✨Cap 8:Consecuencias.
¿Estoy muerta o soñando?
Creo que estoy viva dentro de un sueño, o ...no sé.
—Laia. Deja de mirarme como si fuera un fantasma y acábate el desayuno.
Pues no, no es un sueño.
Hoy desperté en una cama que no era la mía y con una ropa diferente a la que traía ayer .
Cuando regresaron a mi mente los recuerdos de la muerte del Rey de Venia se me olvidó todo en lo que estaba pensando.
Si le hubiera hecho caso a Theo no habría pasado nada, pero no, yo quería hacer las pases con el Rey y lo que tuve como hospedaje fue una cárcel hasta que Frank me rescató—que todavía no sé cómo lo hizo—.
Salí presa de un recuerdo tan tortuoso como lo es un asesinato.
El palacio de los Donovan me acogió cuando me desmayé y ahora mismo estoy procesando que tengo en frente a mi ex, que no hay que atar cabos para saber que él me trajo a Hill y seguramente también me cambió de ropa.
—Estoy pensando en si decirte gracias o darte una bofetada por haberme visto en ropa interior.
Cruzo mis brazos y el se pone a carcajear.
—¿En serio estás pensando en eso?
—Sí. ¿Algún problema?
Se pasa la mano por la cara y me dice:
—No. Es que no me esperaba esto de tí, de otra persona sí,pero tú...
—¡¿Yo qué?!
Me levanto de la mesa y él también lo hace.
—Tú fuiste mi novia y tu cuerpo me lo sé de memoria desde la cabeza hasta los pies—se acerca a mí y conecta sus hermosos y aterradores ojos a los míos—.
—¿De qué hablas?
—Hablo de que me importa poco que mi primo esté contigo.Tu piel está marcada por mí.
Besa mi mejilla y acaricia mis brazos con sus dedos .Un suspiro sobresale de mí al tener su respiración en mi mejilla.
La parte cuerda de mi cabeza se hace borrosa y los pequeños besos de Frank en mi cuello me empiezan a volver loca . ¡Dios, que bien se siente!.
Yo me quedo inmóvil antes sus toques y cada vez que sus labios besan mis mejilla echo mi cabeza hacia un lado porque la realidad se me pegaba de frente y me hacía mantener mi dignidad.
—¡¿Estás loco?!. Tienes novia y yo prometido .
—Claro, prometido.—sonríe.
Yo uno mis palmas y ruego.
—Por favor. No le cuentes a nadie el secreto.
Frank rueda los ojos.
—Te dije que no lo voy a hacer, Laia.
—Bueno, gracias.
Nuestra discusión extraña con caricias acaba cuando él se aparta y nos sentamos al no tener más nada que decir .
Frank sigue desayunando lo que queda en su plato y yo no puedo dejar de pensar en el roce de sus labios con mi piel. Mis ojos lo miran y todavía me entran nervios su cercanía por lo guapo que está.
Su cuerpo es delgado y me gusta, me gusta porque en eso nunca ha cambiado. Lo que me ha dejado boquiabierta es su altura .
Es que hasta parece un gigante con el 1.80 que carga. Ya decía yo que a este se le hizo fácil llevarme en sus brazos en todo el camino. Su pelo tiene corte elegante y para qué hablar de sus ojos si he dicho que son mi tortura. Si mirar a los ojos de las personas para mí es complicado, es un problemón entonces mirar unos de color verde, además de que un collar con un colmillo de animal lo hace ver misterioso y salvaje .Estoy embarcada.
¿Como podré resistirme?.
No lo sé pero tendré que hacerlo de alguna forma.
—Que tenga buenas tardes, su majestad. Debo retirarme para...
—No tiene que decirme los detalles, Frank. Puede marcharse.—me limpio los labios con la servilleta y él se aleja apenas que doy mi permiso.
Como quisiera que lo nuestro volviera a ser como antes.
***
En el palacio de Campbell todos mis empleados se enteraron de mi secuestro y Albert ya me estaba esperando con su cara de:"me lo cuentas todo o te castigo"y aunque me daba un poco de gracia también me asustaba verlo así.
—Hola.
—¿Hola, eso es lo único que tienes por decir?.
Mi mayordomo traía una regadera en la manos y le echaba agua a las plantas. Se veía muy calmado, pero algo me dice que no es así como está.
—Emm...te quiero y ¿lo siento?.
—Ah, ya pasamos a la fase dulzura. Ahora viene la fase sinceridad porque tú no eres de ser directa desde el principio.
Deja la regadera a un lado y pega su espalda a la puerta . Demuestra que está listo para escucharme.
—Albert, ya me conoces. No te puedo mentir.
—Por tu bien, claramente.
Sonrío y relato lo que pasó el día que me fuí del reino.
—La carta que me entregaste decía que me presentara ante el Rey de Venia para hacer las pases y podía haberme quedado tranquila aquí, pero sabes cómo soy y ser Reina para mí es tener valentía .
Es haber recorrido kilómetros a caballo y hablar cara a cara con las personas en vez de enviar una carta que ni se sabe quién la escribió.
—¡Por estar cara a cara casi mueres, mi Reina!.
—Si, y me arrepiento de ir a ese lugar sin planear nada.
Lloro y hago hipidos.
—Por favor. No llore, no llore...
Albert me abraza y me levanta del suelo para llevarme al trono del salón.
—Tuve miedo, Albert. Me encerraron en una celda donde pasé horas con hambre y ansiedad porque no sabía que hacer para salvarme. Frank me salvó, pero después volvieron a atraparme y...
Varios sollozos salen de mí y eso hace que mi segundo padre me acaricie el pelo como si fuera una bebé y aveces estoy en contra de eso, pero hoy quiero ser una joven mimada por las tantas cosas que me han pasado en tan pocos días.
—Maté al Rey de Venia.
—Shh, ya lo sé, tranquila .
Me aprieta a su pecho.
—Soy una asesina.
—No, eres una superviviente Laia.
Aparto mi cabeza de su cuerpo y me apego más a él por lo bien que confía en mí.
—Gracias, necesitaba desahogarme.
—No tienes nada que agradecer, hija mía.
En estos momentos es donde extraño mucho a mis padres. Los abrazos, consejos, regaños, todo lo que se relacione con su compañía.
Cuando era chiquita pensaba que eran eternos pero cuando se murió mamá utilizaba cualquier segundo libre para estar al lado de papá.
A él también se le hizo difícil la pérdida y después de eso yo era como un diamante valioso que tenía que cuidar. Y lo hizo muy bien.
—Ah, Laia . Su prometido la espera con una mujer en el comedor—me informa Albert.
—Está bien. Iré a verlos ahora.
Ya mi mayordomo sabe gracias a los chismes del palacio la nueva noticia, así que ahora si estoy metida en problemas ocultándole secretos .
Con calma caminé hacia donde estaba Andrew y este me resivió con un fuerte abrazo.
—¡¿Cómo me asustó verte en mi palacio por la noche, Laia?!. Pensé que habías muerto.—me habla descontroladamente y coge mis cabeza entre sus manos.
—No exageres, Donovan.
—¡¿Qué no exagere dices?!.—me grita.
—¿Y si dejas los gritos y me presentas a tu esposa?.
Queda desconcertado por un segundo y mantengo mi mirada fija en la pelirroja que está frente a mí . Él se acerca inmediatamente a ella y toca su barriga .
—Elizabeth, te presento a mi amiga de la infancia Laia, Reina de Campbell.
Ella se acerca y me brinda su mano.
—Un gusto conocerla, su majestad.
—El gusto es mío al conocer a la amada de mi amigo y por favor, se puede decir que somos casi familia así que cuando estemos a solas me puede llamar por mi nombre.
—Está bien, Laia.
Una hermosa sonrisa sobresale en la acompañante de mi amigo y yo me quedo estupefacta con las originales pecas de su cara .¡Me encanta, que linda es!.
En el transcurso de la conversación que tenemos sobre su bebé afirmo que su carácter es tierno . Me agrada saber que Elizabeth esté junto a Andrew. Son tal para cual y eso me hace feliz.
Ella me comenta que mi amigo le ha hablado de mí, de nuestra historia y también por lo que estamos pasando ahora y está de acuerdo en lo que haremos. Si es por el bien de su esposo, está a favor de nuestro plan.
Estaba concentrada en nuestra agradable conversación hasta que unos gritos resuenan desde afuera del palacio y yo me atrevo salir para ver de quién provenía.
—¡Reinitaaa de Campbell, he venido a visitarteeee!
Reconozco a una voz femenina gritando desde el salón y cuando veo una cabellera negra desde la distancia ya sé porque hay armado tanto escándalo.
Yo me quedo tiesa dónde estoy y una palmada en la cara me tira al piso de manera dolorosa.
—¡Dicen los oficiales que no, pero es tu culpa, se que tú mataste a mi padre!.
La pena me invade y me quedo sin palabras con la cabeza abajo en el piso.
—¡Háblame, maldita sea!.
—No tengo nada que decir—suelto en un hilo de voz.
—¿Ah no?.Pues yo si sé lo que tengo que hacer.
Un alón de pelo que me hace apretar los ojos me levanta y otra cachetada me enciende la mejilla .
Yo no me defiendo porque me siento culpable y pienso que así se me olvide que maté a su padre.
Un puñetazo es lanzado hacia mi ojo y eso me tira de nuevo al piso.
Ella me mira con odio y yo suplico con mi mirada que pare.
—¿Laia?
Andrew y Elizabeth se acercan y estoy feliz de verlos hasta que noto sus manos entrelazadas.
Ay no .Esto no puede estar pasando.
Vuelvo mi vista a la princesa de Venia y si, también se percató de lo mismo que yo.
—Espera un momento, él y tú...
Da un paso atrás y señala a Elizabeth.
—No es lo que piensas—hablo desde el suelo.
Ella niega y sonríe.
—Si es lo que pienso. Lo tuyo con Andrew es falso.
—¡No!—gritamos Donovan y yo a la vez.
—¿Quién lo diría?.Ya tengo mi venganza .
Ella camina hacia atrás rápidamente , pero antes de girarse choca contra el primo de Andrew.
—No se lo dirás a nadie si es que quieres mantener nuestra boda.
¡¿Boda?!
Oh Jesucristo. Líbrame de este mal que tengo.
Creo que esto es peor que lo de haber contado el matrimonio falso.
Creo que mejor me muero y acabo con las torturas que me pasan .
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