Mi suceso
-Con que eres ciego ¿Cómo pudiste ir tras él a toda velocidad sin ni siquiera verlo?
-Soy un león, tengo el olfato muy desarrollado, es raro que tú quien seas no lo sepas.
-Así que un león en la selva eh, qué cosa interesante.
-¿¿¡¡EH??!! ¡¡LA SELVA DICES!!
- Claro, ahora tú no sabes diferenciar el aspecto ¿Cierto?
-Bueno, cada cual seguramente tendrá sus diferencias. Ahora, si me permites, me iré de aquí desconocido.
Se intentaba levantar, pero se quebró la pata derecha, le sería muy riesgoso irse en medio de la nada ciego.
-Espera
-¿Qué? ¿Vas a hacerme algo aprovechándote de la situación?
-No, quiero ayudarte.
-De seguro que eres rinoceronte ¿No?
-Bien, acertaste, para ser alguien lejano has sabido identificarme. Eso sería fundamental para que logres sobrevivir.
-¿Tu seras mi guía?
-Claro, no tengo ningún problema, quiero ayudarte.
-Vale, pero como intentes algo contra mío, terminarás arrepintiéndote
-No intentaré nada contra tuyo. Ah, casi que se me olvidaba, mi amigo es un ciervo, se llama Trompi.
-Un honor, lástima que no te veo, lamento haberte perseguido de esa manera.
-No pasa nada, de hecho, sé de algún lado donde podrías alimentarte con nosotros.
-¿De veras?
-Sí, no está muy lejos de aquí.
-Te lo agradezco mucho, pero ¿Qué hace un ciervo en medio de una selva?
-Ah, eh, bueno yo, es una larga historia.
-Comprendo, ya tendrás tiempo de contarmela.
-Vale, vale, ahora sin más, vámonos, hay un largo camino por recorrer.
Y desde ese momento empezaron a recorrer la selva completamente desconocida, aunque al parecer, tanto el ciervo como el rinoceronte apenas sabían algo, no solían ser muy expresivos.
Anduvieron todo el día caminando y caminando, yendo para acá y para allá, a Kion le llamó la atención, desde esa última palabra que pronunció no volvieron a hablar, quería romper el hielo para desaburrirse en esa noche alejada.
- Y, bueno, no me has dicho cómo te llamabas, ni yo me presenté tampoco.
- Ah, claro, claro, disculpa, pasa que no solemos hablar mucho, tendemos a ser animales serios, no nos distraemos. Respecto a mi nombre, me llamó Jalo ¿El tuyo?
- Me llamo Kion.
-Mmm, interesante.
- Yo era antiguo líder de la guardia del león.
- ¿Y qué se supone qué es esa "guardia"?
- Yo y mis amigos la conformabamos, defendíamos las praderas de cualquier ataque que se presentara, aunque siempre la gran mayoría de las veces eran las hienas quienes la ocasionaban.
- Vaya con que eso hacías ¿Y por qué has dejado de serlo?
- Perdí el rugido, ya no había más posibilidad de defendernos de esa forma.
- Que yo sepa todos los leones tienen rugido ¿Te pasó algo en la garganta?
- Creo que me estás confundiendo, no era un rugido común y corriente, era más que eso, era el rugido proveniente de los anteriores líderes de este grupo. Con ello ocasionaba una gran ráfaga que los hacia volar bien lejos.
- ¡¡¡JAJAJAJAJAJAJAJAJA!!!-no pudo contener la risa-
- ¿Disculpa? ¿Cuál es la gracia?
- No, nada, se acaba de caer mi amigo. Así que eso es real, jamás lo hubiera pensado así.
- ¿No me crees?
- Lo digo en forma de broma, sigamos.
En las tierras del reino, Fuli estaba en la cima mirando la luna, se la notaba algo descolocada, como que sabía que algo le faltaba.
-¿Mirando las estrellas Fuli?-interrumpió Kiara-
- Sí, me siento mal por lo que le sucedió a Kion, hemos compartido tantas cosas juntos, y de un día para otro desaparece.
- Yo también lo entiendo, tuvo que haber sucedido algo para que no vuelva así como así.
- ¿Dices que está en peligro?
- No lo creo, sabe defenderse.
- ¿O será que está tomando distancia de mí por no haberle creído?
- ¿Creer qué?
- Bueno, cuando estaba el falso Kion que al final era Kovu, ya sabes.
- ¿Estás segura de que tú y él son sólo amigos?
- Claro ¿Cómo puedes dudarlo? Somos de distinta especie, además yo no siento interés en él.
- Si no sientes interés en él ¿Por qué tus ojos están casi por llorar? ¿Ahora me dirás que te entró una pelusita en el ojo?
- Pasa que yo - Estalla en lágrimas- lo extraño, es difícil para mí no verlo más, él era el líder, yo siempre le obedecía, si estaba en desacuerdo lo hablábamos sin parar, y en ciertos momentos me burlaba de él en forma de broma.
-¿Acaso crees que eres la única? Fuli, dime la verdad ¿Sientes algo por mi hermano?
-¡Reina Kiara! ¡Reina Kiara! Oh, sucedió algo Fuli - resonaba Ono-
- No, no sucedió nada - secándose las lágrimas rápidamente-
- ¿A qué has venido Ono?
- Lo pude encontrar, estaba caminando junto a algo parecido a un hipopótamo y con un extraño ciervo.
- ¿Dónde lo viste?
- Ah, eh, no lo sé, era un nuevo lugar para mí, es una selva ubicada un poco lejos de acá.
- ¿Selva? ¿Desde cuándo hay una selva por acá?
- Yo tampoco tenía idea ¿Voy a buscarlo o vamos todos?
- Lo mejor será que vayas tú, si necesitas ayuda vuelve.
- Entendido.
- Bueno, dormiremos aquí, encima de estas ramas- entusiasta el rinoceronte-
- ¿Es el único lugar que hay?
- Por hoy sí.
- Es que tengo hambre.
- No te preocupes, no estamos muy lejos, mañana iremos.
Kion estaba muy cansado, seguramente estaría durmiendo casi todo el día, aunque no veía muy bien, si podía sentir y olfatear, aunque claro podría confundirse.
A mitad de la noche tenía mucha sed y le empezaba a doler la panza, quedó mirando un punto fijo, no importa a qué lado lo veía, no sabía qué hacer, comenzaba a adquirir una sonrisa macabra.
-Oh, es Kion, necesito no hacer mucho ruido y ya está, estará sano y feliz.
Ono confiado se posó encima de un árbol, vio cómo estaba Kion pero no le dio importancia.
-Psst, Kion, Psst, soy Ono, levántate, tenemos que irnos lo más pronto posible.
- Con que eres Ono, qué agradable sorpresa, para un amigo como tú.
- Ah, eso no importa ahora, pero ya debemos abandonar este lugar abandonado.
- Lo que digas ¡Pajarraco!
Lanzó un rugido y pegó un salto que derribó a Ono al piso.
- ¡Espera Kion! ¡¿Qué haces!?
- Haces que se me active el instinto.
La expresión de Kion cambió radicalmente y no estaba usando la razón, miraba con una mirada profunda y desquiciada,sus ojos parecían tener ojeras negras,y aunque aún tenía la pata derecha algo quebrada, no le importó, pudo levantarse a pesar del dolor. Definitivamente no era él, sentía una gran desesperación entre hambre y sed, corrió tras Ono.
Ono voló con todas sus fuerzas.
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