Capitulo XLII "El zorro y la liebre"

Minutos antes

– Grandulón, ¿aún no has visto nada?

– No, aún no.- Ifrith al terminar de hablar comienzo a sentir el leve aroma de alguien que se acerca, para pasar de ser uno a diez y posteriormente cien.

– Ahora sí, se acercan, pero son muchos más de los que nos fue advertido, da la señal ahora.

Blex asiente y levanta rápidamente la pistola apuntando al cielo jalando del gatillo enviando la señal, pero al ver al cielo su bengala no fue la única.

– Grandulón, creo que estamos en problemas.

– Si, también las vi. Supongo que estamos solos lo que me parece perfecto. – Ifrith mira a Blex con los ojos bien abierto, presionando bien los dientes y generando una enorme sonrisa llena de entusiasmo, mientras apretar fuertemente los puños dijo.

– Quieres jugar a quien derribas más enemigos.

Blex le devuelve la sonrisa y chocan las manos.

– Me has leído la mente, grandulón. Hagámoslo, aunque de seguro yo ganare.

– Recuerda que hay que noquearlos, o esta vez la niña nos matara.

– Si tienes razón, será mejor que no saque mi cuchillo, no quiero volver a verla enojada en un tiempo.

Ifrith se separó de Blex teniendo la ventaja de su olfato, o al menos eso creía él, pero lo que no sabía es que Blex era un excelente rastreador, por lo que encontrar a los soldados no le sería un problema. Así comenzó su juego de caza.

Ifrith aprovecho las ventajas de su mutageno para poder alcanzar a gran velocidad a los primeros diez soldados, con los que se encontró envistiendo y arrollándolos con sus brazos a los dos que encabezaban el grupo golpeándolos contra el tronco de un árbol dejándolos inocentes por la brutalidad del golpe.

Los soldados restantes quedaron paralizados por lo sucedido, se había llevado a sus compañeros en un instante, apenas si llegaron a verlo. Lentos y con las manos temblorosas dos de ellos caminaron en dirección a donde habían desaparecido sus compañeros, solo para de dentro de los arbustos unos enormes brazos de oso los sujetara de la cabeza para golpearlas entre sí, dejándolos caer inconscientes sobre el suelo.

Los pobres soldados no sabían con lo que se estaban metiendo, lo q los llevo a disparar indiscriminadamente a los arbustos de su alrededor, después de gastar todas sus ronda, sintieron un enorme alivio al tener un momento de silencio, dejando salir un corto pero intenso suspiro. Para su suerte, ninguno de esos disparos impacto en Ifrith solo en las ramas o troco de los árboles del bosque, al escuchar el sonido característico de un arma descargada, dijo en voz alta mientras se presentaba frente a los soldados, dejándose ver ante la luz de la luna su enorme apariencia, emitiendo fuerte pisadas contra el suelo e imponiendo miedo nuevamente en sus antes tranquilos corazones.

– Creo que lo mejor sería que se rindan pequeños soldaditos. - Dijo Ifrith golpeando sus puños uno contra el otro.

Los soldados completamente aterrorizados al verlo, dejaron caer sus armas y levantando sus manos.

– No esperaba que se rindieran, pero está bien, supongo que contaran.

– Contar ¿para qué? - Pregunto uno de los soldados con la voz temblorosa.

– Oh para un juego. - Contesto Ifrith antes de noquearlo.

– Porque lo golpeaste, se había rendido. - Exclamo uno de los soldados.

– Oh eso, porque no tengo cuerda, es más efectivo y divertido. – Respondió Ifrith mientras noqueaba a este también al igual que al resto de ellos. Al terminar se dijo a sí mismo.

– Bueno, a por el siguiente grupo. - mientras se sacudía las manos.

Pero antes de echarse a correr, Ifrith pudo escuchar en dirección a Lexus el sonido de disparos, pero no era de un arma automática como la de los soldados a los que se había enfrentado, no, era un sonido totalmente diferente, era el sonido indiscutible de una escopeta. Sea lo que sea que esté pasando por allí lo discutirían luego, ahora era momento de seguir con su juego.

Blex ni bien se separó de Ifrith comenzó a correr en la misma dirección que él, pero alejándose cada vez más hasta toparse con las primeras pisadas, al detenerse a examinarlas no le tomo mucho tiempo el darse cuenta de que eran botas de combate, su objetivo y eran frescas, por lo que un calor intenso comenzó a brotar en su pecho. De una fuerte pisada se puso de pie y comenzó a rastrearlos a gran velocidad para poder alcanzarlos lo antes posible.

Al alcanzarlos no lo pensó ni una sola vez Blex se lanzó a por el primero, atacándolo con un gancho derecho directo en el mentón, tumbándolo. Levantando la mirada pudo ver las linternas del resto de los soldados, distinguiendo que todos se encontraban separados entre sí por unos pocos metros, pero suficientes para que no lo vieran en el momento, esto solo le garantizo una victoria rápida y sencilla.

Noqueando a sus primeros 15 soldados lanzándose a por ellos con golpes rápidos y contundentes directos en sus caras o estómago, dejándolos a todos fuera de combate al instante. Solo le quedaba uno y no se encontraba muy lejos, era el más alejado del grupo, por lo que lo dejo para el final para sacarle información. Aquel soldado se había detenido y buscaba a sus alrededores las luces de sus compañeros, pero al no poder verlas se asustó.

Lo que estuviera acechándolo probablemente había acabado con el resto de su grupo y solo quedaba él. Blex lo rodeo llegando por su flanco descubierto, desenfundo su cuchillo y, de un paso largo pero silencioso, alcanzo la espalda del soldado colocando su puñal sobre la garganta .Uso mano libre para sujetar por la conexión del codo al soldado así no podría utilizar su arma. Blex se asomó al odio del soldado le dijo.

– Suela el arma chico, todos tus compañeros están muertos y solo quedas tú, asiente si vas a colaborar. - Al terminar de decir esto último aplico presión sobre su garganta, la suficiente para hacerlo sangrar y que iba enserio.

El soldado completamente paralizado por el miedo a morir, soltó el arma y asintió con cuidado.

– Bien, me gusta que entiendan a la primera. Ahora dime, ¿Dónde están el resto de los tuyos, eh?

Aun en la situación que se encontraba el soldado era joven y asustadizo a la vez, pero no un traidor, por lo que no le respondió a Blex.

– Chico, no seas estúpido, no es el momento de hacerse el héroe, aunque no me digas donde están, los voy a encontrar y a cazar, después de todo no son más que presas y quiero ganar. Te daré otra oportunidad, esta será la única que necesitas responder ¿Dónde están el resto de tus compañeros?

Pero el soldado no respondió ante la amenazada de Blex, asustado, sí, pero se mantuvo firme para no revelarle nada al enemigo. Blex retiro el cuchillo de su garganta para decirle unas palabras antes de golpearlo en la nuca con la empuñadura.

– Chico, eres estúpido, pero me agradas.

Luego de golpearlo le apilo con el resto de los soldados para así continuar con la cacería.

El tiempo pasó y ya no se encontraban enemigos en su territorio de caza, por lo que Ifrith busco el rastro de Blex para encontrarse nuevamente con él, pero antes de que se echara a correr, sintió el frio cañón de un arma apoyado sobre su espalda.

– Ifrith. Ja, ja, ja

Ifrith al escucharlo se rio también.

– Lexus, eres un idiota. - Contesto mientras se daba la vuelta.

– Muchos dirían que mi sentido del humor es algo caustico, pero que importa.

Dijo Lexus mientras se llevaba el cañón de la escopeta otra vez sobre su hombro.

– Creo que acabaron con todos ¿me equivoco?

– No, no lo haces. Ya terminaos aquí, ahora reunámonos con Blex para alcanzar al resto, puede que necesiten nuestra ayuda.

– De acuerdo, puedes cargar a Marck para que no nos retrase, lo haría yo, pero no quiero.

– Bien.

Ifrith lo sujeto con sus brazos y se cargó sobre su espalda pasando sus piernas alrededor de su cuello.

– Ahora sí, partamos.

Lexus semi-muto sus piernas y comenzó a correr en dirección a Blex mientras Ifrith lo seguía de cerca.

Tiempo antes de que todo esto comenzara

Adán sintió que se aproximaba un gran grupo de enemigos, aunque sabía que no serían un problema para él, o al menos no si estaba solo. Sería un problema tener que proteger a Benson, así que le paso la pistola de bengalas y le dijo antes de marcharse.

– Ten Benson, dispara la señal en cuanto me vaya.

– ¿Qué? No, espera. Yo también iré.

– Tú no vendrás, solo me serás una carga.

– ¿Qué dices?

– Mira, lo pondré fácil, no puedo protegerte y encargarme de todos ellos, o al menos no puedo prometer que salgas ileso de esto y no quiero que Kipo se tenga que preocupar más de lo necesario ni pase un mal rato. Así que te quedaras aquí y disparas esa maldita bengala cuando me valla, ¿entendido?

Benson entendió lo que Adán quería decir y, con un poco de frustración porque quería ayudar, acepto su petición de quedarse allí.

– De acuerdo me quedare aquí, pero ten cuidado, recuerda que ahora eres parte de nuestra familia, aunque hallas pasado poco tiempo con nosotros Kipo te ama y si algo te pasa créeme que le dolerá más que otra cosa.

– No te preocupes, nada me pasara. No te olvides de disparar la bengala cuando me valla.

Benson asintió y Adán muto su nariz, sus ojos, orejas, piernas y brazos, mientras se adentraba al bosque de un gran salto para cazar a quienes entraran en su zona de combate.

Ni bien Benson lo perdió de vista disparo la bengala al cielo, para mantener su mirada fija en ella, luego se centró en la bengala que había lanzado Ifrith. Unos minutos después le preocupo también ver la señal de Kipo, las cosas no salieron de acuerdo al plan, no era solo un grupo de soldados habían muchos más de lo previsto, por lo que, sus amigos podrían estar en problemas. Dispuesto a no quedarse de brazos cruzados, ignoro la petición de Adán y se echó a correr en dirección a Kipo.

Adán alcanzo a cada uno de los soldados derribándolos sin problema, cuando se topaba con grupos más grande, él sabía dónde atacar para desmantelar su formación de una forma devastadora, dejándolos sin oficial que los guiara y como consecuencia, los pobres soldados se retiraban. A pesar de su huida, todos y cada uno de ellos, fue alcanzado con una velocidad inimaginable, lo último que podían ver los soldados antes de caer inconscientes al suelo, era el rostro de Adán. Él maldito lo estaba disfrutando, cazar en desventaja numérica era algo que hacia hervir su sangre y acelerar su pulso, una emoción que realmente disfrutaba sentir.

Al cabo de un rato, cuando ya había acabado con el último de ellos, comenzó a apilarlos para tener un control sobre estos. De pronto, detecto el aroma de Ifrith, Blex, Marck y Lexus que se acercaban a él, solo tardaron uno minutos en alcanzarlo, él los esperaba a un lado de todos los soldados que había capturado.

– Chicos, ¿Ustedes también tuvieron invitados sorpresa?

– Si. - Contesto Blex.

– Se suponía que era solo un grupo y que nosotros los rodearemos, no al revés.

– Si, así tenía que ser, pero las cosas suelen cambiar. Lo más importante ¿los capturaron?

– Claro, no fue muy complicado. Estos soldados no son más que reclutas, no puedes compararlos con un verdadero soldado. - Contesto Ifrith decepcionado.

– Eso depende de la situación grandulón, si nunca has visto o enfrentado a uno, estos podrían serlo.

Lexus apunta el cañón de su arma al cielo dispara 1 vez.

– Chicas, no es momento de hablar, en especial tu Adán, creo que no te diste cuenta, pero Kipo también disparo su bengala.

Adán voltea para confirmar la señal y se asombra. Al estar tan centrado en el combate, no se detuvo a ver el resto de las bengalas, por lo que volvió a mutar mientras se decía por lo bajo antes de irse.

– Mierda, solo espero que no haga anda imprudente.

Retomando con Kipo.

Ella había detectado a un grupo pequeño de 20, pero uno de ellos tenía un aroma particularmente familiar.

– ¡Dani! - Exclamo de iracunda mientras se trasformaba para ir tras ella, ya que no tenía sentido ocultarse de otro mega.

Lobezna trato de seguirle el paso, pero le fue imposible porque Kipo era demasiado rápida. Aun así, no la iba dejar sola, por más rápida que fuera pudo seguir el rastro que dejaba para poder encontrarla sea a donde fuera que allá corrido para poder así ayudarla.

Kipo sin mirar atrás, utilizando sus brazos para adquirir una mayor velocidad, se dirigió a enfrentarse con el grupo de Dani, quienes se encontraban lejos de su posición actual, pero aun así eso no sería un impedimento, si podía atraparla ahora se librarían de un molesto dolor de muela para siempre.

Tras correr por varios minutos entre la flora del bosque, esquivando rocas, arroyos y atravesando ramas con sus filosas garras, pudo dar con su objetivo. Parándose justo frente a ellos y enseñando los colmillos, tomando una posición defensiva al flexionar las piernas y levantar los brazos a la altura de su abdomen, Dani la miro directo a los ojos y con una actitud engreída le dijo.

– Kipo, te estuve esperando. - termino de decir mientras, de un movimiento rápido hacia abajo, mutaba sus brazos y piernas, flexionándolas preparándose para atacar.

– ¡Ustedes! No se metan, ella es mía. Kipo, me las pagaras por romperme la nariz, gata estúpida.

– Eso ya lo veremos lunática.

Ahora Dani y Kipo se encontraban frente a frente, ambas preparadas para luchar y terminar con esto de una vez y por todas, cuando las dos se abalanzaron una sobre la otra con sus puños recargados hacia atrás con la intención de lanzar un fuerte golpe sobre la otra mientras saltaban en el aire con el viento frio de esa noche oscura que daba en sus caras y sacudía sus cabellos, junto a la hermosa luz de la luna que iluminaba aquella escena que se daba en ese oscuro bosque de Denver.

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