✨Cap 21:¿Jefe?.
Me sentía feliz de estar al lado de Frank, aunque ninguno de los besos y caricias me aseguraba que en realidad éramos algo.No podía razonar bien lo que estaba sintiendo.
Él tenía sus brazos rodeando mi cintura, estábamos en el jardín, a vista de todos y eso no nos importaba.
—¿Porqué me haces esto?.—me aparté de su pecho y lo miré de frente.
—¿Qué te hago, Laia Bell?—me dijo apartando hacia atrás un mechón de mi pelo.
—No dejas que me vaya.¿Acaso quieres que se me acumule lo de la amnesia con lo de ser amante tuya?.
—Yo nunca dije que eras mi amante.
—Tampoco soy tu esposa.
—Pero sí eres a la que amo.
Deposita un beso en mi labios que roba mi aliento.
¡Jesucristo, que difícil me la pones!.
—Me podrás manipular con tus palabras, pero conmigo no vas a tener nada a menos que te separes de Bea.—doy una palmada en mi muslo.
Frank sonríe y estira el cachete de mi cara.
—¿Sabías que te ves hermosa poniéndote enojada?.
Doy una cachetada a su cara.
—¿Sabías que me estás volviendo loca de los nervios?.
—Ah, pero eso no es novedad, le pasa a todas, mi amor.-me lanza un beso y le saco la lengua.
Una parte de mi cuerpo se estremeció al oír la palabra amor . Me hizo recordar a nuestra relación de jóvenes y lo tanto que me gustaba que lo dijera.
-Si de verdad me consideras tu amor tienes que elegir entre Bea y yo.
Pensé que iba a decirme que sí, que íbamos a formar una familia juntos y que nada nos separaría, que siempre me cuidaría, me amaría, pero dijo lo esperado por parte de él.
-Sabes que eso no es desición mía.
Con toda la decepción reflejada en mi cara decidí pararme e irme lejos ese lugar. Ya cumplí con mi objetivo.
-Si esa es tu repuesta, no tengo nada que hacer aquí.-sacudo mi vestido.
-¡Espera un momento!. Déjame explicarte mejor.
Coge mi muñeca y aparto su contacto cuando doblo la suya.
-A mí no me vuelvas a tocar.-le amenazo.
-Pero...
Una bala me pasa por al lado e inmediatamente huyo de los guardias que venían detrás de mi.
Con una velocidad sorprendente llego viva a la salida del castillo, pero algo me sorprende más que los guardias que venían acechándome.
-Hola, mi reina.
-Hola, Theo. -lo saludo y me acerco hacia él.-¿Que háces aquí?.
Da un paso adelante.
-Estaba buscándote.-confiesa con la cabeza agachada.
-Pues aquí estoy.¿Para qué me buscabas?.-le pregunté de forma cortante.
-Emm...quería...-balbucea.
-Habla rápido que tengo prisa.
Lo miro con el ceño fruncido y mis ojos no dejan de lanzarle cuchillazos por lo que me hizo.
-Yo te buscaba para pedirte perdón, Laia.
Sonrío.
-¿En serio?. Entonces lo hacías en vano porque no te perdono.
-Mi reina...
Levanto mi mano frente a él.
-Déjame en paz, por favor. Necesito no encontrarte más nunca en mi camino.
Y así es como en un día renuncio a ser amante de mi ex y a no disculpar al moreno por sus engaños.
El empoderamiento femenino es lo primero ante todo.
***
Cuando llego a la casa de Elizabeth ya era de noche y como ya todos estaban dormidos me fuí directo al sofá de la sala para no molestar a nadie.
Al recostar mi cabeza en el cojín me puse a pensar en la cantidad de veces que Frank me ha fallado y en las que no lo ha hecho.
La verdad, pensé que lo haría razonar al pararme frente a él y me rompió el corazón el que no pasara eso.
Paso mi mano por la lágrima que iba corriendo por mi mejilla y decidí dormirme y olvidar todo lo que había pasado hoy.
Al otro día me desperté temprano para hacer el entrenamiento que de joven me enseñó Albert, mi mayordomo.
Puse unas botas en mis pies y comenzé a trotar por el trillito que había en el mercado.
Hacía tanto frío que mis dientes castañeaban y mi cuerpo temblaba, así que aumenté la velocidad y corrí más lejos de casa.Se sentía bien, pero cuando mis músculos comenzaron a tensarse me detuve y con las manos en la rodilla me fijé en mi alrededor.
Un lago se encontraba en frente de mí y la idea de bañarme en esa agua helada hizo que en un minuto me quitara la ropa y me metiera en ella.
Al principio me volví loca con la temperatura, pero después de llevar mucho tiempo comenzé a nadar por abajo y a flotar mirando la salida del sol.
Era lo más hermoso que había visto en mi vida.
Junto con los ojos de Frank, los cuales no debería estar pensando.
Por andar de distraída no me dí cuenta de que una persona se sentó en la roca que estaba cerca de mí.
-No sabía que existieran personas que se bañaran a las 7:00 am en un lago que mayormente esta frío el día entero.
Cruzo mis brazos para tapar los pechos que seguramente ya había visto aquel hombre.
-¿Me estaba...observando?.
Lanza una piedra al agua lejos de donde yo estaba.
-Es imposible ignorar su belleza,¿sabe?.-su ronca voz hace que un escalofrío recorra mi cuerpo.-Pero no, no la miré, estuve con los ojos cerrados mientras usted flotaba con su abdomen delgado y sus pechos al descubierto.
Una pequeña carcajada salió de su garganta y me dí cuenta de que su sonrisa era más linda que su voz.
Por dios, centráte Laia, es un pervertido.
Me acerqué a él con los brazos todavía pegados a mis pechos.
-Debería darle vergüenza, ¿sabe?.
-¿Y a usted no?
Su frente casi choca con la mía, pero retrocedo por lo cerca que estábamos de pegar nuestros labios.
-Aléjese, necesito vestirme.
Él asiente.
-Para que se dé cuenta de mi caballerosidad me retiraré.-bosteza-Pero le aconsejo que no haga esto de nuevo, yo soy un hombre correcto, pero hay muchos borrachos que visitan esta zona. Hasta luego, señorita, tenga un buen día.
Le agradezco y le digo lo mismo.
Salgo del agua y me pongo la ropa que traía por encima de mi piel mojada.
El hombre era atractivo y lo que más atrajo mi atención fue la barba y la nuez de adán que se le pronunciaba en su garganta. Por eso tenía una voz tan varonil.Y tan seductora.
La dureza de mis pechos se acentuó al pensar en él.
Dejo una relación y ya estoy pensando de nuevo en hombres.
Concéntrate en tu plan de venganza, Laia.
Llego a la casa y Elizabeth estaba despierta con su bebé en los brazos.
Su marido se encontraba en la cocina haciendo el desayuno.
-¿Porqué estás empapada, amiga?
Sonrío y doy un beso en su mejilla.
-Lo siento, Eli, estuve dándome un chapuzón en el lago, me daré una ducha y apenas termine secaré el desastre que he dejado en el piso.
-Está bien. Ya casi estará listo el desayuno, así que no te tardes. Hoy comenzarás a trabajar en la fábrica de tabacos.
Toco la cabecita del bebé y este coge uno de mis dedos entre sus manitas.
-Gracias por toda la ayuda que me estás dando...-me agacho frente al niño y le hago el jueguito de abrir y cerrar mis ojos con la mano en mi rostro y una sonrisa nace en su boca-y a tí por ser el mejor sobrino del mundo, pequeñín.
Elizabeth da una palmadita en mi hombro.
-Tus huevos se enfriarán si no te apuras. Vete a bañar, Laia Bell.
Llevo mi mano a la frente como los militares.
-A la orden, jefa.
Qué bien se siente vivir con ella. Ya siento que es parte de mi familia.
***
-Si necesitas ayuda busca a Ross, ella tiene mucha experiencia con lo de la fábrica de tabaco. Te deseo mucho éxito en tu trabajo.-me abraza-Me tengo que ir, llego tarde al mío, besos.
-Cuídate, Elizabeth.-me despido y me pongo manos a la obra.
No me costó trabajo aprender a hacer los tabacos, resulta que Ross fue una buena maestra y compañera de trabajo, todo se basaba en doblar bien la hoja y que quedaran de igual forma todas.
El problema era:el trabajo es tan aburrido que mis ojos parpadeaban a cada segundo, pero no podía quedar mal con mi amiga, ella se había esforzado para conseguírmelo y yo no podía defraudarla.
Llegó la hora de almuerzo y todos nos reunimos en el comedor. Decidí que este era mi momento para socializar.
-¿Qué ustedes opinan de su Rey?.
En la mesa nos encontrábamos cinco personas contando con Ross y yo.
-Nosotros no somos de opinar sobre cosas de la política, somos pobres, Laia.
Divido en pedazos la carne que había en mi bandeja.
-No lo creo, Ross. Todas las personas tienen derecho a opinar.
-Si, pero en Hill eso no sucede.-dijo el muchacho de pelo rizo.
-¿Porqué?.
Ella toma un pedazo de pan de la mesa y le da un mordisco.
-Porque sería un delito confesar todo lo que tenemos en nuestra mente sobre él.-dijo Ross.
Inspecciono todo el comedor.
-No veo ningún guardia real por aquí. Pueden hablarme.
Se queda mirándome fijamente como tratando de hayar alguna señal de que estoy jugando con ella, pero yo no desvío mi vista de sus ojos con la intención de que entienda que necesito oír su respuesta.
-Está bien, pero primero nos alimentaremos, que bastante hemos trabajado hoy.-me exige.
Obedezco a su orden.
Cuando ya todos hemos dejado las bandejas vacías nos levantamos de la mesa y nos dirigimos a los banquitos que se encontraban en el jardín de la fábrica para platicar sobre lo que había preguntado.
-Para empezar, considero que Andrew Donovan fue el mejor Rey de los que hemos tenido en todos estos años y lamentamos su muerte. Siempre lo vimos como un buen hombre.-me dice Ross.
-Es verdad.-me dice Wilson.
Mia y Zoe repiten lo mismo y me alegro al saber que mi amigo tiene todavía seguidores fieles.
-Yo también lo creo.
-Pero no pienso lo mismo del Rey que tenemos ahora. Al principio creímos que era una buena persona al construir escuela para los niños, pero no sabíamos que solo era para los ricos.-me dice Ross.
-Como tampoco sabíamos que los precios de la comida iban a subir.
Mia declara:
-Ese desgraciado es un terrorista. Mi familia de Campbell está presa en su palacio por su culpa y yo estoy a salvo gracias a que estaba visitando a mi novio en Hill.
-Yo también soy de Campbell.
-¿En serio?-me pregunta Mia.
Encurvo mis labios.
-De hecho, es posible que no me creas, pero soy parte de la realeza.
Todos abren la boca, excepto Ross que parecía ya haberlo hablado con Elizabeth.
-Joder...-dicen al unísono Mia y Zoe
-Créanle, su apellido es Bell y Elizabeth la visitó una vez a su castillo. Esta mujercita también sobrebió a la muerte.-confirma Ross.
-¿Me podrías dar una firma?-dijo Wilson y yo sonreí.
-Por favor, compórtense.
-¿Si eres la reina de Campbell debes estar siendo perseguida, no?-me pregunta Ross y yo asiento con la cabeza agachada.
-Por eso quiero formar mi propio ejército. Odio estar escondida y ver la destrucción que está causando el Rey de Hill en mi pueblo.-paso la mano por mi pelo-Este lugar también se está callendo en pedazos para los pobres y eso no lo voy a seguir aguantando. Creo que con la ayuda de las personas de esta fábrica podré luchar contra las fuerzas de Paul.
Todos se quedan analizando lo que dije hasta que Ross pregunta:
-¿Cómo vamos hacer eso, Laia?. No tenemos armas, ni tampoco sabemos cómo usarlas, ni cómo pelear.
-Sería una locura.-confiesa Zoe.
Me paro de mi asiento.
-Yo les enseñaré todo eso. Desde joven he sido entrenada como para enseñarle a un ejército entero de personas.¿Qué dicen, se unen?.
Mis compañeros se miran entre ellos mismos y cuando se lanzan a darme un abrazo grupal la emoción no cabe en mi cuerpo.
-No tenemos nada que perder, así que,¿cuando comenzamos el entrenamiento, su majestad?.-preguntó Wilson.
Lo miré con la ceja alzada.
-Mañana por la tarde.
Las chicas comenzaron a saltar y a gritar con la noticia.
-¡Urra!
Yo me uno a ellas, pero me paralizo cuando oigo una voz detrás de mí decir:
-Yo también me apunto.
Mis compañeros abren los ojos.
-Jefe...
Frunzo el ceño y cuando me giro me encuentro con el hombre que ví en el lago.
Agh, no puede ser.
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