✨Cap 7: Yo prometí no morir dos veces.

Estoy cansada.
Mis caballeros y yo llevamos cabalgando tres horas sin parar y como estoy en frente del escuadrón no expreso lo que siento .No quiero dar razones que rebajen más a las mujeres.
De todas maneras, sigo pensando que el camino es  largo y caluroso. Hemos pasado por Hill—que queda cerca de Viena—y todavía no he visto ni una sola casa .
Es una agotadora travesía,  pero estoy segura que como guerrera aguanto más que eso.

—¿Se encuentra bien, su majestad?

Me habla el moreno que me salvó en mi primera batalla.

—Si, caballero. Una pregunta.¿Falta mucho para llegar?

Paso la mano por el sudor que está
goteando mi frente y el sonríe.

—Está cansada, reina—detiene al caballo y yo detengo al mío también.

—No. Estoy perfecta...

—¡Chicos! .Descansemos un poco bajo sombra.—grita a sus compañeros y yo me quedo asombrada por su falta de respeto.

—¡¿Qué hace?!

Me bajo de un salto del animal y él copia mi movimiento.

—Hágame caso,  su majestad. Después me lo agradecerá.

Y así como si nada se arregla el uniforme  con sus manos de un tirón y camina hacia un árbol que se encuentra frente a nosotros.

Me he dado cuenta de que este caballero no se parece en nada a los otros. Mientras la mayoría son delgados, él posee un cuerpo bien formado y ejercitado .
Theo. Ese es el nombre del descarado este. Es bajito, pero más alto que yo.
Con el pelo rizado y ojos miel. Su sonrisa es muy linda, tan linda que detuvimos la marcha porque quería que yo descansara.

Camino hacia él y bebo el agua de mi cantimplora.

—¿De dónde es tu familia, Theo?—pregunto.

Por primera vez reuno el valor suficiente para socializar con él.
Para mí siempre ha sido difícil hacer eso .Que me haya salvado de la muerte me ha hecho querer saber de él.

—De Venia,  mi reina.—responde y lleva un pedazo de pan a su boca .

Ahora me pregunto:
¿Cómo está  tranquilo si vamos a atacar a su ciudad?

—Porque mi familia está muerta.

En un repentino movimiento lo miro y llevo la mano a su hombro como disculpa a mi atrevimiento.

—Lo siento, pensé que lo había dicho mentalmente...

—No importa, su majestad.

—Si importa.

Él sacude la cabeza y ni siquiera veo una lágrima en sus ojos .

—Yo soy huérfano, mi reina.

—Aish, otra vez lo he molestado. Mejor...me callo, pero por favor no me diga más Reina cuando estemos alejados de sus compañeros.

Él sonríe pícaramente y limpia las migajas que tenía en los alrededores de sus labios .Por un momento solo observo esa parte de su cara hasta que...

—¿Cómo quiere que le llame, reina?

Sonrío .De nuevo no me hace caso.

Se acerca a mí y sus dedos cogen un mechón sobresaliente de mi pelo y lo lleva a su lugar.

—Laia, llámame así. Y hazme caso con lo que te digo si no quieres verme peleando.

Voy caminando hacia detrás con las manos en la cintura y con una mirada desafiante.

—¿Ah sí? Pues tenía la idea de llamarla por su nombre.Pero...

—¡Caballeros, todos vuelvan a sus caballos!.

Grito y me hacen caso .
El moreno se posiciona al lado mío y enarco una ceja.

—¿Pero qué, Theo?

Vuelve esa sonrisa fascinante a sus labios y se me pega su acción .

—Ay, Laia. Con su amenaza la llamaré reina mil veces hasta agotarme de verla pelear.

Oh, esto ha tomado otro rumbo.

—¿Si?

—Si, querida. Y posiblemente—acerca su caballo hasta rozar sus pantalones con mi pierna—eso sea nunca, su majestad.

¡¿Qué hago con él?! . Su labia es tan buena que hasta la vecina mía cae arrodillada.

—Ayy, Theo.

—Lo digo en serio, su majestad.

Ruedo los ojos y lo ignoro cuando pongo en marcha al caballo.

***

Si me dicen que  con una  palabra describa a Venia digo que esa es:protegida.
No me imaginaba esto .El castillo del Rey está rodeado de miles de hombres uniformados y todos corpulentos.
Con la mirada en frente mis caballeros y yo nos acercamos a ellos y desde donde estoy puedo ver que conversan entre ellos mientras  examinan meticulosamente nuestras caras.
Un rubio se pone delante de todos y pregunta.

—¿Ustedes son de Campbell?

Todos bajamos del caballo al ver que sus armas más evolucionadas que las nuestras nos apuntan.

—¡Si!. Yo soy la reina y he venido por petición de su Rey.

Se miran entre ellos y el de pelo claro nos vuelve a hablar.

—Dejen sus armas afuera.

—Eso es imposible.

Dice Theo y da un paso para quedar junto a mí, al frente.

—Su majestad no permite armas en su castillo.

—Esta vez será diferente porque mi reina no entrará ahí sin protección...

—Lo haré.

Pongo una mano en el pecho del moreno y él susurra bajito:"Es peligroso, su alteza".
Yo solo asiento y me giro  de frente a los otros guardias y subo los escalones hasta llegar a la puerta vigilada por ellos.

Entro al salón y observo como está decorado el lugar.
Las cortinas que cubre la claridad de las ventanas es de un color blanco tornasol y los enormes candelabros que están en el techo son preciosos.
En una esquina se puede apreciar un
cuadro con la foto de la princesa de Viena y sus padres, los reyes. Los tres poseen una belleza natural que aseguro que es inigualable, aunque el carácter del Rey de Viena lo eche todo a perder .
Una enorme alfombra roja me guía el camino hacia el susodicho y se me hace raro verlo sonriendo mientras me acerco a él.

—¿Así que hizo caso a mi petición?—baja los escalones y yo sigo sus pasos sin perder ningún detalle.

Mis manos se posan frente a mi vestido.

—Bueno, su majestad .Al final fue por gusto porque no dejó entrar a los caballeros que usted mismo pidió.

—Es verdad. ¿Pero  cuál sería la diversión después todo?. Por lo menos tuvo una buena protección durante el recorrido.

Protección, ni protección.

Yo me sé cuidar bien solita, su alteza.—aseguro.

—Bueno, eso no lo sabe.

Mueve su dedo índice hacia un lado y no percibo lo que hace hasta que siento dos hombres a mis costados alándome mis brazos como si fuera un animal.

—¿Sigue estando segura de que se puede cuidar bien solita?

Bebe un trago de vino de las mesas que rodean el salón y yo trato de safarme de los dos grandulones que tengo a mi lado.

¡Es un tramposo!

Sigo removiendo mi cuerpo para liberarme y él con su santa calma se alimenta a medio metro de mí.

—¡Me da asco usted!. No tiene escrúpulos para combatir contra una mujer . Solo se privilegia de ordenar a sus guardias capturarme como un niño mimado y no como un hombre.

Grito y él lleva las manos a sus oídos .

—¡Cállate!. Por tu culpa me sacaron de la organización . —sus ojos se agrandan y  un movimiento nervioso comienza a sobresalir en su ojo izquierdo.

—Y también es rencoroso.  Yo que pensé  que usted  tenía una alto grado de  intelectualidad, pero parece que me equivoqué.

—Y yo no pensé que usted me iba a dar tanto trabajo. Pero desde que llegó a la organización acabó con mi vida.

—¿Ahora se hace el lastimado?. Bien, y dicen que las mujeres somos sensibles.

—Ajam.

Me sorprende cuando responde cortantemente hasta que veo que saca un paño y una botellita del bolsillo de su pantalón.

—¡¿Qué es eso?!.

Se queda callado y cuando veo su sonrisa macabra mis piernas comienzan a temblar y el sudor frío de los nervios recorre toda mi frente.

Con su mirada manda a los guardias que me acerquen hacia a él.
Reacciono a su extraño comportamiento y dejándome llevar por el instinto de supervivencia le doy un codazo en la nariz  a un guardia.
El otro se percata que intento huir y
al ser más rápida  lanzo una patada  a su abdomen.

Te tengo,  diablita.

Se me olvidó que tenía  al peor de todos atrás y que este traía un paño con un líquido roceado en toda su tela. Eso era una mala señal.

—¡No lo hagas!

Palmoteo sus fuertes brazos.

—Ya es muy tarde.

El paño se pegó a mi nariz con una fuerza tan aterradora que fácilmente respiré su olor a sedante y mis ojos se cerraron a la velocidad de la luz.

***

Ya llevo seis horas intentando salir del calabozo al que me metió el loco Rey de Venia y no he  encontrado ninguna vía de escape. Han venido a traerme solamente agua en todo este tiempo y eso me hace saber que si me quedo más días aquí lo más seguro es que muera desnutrida. Si, este tipo se tomó muy a pecho su  salida de la organización. Y mira que se lo dije a Andrew, pero en fin, yo pago las consecuencias y aquí estoy.

—Pss.

Me paro del piso.

—¿Hola?

—Laia.

Estaba asustada  hasta que escuché esa voz.

—¿Frank?.

Ojalá no esté alucinando.

—Si, soy yo . ¿Estás bien?

Se asoma con sigilo y abre las puertas que me tenían encarcelada  con unas llaves que no sé de dónde sacó.

—¡Oh dios! .

Apenas que  el chirrido del abrir de las puertas hace acto de presencia ya estoy abrazando a la persona que menos esperé que me iba a salvar de esta situación .
Él me separa de sus brazos y observa todo mi cuerpo con preocupación.

—¿Te hicieron algo? .Por favor, dime que no te hicieron nada ...

—Estoy bien, principito. Y gracias a tí mucho más.

Le decía así cuando éramos novios.
No es algo que imaginé hacerlo después que nos separáramos,  pero doy un beso en su mejilla porque valoro mucho lo que hizo.
Él sonríe hermosamente y devuelve el beso a mi mejilla. La magia se desvanece cuando oímos  entrar a unos guardias.
Nos escondemos .

—¿Estás seguro de que viste a un desconocido entrar aquí?.

—Si...

Sin darles tiempo a que nos cojan los encerramos dentro del calabozo y salimos como si nada al exterior del apestoso lugar.
Frank y yo chocamos los cinco como en los viejos tiempos y de ahí  bajamos silenciosamente las escaleras del segundo piso .
En el primer piso me encuentro a Theo y este me abraza apenas me ve.
Yo le corresopondo y desde su hombro noto la mirada recelosa de Donovan.

De repente se me ocurre que...

—¿Frank, cómo supiste que estaba...?

Inesperadamente siento algo filoso en mi cuello y cuando miro hacia abajo rezo porque este hombre se apiade de mí y no me clave la daga que trae en su mano.

¡¿Es que yo no tengo suerte en esta vida?!

—Ya no te volverás a escapar.

Me aprisiona contra su cuerpo y digo:

—Eso lo sé porque primero acabo yo contigo que tú conmigo.

Y de un giro  cambio de roles y clavo el cuchillo en su cuello .
La sangre oscurece mi mano y yo me aparto de su cuerpo muerto .

—Algún día espero recibir el perdón de tu hija cuando llegue a descubrir esto porque de acuerdo a las autoridades me salvé yo misma de tu intento de homicidio. Yo prometí no morir dos veces...

Lágrimas empapan mi rostro y un mareo intenso se apodera de mi cerebro .
Se vuelve cada vez peor por la falta de alimentación, así que cuando me desmayo ya me da lo mismo que haya caído en los brazos de alguien, mi vista borrosa no me dejó ver quién fue.

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