✨Cap 26:Hoy es el día Parte2
—Yo rescataré a Isac.—digo mientras me fijo en el palacio que pronto iba a ser de mi propiedad.
Escucho un sollozo y desvío mi vista de la fortaleza para ver a la Reina tirada en el piso con sus manos en la cara.
—Denle agua a la Reina, su palidez me preocupa y no quiero que se desmaye.—la señalo—Voy a entrar con ella al palacio.
—¡¿Cómo?!—dice Wilson.
—Me ayudará a salvar a Bradley.
—No creo que eso dé resultado, Laia.—me dice Ross y yo encojo los hombros.
—Yo tampoco, pero es una manera en la que puedo capturar a Paul.
Levanta a la Reina del piso y cojo su brazo como un caballero para que no se escape, aunque estoy segura de que no lo haría porque sé que no está de acuerdo en lo que el Rey le hizo a su hijo.
—Señorita, yo puedo acompañarla.
—Gracias, Nick, pero solo iré acompañada de la Reina.—le digo alejándome de donde estábamos para adentrarme al palacio.
El pulso de mi corazón se aceleraba con cada paso que daba hacia el comedor. Liliana también estaba alterada, sus nervios se percibían por la fuerza con que apretaba mi brazo. Doblamos un pasillo y cuando llegamos al salón pudimos observar al Rey con una navaja pegada al cuello de Isac.
¿Porqué lo escogió a él entre todo el ejército?. Algo no encaja bien en todo esto.
—¡Sé que estás ahí, Laia!.—grita Paul con la furia reflejada en su rostro.
Decido salir de mi escondite y le pido disculpas a la Reina cuando saco la espada para acercarla a su cuello.
Isac sonríe cuando me ve entrar en escena.
—Sabía que estabas viva—dice Donovan sonriendo de forma macabra—nunca me pude creer esa caída por el barranco que mis guardias me contaban. Eso sí, no sabía que tu mente de niña podría idear un plan para quitarme mi reino, ni amenazarme con mi esposa, pero aquí estamos.
—Aquí estamos.—repito su frase encurvando mis labios.
Me acerco un poco hacia él, pero cuando noto una gota roja manchando el cuello de Bradley decido retroceder.
—¡Suelta ahora mismo esa navaja, Donovan¡.—le ordeno por el miedo que me causaba su mano lastimando a mi jefe.
—¿Y si no quiero?—su mirada se oscurece y alo con fuerza el pelo de la Reina, haciéndola retorcer de dolor hacia atrás.
Uno mis cejas.
—La mato—amenazo.
Su mano se aleja del cuello de Isac y se acerca más a mí saliendo de la parte de atrás de la mesa.Me imaginé que quería salvar a su esposa de mí, pero...
—A ella la puedes cortar en pedacitos y comértela mañana en el desayuno—dice señalándola con el arma en la mano.
—¡Eres un monstruo!—dice Liliana con lágrimas en sus ojos.
Suelto mi agarre de su pelo, ya que a mí sí me dolía su sufrimiento por lo que escuchó de su esposo que hace años la había amado y que ahora la brindaba como bandeja de plata a la muerte.
—¿Cuál es tu siguiente paso, Laia?—pregunta y lleva su vista Isac—¿Rescatarás a tu noviecito o te marcharás de Hill para poder reinarlo en paz con mis guardias?.
¡¿Eh?!
—¿Cómo sabes...?
—No eres la única que tenía infiltrados en territorio enemigo, corazón.
—¿Infiltrados?—uno mi entrecejo tratando de entender lo que me insinuaba Paul.
—Sí, Laia, infiltrados. No me gusta repetir lo mismo varias veces.—dice tocándose la frente.
Es imposible, nadie faltó a mis entrenamientos ningún día, el único que faltó una semana fue Isac, pero es imposible, él no pudo haber sido, él me lo hubiera dicho, él...
—¿Tú...?
—Claro que fue él, Laia. ¿Quién más iba a ser? o es que te enamoraste hasta tal punto de volverte boba.
—¡No lo escuches, Bell!—me dijo Isac mirándome con los ojos enrojecidos.
—No lo escucho, Isac, confío en que tú me dirás la verdad.—trato de encontrar su mirada aunque esté siendo apresado por Paul—Dime la verdad, Bradley.
Sus ojos me dicen todo cuando aparta su mirada.
—Joder, Paul tiene la razón.—esquivo una lágrima con mi mano.
—No culpes al pobre, Laia. Él no cumplió su trabajo, se enamoró al igual que tú, si no hace mucho tiempo hubiera sabido que me montarías una emboscada.—lo ahorca con su brazo y yo llevo las manos a mi boca—Como a nadie le gustan los traidores, lo capturé cuando ví a tu grupito atacando a los míos y como sabía que todavía tenías sentimientos hacia él decidí hacer un trueque.
—¡Yo no voy a hacer ningún trueque contigo, cabrón!—alcé mi voz con el mentón en alto.
Donovan clavó su navaja en el abdomen de Isac y la retiró con la misma velocidad que hirió esa parte de su piel llenando su mano de sangre y dejando que los quejidos agonizantes de Isac se repercutieran en mis oídos.
—¡No!—corrí hasta alcanzar el cuerpo de la persona que me había traicionado y que a la misma vez había entregado mi corazón como a ningún otro.
—Disfruta la muerte de tu amado novio, Laia.
—¿Porqué lo hiciste?—puse la mano de Isac en mi mejilla mientras hacía presión en el corte.
—Iba a mat..t.tar a mi hermana.—me dice con la voz entrecortada.
—Me lo hubieras dicho, Isac.
—Yo....—aprieta mi brazo y me asusta cuando en un movimiento no perceptible me empujó hacia el otro lado de su cuerpo.
Paul se había lanzado a matarme.
—¡Laia, cuidado!.—me avisa Isac.
El Rey de Hill venía hacia mí decidido a acabar conmigo pero me levanté del suelo y saqué mi espada para desafiarlo.
—Juguemos a algo. Pelearemos y el que gane será el dueño de Campbell y Hill.—dice Donovan apretando fuertemente sus manos en la espada, deseoso de irme arriba.
—Eso está hecho.—corro hacia él con mi espada alzada y al intentar penetrarla en su cuerpo se aparta rápidamente de mi campo de vista, dejándome desubicada.
—Uf, casi me atrapas.
Patea mi estómago y caigo al piso sintiendo los huesos rotos de mi costilla crujir por la fuerza con que me lanzó.
Hago esfuerzo para pararme y me sujeto a la mesa que tenía a mi lado como sostén a mi cuerpo.
¡Duele más que no poder despertarme de un coma!.
—Lo estás disfrutando, ¿eh?.
Vuelvo a ponerme en posición de combate y cuando él vuelve acercarse a mí le doy con mi puño en su cara.
No dejo que procese el dolor.
Clavé mi espada en su abdomen al igual que lo hizo con Isac, aunque no me esperé que reaccionara más rápido y que no dejara que la sacara de su cuerpo. Sin ningún tipo de debilidad por mi golpe me cogió con fuerza del brazo para subir los escalones hacia la segunda planta, donde se encontraba antes el grupo tres de mi ejército.
—¿Cómo...?—digo horrorizada al no notar ni una gota de sangre empapando su traje.
—Chaleco antibalas, nuevo invento creado por los científicos de Hill. Me imagino que cuando reinabas tu pueblo todavía no sabían lo que era un teléfono, pero eso no importa ahora.—aprieta su agarre en mis hombros y coloca la mitad de mi cuerpo fuera de la baranda de la escalera.
Con miedo a que me empuje pongo mi mano en su pecho y grito:
—¡Tu ganas!. Has ganado esta pelea , ahora déjame retirar a mi ejército de aquí y te dejaremos tranquilo, te lo juro, por favor, déjame irme...
—Es muy tarde, reinita. Dile adiós a tu novio.
—¡No!.
Como mis manos estaban libres las acerqué al mango y empujé con toda mi fuerza el filo que faltaba por enterrar en su cuerpo y pude darme cuenta de que ahora sí le había afectado el arma.
El chaleco no protegía la profundidad de la espada.
En el instante que parpadeó lo cogí de los hombros y lo puse en la misma posición que estaba yo.
—Odio a los hombres que traicionan a su familia, pero más odio tengo a los que humillan a una mujer.—la sangre ya corría por sus labios, estaba muriendo así que retiré de mi mente lo de lanzarlo por la baranda.—Liliana no se merecía tu desprecio, pero dejaré que respires el último aliento de vida que te queda porque esa es la diferencia entre tú y yo, no organizo un show cuando mato a mi enemigo.
Sus ojos se cierran y decido irme de aquel lugar antes de que el vómito saliera de mi garganta.
Bajo las escaleras y veo que Isac estaba al punto de desmayarse, así que con la poca fuerza que me quedaba rodeo su brazo en mi hombro y salgo de aquel lugar con olor a la asquerosa sangre que brotaba de nuestros cuerpos.
Se me hace difícil sostenerlo con el dolor que cargaba en mis costillas, pero logro encontrarme con Liliana en la cocina y lo deposito en su hombro cuando noto que las piernas se me habían aflojado y que un fuerte mareo me había hecho caer al piso haciendo que mis costillas se volvieran a dañar y que el dolor cerrara mis párpados.
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