Capitulo LXXII "Una noche más"
Quedando tan solo dos días para que la disputa entre padre eh hijo terminara, Lobezna y Kipo se encuentras descansando sobre el húmedo césped luego de un largo día de entrenamiento, mientras Adán las mira de pie.
- Este es el último día de entrenamiento y ya les he enseñado todo lo que se, o al menos lo básico como para que puedan perfeccionarlo con el tiempo. Lo importante para ti Kipo, es que ahora podrás al menos hacerle frente a mi padre. Por lo demás no habrá que preocuparse tanto.
Kipo se levanta la remera para secarse el sudor de la frente y decirle a Adán agotada.
- Estos últimos días fueron realmente duros. - Dice Kipo entre bocanada de aire-. Siento que mi corazón quiere escapar de mi cuerpo usando mi boca como conducto.
- Es una reacción esperada, después de todo, se necesita una buena resistencia para poder mantenerse en un combate cuerpo a cuerpo. Si no se tiene esa base, nunca podríamos haber mantenido este ritmo tan exhaustivo de entrenamiento. Por otro lado, Lobezna, tú me sorprendiste y tu progreso en el campo ha sido muy eficiente. - Le dice Adán al agacharse junto a ella-. Puedo decir sin temor a equivocarme. Luego de haberte visto pelear. Que podrías unirte a las fuerzas especiales sin problema, si estuviéramos en Nueva York. Pero esa es otra historia. Lobezna, eres buena para las artes marciales centradas en el esquive y ataque de vulnerabilidades, como así podría serlo el Tai Chi. Mientras que tú Kipo eres mejor en ir de frente y parar los golpes con el cuerpo, como en el Muay thai ambas doctrinas distintas y con usos adversos. Pero perfecto para ambas.
Kipo se sienta con las piernas entrecruzadas, y le dice a Adán, aún agotada.
- Con todo este trabajo duro, estoy segura de que podremos con él.
- No cantaría victoria aún Kipo, mi padre es un hueso duro de roer. Una vez que tiene una misión con un objetivo claro, no para hasta cumplir con la misión. Puede sonar un tanto desalentador, tener que enfrentarse a alguien así, pero si lo pensamos bien. Kipo no eres muy distinta a él. Ambos se dejan llevar por un razonamiento de lo que es correcto y. -Kipo lo interrumpe-.
- Espera, ¿Qué quieres decir?
- Que quizás allá una forma de poder hacerle cambiar. Suena loco, ¿quizás?, pero, existe esa pequeña posibilidad. De momento mi padre cree que siguiendo a Jaxon el mundo podría ser mucho más seguro para todos los híbridos y sus familias, pero lo que inconscientemente no quiere comprender es que solo lo están usando
- Creo que sé a dónde quieres llegar, y si quieres intentar hacerle cambiar de parecer te ayudare. Siempre he pensado que todos merecen segundas oportunidades, si bien empezamos con el pie izquierdo al golpearlo anteriormente. No significa que no podamos hacer las cosas de una manera diferente y volver a empezar.
- Sera realmente complicado hacerlo cambiar, ahora que esta tan involucrado en todo este asunto que le ha comido el cerebro.
Kipo se pone de pie.
- Si eso es lo que quieres Adán, podemos intentarlo, después de todo, no hay cosa que no podamos lograr. - hace una pequeña pausa y le extiende una mano a Adán. - ¿Cierto?
Adán toma su mano y contesta al ponerse de pie junto a ella.
- Tienes razón Kipo. Ahora regresemos, pronto anochecerá y con el cuerpo húmedo podrían enfermar.
Lobezna quien observaba desde el suelo esa escena que le parecía un tanto cursi, les dice.
- Escuchen ustedes dos, creo que se están tomando todo este asunto muy a la ligera, siquiera tiene algún plan. No quiero recordarles esto, pero, el sujeto es lo suficientemente fuerte como para vencer a te a ti Adán él solo y según tus relatos nunca has podido vencerlo. Por lo que antes de mandar a mi hermana a una pela que veo muy difícil de que ganen, me gustaría escuchar su plan.
Ante tales palabras ninguno de los dos responde, dejando un silencio en su lugar de lo más incómodo, el cual hizo enojar a su hermana menor.
- ¡Es enserio! Ni una sola palabra. Esto tiene que ser una broma.
Kipo se lleva la mano a la nuca y contesta.
- Ciertamente Lobezna no he pensado en eso, luego de cada día hasta ahora solo pensaba en llegar a la cama. Pero no creo que necesitemos uno. Por lo general nuestros planes nunca salen como lo deseamos, si es que no empeoran la situación actual. Esta vez será mejor que improvisemos.
- No, Lobezna tiene razón, no podremos hacer esto si un plan.
- Pff, de acuerdo, pero ya verás que no terminara como se planeó.
- Para ser tu Kipo, estas siendo muy pesimista sobre esto. - Le reclama Adán.
- Pero es que tengo razón.
- Ya lo veremos. Lobezna, supongo que, si demarcaste este pequeño defecto es porque tienes alguno en mente ¿verdad?
- Si, algo así, bien escuchen este es mi plan
Con la proposición sobre la mesa, Lobezna empezó a contarles a ambos cuál era su plan y el cómo tendrían que ejecutarlo para que funcionara. Al terminar, Kipo le dice.
- No es mala idea, puede funcionar y quizás rompa este tema de los planes.
- Si, tienes razón, no es mala idea. - Reafirma Adán.
- ¿Seguirás mi plan esta vez Kipo?
- Sip, confió en ti hermanita, además ¿Qué puede salir mal? ¿Cierto? ¿Chicos, a donde van?
Adán, quien caminaba junto a Lobezna en dirección a la casa le responde.
- A casa Kipo, es muy lindo de tu parte que confíes en tu hermana menor, pero ya les dije que se resfriaran si siguen mojadas y a la intemperie por la noche.
Al ver que cada vez se alejaban más, da un pequeño trote para alcanzarlos y darse cuenta de que por el día de hoy ya no podía más, su energía estaba por los suelos. Ni bien los alcanzo, Adán la sujeto de las piernas, se puso en cuclillas y la cargo en su espalda, al decirle.
- Ahora podrás descansar un poco antes de que lleguemos.
Kipo se avergonzó un poco pero poco le importo, estaba muy agotada para pensar en ello, por lo que refregó su mejilla en la espalda de Adán y al sentirla tibia y reconfortante se quedó dormida. Lobezna quien la vio de reojo exclamo entre carcajadas.
- Cada vez se comporta más como un gato, que como un humano.
Adán se ríe por el comentario, mientras miraba al frente y así con una pequeña sonrisa que se formaba en la comisura de sus labios, le dice.
- Sin lugar a duda, pero es algo que marca su característica personalidad y no lo cambiaría por nada en el mundo.
Ahora es Lobezna quien sonríe al apresurar el paso.
- Sabes, cuando te conoció pensaba que solo la estabas usando para poder llevártela. Aprovechándote de ella en pocas palabras. Ya que suele ser muy ingenua y torpe, pero mientras más tiempo pasabas junto a Kipo, más se notaba un cambio en tu persona.
- Para bien, supongo. -Interrumpe Adán-.
- Si, y eso está bien, tiene ese efecto en quien la rodean. Lo que quiero decir es que ahora confió en ti, pero no te creas, un lobo siempre esta alerta.
- Eso fue muy tierno, si tan solo no hubieras mencionado la amenaza, pero lo tomare como un cumplido, creo. Lo importante, es que ahora tengo la confianza de su hermana y eso es un gran paso, al decir verdad.
- Si, será mejor que esa confianza siga intacta. Porque puede que Kipo te perdone, es muy buena para guardar un rencor por siempre, pero yo no lo hare.
- Bien ahora la cosa se tornó oscura, sabes, mejor dejemos esta charla aquí y pasemos la página. Mira ya se pueden ver las luces del sendero ¿Quieres ver que tan rápido puedes correr ahora?
Lobezna lo mira de reojo, mientras una pequeña mueca se asoma afirmando a la pregunta.
- A la cuenta de tres, cargo con peso extra, así que estaremos en igualdad de términos.
Al decir eso, Kipo inconscientemente le dio una cachetada tan fuerte, que le dejo la mejilla marcada con la forma de su mano de color rosada. Adán en su mente se decía a sí mismo, no volver a mencionar el peso de una mujer en voz alta, anotado Pequeño recuerdo que le durara por siempre.
Lobezna, al escuchar el ruido seco que emitió la cachetada entrecerró los ojos y pudo jurar que hasta ella lo sintió. Eso en verdad debió de doler. Como Adán no haría la cuenta regresiva, tomo su lugar y al llegar al cero Adán se echó a correr. Dándole un pequeño empujoncito a Kipo desde abajo, para que subiera un poquito más y así acomodándola, para poder él con el peso del cuerpo de Kipo inclinar su cuerpo hacia adelante. Logrando así una mejor aerodinámica al momento de correr.
Lobezna, quien se encontraba agotada, pero aun con la energía suficiente para llegar hasta la casa, se sorprendió al verlo a Adán correr a su lado con una grata sonrisa en su rostro, parecía estarlo disfrutando. Aun cargando setenta kilogramos de más a su peso actual, el cual por su musculatura ella pensaba que no sería poco exactamente. Pudo correr a la par de Lobezna y sin despertar al felino que dormía en su espalda. Lo que demostraba el grado de habilidad que tenía Adán. Si bien es verdad que él no había entrenado a la par que ellas dos, seria mentira el decir que estaba al cien por ciento en ese momento. Adán pensaba que nadie lo escuchaba salir todas las mañanas de la casa para ir a entrenar, pero eso no era así, Lobezna siempre estaba alerta. Una costumbre que nunca pudo sacarse de una corta vida solitaria.
Sabiendo perfectamente que esa misma mañana, Adán había estado entrenando y además había luchado con ellas. Lo que ya de por si agotaría a cualquiera. No debería de poder hacer lo que estaba haciendo, despertando la curiosidad de la joven loba.
Al llegar a la casa, Adán había ganado, pero no por mucho. Queriendo saber Lobezna el cómo Adán había logrado juntar tanta fuerza como para correr así, levanta su mano eh intenta llamar su atención al sujetarlo de la camisa, por lo que él se voltea.
- ¿Necesitas algo lobita? - Le pregunta Adán con un tono un tanto creído, aunque exaltado.
- ¿Cómo lo hiciste? - Lobezna fue directa, sin rodeos, con lo que quería de él.
- ¿Qué cosa?
- ¿Cómo lograste correr tan rápido? Yo soy rápida y eso lo sé, pero, aun así, estando cansada, no debería de haber perdido. No al menos cuando mi contrincante estaba en peores condiciones.
- Oh, te refieres a eso, tiene una respuesta sencilla, pero te la daré mañana. Ahora tengo que llevar a tu hermana a la cama para que pueda reponerse y tú también deberías irte a dormir pequeña loba, pero no sin antes darte una ducha. Irte a dormir con el cuerpo empapado en sudor puede hacerte daño.
- Bien, mañana será entonces.
- Perfecto, ahora si no te importa, podrías abrirme la puerta. Con tu hermana en mi espalda es un poco complicado. - Adán emite una ligera carcajada, acompañando su comentario.
Lobezna le abre la puerta dejándolos pasar, prestando suma atención a como Adán sin hacer ruido, sube las escaleras y desaparece con Kipo en sus brazos.
Adán le da un pequeño toque a la puerta de la habitación de Kipo, con la punta de la bota, lográndola abrir sin emitir mucho ruido. No quería, después de todo despertar a los padres de Kipo. Este día se habían pasado con las horas de entrenamiento, a como era habitual, había sido necesario estando tan cerca de su fecha límite. Recostando a Kipo en la cama con sumo cuidado, intenta despertarla llamándola por su nombre, pero sin resultado, luego le da unas pequeñas palmaditas sobre las mejillas. Lo que pareció funcionar al verla levantar la mano. Siendo solo al final, una falsa alarma al Kipo darse la vuelta para seguir durmiendo, recostándose aún más sobre la cama. Adán ya estaba pensando en una maldad para lograr su objetivo, pero el verla durmiendo tan tranquila le arrebato la idea de la mente y lo mejor sería cambiarla, para que por lo menos no durmiera con la ropa mojada.
Buscando en los alrededores del cuarto, encontró el pijama que Kipo había usado la noche anterior, tendida sobre la mesita de noche. Le recordaba al pijama de un niño, puesto que era completamente azul y lleno de estrellas con una leve tonalidad rosácea. Adán lo tomo colocándolo a un lado de Kipo, he ideando una ruta para lograr esto de la forma más eficiente posible. Aunque no lo pareciera, Kipo al dormir no solo se mueve mucho, sino que también tiene movimientos involuntarios, que muchos de ellos suelen ser bruscos. Adán para evitarlos cuando duermen juntos, la abraza y así logra hacer que la noche sea mucho más tranquila.
Decidido, le levanta los brazos y con cuidado le retira la remera empapada en sudor. Era un asco. Con la remera en mano, la cuelga sobre el marco de la ventana del lado de afuera, para que se aireé y seque para el día siguiente. Dándose la vuelta, noto en Kipo lago que ignoro todo este tiempo y que ahora teniendo tiempo para contemplarla podía verlo claramente. Kipo había ganado algo de musculatura, no era músculos voluminosos como los de un gimnasta, pero se notaban los brazos fuertes al tocarlos y el abdomen endurecido, a diferencia de antes que los brazos contaban con cierta flacidez. Pasando a los pantalones los cuales al no estar mojados pudieron deslizarse fácilmente y no resultando un problema. Vestirla con el pijama fue todo un tema distinto, entre movimientos involuntarios y algunos no tanto, Adán logro ponerle la ropa, terminando de acostarla en la cama al taparla con las sabanas y darle un beso en la frente.
- Descansa Kipo, mañana puede que sea el último día libre que tengas en mucho tiempo. - Le susurro Adán sentado a un lado de la cama junto a ella, antes de levantarse he irse de la casa.
Saliendo de la casa, Adán sintiendo que alguien lo observaba y con una pequeña sonrisa que formaba la comisura de sus labios dijo en voz alta para lo escuchara.
- Sé que eres tu Lobezna, puedes acercarte, si es que quieres.
Lobezna desciende de la ventana de su cuarto, acercándose a él con una actitud agresiva.
- ¡A donde crees que vas Adán! - Le grita sin medir el volumen de su voz.
- Baja un poco la voz, no quieres despertar a todo el vecindario.
- No te hagas el gracioso ahora, ¿Adónde crees que vas en medio de la noche?
Adán cambia su actitud repentinamente y con una mirada vacía le responde a la curiosa lobita.
- A hablar con mi padre, hay algo que tengo que saber antes de hacer esto.
Lobezna sospecha de sus palabras.
- Eso es mentira, para que hacerlo en medio de la noche, no tiene sentido Amenos que
- Se lo que estas pensado, pero puedo asegurarte que no hare algo estúpido, solo quiero saber algo, algo que es muy importante para mí.
Lobezna se queda callada.
- Tú más que nadie debe de saber lo importante que es la familia, en mi caso no es la excepción.
Con los puños cerrados y los brazos tensos, Lobezna contesta.
- Intentaras convencerlo solo.
- No, no tengo posibilidades de hacer eso, pero hay algo que debo saber antes de la pelea.
- ¿Puedes decirme el que?
- No Por eso voy solo.
- ¿Regresaras?
- Si, nunca la dejaría sola. No así.
Aunque le costara decirlo Lobezna le permite marchar, pero con una condición. Tendría que regresar antes de que Kipo despertara. A lo que Adán asintió y caminando lentamente, desapareció en el oscuro sendero de la noche que yacía frente a ella, dejándolas solas y con una promesa que no estaba seguro de poder cumplir.
Días antes, Crey se preparaba en Nueva York para hacer su jugada. Manteniendo a Dani siempre cerca suyo para evitar cualquier desliz. Crey se acerca a las barracas de los soldados, que habían tenido su curioso encuentro con Kipo.
Al entrar, los soldados recostados en las camas se ponen de pie y saludan a su oficial superior. Crey devuelve el saludo a los soldados.
- Descansen muchachos. - dijo Crey, mientras movía una de las sillas que se encontraba al lado de la cama, a su izquierda, para así sentarse. - Seré directo con ustedes muchachos, para que ninguno de nosotros pierda su valioso tiempo. - Crey le da una orden a Dani con la mano, para que cerrara la puerta y la trabara.
Los soldados, asustados por este gesto que estaba tan relacionado a los interrogatorios de conducta "cuestionable". Entraron en alerta, buscando de reojo sus armas. Crey quien notaba el miedo en sus ojos, entre cruza los brazos frente a él, por detrás del respaldo de la silla emitiendo un suspiro.
- No vallan a cometer una estupidez, vine a hablar, no a pelear. Tengo entendido que ustedes se toparon con el proyecto Kipo, ¿no es cierto?
Crey hace una pequeña pausa esperando la respuesta de los hombres frente a él, pero aún estaban intranquilos como para responder cualquier pregunta. Crey vuelve a suspirar, y nuevamente le da una orden a Dani.
- ¡Respondan a la pregunta de su oficial, cucarachas!
Los soldados titubean por un momento, pero responden afirmativamente a la pregunta, con una voz temblorosa. Dani parecía una joven promedio, pero realmente detrás de ese lindo rostro, se ocultaba una bestia terrorífica.
- Muy bien, eso quería escuchar, ahora díganme que fue lo que les conto la chica. Si están aquí y no muertos, supongo que hay una razón para ello.
Uno de los soldados, el sargento del escuadrón, da un paso al frente.
- Kipo, la chica, nos dijo que usted está planeando algo.
Crey desliza suavemente su mano hacia su cintura, donde se encontraba su arma, a la expectativa de lo que dijera a continuación el hombre frente a él.
- Nosotros queremos ser parte.
- Interesante. - exclama Crey mientras aleja su mano del mango del arma y vuelve a entre cruzarlas.
- La chica nos contó algunas cosas de nuestro interés, y si de verdad planean acabar con esto de una vez, tendrá nuestro apoyo. - el sargento hace una breve pausa-. Conozco algunos buenos hombres, que puede que también estén interesados en esto. -Crey lo interrumpe inesperadamente, al levantar su mano a la altura de su mentón.
- Hasta hay muchacho, a partir de ahora están bajo mi mando. Seguirán cumpliendo con sus misiones como es habitual, para no levantar sospechas, pero no sin antes mandar un comunicado a mi persona. Asignaremos cuales son importantes para nuestra causa actual, para llevarlas de una manera distinta, puede que se les asigne. Cuando la encuentren los de logística. Misiones con relación a Kipo, esas las usaremos como medio de comunicación para coordinar nuestros movimientos. - Crey se pone de pie lentamente, mientras Dani le abría la puerta.
Antes de salir les dice a los soldados sin dirigirles la mirada.
- Con respecto a esos otros hombres y mujeres que conoces, ven en dos horas por mi despacho, me darás sus nombres y direcciones. Me encargare personalmente de ellos.
El soldado repite el saludo despidiéndose de su superior, para ni bien Dani cerrara la puerta suspirar y tenderse en la silla a no muchos pasos de él.
Este día no podía ponerse mejor, soldados que se unen, y la posibilidad de conseguir aún más ese mismo día. Crey mira al cielo y piensa, "Para variar, quizás esa niña lo logre". Mirando ahora a Dani, Crey levanta la voz.
- Ve a comunicaciones, y diles que deriven las misiones con relación al proyecto directo a mi oficina. Si logro convencer a estos muchachos, pude que lo logré con otros. Veamos de que es capaz de hacer.
Dani, pensando en la posibilidad de que algunos de las fuerzas especiales le hagan daño, sonrió. Acto que no pasó desapercibido. Mientras caminaban juntos, antes de separarse, Crey le dice.
- Quita esa sonrisa de tu rostro, y recuerda lo que te dije antes.
- ¿Eso es una amenaza señor?
- Yo no amenazo, deberías saberlo, ahora ve a cumplir con la tarea que se te fue encomendada y luego ve a mi despacho, hay cosas que discutir aún.
Dani, refunfuña, pero sabe que eso es verdad. Si hay algo en lo que Crey es realmente bueno, es en cumplir sus promesas al pie de la letra. Retomando su tarea actual sigue su camino, alejándose de Crey.
Las cosas a partir de ahora, se pondrían cada vez más interesante.
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