✨Cap 20:Ojos Esmeralda.

Me despierto al percibir el sabroso olor que venía desde la cocina. Huele tan rico que inmediatamente  aparto la sábana que envolvía mis piernas y me dirijo hacia esta.

—Mmm...esos huevos te están quedando deliciosos.

Cierro mis ojos e inhalo el olor.

—Un desayuno real para su alteza real.

Damon hace una reverencia ante mí.

—Agradezco su servicio,  caballero.

Me siento en la mesa de cuatro mientras llevo un pedazo del pan que había en la cesta a mi boca.

—Después del desayuno partiré a Hill.

El hombre de pelos rubios y mejillas rojizas se sienta frente a mí y coloca el sartén en medio de la mesa.

—¿No cree que sería algo peligroso para usted, señorita?—pregunta.

Cojo los cubiertos para picar en triángulos el huevo.

—No, la verdad es que creo que mientras más rápido resuelva los problemas entre ese reino y el mío será mejor para todos.

Pruebo un poco de café que había en el vaso y al instante me encanta el sabor.

—¿Y si el Rey de Hill no quiere resolver los problemas con usted?.

Mastico.

—Me los comeré a todos.

Damon tose encima de mí el café que se estaba tomando y me doy cuenta de que tenía que haberle hablado de otra manera.

—Lo siento, su alteza.—se lleva la mano a la boca.

Cojo el vaso de agua que tenía enfrente de mí y se lo ofrezco.

—Tranquilo, no es nada.

Intenta sonreír, pero lo que le sale es una mueca.

—Perdón, ¿espero no haberte asustado con lo que dije?—cuestiono.

—No, no, no. Solo me puso un poco nervioso, además,  los reyes tienen que comportarse de esa manera y si usted va a hacer todo lo posible para recuperar a Campbell —se acerca a mí—puede llegar a comérselos. Espero que obtenga victoria por el esfuerzo que amerita eso.

Sonrío.

—Es verdad lo que dices...—llevamos los platos para el fregadero—y espero obtener esa victoria.

***

Mi memoria se recuperó completamente cuando comencé a caminar por el bosque.
Gracias a Damon mis heridas se han mejorado y puedo caminar sin cojear.

Llego a la parte donde hay varios carruajes posicionados frente al cartel donde dice: Campbell y decido montarme en uno sin que nadie me vea, no tenía nada con que pagar el trayecto.
Me daba pena esconderme porque la primera norma que le enseñan a un Rey es no esconderse de los problemas, pero esto era una excepción.

Percibí que el carruaje estaba en marcha cuando en una curva giré bruscamente hacia la puerta.
Me había dormido en una parte del camino, así que no fue algo inesperado  que el conductor se bajara y abriera la puerta para echarme.
Me quedé en medio de la carretera y respecto al cartel que tenía frente a mí faltaban diez kilómetros.

Muy bonito, caminante de maratones me llaman.

***

No me tardé tanto en encontrar casas.
Ayer me había tardado tanto en hayar una porque Campbell había sido demolido por las fuerzas hillereñas.
Lo que les espera a ellos es bomba y ni siquiera se darán cuenta del primer ataque que les haré.
Claramente tenemos que ser realistas.
Yo sola no puedo contra el Ejército de Hill.
Mi plan es el siguiente:
Primero lo básico, encontrarme un hogar y  cambiar mi aspecto porque si me reconocen las personas de aquí mi cabeza se irá a la horca. Después formaré un ejército con las personas que el Rey tiene en abandono y  trataré de liberar en medio del ataque a la gente de Campbell.

Pero antes de lo del ejército mantendré una conversación bien seria con el principito de Hill.
Me tiene que explicar muchas cosas.

Estrujo mis ojos del cansancio que cargaba y llevo el pomo de agua que me dió Damon a mi boca.
Es un joven que pondré en un lugar importante del gobierno de leyes apenas recupere mi cargo como Reina.¡Y quiero ver quién me va a  sacar del puesto!. Cuando gobierne Hill y Campbell nadie podrá posicionarse encima de mí.
El Rey que tiene más propiedades es el presidente de la asociación y Paul Donovan a jugado muy sucio como para merecérselo. Ahora mismo desearía ver con toda mi alma su reacción al saber que estoy viva.

Debe parecer un ogro de color verde con sus famosas orejas gigantes.

Encurvo los labios mientras saboreo el agua y veo la torre del castillo de mi enemigo desde el Centro de Ferias.
Recojo el bolso que tiré al suelo y me pongo a buscar una peluquería en medio de todo aquel gentío.
Las mesas de los vendedores estaban repletas de pulsas, collares, bufandas, accesorios útiles para la casa, ropa, zapatos, comida, objetos artesanales, etc.

Entro a una peluquería, pero mi cabeza se vuelve loca al recordar que no tengo nada con que pagar hasta que...

—¿Laia Bell?.

Una voz hace que desvíe mi vista de las pelucas que hay en el estante hacia una cabellera pelirroja que se me hacía conocida.

—Dios mío...tú...me recuerdas a alguien.—la señalo y lo que carga en sus brazos hace que desvíe mi vista y me haga fascinar el parentesco que tenía con el hombre de mis sueños.

Así que si Andrew era mi mejor amigo ella era su novia y su nombre era...

—¡Elizabeth!—salto de alegría cuando logro organizar mis pensamientos.

—¡Su majestad, está viva!. No me lo puedo creer.¡Que emoción!.—se acerca y con lágrimas en los ojos me abraza.

Acepto su muestra de cariño y cuando se separa de mí rozo mis dedos con el niñito que había atraído mi atención desde que descubrí quién era.
Por dios, lo difícil que se me hace recordar que mi amigo está muerto y que no podrá pasar por este momento tan hermoso.

—Si amiga, gracias a Dios y que lindo está tú bebé. Es una ternurita.—toco su suave mejillita.

Ella lo recuesta en su hombro y lo mece.

—Mjm...lo que cuesta muucho trabajo dormirlo cuando tengo clientela, pero tranquila, no es algo nuevo.—sonríe

Es idéntico a su padre.

—Bueno, yo perdí mi memoria y me fue díficil llegar hasta aquí sin buscarme problemas, pero me alegro de haberlos encontrado en el proceso.
El caso es que necesito tu ayuda.

Elizabeth se sienta en un sofá que había detrás de ella y levanta su mirada hacia mí.

—Conmigo puedes contar para lo que sea, Laia.—coloca al bebé frente a su pecho y este lo comienza a chupar.

—Te lo agradezco, pero te lo digo en serio.¿De verdad puedes soportar mi presencia en tu casa por un mes con un niño chiquito hasta que consiga un trabajo y pueda ganarme el dinero con el que pueda comprarme una casa?.—pregunto con la respiración acelerada por lo rápido que hablé.

Ella asiente y dice:

—Lo que sea, Laia.Eres como parte de  la familia para mí  y a Andrew no le gustaría que anduvieras por la calle cuando lo que él siempre ha querido hacer es protegerte.

Me coloco al lado suyo y pongo mi mano encima de la que tiene libre.

—Sigo creyendo que eres lo mejor que Andrew pudo tener en toda su vida.

Ella palmea mi mano cuando me ve  con los ojos aguados.

—Gracias, señorita. Pero ahora tenemos que prepararle un baño. Parece que ha caminado mil kilómetros.

Carcajeo al oírla.

—¡Eso mismo hice!.

***

Después de darme un baño le conté a Elizabeth que quería darme un cambio de peinado y sin pensarlo accedió a mi petición.
Me sentó frente a un espejo y mientras hacia los cortes me contó toda la historia sobre el parto de Andrew, su hijo.
Yo no hablé mucho porque si se enteraba de la real razón por la que estaba en Hill me iba a echar de su casa y ya no iba a tener realmente un lugar donde esconderme.

Mi cara quedó completamente asombrada al verme pelinegra y con los mechones de pelo hasta el hombro.
La imagen de la muñequita de porcelana de Frank se me venía a la mente con el color de mi cabello.
Agradecí el hermoso trabajo que me hizo y de ahí le dije que iba a observar un poco las cosas que había en el centro de ferias cuando en realidad me iba a  dirigir al territorio de los Donovan.

El vestido floreado que me prestó Elizabeth atraería inmediatamente la mirada de los guardias y ya quedaría solamente hacer juegos de seducción  y dejarlos noqueados en el piso.
Cuando divisé el trillito que me hizo perder la memoria me alejé para coger el camino más seguro.
El portón estaba abierto, así que por ahí se me hizo fácil entrar.
Subí  los escalones que daban con la puerta del salón y empecé a contonear las caderas y a posar mi mirada de depredadora en los guardias.
Los tres se acercaron con el ceño fruncido hacia mí.

—Los pueblerinos tienen prohibido pasar al castillo.

Comencé a acariciar un mechón de mi pelo y uno de estos comenzó a mirarme  lascivamente mientras se mordía el labio.

—Pero señor, yo no soy solamente una pueblerina...—sin dar marcha atrás me coloqué detrás de su cuerpo y susurré en su oído—, también puedo ser lo que usted desee.

El hombre se removió ante mi cercanía y cuando sentí que uno puso sus manos en mi cintura doblé su muñeca y le hice dar un giro en el aire hasta dejarlo en el suelo.

Joder, quería empezar de otra manera.

El guardia al que le estaba hablando se había quedado con la boca abierta.

—¡¿Cómo te atreves, maldita?!—trata de cogerme por el cabello, pero gracias a que  ahora es corto me escabullí fácilmente y propiné un puñetazo en su cara.

—Lo siento. Se sobrepasó conmigo antes de tiempo y hechó a perder la bella conversación que estábamos tenien—trata de pararse, pero piso su mano fracturada—do.

El hombre al que había tumbado en el piso se desmayó y apenas que giré mi vista hacia al frente un cocotazo me hizo tambalear.

—Uff...me desestabilizaste un poco, aunque creo que lo hiciste muy suave, necesitas más entrenamiento.—esquivé la palmada que iba directa hacia mi cara y en un arrebato de furia choqué mi cabeza con la suya—Así es como lo hacen los verdaderos machos, fortachón.

De una cayó al piso y al recordar que faltaba un guardia me puse a buscarlo con la vista. Me extrañó que estuviera escondido detrás de un arbusto, así que para ahorrar mi tiempo entré al salón y ya que conocía todo el castillo me dirigí a la habitación de Frank.
Me cara se desformó al encontrar a otra persona allí.

—Te habías tardado demasiado en recordar, pequeña mocosa.

Ese recibimiento hizo que mi sangre hirviera y la adrenalina que ya tenía sobrecargada en mi cuerpo me hiciera lanzar hacia a ella.
Desgraciadamente unos brazos me alejaron de esa víbora.

—¡Tú eres un demonio, maldita!.Tú y Theo se aprovecharon de mi amnesia y te juro que me las van a pagar.

Trato de zafarme pero sé quién me está agarrando y entiendo que no me va a soltar hasta que me tranquilize.

—¿Me puedes soltar?.

Me aprieta más contra él.

—Cuando te controles, fiera.

Oh no, que ni se crea que hablándome así me voy a controlar.¡¿Cómo se atreve?!. ¿Quién es él para decirme eso?.

—Suéltame, Frank.—exijo.

Suspira cuando trato de apartar sus manos de mí.

—No lo haré.

Alzo mi vista por error y sus ojos verdes están mirándome desde su altura.
Ya  mis defensas contra él no sirven.
Todo da un giro inesperado cuando dejamos a Bea sola en el cuarto y me saca al pasillo.

—Te casaste, ¿verdad?. Por eso ella está en tu cuarto.

Agacha su cabeza y ahí tengo la primera respuesta indeseada a las preguntas que le quería hacer.

—Fue obligado.

Achino mis ojos.

—Pero lo hiciste y ya no hay vuelta atrás.—digo cortantemente.

Él pasa un mechón de mi pelo por detrás de la oreja.

—Yo te sigo amando.

Su pulgar acaricia mi mejilla y trato de no dejarme llevar por la tentación cuando sus labios se posan en esta.

—Yo no.—miento.

Se separa de mí y encurva sus labios.

—No te creo.

Me mantengo en una posición recta para que se haga más creíble lo que digo.

—Pués créelo.—insisto.

—Shh—su dedo índice detiene el movimiento de mis dientes sobre la carne de mi labio.—Tu tic nervioso te delata.

Ruedo los ojos.

—¿Y qué?. Tú también mientes  porque si recuerdo bien el día de la boda falsa me dijiste que solo era un entretenimiento para ti.

Posa su mano en el cuello.

—Eso fue por culpa de mío tío William. Fui amenazado con tu muerte antes de decirte todo eso...

Frunzo el ceño.

—No lo sabía.—digo alucinada con la noticia—Pero aún así te casaste con Bea y no me vas a decir que William también te amenazó ahí.

Se pasa la mano por el pelo.

—Él no, pero mi padre sí.

Me impacta un poco su confesión. Lo de su tío lo entiendo, pero lo de su propio padre no me lo había imaginado. Sé que Paúl es el peor terrorista que tienen los reinos ahora mismo, pero mal padre no sabía que era. Siempre lo había visto comportarse bien frente a Frank.

—Lo siento.

Él hace un movimiento con su manos de: no importa.

—Sabes, me preocupas tú que no sé en dónde estás viviendo después de huir y más ahora que mi padre te está buscando.

—No es nada que te tenga que preocupar y me tengo que ir, ya respondiste todas las preguntas que venían revoloteando en mi cabeza.

Decido retirarme, pero me incrusta contra la pared con su mano cubriendo mi mejilla.

—Dime que no te intereso y dejaré de preocuparme por ti.

Sus ojos esmeraldas me dejan embobada y no sé que responder. Mis ojos responden su pregunta y él no tarda en unir su boca con la mía.
Nuestros labios danzan  como si lo hubiéramos hecho  todo este tiempo, un suspiro sobresale de mí al sentir sus manos poseer mi cintura.
Lo sigo amando, es imposible decir lo contrario.Un beso tan apasionante solo se logra cuando las personas se sienten cómodas con su pareja.
Hice lo posible para que no ocurriera esto, pero esos ojazos siempre giran al revés mi decisión.

Al sentir la falta de aire que provocaba nuestro beso nos dimos cuenta que los dos necesitábamos esto como el mismo aire que respirábamos.

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