Capitulo LI " El inicio del desastre"
– ¡Adán, detente!
Gritaba Kipo mientras lo envestía por uno de los laterales evitando que matara a otro de los caníbales, pero el salvarlos de él no los salvo de uno de los soldados que pasaba por las cercanías. El cual, sin titubeo alguno, disparó su arma matándolos al instante.
Kipo lo tenía sujeto de los brazos contra el suelo, utilizando todas sus fuerzas sumadas al propio peso de su cuerpo.
– Adán tienes que calmarte por favor, tú no eres así, ya no. - Gritaba Kipo repetidas veces, tratando de que Adán se tranquilizara para que entrara en razón.
Adán seguía sumergido en la ira y rabia que sentía al no haber podido hacer nada para ayudar a su amada cuando estuvo a punto de morir, de no haber sido por Sunder Gar y sus hombres. Este pensamiento que no abandonaba su cabeza, no le permitió procesar lo que Kipo le estaba diciendo, no actuaba con cordura solo por instinto.
Al notar que no entraba en razón, Kipo optó por otra alternativa, cambiando su cuerpo a la normalidad, lo abrazo con todas sus fuerzas y le dijo al oído mientras las lágrimas de sus ojos caían sobre los hombros de Adán.
– Adán, ya todo paso, no necesitas seguir peleando.
Al terminar de decirle esto Kipo cerró los ojos y en un leve susurro muy suavemente dijo.
– Te amo Adán.
Estas últimas palabras de parte de Kipo detuvieron la hostilidad de Adán, calmándolo por completo. Volviendo a la normalidad él también la abrazo mientras le respondía.
– Yo también te amo Kipo, prometo no volver a dejar que pases por esto. Nunca más.
Quedándose abrazados por unos momentos en silencio, hasta que el sonido de un disparo quebró su reencuentro por la mitad. Kipo lo soltó quedando de rodillas frente a él.
– Ahora que, recuperaste tu sentido busquemos a los demás para sacarlos de aquí lo antes posible.
– Espera Kipo, ¿no vas a tratar de detener a los soldados?
– Pensé en ello, pero no hay manera de que podamos hacerlo a menos que nos volvamos mega, aunque eso también pondría a los humanos en nuestra contra y traería muchos más problemas. - Dijo desviando la mirada con los ojos llorosos arrepintiendo a cada momento de lo que estaba diciendo, recordado el pasado y la historia que le había contado Miller.
– ¿Segura que eso es lo que quieres? - Le preguntó buscando sus ojos perdidos, levantado su mano para secar esas lagrimas que escapaban de su amor.
Al escuchar su pregunta ella reabrió sus ojos dirigiendo la mirada a los ojos de él rápidamente. Sin parpadear le pregunto enérgica pero tímidamente.
– ¿Me ayudarías a evitar que mueran más personas?
– Por ti hare lo que sea, aunque debo de admitir que no estoy cien por ciento de acuerdo con esto, trataron de matarte al igual que a muchos antes, pero si lo haría, si es lo que deseas.
Kipo salto a sus brazos agradeciéndole y por devolverla la esperanza que pensó perdida.
– Todavía me sigo preguntando por qué quiero salvarlos, quizás sea algo que no puedas evitar hacer, aunque, ¿Por qué salvarlos? ellos no solo trataron de matarte, sino, que han matado a muchas más personas y a saber a cuantos antes que a esa chica.
– No estoy segura, solo pienso que es lo correcto, todos merecemos una segunda oportunidad, sea lo que sea que hayan hecho.
– De acuerdo, pero necesitaremos un plan que no nos deje en evidencia con los soldados.
– Es verdad, no podemos mutar en mega, sería muy evidente, a menos que lo usemos como distracción.
– ¿Cómo lo haremos entonces Kipo?
– Se me acaba de ocurrir algo, los soldados de seguro aun piensan que has enloquecido. Podemos usar eso como un arma de doble filo, mutas en mega y atraes la atención de los soldados haciéndolos creer que están escapando por el bosque, mientras tanto yo iré a buscar a Lexus, Ifrith y Blex para que me ayuden a sacar a los que pocos sobrevivientes de este lugar, el resto me temo que tendrá que ser improvisación.
– Esa última parte nunca es buena idea en un plan.
– Puede ser, pero a mis amigos y a mí nos ha funcionado hasta ahora.
– Bien, entonces eso aremos, aléjate de la cabaña y empezaremos.
Kipo le besa los labios, se para de un ligero salto y sale corriendo por la puerta de la cabaña sonrojada. Cuando se encontraba a una distancia segura, Adán muto en mega destrozando la cabaña por completo. Este acontecimiento llamo la atención de los soldados de inmediato (y como no hacerlo), cuando noto que tenía su atención comenzó a correr directo al bosque siguiendo el improvisado plan de Kipo, Sunder Gar quien lo vio todo ordeno a las tropas.
– Muchachos sigan a Adán y que algunos se queden para acabar con los rezagados, ¡En marcha!
Para su sorpresa estaba funcionando, los soldados lo seguían como las moscas a luz, ahora solo quedaba llevarlos lejos de allí, pero sin levantar sospechas de lo que estaba haciendo, dándole tiempo de esta manera a Kipo para que pudiera efectuar su parte del plan.
Ni bien gran parte de los soldados abandonaron la aldea, Kipo se dirigió hacia Lexus quien no se encontraba muy lejos de su posición actual. Metido dentro de lo que parecía ser un almacén improvisado, surcando los escombros (si es que podían llamarse así) de la pequeña aldea en llamas. Ella llego al lugar donde vio que se había metido el susodicho con prisa, sin duda estaba buscando algo importante y conociéndolo debía de ser su arma. Parándose en la puerta grito al interior.
– ¡Lexus! –
Consiguiendo de esta manera que le contestara.
– ¿Qué ocurre mocosa? No ves que estoy ocupado.
– Necesito que me ayudes a sacar a los que quedan de este lugar antes de que los soldados vuelvan.
– Ah, no, no, no, esos malditos morirán por mi mano antes de eso pase.
– Pero.
Lexus la interrumpe antes de que pudiera decir algo más.
– Escucha, puede que no te agrade eso, tampoco es difícil de lograr, pero tienen que morir. Es muy sencillo, hacen cosas malas, se mueren, fin de la discusión ¡Donde mierda esta mi arma!
– Y si te ayudo a encontrar tu arma, ¿me ayudarías?
– ¡Ja! No hay manera de que la encuentres antes que yo.
Mirando por encima el interior del almacén en derredor por unos segundos y sonríe mientras alza en sus manos el arma de Lexus y grita.
– La encontré.
Lexus sale de entre las cosas un tanto confundido.
– Pero ¿cómo?
– Solo la encontré, entonces. ¿Tenemos un trato?
Lexus intentó arrebatársela de un manotazo rápido, pero ella lo esquivó con facilidad mientras le indica con el dedo que no.
– Enserio odio ese poder que tienes para encontrar cosas.
– ¿Entonces? – le repite mientras levantaba las cejas marcando que no habría otra manera de que la recuperara.
– ¿Estoy condicionado a aceptar, verdad?
– Ajam.
– Hay días en los que eres realmente fastidiosa mocosa, pero bien, acepto tu ridícula propuesta. Ahora dame mi arma.
– ¿Qué? No, no soy estúpida. Te la daré cuando hayamos terminado.
– Realmente fastidiosa.
– Si terminaste de quejarte, hay personas a las que salvar, ¡vamos!
Colgando el arma bajo su brazo para tenerla bien vigilada en caso de que Lexus quiera quitársela, salieron juntos del almacén.
– Bien, ahora ¿qué quieres que haga?
– Busca a los caníbales y sácalos de aquí, pero sin que te vean los pocos soldados que se quedaron para rastrillar el lugar.
– ¿Y tú que harás mientras yo realizo esta tediosa tarea?
– Buscare a Ifrith y Blex para que se sumen a esta tediosa tarea, espero que sean igual de fáciles de convencer.
– ¿Cómo has dicho?
– Nada, solo ve, yo buscare a los demás.
Separados Kipo fue en busca de Ifrith mientras Lexus recorría lo que quedaba de las chozas, en busca de algún sobreviviente, pero solo eran escombros sin rastros de vida alguna.
Recordando las indicaciones de parte de Miller se dirigió hacia donde estaba Blex a unas cuantas casas de su ubicación y como el tiempo era algo primordial para poder salvar a la mayor cantidad posible, muto sus brazos para destrozar las paredes que se interponían en su camino creando así un sendero recto hacia Blex y de paso se aseguraba de que no quedara ningún rezagado.
Sintiendo que el aroma de quien buscaba provenía de detrás de esa última pared recargo su puño hacia atrás lanzando un fuerte golpe despedazando la pared al completo al no medir su fuerza y realizar el golpe paso de largo por la frágil parel golpeando a Blex quien se encontraba en dirección del golpe cayendo ambos al suelo.
Blex quedo desorientado por el suceso, ya que una pared había explotado detrás, pero sin haber escuchado el ruido de la explosión, trata de ponerse de pie, pero algo pesado se lo estaba impidiendo. Al girar levemente la cabeza para ver que tenía en su espalda que le estaba evitando el moverse agradeció el no haber dicho anda, pues Kipo estaba encima suyo.
– ¿Kipo? Pregunto, llamando su atención.
– Si.
– ¿Estás cómoda? Pregunto sarcásticamente.
Kipo apoya sus manos sobre la espalda de Blex despegando el pecho de su espalda.
– ¿Que? no, ¿por qué preguntas?
– Porque estas sobre mí. Quítate de encima.
Dándose cuenta de donde estaba Kipo se paró rápidamente extendiéndole una mano ayudándolo a levantarse mientras le pedía disculpas por el atropello.
– Blex tienes que ayudarme a encontrar y sacar a aquellos que hayan sobrevivido.
Blex confundido no puede evitar el hecho de preguntar el porqué.
– ¿Porque debería de hacer eso Kipo? eso me trae confundido de todas las personas tu tendrías que estar pidiendo lo contrario.
– Mira, esto sé que te resulta confuso, pero el tiempo apremia y no puedo explicártelo en estos momentos solo puedo pedirte que me ayudes. ¿Lo harías?
Blex se lleva una mano a la barbilla y lo piensa detenidamente durante unos momentos.
– Personalmente, no tengo nada en contra de ellos, pero mataron a una señorita frete a mis ojos, mmm. No te ayudare con esto, no puedo, va en contra de mi moral.
Kipo para evitar el perder más tiempo, lleva su mano detrás de su espalda revelando algo que había encontrado en el almacén.
– Este es tu cuchillo ¿verdad?
– Lo encontraste, genial. – extendiendo su mano para tomarlo, pero en medio del recorrido se detiene y la mira a los ojos.
– No será gratis ¿cierto?
Kipo sonríe y contesta.
– Cierto, si lo quieres de vuelta ayúdame.
– En otros tiempos hubieras sido una grande política. De acuerdo Kipo, lo hare, pero dame el cuchillo.
– Nada de eso, primero ayúdame, luego el premio.
– Eres una tirana cruel, ¿no te lo habían dicho?
– No, nunca, ahora vámonos, aún queda encontrar a Ifrith.
– Al grandulón no será difícil, solo detente a escuchar un momento y sabrás donde está, o bien puedes olfatearlo con tu nariz de jaguar. Lo que prefieras, yo me retire a cumplir mi parte del trato, pero antes, espera ¿a donde se supone que llevemos a los que encontremos? en caso de hacerlo.
– Buen punto, lo mejor será que me esperen en las afueras apartados del poblado, en dirección al norte, yo los encontrare allí con los supervivientes que me encuentre, espero que aún no sea demasiado tarde.
– Perfecto, nos vemos luego Kipo, y una última cosa, no pierdas mi cuchillo.
– No tienes de que preocuparte, está en buenas manos.
– Eso espero. Le contesto Blex a la respuesta de Kipo con cierta desconfianza.
Teniendo ahora a Blex sumado al equipo solo quedaba Ifrith, quien tal como Blex había dicho antes fue sencillo de saber dónde estaba, solo tuvo que correr en dirección a los estruendos que generaban sus puños al impactar contras las paredes de las chozas. En el trayecto se encontró con un verdadero desastre, los cuerpos de los muts y los humanos despedazados por las granadas de los soldados, sus cuerpos mutilados por las balas, calcinados por las llamas, los cuales desprendían un olor nauseabundo. Solo podía pensar en salir de ese infierno lo más pronto posible, pero su buen corazón no se lo permitiría, no hasta que todos estén a salvo.
Al doblar en una de las esquinas los golpes cesaron, pero ya no eran necesarios pues Ifrith estaba parado en medio de lo que parecía ser una calle principal, lo suficientemente ancha como para que varios autos transitaran por ella, rodeado de caníbales que le apuntaban con sus afiladas lanzas. Sin pensarlo 2 veces Kipo grito llamando la atención de Ifrith.
– ¡Ifrith no les hagas daño!
Al voltear para verla, bajo la guardia el tiempo suficiente que necesitaron 2 de los caníbales para apuñalarlo con las lanzas, una en el abdomen y la otra en el pecho. Kipo al ver lo que ocasión su intervención sus ojos se abrió de par en par, el tiempo se detuvo por un momento, su corazón se agito precipitadamente y su piel se tornó en un color claro. Ifrith quien a pesar de recibir tal ataque seguía parado frete a ella, solo que ya no la miraba, sino que su mirada se fijaba en el suelo, con la cabeza gacha, en un momento de su boca escupió una buena cantidad de sangre, para luego sonreír y comenzar a reír a carcajadas. Sujetó ambas lanzas con sus fuertes y enormes manos, quebrándolas de un simple apretón, dejando solo las puntas clavadas en las heridas.
– Hacia ya mucho tiempo en el que no recibía una apuñalada.
Ahora alza la mirada y le dice a todo aquel que lo estaba rodeando.
– Necesitaran mucho más que esos escarbadientes para hacerme un daño real.
Juntando sus manos atrayendo al combate a su osa, quien al aparecer emitió un gran gruñido, intimidando en gran medida a los caníbales, Ifrith bien que estaban muertos de miedo, sujeto una de las puntas de las lanzas y la partió por la mitad, para acto seguido decir.
– Este es el momento en el que ustedes salen corriendo.
Los caníbales soltaron sus lanzas y despavoridos comenzaron a correr en dirección contraria a la que estaba Kipo, solo para encontrar su fin a manos de unos soldados que pasaban por allí, acribillados por las balas al igual que muchos de sus compañeros.
– Eso no salió como lo esperaba, pero igual fue satisfactorio. - se dijo Ifrith a sí mismo.
Mientras caminaba hacia Kipo, que aún estaba petrificada por lo que había acontecido, arrodillándose frente a ella, Ifrith le dijo.
– Lo siento niñita, puede que no sea lo que querías para ellos, pero es lo mejor.
Kipo da unos pasos, lo abraza y mientras se aguantaba el llanto moqueando se disculpa.
– Lo siento.
– ¿Lo sientes? ¿Por qué?
– Por mi culpa, te hicieron daño.
– Oh, jo, jo, ¿Eso? no tienes de que preocuparte por esas insignificancias niñita, soy fuerte, no
– ¡No!
– ¿No?
– Te apuñalaron Ifrith, por mi culpa, pudiste haber muerto.
Le contesto Kipo enojada con los ojos llorosos, pero no con él, sino con ella misma. Su ingenuidad casi es causa de la muerte de uno de sus amigos, tal como le había dicho Sunder Gar. Ifrith quien entendió su sentimiento perfectamente, dijo.
– Escucha niñita, no, Kipo. Estas preocupada y angustiada, pero, así como te he dicho antes, nada ocurrió ni nada ocurrirá. Que me hirieran fue meramente culpa mía y no tuya, solo puedo aconsejarte que no busques culpables donde no los hay, pues solo conseguirás hacerte daño a ti mismas. Si lo entiendes, ¿verdad?
Kipo se separa de Ifrith mira sus heridas por unos segundos para ahora verlo a los ojos y responder.
– Creo que sí.
– Bien, ahora dime niñita en que puede ayudarte este viejo soldado.
Respirando profundamente le explicó que quiere sacar a la mayor cantidad de supervivientes del lugar lo antes posible, Ifrith entiende porque pues él era igual hace tiempo, por lo que está de acuerdo en ayudarla, pero con una condición.
– Niñita, si quieres que te ayude en esto, me veo obligado a imponer una única condición, la cual me temo que no podrás negar.
– Dime Ifrith, cual es.
– Si nos atacan, no habrá perdón, tendrá que morir, no pueden ser salvados aquellos que no quieren serlo.
– Pero.
– No hay peros en esta situación, lo tomas, o lo dejas.
Por supuesto esto no era para nada como lo había supuesto, pero tampoco lo fue el que lo lastimaran. Resentimiento, eso no era lo que aquel soldado sentía, no era eso, era algo más, pero pensar en ello ahora solo traería más problemas. Así que Kipo solo asintió aceptando su única y letal condición.
Con el grupo otra vez reunidos y el plan en marcha tanto Kipo como Ifrith se separaron para buscar en las casas a quienes necesitaran ayuda, pero simulando que lo que hacían era ayudar a los soldados, para que estos no sospecharan de ellos.
Por su parte Adán se encontraba a varios kilómetros de la aldea con los soldados siguiéndole el paso varios metros por detrás de él. Teniendo en cuenta la distancia que había recorrido considero que ya era más que suficiente para darle tiempo a Kipo y que a la vez no sospecharan más de lo necesario. Deteniéndose se quedó quieto esperando a que los soldados lo alcanzaran, desmutando frente a Sunder Gar este le pregunto a Adán.
– ¿Qué ocurre Adán? ¿Por qué te detuviste?
Adán voltea para poder responderle de una manera más directa.
– Ya no siento su rastro, me temo que escaparon.
– Estas seguro de lo que está diciendo soldado.
Adán se torna serio para evitar que descubran la mentira y contesta.
– Claro que sí, acaso duda de lo le estoy diciendo, señor.
– ¿Hay razón para que deba hacerlo?
– No no la hay. Dice dando una respuesta rápida
– Bien, entonces volvamos ya no hay mucho que hacer, alejarnos demasiado no tendrá sentido, a partir de ahora se encargará la propia naturaleza de ellos.
– ¿Qué quiere decir con eso señor?
Pero Sunder Gar dio respuesta a la pregunta solo da una orden a sus soldados.
– Muchachos, inicien la operación pilar.
Adán al escuchar el nombre supo de inmediato lo que harían, no podía dejar que lo hicieran de llevarse a cabo acabarían con toda la jungla y sus alrededores. Por lo que toma la decisión de actuar acercándose a Sunder Gar y tomándolo del brazo le pide que retire dicha orden.
– Muchacho, suéltame el brazo.
– Señor no puede hacer eso, acabara con toda la flora y fauna del lugar.
Sunder Gar de un tirón desprende la mano de Adán a su brazo y acto seguido lo golpea con el cañón de su pistola.
– Te dije que me soltaras, no estás en posición de exigirme nada. Soldados, den inicio la operación ¡Ahora!
Sus hombres no hicieron caso a las órdenes, ellos mismos sabían que llevar la a cabo sería demasiado. No valía la pena perder el bosque completo por unos rezagados, no, no lo valía, era el pensamiento que pasaba por sus cabezas, por lo que ignoraron la petición. Esto enfureció a Sunder Gar, haciendo repetir reiteradamente que llevaran a cabo lo antes solicitado, pero aun así ninguno de ellos movió un dedo, por el contrario dos de los soldados caminaron junto a él pasándolo de largo ofreciéndole una mano a Adán, ayudándolo a levantarse.
– Tus hombres lo entienden, ¿porque tu no?
– Todos ustedes son los que no comprenden, dejarlos vivir solo significara la muerte de más inocentes.
– ¡Escucha lo que estás diciendo! - Le grito Adán furioso.
– La inocencia no existe en este mudo, hace mucho que se perdió, solo quedan personas, nada más. Arrasar con un bosque entero comprometiendo la vida de muchos para extinguir la de pocos culpables no lo justifica.
Sunder Gar viendo como sus soldados se quedaban hay parados sin hacer nada, no lo tolero, se aproximó al más cercano a él, quitándole de su cintura una de las granas de napalm que portaban al igual que muchos de los demás.
– Parece que tendré que hacerlo yo mismo.
Adán les pidió a los soldados que le retiraran la granada y a prendieran a su oficial superior al ver lo que estaba a punto de hacer, pero ya era demasiado tarde. Con la granada en sus manos, Sunder Gar le retiro la espoleta y la arrojo a los arbustos no muy lejos de su ubicación.
– Que inicie la operación pilar. – Termino por decir Sunder Gar mientras observaba firmemente como la granada hacia explosión, comenzado un gran incendio incontrolable.
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