5. Fusión

—¿Qué está pasando? —se preguntó el hombre poseedor de gran altura, rápido miró su cuerpo, sabía que algo extraño estaba pasando, miró su abdomen de inmediato—. ¡Wow mis abdominales!

—¿Eres tu Tron? —se preguntó el mismo, si alguien lo estuviera observando claramente lo calificaría como un loco y más al estar completamente desnudo—. ¿Kin dónde estás? —se preguntó mirando a su alrededor pero no encontró más que árboles y rocas en aquel lugar solitario—. Escucho tu voz... —hizo una pausa—. Y yo la tuya.

Dejó de hablar cuando cerca del lugar escuchó el sonido de una roca caer.

—¿Qué fue eso? —el hombre de cabellos negros y rubios miró hacia la zona baja de un pequeño árbol—. Ya entiendo, creo que nos hemos fusionado —De la sorpresa dio dos pasos hacia atrás, casi se cae de espalda contra el agua pero fue ágil al estabilizarse, dejó de importarle el ruido cuando observó que era una salamandra que recorría el lugar sin rumbo fijo.

Estuvo examinando su cuerpo poco a poco, primero miró sus manos, estaban más grandes, se tocó la cara e inclusive se pellizco sus mejillas pensando que se trataba de un sueño o algo parecido, después de todo nunca había vivido algo así.

—No sé porque estamos en un mismo cuerpo pero debemos averiguarlo, no me está gustando esto —dijo a la vez que analizaba una vez más su cuerpo, no entendía lo que pasaba. 

Estaba por salir del lago pero se detuvo de repente.

—¿Qué haces? —preguntó molesto mirando hacia arriba—. Tenemos que buscar una ropa para ponernos, no podemos andar así por la vida desnudos, tener un cuerpo bien trabajado no es motivo para hacerlo —se cacheteó su propia mejilla derecha, no midió su fuerza y por lo tanto por el golpe que se dio provocó que saliera disparado hacia unos cuantos árboles, destrozándolos en el proceso.

Su mejilla se tornó rojiza con rapidez además de que su acción provocó que las aves del lugar se marcharan volando.

—¡Eso dolió! ¿Por qué lo hiciste? —se levantó de a poco—. ¿Crees que he olvidado la muerte de mi padre? ¿Crees que olvidé que tú lo mataste? ¡No he olvidado nada de eso!

Se sacudió su cuerpo y se encaminó hacia el lago nuevamente, dispuesto a limpiarse la tierra y el polvo que tenía en casi todo su cuerpo.

—¡Yo no fui! —gritó el hombre a la vez que mojaba sus manos y las pasaba por sus brazos, codos y demás piel sucia—. Si estamos en el mismo cuerpo, debías saber mis pensamientos, sabrías que yo no miento, dijiste que te culparon pero ya vi tu mente y sé que tú no mataste a nuestro padre —se tapó la boca con su mano izquierda, en ese instante descubrió que le era fácil usar los dos brazos, descubrió que tenía la capacidad de ser ambidextro—. ¿Leíste mi mente? ¡Tú no tienes ningún derecho para hacerlo!

Se quedó en silencio por un momento mientras limpiaba su espalda, se impulsó con sus piernas hacia arriba para luego llevar sus brazos al agua y así nadar por debajo.

Mientras nadaba se sentía en calma hasta que sacó su cabeza del agua, con sus manos llevó su cabello hacia atrás.

—¡Ya lo vi! —dijo de repente con cierto tono triste—. Tú no lo hiciste, perdón... —hizo una breve pausa—. ¡Al fin! Teníamos que fusionar nuestros cuerpos y mente para que al fin sepas que yo no lo hice.

Dejó de hablar cuando observó que se formaron burbujas unos metros hacia adelante, fue nadando de manera cautelosa hasta que debajo del agua emergieron cabellos castaños y largos, provenientes de una bella mujer que se estaba bañando desnuda en el solitario lago.

—¡Que susto! —dijo ella algo sobresaltada, se hundió un poco en el agua para no mostrar sus senos aunque aun así los cubrió con sus brazos formando una equis con ellos, lo miró a los ojos—. ¿Quién eres?

—¡Lo siento! —exclamó el hombre que quedó algo atontado con la belleza de la mujer—. No queríamos asustarte, perdón...digo no quería asustarte.

La mujer no le dio importancia a sus disculpas tan solo fijó su mirada en los ojos azules del hombre, quedó cautivada cuando lo vio.

—¿Cómo te llamas? —le preguntó ella—. Yo me llamó Martha, parece que no eres de por aquí.

—Yo soy Kin...no, yo soy Tron —respondió el hombre haciendo confundir a la mujer frente a él—. Somos...soy Kintron.

—Mucho gusto Kintron —sonrió la mujer pero su vista cambió, empezó a mirar el resto del cuerpo del hombre que estaba cubierto con el agua del lago, un segundo después ella lo besó apasionadamente como si llevara tiempo sin besar a alguien.

Los brazos del hombre temblaron con ligereza, al ser dos en un cuerpo, sus movimientos se volvían torpes e inesperados, uno quería seguir besándola mientras que el otro quería que se detuviera.

«¿Qué haces?», le preguntó Tron a su hermano mentalmente. Solo hablando mentalmente podían escuchar el sonido de sus propias voces.

«Estoy aprovechando el momento, no todos los días aparece una bella mujer dispuesta a hacerlo conmigo», contestó Kin.

«Pero tu padre acaba de fallecer, no es momento para esto», cuestionó Tron ganando la batalla del control del cuerpo fusionado, solo así Kintron, como se hizo llamar, apartó a la mujer.

—¿Qué pasó? —preguntó ella desconcertada—. ¿No quieres hacerlo?

—¡No! —contestó Kintron casi al instante en que ella terminó de hablar—. Como que no, claro que si quiero...no espera, no quiero.

Ella lo tomó del cuello para besarlo una vez más, el cuerpo de Kintron estaba vibrando de manera inesperada, como su cuerpo había adquirido la habilidad de súper velocidad, las células de su cuerpo y en general todo su cuerpo estaba vibrando debido a la excitación que estaba sintiendo en ese momento al estar desnudo junto con la mujer.

Martha se apartó a sentir lo extraño que estaba sucediendo con el hombre que apenas conoció.

—¡Aquí estás! —gritó una voz gruesa proveniente desde la orilla este del lago—. ¡Te mataré a ti y al maldito con el que te estás revolcando!

El hombre que estaba enojado, acababa de llegar en un caballo, se bajó del animal no sin antes despojarse del sombrero para colocarlo sobre el lomo de su corcel, solo así dejó ver su cabello negro largo y despeinado.

—¡Tienes que salvarme! —Martha miró a Kintron para pedirle su ayuda y luego volteó su cabeza para mirar al hombre de ropa holgada—. ¡Puedo explicarlo! —se digirió a él esperando que su marido se calmara.

—¡No hay nada que explicar! —gritó el hombre sacando de su pantalón café una pistola—. Tu amorío se acaba aquí y ahora, ahora si estarás muerta para mí.

El vaquero cargó su pistola no obstante Kintron sin pensarlo dos veces actuó, corrió a gran velocidad para arrebatarle el arma, una vez que la tenía con su derecha la aplastó usando su súper fuerza, botó los restos al suelo.

—¿Pero qué? —fue lo que dijo el hombre, estaba muy sorprendido con lo que acababa de ver.

A pesar de presenciar las grandiosas habilidades de Kintron, el vaquero no se rindió, sacó otra pistola que tenía guardaba en uno de los tantos bolsillos de su pantalón.

Direccionó el arma al tórax del hombre desnudo, disparó sin chistar sin embargo Kintron fue más rápido, detuvo la bala con sus dedos índice y medio, de igual manera apretó la bala, la lanzó al suelo, le quitó la pistola al vaquero para romperá en dos.

—¡No está bien matar a las personas! —exclamó Kintron tomándolo del cuello para luego lanzarlo contra el piso, del susto el vaquero no se aguantó y se orinó en los pantalones—. ¡Ay, ahora ya no podemos usar tu ropa!

Segundos después el hombre se desmayó.

Martha salió del lago y rápido fue por una tela que había dejado en la tierra cerca de una roca, se la colocó para cubrir su cuerpo y no estar desnuda.

—¡Gracias por salvarme! —agradeció la mujer acercándose a él para abrazarlo, el hombre de ojos azules dejó que ella lo abrazara, Martha estuvo por besarlo una vez más pero él ya no quiso, se hizo a un lado.

—¡No está nada bien ser infiel! —habló Kintron y acto seguido se marchó usando su velocidad.

Rápidamente llegó hasta un pequeño pueblo, anduvo caminando con sigilo mientras se cubría su zona genital con sus dos manos, para su suerte no había muchos transeúntes por el lugar en donde estaba caminando.

Anduvo por los rincones más solitarios y silenciosos, evitando a toda costa que alguien lo viera desnudo.

«¿Sientes eso?», preguntó Kin mentalmente.

«Si, debemos encontrar ropa pronto», respondió Tron.

Kintron iba caminando lento, se sentía cansado, se sentía muy agotado.

Pasó por atrás de una casa de madera, en ella había cordeles con bastante ropa, tanto para mujeres como para hombres, sabía que era su oportunidad para robar ropa limpia sin embargo antes de hacerlo cayó al suelo desnudo, estaba sumamente cansando, todo a su alrededor se tornó negro, quedó inconsciente boca arriba en el piso. 

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