🏹𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐓𝐇𝐈𝐑𝐓𝐄𝐄𝐍

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a Percy Jackson fanfiction written by vic! 🏹por fis voten y comenten que es grati
























Fue idea de Annabeth.

En Las Vegas los hizo subir a un taxi como si realmente tuvieran dinero y le dijo:

—A Los Ángeles, por favor.

El taxista mordisqueó su puro y les dio un buen repaso.

—Eso son quinientos kilómetros. Tendrán que pagarme por adelantado

—¿Acepta tarjetas de débito de los casinos?—pregunto Annabeth.

Se encogió de hombros.

—Algunas. Lo mismo con las tarjetas de crédito. Primero tengo que comprobarlas.

Annabeth le tendió su tarjeta verde LotusCash. El taxista la miró con escepticismo.

—Pásela—le animó Annabeth.

Lo hizo.

El taxímetro se encendió y las luces parpadearon. Marcó el precio del viaje y, al final, junto al signo de dolar apareció el símbolo de infinito. Al hombre se le cayó el puro de la boca. Volvió a mirarlos, esta vez con los ojos como platos.

—¿A qué parte de Los Ángeles... esto, alteza?

—Al embarcadero de Santa Mónica

El cuentakilómetros del coche no bajó en ningún momento de ciento cincuenta por el desierto del Mojave.

En la carretera tuvieron tiempo de sobra para hablar. Percy les conto sobre su último sueño, pero Lor. Lor decidío no contarles acerca de su sueño, no quería preocupar a Annabeth, porque Lor ya sabía más de lo que debía. A veces odiaba ser así, descubrir cosas sin querer o tener una maldita intuición que nunca le fallaba y eso lo odiaba.

—¿El Silencioso? —sugirió Annabeth sacandolá de sus pensamientos—. ¿Plutón? Ambos son apodos para Hades.

—A lo mejor—dijo Percy poco convencido.

—Ese salón del trono se asemeja al de Hades —intervino Grover—. Así suelen describirlo

—¿Qué les hace creer que es Hades obligatoriamente?—cuestionó Lorelai repentinamente.

Annabeth y Grover se voltearon a ver a Lor la cual, era la primera vez que hablaba desde hacía mucho.

—Sabemos que Hades tiene a un espía o a un "traidor" en el campamento mestizo, el que dejó que el perro del infierno entrara, entonces fácilmente podría ser el o ella. O también puede ser cualquier otro dios —explicó encogiéndose de hombros.

Entonces no volvió a pronunciar ni una sola palabra en todo el camino, solo se concentró en mirar la ventana. Y entonces vinieron varios recuerdos de su infancia, cuando su papá se aparecía en su cuarto después de una discusión con su mamá, el era el único que sabía aparte de Quirón y Micheal acerca de lo que le había hecho su padrastro. Apolo mentiría si dijera que no tenía un hijo favorito, porque de entre todos resaltó una en especial, una  niña de siete años que se sentía desamparada y sola, que no tenía a nadie, Apolo la empezó a visitar cada que ella necesitaba a alguien y pronto decidió guiarla para que encontrara ayuda, pero no pudo guiarla hasta el campamento como el hubiera querido y entonces le hizo jurar a Micheal que protegería a toda costa a Lorelai.

Al anochecer el taxi los dejó en la playa de Santa Mónica. Lorelai no pudo evitar hacer una mueca de asco ante el horrible olor que provenía de aquella playa, pero se abstuvo de quejarse.

—¿Y ahora qué?—preguntó Annabeth.

Percy sin previo aviso se metió al mar y ella hizo una mueca ¿Es qué este chico está loco o que?

—Percy—lo llamo Annabeth—¿Qué haces?

Percy la ignoró por completo y siguió sumergiéndose en el amor.

—¡Flounder ni se te ocurra acercarte a mi cuando salgas del agua!—exclamo la castaña haciendo una mueca.

Lorelai y Annabeth decidieron no seguir a Percy y esperarlo tranquilamente, aunque ella se seguía debatiendo si mencionar algo acerca de su sueño. Annabeth se acercó a ella, y la tomó del brazo tomándola por sorpresa.

—Lor ¿te encuentras bien?—preguntó su amiga con el ceño fruncido

«La verdad es que no» pensó Lorelai.

—Si ¿por qué no lo estaría?—preguntó ella confundida.

—No has dicho casi ni una sola palabra en toda la tarde—comentó la rubia y Lorelai suspiro dándole una débil sonrisa.

—Te prometo que estoy bien Annie—dijo ella, Annabeth no estaba convencida de esa respuesta, deseaba interrogarla más, pero sabía que no debía presionarla. Conocía a Lorelai desde hacía mucho y ella sabía cuando si o no abrir la boca.

En ese momento salió Percy del agua, completamente seco. El les contó todo lo que  había pasado, y también les dijo que aquella criatura le había obsequiado cinco perlas.

Lorelai guardo silencio y luego analizo la situación, aquel regalo que la nereida le había obsequiado a Percy no había sido gratis.

—No hay regalo sin precio.—dijo Annabeth.

—Éstas son gratis.

—No. —Sacudió la cabeza—. «No existen los almuerzos gratis.» Es un antiguo dicho griego que seaplica bastante bien hoy en día. Habrá un precio. Ya lo verás.

Loralai suspiró y con tan feliz pensamiento le dieron la espalda al mar.

Con algunas monedas que habían quedado en la mochila de Ares subieron a un autobús  hasta West Hollywood. Percy le enseño al conductor la dirección del inframundo que el había sacado del Emporio de Gnomos de la tía Emem, pero  el jamás había escuchado hablar de los estudios de grabacíon el Otro Barrio.

—Me recuerdas a alguien que he visto en la televisión —le  dijo a Percy—. ¿Eres un niño actor o algo así?

—Bueno, actúo como doble en escenas peligrosas... para un montón de niños actores.

—¡Oh! Eso lo explica

Le dieron la gracias y bajaron en la siguiente parada. 

Durante un rato se la pasaron buscando El Otro Barrio, pero parecía que nadie conocía aquel lugar. En un par de ocaciones se tuvieron que esconder en callejones para evitar los coches de polícia.

Lorelai se detuvo al darse que Percy ya no estaba a su lado, y al voltear a ver para atrás le sorprendio que el estuviera parado frente a un escaparate con televisiones, ella se regreso y lo vio ahí parado con una completa expresión de furia en su rostro.

Frente a ellos, en la tele estaba el que ella supuso que era su padrastro Gabe el Apestoso, ella hizo una mueca de asco, si que ese hombre era un idiota y eso que ella no lo conocía, y esperaba nunca hacerlo.

En el noticiero hablaba de que Percy era un completo idiota
que siempre había sido problemático, y que estaba involucrado en drogas y alcohol. Lor volteo a ver a Percy y se dio cuenta de que el estaba muy pero muy enojado, parecía que quería darle un golpe a todas las pantallas, pero Lorelai no lo dejaría así que lo tomo del brazo.

—Vamonos Percy no vale la pena — dijo ella.

Cayó la noche y los marginados empezaban a merodear.

Se cruzaron con miembros de bandas, vagabundas y gamberros que los analizaban para saber si era buena idea atacarlos o no.

—¡Ey tu!—una voz llamo a Percy y el como idiota se detuvo.

Oh oh.

Sin darse cuenta seis chicos ya los tenían rodeados. Percy por instinto sacó su espada, y todos retrocedieron, menos el que ella supuso que era el líder.

Percy cometió el error de atacar.

—¿Que demo...?

El chico ese debía ser muy mortal, porque la espada lo atravesó, y no le pasó nada

—¡Corran!—gritaron Annabeth y Grover.

Lograron alejar a un par de muchachos y siguieron corriendo hasta llegar a un edificio. Y solo uno de los muchos locales estaba abierto
"Al pacio ed lsa sacam dl Gua ed Ucryst"

—¿Al palacio de camas de agua de Crusty?—cuestionó Grover arqueando una ceja.

Lorelai hizo una mueca. Ese lugar sería el último que ella pisaría, a menos que fuera terriblemente necesario.

Y esa ocasión parecía serlo.

—Los hemos despistado—hablo Grover con tranquilidad

—¿A quien han despistado?—pregunto una voz atrás de ellos.

Los cuatro se sobresaltaron.

Y cuando se dieron la vuelta se encontraron con un hombre que tenía un aspecto de rapaz y atrevido. Con un traje de los años 70's. Media al menos dos metros y estaba totalmente calvo.

—Me llamo Crusty—dijo.

—Sentimos a ver entrado así—dijo Percy—Solo estábamos... mirando.

—Quieren decir que se estaban escondiendo de esos gamberros.—rezongo—. Merodean por aquí todas las noches. Gracias a ellos llegan muchas personas a mi negocio. Díganme ¿les interesa una cama de agua?

Percy estaba apunto de decir no gracias. Pero con una zarpa lo tomo del hombro.Y los guió hasta la sala de muestras.

Lorelai hizo una mueca, y apretó la mano de Annabeth.

—Este es mi modelo más nuevo—dijo Crusty orgulloso.—. Más de cien manos—añadió—Venga, acuéstense.

—No grac...—habló Lor.

—¡Más de cien manos!—exclamo Grover—Esto mola.

Lorelai lo miro incrédula.

—Hum—dijo Crusty—Casi, casi.

—¿Casi qué?—pregunto Annabeth confundida.

—A ver cariño, hazme un favor y prueba esta cama—dijo y Lorelai lo miro confundida.

—¿Qué hace con mi amiga, viejito pelón?—cuestiono Lorelai arqueando una ceja.

—Tranquila cariño, a ti también te encontraremos una cama ideal para ti.

Ergo!

—E-e-s-t-o- d-e-f-i-n-i-t-i-b-a-m-e-n-te n-n-o m-o-l-a n-a-d-a—baló Grover

De la nada de las camas comenzaron a salir cuerdas que atraparon a Annabeth

—A ver cariño—dijo y volteó a ver a Lorelai.

—Es que...yo creo que Percy y yo necesitamos una similar ¿sabe? Porque ambos somos muy parecidos—hablo Lor apresurada.

—De acuerdo...—hablo Crusty.

Percy la miró confundido, pero ella ya tenía un plan sumamente calculado y si no funcionaba se iba a morir.

Literalmente.

—¡Suelte a mis amigos!—exclamo Percy molesto.

—Desde luego, hasta que quepan por completo.

—¿Qué quiere decir?—preguntaron ambos chicos al unísono.

—Verán niños, las camas miden ciento ochenta centímetros. Sus amigos son demasiado cortos. Tienen que encajar.

Annabeth y Grover siguieron forcejeando.

—No soporto las medidas imperfectas—musitó Crusty—Ergo!

De la nada salieron unas cuerdas más en los cabezales.

Por favor, por favor que mi plan funcione. Suplico Lor mentalmente.

—Tranquilos muchachos. Son ejercicios de estiramiento. A lo mejor ocho centímetros más, sus columnas...incluso puede que sobrevivan.

Lorelai y Percy sabían que se debían mover rápido, si no querían que sus amigos terminaran como una salchicha.

—¡Chicos!—exclamo Grover.

—Usted no se llama Crusty—señaló Lorelai con el ceño fruncido.

—Legalmente Procustes—respondió el encogiéndose de hombros,

—El estirador—comentó Percy.

—Exacto —respondió el vendedor—. Pero ¿quién es capaz de pronunciar Procrustes? Es malo para elnegocio. En cambio, todo el mundo puede decir «Crusty».

—Tiene razón. Suena bien.

Se le iluminaron los ojos.

—¿Eso creen?

—Uhm... si. Es muy original y toda la cosa—agregó la chica.

—Y estas camas parecen fabulosas, las mejores que he visto nunca...—respondío Percy.

Esbozó una amplia sonrisa, pero no aflojó su cuello

—Yo se lo digo a mis clientes. Siempre se lo digo, pero nadie se preocupa por el diseño de las camas.¿Cuántos cabezales con antorchas de lava incrustadas han visto ustedes?

—No demasiados.

—¡Pues ahí lo tienen!

—¡Lor,Percy! —vociferó Annabeth—. ¿Qué están haciendo?

—No le hagas caso —le dijo Percy a Procrustes—. Es insufrible.

El gigante se echó a reír.

—Todos mis clientes lo son. Jamás miden ciento ochenta exactamente. Son unos desconsiderados. Ydespués, encima, se quejan del reajuste.

—¿Qué hace si miden más de ciento ochenta?—pregunto Lorelai con el ceño fruncido.

—Uy, eso pasa a todas horas. Se arregla fácil. —Me soltó, pero antes de que yo pudiera reaccionar, delmostrador de ventas sacó una enorme hacha doble de acero—. Centro al tipo lo mejor que puedo ydespués rebano lo que sobra por cada lado.

—Ya —dijo Percy tragando saliva—. Muy práctico.

—¡Cuánto me alegro de haberme topado con dos clientes sensatos!

Las cuerdas ya estaban estirando a sus amigos. Annabeth estaba roja y Grover hacía ruiditos de asfixia.

—Bueno, Crusty... —comento Percy, intentando sonar indiferente. Miró la etiqueta con forma de corazón dela cama especial Luna de Miel—. ¿Y ésta tiene estabilizadores dinámicos para compensar elmovimiento ondulante?

—Desde luego. Pruébenla.

—Sí, puede que lo hagamos, ¿verdad Rory?—preguntó y Lorelai asintío—. Pero ¿funcionan incluso con un tío grande como tú? ¿No se advierte ni unasola onda?

—Garantizado.

—Venga, hombre.

—Que sí.

—Enséñenslo—lo retó ella.

Se sentó gustoso en la cama y le dio unas palmaditas al colchón.

—Ni una onda, ¿ven?

Percy chasqueo los dedos.

Ergo—susurró Percy

Las cuerdas rodearon a Crusty y lo sujetaron contra el colchón.

—¡Eh! —chilló.

—Centrenló bien—ordeno.

Las cuerdas se reajustaron rápidamente. La cabeza de Crusty entera sobresalió por la parte de arriba ysus pies por la de abajo.

—¡No! —dijo—. ¡Espera! ¡Esto es sólo una demostración!

Percy destapó el bolígrafo y Anaklusmos se desplegó.

—Bien, preparate. Y Rory ayuda a Grover y Annabeth—dijo Percy y ella asintío.

—Eres un regateador duro, ¿eh? —dijo—. ¡Vale, te hago un treinta por ciento de descuento en modelosespeciales!

Percy levanto la espada.

—¡Sin entrega inicial! ¡Ni intereses durante los seis primeros meses

Percy asentó un golpe y Crusty dejo de hacer ofertas.

Percy los miro a los tres pero sus ojos se centraron en Lorelai, ella sonrío y se encogío de hombros. El se dio cuenta de lo inteligente que era ella y lo valiente que demostro ser.

—Parecen más altos —comentó Percy.

—¿Cuantó miden, uno noventa o ya los dos metros?—Lor le siguió el juego a Percy y ambos chocaron los dedos.

—Uy, qué risa —resopló Annabeth—. La próxima vez dense un poquitín más de prisa, ¿vale?

Miró en el tablón de anuncios detrás del mostrador de Crusty. Había un anuncio del servicio de entregasHermes, y otro del Nuevo y completo compendio de la Zona Monstruo de Los Angeles: «¡Las únicaspáginas amarillas monstruosas que necesita!» Debajo, un panfleto naranja de los estudios de grabaciónEl Otro Barrio ofrecía incentivos por las almas de los héroes. «¡Buscamos nuevos talentos!» La dirección de EOB estaba indicada justo debajo con un mapa.

—Vamos —dijo el pelinegro.

—Danos un minuto —se quejó Grover—. ¡Por poco nos estiran hasta convertirnos en salchichas

—Venga, no sean quejicas. El inframundo está sólo a una manzana de aquí.

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