Kingdom Hearts (1ª parte)
Capítulo 1: Principio.
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Oscuridad.
Allá donde mirase solo estaba ese manto enorme que no dejaba ver nada, ni siquiera a sí misma.
Pero todo cambió cuando vio una pequeña luz: era cálida y agradable, creía conocerla, pero era como si algo se lo impidiera.
Siempre era así, algo de lo que estaba harta, ya que seguramente era la llave.
... Qué palabra tan familiar, como si fuese una parte de una frase que conocía...
- P̸̖͕̂̕o̸̡̰̫̺͒̈̈́r̷̰̪̹̦̒̅̓ ̷͔̦̏͊f̵̧͙̒̕a̷̙̽͗̓͠v̴̙́̀̒ô̶̞̯̻͋̔̕r̸̡̧̝̲͂͛̒͝,̶̧̱̯̇̀̅͝ ̸͈͒̋̔s̶̟͋̾̿͆͝a̸̧̪̱̦̰̲͌͋͂͗̋͗̐͐̄͝l̷͖̬̐̍͆̍̌̃͑̍͊̂v̷̨̥̠̿̔̆́̿̿̌̀̃ả̴̢̢̘̣̲̼̳̦̝̊ ̷̨͕̲̃a̶͙͙̫̜̔̂͛ ̶̛̝͙̙̇̚͝m̶͎͒͝î̶̩̤̳͌̓ͅ ̶̧̳̬̬̔́ḩ̷͍̉̐͌̇ͅë̶͉̗͈͆r̴̩͈̘͗̌̐̈́m̸̩̀ă̶̛̹͓͒͘ͅn̷̞̖̩͂̏̚ò̸̢̐͑ - una vez más no podía escuchar esa extraña voz, cuya intención era pedirle algo.
- S̷͔̹͇̞̃̕á̸͇̬̪̠͋̃̿ļ̶̡̥̪̦̻̰̩͙̫̾̈́͌̕v̴̼̼̱̹͑ͅȧ̸̻ľ̴͕̜̭̯̬͉̪̙̰̟̎̌o̶̧̺̬̩͇̺̙͔̎̾̀͋͒ - espera, había algo diferente aquella vez: lo podía oír más claro.
- Ḏ̵̬̆̄e̴̱̞͆ ̷͓̄l̸͚̹̊͒ą̸̐ ̴̟̐̋o̸̯͎̒̏s̷̥̋͠c̴̡͔̓̾ü̸̘̂r̷̠͝i̸͔͌͝d̶̺̈́a̷̫̽̔d̷̢̲̔̾ - ya casi... Y una chica apareció envuelta en luz, hablando claramente.
- Por favor, salve a mi hermano de la oscuridad, S̴̙̰̼̮͈̞̓k̵̯̠̽̑̒u̷̜̠̐͊̍̽̏͆͝l̷͚͌͝d̷̟̽̐͑͐͝.
Despertó agitada en aquel momento.
Era la primera vez que escuchaba la voz completamente, pero aún no sabía la identidad de aquella chica que le había pedido eso, pero su voz... Se le hacía conocida.
Sacudiendo su cabeza, se levantó y se fue a duchar; tras secarse y cambiarse, bajó a la sala de estar, donde todo estaba vacío con respecto a otras personas.
Saliendo de la casa, vio una ciudad llena de vida y gente alegre, algo que provocó su sonrisa y fuese al puesto de frutas más cercano.
- *Oh*, me alegro de verla, señorita: ¿Le interesa algo en particular? - preguntó el vendedor con una sonrisa.
- Sí: varias manzanas, plátanos, lechugas, tomates y aceitunas; aquí tiene el pago, quédese con el cambio - dejando las monedas en el mostrador, tomó tanto frutas como verduras frescas que el vendedor dejó en el mostrador y se fue.
Después paseó por la plaza, viendo cómo todos se divertían durante aquel soleado día, antes de sentir un fuerte dolor en el pecho.
- ¿Q-qué dem...? - era casi como si oprimiesen su corazón, como si algo se hubiese perdido, hasta que el dolor remitió y pudo respirar nuevamente - ¿Qué habrá sido eso? - se preguntó a sí misma antes de volver a su casa.
Pasó el día allí, como siempre hacía, alejada de todos por querer siempre estar sola: desde aquel día no se relacionaba con nadie más de la cuenta.
Eso era así hasta que, llegada la noche, el mismo dolor de la mañana golpeó de nuevo con la misma intensidad y durante el mismo corto periodo de tiempo, pero esta vez sintió algo más: algo cálido y familiar que la llamaba, diferente e igual a partes iguales que en su sueño.
Salió de su casa con la misma ropa del día: camisa, pantalones y zapatos de color negro, pero esta vez con una gabardina roja.
Todo era tranquilo y silencioso por la noche, pero algo no andaba bien, había demasiado silencio, ni siquiera un grillo sonaba.
Caminando hacia aquella sensación, posó la mirada en un callejón, notando a un niño inconsciente de cabello castaño y puntiagudo al que nunca había visto, pero su vista se desvió hacia lo que tenía en su mano: una Llave Espada.
... Un momento, ¿Cómo sabía qué era esa cosa?
Lo que sí sabía era que no podía dejar a un crío en la calle y pasando frío, así que lo tomó entre sus brazos (la Llave Espada no dejó su mano) y se fue a su casa.
Una vez ahí, separó al chico del arma por poco menos de un metro mientras divagaba: los primeros recuerdos que había tenido eran de hace 8 años, cuando tenía 7: una familia estaba mirándola, era gente amable que la había visto en la calle con harapos, pero no podía recordar más atrás... Y, sin embargo, reconocía el objeto y cosas sobre estos.
- *Ahj* ¿Qué ha pasado? - el niño estaba despertando - ¿Dónde estoy?
- Estás en mi casa - respondió la chica, volviendo a la realidad -; nunca te había visto antes: ¿De qué parte de Ciudad de Paso eres? - quiso saber.
- ¿Ciudad de Paso? ¿No estamos en las Islas del Destino?
- ¿"Islas del Destino"? - un temblor se notó - ¡¿Pero qué...?! - del suelo salieron criaturas oscuras con cascos y partes de armadura.
- ¡Esas cosas estaban en mi isla, pero eran diferentes! - exclamó el chico mientras saltaba de la cama y tomaba su arma.
- ¡Le temen a esa Llave Espada: úsala contra ellos! - gritó mientras recogía varias cosas.
El chico blandía de forma tosca el arma, pero era suficiente para que aquellos enanos se desvaneciesen o retrocediesen.
- ¡Vámonos! - el castaño podría haber dicho que no de no ser por varias razones: no conocía el lugar, esas criaturas oscuras querían pelea y había otra persona con él, así que hizo caso a la desconocida y salieron por la ventana; por suerte era una casa de un solo piso, por lo que salieron bastante bien parados.
- ¡¿Adónde vamos?! - quiso saber el castaño: cada paso dejado era sustituido por un "agujero" por el que salían más criaturas oscuras.
- ¡La plaza, ahí hay mucho espacio y no debería haber nadie a estas horas! - le respondió la chica.
Corrieron hasta llegar a la plaza, todo vacío como había esperado ella...
- Están por todas partes - dijo una voz masculina que los tensó a ambos.
- ¡¿Quién anda ahí?! - quiso saber, exaltado, el castaño.
- Y seguirán atacándote - prosiguió el chico, ahora mostrado: era más alto que ellos, tenía una cicatriz en la cara y un colgante de una cruz con la cabeza de un león - mientras tengas la Llave Espada... Pero, ¿Por qué elegiría a un crío como tú?
- *Eh* ¿Qué se supone que significa eso? - el castaño se sintió algo ofendido.
- Olvídalo; ahora déjame verla - se acercó a ambos, principalmente al chico.
- ¿Qué? ¡Ni se te ocurra!
- *Ehm* Hola: criaturas de oscuridad, un gran ejército de estas, ¡Nos persiguen! - ambos comenzaron a pelear: el castaño más grande era superior en fuerza y habilidad, además de que tenía la ventaja de la distancia gracias a su espada-pistola, ganando en poco tiempo y dejando K.O. al chico - ¡Oye, ¿A qué vino eso?!
- La encontraste: buen trabajo, Leon - dijo una chica de cabello negro y corto.
- Aún así, las cosas están mucho peor de lo que pensábamos - vieron a la chica que se interponía entre ambos y el crío.
- Tranquila, no vamos a hacerte daño... Bueno, creo que no tendrías que haberlos dañado, Leon, ahora no puedo hacer que me crea - el susodicho se encogió de hombros -; tenemos un lugar que funge como base y que no está atestada de Sincorazón.
- "Sincorazón"... - tuvo un potente dolor de cabeza, creía que le estallaría, pero remitió muy lentamente mientras veía fugazmente un lugar soleado donde una Llave Espada distinta a la del chico castaño derrotaba criaturas oscuras como las de aquella noche... Sincorazón.
Antes de darse cuenta, ya estaba en otro lugar mientras le tendían una taza de té.
- ¡Menos mal que respondes: te quedaste quieta y sin moverte, parecías una muerta por lo pálida que estabas y lo fría que era tu piel! - la pelinegra, Leon y el castaño la miraban.
- Creí que lo tenía controlado - mintió a medias: nunca le pasaba fuera de los sueños.
- Parece que tienes más control de la situación que Sora - dijo Leon, señalando con su cabeza al castaño.
- ... Genial: ¿Qué puedo hacer para ayudar? - quiso saber la chica.
- Bueno, cuando Yuffie deje de echarle azúcar a tu té - la pelinegra iba por la octava bolsita de azúcar echada cuando se detuvo -... Bien: empezaré con lo básico - explicó sobre la existencia de otros mundos (algo que Sora parecía conocer de manera simple), del cómo estos no se habían conectado entre sí hasta los Sincorazón, también sobre las criaturas recién mencionadas y de cómo nacían de la oscuridad de las personas, robando sus corazones, y hablaron sobre un tal Ansem, que estudiaba dichas criaturas y había desaparecido con su investigación dispersa; volvieron a explicar lo que la chica extrañamente sabía de la Llave Espada: los Sincorazón la temen y por eso van a por él.
- Bueno, yo no la pedí - dijo Sora.
- Esta elige a su dueño, y te eligió a ti - explicó Yuffie.
- Mala suerte - expresó Leon.
- Pero, ¿Por qué...? ¡Un momento, mi isla y amigos...! - los Sincorazón entraron al lugar.
- ... ¡Muy seguro, sí! - gritó histérica la chica a los dos más mayores de la habitación.
Mientras Yuffie salía corriendo, Leon y Sora sacaron al Sincorazón por la ventana, saltando detrás del último.
- Bien, supongo que esto no puedo hacer nada: es decir, no tengo un arma o magia - se dijo la chica.
- Tienes tu coraje y valentía, S̴̙̰̼̮͈̞̓k̵̯̠̽̑̒u̷̜̠̐͊̍̽̏͆͝l̷͚͌͝d̷̟̽̐͑͐͝ - ahora la voz la oía claramente, excepto algunas veces, en su cabeza sin tener que dormir.
- Genial, me estoy volviendo loca - otro Sincorazón apareció.
- Déjame ayudarte, S̴̙̰̼̮͈̞̓k̵̯̠̽̑̒u̷̜̠̐͊̍̽̏͆͝l̷͚͌͝d̷̟̽̐͑͐͝ - pidió la voz.
- ¡Solo si me dejas de llamar como me dices, sea lo que sea, lo haré! - el Sincorazón estaba bastante confundido, tanto que ni se acercaba por ver a la chica "hablando sola".
- Muy bien: piensa en la magia como un vaso de agua - la voz explicó de manera calmada -; el contenido del interior es tu magia actual: te susurraré una magia, y deberás usar tu magia - dijo, pues no tenían tiempo de practicar tranquilamente.
- ¡Pyro! - si era como un vaso de agua, bebería el contenido, equivalente a usar la magia de su cuerpo: fue lo suficientemente potente como para expulsar al Sincorazón, pero le dejó una gran quemadura en el brazo que la dejó incapacitada.
- Es la primera vez que pasa a alguien que debería estar más entrenada - la voz estaba muy sorprendida.
- ¡No me digas: te recuerdo que solo nos conocemos por sueños, nunca he usado magia y...! - el dolor era muy fuerte hasta que aparecieron un pato con ropa y bastón de mago y un perro negro humanoide con escudo -... ¿Ya puedo desmayarme?
El pato utilizó un hechizo mientras hablaba de una forma casi imposible de entender, pero pudo entender "buscar la llave", además de que su brazo fue sanado.
- Gracias, y creo que sé dónde está el Portador de la Llave Espada - ella se fue con los dos extraños animales humanoides siguiéndola.
Llegaron a la calle, terminó separada de ambos por el aumento de Sincorazón: terminó encontrando a Sora, y los animales humanoides cayeron encima de él de manera algo cómica mientras exclamaban "¡La llave!".
- ¿Estás bien... Esto...? - Sora no sabía cómo llamarla.
- *Ah* Cierto, no me he presentado: soy Sylvie Wyascan - le dio la mano, aprovechando que no habían Sincorazón...
Solo para que las salidas se tapasen y apareciesen más de las oscuras criaturas.
- Creo que, esta vez, deberías quedarte al margen mientras - susurró la voz como consejo.
- No tenía pensado volver a quemarme - habló entre dientes por lo bajo, viéndose obligada a quedarse atrás y ver cómo el grupo no solo se enfrentaba a los Sincorazón de antes, sino a una versión gigante de este: aquí no tuvo más remedio que usar otra vez Pyro, volviendo a quemarse el brazo a cambio de empujar y quemar al Sincorazón hasta que el trío pudo derrotarlo con todo y dificultades.
Sora estaba sorprendido: aquellos dos (identificados como el pato Donald y el perro Goofy) lo estaban buscando, siendo que Leon explicó que buscaban al portador de la Llave Espada; el llamado Goofy le pidió ir con ellos, aunque Sora quería encontrar a unos tales Riku y Kairi, tal vez fuesen sus amigos, y Donald aseguró que los encontraría si viajaba con ellos, aunque parecieron tener una sospechosa conversación ambos personajes; Leon lo animó a ir con ellos, hubo un momento cómico en el que querían que Sora sonriese, haciendo una cara muy graciosa y estaban por irse.
- Ve con ellos - dijo la voz de la cabeza de Sylvie.
- ¿Por qué? - preguntó mentalmente, mejor que hablar al aire como una loca.
- ¿Quieres saber por qué estoy unida a ti, por qué solo tú me puedes escuchar, por qué conoces tanto de estas cosas si es la primera vez que las ves? - era una oferta tentadora -; además, podrás practicar más la magia que hay en ti, aprender nuevos trucos y evitar efectos secundarios como el de tu brazo.
- ¡Sora, espera! ¿Puedo ir con vosotros?
- ¿Estás segura? Seguramente Leon puede encargarse de los Sincorazón que aparezcan aquí - dijo Sora, pensando más tranquilo ya que no había más Sincorazón listos para arruinar la charla.
- Tal vez... Pero hay cosas de mi pasado que no recuerdo, y algo me dice que encontraré las respuestas que necesito en este viaje - la voz rio de forma gentil, pero la ignoró -; por favor.
- ¡Cuantos más, mejor! - terminó Sora con una sonrisa después de recuperar la esperanza hace un momento.
Tras un rato, terminaron en la nave: ¿Qué aventuras se le presentarán al grupo? Solo el futuro lo dirá.
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Capítulo 2: Una Reina Violenta, una Chica Dulce y un Conejo con Reloj.
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- Es un poco pequeña - se quejó Sylvie: no estaba nada cómoda en la Nave Gumi, sobre todo porque era de tres asientos y un poco estrecho.
- ¡Tú eras la que quería venir! - respondió Donald a la queja mientras los otros dos los miraban hasta que, tras un rato, por fin habían llegado al siguiente mundo: empezaron a caer por lo que parecía ser algo parecido al interior de una chimenea o algo así por los ladrillos hasta caer al suelo.
Goofy fue el único que cayó mal porque estaba casi durmiendo (o eso daba a entender su posición) y después se vio correr a un conejo que estaba nervioso y repetía "llego tarde" y "me cortará la cabeza".
- ... Llámenme loca, pero creo que debemos seguir al conejo con problemas de cafeína y estrés - dijo Sylvie mientras el resto asentía en silencio y empezaba a caminar hacia donde fue el animal.
Llegaron a otra estancia, viendo que el conejo había reducido su tamaño y pasaba por una puerta.
- ¿Cómo se ha hecho tan pequeño? - se preguntó Sora para sí mismo mientras Sylvie veía un par de botellas en la mesa con dos líquidos de colores distintos.
- No, tú eres demasiado grande - respondió la... ¿Manija de la puerta?
- ¡Pero si habla! - exclamó Donald, tan confundido como el resto.
- ¿Por qué hablas tan alto? Me has despertado - bostezó la manija.
- Buenos días - dijo Goofy, aunque la manija seguía de mal humor.
- ¡Buenas noches! Necesito dormir más.
- ¡Espera! ¿Cómo hacemos para volvernos pequeños? - quiso saber Sora.
- La chica esa ya lo ha descubierto por sí misma y sin despertarme - los tres voltearon para ver a Sylvie: esta había encogido, tal como el conejo.
- ¡Antes de que te diga cuál debes beber, quita la cama de delante de ese agujero, por favor! - gritó, no sabiendo si su voz no les sería chillona para ellos, que seguían de tamaño normal; Sora no tardó en empujar la cama contra la pared, convirtiéndola en parte de esta, dejando ver un hueco como dijo Sylvie -. Es el azul para menguar; el rojo es para crecer.
Cuando los tres bebieron, varios Sincorazón los esperaban para luchar.
- Siempre dicen que la mejor forma de aprender algo es con la práctica - señaló la voz de forma suave.
- ¡No me digas! - respondió con sarcasmo en su cabeza: lo bueno que tenía la voz era que tenía un repertorio de magias bastante extenso y variado, y la adrenalina parecía devolverle recuerdos perdidos sobre esta: normalmente, gente sin entrenamiento solo puede usar magia con objetos que la canalicen más que el resto, como las Llaves Espada; por suerte, las anteriores pruebas parecían decirle que, aunque aún por pulir bastante, tenía potencial.
- Muy bien, hora de probar algo diferente - en lugar de fuego, trató de usar otra magia: la parte de suelo que ella pisaba se volvió de hielo, junto las manos y lanzó pedazos de escarcha del tamaño de su brazo hacia uno de los Sincorazón que iban a atacar a Sora por la espalda; fue una suerte que le dio por no moverse, o si no podría haberla liado bastante.
- No fue tan mal - se arrepintió al instante de decirlo: no sentía las manos del frío que sentía, así que optó por la alternativa: usó una migaja de magia de fuego para calentar sus manos lo suficiente, quedando agitada por el cambio repentino sin entrenamiento u objeto de enfocado - ¡Chicos, sigamos! - todos huyeron de ahí cuando el número de enemigos empezó a aumentar; por suerte no los siguieron, llegando a ver una especie de juzgado al aire libre.
Quedándose en la entrada, miraron cómo el conejo iba a un lado del, por así decirlo, estrado, y tocó una trompeta.
- ¡Se abre la sesión! - exclamó, agitado.
- ¿Van a juzgarme? - preguntó una pequeña rubia -; ¿Por qué?
- ¡Preside su majestad, la Reina de Corazones! - siguió el conejo sin importarle nada.
- Esta niña es culpable, no hay ni una duda razonable - sentenció esta -; es así... ¡Porque lo digo yo, y basta!
- ¡¡CORRUPTA IMPRESENTABLE!! - gritó Sylvie antes de que Donald y Goofy lo evitasen - ¡¿Dónde están las pruebas que lo acreditan?! ¡No es más que una muestra de abuso de poder y corrupción por parte de la corona! - la niña la miraba con gratitud, los guardias apuntaron sus armas a ella, el conejo temblaba de miedo y la Reina de Corazones parecía a punto de estallar.
- ¡¿Qué sabrás tú?!
- ¡¡APARENTEMENTE MÁS QUE TÚ SOBRE LEYES, BUEN COMPORTAMIENTO Y EL NO ABUSAR DE LOS DEMÁS PARA LOGRAR MIS BERRINCHES, CERDA ANCIANA!! - nadie habló -... ¿Me he pasado?
- ¡¡QUE LES CORTEN LA CABEZA A AMBAS!! - los guardias ya estaban listos para efectuar la acción cuando...
- ¡¡NOSOTROS SABEMOS QUIÉN ES EL VERDADERO CULPABLE!! - exclamó Sora.
- ... ¿Tienes alguna prueba? - quiso saber la Reina, y los acompañantes de Sylvie quedaron dubitativos -... Seré benevolente y os permitiré traer pruebas para liberar a Alicia... Si también, en ese momento, la otra se disculpa; un solo fallo y vuestras cabezas rodarán - unas jaulas caídas de la nada las encerraron.
- Id, yo estaré bien: reunid las pruebas y ya veremos después - para haber sido la que insultó a una Reina por razones... Bastante justificadas, estaba muy tranquila.
- Quieres aprovechar este rato para entrenar, ¿No? - quiso saber la voz en su cabeza.
- Exactamente - respondió mentalmente la azabache.
- Bien, puedes empezar usando flores y canalizando las magias a ellas para practicar - recomendó la voz.
Con Sora y su grupo, estos se dirigieron afuera del claro, viendo a un gato muy raro que, hablando de manera ambigua, que la oscuridad y el caso de Alicia estaban involucrados, que habían salido por alguna parte y que debían pasar cuatro pruebas, tres de ellas muy fáciles, pero la cuarta no tanto.
Volvieron a luchar contra los Sincorazón mientras avanzaban por su camino en el laberíntico bosque, encontrando en cada esquina un grupo de Sincorazón distintos; gracias a una flor, volvían a su tamaño original y menguaban para resolver esos puzles (encontrando tres pruebas) hasta llegar a una parte de un cuarto misterioso que contenía la última prueba necesaria para liberar a Alicia, siendo felicitados por el mismo gato antes de volver al claro.
Aparte de un montón de flores quemadas, congeladas o envenenadas (tenían un aspecto enfermizo), Sylvie parecía a punto de saltar de alegría mientras decía "¡Por fin no me pasa nada malo!", con felicitaciones por parte de Alicia por el esfuerzo que le dedicó.
Presentó las pruebas, la Reina la suya y las entremezcló, diciéndole a Sora que eligiese una prueba al azar, molestando un poco al castaño.
Eligió la caja que estaba del todo a la derecha, resultando ser un Sincorazón herido que terminó por desvanecerse tras ser mostrado a la Reina de Corazones como prueba; pero esta, como mala perdedora, exigió sus cabezas por un decreto que se inventó seguramente, haciendo que el estrado desaparezca, las jaulas fueran alzadas y los soldados estuviesen listos para la batalla.
La jaula de Sylvie se congeló antes de que ella le pegase una patada y saltase, casi partiéndose las piernas por la caída y gimiendo de dolor, uniéndose al combate con bolas de fuego de la mitad del tamaño de una pelota de fútbol y congelando el suelo, quemando a los soldados carta o haciéndoles resbalar cuando estaban a poca distancia de ella.
En eso la jaula de Alicia bajó sola: abriéndose las cortinas, la rubia no estaba tras estas.
- Debieron secuestrarla mientras luchábamos - dijo Donald.
- No me digas, Capitán Obvio - respondió sarcástica Sylvie.
- ¡Podrías haberte quedado dentro y, entonces, atacar a los Sincorazón que querían secuestrarla!
- ¡Necios: encontrad al artífice de esto, no importa cómo! - los pobres soldados salieron corriendo por todas direcciones mientras el cuarteto protagónico salía hacia el bosque, encontrándose con el gato sonriente.
- ¿Has visto a Alicia? - quiso saber Sora.
- A Alicia no: a la sombra sí - respondió.
- ¿Por dónde? - preguntó Goofy.
- ¿Por aquí? ¿Por allí? ¿Acaso importa? Izquierda, derecha, arriba, abajo... ¡Las sombras lo lían todo! Avanzad hasta el fondo del bosque, pasad por el jardín donde no hay nadie... ¡Quizás encuentres a la sombra en la habitación del revés! - después desapareció.
Volvieron a caminar, peleando contra más Sincorazón que se metían en su camino, pero los acabaron todo lo rápido que podían, llegando a una mesa para tomar el té al lado de una casa: había varias pociones curativas que recogieron por si acaso cuando la mesa explotó y salieron más Sincorazón: usando Hielo y Aqua, Sylvie y Sora los congelaron y dañaron mientras Goofy y Donald los terminaban.
Así hasta que, tras derrotar a todos, entraron: el gato sonriente los miró y les habló nuevamente.
- La sombra se esconde en algún sitio... Y también los Momeraths; ¿Quieres encontrar a la sombra? Enciende la luz - se fue y hubo otra batalla contra más Sincorazón hasta que los acabaron.
Sora tuvo una idea que les dijo a Donald y Sylvie: cada uno fue a una mesa, trepó hasta arriba del todo y usaron Pyro en cada vela, iluminando la habitación.
- Todas las luces están encendidas, pronto verás la sombra: surgirá en esta habitación, pero en otro sitio; puede que también ataque a Picaporte - informó el gato.
Todos se miraron por un segundo y salieron corriendo, desandando el camino y volviendo donde habían tomado la poción para menguar.
- Desde aquí arriba tendrás mejor vista - apareció nuevamente el dichoso gato, y treparon hasta llegar con él -; la sombra llegará aquí pronto, ¡Si no estás preparado para lo peor, mal asunto!
Del techo salió la sombra: un enorme Sincorazón que parecía hecho de papel y más: atacaba bastante rápido y esquivaba grácilmente, pero los muebles les dieron cobertura a nuestros protagonistas, que utilizaron las protecciones para golpear su cabeza o quemarlo por su constitución parecida a la del papel, logrando vencerlo, pero quedando muy heridos.
En eso, Picaporte empezó a bostezar.
- ... Estuvo dormido... Todo el tiempo estuvo... Dadme un minuto - Sylvie se alejó y tomó la poción de crecimiento para irse... Gritando de frustración en el otro lado.
- ¡Qué jaleo, aquí no hay quien duerma! - al bostezar otra vez, y cuando Sylvie dejó de gritar y volvió, se vio una cerradura y la Llave Espada se movió sola, lanzando un rayo de luz a esta.
- ¿Qué ha sido eso? - quiso saber Donald.
- Sonó como si algo se hubiese cerrado - expresó Sora.
Algo cayó de la nada.
- Ese Gumi no es como los demás, no señor - dijo Goofy.
- Vale, me quedaré con él - Donald hizo lo que expresó.
- Espléndido, eres todo un héroe - el dichoso gato volvió a aparecer -; si buscas a Alicia, no está aquí: ¡Se ha ido! Con las sombras, a la oscuridad.
- ¡No!/¡Venga ya! - exclamaron Sora y Sylvie por el resultado.
- Volvamos a la Nave Gumi: quizá la encontremos en otro mundo - sugirió Donald.
- La rescataremos y derrotaremos a la oscuridad - le aseguró a Sylvie la pelirroja en su mente... Parecía que, cuanto más fuerte se hacía controlando el poder, se la veía más claramente y más parecía recordar sobre su pasado: aparecía la pelirroja, un rubio que tenía cierto parecido con Sora, una oscuridad y varias Llaves Espada.
Además, sus recuerdos de su infancia en las calles parecía agrietarse para verse a sí con unos 13 o 14 años luchando contra los Sincorazón, pero era imposible... O, ¿Tal vez no? Aún no era momento para detenerse a pensar en ello, los mundos los necesitaban.
Sin decir más, todos se fueron a la nave mientras Sylvie se preguntaba algo: ¿Qué estaba pasando para que una Llave Espada eligiese a alguien y se secuestrase a gente? Deseaba más poder para ayudar, pero debía ser paciente por más que, en su interior y fuera del alcance de la pelirroja, sintiese como si algo se estuviese presionando contra ella para liberarse...
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Capítulo 3: Enemigo Divino
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Los cuatro habían terminado frente a unas puertas con estatuas a cada lado de estas, hechas de oro, y como no había nadie, ni siquiera un Sincorazón, entraron dentro, viendo a un hombre medio cabra.
- Un sátiro - dijo Sylvie mientras Sora, Donald y Goofy la miraban -; que los mundos estén separados no significa que no existan libros sobre criaturas mágicas o de origen mágico - explicó como profesora.
- ¡Justo a tiempo! ¿Me hechas una mano? Mueve ese pedestal hacia allá - señaló un enorme bloque de piedra -: hay que preparar esto para los juegos.
Los cuatro se miraron antes de intentarlo: era demasiado pesado, y dado que todavía no había hechizo de viento que Sora, Donald o Sylvie pudiesen usar por falta de experiencia o para evitar romper todo, o por no tener fuerza suficiente, no pudieron hacer nada.
- ¡Pesa demasiado! - reclamó Sora al sátiro.
- ¡¿Demasiado?! ¿Desde cuándo te has vuelto tan...? - por fin se giró y vio al cuarteto -... *Ah* Tipo equivocado: ¿Qué pintas tú aquí? - se bajó de la columna en la que estaba de un salto -; este es el famoso Coliseo, ¡Solo para héroes! Y estoy muy ocupado preparando los juegos, así que marchaos, pardillos.
- ... Voy a matarlo - Goofy agarró a Sylvie del brazo para evitar que se inventase el sátiro a la parrilla.
- Mirad, esto va así: héroes del mundo entero lucharán aquí mismo, en el Coliseo, contra feroces monstruos.
- ¡Pues eso tienes ante ti: héroes! - le respondió Donald, molesto y cruzando los brazos.
- ¡Sí, un verdadero héroe elegido por la Llave Espada! - dijo Goofy mientras tomaba de los hombros a Sora.
- Así es - secundó Sylvie.
- ¡¿Un héroe, ese blandengue?! - se mofó el sátiro.
- No debes de haber visto a muchos si crees que todos nacen fuertes - Sylvie estaba cada vez de peor humor, y lo que dijo detuvo la risa.
- ¡Además de que he luchado contra montones de monstruos! - dijo Sora.
- ¿Si ni siquiera puedes mover esto - intentó empujar el pedestal y no pudo - cómo puedes considerarte - siguió intentándolo - un héroe? - se detuvo por la obvia falta de resultados.
- ¿Querrías retractarte? - quiso saber Sylvie con una sonrisa hacia el sátiro.
- Vale, los músculos no lo son todo - reconoció algo más calmado -: veamos qué puedes hacer.
Entraron dentro del Coliseo, y pronto hubo colocados muchos barriles en varias posiciones; Sora se dirigió hacia allí mientras los otros tres se ponían en las gradas, pues esta parte era una prueba en solitario.
- Bien: rompe todos los barriles antes de que acabe el tiempo - explicó el sátiro - ¿Listo? - Sora, como respuesta, preparó su Llave Espada - ¡Ya!
Eran bastante duros, pero logró destruirlos a punto de acabarse el tiempo.
- No está mal... Para un principiante - el escenario cambió: ahora habían plataformas y más barriles -; ahora tienes un minuto. ¿Listo? ¡Ya! - Sora volvió a la carga, con sus amigos dándole ánimos desde las gradas, y logró destruir los barriles con 6 segundos de sobra -¡Eres mejor de lo que pensaba!
Después todos volvieron dentro.
- No lo haces mal, chico.
- Entonces... ¿Participaré en los juegos? - preguntó Sora.
- Me temo que no, por dos palabras: ¡No sois héroes! - dijo el sátiro.
- ¿Lo puedo cocinar ya? - Sylvie activó en su mano un poco de magia Pyro.
- ... ¿Quieres ser un héroe de verdad? Domina este hechizo primero: Electro; después ya veremos - los cuatro se marcharon.
Una vez salieron, Sora y Sylvie hablaban de practicar en conjunto el hechizo cuando escucharon a alguien.
- Qué testarudo es ese viejo chivo, ¿Verdad? - era un tipo azul que tenía una llama azul por... ¿Pelo?
- ¿Tú quién eres? - exigió saber Donald.
- Un momento, chico, a ver si lo adivino: quieres participar en los juegos, ¿No? Entonces toma esto - de su mano salió una llama, de la cuál apareció un pase.
- Es todo tuyo: suerte, pequeñajo, estoy contigo - el extraño se fue.
- ... ¿Lo digo yo o alguien más lo va a hacer? - todos la vieron -; bien, lo haré yo: ese tipo de cabeza llameante da muy mala espina.
De todas formas tuvieron que dejarlo pasar para practicar la nueva magia, teniendo Sora nuevamente la ventaja por la Llave Espada, pero no pasó mucho tiempo antes de que las prácticas de concentrar y lanzar rayos a piedras y frisbees diesen sus frutos, además de practicar un poco de cuerpo a cuerpo: Donald, como atacante mágico, no era demasiado de atacar físicamente; Goofy se defendía y contraatacaba muy bien con su escudo; Sora y Sylvie estaban mejorando rápidamente, como si tuvieran memoria muscular o algo parecido, a pesar de sus toscas maneras de pelear.
Por fin, terminaron y entraron de nuevo al hall del Coliseo, donde el sátiro esperaba.
- ¿De dónde sacaste esto? - preguntó, viendo el pase.
- ¿Podemos participar en los juegos ya? - preguntó Sora, restándole importancia por el momento.
- Bueno... Supongo que sí: ¡Empezamos con las preliminares! ¿Estáis todos listos? - se quería asegurar de eso primero, recibiendo como respuesta un asentimiento por parte del cuarteto -... Se ha apuntado gente muy rara a los juegos: tened mucho cuidado - advirtió el sátiro.
Una vez en el campo de batalla entendieron lo de "raros": eran varios grupos de Sincorazón, con el primero ya preparado.
- Vale: tío con cabeza en llamas, los Sincorazón teniendo pase para la batalla... ¿Lo vuelvo a decir? - preguntó sarcásticamente Sylvie antes de que empezase el combate.
No fue muy difícil encargarse de los primeros, pues un doble hechizo Electro fue suficiente para que la mayoría quedasen vaporizados, con Donald y Goofy terminando con los dos últimos.
- No sois héroes aún, pero no vais desencaminados - concedió el semihumano con cuernos y patas de macho cabrío -: ¡Es una suerte que me tengáis a mí, el sátiro Phil, como vuestro entrenador!
En ese momento apareció un chico rubio con capa, ropa negra sin mangas y una gran espada, que miró a Sora mientras el susodicho lo miraba también.
- Algo me dice que será un rival muy difícil; ¿Quién sabe? Quizás te acabes enfrentando a él - finalizando la charla, empezó el segundo combate con más Sincorazón, con una colocación más estratégica, por lo que optaron por ir cuerpo a cuerpo y que Donald usase un hechizo para acabar con los posibles restantes; el plan fue perfecto, ganando una vez más.
La tercera pelea sería contra otro grupo más de Sincorazón, pero estos eran capaces de usar fuego, y otros hielo: Donald fue el primero en atacar, lanzando un hechizo de hielo contra los de fuego al tiempo que Sylvie usó Pyro contra las contrapartes gélidas, dejando a Sora y Goofy los ataques finales con sus respectivos equipamientos.
- ¡Sois mejores de lo que pensaba! Ojalá él estuviera aquí para verlo - dijo Phil.
- ¿Quién? - preguntó Sora.
- Hércules, el más grande de los héroes; lástima que no esté: ha ido a visitar a su padre - Tras la charla, empezaría el 4º combate consecutivo: luchar contra una combinación de los anteriores grupos de Sincorazón: Electro no solo acabó con los simples, también paralizó a los demás, dándole la oportunidad a todos de ganar; le seguiría un combate contra un equipo completo de Sincorazón especializados en el poder del frío, lo que significó una rápida victoria con un potente hechizo Pyro triplicado.
Estaban en racha, pero Sylvie, que estaba más cerca de una de las salidas, escuchó algo.
- Esos mocosos son tus próximos rivales, no debes fallar: ¡Acaba con ellos! - era la voz del tipo con cabeza flameante.
- ¿El gran Dios del Inframundo, asustado por unos críos? - era una voz que no conocía, pero teniendo en cuenta que solo había otra persona aparentemente inteligente y con aspecto humano, debía ser la del rubio con capa; por otra parte, que el de fuego azul fuese un Dios explicaría el cómo tiene un pase para el Coliseo -. Lo siento, pero mi contrato dice...
- ¡Lo sé, yo escribí el contrato! ¡Sé que solo te exige que mates a Hércules en el torneo! - el Dios pareció estallar de ira -, ¡Pero para llegar a él, debes derrotar a esos críos! ¿Entendido? - su furia se aplacó un poco -. Como dice el viejo chivo: Regla nº11: Solo es un juego, así que relajaos y divertíos; o sea que una o dos bajas no significan nada, ¿Cierto? - Sylvie estaba cada vez más pálida por lo que escuchaba, mientras se oían los pasos del rubio, así que fingió que venía de otro lado mientras escuchaba la última parte -; vaya tipo: ¡Más estirado que uno de mis finados! Aún así cuesta encontrar a bobos como él - se rio mientras escuchaba gruñidos, así que Sylvie, finalmente, volvió completamente pálida con sus compañeros.
No tuvo tiempo de hablar, pues empezó el sexto combate contra hordas combinadas de los anteriores y un Sincorazón con mayor tripa, tal vez para resistir los golpes; fue más difícil, porque Sylvie estaba totalmente ida por la preocupación y no apuntaba bien, pero lograron una victoria después de todo.
Al final llegó el último combate: Sora, Donald, Goofy y Sylvie vs Cloud, el chico rubio; su fuerza era inmensa, al igual que su espada, y era muy rápido, no dejando espacio para poder hacer hechizos más potentes; Donald la pasaba un poco peor que Sylvie por ser un atacante desde lejos, aunque esta tampoco le iba muy bien que se diga porque solo podía esquivar por los pelos los ataques (en el último habría perdido la cabeza de no ser porque se agachó, haciendo que su cabello ahora fuese corto a la altura de los hombros); Goofy y Sora estaban intentando hacer combos para atacar y defender a la vez, pero Cloud rompía sus defensas con facilidad, así quedó clara su vasta experiencia; cuando el combate parecía haber acabado, el Dios del Inframundo hizo acto de presencia para ver el desenlace, pero Cloud se detuvo de hacer un daño fatal en ellos... Solo para ser aplastado por una enorme pata de un enorme perro de tres cabezas.
- *Ah* Olvidaba una regla más: "Ocurren accidentes" - el Dios se marchó.
El perro iba a atacar... Cuando una persona lo paró con sus manos desnudas.
- ¡Herc! - exclamó el sátiro, indicando que debía ser el tal Hércules.
- ¡Phil, sácalos de aquí! - todos corrieron adentro de inmediato, aunque Sora se detuvo un momento antes de seguir al resto y hacer que una paralizada Sylvie entrase con él.
- ¡*Uf* Por los pelos! Era Cerbero, el Guardián del Inframundo: creo que Herc podrá encargarse de él... O tal vez no; esto no me gusta - Phil no sabía que hacer hasta que vio cómo Sora iba a entrar de nuevo al Coliseo - Oye, ¿No pensarás en volver, verdad? ¡No es un combate cualquiera, va en serio!
- Pienso ayudarlo, incluso si Hércules es tan fuerte como dices no sería lo correcto - respondió Sora, sacando la Llave Espada -; ahora verás si tengo madera de héroe o no.
- Estamos contigo, Sora - dijo Goofy, acompañado por Donald.
- Estáis locos... Pero sois mi grupo de locos, así que estoy dentro - acompañó Sylvie con una sonrisa, ya preparada para el desafío tras el shock que sufrió.
- ¡Cuidado, chicos! - advirtió Phil.
Hércules tenía como costal de patatas a un inconsciente Cloud mientras enfrentaba al enorme perro de tres cabezas, el cuál desvió su atención hacia el recién llegado cuarteto protagónico, dándole tiempo a Hércules de llevarse a Cloud a un lugar seguro.
- ¡Chicos, solo puedo deciros dos palabras: ataca! - gritó mientras el enorme perro lanzó dentelladas contra ellos; afortunadamente se movieron rápido, empezando con distraerlo con ataques mágicos para que Goofy y Sora atacasen las patas de Cerbero, pero el plan no funcionó: este era muy listo y usó su cola para atacar a los atacantes de lejos mientras pateaba a los otros dos.
Aún así persistieron, lanzando hechizos al perro y dándole varios golpes contundentes que, a pesar de todo, no hacían mucho contra su enemigo, parecía que no iban a poder con la fuerza extrema del Guardián del Inframundo, pero siguieron levantándose y peleando.
- ¡¿Alguna idea?! - quiso saber Sora.
- ¡Tengo una, preparaos para cuando empiece a tambalearse! - antes siquiera de explicar más, Sylvie salió corriendo como loca, gritando y llamando la atención de Cerbero, quien se la comió de un bocado.
Por suerte tenía la boca del centro tan grande que no separó ninguna parte de su cuerpo antes de quedar atascada en la garganta.
- ¡Esto es una locura! - gritó la pelirroja en su cabeza.
- ¡No me diste ninguna otra idea! Ahora déjame concentrarme para usar el aire que me queda en los pulmones - Sylvie reunió toda la concentración que pudo en aquella situación y usó su cuerpo para el hechizo Electro, que viajó por todo el gigantesco perro mientras perdía cada vez más oxígeno -; creo que un hechizo sobre el viento me habría sido más útil - pensó cada vez más mareada y sentía un impacto en la garganta antes de que un apestoso cúmulo de carne casi del todo digerida la expulsó del caído, pero aún vivo, Cerbero.
Sylvie luchó por toser la asquerosidad que llegó a su boca, tratando de sacarla con arcadas, y por respirar aire puro cuando el grupo la abrazó, quitándole el poco aire puro que había logrado reunir, pero quedando consciente por razones desconocidas.
Tras un rato volvieron al interior, con Hércules y Phil ahí.
... Por la presente, os declaro "aprendices de héroe" y os otorgo el derecho a participar en los juegos. Además...
- ¡*Eh* ¿Cómo que aprendices?! - interrumpió y se quejó Donald.
- No entendéis qué se necesita para ser un verdadero héroe.
- ¿Y qué necesita? - Goofy hizo la pregunta del millón.
- Bueno, eso tendréis que averiguarlo vosotros mismos, tal como hice yo - habló Hércules.
- Vale: empezaremos demostrando nuestro valor en los juegos - expresó Sora.
- No los habrá por ahora, hay que arreglar los destrozos de la última batalla - explicó Phil.
- Muy bien, volveremos luego, pues - Sora se despidió con la mano y los cuatro salieron.
- Chicos - habló Sylvie, llamando la atención del trío -, he estado pensando en algo: deberíamos separarnos para encontrar al responsable de esto; sé que suena estúpido porque unidos somos más fuertes, pero tengo un presentimiento...
- ... ¿No hay forma de impedirlo? - preguntó Sora, con Sylvie negando con la cabeza.
- Pero tened esto por seguro: nos veremos aquí cuando los juegos comiencen como punto de reunión - dijo la pelinegra; Sora y ella se dieron la mano (el primero con un semblante más triste, pero teniendo que llenarse de determinación para buscar a sus seres queridos y al responsable de todo) y se separaron.
Sylvie, lo primero que hizo, fue encontrar un lugar donde poder limpiarse correctamente, logrando el cometido rápidamente porque justo encontró unas termas donde pudo darse un baño caliente y quitarse la baba de perro de encima; después estilizó su recién cortado cabello para que no fuese tan desigual y terminó frente a la entrada del Coliseo nuevamente.
- Por favor, dime que no hice una estupidez y que hay una manera de viajar entre mundos sin la Nave Gumi - suplicó mentalmente Sylvie a la pelirroja.
- ¡¿Les dijiste de separarte sin tener idea?! - la voz estaba extremadamente sorprendida, pues no leía sus pensamientos como cabría esperarse porque es una voz de un corazón y alma fusionados con los suyos (otra cosa descubierta por los recuerdos de alguien explicando aquello, pero sin poder reconocerlo).
- ¿No ibas a ser tú mi maestra en salvar el universo? - preguntó de manera retórica Sylvie.
- ... Tienes un punto: despréndete de tus dudas y miedos, deja que tu deseo te lleve...
- Deja que tu corazón te sirva de guía - Sylvie también dijo eso gracias a un fugaz recuerdo que tuvo con la pelirroja fuera de su mente en un prado con más personas, sorprendiendo a la persona que vivía en su interior.
Una vez hecho lo dicho, pensar en mundos donde pueda encontrar pistas de lo ocurrido, un portal se abrió frente a ella, haciendo que sonría y cruzase, lista para lo que se viniese encima...
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Fin del capítulo.
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Fin del primer capítulo.
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