Capitulo LIV "Al filo de la vida"

Con la situación controlada y el fuego extinto nuestro grupo de amigos tendría que ponerse en marcha de regreso a la ciudad.

- Adán Le susurro Kipo al oído.

- Dime.

- Sé que voy a arruinar el momento tan lindo que se has creado, pero debo decirte algo. debes afeitarte la barba.

Adán la sujeta de los brazos y la aleja lo suficiente como para poder verla a los ojos.

- ¿Porque?

- Es muy puntiaguda y pica cuando te beso.

- Tienes un punto está bien de regreso lo haré. Ahora hay un asunto entre manos que tenemos que tratar antes de regresar a la ciudad.

La mirada de Kipo cambia a una mucho más seria, al entrecerrar los ojos y quitar su agradable sonrisa.

- Sunder Gar.

- Exacto, parece que aquel soldado te dijo todo.

- No todos los detalles, pero si lo suficiente como para saber lo ocurrido. Ahora deben de estar en lo que queda del pueblo junto a Miller y Blex.

Lobezna se acerca a la pareja e interrumpe la charla.

- También se encuentra Quimera y Kaisser con ellos.

- Espera ¿Qué, ellos están aquí?

- Sip, insistieron en venir, o mejor dicho no tuvimos opción.

- Okey, entonces volvamos y decidamos que hacer con este asunto

Un fuerte ruido los interrumpe nuevamente, Kipo voltea buscando el aquello que lo había provocado y al hacerlo allí estaba Ifrith tendido en el suelo, sangrando por los lugares donde anteriormente lo habían herido. Debido a la adrenalina del momento y el tener que reaccionar rápidamente ella no pudo pasar por alto las heridas de Ifrith al pedirle que los ayudara con la tala de los árboles, lo que empeoró su estado físico desproporcionadamente.

Kipo y Adán se acercaron a Ifrith arrodillándose a su lado mientras desesperadamente pedían a gritos la ayuda esperando que los médicos acudieran a ayudar. Las ojeras de Ifrith se encontraban negras y sus ojos perdían a cada segundo que pasaba cada vez más su brillo, Ifrith se estaba yendo, y esto solo emporaba, su piel se tornaba pálida mientras perdía el calor y empezaba a ahogarse con su propia sangre.

- Ifrith, ¡No! No puedes morir, ¡AYUDA! - gritaba Kipo esperando que llegaran.

Aquellos que antes habían ayudado a Adán con sus quemaduras se aproximaron corriendo en respuesta a los gritos de Kipo y la petición de ayuda de Adán. Ambos se arrodillaron al otro lado de Ifrith he realizaron un rápido diagnóstico.

- Rápido tenemos que voltearlo, se está ahogando y no puede respirar.

Sin dudarlo Kipo, aunque se encontraba muy asustada por lo que le estaba pasando a su enorme amigo, logro calmarse un poco y ayudar a los médicos junto a los presentes para ponerlo de lado.

Uno coloco su mano en la garganta del herido corroborando si se encontraba inflamada, lo cual no era el caso por lo que no haría falta una intervención de cuchillo, pero las heridas en su cuerpo los tenían preocupados. Una de ellas atravesó muy cerca del corazón, mientras la otra había atravesado su hígado rompiendo a su paso varias costillas, el hecho que haya dejado las lanzas clavas podría haber sido la diferencia entre que este ahora con nosotros y el que no. Aquel que había solicitado que lo ayudaran a voltearlo retiro del botiquín unas cuantas gasas empezando a rodear el lugar de las heridas amarrando bien las puntas que aún permanecían clavadas en el cuerpo para que no se movieran evitando más lesiones internas.

- Escucha Kipo

Dijo el médico tratando de distraerla, aunque su corazón se aceleraba las respiraciones se hacían rápidas y cortas, los nervios le hacían temblar las manos drásticamente, tenía que calmarla y tenía que ser rápido ¿pero, cómo? De la nada un sonido seco se hace presente, Lobezna le había dado una cachetada, para acto seguido, sostenerle ambas manos.

- Tienes que calmarte Kipo.

Todos asombrados por el suceso cometido por aquella pequeña no tenía precio.

Kipo abre bien los ojos y la mira fijamente, sus manos ya no temblaban, sus pensamientos regresaban a la normalidad, el corazón latía cada vez más lento, sus emociones se calmaban y el ardor he dolor por la bofetada comenzaba a sentirlos. Soltando sus suaves y pequeñas manos le agradase.

- Gracias Lobezna.

- Cuando quieras amiga.

El medico al notar que volvió en sí, prosiguió.

- Escucha, tenemos que volver pronto a la ciudad donde tenemos las herramientas y el personal para poder tratarlo, pero tiene que ser rápido o no lo lograremos a tiempo. No puedo creer que aun siga con vida ciertamente es un hombre muy fuerte.

- Nunca dudes eso. Adán, Lobezna, pueden encargarse de llevar al resto de regreso, yo me encargare de Ifrith.

- De acuerdo, ve.

- Gracias chicos.

Kipo muta ahora en mega cargando en su lomo a los 2 médicos y a Ifrith para salir así corriendo a toda velocidad en dirección a la ciudad, decidida a salvar la vida de su amigo.

Adán se hace cargo de la situación que Kipo había dejado atrás

- Muy bien muchachos, regresamos al poblado.

Lexus pasa a su lado preguntándole.

- El grandote ¿estará bien?

Adán sorprendido por la pregunta le contesta.

- No te preocupes, es un tipo fuerte, esto no lo parara.

Lexus inclina levemente su sombrero y prosigue diciendo en voz baja, pero lo suficientemente alta como para que Adán apenas lo escuche.

- Hasta la espina más pequeña puede derribar a un enorme elefante si sabes dónde clavarla.

Adán voltea para verle la espalda mientras este se alejaba y un silencio incomodo se generaba en el ambiente, él quiso preguntarle a que se refería, pero por dentro sabía perfectamente la respuesta, lo que lo hacía enfurecer por dentro, no por lo dicho, sino porque tenía razón. Las condiciones de victoria para nuestro gran amigo estaban completamente en su contra, solo un milagro podría salvarlo.

Adán, Lexus, Lobezna, Benson, Davo y los soldados retomaron su regreso al campamento para recoger a Sunder Gar junto a los soldados rezagados y volver a la ciudad. Llegando al poblado Blex los estaba esperando en las afueras, quien ni bien escucho el sonido emitido por la camioneta fijo su mirada en aquella dirección, cuando los vio se acercó intrigado para preguntar lo que había sucedido.

- ¿Adán que ocurrió? ¿Por qué Kipo se dirigía con tanta prisa a la ciudad?

- Es Ifrith. Se encontraba severamente herido, pero aun así ayudo en el control del fuego, lo que empeoro su estado y ahora Kipo lo está llevando a la ciudad para salvarle la vida.

Adán desvía la mirada.

- Pero

- ¿Pero, qué? Deja de hacer esas pausas. - lo interrumpe Blex un tanto exaltado.

- Su estado es crítico, Kipo, al igual que todos nosotros pensamos que puede salvarse, aun así, las condiciones de su recuperación lo dejan completamente en su contra.

Lexus se hace camino en su conversación

- No me incluyas en tu nosotros.

Blex lo toma de la gabardina acercándoselo a la cara.

- ¿Qué quieres decir?

No se dejándose intimidar coloca una mano sobre la muñeca que estaba sobre él y la aprieta con todas sus fuerzas librándose de su agarre para luego, de un rápido movimiento, levantarlo por los aires haciendo caer de espalda al suelo.

- No vuelvas a amenazarme. Nunca más. - Le contesto mientras lo miraba desde lo alto con una mirada amenazante que infundía el miedo.

Adán interviene alejando a Lexus y ayudándole a Blex a levantarse, en el transcurso de la acción aprovecho para contestar a su la pregunta que le había hecho Blex a Lexus.

- Lexus dijo eso, porque las lanzas que hirieron a Ifrith impacto una muy cerca del corazón y la otra cerca o en el hígado. Sea cual sea el caso, las heridas en circunstancias normales hubieran matado a cualquier hombre o mujer. Tendremos más detalles al regresar a la ciudad, ahora no hay nada más que podamos hacer por él más que esperar. Llevemos a Sunder Gar a la ciudad donde junto a los demás decidiremos que hacer, pero antes de eso. - Adán lo toma del brazo y se lo lleva alejándolo de los oídos de los soldados quien se encontraban cerca de ellos.

- Con relación al asunto de los caníbales, ¿pudieron encontrar alguno?

- De encontrar encontramos, pero no con vida, todos terminaron muertos, los soldados fueron mucho más rápidos que nosotros en ese sentido.

- ¡Maldición! Esperaba darle una buena noticia para variar, pero está bien, ven vamos, volvamos a la ciudad.

Ambos regresan junto a los soldados reuniéndose con Miller y el resto.

- Suban a Sunder Gar a la gran loba, tenemos que partir, que un par de soldados suban con él.

Con la orden dada por parte de Adán quien había tomado el mando de los soldados, subieron a Sunder Gar poniéndose en marcha a la ciudad, atravesando nuevamente la humedad de la jungla solo que esta vez mucho más lento. Los soldados y todos en general se encontraban agotados por los sucesos ocurridos esa tarde, tal fue así que recién al caer el sol se encontraban en el desierto, lo que dificultaba en gran medida su marchar, la oscuridad de la noche, el frio del desierto y los vientos áridos complicaban todo, por suerte la gran loba encabezaba la marcha proporcionándoles un camino iluminado y al frente de esta, Quimera y Kaisser quienes conocían el territorio como la palma de su mano evitando evitándoles los terribles peligros que aguardaba el desierto al caer la noche. Algo que sin duda llamo la atención de Adán fue que Sunder Gar durante el retorno no dijo ni una sola palabra ni se resistió al arresto.

Agotados, pero con éxito lograron su retorno a salvo a la ciudad. Los soldados se retiraron al lugar designado para los miembros del convoy mientras Adán y resto del grupo termino yendo directo a la pirámide donde creían que encontraría a Kipo con información del estado de salud de Ifrith. Al llegar no la encontraron, sino que en su lugar estaba Amelia, quien los estaba esperando.

- Muchachos, Kipo se encuentra en el hospital de la madriguera, era el único lugar con una sala quirúrgica en condiciones donde poder operar a su amigo.

- Perfecto, pero antes de ir, Amelia, ¿sabes la situación de Ifrith? - Pregunto Adán.

- Actualmente solo puedo decirte que ni bien llegaron se internaron dentro de la sala y desde entonces nadie salió, más que Kipo quien fue retirada del lugar por el personal de seguridad.

- ¿Qué? ¿Por qué?

- Se negaba a salir del lugar y en una operación no puede haber nadie más que el personal médico necesario para tratar el problema.

- Mmh, entiendo, ¿alguien la está acompañando?

- Si, Marsha esta con ella y yo estaba por ir también.

- Antes de eso, hay un asunto.

- ¿Cual?

- Él. - Dijo Adán mientras señalaba a Sunder Gar.

- ¿Que ha hecho? No iba a salvarlos, ¿cómo es que ahora está esposado?

- En términos generales no puede estar suelto y andar por ahí libremente ya que intento incendiar el bosque entero con el justificativo de matar a unos de los caníbales que habían escapado.

Amelia no tarda en dar una respuesta acertada, mientras da una señal con la mano para que dos de los guardias de los perros dorados se llevaran a Sunder Gar.

- De acuerdo haremos esto, lo encerraremos en los calabozos de la pirámide y mañana decidiremos que hacer con él con todos presentes. Será juzgado y no simplemente condenado, después de todo somos civilizados y no unos simples salvajes. Ahora lo que más importa es ir a ver como se encuentra su amigo.

Cuando ella terminó de hablar, Miller dio un paso al frente y le solicito indicaciones de cómo llegar al calabozo. Amelia al preguntarle el porqué, Miller solo le contesto alejándose de ellos.

- Sunder Gar puede que haya cometido un grave error, pero por eso no deja de ser un superior, un amigo y alguien a quien respeto, así que iré a hacerle compañía hasta la llegada de la hora del juicio.

Miller siguió las indicaciones para llegar junto a su oficial mientras los demás se dirigían al hospital de la madriguera esperando recibir noticias de parte de los médicos.

Una vez en el calabozo, le pidió a uno de los guardias que le dijera en cuál de las celdas se encontraba su amigo. Bajo órdenes de Amelia, no se necesitó más que mencionar su nombre para que accedieran a darle lo que pedía, guiándolo por un largo pasillo hasta la celda oscura donde lo habían encarcelado. Estado parado frente a él se sentó a un lado de la celda aguardando en silencio a que le dijera algo.

- No te quedes hay sin decir nada, idiota.

- Señor, con todo respeto, yo no soy quien le debe una explicación a alguien.

- Quieres saber él por qué ¿cierto?

- ¿Usted qué cree?

- No tiene sentido excusarme. Si eso es lo que quieres, pues no la tengo.

- Siempre existe una razón detrás de todo.

- Si así será tu compañía será mejor que te retires.

- Sabe que no lo haré hasta obtener una respuesta.

- Nunca cambiaras - Sunder Gar toma una gran bocanada de aire y suspira, mientras se sienta contra la pared de la celda cerca de Miller.

- Había un enemigo que escapo y tenía que erradicarlo.

- Esa excusa es mentira, quemar todo el bosque comprometiendo la vida de la ciudad que nos recibió solo para eliminar supuestos enemigos que habían escapado, señor piense una mejor escusa, un hibrido estaba con usted, ellos no pierden el rastro de sus presas nunca.

- Entonces no sé qué quieres que te diga.

- La verdad.

- De acuerdo, desde el momento que Adán muto en mega ya sabía lo que ocurría, lo sabía bien. Solo les seguí el juego porque quería saber hasta dónde serían capaces de llegar, pero cuando se detuvo y volvió a la normalidad dando esa excusa mediocre los soldados empezaron a cuestionar si era verdad lo que decía y si descubrían que eso había sido una trampa para distraernos, su confianza en Kipo podía llegar a decaer críticamente, lo que desembocaría en un gran caos. Distraerlos y retirar ese pensamiento de sus mentes se podría lograr con algo grande poniéndome a mí como el malo, el cuestionado, pero solo funcionaria si Adán tomaba las riendas de manera inmediata controlando la situación, no esperaba realmente que se descontrolara tanto.

Al terminar el silencio se hace presente, un largo y duradero silencio.

- Deberías ir con los demás a ver como se encuentra Ifrith.

- No hace falta señor, estoy seguro de que estará bien, si mañana le cuenta esto a los demás, de seguro lo entenderán y lo dejarán en libertad.

- ¿Y de verdad crees que me creerán? No sea ingenuo Miller, nadie me creería después de lo que hice.

- Puede que tenga razón, no todos confiaran en su palabra, pero hay por lo menos uno de ellos que si lo hará y tiene mucho peso entre todos.

Sunder Gar con los ojos cerrados, una sonrisa en la cara y Miller con una mueca mirando hacia el techo del oscuro pasillo mencionan a la vez.

- Kipo.

Siguiendo con nuestro grupo de amigos quienes se encontraban ya en la inmensa puerta de la madriguera.

Al adentrarse Amelia los detuvo.

- Esperen aquí, voy a ir a avisar a los guardias que traigan transporte, nos moveremos más rápido de esa manera.

Amelia se retira a un edificio construido en la misma roca a un lado de la puerta, al cabo de unos minutos, lo que parecía ser los portones de un garaje le alzan dejando ver cuatro enormes camionetas modificadas con un aspecto que les resultaba muy familiar, Adán desvía la mirada lentamente hacia Lobezna.

- ¿No se te hacen familiar?

A lo que le responde fríamente.

- Usaron el modelo de la gran loba para reproducirla en masa.

- Okey, que fría. - Murmuro Adán.

Los enormes he imponentes vehículos se acercan a ellos, y desde la ventanilla Amelia les indicaba que subieran a bordo. Con todos listos y preparados emprendieron su corto recorrido por la madriguera humana la cual poco a poco se estaba quedando vacía, explicaba Amelia, que de no ser por las fábricas, herramientas e infraestructuras el lugar lo habrían dejado hace tiempo, pero el desperdiciar tan buen material no valía la pena.

Anticipándose a las preguntas de los curiosos, explicaba que transportar todas esas cosas a la superficie requería tiempo el cual estaban usado en la construcción de las nuevas instalaciones las cuales les darían uso.

Mientras más se adentraban en la madriguera, la luz era más escasa, llegado al punto en el que la luz simplemente desapareció quedando sumergidos en una intensa y prolongada oscuridad, el único foco pequeño de luz eran los faros de las camionetas, pero no eran suficientes para saciar el basto vacío, llegados un punto, al final del túnel, una intermitente luz color zafiro se hacía presente ante ellos, los conductores aceleraron atravesando la boca del túnel, revelando ante los brillos y enormes ojos de nuestros visitantes cargados con emoción y asombro por lo que estaban contemplando.

Una inmensa y basta cueva, con un techo que parecía no tener fin, pero allí arriba por lo alto, cientos de miles de pequeños puntos azulados iluminaban ese enorme techo, al bajar la mirada una enorme ciudad completamente iluminada con ayuda de reflectores dejaba al deslumbre del publico sus grandes edificios, una ciudad una ciudad que parecía no haber sido afectada por el pasar de los años, realmente algo maravillo.

Los vehículos se fueron acercado cada vez más a este mágico lugar terminado por entra en el mismo, mostrándoles una gran cantidad de letreros de diversos tipos que indicaban lo que podrían hallar si entran a estos establecimientos, siguiendo su recorrido por aquella calle principal por la cual habían entrado, terminaron a las puertas del tan ansiado hospital y destino de nuestro grupo de amigos.

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