·Página Cuatro - Capítulo Cinco - Akito Shinonome Hitachiin·



"Soy una- una idiota-" sollozó.
Akito cayó a su lado, tratando de recomfortarla.

En poquísimas ocasiones Ena le había abierto su corazón, y menos veces aún Akito la había visto en ese estado.

No sin razón, pensó, está hablando sobre su propio suicid-
Finalmente comprendió el peso de lo que acababa de contarle su hermana- si por lo que fuera, acabara cometiéndolo, se quedaría, exceptuando, lógicamente, a Toya, sin alguien que le comprendiera, alguna persona a la que le importara la persona que él era.

"E-Ena..." tartamudeó.
El llanto se apoderó de ambos. Toda posible palabra comfort que pudieran haberse proporcionado el uno al otro se había esfumado, como si nunca hubiese existido, junto a la esperanza de un futuro mejor.

Toda paz.

Toda tranquilidad.

Todo.

Todo se había ido. Ahora, en cambio, los únicos vestigios de cualquier posible rastro de aquello se enocntraba en aquellos dos hermanos, llorando el uno con la otra, por lo que se les presagiaba.

Los sollozos, los hipidos, les consumieron. Se sentían solos en el mundo, solo teniéndose el uno al otro, tratando, mútuamente, de consolarse entre sí mismos, sin conseguirlo.

Pasaron minutos así.

Ambos hermanos se sentían perdidos en la oscuridad, deprimente, incierta, tal vez, pero inquietantemente recomfortante, de alguna forma.

Ena se recompuso, a medias, tan solo para tratar de conseguir la paz que ansiaba para su hermano.

"Akito..." suspiró, tratando de secarse las lágrimas con el dorso de la mano, intentando, sin conseguirlo, disimular su más que obvio sufrimiento. "Akito... Escúchame... Necesito que me prometas algo." tosió, de nuevo empezando a respirar fuertemente.

"Lo que sea..." farfulló Akito, poniéndose nervioso. "Lo que necesites, lo haré."
La sonrisa de Ena parecía triste, pero se sintió obligada a hacer lo posible por mejorar la vida de su hermano.

"Necesito- por lo que pueda pasar- necesito, sí o sí, que me prometas, que me pase lo que me pase, que no te quitarás tu vida- o que no intentarás que te la quiten."
Akito se quedó de piedra.

"E-Eso es lo que... lo que quieres?" preguntó, sin saber como sentirse.

Ena asintió, y entelazaron dedos.

"Te lo prometo, Ena." finalizó. Sin más que decir, ambos se levantaron, y dirigieron a las cocinas, como si nada nunca hubiese ocurrido.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top