Capitulo LXXV

Mientras la dulce pareja tomaba rumbo a hablar con el padre de Adán, Lobezna se dirigió a la casa de Benson, tal y como lo habían dicho anteriormente para contarle lo sucedido. Al llegar, toco la puerta con presura en un sinfín de golpes repetitivos, esperando de esta manera que Benson, Troy o Davo le abrieran la puerta lo más rápido posible. Pocos segundos después Davo abre la puerta, y con una mirada despreocupada al ver de quien se trataba la recibe diciendo.

– ¡Oh! Eres tú. - Al levantar la vista, nota la preocupación en el rostro de su amiga. - ¿Ocurrió algo Lobezna?

Teniendo en cuenta lo que pasaba, Lobezna prefería decirles a todos a la ves para ahorra tiempo, tiempo que lamentablemente era muy limitado. Irrumpiendo en la casa al levantar a Davo de las antenas. Lobezna parada ahora en la sala, comienza a gritar el nombre de su amigo, lo buscaría ella misma si pudiera permitírselo, pero no era opción, lo mejor sería que Benson fuera hacia ella.

Benson, al escuchar gritar su nombre, baja corriendo las escaleras dejando de lado sus actividades matutinas, casi al instante, para ver a su amiga sujetando a su mejor amigo de las antenas mientras respiraba a tropezones completamente agitada y nerviosa. Algo definitivamente no andaba bien.

– Lobezna, ¿Qué ocurre? Espera ¿Por qué sujetas a Davo de las antenas?

– Esta loca, Benson ¡Ayúdame!

Lobezna lo baja y ahora con ambos presentes les dice.

– Escúchenme, tenemos un problema y uno grande.

Tras la advertencia, Lobezna comenzó a contarles todo lo que había ocurrido esa misma mañana, hace apenas unos minutos de que llegara. La noticia lo estremeció, al pensar en todas las personas inocentes que corrían peligro.

– Tenemos que hacer algo. - Dijo Benson al dirigirse a la puerta.

Siguiéndolo Lobezna lo detuvo.

– Si queremos que esto funcione tenemos que separarnos, tú y Davo vallan a buscar a Ifrith, Blex y Lexus.

– Y a Marck. - Interrumpe Davo. - Ese hombre está loco, pero tiene cosas geniales en el laboratorio.

– No se molesten en él, solo a los otros, díganles lo que paso y lo más importante que ayuden a evacuar a las personas a la aldea de los gatos, allí estarán seguros. Yo iré directamente a hablar con Sunder Gar, tengo que advertirle que tanto él como Miller corren peligro.

Benson asiente a la petición de Lobezna, pero de todas maneras iría a hablar con Marck. Si tenía algo que los ayudara en esta ocasión sería un desperdicio desaprovecharla, además a él personalmente no le caía tan mal y después de todo era uno de sus amigos. No podía dejarlo fuera de esto.

Al terminar, Lobezna se retiró para ir primero con Sunder Gar. Pensándolo bien había sido un general por muchos años, y quien mejor para dirigir a un gran número de personas que él. Además, mataría dos pájaros de un tiro, solo faltaría que Benson cumpliera con su parte para que el plan se llevara a cabo de forma impecable. Atravesando la ciudad en ruinas con gran agilidad y determinación, Lobezna logra llegar a la casa que había sido destinada para Sunder Gar en muy poco tiempo. Estando a pocas cuadras de la casa, logra ver a una persona parada en la acera, junto a la puerta. La actitud del sujeto era sospechosa, si bien no podía distinguir desde tan lejos de quien se trataba, podía jugar de que no era alguien que ella conociera. Un intruso, pensó Lobezna. En un arrebato comenzó a correr hacia el individuo desconocido, con intenciones poco amigable. El sujeto había volteado en su dirección pocos segundos antes de que ella lo alcanzara, pero aun así no fue tan rápido como para evitarla. Hubiera necesitado los reflejos de un gato, como para realizar tal a saña, siendo el caso solo le quedo recibir la embestida de la joven.

La chica, ahora se encontraba con un pie sobre su pecho y girando a gran velocidad una especie de látigo con algo muy filos en la punta, amenazando seriamente con cortarle la cara en cuanto hiciera un movimiento provocador. Lobezna, con una voz amenazante le pregunta al sujeto.

– ¿Quién eres? y ¿Qué haces en las afueras de la casa de mi amigo?

La capucha aun le tapaba la cara y para su sorpresa tenia puesta un pasamontaña, el cual le cubría la cabeza por completo, haciéndolo imposible de identificar. Pero la persona a pesar de ello, no parecía querer hacerle daño, o conocía perfectamente su posición y que no podría hacer nada para zafarse de esta o realmente no quería hacerle nada. Cosa que aun así no se arriesgaría a comprobar. El sujeto enmascarado, a pesar de las preguntas de Lobezna no emitía sonido alguno, solo permitió inmóvil en el suelo lo cual hizo enfadar aún más a la joven lobita. Acercando cada vez más el látigo a lo que sería el rostro de la persona, Lobezna repitió las mismas preguntas, pero él no respondió. Ya cansada porque le estaba siendo una distracción, Lobezna se sentó sobre él mientras le ataba las manos con el lazo y procedió ella misma a quitarle el pasamontaña. Al momento de sacárselo el sujeto no opuso resistencia, como si la conociera o al menos, como si mostrarle su identidad a ella no le fuera a suponer un problema, pero entonces ¿Por qué tanto misterio? Se preguntó a sí misma. En cuanto se la saco por completo y pudo ver su rostro lo comprendió, se trataba de Max quien por alguna extraña razón se encontraba enmascarado. Lobezna quito su bota de su pecho y le extendió la mano para que pudiera ponerse de pie, a la vez que le preguntaba.

– ¿Porque Max? ¿Por qué te ocultas debajo de un pasamontaña? Aquí todos somos amigos.

Max se sintió avergonzado porque una niña lo había tomado por sorpresa, siendo el un soldado con entrenamiento, pero se tragó su orgullo por el momento y respondió.

– Entra a la casa Lobezna, él te dirá lo el porqué.

– ¿Él? ¿Te refieres a Sunder Gar?

– Si, ahora pasa, no nos queda mucho tiempo.

Lobezna le hace caso, y al intentar abrir la puerta solo girando el picaporte, esta se abre. La puerta nunca estuvo cerrada, lo que podía significaba que estaba a alguien, alguien de confianza. Lobezna entra y dando unos pasos dentro Max le dice a sus espaldas mientras cerraba la puerta.

– Sunder Gar se encuentra en la biblioteca. Puedes adelantarte y subir, pregúntale lo que quieras saber.

Nuevamente haciéndole caso, Lobezna subió las escaleras corriendo y al abrir la puerta lo vio sentado en un sillón rojizo junto a una chimenea mientras sostenía un libro en una mano y un puro en la otra. ¿Qué había pasado con él general?

– Lobezna, supuse que llegarías en cualquier momento. - dice Sunder Gar al cambiar de página.

– ¿Lo suponías?

– Si, eso dije.

– ¿Como?

– Sencillo, vienes a advertirme que el escuadrón cóndor viene a matarme, a mí y a mis soldados ¿Estoy en lo correcto?

– Si, pero ¿cómo lo sabes?

– Te cruzaste con Max ¿verdad? Si es así ya tienes esa respuesta, lo que tendrías que preguntar realmente es ¿Por qué no me eh ido aun con todos los humanos a algún lugar más seguro? Y seguramente tú venias a decirme eso.

– Okey, esto ya se está volviendo extraño.

– Puede ser, pero no es nada de qué preocuparse, es solo lo que uno tiene que hacer si quiere estar un paso delante de sus enemigos. Quiero que sepas que te eh estado esperado, exponiendo de forma muy irresponsablemente a los que alguna vez fueron mis subordinados, para demostrarte una cosa muy importante. En las guerras, lo más importante no es pelear las batallas con tropas, sino con la inteligencia, por eso es tan importante la información y gracias a ella uno puede adelantarse a las decisiones de su enemigo, en este caso las personas ya están listas para partir, solo esperan a que tus amigos lleguen para que los guíen.

– ¿Por qué me estás diciendo todo esto Sunder Gar?

– Kipo es tu amiga, quiero decir, tu hermana y si en verdad quieres ayudarla con su loco plan de ganar esta guerra sin matar a nadie, necesitaras aprender a hacer este tipo de cosas. Por su bien, por el bien de todos. Además de acompañarla, deberás trabajar desde las sombras para lograr conseguir esta información, y así agregar una pieza más al tablero.

– Pero como lograre algo así, si no lo sabias no soy muy buena tratando con las personas.

– Eso no será un problema, te enseñare como hacerlo, pero antes. Tenemos algo importante entre manos que solucionar ¿no crees?

Sunder Gar deja el libro que estaba leyendo sobre la mesita frente a él para ponerse de pie.

– Por cierto, eh trabajado antes con el grupo cóndor y puedo asegurarte que esto no será tan sencillo como en casos anteriores. Son precisos, letales y siempre cumplen con el objetivo designado. Me temo, que lo mejor que podemos hacer en estas circunstancias es poner a salvo al resto, y tenderles una trampa con una carnada de lo más tentadora, solo así revelaran su ubicación.

– ¿No estarás diciendo, lo que creo que estás diciendo cierto?

El anciano la mira a los ojos fijamente, a la vez que una pequeña sonrisa se escapa por la comisura de su labio. Ella sabía que iba enserio, se pondría en peligro con tal de poder proteger a todos aquellos a los que ama, puesto que, para él, todas esas personas eran su familia. Un acto y convicción que le recordaba a Kipo.

– Tarde o temprano a todos nos llega el momento de redimirnos por lo que hicimos en el pasado. - Dijo Sunder Gar, mientras se acercaba a la joven enojada.

– Sabes perfectamente que Kipo no permitirá que hagas esto. - Le responde Lobezna al echarse hacia atrás.

– Lo sé, es por eso que tenemos que actuar antes de que llegue. Por tu tono descontento, supongo que tú tampoco quieres que lo haga, pero entiende, esto lo hago para ayudar a todas estas personas. Además, no pienso morir hoy, aún quedan muchas cosas por hacer antes de que este viejo se despida.

Esas últimas palabras solo las dicen aquellos a los que les espera un terrible destino y ya lo han aceptado, pero tampoco era mentira que Sunder Gar no planeaba morir hoy. Es viejo testarudo aria cualquier cosa para lograr su objetivo.

En medio de la charla, se escucha que alguien toca la puerta principal de la casa. Sunder Gar sale de la habitación, parándose junto a la escalera le pide al invitado que pase. Lobezna, curiosa por quien había llegado, se aproxima a Gar para poder ver al invitado o mejor dicho a los invitados. El primo en pasar es Miller, quien se encontraba acompañado por Lexus, Ifrith y Blex, pero no había rastro alguno de Benson o Davo. Cosa que llamo la atención de Lobezna.

– Supongo que ya están todos enterados de la situación en la que nos encontramos. - Dice Sunder Gar afirmando los hechos.

Miller da un paso al frente y contesta.

– Sí señor.

– Perfecto, ¿Les explicaste de camino a quienes nos enfrentamos?

– Sí señor, pude darles una idea clara.

– Bueno, eso nos ahorrara tiempo.

– Espera un momento viejo. - interrumpe Lexus-. Si nos enfrentamos a lo que dijo Miller, entonces necesitaremos algo mucho mejor que solo la imaginación para hacerles frente. Yo propongo que vallamos al bosque eh incendiemos un sector para quitarles visibilidad. Recuerda, como hizo usted en Las Vegas.

Al escuchar esa absurda proposición Lobezna lo sujeto del chaleco y viéndolo con una mirada aterradora e intimidante, le dice.

– Eso no ocurrirá.

– Es un plan, pero me temo que no podemos hacerle eso al hogar de quienes nos recibieron tan cordialmente. - Contesta Sunder Gar.

Ifrith, con su increíble fuerza, sujeta a Lexus de la gabardina soltando a Lobezna en el proceso.

– Sabes, tienes que dejar de hacer enfadar a nuestros amigos, oh puede que un día de estos las cosas no terminen muy bien para ti. No sé si lo eh dejado las cosas claras. Lexus. - Le dice Ifrith con ironía.

– Si, muy claras, ahora bájame grandulón, oh puede que las cosas no terminen bien para ti al final.

– ¿Me estas amenazando? enano.

Lexus deja salir una carcajada y con la mano apoyada sobre el mando de su escopeta, le recrimina.

– ¿Quieres que lo comprobemos ahora?

– Caballeros. -Alza la voz Sunder Gar. – Guarden esa energía para el enemigo, y después podrán arreglar sus diferencias tranquilamente. Ahora lo importante, sabemos por fuentes confiables que el objetivo principal del escuadrón cóndor soy yo y tú Miller. Por lo que se me ocurrió atraerlos usándome de cebo, tengamos en cuenta que solo pelearan con ventaja y por sobre todo a distancia, son un grupo de francotiradores de la mejor clase y no se arriesgaran a fallar el disparo, ni a ser descubiertos. En un principio se me ocurrió llevarlos al bosque, pero claramente, luego de pensarlo más a fondo, me di cuenta en este periodo de tiempo que no sería efectivo. Por lo que teniendo esto en cuenta lo mejor sería enfrentarlos aquí, en la ciudad.

– ¡En la ciudad! - Dice Lobezna con una tonalidad elevada de voz.

– Si, así es y si no me equivoco tu amigo Benson llegara en menos de diez minutos con algo un tanto interesante, retirado recientemente del laboratorio de Marck.

– ¿Qué? No, no traeremos la pelea a la ciudad. Lo mejor sería ir a cazarlos, puedo rastréalos sin problema.

– Lo ciento, pero esa no es una buena opción, son francotiradores, saben ocultarse y cubrir su rastro de forma impecable, de no ser así no podrían cumplir con sus misiones. Lo mejor seria que ellos mismos se expongan y así darles a ustedes la oportunidad de atraparlos. Si nadie tiene nada más que decir, podemos dar esto por finalizado. Lexus y Blex irán juntos cerca de los edificios derrumbados al norte, Lobezna eh Ifrith irán al sur y se ocultarán en la torre de electricidad. Si todo sale bien, entonces podrán ver un destello de luz al este cada cierto segundo, esta será la mira de los francotiradores reflejándose con la luz del sol. Ni bien la vean tendrán que ir hacia ellos sin perder la orientación de la misma, traten de no llamar la atención o se les escaparan. Una cosa más, yo estaré parado en la avenida principal junto con Miller, cabe aclara que si escuchan el disparo no se detengan y sigan corriendo, nosotros estaremos bien.

Todos estaban de acuerdo con el plan, a excepción de Lobezna, algo no le gustaba de este plan que en tanta estima tenía el ex general, pero por más que ella se opusiera, los demás estaban de acuerdo y llevarían el plan acabo con o sin ella. Además ¿Qué era eso que Benson traería? Le había dicho explicitaste que no fuera a ver a Marck, pero parecía que Sunder Gar contaba con que él chico no la obedeciera en ese sentido. Lo que solo le provocó un escalofrió, uno que le resultaba realmente molesto y que no había sentido en un largo tiempo, como si algo no cuadrara.

Llegado el momento, Sunder Gar se encontraba parado en aquella ancha avenida, completamente despeja de personas, justo donde había dicho, mientras tenían una conversación con Miller la cual solo quedaría entre ellos. Justo antes de sacar su reloj, pudo escuchar el grito de Kipo que le advertía que estaba en peligro, mientras ella intentaba desesperadamente alcanzarlo, él solo miro su reloj de bolsillo, estimando la hora de inicio del juego. Un disparo a la lejanía retumbo por el valle. El juego había comenzado.

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