·Página Dos - Capítulo Diez - Toya Tenma Kagamine·



Vertió su cuerpo sobre el lavabo, el vómito escapando de su cuerpo.

El hedor de los fluidos impregnó el baño, recordándole a Toya fragancias que había olido en el cementerio real de Akuninaru.

Estos recuerdos provocaron que vomitara de nuevo, y empezó a marearse. Todo empezaba a volverse negro, y Toya, aún medio a ciegas, trató de lavarse la cara.

A tientas, empezó a salir del baño, recorriendo los pasillos, intentando llegar hasta su habitación.

Quería olvidar lo que estaba pasando, despertar de repente, y darse cuenta de que todo había sido una pesadilla.

Una pesadilla provocada por Kaito, por su 'Padre', al que nunca le había importado lo más mínimo.

Quería morir.

Quería dejar de existir.

Quería que Kaito muriera.

Quería que Kaito sufriera.

Quería vivir por siempre junto a Akito, felices, despreocupados.

Quería ser feliz.

Abrió la puerta que daba paso a su habitación.

Ya podía ver mejor, y se dirigió hacia su cama, tambaleándose, hasta caer sobre ella.

"A-Akito-" farfulló, y su Propole reaccionó, empezando a llamar al pelinaranja. Tras varios segundos, el dispoditivo emitió el sonido que hacía cuando no recibía respuesta.

Toya no pudo llamar una segunda vez.

Su mundo se derrumbó.

Las paranoias tomaron control de él.

Y si Akito ya lo sabe? Y si se ha hecho daño a sí mismo? Y si- Y si ya no está vivo...? Cayó de rodillas, golpeándoselas contra el suelo, y la cabeza contra el marco de la cama.

El golpe le dejó atontado, y se encogió, en una posición fetal, protegiéndose, más que de un peligro exterior, de sus propios pensamientos, y emociones, que le atormentaban interiormente.

Su interior se revolvía, torturándole lentamente. Le dolía el cuerpo.

Empezó a sollozar, lamentándose interiormente por no haberse enfrentado a su padre, por no haber hecho lo que estaba en su mano para evitar el tener que casarse con Mafuyu.

Siguió en ese estado varios minutos, hasta que finalmente se durmió, para el alivio de Tsukasa, quien se encontraba fuera de su puerta, preocupándose por el de pelo bicolor.

* * *

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