Capitulo LXII

Antes de que lean esto, tengan en cuenta que puede que sea modificado entre el domingo y el lunes.

Retomando nuestra historia, Kipo, Adán, Lexus, Marck y Blex se encontraban dentro del albatros en dirección a las vegas, cuando sintieron que toda la aeronave se sacudió bruscamente de un momento a otro. Al estabilizarse Kipo se desabrocha el cinturón y corre a la cabina de mando para preguntarles al dúo a cargo de pilotear la aeronave que había sucedido, pero al llegar los ve sonriendo de forma extraña pues estaban sudando caudales de agua. Pero esto no detiene su pregunta.

– Chicos, ¿Qué fue lo de recién?

James le responde mientras aprieta con fuerza y nervios el timón apartando apenas la vista del frente.

– Niña, será mejor que vulvas a tu asiento y se sujétate fuerte ese cinturón, dile a los demás que hagan lo mismo esto se pondrá movido.

– Que quieres decir, ¿Qué ocurre?

James no le responde a su pregunta para concentrarse completamente en el frente. Pero John para darle su respuesta le hace un gesto con la cabeza apuntándole la ventana derecha, que era la de su lado de la cabina. Curioseando Kipo se acerca a ver, solo para apartarse rápidamente de la ventanilla y correr a su asiento, como culparla. Luego de ver una parvada de mega palomas que intentaban derribar al albatros chocando sus laterales sin cuartel.

Adán al verla alterada que regresaba a todo galope, le pregunta que había ocurrido, pero ella no respondió sino hasta haberse apretado bien el cinturón a su cintura y sus hombros.

– Chicos, si no están seguros de la firmeza de sus cinturones asegúrense de que lo estén, porque.

Nuevamente otro impacto es realizado contra el albatros logrando interrumpirla antes de terminar la frase y esta vez preocuparlos a todos a bordo, aun así, Kipo intenta terminar lo que quería decirles, pero esta vez se ve interrumpida por los altavoces.

– Dama y Caballeros, sujétense fuerte, una parvada trata de derribarnos, para quitárnoslos de encima iniciaremos maniobras evasivas. James quien hablaba es tapado por la entusiasta voz de John.

– ¡Sera divertido! la sensación es parecida al de una montaña rusa, ¡Ja,Ja,Ja!

La risa contagiosa de John se le pega a Lexus y Marck, quienes no paraban de reír, haciendo enfadar a Kipo.

– ¡Como se pueden reírse en esta situación!, ¡podemos morir!

A lo que Lexus le responde.

– Por eso mismo es gracioso, ¡Ja, Ja! - Lexus hace una pausa al sentir que todo el fuselaje temblaba, para luego rematar. – Oh aquí vamos.

James, empuja todo el timón hacia adelante a la vez que lo hacía hacia la izquierda, el albatros comenzó la caída en picada mientras se alejaba de los megas gracias a la velocidad que ganaba minuto a minuto por brusco descenso, pero era lento en cuanto a su maniobrabilidad, lo que en consecuencia tuvo que los megas los alcanzaran, parece que las tonterías no nos los sacaran de encima se dijo a sí mismo, para verlo a John y gritarle.

– ¡John!

– ¡Dime!

– ¡Necesitamos usar eso!

– ¡¡AH!! ¡Eso sí que no ocurrirá!

– ¡Lo usamos ahora o morimos a cusa de estos enormes pollos!, tú decides!

– ¡Sabes que te odio ¿verdad?!

– ¡Si!, ¡me lo dices a diario!, ¡cómo no saberlo!

– ¡Esta bien! - John le da una patada al tablero del enojo y prosigue. – ¡Tú ganas!, úsalo a voluntad.

James sonríe y entre cierra los ojos colocándose nuevamente su casco de piloto, en el cual tenía grabado de color rojo una pequeña calavera con un uno por ciento, el cual aseguraba él le traía buena suerte.

Así que con el consentimiento de John por lo que le iba a hacer al albatros tomo el acelerador, lo empuño hasta el tope y levanto una tapita en el tablero que protegía un botón con una calavera que entre cruzaba unos huesos formando una X. Dicho botón pasaba al albatros de avión a helicóptero al cambiar sus alas de horizontal a vertical, ustedes se preguntarán porque el miedo o mejor dicho enojo de John bueno, que creen que ocurre con las alas de una aeronave que no están diseñadas para resistir tal cantidad de peso y fuerza generada por el estado en picada.

Presionando el botón, el albatros inicio su ciclo como había sido programado, creando un golpe repentino pegando todo al suelo del fuselaje, mientras James de los nervios reía, llevando el timón a su pecho y rogando porque el trabajo de John en esas alas resistiera tal brusca maniobra. Tal hazaña buscaba revertir su caída por una elevación espontanea, al tener a los megas detrás suyo estos no podrían imitarlo por lo que seguirían de largo, dándoles tiempo para pasar al modo avión y alejarse lo más rápido posible de ellos, o al menos ese era el plan. El pobre albatros rechinaba por todas partes, mientras John lo acariciaba y le susurraba.

– Vamos bebe, aguanta, aguanta por favor, solo un poco más.

Por su parte James utilizaba todas sus fuerzas para mantener el timón sujeto cerca de su pecho, pero su fuerza se agotaba, y de nada ayudaba el sentir que el fuselaje que los sostenía comenzaba a ceder con pequeñas fracturas. Así que mientras apretaba los dientes y cerraba los ojos le dijo a John.

– Viejo ayúdame con esto o nos haremos pedazos.

– Que quieres que haga.

– Vamos piensa viejo, hay algo que puedas hacer para sellar estas pequeñas grietas, si se extienden todo se ira al infierno.

Piensa, piensa se repetía en su cabeza John, buscando una posible solución a su problema, pero la presión que tenía con la cuenta regresiva en su contra le nublaba la mente. De pronto, en un tiro del destino recordó el sellador, eso debería de tener la suficiente fuerza como para solucionar temporalmente su problema, pero solo le resultaría difícil de lograrlo a tiempo, optando por pedirle ayuda a la tripulación. Abriendo la puerta del armario de la cabina tomo cuatro pistolas selladoras dirigiéndose entre golpes y sacudidas hasta Kipo y compañía.

– ¡Necesito su ayuda y rápido! - Les grito desde las escaleras.

– ¡¿Qué fue eso de hace un momento?! - Pregunto Adán.

A lo que John respondió rápidamente.

– Hijo, no es momento de preguntar idioteces, sino de ayudar, ten. - Le revolea una de las pistolas a sus manos.

– ¿Qué es esto? - Pregunto confundido.

– Una pistola de sellador, la usaras para ayudarme a sellar las grietas en el fuselaje, y ustedes también, Niña, tipo raro de la máscara y el loco con bata.

– ¿No necesitas mi ayuda? - pregunta Blex.

– No tengo más pistolas y eres torpe con las manos. Señoritas ya tienen una tarea a trabajar si es que no quieren morir, Ja, Ja, Ja.

Esa actitud tan despreocupada que tenía sin duda le resultaba molesta a Kipo, pero no era el momento para distraerse con eso, o todos podrían morir en un abrir y cerrar de ojos, poniéndose manos a la obra comenzaron a sellar las grietas del fuselaje con mucho cuidado, pero a gran velocidad, mientras John volvía a la cabina junto con James.

Escuchando James como la puerta se abría y cerraba a sus espaldas pregunta un tanto preocupado, pero sin quitar la mirada de lo que tenían en frete o soltar el timón.

– ¡John idiota! que haces aquí ponte a arreglar el maldito avión.

– No hace falta, los pasajeros lo están haciendo.

– ¡¿Qué?! ¡¿Por qué le diste las pistolas?! ¡¿Siquiera saben usarlas?!

– No tengo idea, pero no hay tiempo para averiguarlo ni explicares, espero sepan, o este será el último viaje del albatros y el de todos nosotros.

– ¡Vete al carajo!

– Deja de llorar y cállate, céntrate en mantener esto en vuelo, tengo un presentimiento con estos chicos.

– Al menos si solo te vas a quedar hay sentado, toma el timón y ayúdame a sostener el peso.

John haciéndole caso tomo el timón del copiloto y lo llevo hacia él imitando a James, reduciendo de esta manera la fuerza que estaba ejerciendo y evitando que siguieran cayendo. El plan del audaz piloto estaba dando resultados después de todo, los megas pasaban de largo al albatros evitando el estrellarse con este, mientras reducía la velocidad de caída, para poco a poco ir transformándose en ascenso, hasta finalmente romper la fuerza de caída ejercida por el avión y comenzar a elevarse rápidamente, evitando a los últimos megas y perdiéndolos entre las enormes y esponjadas nueves.

El haber logrado sobrevivir a esta experiencia de pesadilla no había sido nada más ni nada menos que producto del trabajo de todos en la aeronave, pero principalmente de los pasajeros, quienes al parecer habían sellado todas las aperturas que se generaron.

Viendo John que James tenía todo bajo control y el avión se encontraba estable, salió de la cabina para ir a ver el estado de sus pasajeros, pero al llegar lo que vio lo sorprendió, los cuatro estaban recostados contra el Mustang y las grietas estaban todas perfectamente cubiertas, lo cual solo podría ser logrado por un buen artesano en condiciones tan adversas o alguien con nervios de acero, llevándolo a preguntarle a todos en general desde lo alto.

– ¿Señoritas ustedes hicieron todo esto?

A su pregunta solo hubo una respuesta de afirmación asintiendo con la cabeza, pues estaban agotados por el arduo trabajo, Lexus en su mente pensaba en las tantas maneras que podría responderle a tal estúpida pregunta, pero prefirió dejarlo pasar. James viéndolos hacer esa pobre reacción prefirió dejarlos descasar un momento, se lo habían ganado.

– Señoritas ya no tendrán de que preocuparse, déjenos el resto a nosotros y ustedes descansen, no queda mucho tiempo para llegar.

De esta manera lo que se supondría sería un viaje tranquilo había pasado por un pequeño vuelco para volver a su curso, esperando solamente que llegaran a salvo a las Vegas mientras ellos descansaban. El tiempo paso mucho más rápido de lo esperado, y al cabo de una hora ya se encontraban estáticos sobre la gran ciudad. James salió de la cabina para ir con sus pasajeros y anunciarles su llegada.

– ¡Despiertes princesas, hemos llegado! – Les grito a todos apenas despertándolos.

Kipo despertando, medio dormida le hace una sucesión de preguntas, mientras se secaba la saliva de la boca y estiraba los brazos.

– ¿Qué ocurre? ¿Ya llegamos? ¿Tan rápido?

– Si el tiempo vuela, cuando duermes, ahora levántese hay cosas que preparar para el aterrizaje.

– ¿Qué hay que preparar? - pregunta confundida.

– En ocasiones normales nada, pero como tuvimos cierto problema con esos megas alguien tendrá que bajar, pedir una soldadora y varias herramientas para que John pueda iniciar con las reparaciones, o este bebe no podrá llevar a las Vistas, dalo por seguro.

– Entonces ¿Qué debemos hacer?

James camina hacia la compuerta de carga y baja la palanca, para que comenzara a abrirse.

– Saltaran.

– ¿Pero por qué? Puedes aterrizar y luego pedir las herramientas.

– Se perderán la diversión de saltar en paracaídas, ¿enserio? – Vamos será divertido solo deben

Antes de que pudiera terminar la frase, John pasa corriendo al lado de Kipo solo para saltar con ambas patas y patear el pecho de James lanzándolo fuera del albatros, mientras este le gritaba en plena caída.

– ¡Heres un desgraciado John!

– ¡Ja, Ja, ¡Ja! Nunca deja de ser divertido. - Exclama este mientras se ponía de pie.

Kipo quien no podía creer lo que había hecho, levanta uno de los paracaídas de debajo de los asientos y no duda en saltar del albatros para ayudarlo.

–Ju, ju, que intensa la chica. Bueno que están esperando, o saltan o los pateo fuera, ustedes deciden.

Uno por uno, levantaron los paracaídas comenzando a saltar. Adán particularmente en plena caía muto sus ojos para identificarla y poder acercarse a ella, ganando velocidad juntando sus piernas y brazos a los lados, a la vez que maniobraba con su cuerpo. Mientras él se aceraba Kipo intentaba sujetar a James, pero le resultaba difícil, cada vez que estaba a punto de sujetarle la mano se alejaba unos centímetros evitando que pudiera atraparlo, lo que volvía la situación engorrosa.

– ¡Oh por el amor de dios, quédate quieto, estás haciendo esto más difícil de lo que es James!

– ¡Y tú crees que quiero hacerlo niña!... ¡estamos cayendo por todos los cielos!

Adán al acercarse a Kipo sujeta su correa para accionar el paracaídas, pero al momento de dar el tirón, ella le da un golpe en la mano para que la soltara, mientras enfadada le dice.

– No te atrevas.

– Pero como sigas de esta manera no llegaras a nada, déjame salvarlo tu solo activa el paracaídas.

James cada vez se alejaba más de ellos, quien habían elegido un mal momento para discutir y él no se quedaría callado mientras su vida peligra.

– ¡Oigan ustedes!, pueden búsquense un cuarto luego, pero antes sálvenme, ¡quieren! El que quiera, ¡pero sálvenme con un carajo!

Kipo analizando la situación rápidamente reconociendo que no tenía la experiencia necesaria como para poder ayudarlo a tiempo, dándole lugar a Adán.

– ¡Esta bien! Tú ganas, sálvalo. - Exclamo antes de activar su paracaídas, alejándose de ellos.

– Bien James solo quedamos nosotros, si quieres que te salve, tenientes que estabilizarte, solo así podre amarrarte a mi paracaídas.

– ¿Cómo diablos hago eso?

– ¿Eres piloto y no sabes eso?

– Oye, soy piloto, no paracaidista. Extraño eres tú, ahora dime que hacer.

– De acuerdo, bien, extiende tus brazos y piernas, así dejaras de girar, y cuando me acerque a ti, tienes que quedarte quieto, o repetirás lo que paso con Kipo y no podré hacer nada, ¿entendiste?

James levanta el pulgar afirmando que había entendido el plan, extendió los brazos y las piernas logrando de esta manera estabilizarse tal y como Adán había dicho, ahora estable. Adán se acercó por detrás y lo engancho al paracaídas, accionándolo de inmediato, comenzando un lento descenso hasta la tierra.

Al regresar a salvó a la tierra Adán suelta a James y espera la llegada de Kipo pues tenía algo que discutir con ella ahora que estaban a salvo. Llegando al suelo Adán la recibe ayudándola con el paracaídas, para luego encararla y decirle.

– Kipo, tenemos que hablar.

Kipo preocupada pero intrigada le pregunta.

– Hablar, ¿sobre qué exactamente?

– Sobre tu errático comportamiento ahí arriba, no eres así, y eso me temo que me preocupa. Por eso te pido, por favor, hablemos en privado.

Ella no estaba segura, pero podía darse una idea de lo que se venía, así que sin responderle con palabras lo tomo de la mano y se alejaron del lugar, pero no sin antes pedirle a James que esperara a que el resto cayera y fueran juntos por las herramientas, ya que ellos dos no podrían, a lo que, a modo de hacer gracia, James le contesta.

– Problemas en el paraíso he jovencitos.

Kipo optó por no responderle, pues solo era una broma y prefería guardar sus cargas para luego. Apartándose lo suficiente llegaron a una vieja casa en ruinas, dónde nadie los molestaría, entonces Kipo dijo.

– Dime Adán, ahora estamos solos y nadie nos interrumpirá.

Preocupado Adán le pregunta a ella.

– Kipo, quiero que me respondas solo con la verdad, ¿Por qué no querías tomar mi ayuda?

La pregunta, si la esperaba, pero la respuesta que ella tenía que darle no sabía cómo expresarla.

– yo, no... No lo sé.

– ¿Como que no lo sabes Kipo? Pregúntale a Paix para que te ayude.

– No, no es eso, si se la respuesta, es solo ¡aah! -suspira volviendo a empezar

– Es solo que no sé cómo expresarla. Termina por responderle mientras se sienta mirando el suelo con las rodillas llevadas al pecho y su cabeza entre estás. Adán viéndola decaída, hace un esfuerzo por ayudarla sentándose a su lado mientras suspira unas palabras.

– Kipo no lo pienses demasiado, solo dímelo y lo resolveremos juntos.

Kipo se quiebra y le responde con la voz ronca y entrecortada.

– Me siento una inútil.

– ¿Que? ¿Por qué?

– Por todo, nada me está saliendo bien últimamente, no pude ayudar a Lexus, no pude vencer a Dani ni pude evitar que nos capturaran. Casi me matan de no haber llegado Sunder Gar estaría muerta, no pude apagar el fuego a tiempo y gracias a eso la mitad desapareció en cenizas, por mi culpa casi matan a Ifrith. No pude evitar que Sunder Gar peleará y por culpa de eso casi lo matan y ahora no puedo sostener la mano de alguien que está cayendo, dónde su vida está a unos pocos centímetros de mi mano y aun así no logro alcanzarla... Yo.... Yo pensaba que, si lo lograba, si podía sujetarle la mano y salvarlo ya no me sentiría de esta manera y por eso no quería tu ayuda. Si se cómo suena Adán. Pero esto me está devorando por dentro, está impotencia, de no poder hacer nada a pesar de que todos está, tan a mi alcance.... Se escapa y quedó nuevamente sin poder hacer absolutamente nada....

Antes de terminar de hablar Kipo ya moqueaba y algunas lágrimas se escapaban de sus ojos. mientras ella se las secaba con las palmas de sus manos, pero al terminar si bien tenía cortas respiraciones ya no emitía lágrimas.

Adán pasa el brazo pegado a ella por su espada acercándola a su pecho para luego contestarle.

– Escúchame, no pienso que seas una inútil y no tendrías que sentirte así o pensar eso de ti, te estás enfocando en lo malo, pero no estás viendo lo bueno de esto. - Adán hace una breve pausa, mientras ella levantaba levemente la mirada.

– Lo de los caníbales nadie podía saberlo, y no puedes culparte por eso, no eres un soldado, que tiene que saber cómo pelear o rastrear o saber que era una trampa, por otro lado, yo si lo soy y aun así no supe lo que estaba pasando hasta que fue demasiado tarde, y eso es algo con lo que tendré que lidiar más tarde, pero viéndolo desde otro punto de vista, el fuego lograste apaciguarlo de forma ingeniosa, de no haberlo hecho hubiera consumido todo el bosque, poniendo a las personas en peligro mortal, tú los salvaste Kipo. Y con Sunder Gar, que podías hacer, que podíamos hacer, le dieron a elegir, y tomo una decisión, ¿podrías haber entrado en la arena y detenerlo?, sí, pero si lo hubieras hecho, estaríamos en serios problemas, y créeme cuando te digo, que a veces aguantar este tipo de situaciones es muchísimo más difícil que pelear un combate. Pude ver cuándo te separaste del barandal las marcas de tus manos grabadas en el, realmente hiciste un esfuerzo muy grande para no interferir y eso es digno de admiración.

– Así que Kipo te lo repito nuevamente, no eres una inútil, eres valiente, lista, encantadora y radiante, nada en este mundo podría cambiar quién eres en verdad Kipo. Cuando tengas estos conflictos internos, recuerda estas palabras, siempre tendrás amigos y familia que te apoyan, yo te apoyo. Piensa en eso cuando tengas dudas y desaparecerán solas como si un faro las despejará a esas feas neblinas negras que no te dejan ver el horizonte.

Kipo lo abraza en ese hermoso momento, para agradecerle por todo a la vez que mojaba su chaqueta con pequeñas lagrimitas que corrían por sus mejillas, al terminar y abrir sus ojos se separa de él sonrojada mientras junta sus manos, esperando lo que ocurriría a continuación. La charla no era todo, aún había lago que quería darle a Kipo, Adán toma su collar, la levanta y la mira firmemente para decirle mientras lo hacía.

– Como ya sabes este collar es muy importante para mí, al igual que lo eres tú ahora, por eso quiero que lo lleves contigo, junto a tu corazón, así siempre podrás llevar una parte de mi contigo a donde sea que vallas, si tienes dudas solo mira el colmillo te traerá los buenos momentos y te sentirás mejor, a salvó, en paz. - al terminar Adán retira de su cuello el tan preciado amuleto y lo apoya lentamente en las manos de Kipo.

Teniéndola ahora en sus cálidas manos la contempla durante unos minutos y al mirarlo a los ojos le contesta.

– Adán, no, no puedo aceptarla, es muy valiosa para ti.

– Tranquila, yo te la estoy dando, y si es así entonces está bien, nadie nunca la había tocado más que yo, pero ahora es tuya, espero te traiga tanto paz, como me la dio a mí.

Sujetando el colmillo con fuerza dentro de su puño y le responde.

– La atesorare por siempre Adán, gracias.

Al terminar le quita el seguro pasándola alrededor de su cuello y Adán viendo que le resultaba difícil volverla a enganchar, la sujeta por ella diciéndole.

– Déjame ayudarte, puede ser difícil las primeras veces.

Kipo se voltea dándole la espalda para que así le fuera más sencillo engancharla, y al sentir que el collar se deslizaba por su piel, supo que ya había terminado, mirando hacia su pecho encontrado el collar, lo tomo por el colmillo mirándolo con los ojos entre cerrados y una mirada relajada, extrañamente, el verlo realmente le traía paz.




Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top