Capitulo 1

1

El sucio sonido de la ciudad de Busan contrastaba con la vista tan limpia de la misma, aquello que a ojos de inexpertos se mostraba como un paraíso al que anhelas entrar con los ojos cerrados.

Pero...

Una vez dentro, todo se vuelve diferente.

Porque el mundo promete mucho, y se ofrece como el mejor de los manjares, en bandeja de oro, pero solo aquel que lo sabe degustar y posee el paladar perfecto podrá saber el verdadero sabor del mundo, y solo entonces será digno de definir que sabor tendrá el mundo.

Pero hay otros, que nunca podrán llegar a saberlo, y otros que prefieren vivir en la ignorancia.

Busan, corea del sur.

4:12 a.m.

Los pasos en el suelo mojado eran el único particular sonido en plena madrugada de un lunes cualquiera, en una noche superficialmente cualquiera.

Las pocas gotas de lluvia que aun resbalaban por las bisagras de las ventanas acompañaban la balada de un cielo nublado y amenazante a romper contra el suelo en cualquier momento.

Ante esa amenaza un hombre con cualquier pensamiento en su cabeza menos el clima caminaba con toda tranquilidad sobre el extenso callejón.

El cigarrillo que tocaba su boca ocasionalmente está casi extinto entre sus dedos, tan cercano a apagarse que ya puede sentir el calor del papel acariciar sus dedos.

Su mente vagante en el limbo de la inconciencia parecía manejar su cuerpo como un piloto automático.

Fue cuestión de pensamientos para que sus pasos le guiaran por el camino que bien conocía su memoria hasta su destino.

El viejo pero reforzado edifico de estructura antigua mantenía un opaco foco que parpadeaba en la vieja y engrasada entrada. En el interior una vieja recepción ausente que no mantenía más que un bajo y discreto perfil a la vista, ocultando detrás todo lo que a sus ojos nadie puede ver.

Una llave entrando y girando en la chapa rancia hasta que la puerta cedió por si sola.

Un apartamento pequeño y solitario, nada fuera de lo común, pero nadie tendría idea de cuantos secretos almacenan esas frías paredes, ni cuantos más iban a pasar por ellas.

Al entrar, no se topó con nada más fuera de lo normal, el pez dorado seguía sobre la pequeña encimera de madera a un lado de la nevera, lo que significaba que el gato no había hecho de las suyas, eso era algo bueno.

Dejó sus llaves sobre la mesa al lado de la entrada y retiro sus zapatos dejándolos de lado yendo directo por una botella de agua a la nevera.

En su ventana solo pudo ver la cortina ondear debido al viento en el mini balcón, algo curioso, el no recuerda haber dejado la ventana abierta.

Ni tampoco el haber dejado al pez encima de la nevera...

Ya fue tarde para cuando quiso ser el arma de su bolsillo, el práctico sonido del seguro de un arma siendo retirado había sonado con demasiada claridad en lo profundo de su cabeza.

—Siempre has tenido la mala costumbre de notar las cosas demasiado tarde, por eso llevas dos divorcios.

Ese particular tono de voz, ronca, solo se encargó de enviar un escalofrió por toda su columna vertebral con fuerza.

Escuchar una voz conocida en ese tipo de situaciones podría, para muchos, ser de gran alivio, pues significaría lo contrario a lo que están pensando, pero justamente en ese momento, solo quería decir, que exactamente lo que el hombre estaba pensando, seria justamente lo que iba a pasar.

—Y tú siempre has tenido esa mala manía de entrar por donde no debes —respondió el hombre.

Con paciencia la mano que había logrado jalar la manila del cajón donde aguardaba su arma la soltó rápidamente para que la punta de la yema de sus dedos volviese a cerrar el cajón produciendo un sonido chirriante y oxidado.

Pensó que de nada servía intentar si quiera meter la mano para tomar el arma, apenas lograría sentir el frio mango para cuando su cabeza pintara de carmín la deslavada pared de su cocina.

Siguió sintiendo igual de tranquilo cuando escucho el arma ser asegurada nuevamente, era muy consciente de que poca seguridad le otorgaba eso.

Pero algo en su cabeza, dios sabrá porque, tenía la certeza de asegurarle así mismo, incluso si fuese un engaño que esa noche no iba a morir.

No.

Al menos esa noche en específico, no lo haría.

—Ha pasado un tiempo —murmura para darse la vuelta y encarar a la persona sentada en su sofá.

El mueble no es particularmente cómodo si quiera a la vista, pero había decidido conservarlo por mero cariño, una retorcida estima que de alguna manera se llegó a vincular con el inanimado mueble.

El hombre mueve la cabeza, hacia un costado, mirando a la anda, como si ya no tuviese la fuerza suficiente para mantenerla erguida, no obstante, el arma se mantiene en perfecta altura, centrada y rígida, no ha parado de apuntarle en ningún momento, y dudaba que lo hiciera en lo que restaba de la noche.

—Poco más que un tiempo —Responde finalmente, ese particular sonido oxidado vibrando en su voz.

El hombre se pregunta, si siempre ha de hablar en ese tipo de susurros asfixiantes, las paredes podrían ser de papel china pero estaba seguro de que aun así, ni el vecino de al lado podría escuchar la voz de esta persona, estaba seguro de que pensarían que estuvo hablando solo todo el tiempo y lo tirarían a loco.

Menudo tipo.

—Sí, has tardado en venir a visitar a un viejo amigo —chulea el hombre, probando tal vez un poco de suerte y buscando tal vez aligerar el tenido ambiente, tal vez, con un poco de ánimo el arma dejaría de sostenerse tan alto —Pero entiendo que eres un hombre ocupado, no soy rencoroso.

—Namjoon.

Ah.

Podía sentirlo bien, como una lija bajo su piel, los escalofrías como su nombre lo representa deberían ser fríos, pero con él no, con él siempre es caliente, como el hielo, arde, porque quema y calienta, hay un punto en que el hielo esta tan frio que se siente caliente, así se sentía cada vez que salía su nombre de esa boca, con esas palabras y en esos susurros.

Su boca se seca, su corazón late fuerte, y sus pulmones duelen, quizá ya ni siquiera está respirando, por eso protestan, como sea aún no se podía darse cuenta.

Sus labios se separan, apenas un hilo, su lengua pesa, ni siquiera puede humedecerlos.

Pero lo logra, malditamente lo logra.

— ¿Sí, Suga?

El hombre le mira serio, como siempre ha sido, no es particularmente alto, ni tan particularmente robusto, es un hombre, catalogado como común, pero Namjoon sabe.

Porque lo sabe muy bien.

Que aquel hombre en su sofá, era todo, menos común.

—Sabes.

No era una pregunta, no era duda, era firme, como el acero, firme.

Namjoon traga, siempre que traga vidrio molido pero traga una segunda vez.

—Lo sé.

Entonces el hombre lo mira, sus ojos azules le miran, hay un hielo en ellos, casi blancos, la pequeña luz de la mesita a su lado apenas puede alunar la mitad de su rostro, Namjoon le observa, mientras que la otra mitad esta oscura, sin claridad, solo puede verlo apenas.

—Habla.

La orden es directa, el hombre vuelve a enderezar la cabeza, esta vez no mira a la nada, le mira directamente antes de volver a susurrar.

—Habla, Namjoon.

Urgido, con las manos sudando, podía sentir sus uñas machacar su carne mientras dejaba que su cadera chocara contra la tabla de la cocina, metió sus manos en sus bolsillos, esperando que el temblor no fuese tan evidente y si lo fuera, no mostrarlo en lo absoluto.

—Fue hace dos días —entonces dice, su voz tiembla, pero logra controlarla, saborea su propia saliva antes de seguir —Un cargamento nuevo atravesó Ulsan.

— ¿Cómo?

Namjoon siente atragantarse, suspira bajo, pesado como si estuviera respirando gas toxico.

—Llegaron por mar, atravesaron por tierra, al este.

—Hacia dónde.

El hombre lo sabía, la mayoría de sus palabras no eran preguntas, eran exigencias, como palabras claves que se encargaban de componer una historia.

Y esta historia en particular no era principalmente buena.

—Daegu.

Los ojos azules se extienden, apenas se puede ver la diferencia pero Namjoon sabe que se movieron, tal vez instinto, tal vez experiencia pero lo sabía.

— ¿Qué más? —Vuelve a susurrar — ¿Qué era el cargamento?, ¿Que tenía dentro?

Namjoon vuelve a tragar, tal vez se quedara sin saliva pronto.

—No lo sé.

Ve al hombre asentir.

—No lo sabes —repite, suavemente, el sillón cruje, el hombre está de pie, su mirada no se ha movido un centímetro, solo observa, la distancia es nula, Namjoon podría dar diez pasos y llegaría a rozarlo, sabe que no es distancia suficiente.

El arma esta abajo, no sabe en qué momento dejo de apuntarle, solo que ahora está colgado del brazo del hombre que le observa en silencio.

No rompe el contacto, solo respira, respira lento.

Teme que si hace un ruido con su nariz entonces el arma volverá a alzarse y se disparará.

Entonces el hombre mira a la ventana. Sus labios vuelven a moverse.

— ¿Por qué Busan? —Pide en susurros.

Namjoon se da el lujo de mirar por la ventana una vez, después vuelve al hombre que ya no lo mira, pero se sigue sintiendo como si lo hiciera.

—Es bonita —responde simple, su cerebro apenas procesando su posición —Y está limpia.

El hombre inclina la cabeza, el reflejo de la luna aclara su rostro, le observa de pie, con la mirada pérdida y en busca de respuestas.

Si, puede que este aparentemente limpia.

—Pero es ruidosa.

Es lo único que sale de su boca.

Camina hacia el hombre, Namjoon esta rígido, como un poste que es sembrado en la tierra para no moverse jamás, siente que su estómago esta contraído y sus músculos están tensos, podría derrumbar una pared con su espalda.

Una pálida y huesuda mano se posa en su hombro, el hombre se inclina hacia delante, apenas puede respirar, siente que no ha respirado desde que entro a la casa, y sus pulmones se están marchitando.

El olor de la colonia le inunda, por un segundo también le marea, lo embriaga, como un veneno.

Respira por la boca, incapaz de aguantar el dolor en el pecho, se siente intoxicado y a punto de caer, su vista se nubla no sabe si son lágrimas, pero se siente así, sus ojos pican, arden y se siente entumecido.

Tiene en la garganta un nudo, quiere gritar y apenas puedo separar los labios pero jadear aire.

Entonces la mano le genera presión, un poco solamente, pero ese toque podría matarlo, sentía demasiado dolor, quería vomitar, quería llorar, quería, oh dios, quería morir. Y sus oídos no paraban de zumbar.

Entonces lo vio, sus ojos rojos, miro detenidamente, quería pedir que parara, pero también quería quedarse en la profundidad de ese mar rojo que se mecía con paciencia, quería verlo más de cerca, era bonito.

Pero tan jodidamente doloroso.

Sus piernas fallan y sus rodillas tocan el suelo, su visión se borra y todo lo que puede hacer ahora era jadear.

Entonces escucha sus pasos, la fragancia desaparecer de su nariz, en sus pulmones entraba aire nuevamente, y su visión apenas podía aclarar una cuantas sombras.

Jadea de aire, aun duele, aún pesa, pero logra girar su cabeza, apenas nota que su cara está tallándose contra la áspera alfombra, solo ve una silueta, entonces escucha.

—Dos días, Nam, dos días y volveré.

El hombre jadea, su cuerpo pesa, y su mente divaga, todo lo que ronda en su cabeza se reduce a esas palabras palpitantes.

Dos días.




Dos días.




Dos días




Dos días...



Y volveré.





Jodido, puto, dios...

✧。・゚・✧。・゚・✧


Holaaaaa

Como están, espero que estén muy bien.

Este es el primer capitulo de Kintsukuroi 金継ぎ/金繕い

El Kintsukuroi es el arte oriental en Japón de curar las cosas rotas con oro, volviendo su valor mas grande y mas hermoso.

Originalmente este tipo de historias se relacionan mucho a la cultura coreana pero que creen, estoy viendo anime y se joden, porque amo mas la cultura japonesa a decir verdad, no las compara ambas tiene lo suyo pero en mi opinión personal me encanta la cultura de Japón

Por eso esta historias, (a decir verdad varias de ellas) tienen comparaciones y contenido de sus culturas, no se sorprendan si de repente narro que se ponen quimonos, es que me encantan.

Como sea, esta historia tendrán mucha cultura japonesa ya verán porque, el chiste es que abran su mente y piensen esto como una historia de fantasía, mas a delante les iré explicando los roles y como funciona este mundo, porque es un fundo de ficción distópico. Prepárense para conocer creaturas mitológicas y demonios mezclados con el mundo humano.

Mas adelante les explico solo abran su mente.

Ahora bien, estoy probando un tipo de narración diferente creo que me gusta, espero que a ustedes igual.

Eso ha sido todo de mi parte, tengan un buen día, los veré luego.

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