3. Una muerte en la familia

—¿Qué diablos estás diciendo? —gritó Diana Ozteir dejando de comer al instante que el joven Tron terminó de hablar, los demás hicieron lo mismo, soltaron sus cubiertos.

—¿Esto es una mala broma verdad muchachos? —preguntó Marcus mirando a su hijo y a su sobrino, aunque más fijó su mirada en los ojos de su primogénito.

—A mí también me gustaría que fuera una broma —Kin miró con desdén a Tron.

El Rey Jerome, tuvo que recoger uno de los pañuelos blancos que estaban a un lado de su plato, con pulcritud procedió a limpiar su barba y los dedos de sus manos, que estaban mojadas del vino añejado.

—¡Papá! —Kathian alzó su voz. Estaba molesta porque por la reacción de su padre, parte de su ropa también había quedado parcialmente manchada de vino.

—¡Lo siento mi niña! —se disculpó Jerome, le pasó su pañuelo para que ella se limpiara. La joven princesa estuvo por rechazar el objeto sin embargo terminó tomándolo en sus manos, aunque de mala gana.

Los Ozteir que estaban sentados no dejaban de mirar de pies a cabeza al joven pueblerino, a su vez Tron no dejaba de mirar para todos lados, se notaba que estaba nervioso al estar acaparando la atención.

Dejando el nerviosismo a un lado, quiso sacar un objeto de uno de los bolsillos de su pantalón pero Diana actuó rápido, creyendo que el joven iba a usar una especie de arma peligrosa contra ella y su familia, la rubia se levantó sin importarle que la silla rechinara muy feo al ser arrastrada de manera brusca.

—¡Alto ahí! —gritando, Diana llamó la atención de todos los presentes. Las palmas de sus manos brillaron, mostrando un rojo ligeramente intenso, de un agujero que se formó, salieron unos gruesos látigos de color rojo.

La rubia direccionó las dos fustas hacia Tron, esperando azotarlo y atraparlo. El joven pueblerino las esquivó gracias a su agilidad.

Diana insatisfecha, no se rindió y una vez más trató de atrapar al joven con su poder, creó más látigos provocando que todos los demás Ozteir se levantaran, para no salir lastimados en el acto.

—¡Diana detente! —exclamó el Rey de Dersallia, con voz gruesa, un segundo después toda la piel de su cuerpo se cubrió con una especie de textura azul brillante y muy resistente, parecía tener un cuerpo similar al de un diamante—. ¡Estás provocando que todo esto se salga de las manos!

—¡Yo mejor me voy! —Kathian ni corta ni perezosa se marchó del comedor real.

—¡Espero resuelvas pronto esto, Jerome! —Selina fue detrás de su hija, no sin antes lanzarle una mirada llena de enojo a su esposo.

Saber que Jerome, su amado esposo, tenía otro hijo, fue un golpe duro para ella, no imaginó que algo así le iba a pasar pero muy en el fondo, esperaba que Tron estuviera mintiendo.

—¡Maldición! —Kin estaba muy molesto con todo lo que estaba pasando, ver a su familia en descontrol era algo que no le gustaba para nada, después de todo él era el único descontrolado dentro de todos los Ozteir, molesto miró al joven de cabello largo—. Si ves lo que causas, espero que sepas lo que haces Grinmur.

Su primo tan solo asintió y le dedicó una mirada relajada esperando que el enojo se le esfumara, así mismo Kin miró con enojo a Tron y se marchó, en busca de su hermana y de su madre.

Diana aprovechó el momento para lanzar más de sus látigos.

—¡No vine a pelear! —la mano derecha de Tron estaba brillando, alrededor de esta salían chispas de color azul—. Pero si tengo que hacerlo...

—¿Entonces a qué vienes? —Jerome le hizo seña con sus manos a Diana para que se detuviera, caminó hacia adelante y se detuvo, su piel volvió a su estado natural—. Necesitamos que nos expliques que está pasando.

Tron se quedó en silencio por un momento, era la primera vez que el Rey de Dersallia habla con él, su verdadero padre, estaba asombrado, pensaba que era un hombre muy enojón, serio y autoritario pero parecía ser alguien pacífico, todo lo contrario a como se le imaginó.

—Vengo a entregar a esto —enseñó una carta que tenía en sus manos.

—¿Qué es eso? —preguntó Marcus—. Hermano ten cuidado, no se sabe si ese joven dice la verdad o no.

—Tranquilo hermano, si quisiera matarnos ya lo hubiera hecho —contestó Jerome sonriente, miró rápido a su hermano para calmarlo y luego tomó el papel algo arrugado que además estaba cortado a la mitad.

Lo abrió y empezó a leer:

Hola, no sé quién seas pero espero que cuides muy bien de este bebé, no lo abando...

—Esto no quiere decir que seas mi hijo —habló Jerome cuando terminó de leer—. Necesito más pruebas, esto no es suficien...

—Aquí está la otra parte —Tron lo interrumpió, estiró su mano entregándole la otra parte de la carta.

No lo abandones, es muy especial, sus padres son Jerome y.... —terminó de leer—. ¿Y lo que sigue?

—Eso es todo —afirmó Tron encogido de hombros—. Pero mis poderes lo demuestran, solo alguien de sangre Ozteir tiene poderes.

—Esas no son pruebas suficientes —alegó Jerome—. Yo sé que nunca le he sido infiel a mi Selina, yo no la cambiaría por nadie.

Al comedor real llegó una de las trabajadoras del lugar, la mujer en bata llevaba una mesa metálica con ruedas.

—Aquí está lo que pidió señor —dijo ella sonriente dirigiéndose a Grinmur.

—Gracias Selma, te puedes retirar —Grinmur acercó la mesa rodante hacia su cintura, de la mesa metálica sacó una jeringa—. Con esto lo comprobaremos, claro está, si usted quiere...

—Por supuesto, con esto saldremos de la duda —Jerome se arremangó la camisa hasta el nivel de su codo confiando en la fidelidad que siempre ha tenido hacia su esposa.

—¡Genial! —Grinmur quitó el capuchón de la jeringa, se aseguró que la aguja estuviera bien colocada.

Le indicó a su tío que se sentara y colocara su brazo hacía adelante, Jerome hizo puño, una vez que su sobrino le colocó el torniquete, no tuvo que palpar vena puesto que se le marcaban con facilidad, la extracción de sangre fue rápida.

El mismo procedimiento hizo con Tron y de igual manera fue rápido.

—¡Listo! —Grinmur enseñó dos tubos de ensayos con tres mililitros de sangre de Jerome y de Tron—. Ahora voy al laboratorio a comparar, esperen.

De todos los presentes Grinmur era el más emocionado con el tema de tener un nuevo familiar.

En gran sala del castillo Ozteir estaban sentados esperando todos a excepción de Selina, ella estaba en su cuarto. El joven Tron era el único que no estaba sentado, estaba de pie, ansioso, moviendo sus pies, deseoso de saber los resultados.

—¡Listo! —Grinmur llegó alzando su voz, se mostró serio para causar más expectativa.

—¡Ya dinos de una vez! —pidió Kathian, ella estaba sentada alado de su hermano Kin.

—Mi tío Jerome si es tu padre, Tron —soltó el ojiverde, solo fijó sus ojos en el joven pueblerino, sacó un papel de uno de los bolsillos de su bata—. ¡Aquí tengo el resultado en papel!

Kin al escucharlo llevó sus manos a la cabeza, estaba molesto.

Kathian miró hacia atrás y se encontró con su madre, parada desde la puerta, también había escuchado todo, lagrimas caían de su ojos, acto seguido se marchó, Jerome se dio cuenta y fue a buscarla.

—¡Selina espera! —gritó esperando que su esposa se detuviera—. Seguro esto tiene una explicación, yo jamás te sería infiel, tú eres y siempre serás el amor de vida, hasta el día en que me muera, esto tiene que ser error, le pediré a Grinmur que realice otra prueba.

Selina no dijo nada tan solo lo abrazó muy fuerte, se alejó y le dio una cachetada, Jerome la aceptó a pesar de que sabía que no se la merecía.

La triste mujer se marchó de regreso a su cuarto.

—¡Pa! ¿Por qué? —dijo Kathian mirando con pena a su padre, pasó corriendo hacia el cuarto de sus padres a consolar a su amada madre.

Jerome regresó a la sala principal.

—¿Ahora si me creen? —preguntó Tron no muy feliz con toda la tensión que se generó entre los Ozteir, entre su familia—. Todas estas prueban me dan la razón.

—¿Me pueden dejar a solas con Tron? —pidió muy amable el rey mirando a los demás, que asintieron simplemente aunque no muy contentos—. Y por favor pueden decirle a alguien que me traiga una copa de vino, la necesito en estos momentos.

Kin quiso quedarse pero al final Grinmur se lo llevó a regañadientes.

—Siéntate por favor —le pidió Jerome a su hijo, su nuevo hijo, él se sentó también para que siguiera el ejemplo—. ¿Esto es una broma verdad? ¿No es real?

—Lamento decirle que no, esto si es real —confesó Tron mirando al hombre que resultó ser su verdadero padre—. Tengo que decir que no quería causar conflicto con mi familia, perdón, su familia.

—Tranquilo, si esto es verdad a pesar de que no tengo idea como pero no te preocupes puedes decirlo, ya es tu familia, yo soy tu familia —dijo Jerome tratando de estar lo más tranquilo posible, algo difícil para él, la llegada de Tron fue un gran remolino de emociones y de cosas que le parecían ilógicas—. Pero ¿a qué viniste entonces?

—Porque mi padre... —hizo una leve pausa—. Mi padre adoptivo me contó la verdad y él está muy mal, está muy enfermo y aquí tienen los suficientes medios para poder ayudarlo, solo quiero eso —Jerome notó que la preocupación del joven era real—. No me interesa obtener dinero para mí por más que lo necesite, lo que me importa ahora es ayudarlo, él fue tan bueno conmigo, me toca retribuirle.

—¡Disculpe señor! —un sirviente vestido muy elegante entró al lugar para entregarle la copa de vino al Rey de Dersallia.

—¡Cuando mi padre esté curado no los molestaré más! —exclamó Tron—. Pero tienen que ayudarlo, señor Jerome tiene que ayudarlo.

El rey tomó casi todo el vino de la copa.

El joven rubio tenía los ojos brillosos, el Rey Jerome lo abrazó, en ese momento Tron no sabía qué hacer, era la primera vez que su verdadero padre lo abrazaba.

—Está bien, Tron, está bien... —Jerome lo miró a los ojos—. Haré todo lo posible para salvar...

No terminó de hablar, tosió muy fuerte, tocó sus labios al sentir que algo salía de su boca, era un líquido rojo, no era vino sino sangre.

—¡Señor Jerome! —exclamó Tron intranquilo al ver como el Rey de Dersallia no dejaba de toser sangre.

El hombre de barba se arrodilló mientras llevaba sus manos a su abdomen, le dolía mucho, no aguantaba el dolor, a medida que pasaban los segundos su cuerpo se transforma en su forma diamante a su forma normal y viceversa.

No aguanto más y cayó al suelo, murió pocos segundos y Tron tampoco pudo hacer nada para ayudarlo por más que lo intentó y pidió ayuda.

—¡No! —gritó sumamente asustado—. ¡Señor Jerome!

Lloró, al verlo en el suelo con sangre y espuma saliendo de su boca, le dolió saber que no iba a poder compartir más tiempo con su verdadero padre.

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