𝗦𝗽𝗮𝗿𝗸𝗹𝘆 𝗲𝘆𝗲𝘀 : Uno
Jeon Jungkook nunca ha creído en el amor verdadero o las almas gemelas. Le resultaba absurdo. Para él, era imposible que dos personas se amaran a tal punto de pasar el resto de sus vidas juntos. Eso sólo sucedía en cuentos de hadas o historias románticas, cursilerías sin sentido para hacerle creer a las personas que el mundo no era una mierda y que el amor verdadero si existía. Cuando la realidad era otra.
Curiosamente, Jungkook jamás se había enamorado de alguna persona —o eso suponía— por lo cual se mantenía fiel al pensamiento de que el amor real, no era real. Mismo pensamiento que se acentuaba más fuerte cuando después de una buena noche de sexo con alguna hermosa chica o chico, idealmente perfecto para él, no llegaba a sentir nada por ellos.
No le importaba conocer ese fuerte sentimiento, ese del que todos presumían y luego carecían. Tenía asuntos más importantes como: cuidar su reputación, sus estudios y buscar un nueva persona para llevar a su cama. Precisamente, lo último era justo su mayor interés.
—¿Quien es él? —sus ojos se posaron en aquella cabellera melocotón, descendiendo por su precioso rostro.
—Park Jimin... —contesta NamJoon, desviando su mirada al rostro del rubio— No te conviene meterte con él, hyung —aconseja, ganándose una hastiada mirada de Jungkook.
—Te pregunté por él, no si me convenía o no. —ataca con brusquedad y Kim baja la cabeza con el ceño fruncido, detestando esa actitud y voz intimidante que poseía.
—Es sólo un consejo, no lo tome a mal... Considerando su fracasada relación con Min... —es interrumpido.
—¡No hables de él! —gruñe con rencor en su voz— Sabes muy bien que no tuve una relación con él y que ya no existe para mí... Yoongi se fue, así que no lo menciones de nuevo ¿Entiendes, NamJoon? —Kim asiente efusivamente, mientras se arrepiente de haber dicho aquellas palabras.
Hoseok negó con su cabeza enojado por cómo fue tratado su primo.
—No lo trates así, Jeon. No porque te creas el rey de este lugar, significa que nosotros seamos tus putos súbditos —escupe con molestia el pelirrojo, asesinando a Jungkook con la mirada.
El rubio lo miró ofendido, deseando poder cerrarle de una vez por toda la irrespetuosa y grosera boca de ese niño.
—Yah, Hoseok... Es su majestad Jeon Jungkook, sabes que no mide lo que sale de su noble bocota —la irritación del rubio se hizo más grande cuando esas palabras salieron de los labios de NamJoon.
Intentó respirar hondo, calmando su mal carácter y enfocándose en Jimin más que en el par de primos que le sacaban de quicio. A veces quería deshacerse de los Kim, pero recordaba que por más irritante que fueran y no mostrarán tanto respeto hacia él, ellos eran los únicos sinceros entre su gran círculo de amistades falsas y lame botas.
Jeon regresa su mirada al bonito chico de cabello durazno. El chico en cuestión estaba riendo, cubriendo su sonrisa radiante con su mano. Ese gesto llamó su atención.
Al parecer Park Jimin no era sólo atractivo sino adorable.
Perfecto.
—¿Qué saben de Jimin? —demanda y ambos Kim lo miran sin emoción. Jungkook puso los ojos en blanco exasperado— Por favor, me podrían decir que saben de Park Jimin si no es tanta molestia —pide con cortesía, logrando enmascarar su sarcasmo y NamJoon asintió como el chismoso que era.
—Es un año menor, facultad de ciencias, hace unas semanas se unió junto a mi novio al club de baile. Buen chico, muy amable y lo demás corre para averiguarlo por tu cuenta... Aunque hay algo... Olvídalo —dice NamJoon, obviando la parte más relevante sobre ese chico del cual Jeon debería saber.
Jungkook cabeceó conforme con la información, mordiendo el piercing en su labio.
—Eres todo un chismoso, NamJoon hyung —molesta haciendo una mueca fingida, mirando a su primo con reprobación y NamJoon le empuja, juguetonamente.
—¿Qué puedo decirte? —NamJoon finge inocencia, batiendo sus pestañas.
—Gracias, los veré después.
Jungkook no tardó en ponerse de pie, sacudiendo con elegancia su costosa ropa de diseñador, a la vez que se aseguraba de que no hubiera ni una sola arruga en ésta. Sonrió altanero, peinando su cabello rubio hacia atrás dando una buena imagen de su inmaculado perfil y con su mentón en alto caminó en dirección hacia Jimin.
La mayoría de las miradas estaban en él y una vez más su pecho se llenó de orgullo. El título de “rey” era un gran título, para su gran ego.
Al llegar donde, supuestamente, se encontraba su nueva conquista, un cosquilleo se instaló en su estómago... Ese mismo que siempre tenía al estar apunto de conseguir una nueva adquisición. Aclaró su garganta, llamando la atención del chico castaño frente a él, con el propósito de que se apartara del camino para encarar a Jimin. No quería perder tiempo.
Pero cuando ese desconocido se volteó, quedó confundido.
Esos ojos. Sus ojos. Azules.
—H-Hola... —saluda con su voz bajita, sonando casi infantil y denotando todo sus nervios en ella. Jungkook lo miró enmudecido.
Su cabellera castaña caía, delicadamente, ocultando su frente en un flequillo lacio. Sus pómulos estaban coloreados de un rosa pálido por los nervios. Él era sutilmente... Hermoso, muy atractivo. Poseía una mezcla entre delicadas y únicas facciones. Casi tan perfecto que lucía como un bonito príncipe de cuentos de hadas.
Más allá de todos esos detalles, Jungkook estaba hipnotizado con esos preciosos ojos azules llenos de brillo, tan luminosos y repletos de pureza. Podía ver que destellaban como estrellas en el mismísimo cielo. Deseó admirar esos orbes por horas, sólo para mantener esa nueva y peculiar calidez instalada en su pecho.
¿Por qué demonios se sentía así?
—¿Quién eres tú? —pregunta aturdido, nublado ante lo extraño que se estaba sintiendo al tener a ese niño castaño, mirándolo con esos ridículos ojos azules.
No quería sentirse así, tan desconectado del mundo real por culpa de ese desconocido.
—S-soy... M-me llam... —tartamudea nervioso, pues cuando el chico más popular en la universidad estaba frente a él, articular una simple palabra le era imposible.
Jungkook pestañeó desviando la mirada de esos extraños ojos que lo distraían. Debía concentrarse... No era difícil. Le molestaba esta clase de reacción.
—¿Dónde está Jimin? Se supone que estaba aquí, necesito hablar con él... Es importante —demanda severo, causando que el labio inferior del castaño temblara con miedo.
—Se fue a co-comprarme a-algo en l-la cafetería. —responde, bajando la mirada al suelo. Se sentía tan patético hablándole con torpeza al rey de la universidad.
—¿Por qué haría eso por ti? Acaso no puedes ir tú solo —reprocha exasperado, realmente al borde de su cordura porque Park se le haya escapado de las manos.
—Jimin es muy amable.
Jeon bufó estresado, que su principal conquista no esté y esto suponga un fracaso; un chico tan atractivo e idealmente adecuado para él como lo era Park Jimin, le enojaba demasiado. Quería tomar su cabello rubio en puños y tirar de el con frustración, pero se limitó a juguetear con el piercing en su labio, pensando en lo que haría a continuación.
Y tenía la idea. Una grandiosa idea.
—¿Cómo te llamas? Y esta vez sin tartamudeos o en serio me harás perder la poca paciencia que me queda —advierte y el castaño tardó varios segundos en calmarse antes de hacer contacto visual con el mayor.
Ese mismo brillo de esas esferas azuladas, denotaba emoción y de alguna forma Jungkook lo consideró: tierno. No utilizaba esa palabra con nadie pero a ese chico le quedaba.
Se sentía confundido. Adorando y repudiando como su interior se revolvía en un caos de nuevos sentimientos que no comprendía. Quería arrancar eso fuera de su sistema.
—Kim Taehyung, un gusto hablar con usted, hyung —su voz sonó tranquila y atractiva, con ese tono tan grave que fue directo al corazón del rubio, haciéndole latir más rápido.
—Okey... —murmuró desosegado, aún procesando la belleza de ese chico.
El rostro del castaño se torna varios tonos más intensos de rojo y baja la cabeza, de repente avergonzado. Es entrañable, en un sentido que Jeon no había experimentado en su vida. O tal vez sí, más nunca le prestó atención.
Si Jimin no estaba, utilizar a ese chico le vendría bien. Quizás así se le quitaría lo extraño que se sentía alrededor de ese bonito castaño con estrellas en sus ojos.
¿Sólo le tenía ganas a Taehyung? Debía ser eso... ¿Era eso?
—Taehyung, te haré una pregunta y no aceptaré una respuesta negativa de tu parte —asevera, mientras arregla su ropa aún cuando ésta se encontraba bien.
¿Eran nervios? No, eso era imposible. Él era Jeon Jungkook, nunca podría estar nervioso por otro chico, las cosas no funcionaban así. Las cosas siempre eran al revés.
—Ehh... De acuerdo —dubita, capaz de romper en llanto por la angustia que le causaba tener a un chico tan bello como Jeon hablándole.
—¿Quieres salir conmigo? —los labios finos del menor se abrieron levemente sorprendido y Jungkook fijó su vista en esos finos belfos.
—Jungkook hyung, estoy muy seguro de que usted quería invitar a Jimin y no a mí... Sólo espere unos minutos, él regresará pronto —dijo avergonzado, y con una punzada agria en su pecho.
—Él no está aquí... Él no interesa, así que ignoraré tu comentario y volveré a preguntar... ¿Quieres salir conmigo o no? —insiste, mirando directo al angelical rostro de Taehyung.
Lindo.
No comprendía si era suerte o una broma de mal gusto pero no le importaba demasiado. No cuando alguien como Jungkook estaba ahí de pie, con su postura erguida, su ropa costosa, expresión impasible y sus profundos ojos oscuros, mirándole como si su rostro fuera la octava maravilla del mundo.
—S-si, me gustaría salir con usted, hyung.
La sonrisa de Jeon se expandió por su rostro, satisfecho ante esas palabras, tal como si hubiera ganado la lotería. El sentimiento veraniego en su interior se intensificó, dejándolo sofocado y extasiado. Sin aliento.
Y esos hermosos ojos quedaron grabados en su mente. Torturándolo de una manera que podía asegurar que nunca sería capaz de olvidarlos.
Nunca sería capaz de olvidar a Taehyung.
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