Capitulo XXX " Refugiados"

Horas más tarde ese mismo día nuestro grupo de amigos se encontraba por las afueras de Cleveland cerca de Sandusky.

Paix le dijo a Kipo.

– Kipo, no te estás olvidando de algo.-

– Mmm, No creo que no.-

– ¿Segura? -

– Si, muy segura. -

– Como decirlo, ¿una promesa? -

– Ohh, rayos, descuida ahora lo arreglo.-

Kipo recordó que le había prometido a Paix que lo dejaría salir ni bien terminaran de rescatar a sus amigos, así que toco 2 veces la bocina para llamar la atención de Adán quien conducía a su lado. Kipo al notar que tenía la atención de Adán cuando este volteo a verla le hizo señales con la mano para que se detuvieran, ya que el hecho de que la escuchara sería un poco confuso al ambos traer cascos puestos que tapaban sus oídos.

Al comprender Adán lo que quería hacer Kipo levantó su pulgar para que ella supiera que lo había entendido, luego le aviso a Lobezna de la misma manera para evitar accidentes para así poder detenerse a un lado del camino.

Kipo al detenerse por completo colocó las patitas de la moto, la apago y se bajó mientras se quitaba el casco dejándolo sobre el asiento de la motocicleta, Lobezna quien aún no se había bajado le pregunto desde la ventana.

– ¿Qué ocurre Kipo?-

– Solo quería probar una cosa y cumplir una promesa a un amigo.-

– ¿Amigo? ¿Quién?-

– Ya lo veras, solo espera un momento.-

Lobezna aun confundida por las palabras de Kipo, se bajó de la camioneta para quedarse apoyada sobre el capot esperando a ver lo que Kipo les presentaría. Ahora si Kipo repitió los pasos que le había enseñado Ifrith, pero algo era distinto a comparación de antes, Kipo ya conocía a Paix por ende podría pasarse de largo varios de esos pasos que le tomaron antes tanto tiempo, así que solo cerró los ojos y lo llamó, al aparecer frente a ella algo era distinto, como que no era igual a como lo recordaba y al abrir los ojos frente a ella un pequeño jaguar sentado con expresión en el rostro de ofendido apareció.

– ¿Pero qué pasó?-

– No lo sé tú dime, porque soy un cachorro.-

– No tengo ni la más mínima idea, pero, si te puedo decir que te ves ¡Adorable!, déjame acariciarte.-

– No aléjate, estoy enojado. - le contestó Paix mientras Kipo lo levantaba en sus brazos.

– Te ves aún más tierno cuando te enojas, ahh, que cosita.-

Lobezna asombrada por lo que acababa de ver le pregunto a Kipo.

– ¿De dónde salió ese pequeño jaguar Kipo?-

Kipo voltea mientras Paix se libera de sus manos para trepar por su pecho, llegar a su hombro y quedarse hay sentado mientras los miraba a todos con esa carita de enfado.

– Déjame explicarte, Lobezna este es Paix la conciencia del mega que vivió conmigo desde que nací, parece ser que cuando te inyectan el mutágeno o naces con él una segunda conciencia, la del mega, ocupa también tu cuerpo, por lo que 2 conviven en uno y cuando conocimos a Ifrith nos mostró que se puede a través de cierto ejercicio darle forma a esta segunda conciencia de la misma manera como cuando mutó en mega pero esta vez yo no lo controló y no sé por qué, pero antes tenía un tamaño normal y ahora está chiquito, aunque también me no se siente tanto el peso como antes.-

– Okey puedo entenderlo, pero no es peligroso que esa cosa ahora está suelta, solo déjame decirte que hace un tiempo quería comerte.-

– Sí, sí, sí, pero eso es cosa del pasado, Lobezna ahora somos amigos, y tenía sus razones, pero justo ahora es tan tierno. - mientras dijo estas palabras intento atrapar a Paix de un rápido movimiento de manos.

Pero Paix la eludió saltando sobre la cabeza de Kipo y luego al suelo.

– Te dije que era suficiente Kipo y no soy adorable soy feroz soy un jaguar.-

Kipo se llevó las manos justo debajo del mentón, con los puños cerrados mientras contenía el entusiasmo por levantarlo nuevamente y abrazarlo entre sus brazos. Este pensamiento Paix lo sintió solo para repetirle a Kipo.

– Kipo, si me vuelves a abrazar te voy a morder.-

Kipo no hizo caso alguno a su advertencia ya que su ternurita la tenía atrapada y le extendió la mano para poder acariciarlo. Al hacerlo Paix de un zarpazo le rasguño la mano haciéndole un corte superficial pero doloroso.

– ¡Auch! - grito Kipo

– Eso me dolió. - mientras se llevaba los dedos a la boca.

– Te advertí que lo haría, ahora regrésame a mi forma normal, deprisa, no quiero ser pequeño.-

– Ya, ya ahora veré que puedo hacer.-

Kipo se arrodillo y puso su mano sobre la cabeza de Paix, cerró los ojos y como arte de magia Paix fue absorbido nuevamente por Kipo frente a todos, nuevamente se puso de pie y trató de comunicarse con Paix dentro de su mente.

– ¿Tienes idea de lo que pasó hace un momento Paix?-

– Porque me lo preguntas a mí, tú fuiste la que lo logró en primer lugar yo solo sigo una luz cuando me llamas y así logró salir, trata de recordar si no hiciste algo mas o te salteaste algo.-

– A decir verdad, si jejeje- rio Kipo silenciosamente.

– Antes de que aparecieras me acordé de un gatito que conozco se me apareció y me causó cierta gracia, pero no pensé que afectará al proceso.-

– Definitivamente lo hace, trata de despejar tu mente mejor para la próxima vez.-

– Pero espera un momento eso significa que puedo darte tanto la forma de un jaguar y la forma de un cachorro, déjame por favor traer en forma de cachorro, así podré llevarte conmigo sobre la moto y puedes estar más tiempo fuera ¿Qué te parece? ¿Trato?-

– No me gusta en lo que terminará esto, pero está bien de acuerdo hazlo, pero, no quiero caricias yo solo puedo subir hacia tu hombro.-

– De acuerdo pequeño gruñón aquí vamos.-

Kipo cerró los ojos e hizo aparecer a Paix nuevamente en su forma cachorro, Adán al ver que esto ocurría 2 veces le preguntó a Kipo.

– Kipo, ¿qué ocurre? es la segunda vez que pasa.-

Kipo voltea a verlo con Paix otra vez subido a su hombro.

– No te preocupes Adán está bien, esta vez fue intencional, parece que, si pienso en algo pequeño y tierno esto le ocurre a Paix, deberías intentarlo tú también, casi no se siente la carga y se ve tan adorable.

– No gracias Kipo, Heftig no quiere hacerlo y personalmente yo tampoco, prefiero estar alerta por si algo ocurre.

– De acuerdo, pero tú te lo pierdes, vámonos amigos es hora de seguir. - termino de decir Kipo mientras volvía a subirse a su motocicleta.

Se colocó el casco encendió la moto y nuevamente se pusieron en marcha siguiendo todo el camino costero directo a Cleveland mientras el viento fresco y frío impacta en sus cuerpos y el aroma del lago los relajaba sólo sumado a la gran cantidad de verde que los rodeaba podía llegar uno a disfrutar ese pequeño recorrido como si fuera el último.

1 hora más tarde se toparon con el cartel que decía bienvenidos a Cleveland doblado y completamente oxidado, pero aun así se llegaban a leer las palabras escritas en el ya hace tiempo, no muy lejos de ese lugar Kipo y Adán divisaron movimiento dentro de la ciudad, así que apresuraron el paso para ver con que se encontraría, supuestamente según el mapa en Cleveland estarían esperando los refugiados al piloto que traería el mapa de la ruta segura y como no quería Kipo hacerlos esperar más de lo que ya habían esperado se apuró, al introducirse cada vez más y más dentro de la ciudad, veían como todos los edificios estaban ya en ruinas y en estado de abandono total, lo cual era un milagro que no se cayeran con el tipo o por la vegetación, hasta que finalmente dieron con una cerca de alambre enorme que protegía un total de 10 manzanas de largo por lo que alcanzaban a ver y váyase a saber cuántos de ancho, pero también frente a ellos una barrera actúa de divisora entre ese lugar protegido y el mundo exterior a esta se le sumaba una casilla de vigilancia a los lados, dentro de las mismas un soldado vigilaba sus alrededores, debajo en la barrera otros 4 soldados más armados con armas de fuego actuaban de custodios. Adán al ver a tantos soldados le dijo a Kipo.

– Sin duda alguna estos son los refugiados que echamos de Nueva York y esas armas que tienen aquellos soldados son fusiles m4 altamente letales para quien sea el objetivo de aquellas armas, pero por sobre todo estos no serán los únicos, si activas las alarmas o sospechan de algo sin duda alguna nos mataran a todos, y ni hablar si eres un hibrido, Kipo ¿estas segura de que quieres entrar ahí y hablar con ellos?-

– Si, le prometí al piolo que haría esto y no pienso retroceder ahora solo porque es peligroso, pero también debo decir que tengo una idea, antes que nada, Paix tienes que volver, no puedo dejar que te vean y empezar a levantar sospechas.-

– De acuerdo Kipo.-

Kipo puso su mano sobre la cabecita de Paix y lo absorbió nuevamente.

– Bien, ahora iremos allí conduciendo y nos presentaremos, les diré que tengo el mapa y que necesito hablar con quien esté a cargo, no creo que sea muy difícil para luego llevarlos a todos a las Vistas.-

– Ahh, de acuerdo Kipo, si este es tu plan, me temo que no tengo nada más que decir, así que hagámoslo supongo. - Contestó Adán un poco desmotivado, ya que volvería a ver a las personas a las cuales dejó sin hogar, y si bien estas los habían utilizado, no todos lo habían hecho, no todos eran culpables.

– Un último detallito antes de entrar, Adán no te quites el casco.-

– ¿Porqué?-

– Porque si se dan cuenta de quién eres y te reconocen estaremos todos en problemas, así que es eso o quedarte fuera, tú eliges.-

– De acuerdo Kipo no me sacaré el casco si así te sientes más segura.-

– Perfecto, bueno amigos es hora de ir.-

Y así Kipo junto a sus amigos se acercó a la entrada de aquel campamento, al encontrarse a solo 50 metros de la barrera los guardias se alertaron y apuntaron sus armas a ellos. Kipo freno repentinamente su motocicleta y se sacó el casco para advertirles.

– ¡No disparen! Somos amigos y traemos un mapa, es de su piloto.-

Detrás de la barrera un uniformado que parecía tener un rango mayor salió.

– Ven, acércate, pero deja tu vehículo donde está y tus manos donde podemos verlas.-

Kipo obedeciendo las órdenes que le habían dado colocó las patas de su moto para que no se cayera y con ambas manos levantadas se fue acercando hacia ellos, sin hacer ni un solo movimiento indebido, no quería dar malas impresiones y menos que alguien resultara herido.

Al encontrarse parada frente a frente con aquel oficial le dijo a la cara.

– Mi nombre es Kipo y vengo de las Vistas con este mapa y una petición personal de su piloto. - dijo Kipo mientras baja el brazo en el que tenía el mapa para entregárselo al oficial.

El sujeto tomó el mapa, lo abrió y pudo confirmar que lo que le estaba diciendo esa muchacha era verdad o al menos en parte lo era, como saber si no lo torturaron y luego de sacarle información lo mataron, no podía arriesgarse demasiado.

– Mm, el mapa es verídico, pero en cuento a quien eres, tendremos que llevarte con nuestro comandante, él te hará unas preguntas a ti y a tus amigos, si todo se encuentra bien nos contaras que fue lo que se te pidió exactamente.-

Al terminar de hablar, levantó su mano derecha con la palma al descubierto indicando que se lleven a Kipo, 2 de los soldados de la barrera uno de cada lado la sujetaron de cada brazo y se la llevaron dentro del lugar sin que ella opusiera resistencia alguna, mientras tanto Adán veía eso y trataba de contenerse.

– ¡Ustedes! vengan también se los llevara bajo custodia dejen sus vehículos donde están y acérquense cuidadosamente.-

Por supuesto que todos obedecieron no comprometería a Kipo ahora, así que se acercaron tal como se les había pedido, pero cuando Adán se acercó lo suficiente y sin quitarse el casco el oficial lo detuvo.

– ¡Tu! el del casco, quítatelo para que podamos ver tu rostro.-

– Señor tendrá que disculparme, pero he sufrido un severo accidente y si me quito el casco podría infectarme la carne de mi cara que aún no ha sanado.-

– De acuerdo, sigan ya te daremos asistencia médica más adelante.-

Y así al igual que a Kipo 2 soldados los sostuvieron de los brazos y se los llevaron, pero a diferencia de Kipo sus amigos fueron llevados a un calabozo de una vieja comisaría que ellos estaban usando temporalmente.

Una vez dentro Kipo pudo notar que todo a su alrededor era muy triste, las personas se encontraban caminando en las calles de aquí para allá pero no parecían tener un rumbo exacto, algunos solo se sentaban en las calles o veredas para llorar o lamentarse otros caminaban con la cabeza gacha sabiendo bien que lo habían perdido todo y que quizás no solo nunca puedan regresar, sino que también quizás nunca consigan un lugar donde puedan vivir nuevamente. Esta imagen tan gris de lo que habían hecho al echarlos de sus casas de sus vidas rompió el corazón de Kipo.

Luego de caminar por unos cuantos minutos, Kipo se encontraba frente a un edificio devastado pero grande, no parecía tener una función en específico más bien parecía una bodega de almacenamiento, uno de los soldados la soltó y abrió una puerta de metal frente a ella mientras el otro la llevaba dentro del edificio.

Dentro varias personas vestidas con ropa de trabajo, utilizaban enormes máquinas para crear lo que parecía ser municiones para las armas de los soldados, el soldado que le había abierto la puerta ahora se encontraba a su lado, nuevamente la sujetó por el brazo y siguieron escoltados por el edificio, subieron una escalera hasta el primer piso del lugar y en él solo había una habitación luego todo era un barandal para poder recorrer el lugar por arriba y ver todo desde lo alto, los soldados se la llevaron hasta esa habitación, tocaron la puerta y dijeron.

– Señor, tengo a una forastera conmigo el oficial Miller me pidió que la trajera ante usted, que tenía que hacerle unas preguntas.-

Una voz muy desgastada y grave sonó de detrás de la puerta.

– De acuerdo hazla pasar, pero ella sola, ustedes quédense en la puerta hasta que termine.-

– Sí señor.-

Y así el soldado abrió la puerta y empujo a Kipo dentro, haciendo que se tropezara y antes de que se cayera al suelo se sujetó de un asiento.

Toda la habitación estaba decorada de manera muy rustica y simple, apenas unos pequeños cuadros colgados en las paredes y un sillón en la pared izquierda que daba a una ventana del mismo ancho que el sillón, en la pared frente a ella una gran biblioteca llena de libros de todo tipo, tamaño forma y color, y al bajar un poco la vista un escritorio de madera de oficina se interponía entre ella y al que habían llamado el coronel, un sujeto de avanzada edad rosando los 60 años, pelo completamente blanco como la nieve, vestía uniforme militar adornado de una gran cantidad de medallas que demostraban su rango y valía en el campo de batalla, sus ojos uno de color blanco y el otro celeste como el cielo mismo cielo de verano, pero lo que más le sorprendía a Kipo y que ciertamente no podía dejar de mirar era la horrible herida que tenía en el cachete derecho de su cara, una gran parte del mismo le faltaba y donde tendría que haber carne, músculos y piel ahora yacía un agujero que dejaba a la vista de todos sus dientes y al hablar su lengua, sumado a esto una cicatriz que venía desde su oreja derecha, que pasaba por esa herida y llegaba a su mentón.

El sujeto se paró lentamente y se presentó con gran esfuerzo.

– Soy el comandante del ejército de Nueva York, Sunder Gar y ¿tú eres?-

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