Capitulo LXX "Una Cita por Las Vistas"

Bajando por la colina se pararon junto al puente a la entrada del restaurante, donde en pocos minutos Capuchino los atendió, recibiéndolos con un beso en la mejilla y guiándolos a una mesa cerca del mar. Una vez ubicados, procedió a darles 2 cartas del menú para luego retirarse y así atender otros clientes que estaban llegando.

Kipo le pasa una a Adán quedándose con la otra. Al abrirla va directo a la sección de pastas, donde busca dentro de las tantas opciones una particular mente deliciosa para una tarde de verano tan intensa. Haciendo de guía visual su dedo, baja a gran velocidad hasta que la encuentra. Una sonrisa se dibuja en su rostro mientras abre bien los ojos. El hallarla tan rápido, hace que diga lo que pensó en el momento en voz alta.

- Pizza, finalmente te encontré. - Adán se ríe ante la expresión de satisfacción de Kipo, bajando la carta y diciendo.

- Creo que ya se lo que pediremos.

Kipo lo mira, y dejando la carta a un lado le dice.

- Seguro? Puedes pedir lo que quieras del menú.

- Creo que no se me podría haber ocurrido algo mejor para la ocasión.

- Perfecto, entonces será una pizza y si es necesario pediremos otra. Por otro lado, para comer aquí necesitas contarle algo que no sepa, mientras más jugoso sea lo que le cuentes, mejor será la atención.

- Mmh, entiendo, no parece tan complicado. - Contesta Adán mientras busca en la sección de bebidas algo refrescante para tomar.

Al desviar por un momento la mirada de la carta y posarla en Kipo, esta lo miraba fijamente. Antes de que pueda preguntarle que ocurría, ella le gana la palabra.

- Creo que no hace falta que mencione esto, pero no puedes decir nada de nuestras intimidades. - Dice Kipo mientras apoya su codo sobre la mesa dejando su mano a la altura de su cara, mitandola sacando las garras de jaguar-.

Adán traga ante la preocupante amenaza, para luego responder nervioso mientras una gotita de sudor se desliza de su frente.

- Claro Kipo, no te preocupes por eso, tengo límites.

Kipo baja el brazo apoyándolo sobre su rodilla y contesta.

- Me alegro entonces, ahora. - se acerca a Adán corriendo su asiento hacia él-. - Encontraste algo que llame tu atención?

Adán le señala con el dedo índice, la bebida ubicada debajo del todo del menú, para así proseguir.

- Considerando el calor, y que tendremos que conducir para regresar a casa, lo mejor sería algo refrescante y dulce. Creo que una gaseosa de moras fría, sería lo ideal.

- Es una buena idea, pero ¿siempre consideras todo antes de tomar una elección? Aunque esta no sea importante.

Adán deja la carta de lado para verla y responderle.

- Si, siempre tomo todo en consideración antes de elegir cualquier opción. No puedo evitarlo, ya lo tengo internalizado en mi sistema.

- Realmente el participar de esa guerra te afecto ¿verdad Adán?

Adán desvía la mirada ante los ojos preocupantes de Kipo.

- Puede ser, pero aun así prefiero no hablar de eso, siento que es una etapa de mi vida la cual ya superé, y quiero enterrarla lo más profundo como me sea posible.

Kipo apoya su mano sobre Adán y le confiesa una verdad.

- Si sientes que realmente la as superado, entonces eso es bueno, pero si no es así y necesitas hablar de esto con alguien, puedes hacerlo conmigo. Estaré gustosa de ayudarte con tus problemas, así como tú me ayudas con los míos.

Adán vuelve a dirigir la mirada hacia ella, apoyando su cálida mano sobre la de Kipo para sacarla de su brazo y sujetarla.

- Sé que puedo confiar en ti Kipo, y en muy amable de tu parte que me digas esto, pero de todas maneras no creo que sea bueno hablar de eso no por un tiempo.

Kipo baja la mirada preocupada por Adán, pero con una voz animada, para no arruinar el momento y retomar lo que vinieron a hacer, le responde.

- Bien, solo quería que tuvieras eso en mente. Llamemos a Capuchino, me muero de hambre.

Kipo alza su brazo al levantarse levemente del asiento, para que Capuchino pudiera verla. Cuando termino de atender a los clientes que llegaban, da un rápido vistazo para ver si Kipo y compañía estaban listos para ordenar. Al hacerlo, la ve a ella con el brazo completamente extendido, parecía que fuera a subirse a la mesa por cómo se demorara un poco más en ir a atenderlos. Kipo al darse cuenta que la había visto y que tenía su atención, se vuelve a sentar tranquilamente para esperarla. Al llegar a su lado, Capuchino retira del bolsillo delantero del delantal su libreta donde anotaba los pedidos, y con lapicera en mano les pregunta a ambos.

- Sabes cómo son las reglas de la casa, primero la información y luego tomare su orden. Por cierto ¿Quién es el chico apuesto que está a tu lado?

Kipo un poco sonrojada, responde a la pregunta, pero lo que ella no podía comprender era porque aún le daba vergüenza mencionar este hecho. No era la primera vez que lo mencionaba y no sería la última, pero por alguna razón cada vez que lo hacía, su corazón se aceraba.

- Es mi novio, se llama Adán.

- Perfecto, parece que la jovencita finalmente consiguió pareja. Ahora díganme algo jugoso.

Kipo no lo piensa demasiado, y le revela lo que hay en Las Vegas a Capuchino.

- Esperaba que hubiera más madrigueras en otros sectores del mundo, pero no que se encontraran tan bien adaptados, y me dices además que lograste hacer que convivan con muts como nosotros. Repites tus logros Kipo, en verdad estoy impresionada. Perfecto cumples y sobrepasas la cuota, puedes pedir otra cosa si gustas luego. Ahora tu jovencito.

Adán se pone de pie y se acerca al oído de Capuchino, colocando su mano por alrededor de su oído, le murmura algo que la deja congelada. Tras luego sentarse y esperar a que reaccione.

Capuchino baja la lapicera y el cuaderno, para así decirle con una tonalidad alegre mientras una mueca formaba una sonrisa.

- También superas la cuota, chico. Bien, díganme, que van a ordenar.

Kipo notando ese gesto por parte de Capuchino, lo mira a Adán de reojo, pero decide hace omisión dejándolo para más tarde. En estos momentos estaba más centrada en ordenar que en otra cosa.

- Queremos pedir una pizza de pepperoni, y dos botellas de gaseosas de moras.

- Perfecto, ¿algo más?

En el momento que Kipo abrió la boca para decirle que eso era todo, se ve interrumpida por una pregunta de Adán.

- ¿Podrías agregar al pedido unas rebanadas de pizza con piña?

- Con lo que me contaste, puedes pedir lo que quieras chico.

Al escuchar eso, Kipo se para de un brinco de su asiento, corriéndolo hacia atrás, y apoyando en un golpe seco amas palmas de su mano sobre la mesa, le dice a Adán con una tonalidad ciertamente elevada.

- ¡Como puedes pedir eso, es una vergüenza para las pizzas de todo el mundo!

- Vamos Kipo, creo que estas exagerando.

- No, si quieres una fruta, puedes pedirla separada de la comida. Porque juntarlas.

- Bien mira, hagamos esto ¿alguna vez la has probado?

- ¿Qué? No ¿Porque haría eso?

- Perfecto, entonces la probara cuando la traigan, para que veas que no es algo asqueroso.

- Me reusó completamente. - dice Kipo al cruzar los brazos y cerrar los ojos mientras desvía la mirada.

- Kipo, tienes que probar cosas nuevas, sino como sabes que no te gusta. Vamos será solo un vacado pequeño.

- Mmh.

- Kipo, vamos uno pequeñito.

Kipo reabre su ojo derecho manteniendo el izquierdo cerrado, para poder verlo con la viñeta del mismo. Al verlo con una sonrisa honesta e invitándola a sentarse, no pudo negarse.

- Bien, de acuerdo, tú ganas por esta vez. Pero quiero que sepas que sigo en contra absolutamente con ponerle cosas raras a la pizza. La pizza tiene que respetarse.

- Quien lo diría, parece que a la señorita se le puede hacer cambiar de parecer.

- ¡Hey! - exclamo Kipo con enojo.

Adán rio al verla y prosiguió.

- Okey Kipo, será solo por esta vez, así te darás cuenta que no todo lo que parece asqueroso tiene que serlo. Aunque, tengo que admitir que es una combinación ciertamente extraña.

Momentos después, aparecen unos pequeños camarones que portaban unas bandejas de lo que parecía ser plata. Tapadas con una gran tapa, lo que evitaba que vieran lo que escondía su interior. Al final de la fila india de camarones, uno de ellos traía las botellas, que en sus pequeñas manos lucían enormes. Terminando de servir los cubiertos, aquellos pequeños que traigan las gaseosas las destaparon con sus pinzas para luego servirlas en los vasos, y así retirarse. Dejando solo por detrás a 2 de ellos, los cuales cuando los demás se fueron, revelaron el interior de las charolas de plata. En la más grande se encontraba la pizza que había pedido Kipo y en la pequeña, las porciones de Adán, cortadas cuidadosamente y colocadas una a un lado de la otra.

Adán al ver las porciones que estaba deceso por probar, después de tanto tiempo. Utilizo ambas manos para ayudarse a levantarlas con cuidado, y que no se cayera su contenido, para luego doblarla por la mitad como un embudo y darle el primer bocado. Su cara de satisfacción no pudo contenerla, mientras la palabra delicioso retumbaba en su mente. Kipo al verlo tan contento, le dio curiosidad e intriga el saber a qué sabia esa combinación tan extraña. Recostándose sobre la mesa alcanzo la bandeja, tomando la porción que Adán le había propuesto que probara. Un tanto escéptica por lo que estaba a punto de hacer, imita a Adán dándole un generoso bocado con los ojos cerrados. Mientras masticaba los sabores se combinaban y mezclaban dando una sensación atractiva a su paladar, que solo se intensificaba por cada bocado. Para antes de que se diera cuenta, la porción en su mano había desaparecido y Adán se encontraba viéndola fijamente, a lo que le dice luego de que lo viera.

- Te dije que no estaría nada mal, ¿Verdad?

A lo que Kipo le responde.

- Tenias razón, no está nada mal, pero esta es mucho mejor. - mientras separaba una de las porciones de la pizza de pepperoni, dándole una mordida.

La deliciosa mozarela caliente, formaba hileras de delicioso queso entre los labios de Kipo y la porción de pizza. Que rápidamente ella no tardaba en juntar con su dedo para metérselo en la boca y así no se callera. Esta simpática acción por parte de Kipo, le gustaban a Adán demás de causarle cierta gracia, a sus ojos se veía tan tierna cuando se enfadaba y luego procedía a hacer alguna de estas cosas. Lo que sin duda resulto en una tarde entretenida, llena de cosas interesantes por hacer. Luego de comer, fueron a recorrer el resto de la ciudad, el gym, los diversos puestos, la aldea de los gatos leñadores, las tiendas de las serpientes orientadas al más puto rock y por último el observatorio, donde se encontraba la estatua de su hermano. Para entonces ya había anochecido, pero Kipo no quería irse sin antes mostrarle ese lugar que para ella era tan especial.

Kipo camino hacia la estatua, y apoyando una de sus manos sobre la base de la misma le dice a Adán con la cabeza en alto.

- Esta es la estatua de Hugo, mi hermano mayor. - llevando la mano al pecho, donde colgaba el collar que reflejaba con elegancia el tenue filo que aún le quedaba, la cierra atrapando en ella el collar. - Realmente lo extraño. - Murmura Kipo.

Adán se acerca a ella, abrazándola por la espalda mientras le dice en voz baja.

- Siempre es duro recordar a quienes ya no están con nosotros Kipo, más aún si era alguien muy cercano a uno. ¬Sé que nada hará que vuelva, o alivie del todo el dolor, pero recuerda que, si bien ellos ya no están siempre los encontraras en tu corazón. Vallas a donde vallas ellos estarán contigo, en cada momento que los recuerdes podrás sentirlos a tu lado.

Kipo se separa del abrazo de Adán, y se para a su lado suyo sujetándole con ternura la mano al entrelazar los dedos. Estado a la distancia necesaria de la estatua, Kipo alza su mano y la toca para despedirse en silencio de su hermano. Al darse la vuelva, le indica a Adán que ya era momento de irse a casa, dado cortos pasos, comienzan a alejarse de la estatua. Dejando por detrás una hermosa flor morada, que posaba en la base del monumento.

Bajando de la colina, por el sendero de tierra húmeda y el verde del césped que los acompañaban a los lados, se pudo contemplar la belleza natural del lugar. Los pequeños insectos con su adorable canto, las luciérnagas que bailaban a su alrededor con su encantadora lucecita que iluminaba la noche oscura, y por sobre todo la brisa refrescante del monte que traía consigo el agradable aroma de la maleza. Al ver a los lados, las copas de los árboles se sacudían suavemente a los lados, torne aquella brisa los peinaba, desprendiendo de estos, algunas pequeñas hojas sueltas que surcaban suavemente las brisas entre vueltas y giros, para finalmente llegar al húmedo suelo. Algunas incluso llegaban a tomarse en el camino de la dulce pareja, quedando atrapadas en sus cabellos o ropa, que sin prestarles mucha atención a las mimas las dejaban estar. Puesto que el momento era más importante que una pequeña hoja. Al desviar por un momento la mirada al cielo, la hermosa luna se encontraba con una tonalidad bellamente rosada, rociándolo con ella la copa de los árboles y el camino que aguardaba frente a ellos. El cielo a su alrededor, se encontraba completamente despejado, dejando para su deleite un millar de estrellas, que iluminaban los cielos azulados. Adán en un descuido por el asombro del momento, dice por lo bajo.

- Que hermosa noche.

Kipo levantando la mirada, asiente contestando.

- La noche en Las Vistas nunca decepcionan. Siempre son tan hermosas.

- Sí que lo son. Al igual que cierta persona que conozco. - Desvía la mirada para verla a ella.

Kipo se sonroja y busca con su dedo en un acto reflejo un mechón de pelo, para después de darse cuenta que no sentía nada donde tendría que estar, ponerse aún más roja. Ella no lo decía siempre, pero le gustaba que Adán fuera tan condescendiente y atento. Siempre buscaba la manera de demostrar lo que sentía por ella, y la forma de hacerla sentir mejor por más mala que sea la situación o el momento, hacerla sonrojar, reír y enojar. Si bien la última no era algo que le gustara, aun así, lo amaba. Así era Adán y esperaba que nada en el mundo lo hiciera cambiar en su forma de ser.

Luego de esa caminata y llegar a las motocicletas, emprendieron camino a casa, donde se encontrarían con la familia nuevamente para cenar todos juntos, antes de irse a dormir. Puesto que el día siguiente, sería un día realmente duro para Kipo y Lobezna.

El ruido de los motores de las motocicletas, alerto a Song que estaba esperando junto a Lio el regreso de su hija. Cuando Kipo y Adán entraron a la casa, sus padres los reciben con un abrazo. Para luego llevarlos a la cocina donde la comida ya estaba servida. Esta era la primera cena que Adán tendría con los padres de su novia, lo cual lo ponina un poco tenso, no quería arruinarlo, por lo que procedió a actuar con suma cautela. En el transcurso de la cena, se dio cuenta de que no tenía nada por qué temer, los padres de Kipo y Lobezna, eran muy amigables y agradables, además de muy sueltos al hablar. Si tenía con que comprarlos, seria con un par de adolescentes. Una de las primeras cosas que tu vieron para contarles, fue de su charla con Ifrith y con Lexus. Al parecer les resultaron personas completamente contradictorias, incluso en sus mutaciones, los que los traía completamente asombrados, con esperanzas de poder investigar un poco más afondo sobre sus mutageno otro día. Esto llevo a Kipo a decirle a sus padres el problema de Ifrith, en el momento que la escucharon, se pusieron de acuerdo en trabajar juntos para poder encontrar alguna una forma para ayúdalo, dándole esperanzas a su hija.

Esta cena, este pequeño momento que Adán estaba experimentando, le recordaba a su familia. Hacía ya mucho tiempo que no los veía, y se preguntaba si se encontrarían bien. Pero teniendo en cuenta que su padre estaba aquí, le trajo una calma incierta. Su padre podría ser un desgraciado, pero no dejaría morir a su familia. De eso estaba seguro.

Al terminar de comer, Adán se ofreció a lavar los platos y Kipo se quedó a ayudarlo, mientras los demás se retiraban agradeciéndole, a excepción de Lobezna, quien se quedó un rato más junto a ellos. Mientras Adán lavaba, Kipo secaba y así apresuraron el proceso en gran medida. Lobezna tomado este corto tiempo en lo que ellos se encargan de eso, aprovecho a preguntar.

- Adán, Kipo, mañana empezaremos a entrenar juntos, pero ¿Realmente creen que podrán vencerlo? No me malinterpreten, no estoy diciendo que no confié en ustedes, es solo que me preocupan.

Adán deja por un momento lo que estaba haciendo, para secarse las manos y darse la vuelta apoyando sus manos en la mesada detrás de él, para así contestarle.

- No tienes por qué preocuparte Lobezna, mañana temprano te darás cuenta. Por otro lado, espero que estés preparada, no porque seas mi amiga o la hermana de Kipo tendré consideración, será un entrenamiento duro pero que sin duda les servirá para muchas cosas.

- Bueno si tú lo dices debe ser cierto, aun así, no sé porque algo no me gusta de este plan. Realmente algo no cuadra. - Lobezna bosteza mientras lanza los brazos estirándose, para luego rascarse la cabeza y el abdomen- Sera mejor que lo discuta con la almohada hoy ha sido un largo día, buenas noches chicos.

Despidiéndose, Lobezna se retira, dejándolos a los dos solos para que terminaran de lavar los plantos. Mientras Kipo terminaba de secar el ultimo plato, le hace una pregunta a Adán, mirando su reflejo el resplandor del plato seco.

- ¿Realmente crees que podamos vencerlo?

Adán la ve con los hombros encogidos y los brazos flexionados, sosteniendo con delicadeza a la altura de su abdomen, el ultimo plato que reflejaba su rostro entristecido. Algo le decía que estaba dudando de sí misma.

- Tranquila Kipo, puede que mi padre sea un tipo duro de roer, pero sin duda después del entrenamiento podremos vencerlo. Sera difícil, no voy a engranarte, pero juntos podremos con él. Eso es algo de lo que estoy muy seguro Kipo.

Dejando el plato sobre la pila, suelta el repasador y abraza a Adán.

- ¿Y esto Kipo?

Ella sin separarse y apoyando su mentón sobre su hombro le contesta.

- Abrázame.

Adán corresponde el abrazo, y con el tacto, puede sentir como el corazón de Kipo se tranquilizaba siendo cada vez las pulsaciones más lentas, hasta quedar completamente en calma. En ese momento Kipo lo soltó, rodeo con sus cálidas manos las mejillas de Adán y lo beso, para luego retirarse de la cocina y con una sonrisa invitarlo a la cama. Adán termino de ordenar los últimos trastes y la acompaño al cuarto, donde desvistiéndose hasta quedar en ropa interior durmieron abrazados toda la dulce noche.

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