·Página Tres - Capítulo Seis - Emu Otori·
Se metió en una de las oscuras callejuelas conectadas a la avenida del restaurante.
Los gatos la habían seguido, y Emu se fijó en la cantidad de comida que llevaba en su traje.
Alguien de mi posición social nunca debería encontrarse tan sucio, se dijo, fulminando con la mirada a los gatos, que empezaban a maullar. Sin mucho que hacer, se acercó a uno de los felinos, y al ver que el felino ni se inmutaba, sonrió.
Mirando a su alrededor, vio una gran tela, en forma de bolsa, junto a uno de los contenedores de la callejuela, con todo vertido por el suelo.
Se acercó a ella, y la examinó.
A parte de algún que otro agujerillo, y la mugre que la recubría, la bolsa estaba en un estado óptimo.
Recogió de nuevo al gato, y lo metió en la bolsa.
Los otros gatos alzaron la mirada, cuestionándola, como si pudieran comprender lo que Emu imaginaba que iba a hacer con ellos. Si lo pudieran hacer, era dudoso que la idea les disgustara.
"Michis, venid aquí..." susurró la pelirrosa, crípticamente. Al ver que ninguno reaccionaba, se les acercó.
"Están sordos, gatos-mierda?"
Uno maulló.
Emu se le acercó, le recogió y depositó en la bolsa. El gato, de un color gris ceniza, no destacaba dentro de la bolsa. Con sus patas delanteras, trataba de salir, gesto que Emu se tomó como una caricia.
"Gracias por su colaboración, Patas Largas." de nuevo, la sonrisa tétrica se le apareció. "Quién será el siguiente?"
Se acrecó a uno, tricolor y con ojos de ámbar.
Este, a diferencia del resto, parecía apreciar su libertad, y trató de escabullirse.
Emu le recogió entre sus brazos, y el gato, claramente enfurecido, le mordió el brazo, con sus incisivos afilados, para nada desgastados, al contrario de lo que se hubiera esperado Emu.
"Calma, ehm- Colmillo?" pronunicó el primer nombre que se le pasó por la cabeza. "Deja los 'besos' para luego... Ya tendrás huesos para practicar..."
Ideas ya se formaban en su cabeza.
Emu deliraba.
Como siempre que se enfermaba, que era con frecuencia, la 'locura' se apoderaba de ella. Los delirios y los espectros de la psicosis la llamaban, tomando completo control sobre ella.
Aún así, era en ese estado cuando los planes 'más brillantes' se le ocurrían, por lo que solía tener a mano pañuelos usados por enfermos, en paquetes que le brindaba el hospital general de Kurushimi, preparados especialmente para ella. Podían ser pañuelos, injecciones, u otros métodos.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top