2. Castillo Ozteir
—¿Es una broma verdad? —espetó Kin fijando su mirada en los ojos mieles del muchacho que decía ser pariente suyo.
Geneva tan solo estaba mirando la escena, por un segundo miraba a Kin y otro segundo miraba a Tron y así sucesivamente, estaba asombrada al ver el gran parecido que había entre los dos muchachos.
—¿Dime quién eres? —Kin alzó su tono de voz al mismo tiempo que fruncía el ceño, tener de frente a alguien con sus rasgos similares a los suyos le parecía algo muy extraño. Llegó a pensar por un momento que se trataba de una mala broma—. ¿Qué es lo quieres?
Cerró su mano derecha y adoptó una pose de combate.
—Espera un momento primo —Grinmur pasó volando muy cerca del lado izquierdo de Kin—. Tengo que verlo más de cerca.
Kin relajó su cuerpo pensando que su primo iba a pelear contra el pueblerino aunque segundos después se llevó una gran decepción.
El hombre de tez pálida se colocó frente a Tron, posó sus manos sobre el rostro del joven pueblerino, estuvo tanteando cada zona de su cara, tocó sus pómulos, sus cejas, apretó un poco sus cachetes de manera sutil para que el extraño no lo atacara.
—¡Esto es raro! —exclamó Tron mirando de reojo como Grimur lo inspeccionaba por todos lados.
—¡Sorprendente! —Grinmur sonrió—. Ese porte, esas características, calculo un noventa y cinco por ciento de probabilidad de que si seas uno de nosotros.
El rubio muchacho se alegró con las palabras del ojiverde.
—Sí, como ya les dije soy un Ozteir y me llamo Tron —dijo con convicción.
El ojiverde miró a su primo Kin, que no estaba muy convencido.
—Si dices que en realidad eres uno de nosotros entonces ¿quiénes son tus padres? —lo interrogó Kin mirándolo una vez más de pies a cabeza.
—A mi madre no la conocí —Tron hizo una leve pausa, cada vez que mencionaba a su madre en su pecho sentía un vacío—. Pero sé que mi padre es Jerome Ozteir.
—Pero... —expresó Kin extrañado, hizo una leve pausa y luego enojado exclamó—. ¿Qué mierda?
Una vez más Kin adoptó una pose de combate, sentía que el pueblerino le estaba jugando una mala broma.
—¡Déjate de estupideces! —intentó asestarle un puñetazo pero a pesar de estar furioso trató de limitar su habilidad, que era la súper fuerza, estaría mal golpear a un pueblerino con su poder pero pensé que si usaba un poco de su fuerza él contaría su verdad.
El joven rubio resultó ser muy ágil, esquivó el ataque con facilidad sin embargo el príncipe Kin no desistió y trató de atacarlo con más puñetazos.
Tron tan solo se limitó a esquivar sus golpes de una manera sorprendente, su experiencia en combate era notable, estaba dejando en ridículo al príncipe de Dersallia.
De repente los ojos del pueblerino empezaron a brillar, pasaron de ser color miel a ser azul eléctrico, parecía como si muchos rayos pasaban rodando sin rumbo fijo en sus ojos.
—¡Kin detente! —Grinmur alzó su voz pero su primo hizo caso omiso.
«Increíble, es la primera vez que veo al príncipe Kin tan de cerca y es la primera vez que veo que lo humillan en combate, pobre de él», pensó Geneva mirando el combate.
El ojiverde no tuvo más opción que usar su habilidad, su telequinesis, llevó la palma de su mano izquierda hacía el frente, segundos después Kin quedó inmóvil.
—¿Qué estás haciendo Grinmur? —Kin estaba enojado—. ¿Y si todo lo que dice es una mentira?
El príncipe Kin con algo de esfuerzo giró su cabeza lentamente para mirar a su primo, Grinmur se asustó aunque fugazmente pero el motivo de su susto se debía a que su primo se estaba resistiendo con éxito a su poder.
—Él también tiene poderes —Grinmur hizo un gesto con su cabeza indicándole que se detenga—. Es peligroso, su habilidad es una molestia, si nos unimos podremos ganarle pero no quiero pelear con él, al parecer si es un Ozteir.
—¡Al fin alguien que razona! —mencionó Tron mientras sus ojos volvían a la normalidad—. Y sí, claro que soy un Ozteir.
Geneva dio dos pasos hacia atrás de manera inconsciente.
Grinmur la miró de reojo pero no le tomó importancia.
—Debemos llevarlo al castillo y hacerle las pruebas en el laboratorio —indicó el hombre de cabello largo—. Solo así saldremos de toda duda.
—¡No! —se negó Kin—. Y si eso es lo quiere y si solo se inventó que es un Ozteir para ir al castillo a robarnos o quién sabe si planea matarnos o algo parecido.
—Saben que... —Tron empezó a caminar—. No tengo tiempo, igual ya tengo una guía.
El rubio miró a Geneva, la guerrera se sobresaltó, se sonrojó y se hizo la desentendida tratando de mirar por todos lados cuando Kin y Grinmur la quedaron miraron.
—¡No lo lleves! —pidió Kin cuando la miró a los ojos—. No es de confiar.
Geneva no sabía que responder.
—¡Ay cálmate! —gritó Grinmur, giró el cuerpo de Kin para que ambos quedaran frente a frente—. No creo que sea tan tonto para que haga algo que no debe en el castillo, todos tenemos poderes y además hay una decena de guardias.
Kin terminó aceptando, asintió de mala gana.
—¡Espero no arrepentirme de esto! —Kin miró a su primo esperando que captara la indirecta.
Tron sonrió, había logrado la primera parte de su cometido, antes de ir al castillo fue por la guerrera de cabello castaño.
—Gracias por aceptar ser mi guía pero ellos me llevaran —Tron se disculpó con la joven guerrera—. Espero que otro día en que esté menos ocupado, salgamos.
—¡No hay problema! —Geneva sonrió y se marchó a pasos lentos, no sin antes colocarse su casco.
Grinmur fue a inspeccionar como iba el trabajo que les pidió a los guerreros que estaban a su cargo, se mostró feliz al ver que la bestia de nivel tres ya había sido cortada, los guerreros habían cortado sus extremidades superiores e inferiores, además de su cabeza, de esa forma era más fácil llevarlo al laboratorio que estaba ubicado en el gran castillo Ozteir.
Los guerreros de armadura azul oscura colocaron las partes cortadas de la bestia en enormes cajas metálicas de color negro, que al cerrar sus aberturas quedaban selladas con la ayuda de la tecnología de punta que Grinmur y su padre Marcus habían creado en su laboratorio.
—¡Requiero de dos pares de propulsores! —Grinmur apretó un botón del objeto tecnológico que tenía en su mano derecha—. Ubicación, entrada de Dersallia.
Apretó el mismo botón de color verde terminando así la llamada.
Los zapatos propulsores eran para Tron, que tampoco tenía la capacidad de volar. Los artefactos tecnológicos no tardaron en llegar, gracias a su GPS integrado llegaron hasta Grinmur, este le pidió al joven rubio que se los probara.
—¡Listo! —Tron sonrió al ver como empezaba a levitar gracias a los zapatos de alta tecnología.
El ambiente alrededor del gran comedor del castillo Ozteir se tornaba feliz, brillante con todas las luces que provenían de las lámparas tan elegantes que adornaban el techo del lugar.
La mesa del comedor estaba hecha de un costoso vidrio, sobre este yacía una larga tela de color blanco, en medio de la mesa se encontraba un florero muy elegante, en el centro de este se encontraban ocho velas, una por cada integrante de la familia.
En las sillas rojas se encontraban seis de los Ozteir, las elegantes sillas estaban hechas de una madera muy antigua y muy resistente.
Sentado en el extremo derecho se encontraba Jerome Ozteir, el Rey de Dersallia, un hombre rubio con barba, de buen porte y cuerpo trabajado. Del lado izquierdo de él se encontraba sentada una mujer blanca de una cabellera muy larga y azabache, delgada pero también de buen porte, llamada Selina Ozteir, anteriormente conocida como Selina Himet, la esposa de Jerome Ozteir, actualmente conocida como la Reina de Dersallia.
Sentada del lado derecho de Jerome Ozteir, se encontraba su hija, Kathian Ozteir, la menor de la familia, una joven de cabellos dorados, delgada y con inocencia unica. Al lado de ella se encontraba su tío, Marcus Ozteir, un hombre de cabello negro y largo, con lentes, algo subido de peso.
Junto a Selina se encontraba su cuñada, Diana Ozteir, hermana de Jerome y Marcus, una mujer de cabellos dorados como su sobrina, de buen cuerpo, labios gruesos y cabello corto. Al lado de ella se encontraba su novio, Gailos Nermeun, un hombre de negocios, casi tan adinerado como los Ozteir, un hombre de estatura baja, cabello negro peinado hacia atrás y de tez canela.
Todos estaban vestidos muy elegantes porque dos horas antes de almorzar tuvieron una reunión importante con una pareja muy adinerada, aquella pareja dueña de una de las compañías más importantes de Dersallia.
—¿Dónde estarán Grinmur y Kin? —preguntó el hombre que lideraba la mesa, alzó su copa antes de beber el líquido rojovinoso que dentro de ella se encontraba.
—¡Quien sabe! —exclamó Marcus con los cubiertos en sus manos a punto de cortar una rebanada de la carne que estaba en su plato—. ¡Grinmur nunca me cuenta nada!
Cuando cortó un pedazo de carne con su cuchillo usó su tenedor para llevarlo a su boca y masticarlo.
—Ellos fueron a ver a la bestia de nivel tres que quería entrar al país —dijo Kathian antes de limpiar su mentón con una tela blanca—. No creo que tarden.
—¡Que rico huele esto! —Gailos respiró hondo olfateando la comida.
De repente la puerta de la sala del gran comedor se abrió de par en par mostrando a tres hombres, dos de ellos conocidos para los Ozteir pero el tercero era un completo desconocido, aunque algunos pudieron ver algo familiar en su rostro.
—¿Qué es esto? —preguntó el Rey de Dersallia casi gritando—. ¿Por qué tanto alboroto?
El joven llamado Tron quedó asombrado con todo lo que estaba viendo, todo era tan elegante y limpio, se quedó en silencio por uno segundos, estaba nervioso, de un momento a otro conoció a todos los integrantes de la familia Ozteir, de su familia.
—¿Quién es ese joven de aspecto no muy limpio? —preguntó Gailos mirando con cierto repudio.
Todos dejaron de comer en ese momento, estaban más intrigados con lo que Kin y Grinmur tenían que contarles.
—¡Yo soy Tron! —dijo con seriedad.
—¿Y? —preguntó Diana Ozteir arrugando su frente.
—¡Y soy su hijo! —miró al Rey de Dersallia—. Soy el hijo de Jerome Ozteir.
Jerome escupió el vino que estaba contenido en su boca.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top