7. El caza recompensas

—¿Y quién es ese greñudo con cara de pocos amigos? —preguntó Kin fijándose en el cabello largo y alborotado del hombre de ropaje color gris.

Todos los presentes se quedaron en silencio ante las palabras emitidas por el príncipe de Dersallia, inclusive algunos salieron corriendo porque sabían lo que se avecinaba, la reputación de Bolg, el caza recompensas más famoso de esos lares, lo precedía.

Gran parte de los pueblos y ciudades pequeñas conocían o habían escuchado algo sobre Bolg, en especial sobre lo que es capaz de hacer con tal de recibir su paga.

Los presentes estaban más preocupados por cómo iba a reaccionar Bolg que por la idea de tener al mismísimo príncipe de Dersallia frente a ellos, ni siquiera la mayoría logró reconocerlo.

—¿Qué dijiste? —gritó Bolg con fuerza provocando que todos a excepción de los hermanos Ozteir salieran corriendo temerosos por sus vidas.

Unos llegaron a tropezarse, muchos se empujaron entre sí, salir levemente golpeados no les importó, solo querían salvarse.

—Ese es Bolg, un caza recompensas —contestó Tron mirando ligeramente a su hermano—, Yo le debo algo, me tiene en la mira y bueno...conociéndolo también a ti por haber ofendido su cabello, se ofende con facilidad.

—¿Qué? —fue lo único que preguntó Kin.

El caza recompensas llevó su mano derecha hacia su espalda para agarrar una de sus dos espadas, llevó su arma filosa hacia al frente apuntando a los hermanos con la misma para luego lanzárselas segundos después.

«No me queda de otra», pensó Tron, en su rostro se notaba el fastidio que sentía por lo que iba hacer.

—Corre y rápido búscanos unos pantalones aunque sea... —Tron miró a su hermano con seriedad—, Yo lo detendré por unos segundos.

El pelinegro asintió, miró por todos lados, decidió correr hacia la izquierda, a la vez que se marchaba iba de puntillas porque sentía que las piedras y demás cosas del suelo le hincaban las plantas de los pies, como siempre vivió con comodidades no estaba acostumbrado a andar descalzo por la tierra.

El joven rubio al ver que su hermano se fue no tuvo más remedio que levantar sus manos, las llevó al frente para lanzar poderosos rayos que desviaron la espada, además que en un acto rápido lanzó otro rayo directo a Bolg.

El caza recompensas se protegió cuando sacó la segunda espada que llevaba consigo, repelió el ataque de una manera sorprendente haciendo que el rayo impactara muy cerca de una casa pero provocó suficiente humo para que Tron pudiera escapar.

Tron no tardó en encontrarlo, le siguió los pasos y cuando lo alcanzó Kin le pasó un pantalón corto de tela que le llegaba hasta las rodillas mientras que el pelinegro ya usaba un pantalón jean azul.

—¿Por qué no me diste uno como el tuyo? —espetó Tron señalando con su mirada el pantalón de su hermano—. Debemos arreglar este asunto de la ropa, no podemos estar desnudos como pervertidos cada tanto.

—Porque estos fueron los primeros que encontré y sí, necesitamos encontrar una solución rápida —respondió Kin—, Así que no te quejes, mejor dime ¿Dónde está ese tal Bolg?

El pelinegro miró a su alrededor, los dos se encontraban detrás de un árbol que quedaba detrás de una casa de madera de dos pisos.

—¿Por qué te persigue? —interrogó Kin a su hermano.

—Porque una vez colaboré con él.

—¿Fuiste un caza recompensas también? —preguntó el pelinegro alzando su voz por la sorpresa.

—¡Baja la voz! —le pidió el rubio a la vez que se ajustaba con ambas manos su pantalón corto porque le quedaba ligeramente ajustado—. Y si lo fui pero solo una vez. Fue cuando necesitaba dinero para mi padre...mi padre adoptivo... —hizo una breve pausa—. No sabía cómo era el mundo de los caza recompensas así que me alié a Bolg al ver que ya tenía experiencia, trabajamos juntos pero llegó tarde el día en que era la paga y me quedé con todo el dinero, eso fue hace tres años.

—¿Y todavía no le has pagado? —cuestionó Kin.

—No tengo tanta plata como tú —objetó Tron en tono serio—, Tú puedes pagar eso en menos de una hora pero yo no. Me gasté todo el dinero para ayudar a mi padre y parece que me al fin me encontró.

—¡Eso es! —Kin alzó su voz de nuevo, estaba emocionado, sus ojos brillaron debido a que ya tenía una idea, una esperanza para su hermano—. Ahora si puedes pagarle, eres mi legitimo hermano, tienes plata de sobra para eso, solo hay que decirle.

—No es tan fácil —Tron lo miró a los ojos—. Bolg no es alguien con quien puedas hablar tranquilamente, antes tenemos que inmovilizarlo o algo parecido para que me escuché, es muy terco quizás más que tú.

—¡Oye! —espetó el pelinegro—. ¡Lo haremos, él nos va a escuchar!

Kin se mostró confiado y dispuesto a razonar con Bolg, hasta le dedicó una sonrisa sincera a su reciente hermano.

De la nada una de las espadas quedó clavada en el duro tronco del árbol de ceibo.

Los hermanos se alertaron, se levantaron y se miraron entre sí.

Ambos asintieron, estaban listos para pelear.

—¡Vengan sabandijas! —mencionó con gusto Bolg esbozando una sonrisa de felicidad al ver la determinación de los hermanos.

Desde siempre le ha gustado pelear por tal motivo desde corta edad entrenó su cuerpo y mente, además de que aprendió a usar varias armas, teniendo como favoritas las espadas además de las alabardas.

A la edad dieciséis años se convirtió oficialmente en un caza recompensas cuando un hombre muy adinerado quedó impresionado al verlo envuelto en una pelea, el joven Bolg venció a doce hombres mucho más grandes que él.

El hombre contrató sus servicios y como recibió una gran suma de dinero, desde aquel entonces decidió dedicarse a ser un caza recompensa para toda su vida y desde ese momento se ha vuelto muy famoso en especial en el bajo mundo.

—¿Está sonriendo? —preguntó Kin.

—Sí, está medio loco —respondió Tron abriendo sus manos para preparar su ataque inicial—. Cuídate y no te acerques much...

El pelinegro no lo escuchó tan solo corrió directo al caza recompensas.

Bolg se sacó su cinturón, el cual estaba hecho de cadenas, apretó un botón integrado en esta haciendo que las cadenas se alargaran de manera impresionante y además emergieran púas filosas de la misma.

Con su mano derecha meneó la cadena con rapidez para lanzarla al príncipe de Dersallia.

Kin saltó hacia delante de manera potente dispuesto a asestarle un fuerte puñetazo para acabar todo con un solo golpe, el caza recompensas usó su espada restante para usarla como escudo, esta apenas se agrietó cuando Kin la tocó.

—¿Cómo? —Kin se sorprendió ya que con un solo puñetazo bastaba para destruir cualquier objeto en miles de pedazos pero con la espada no pudo hacerlo.

—Esta no es una simple espada —dijo orgulloso Bolg besando su arma—. Me acabo de dar cuenta que eres Kin, el príncipe de Dersallia pero eso no impide que quiera matarte.

—¿Por qué? —se cuestionó el pelinegro arrugando su frente—. Yo no te hecho nada, además Tron si te va a pagar.

—¡Porque me llamaste greñudo! —respondió molesto Bolg—, Y no creo en sus mentiras.

El caza recompensas movió su cadena, la haló de nuevo para atrapar los tobillos del pelinegro.

—¡Kin detrás de ti! —gritó Tron a la vez que corría para ayudar a su hermano.

Kin se giró con rapidez y saltó muy alto una vez más.

Desde lejos Tron lanzó rayos directo al cuerpo del caza recompensas, Bolg recibió la descarga de golpe.

—¡Ahora hermano! —Tron miró a Kin desde abajo.

El príncipe de Dersallia bajó al suelo cuando los rayos terminaron de afectar el cuerpo de Bolg, rápido le dio un fuerte puñetazo que lo dejó inconsciente además de que rompió parcialmente la tierra que pisaba el caza recompensas.

Tron fue por la cadena, apretó el botón que desactivó las púas para así poder amarrarlo con el árbol de ceibo y solo así dejarlo inmovilizado.

Los dos hermanos actuaron rápido y de manera coordinada para dejar bien ajustada la cadena y no se le haga tan fácil escapar a Bolg.

—¡Lo hicimos una vez más! —exclamó feliz Kin—. Parece que estamos bien complementados.

—¡Eso es porque somos hermanos! —agregó Tron sonriendo también sin embargo su felicidad no le duró mucho debido a que notó la cara que Kin puso cuando le recordó eran hermanos.

Se dio cuenta que Kin aún no estaba totalmente convencido de la idea.

—¿Y ahora? —preguntó el pelinegro mirando a Bolg inconsciente.

—Tendremos que esperar hasta que despierte —exclamó Tron—, No queda de otra.

Dejaron de hablar cuando escucharon pasos acercarse a ellos.

Notaron que se trataba de la bestia con la que habían peleado hace poco.

—¿Qué quieres? —Kin adoptó una pose de combate, apretó sus puños dispuesto a pelear.

—¡Necesito su ayuda! —exclamó la bestia notablemente cansada, como sus piernas le temblaron quedó arrodillado—. ¡Ayúdenme, por favor!

Aquel extraño ser no aguantó más y cayó bocabajo contra el suelo.

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