pasaran para mañana. Kipo un tanto decepcionada, pues esperaba que accediera, para que Lobezna conociera un poco mejor a Adán, le responde.

– Esta bien Lobezna, mañana será.

Y dicho esto, Lobezna se retira.

Cuando Kipo y Adán se dispone a seguir su camino juntos, otro ruido sorpresivo aparece, pero esta vez constante. El ruido era muy similar por no decir idéntico al que producía las aspas de un Black Hook al cortar el viento. Kipo voltea a ver a Adán y antes de que pudiera preguntarle algo, lo ve en una posición intranquila, apretando el manubrio de su motocicleta tensado los músculos de su mano y parte del brazo, mientras brotaba sudor de su frente y no apartaba la mirada del cielo.

Kipo preocupada por su novio, se acerca a él y le toma la mano para que se calmara. Al igual que Adán lo había echo por ella. A la vez que le pregunta.

– ¿Que ocurre Adán? ¿Que esa ese ruido?

Adán sin poder reaccionar, no le contesta a Kipo, sino hasta que la respuesta se da por sí sola al pasar por sobre ellos un Black Hook con las iniciales TW.

Adán baja la mirada clavando sus ojos en los de Kipo. La toma por los hombros mientras las manos le temblaban, intentando hacer lo posible para mantener la compostura.

— Kipo no hay tiempo para explicártelo ahora, pero hagas lo que hagas quédate detrás de mí y no digas nada. Te juro que te lo explicaré todo luego. - Haciendo énfasis en que no dijera nada.

Kipo no entendía lo que estaba pasando, pero algo estaba claro, este suceso había puesto muy nervioso a Adán. Nunca lo avía visto en este estado. Kipo, con tal de que Adán se quedara un poco más tranquilo, le hace caso parándose detrás de él y espera a que el acto comience. El fuerte y llamativo sonido del Black Hook, no demora en reunir una multitud de personas y Muts, atraídos por la curiosidad. Estático sobre sus cabezas, las puertas de los laterales se abren, dejando caer por ellas unas largas cuerdas negras, que pronto utilizan un grupo de soldados vestidos completamente de negro para descender y acordonar la zona. Una vez está despejada y preparada para el aterrizaje del Black Hook, uno de los soldados le hace una señal al piloto con su mano. Inmediatamente después, comienza su leve descenso hasta tocar el suelo y detener el motor. Mientras las aspas aún giraban a gran velocidad y se iban deteniendo poco a poco, un hombre de complejidad fornida, vestido con una camisa camuflada verde, pantalones del mismo tipo y botas negras desciende de la aeronave. Su pelo dorado como los rayos del sol, eran apenas distinguible en su parte superior de la cabellera, mientras que el color blanco predominaba en los laterales, denotando su edad avanzada.

El hombre misterioso, da unos pasos en dirección a Adán parándose frente a frente con él, y con una voz firme eh inquebrantable, le dice al joven que no apartaba su mirada de sus brillantes ojos.

– Es hora de regresar a casa, hijo.

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